Javier Vázquez Delgado recomienda: Reseñas DC: Three Jokers

Edición original: Batman: Three Jokers 1-3
Guion: Geoff Johns
Dibujo:Jason Fabok
Color: Brad Anderson
Formato: 54 pags. Color.
Precio:6,99€.

Three Jokers #1 se abre con un evento muy revelador: Batman estrellando el batmovil contra la lápida que señala la tumba de sus padres. Malherido, Bruce entra en la mansión, donde Alfred espera (como siempre) para hacerle las curas, momento en que el Geoff Johns y Jason Fabok aprovechan para pasar revista a todas las cicatrices que cruzan el cuerpo de Bruce. La mayoría de esas cicatrices las ha causado el Joker, pero las heridas más profundas son las que no se ven a simple vista. Estamos hablando, claro, del asesinato de los padres de Bruce por parte de Joe Chill.

Seguidamente, Johns y Fabok presentan a los otros protagonistas de la historia: Bárbara Gordon (quien lucha contra el trauma auto-exigiéndose al máximo física y mentalmente) y Jason Todd (quien lucha contra el trauma ejerciendo la violencia contra sus enemigos). En el fondo (quizás no tanto), Three Jokers es una obra sobre las heridas y el trauma.

Cicatrices físicas y psicológicas.

También es una obra especialmente difícil de colocar dentro del paisaje deceíta actual. La trama principal (con esos tres Jokers que parecen estar maquinando algo especialmente malvado) proviene de La guerra de Darkseid, el último arco (quizás el mejor) de Geoff Johns al frente de la JLA durante los Nuevos 52, justo antes de que el especial Renacimiento nos prometiera una nueva edad de oro que no ha terminado de concretarse.

Three Jokers prometía convertirse en un punto y aparte en el discurrir de la editorial, pero su posición de faro, mapa y brújula (como también ha ocurrido con Doomsday Clock, de Geoff Johns y Gary Frank; una obra que por cierto tiene mucho que ver con Three Jokers: Johns parece querer emular a Alan Moore planteando su propia visión de Watchmen y La broma asesina, respectivamente) se ha visto bombardeada por propuestas de mayor empaque comercial e ínfima calidad literaria.

Estamos hablando, claro, de Metal, Death Metal y Joker´s war, propuestas gamberras de Scott Snyder y James Tynion IV, convertidos (quizás a su pesar, a tenor de las declaraciones del propio Snyder en las que comentaba que a partir de ahora se dedicará a escribir obras pequeñas de carácter independiente) en grandes arquitectos de la nueva DC deseada por AT&T (un lugar donde tampoco parece haber sitio para las ideas de Tom King, Brian Bendis o Grant Morrison).

Sea como sea, al leer Three Jokers uno no puede dejar de pensar que Johns y Fabok querían construir algo atemporal, algo que estuviera más allá de la mera coyuntura editorial del momento. Se notan la ambición y las ganas de dejar una huella, un poso.

La construcción atmosférica de Johns y Fabok es espectacular.

El guion de Johns es excelente, como viene siendo habitual en el guionista de Michigan. Uno de los puntos fuertes de Johns (a menudo considerado de forma injusta un mero artesano: entre sus puntos fuertes no está la pirotecnia narrativa de un Morrison o un King; en ese sentido se encuentra más cerca de Mark Waid o Tom Taylor) es la construcción psicológica de sus personajes. Es un poco como el Sydney Lumet de los tebeos, una comparación acertada al ser Three Jokers tan urbana, oscura, intensa y deprimente como Serpico o Veredicto final.

El perfilado de personajes femeninos fuertes y poderosos siempre ha sido una constante en la obra de Johns. Es este un aspecto que no podía faltar en Three Jokers. Batgirl asume el papel de referente moral del cómic: un aristotélico término medio entre la frialdad sobrenatural de Batman y la sangre caliente de Jason Todd. Sin embargo, mientras que las acciones de este último nunca parecen fuera de lugar, algunos aspectos del papel de Bárbara en el cómic son bastante discutibles.

En primer lugar, establecer una relación romántica entre Jason y ella (con el objetivo de justificar ciertos reproches de Batgirl hacia Jason después de que este le meta una bala en la cabeza a uno de los Jokers) es un recurso innecesario e infantil más propio de otro tipo de cómics que de la gran historia adulta que Jonhs y Fabok supuestamente están intentando contarnos.

En segundo lugar, la catarsis. Bárbara Gordon es uno de los personajes femeninos mejor construidos del universo superheroico. Todos conocemos su trayectoria. Johns también, de modo que prácticamente resulta inevitable un enfrentamiento (otro) con el Joker. Solo que en este caso el malo aparece con un cámara y pronuncia un terrible “Smile!” que nos hace temer lo peor. ¿Cómo resuelve Johns la escena? Batgirl coge la cámara y la estampa en la cara del payaso. El conflicto esencial de un personaje increíble se resuelve así de manera precipitada y boba.

Bargirl, por Johns y Fabok.

En cuanto a la conclusión de la historia (y a las revelaciones que está trae consigo) puede decirse sin temor a equivocarse que traerá polémica. Al principio de la tercera parte de la serie, Johns y Fabok juegan muy bien al despiste: los lectores pensamos que toda la conclusión de la trama responderá al plan del Joker anciano (el criminal de los 40`s) para crear un “Joker definitivo”; es decir, un enemigo que pudiera atormentar a Batman a niveles mucho más profundos que el mero daño físico. Es por ello que este “Joker definitivo” debe ser Joe Hill.

Como era de esperar, el Joker es derrotado. Batman salva la vida a Joe Hill, y se produce una suerte de reconciliación entre ambos…que es justo lo que el Joker comediante (el de La broma asesina) quiere. Sin un Joe Hill que encarne las peores pesadillas de Bruce Wayne, el payaso puede convertirse en la única y definitiva pesadilla de Batman.

Pero este no es el final. Los lectores descubrimos, algo asombrados y bastante incomodos por las implicaciones que pueden desprenderse de estas revelaciones en lo que a la relación héroe/villano-Bruce/Barbara/Jason se refiere) que Bruce Wayne conoce la verdadera identidad y la historia del Joker desde el principio de su carrera.

Más que eso. Descubrimos que el comediante que protagonizó La broma asesina era en realidad un maltratador violento y posesivo (lo que en cierta medida contradice el sentido original de La broma asesina y resulta un tanto ofensivo para Alan Moore, si tenemos en cuenta que basó la historia del Joker en su propia experiencia personal) y que su mujer fingió su propia muerte para poder escapar de un hogar tóxico. Bajo la estrecha pero secreta vigilancia de Bruce, la esposa del Joker vive en Alaska…junto al hijo que esta comparte con el Príncipe Payaso del Crimen.

Por supuesto, concluir esta reseña sin hablar del trabajo espectacular de Jason Fabok sería prácticamente criminal. Pocas veces se han visto transformaciones tan impresionantes como esta. No es que Fabok fuera un mal dibujante (todo lo contrario) pero su desempeño se acercaba a las espectaculares propuestas de acero de uno de sus referentes: Jim Lee.

En Three Jokers, Fabok se aleja conscientemente de todos los matices negativos que en el cómic van asociados con la “espectacularidad”: asume como propia una narrativa acompasada, descriptiva, diríase casi contemplativa (el “casi” viene porque estamos hablando de un cómic de acción protagonizado por Batman, al fin y al cabo). Y lo mejor es que Fabok emprende está metamorfosis sin perder ni un ápice de sus cualidades naturales. La ambientación es perfecta. La violencia es demoledora. El drama es conmovedor. El lector se deja embriagar por el poder, la belleza y la fuerza de sus perfectos y heroicos cuerpos.

Algunas muestras de su arte.

Cuando DC anunció esta miniserie todos pensamos que la almendra central del cómic sería la naturaleza secreta de los tres Jokers. Y así es, pero no del todo. La almendra central de la aventura es, en realidad, las heridas que cada uno de estos Jokers han causado a sus adversarios. Bruce, Bárbara y Jason: cada uno de ellos tiene una imagen particular del Joker a la que temer.



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