Javier Vázquez Delgado recomienda: Promesas rotas
La sociedad japonesa siempre ha disfrutado de la glorificación y la transmisión de los hechos de su pasado a través de las manifestaciones artísticas producidas en los diferentes medios culturales. La palabra jidaimono (時代物) es utilizada para designar el subgénero de historias ambientadas en el pasado japonés, mediante el que se daba a conocer al pueblo los hechos más determinantes de su historia, especialmente aquellos acaecidos en el Japón feudal y en los primeros años de la era Meiji, en la que se produjo una occidentalización del país y los samuráis vieron abolidos sus privilegios. El jidaimono fue especialmente desarrollado en el kabuki, teatro japonés en el que se utilizan llamativos maquillajes y un fastuoso vestuario, y en el bunraku, teatro de marionetas en el que la música tiene una presencia fundamental.
La consolidación del manga como un medio masivo de entretenimiento tras la II Guerra Mundial, gracias al que la sociedad japonesa, castigada por el hambre y las penurias de la posguerra, encontraría un desahogo y la posibilidad de evadirse de la dura realidad que atravesaba, desembocó poco después en el desarrollo del gekiga, encabezado por TATSUMI Yoshihiro con la idea de satisfacer las ansias de nuevas historias por parte de aquellos lectores que había crecido leyendo cómics y que, llegados a un nuevo estadio de su desarrollo, manifestaban nuevas inquietudes y requerían nuevos códigos narrativos para seguir sintiéndose atraídos por el noveno arte. Esto provocó que el jidaimono encontrase su propio hueco en el mercado del manga, convirtiéndose en un subgénero muy explotado que contó con autores especializados en él, destacando las figuras de SHIRATO Sanpei, KOJIMA Goseki y HIRATA Hiroshi.
En sus obras, HIRATA trata de abordar la figura del samurái desde una perspectiva realista, que le permite explicar las razones por las que toma sus decisiones y ejecuta acciones que pueden resultar crueles analizadas desde otros puntos de vista, intentando alejarse siempre de las visiones idealizadas que realizan otros autores. Promesas rotas es una colección de relatos cortos en la que este último ilustra las consecuencias que puede llegar a tener el hecho de no respetar los compromisos contraídos con otras personas.
Esto lo podemos observar en el relato que da nombre a esta antología, ya que en Promesas rotas conoceremos a un samurái que aspira a casarse con la hija de un señor feudal, el cual accede siempre que este le traiga la cabeza de su enemigo. Sin embargo, tras haberlo conseguido comprobará que el noble rehúsa a cumplir su palabra, intentando deshacerse de él a cualquier precio. La muerte del doble es otro buen ejemplo, ya que tras provocar incidentes e invitar a quienes ofende a batirse en duelo, permite que sea su hermano gemelo quien asuma la responsabilidad del combate y ponga en peligro su vida, hasta que este se opone a seguir llevando a cabo dicha farsa debido a la vergüenza y el deshonor que producen la actitud y las acciones de su hermano.
Por tanto, resulta llamativo el hecho de que, además de los personajes que incumplen las promesas, también los protagonistas de las historias son seres ruines y mezquinos, hombres caprichosos con un código moral difuso y que se mueven bajo la creencia firme de que el fin justifica los medios, anteponiendo sus deseos al bienestar de cualquier otra persona. Sirva de nuevo como ejemplo el protagonista de la primera historia, que secuestra, viola e intenta destruir a la mujer de la que se ha encaprichado, para vengarse del daño causado por su padre. La ausencia de romanticismo e idealización de sus personajes es un sello personal de Hirata, gracias al cual consigue transmitir la idea de que sus historias habrían sido perfectamente plausibles y permite acercarse fidedignamente al pasado de su país.
Hirata asumió rápidamente los principios de la corriente gekiga, desarrollando un estilo de dibujo que se caracteriza por su realismo gráfico, un trazo de sólida personalidad, la sobriedad y la crudeza que consigue imprimir en unas preciosas páginas que plasman fielmente el Japón feudal, resultando muy cercano a la obre de KOJIMA Goseki. Gracias a su desarrollado sentido de la narrativa, se maneja muy bien en el terreno del relato corto, construyendo y desarrollando sus historias ejemplarmente en unas pocas decenas de páginas.
La edición de esta obra, como todas las de este autor publicadas por Ediciones Glénat, la extinta editorial comandada por Joan Navarro, se realizó en formato A5 (15×21 cm), con encuadernación rústica con sobrecubiertas, sin páginas a color. Además, cuenta con un extra que resulta de lo más interesante, ya que se recoge un escrito del propio autor realizado en el año 2000 acerca del comienzo de su relación con la editorial Hôbunsha, y otro artículo realizado por responsables de la editorial en el que analizan cada uno de los relatos incluidos en este volumen. En la actualidad, ECC Ediciones está publicando mangas de sensei Hirata, por lo que podría ser recuperado por ellos en algún momento, pero hasta entonces, solo existe la posibilidad de buscar esta edición en el mercado de segunda mano y descatalogados para hacerse con él.
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