Javier Vázquez Delgado recomienda: Dust 8

Edición original: Kodansha
Edición nacional/ España: Planeta Cómic.
Guión: TEZUKA Osamu
Dibujo: TEZUKA Osamu
Traducción: Judith Zamora Lablanca
Formato: Tapa dura. 416 páginas
Precio: 28,00€

Tras la II Guerra Mundial, TEZUKA Osamu se erigió como la figura más importante del manga, medio que abandonaba su carácter panfletario para convertirse en un entretenimiento de masas, creando a personajes legendarios del manga, como La princesa caballero o Astroboy, convirtiéndose él mismo en una leyenda y una referencia para los autores que siguieron la estela de su trabajo. Sin embargo, un grupo de estos desarrollaron su propio estilo, dirigido a un público adulto, en lo que se conoció como gekiga, movimiento que en un principio fue criticado por el propio Tezuka. Sin embargo, este acabaría subiéndose a la ola del nuevo tipo de historias, más maduras en argumentos y procedimientos narrativos, iniciando así una etapa más oscura de su carrera, que se prolongaría hasta su fallecimiento.

Toda vez que adoptó los principios de esta nueva corriente, Tezuka se reveló como un autor capaz de conectar de nuevo con un público que había desarrollado nuevas inquietudes con el paso de los años y de tratar en sus obras algunas de las problemáticas sociales propias de los nuevos tiempos. Así, mientras continuaba trabajando en Fénix, fue capaz de producir trabajos tan destacados como El libro de los insectos humanos, Oda a Kirihito, MW, Ayako, Adolf, o la obra que hoy nos ocupa, recientemente publicada por Planeta Cómic.

La historia de Dust 8 comienza con un avión perdido en mitad del océano, sufriendo un accidente, pero en lugar de caer en el agua, lo hace en el mundo de los espíritus, un lugar vedado para los seres humanos, chocando contra la montaña de la vida. De los 84 pasajeros y 6 tripulantes, solo 10 personas sobreviven al accidente, gracias a que el impacto contra la montaña desprendió unas rocas que al golpear sus cadáveres, los devolvieron a la vida, permitiendo que fueran rescatados y devueltos a Japón. Sin embargo esto se trató de un accidente que jamás debió haber ocurrido, por lo que la Muerte reclama las vidas que le perteneces y se dispone a acabar con la vida de los supervivientes.

Para ello, intenta convencer a un niño y una niña, cuyas vidas fueron devueltas al entrar en contacto con las pequeñas piedras mágicas, para que arrebaten al resto de supervivientes las rocas de la vida que impiden que se consume su destino. Tras negarse, son fulminados por la Muerte, que ordena a una kikimora, un espíritu guardián de la montaña de la vida, que se introduzca en el cuerpo de la niña y vaya tras ellos para recuperar las piedras, siendo seguida por su marido, otro kikimora que ocupa el cuerpo inerte del niño. Uno a uno, la pareja de kikimoras seguirá a los ocho supervivientes tras su regreso a Japón, para cumplir su cometido y devolver las rocas de la vida al lugar que les corresponde. Sin embargo, los personajes están muy desdibujados, ya que se dispersan y se van alejando poco a poco de su misión, mostrando una conducta errática y alejada del planteamiento inicial.

Manga no Kamisama aborda en esta historia diferentes temáticas e inquietudes que se encuentran presentes en muchas de sus obras, como la espiritualidad, la vida ultraterrenal, una reflexión sobre la muerte como un episodio más de nuestra vida, la necesidad de exprimir cada segundo de nuestra existencia como hacen algunas personajes al cerciorarse de su cercano fallecimiento, o la introducción de diferentes dilemas morales o problemáticas del contexto de la obra, planteando por ejemplo el caso de un joven condenado a muerte por espionaje, a pesar de la falta de pruebas concluyentes. Sin embargo, no encontramos a un autor certero en estas páginas, ya que todos estos planteamientos son muy superficiales, mostrándose tan poco definido como los protagonistas y realizando un trabajo de poca relevancia. El paso del tiempo tampoco le favorece, ya que podemos observar una relación de sometimiento machista entre las dos kikimoras, que hoy en día resulta anacrónica.

En cuanto al dibujo, tampoco se trata de uno de los trabajos más destacados de Tezuka, ya que se encuentra a caballo entre el estilo caricaturesco que lo elevó a la fama con sus obras tempranas, con toques de humor gráfico, y los códigos del nuevo enfoque dirigido al público adulto, con mayor dramatismo, diseños más ásperos y una sofisticación gráfica que lo llevaba a experimentar con las formas y los elementos propios del lenguaje gráfico, derivando en soberbias e innovadoras composiciones de páginas. Aunque ya había demostrado de lo que era capaz en su nueva etapa artística, Dust 8 tampoco destaca especialmente en este apartado, viéndose superada incluso por trabajos previos a ella, que resultan mucho más estimulantes.

A pesar de que Dust 8 se encuadra en la etapa creativa más madura del dios del manga, anteriormente mencionada, encontramos que realmente navega entre dos aguas, con una temática y un planteamiento propios de ella, pero una ejecución más simple, que recuerda a la de sus obras más infantiles, suponiendo esta indeterminación una losa que termina lastrando la obra, que resulta intrascendente al no aportar nada nuevo a quienes ya conozcan la obra de este genio, y que tampoco es un buen punto de acceso a la misma para quienes aún no hayan disfrutado de ella, ya que se trata de un título discreto y que no es un buen ejemplo de las capacidades artísticas de este autor.

Dust 8 representa una piedra más en el ambicioso proyecto que Planeta Cómic comenzó hace unos años con su Biblioteca Tezuka. Así, nos encontramos ante un tomo de un tamaño de 150×230 mm, en tapa dura sin sobrecubiertas y con un total de 416 páginas, que reúne los dos tomos que componían la obra originalmente. De esta forma, los seguidores de este imprescindible autor podemos ampliar nuestra colección y leer una obra que hasta el momento permanecía inédita en nuestro país, a la que seguirán nuevos títulos durante el próximo año, además de la necesaria e imprescindible reedición de los volúmenes restantes de Adolf.

Portadas originales de Dust 8


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