Javier Vázquez Delgado recomienda: Flash #45-49
Edición original: Flash 88, Flash 750-754.
Edición nacional/ España:ECC Ediciones
Guion: Joshua Williamson.
Dibujo:Howard Porter, Stephen Segovia, Christian Duce, Jordi Tarragona, Rafa Sandoval.
Entintado: Jordi Tarragona.
Color: Hi-Fi, Luis Guerrero, Arif Prianto.
Formato:Grapa, 56 págs. A color (primera).
Precio:4.5 euros (primera), 2.25 (siguientes)Grapa, 24 págs. A color (siguientes).
Una de las ventajas que ha tenido la cabecera del velocista escarlata desde el comienzo de Renacimiento ha sido la continuidad en el guion por parte de un único autor, Joshua Williamson. Podemos debatir acerca de la elección y su conveniencia, así como por los motivos que llevaron a la misma pero, en mi opinión, la solidez de un título está en pensar a largo plazo cuando se da inicio a una etapa. Una estancia larga permite un mayor desarrollo de las ideas del escritor que, en el caso de ser estas las correctas, se trasladará en historias con profundidad, doble lectura y mayor poso emotivo.
A decir verdad, Barry lo necesitaba desde su vuelta al mundo de los vivos. No por demérito propio, sino por agravio comparativo. Wally West, el antaño conocido como Kid Flash, había conseguido encandilar durante 25 años a generaciones de lectores, plenamente en sintonía con el nuevo héroe, sus historias (en una época en la que los buenos tebeos no abundaban precisamente) y su romance con Linda.
¿Cómo conciliar la popularidad de uno con la reintroducción del otro? ¿Cómo volver a hacer relevante a un personaje ausente en las viñetas durante tanto tiempo?
Ya en Renacimiento, en la actualidad, nos encontramos con el momento crucial de la etapa, en torno a la importancia de los números (el 750), así como por su condición de engarce entre el desarrollo de la misma y su final. Con esta premisa se da comienzo a La Era de Flash.
Comenzaremos con dos apuntes negativos en cuanto al modo de presentar la historia. En el número 88 se cede el protagonismo a Paradoja, de tal manera que conocemos tanto su origen como sus motivaciones sin que siquiera haya sido visto como un peligro real. Falla, en primer lugar, la caracterización como modo de humanizarle, ya que no hay trasfondo o interés previo para que el lector haya desarrollado conexión alguna por él o su familia. En segundo, también lo hace en cuanto a la mensurabilidad del peligro que supone ya que, después de veinte páginas, no tenemos nada que lo haga distinto de cualquier villano de ocasión, muy lejos del horror que ha de inspirar el antagonista del arco de celebración de una cifra tan importante.
En el propio 750, Williamson utiliza un recurso manido en tiempos recientes en el comic de superhéroes como es poner el foco en terceros, ciudadanos de a pie, para así dibujar una aproximación cercana al mito. Por explotado que sea, lo cierto es que contamos con ejemplos tan memorables como el Espectacular Spider-man 310 de Zdarsky (con Eisner incluido).
A pesar de que contribuye a generar expectación de cara al arco, sintiéndose distinto, no solo no resulta emocionante sino inadecuado. Después de la friolera de 88 números para desarrollar la personalidad de Flash, ¿es verdaderamente necesario hacerlo de esta manera? si se tratara de un número autoconclusivo sí tendría más sentido, pero tratándose de uno inmerso en un arco de larga duración pierde su razón de ser.
Manteniendo estas dudas iniciales, he de decir que la propuesta convence a partir del primer encuentro entre el villano con Barry y Godspeed. El dibujo del Christian Duce otorga un aire distinto a la historia, con mayor detalle y profundidad a la hora de mostrar la acción, sintiéndose, dado el giro que toma el guion a partir del mismo, como el verdadero punto de inicio.
Le sucede al dibujo Howard Porter, que no desentona demasiado con respecto a su predecesor. Poco a poco vamos descubriendo quién se mueve entre las sombras y hacia donde se quiere dirigir lo que se nos está contando. Desdoblándose el argumento en dos, dejando a un Paradoja victorioso en el presente, el velocista se verá obligado a encarar su propio origen, enfrentarse a él y utilizar su inteligencia. Me gusta cómo Williamson escribe a Barry en estas viñetas, en su labor más científica y racional como modo de construir una vía de escape.
Nuestro héroe sabe que no puede volver al presente solo y por ello ha de recabar la ayuda del aliado más inesperado: Flash Reverso, quedando todo listo para la conclusión en enero, en la grapa española 51.
Es importante, para entender la irregularidad de los primeros números con respecto de estos últimos leer las declaraciones del propio autor. Su mayor preocupación era elevar, ni más ni menos, esta unión temporal entre enemigos, no tanto centrarse en el villano principal. Esto permite explicar porqué acierta en lo primero fracasando en lo segundo, lo que a efectos de la historia se traduce en un problema.
Creo que un buen tebeo no puede convencer del todo con una presentación tan caótica. Si lo importante es llegar a Eobard, ¿por qué se le da un número entero al pasado y maquinaciones de Paradoja si, al final, estas no van a tener importancia?
Como decíamos en la introducción, Williamson continúa en su cruzada por definir a Barry Allen, tarea ardua para la editorial a lo largo de esta última década. De hecho, pone en boca del villano muchas de las afirmaciones que todos hemos oído sobre el segundo velocista:
-¿Qué has hecho desde tu resurrección?
-Aparte de haber muerto, ¿Por qué eres digno del mito?
El problema es que, si bien cuenta con las preguntas correctas, no tiene las respuestas adecuadas. Apenas unas pinceladas y una aventura entretenida en su conjunto, pero que no resulta memorable y sigue sin definir la relevancia que tiene o ha de tener Barry en el Universo DC.
Este arco es un fiel reflejo de esto, tanto en lo que respecta al guion como al propio velocista, resultando aceptable y divertido pero rutinario, muy lejos de ser brillante, a la espera de esa historia con la que la colección pueda dar un paso adelante en cuanto a calidad.
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