Javier Vázquez Delgado recomienda: Corredores aéreos

Portada Corredores aéreos

Edición original:Les couloirs aériens FRA, Futuropolis.
Edición nacional/ España:La Cúpula.
Guion:Étienne Davodeau, Christophe Hermenier y Joub.
Dibujo:Étienne Davodeau.
Color:Joub.
Traducción:Raúl Martínez.
Formato:Rústica, 116 Páginas.
Precio:22,50€

Étienne Davodeau pasa por ser el gran cronista de la realidad cotidiana del cómic francés de los últimos años. Sus trabajos siempre giran en torno a la realidad que tiene cerca. A veces tratan de sucesos históricos con un formato cercano al documental como en Rural (La Cúpula), La mala gente (Ponent Mon) o Ha muerto un Hombre (Ponent Mon), pero con los que le une una gran implicación personal. En otras ocasiones habla directamente de su propia realidad como en Los ignorantes (La Cúpula) o en la recientemente publicada por La Cúpula Corredores aéreos, que es la que vamos a reseñar. En este trabajo, Davodeau ha contado con la ayuda para escribir la obra de Christophe Hermenier y Joub (que ya había colaborado con Davodeau en las series, inéditas en nuestro país, Geronimo y Max et Zoé), dos amigos con los que compartió estudios y la pasión por los cómics en la universidad de Rennes a mediados de los ochenta. Una amistad que han mantenidos todos estos años. Además, Hermenier se ha encargado de hacer las fotos que vemos en la obra y Joub ha coloreado la obra.

Al cumplir los cincuenta la vida de Yvan está fuera de su control. Se acaba de quedar sin empleo, sus padres han fallecido recientemente, sus hijos son independientes y su relación pende de un hilo porque el trabajo de su mujer la obliga a vivir en el extranjero. Así que decide dar un giro radical y abandonar París para pasar unos días en la casa de unos amigos en las montañas del Jura, con todas sus pertenecías, y las que ha heredado de sus padres, metidas en cajas de cartón. En esos paisajes nevados, Yvan debe afrontar su crisis de madurez y decidir qué quiere hacer con su vida.

Corredores aéreos

La premisa de la novela gráfica surge del pasado de los tres autores que, al igual que el protagonista de Corredores aéreos y sus amigos, a los veinte años acudieron a una fiesta de cumpleaños de un cincuentón y se rieron de él por su aparente crisis madurez. En aquel momento se preguntaron cómo serían ellos a esa edad y la arrogancia de la juventud les hizo creer que ellos nunca tendrían que afrontar esa crisis. Sin embargo, el tiempo es una constante inexorable en la vida y ahora tienen la respuesta cara a cara y no es la que esperaban. Como nos dicen en el prólogo, Hermenier ha tenido que afrontar los mismos problemas que Yvan, puesto que, al cumplir los cincuenta, también perdió a sus padres y también decidió fotografiar los objetos que ellos guardaban en su casa, además de dibujarlos. Esos dibujos son el germen de la novela gráfica que han realizado a seis manos y que les toca muy de cerca. De hecho, aunque no lleguen a aparecer en la obra, Yvann les menciona a los tres como amigos.

Davodeau

Aparentemente estamos ante una historia sobre un hombre corriente en una crisis a todos los niveles (laboral, personal y sentimental), pero contada con la sensibilidad y cercanía que siempre encontramos en las obras de Davodeau, lo que consigue que cualquier lector se sienta identificado. Corredores aéreos nos habla de problemas que le pueden suceder a cualquiera, tenga la edad que tenga, como el paro, las relaciones rotas, la forma de afrontar las pérdidas de seres queridos, secretos entre amigos etcétera., sucesos que son parte inevitable de cualquier vida. El mérito de la obra es que lo hace sin caer en el melodrama barato y sin necesidad de travestir la historia de épica y llenarla de fuegos de artificio baratos y diálogos pretenciosos.

Corredores aéreos

Que estemos ante una historia intimista no significa que no suceda nada, ya que, Yvan guarda muchos secretos, y establece relaciones muy interesantes con algunas personas que conoce en ese rincón tan apartado. La construcción de esos personajes secundarios es magnífica, ya que todos resultan creíbles y rebosan vida, aunque no sean héroes, ni heroínas. Por encima del resto destacan las que mantiene con Adrien, el hijo de los amigos que le han prestado la casa, y con Julia, una dependienta de una tienda de artículos deportivos. Adrian es el reflejo de su juventud perdida, ya que es tan irresponsable como lo fue él en su juventud, sin embargo, Yvan consigue establecer con el una relación mucho más estrecha que la que tiene con su hijo, un ejecutivo exitoso que vive en Canadá. Por otro lado, su relación con Julia le sirve para clarificar la que tiene con su mujer. Todos ellos consiguen que recupere las ganas de permitirse vivir.

Gráficamente, Davodeau está al alto nivel que acostumbra en todos sus trabajos, quizás todavía más brillante por el magnífico color de Joub. Destaca lo bien que consigue reflejar la inmensidad de la nieve virgen, la naturaleza de las montañas del Jura y los silencios de las escenas mudas. La inclusión de las fotos que realizó Hermenier es un acierto, ya que, además de servir como una forma de separar las distintas escenas, también marcan la estructura de las páginas que son de cuatro tiras de tres viñetas, aunque cuando es necesario para la narración, Davodeau no tiene ningún problema en romperlas.

Davodeau

La Cúpula ha sido la encargada de traernos los últimos trabajos de Davodeau, y como es costumbre hace una gran edición con un tomo de gran tamaño y buena reproducción. Esperemos que nos traigan alguna de sus obras que todavía están inéditas en nuestro país como L’avancée des travaux.

Corredores aéreos es una novela gráfica que nos habla sobre la crisis de los cincuenta, de la amistad, las decisiones que tomamos o de los altibajos emocionales y amínicos por los que todos pasamos, pero que nos transmite un mensaje optimista: nunca se es demasiado viejo para cambiar de vida y para buscar la felicidad.



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