Javier Vázquez Delgado recomienda: Batman / Juez Dreed

Edición original: Batman/Judge Dredd: Judgment On Gotham, Batman/Judge Dredd: Vendetta in Gotham, Batman/Judge Dredd: The Ultimate Riddle, Batman/Judge Dredd: Die Laughing, Lobo/Judge Dredd: Psycho Bikers vs. The Mutants from Hell USA .
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guion: Alan Grant.
Dibujo: Cam Kennedy, Carl Critchlow, Dermot Power, Glenn Fabry, Jason Brashill, Jim Murray, John Wagner, Simon Bisley, Val Semeiks.
Entintado:.
Color:.
Formato: Cartoné, 304 páginas. A color.
Precio:.

Los benditos y extraños años noventa instauraron un tipo de obras en las que la violencia, los chistes malos y la actitud chulesca eran seña de identidad. Fruto de aquellos locos días existen obras tan anacrónicas como las miniseries de Lobo, cargadas de humor negro y una violencia extrema que hoy en día han dejado de hacer gracia alguna. Su planteamiento, muy anclado al momento sociocultural, hacen que acaben siendo obras que envejecen muy mal en lo narrativo y en su concepto. Revisar algunas de las múltiples miniseries de Lobo de aquellos días da una buena imagen de como ha idealizado nuestra memoria esos trabajos. Pero no solo de Lobo se vivía en los noventa y en DC decidieron juntar a dos héroes de lo más atípico, Batman y el Juez Dreed. En las oficinas de DC se cerró el trato con 2000AD y ya solo quedaba darle las riendas a su creador (junto Carlos Ezquerra), John Wagner, y a Alan Grant para lanzar contra un muro a estos dos míticos personajes. ¿Qué podría salir mal?

En los noventa nada. La primer especial funcionó muy bien. Y llego un segundo. Y un tercero…

Hoy se han recopilado por segunda vez por parte de ECC, que ya publicó todas estas miniseries en dos tomos en rustica y ahora los unifica en cartoné para sufrimiento de muchos. Si hubiera que buscar una reedición más innecesaria, sería esta.

Cinco especiales, cuatro con Batman y Dreed como protagonistas y una extra con Lobo y Dreed uniendo “fuerzas” y cerrando con un tiro de gracia al lector que a duras penas lograra alcanzar el final del tomo sin ver amenazada su cordura, paciencia y tolerancia a unas historias sin fondo alguno con el que poder sustentarse y cuyo chiste dejó hace mucho de ser gracioso.

Lo más justo es analizar las miniseries por separado, pues no todas exhiben el mismo nivel, aunque si hay que decir que de alguna forma las tres primeras son continuaciones de la original y van mejorando, sin llegar a ser nada relevante, el tono y forma.

La primera incursión es la titulada Juicio en Gotham. La historia escrita por dos grandes del cómic británico, como son Alan Grant y John Wagner, se centra en poner frente a frente a Batman y Dreed y observar que ocurre cuando los dos justicieros ponen a prueba su concepto de ley. Expresado de esta forma suena interesante y en realidad lo es, pero el desarrollo de la trama no es sino un ir y venir de personajes grotescos con los que poder sacar a relucir las virtudes más salvajes de ambos protagonistas.

Todo lo planteado es un circo de varias pistas en la que el lector se mueve sin tener claro la dirección a la que llevan los guionistas a Batman y Dreed, mientras se odian entre ellos. Bisley ilustra este primer especial, famoso por sus trabajos en Lobo, que hace gala de todo su repertorio de exageración anatómica. Su estilo pictórico, desgarbado, brutal y crudo, aporta al conjunto un aspecto mucho mejor del que en realidad tiene la historia. Sin embargo, Bisley, no es capaz de levantar la pobre propuesta que hacen Grant y Wagner.

La puerta queda abierta a un nuevo especial, con el título de Vendetta en Gotham, en la que por el camino se pierde a Bisley, recalando la tarea de ilustrarla en las menos interesantes manos de Cam Kennedy, que realiza una labor mucho más simplona y convencional que deja en evidencia la pobreza del planteamiento de los guionistas. Aquí los dos personajes vuelven a verse las caras, vuelven a pegarse, vuelven a odiarse mutuamente, mientras lidian para evitar que el Ventrílocuo pueda llevar a cabo su maléfico plan.

Aquí se añaden ciertos toques derivados de los viajes en el tiempo, lo que añade cierto valor a la trama, así como el acertado tratamiento de villano que resulta muy descarnado y directo. Y aquí acaban las virtudes, pues o demás es una repetición de excusas para volver al esquema original con el que poder tener a los protagonistas interactuando entre ellos sin apenas nada rescatable.

Un especial que pierde en lo gráfico, pero gana en argumento e intenciones.

No hay dos sin tres y en el siguiente especial los dos guionistas suben sus aspiraciones y comienzan a jugar más y mejor con la mitología de ambos protagonistas. Por un lado, ya no se usan recursos anteriormente vistos, sino que hay na colaboración abierta entre Batman y Dreed, lo que es de agradecer. Además, se construye una historia algo más trabajada, con objetivos más ambiciosos que ser un mero pasatiempo, que permite poder explorar mejor los matices de Batman y Dreed y como su concepto de ley puede distar mucho, pero a la hora de la verdad ambos se mueven por los mismos resortes.

Para ilustrar este especial se recupere a unos dibujantes que también tienen un estilo pictórico, menos histriónico que Bisley, pero con el mismo fondo con tendencia ala exageración. En la aventura titula El Acertijo definitivo, el trabajo gráfico recae en las manos de Carl Critchlow (famoso por su personaje Thrud the Barbarian, visto en la revista White Dwarf) y Dermot Power (encargado de terminar el especial y de reconocido talento para el storyboard de grandes producciones de Hollywood, como Harry Potter, Star Wars Episodio II, entre otras)

Un tercer especial con más alma, que se desprende los vicios de sus dos anteriores entregas y que traslada al lector la esencia icónica de Dreed y Batman.

Par el cuarto especial llega el momento del disparate, de la locura personificada a través de una historia titulada Muertos de risa, en la que Joker hace acto de presencia, así como todo el elenco de villanos sobrenaturales de Dreed. Una mixtura que no convence ni funciona como debería, por la extraña mezcla que plantean los escritores y que apenas esconde brillos que merezcan la atención. Además, se produce un efecto cansancio en la lectura, pues los especiales leídos seguidos acaban por fatigar.

La sin razón se adueña de la trama y nada despierta interés alguno. Se juega con grandes conceptos y apenas se logra hacer nada interesante con ellos. Grant y Wagner continúan produciendo trabajos alimenticios, en piloto automático, sin alma alguna, desaprovechando el potencial real que hay tras el casco de Dreed y la máscara de Batman. Es un especial largo que se hace muy pesado de acabar por su falta de ritmo narrativo y el abuso de los diálogos grandilocuentes carentes de motivación.

Para ilustrarlo está Glenn Fabry (famoso portadista de Hellblazer y Predicador y dibujante regular de Slaine), que adorna con la mejor de las intenciones el pobre trabajo de guion que exhibe el especial. Fabry se ve acompañado de otros dibujantes, como Jim Murray, que llega a terminar la historia en solitario, capaz de mimetizar a Fabry de forma que el apartado visual no se vea mermado.

Un trabajo de nuevo muy irregular que queda maquillado por un aparado gráfico excelente, aunque pobre en narrativamente hablando.

Y le llega el turno a Los Psicomotores contra los mutantes del infierno, un disparate mediocre con Lobo y Dreed en modo berserker, donde la trama está plagada de grotescas creaciones que lidian con una historia carente de toda imaginación. El nivel que presenta este especial es tan de principiante que sorprende que detrás del guion estén Grant y Wagner. En nivel de desgana que muestran es palpable en cada página, limitándose a cubrir el expediente y cobrar.

Val Semeiks lo intenta, no en vano fue el dibujante de la serie regular de Lobo en sus inicios, aportando su estilo más conservador de todos, pero eficiente. Sin embargo, se le nota poco convencido a la hora de plasmar el enfrentamiento entre los mutantes, Lobo y Dreed. Una total perdida de tiempo.

Un tomo recopilatorio que no pasa de mera curiosidad. Unos especiales que son hijos de su tiempo y a los que el tiempo ha dejado en total evidencia. Un conjunto de obras fallidas que es incapaz de convencer en ninguno de sus aspectos técnicos.



Ver Fuente

Comentarios

Entradas populares