Javier Vázquez Delgado recomienda: Patria


Edición original:Planeta Cómic
Guion:Toni Fejzula adaptando la novela de Fernando Aramburu
Dibujo:Toni Fejzula
Formato:Cartoné, 304 Páginas
Precio:30€
Para mí la alegria sería que inventaran una maquina de resucitar a los muertos.
Como nacido en Euskadi cualquier obra de ficción, sea un cómic, una novela o una película, que tratan el conflicto vasco me resulta muy interesantes puesto que reflejan una realidad que todos los que vivimos aquí hemos visto de cerca y de la que las noticias solo se han hecho eco de la parte más impactante, pero casi nunca se han preocupado de reflejar el día después. En mi caso no he sufrido de primera mano ninguna de las situaciones que aparecen en la novela, pero sí que he visto los escenarios de atentados o kale borroka, las cargas policiales en el casco viejo de Bilbao que no distinguían a nadie a la hora de repartir porrazos, etcétera, pero sin duda lo peor era tener que convivir con la tensión diaria que generan los grupos de apoyo a los terroristas, algo de lo que todos en esta tierra hemos sido testigos. También somo conscientes de las distintas ilegalidades que cometieron las fuerzas del orden en esos años en los que la sinrazón campaba a sus anchas. Sin embargo, no había leído la novela de Aramburu y mi único acercamiento a su historia ha sido la adaptación de Fejzula.
Toni Fejzula es un valiente. Hacer la adaptación de Patria de Fernando Aramburu supone un reto del que no todos los autores pueden salir indemnes ya que se trata de una de las novelas más exitosas de los últimos años en nuestro país galardonada con el Premio Nacional de Narrativa en 2016 y que en breve contara con una adaptación televisiva de la mano de HBO. El autor barcelonés pasa la prueba con enorme éxito, puesto que consigue un cómic con entidad propia ya que no se queda en una mera traslación del argumento de la novela a viñetas, sino que, con el argumento como base construye un libro que es puro cómic con personalidad propia. No es una tarea que resulte sencilla, puesto que consigue condesar las seiscientas cincuenta páginas de la novela en una novela gráfica de cerca de trescientas páginas repletas de las herramientas narrativas que ofrece el cómic y que no hace necesario conocer la novela para poder disfrutar de la historia.
En los textos que acompañan a la novela gráfica, Fejzula explica que se acercó a la novela por las similitudes que veía en el conflicto vasco con la guerra de los Balcanes de la que su familia tuvo que huir en los años noventa estableciéndose en Barcelona. Así que cuando David Hernando, editor de Planeta Cómic, le ofreció la posibilidad de adaptarla al cómic acepto de inmediato, ya que pese a no haber vivido el conflicto vasco en primera persona conocía de sobra las sociedades fragmentadas por el nacionalismo. También explica que durante la concepción del trabajo no consulto en ningún momento con Aramburu y trato de conseguir con las herramientas propias del cómic el mismo efecto que sentían los lectores de la novela. Con plena libertad tanto del autor original como de la editorial para hacer la adaptación como creía conveniente, lo que provoca que la haga suya. Invirtió un año y nueve meses en finalizar la novela gráfica y resultado prueba que mereció cada minuto de su trabajo.
Patria comienza el día en el que la banda terrorista anuncia el abandono de las armas. Ese día Bittori se dirige al cementerio para contarle a Txato, su marido asesinado por ETA, que ha decidido volver al pueblo guipuzcoano del que tuvo que huir tras su asesinato. Allí dejó a Miren, una antigua amiga íntima y su familia, ambas tenían una relación que se terminó por la pertenencia de su hijo Joxe Mari a la banda terrorista. A través de múltiples flash-backs somos testigos de los último treinta años de los integrantes de las dos familias y como su relación antes estrecha se envenenó cuando comenzó el acoso a Txato por parte de los terroristas, ante la pasividad nos solo de la familia de Miren sino también de sus vecinos. Las vidas de todos los miembros de ambas familias quedaron marcadas para siempre y todos arrastran las consecuencias tanto del asesinato del Txato como del encarcelamiento de Joxe Mari. Ambas familias resultan un fiel reflejo de la sociedad vasca que quedo fracturada por la barbarie y la bunquerización que se produjo en determinadas posturas y que robo la capacidad de empatizar con los vecinos que pensaban distinto. Aramburu y Fejzula nos trata de mostrar cómo ha afectado, y sigue haciéndolo, el conflicto vasco en el día a día de Euskadi que la banda terrorista desgarro con heridas abiertas que hoy en día siguen sangrando. Una historia de familias rotas y amistades de toda la vida destrozadas por la estupidez inherente al nacionalismo ciego, que nunca en la historia de la humanidad ha traído nada bueno, y la sinrazón de la violencia. Una situación que era cotidiana en esos años en Euskadi, con una gran parte de la población mirando para otro lado, mientras sus conciudanos sufrían el acoso de los terroristas o se desangraban en las aceras con un tiro en la nuca. Para los terroristas y sus apoyos todo valía por construir una patria, aunque estuviera abnegada en sangre inocente. Una época que los líderes políticos de derechas se empeñan en invocar desde la seguridad que les proporcionan sus escoltas y la distancia para arranar unos pocos votos. Cuando lo que toca es reconstruir y tratar de cerrar heridas, aunque perdonar, olvidar y disculparse son acciones que se antojan muy difíciles tras un conflicto tan enconado. Ese proceso es el tema principal de la obra. Sin embargo, a pesar de toda la violencia, dolor, victimas, odio y sinrazón es una historia llena de ternura que muestra la capacidad de reconstruir y perdonar que tiene la mayoría de la sociedad vasca que solo ansia vivir en paz. Una historia de personas normales más que de personajes, que narra situaciones que hemos vivido, en mayor o menor medida, todos los vascos que durante largos y tenebrosos años hemos sido los rehenes y daños colaterales de una guerra que casi ninguno pedimos, pero que unos fanáticos decidieron hace en nuestro nombre.
El terrorismo de ETA y sus consecuencias han protagonizado alguno de los cómics más destacados de los últimos años con obras como Salto de Judith Vanistendael y Mark Bellido, He visto Ballenas de Javier de Isusi, Las oscuras manos del Olvido de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí o Los puentes de Moscú de Alfonso Zapico. En ellas como en Patria se busca dar una versión en la que tengan voz todos los implicados en el conflicto y ver la versión de desde todos los puntos de vista. El sufrimiento está presente en ambos bandos, no solo por el que los miembros de ETA generaron en sus víctimas y sus propias familias, sino también en el generaron grupos contraterroristas como los GAL o las víctimas de las torturas policiales que no solo sufrieron los miembros de la banda, sino también muchos inocentes. Una de las partes más destacadas de esta obra es que no nuestra como todos son víctimas, incluso Joxe Mari que es víctima de unas ideas equivocadas que le han inculcado desde pequeño. Esas mismas ideas que acaba contagiando a Miren, su madre, que acaba siendo presa de la una ira que le acaba privando de su humanidad En la obra no hay ninguna intención de juzgar a ninguno de los dos bandos, solamente de mostrarnos la realidad cotidiana que no aparecía en las noticias.
Aunque el peso de la historia recae en Bittori y Miren, el resto de los miembros de ambas familias también son protagonistas de la historia que se construye a través de sus pensamientos y sus diálogos. Cada uno de ellos tiene una forma de enfrentarse a la situación así que las partes de la historia que ellos protagonizan tiene un color principal que refleja la emoción que gobierna su vida: la parte Bittori es azul como la tristeza que la persigue, Miren arde de un odio de color rojo, la confusión de Joxe Mari es marrón, la cobardía de Joxian amarilla, la falta de emociones gris de Xabier, la esperanza verde de tender puentes de Arantxa, etcétera. La excepción a esto es Txato que, por motivos obvios, no está asociado a ningún color. Además de para reflejar esas emociones, los colores también sirven para identificar quien es protagonista de cada escena porque en la obra el narrador y el marco temporal de cada secuencia cambia constantemente, aunque algunas veces puede resultar algo confuso saber quién es el protagonista. El resto de las herramientas narrativas que vemos en la obra persiguen mostrarnos las distintas emociones de los protagonistas del relato. Las caras de los protagonistas no están del todo definidas lo que, sin duda, obedece a reflejar la idea de que lo que les sucede podría haberle pasado a cualquiera. Pero, de igual modo, Fejzula consigue que por ellos transcurran los treinta años que dura la historia y sigan siendo reconocible. Con muy pocos trazos y unos detalles en los fondos consigue que sepamos en que década se desarrolla cada secuencia. El estilo grafico es camaleónico variando en función de lo que pida la trama. Estamos ante el mejor trabajo hasta la fecha de Fejzula con un despliegue de todo tipo de recursos fantásticos con convierten Patria en algo más que una simple adaptación.
Antonio Toni Fejzula Zecevic es un ilustrador e historietista barcelonés de origen yugoslavo nacido en Belgrado en 1980. En 1993 su familia se afinco en Barcelona, donde ya habían vivido con anterioridad varios años puesto que su padre jugó en el F.C. Barcelona en su sección de balonmano, para escapar de la guerra de los Balcanes. Curso estudios de Bellas Artes en la Universitat de Barcelona y posteriormente comenzó a trabajar en animación y publicidad. En el año 2000 publica una historia corta en El Reino Salvaje de Conan. Posteriormente da el salto al mercado francobelga publicando varios álbumes y series junto a guionistas como Jean Marc Lainé, Alex Nikolavitch o Jean Michel Mitildjian. Unos trabajos que compatibiliza con historias cortas en volúmenes antológico para editoriales españolas como Diábolo o Norma y el mercado americano. Es en este mercado dónde ha cosechado sus mayores éxitos con obras como Veil, con Greg Rucka, Lobster Johnson, con John Arcudi y Mike Mignola y Dead Inside con John Arcudi, todas publicadas por la editorial Dark Horse. Un mercado para el que en estos momentos está realizando una serie limitada de fantasía épica para la editorial TKO.
Planeta Cómic hace una gran edición con una gran reproducción y diseño. Además de la historia el tomo tiene como extras un epilogo en el que Fejzula explica la génesis de la adaptación y varios bocetos de páginas que permiten descubrir el proceso de realización del cómic. En los últimos tiempos Planeta Cómic ha apostado por las adaptaciones de novelas de éxito como por ejemplo La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza adaptada por Claudio Stassi, Intemperie de Jesús Carrasco adaptada por Javi Rey o La trilogía del Baztán de Dolores Redondo que adapta Ernest Sala, además de otras de producción foránea como La Mennulara o Buenos días, Tristeza que publicarán próximamente.
Con Patria, Toni Fejzula hace un trabajo maravilloso y valiente, firma una historia que te transmite la misma emoción que sienten sus personajes y da voz a todos las partes del problema. Debería servir de advertencia sobre los peligros del nacionalismo, algo que muchos olvidan que se debe a la casualidad del nacimiento y no otorga ninguna cualidad excepcional, de la misma manera, que las banderas no dan de comer ni curan a nadie. Sin duda, uno de los mejores cómics en lo que va de año 2020.
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