Javier Vázquez Delgado recomienda: Black Hammer / Liga de la Justicia – !El martillo de la Justicia!
Edición original: Black Hammer / Justice League: Hammer of Justice! núms. 1-5 USA.
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guion: Jeff Lemire.
Dibujo: Michael Walsh.
Entintado: Michael Walsh.
Color: Michael Walsh.
Formato: Cartoné. 168 págs. A color.
Precio: 19,95 euros.
El arte de unir franquicias no es algo nuevo en el cómic USA. Si miramos al pasado reciente, fijando la vista en el año 1978, nos encontramos con el que es considerado el primer cruce entre personajes de dos editoriales distintas. Para tan distinguida ocasión DC y Marvel colocaron frente a frente a Superman y Spiderman. Sin embargo, esto no es del todo cierto.
Si hablamos del primer cruce oficial, si, el de 1978 es el primero, pero unos años antes, en 1972, de forma no oficial, se producía un cruce especialmente ingenioso que tenía su punto de partida en la serie de Marvel Amazing Adventures #16, continuaba en The Mighty Thor #207 y daba el salto a Justice League of America #103, donde finalizaba este peculiar cruce editorial. Y decimos peculiar por la génesis de este, cuando los escritores Len Wein (y su esposa la colorista Glynis Oliver), Steve Englehart y Gerry Conway fueron de viaje a Rutland, Vermont, donde aprovecharon para ver un desfile anual que se celebraba en dicha localidad.
De aquella experiencia acordaron plasmar en una historia sus vivencias, siendo ellos mismos los protagonistas de la trama que se presentó en los citados números. Los escritores emprenden su viaje para toparse con el Juggernaut, para seguir en la serie dedicada a Thor, que se las ve con Loki y donde se puede ver en su primera página un desfile en el que son reconocibles, al fondo, Superman y Batman. Y en el número de la Liga aparecen unos cosplayers controlados por Felix Faust disfrazados del Capitán América y Spiderman.
Así que de alguna forma tenemos estos dos cruces que en la década de los años 70 inauguraron una herramienta editorial que más tarde sería muy explotada por múltiples editoriales. Fruto de ello hay trabajos en los que Batman, por ejemplo, se las ve con Tarzan, Aliens y Depredadores, con Spawn, Tortugas Ninja, Spirit, La Sombra, Hulk… entre otros tantos.
Y Black Hammer, la creación de Jeff Lemire, no iba a ser menos. Cuando las similitudes y el homenaje que hace el escritor a la Liga de la Justicia con su trabajo son tan evidentes, solo era cuestión de tiempo que llegara el momento del cruce entre ambos grupos.
Fruto de esta intención llega a las tiendas un recopilatorio que reúne los cinco números de la miniserie y las múltiples portadas alternativas que acompañaron a este evento. Un cruce que por natural que pueda resultar no esta exento de cierto halo mercantilista por la idea que circula alrededor de la sobrexplotación de la obra de Lemire en cuanto al concepto en si mismo. No vamos a entrar en tales discusiones, dejando esta percepción a un lado para poner toda nuestra atención en lo que ofrece artísticamente este trabajo del canadiense.
Lemire es un hombre de tropos e ideas fijas. En sus obras no es complicado descubrir como aparecen de manera reiterativa muchas de sus inquietudes emocionales. Inquietudes que se traducen en historias con un corte similar, que se arraigan en la profunda pasión que desprende Lemire por la Edad de Bronce y en particular por lo que publicó DC entre los años 1984 y 1992.
Black Hammer es una historia que siempre ha acompañado a Lemire a lo largo de su vida. Su principal objetivo era el de poder crear a sus propios superhéroes en su propio universo y dar forma a todas sus inquietudes personales. Unas inquietudes que pueden resumirse en una sola frase: historias humanas centradas en la familia y en la aplacible vida en los pequeños pueblos de la Norteamérica rural.
Con ese en mente Black Hammer es un todo unificado con un principio y un final que permite a Lemire tener su propio universo superheroico compartido. Y que mejor que unir dos universos tan dispares y a la vez tan similares.
El problema de muchos cruces editoriales es que se asientan sobre un esquema bastante férreo a la hora de poner en marcha la trama. Algún acontecimiento desencadena que los protagonistas se encuentren, intercambien puñetazos, dialoguen y acaben por hacer equipo a la hora de vencer a la amenaza mixta con la que han de lidiar. Hay excepciones, claro está, pues cuando se trata de cruzar a los Aliens y los Depredadores, el diálogo es lo último a lo que recurren estos personajes. Pero solo es un ejemplo de ello y, hablando siempre en términos generales, la estructura está ahí de forma más o menos estable.
Lemire es consciente de tal circunstancia y pone en marcha la trama a través del mecanismo estándar, pues es escritor de costumbres, influenciado por años de lecturas, y no se desvía de la propuesta básica. Una vez colocadas las piezas se mueve de manera menos estructurada, sin dejar de lado los vicios de este tipo de historias. Se trata de una propuesta en la que añade elementos de su propia cosecha, que consiste en dar la vuelta a la típica conversación entre los grupos antes de llegar al convencimiento de que juntos puede resolver el problema.
Por tanto, cuando un desconocido llega a la granja en la que están prisioneros Abe y todos los demás héroes de Spiral City y lo hace de manera simultánea en Metropolis para contactar con la Liga de la Justicia mientras lucha contra Starro (el gusto del Lemire por ese villano es más que patente), los acontecimientos se precipitan sin control. Abe y los suyos acaban en Metropolis y Flash, Superman, Wonder Woman, Cyborg y Batman depositan sus huesos en la granja. Un intercambio de mundos que desencadena un maridaje narrativo en el que Lemire es fiel a los cruces en el sentido más clásico, pero se desmarca lo suficiente como para aportar un punto extra a una historia que no es especialmente remarcable, pero si posee el suficiente sabor a los cómics de antes.
Esperar una obra de mayor calado puede ser un error, pues el escritor de Green Arrow, tiene claro que ahora tiene el doble de juguetes con los que poder jugar y ha de construir un cómic donde se crucen dos universos, a viejo estilo, sin buscar rizar el rizo, o destacar de manera clara. Lemire busca divertir y trasladar el sabor de lo añejo al momento actual, sin perder su estilo por el camino, reflejando al fan que lleva dentro.
En el apartado gráfico se rodea de un dibujante con un trazo anguloso, con cierto aire al propio estilo de Lemire, pero infinitamente más depurado y elegante que este. Michael Walsh es también canadiense y llegó a esto de los cómics en 2012 con la miniserie de Image, Comeback. Hombre de inquieta carrera, ha trabajado, como Lemire, en múltiples editoriales, como Marvel, Image, IDW, Dark Horse, Archie, Valiant, Titan… Su trabajo en la miniserie aporta un tono acorde a las expectativas que la historia genera en el lector. Su trazo posee el justo toque clásico, aderezado con una elegante narrativa, que no se atreve a realizar experimentos radicales, pero que resulta muy funcional y adecuada para la obra.
Un trabajo comedido, adscrito al estilo de los cruces más canónicos del medio, que destaca por el cariño que destila en su propuesta y que refleja las distintas personalidades de sus protagonistas en apenas cinco números. Acercarse a este cómic no va a resultar algo difícil, pues Lemire lo convierte en un perfecto manual de uso y disfrute de sus protagonistas, para uso y disfrute de sus lectores.
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