Javier Vázquez Delgado recomienda: Batman: Tres Jokers 1 de 3

Edición original: Three Jokers Book One USA.
Edición nacional/ España:.ECC Ediciones.
Guion:Geoff Johns.
Dibujo: Jason Fabok.
Color:Brad Anderson.
Formato: Cartoné, 48 págs. A color.
Precio:10.95 euros.

Durante un tiempo me acostumbré a pensar en Tres Jokers como lo hago del Napoleón de Stanley Kubrick: un proyecto único, con potencial para revolucionar su industria, pero sin lo verdaderamente importante: traslación real, ya sea esta la pantalla o las viñetas. Para mí, se había convertido en lo que Hollywood conoce como proyecto maldito. Me equivocaba.

Cinco años después de su anuncio, en aquel 2015 que conquistó la Editorial Image con Saga, se publicaba el Libro Uno de la serie, con Jason Fabok al dibujo y un excelso Brad Anderson al color.

Paradójicamente, y a pesar de la coyuntura general, el cómic no pudo llegar en un mejor momento para el Payaso del Crimen de Gotham, en plena celebración de los 80 años de trayectoria del personaje y con Joaquin Phoenix recogiendo el Oscar a Mejor actor del año por su interpretación en la película Joker, primera a su vez en ser nominada a Mejor Película en la historia de DC Comics.

Ya nos sabemos la historia, da igual cómo nos la cuenten. Familia feliz. Salida del cine. Asesinato de los padres. Fin de la inocencia. Batman.

En esta ocasión, me resulta interesante el uso cromático de la escena del asesinato de Martha y Thomas Wayne, en riguroso blanco, gris y negro salvo por un detalle: el rojo de la bolsa de palomitas de Bruce, como si de la niña de la Lista de Schindler se tratara; un testigo mudo ante la brutalidad de lo que va a ocurrir y un presagio de la sangre que va a ser derramada.
La película proyectada es la archiconocida La marca del Zorro, estrenada en 1940, en la mejor tradición del cine de los años treinta y principios de cuarenta en los Estados Unidos, puro entretenimiento como evasión ante los problemas de la Gran Depresión (la propia bolsa de palomitas consta de rayas blancas y rojas, como la bandera estadounidense).Fuera de la sala, en cambio, esperaban millares de desempleados como Joe Chill sin nada que perder y con la pistola cargada.

Con la muerte de los Wayne en aquel callejón nacería un justiciero de carne y hueso, que sufre, sangra y necesita atención médica, como nos muestran las escenas retrospectivas del principio. Alfred cuida de Bruce, cuyo cuerpo está lleno de cicatrices provocadas por distintos enemigos (el Pingüino, Catwoman o el Espantapájaros). Con cada herida hay una historia y, a su vez, un nuevo trauma.

Mediante estas primeras aproximaciones, Geoff Johns nos enseña cómo la génesis de Batman es lo que le separa de los héroes clásicos de su infancia. A diferencia de estos, él no es invulnerable al daño físico y mental. Ni a los payasos.

A continuación, vemos el modo de afrontar sus respectivos traumas con el Joker por parte de los dos personajes más damnificados por la némesis del murciélago aparte del propio Batman. Por un lado, Bárbara Gordon recurre al ejercicio físico extremo como vía de escape. Su rostro es la imagen del estrés postraumático que le provocó quedar postrada en una silla de ruedas, así como las vejaciones sufridas por ello y que vimos en La broma asesina.

De nuevo, vemos un interés cromático por el rojo, que será el nexo de los tres protagonistas. Está presente con tonos más vivos en el pelo de Batgirl y la máquina de correr para después, al recordar su pasado, tornarse más oscuro en la propia melena, zapatillas y taquilla. El único detalle para entonces que es rojo claro está en los labios del payaso.

Por el otro lado, tenemos a Jason Todd reventando a un puñado de rateros, en la vorágine de violencia en la que le hemos visto desde que volvió a la vida. En cuanto a la composición de la escena, destaca el rojo de su Capucha y traje, en oposición a detalles más oscuros. A él el Joker no solo le dejó parapléjico sino que le asesinó brutalmente cuando solo era un niño, como recuerda mientras es golpeado. De nuevo, vemos ese maldito color rojo en labios y sangre.

Tres pistas, tres momentos distintos y tres Jokers. ¿Qué significa esto?

Los instantes siguientes son muy interesantes para la caracterización de los personajes. Con la aparición de tres cuerpos, dos cadáveres y uno todavía vivo, se dará inicio la investigación, en la que los métodos reflexivos del cruzado de la capa y la hija del Comisario Gordon chocarán frontalmente contra la violencia expeditiva de Jason, la segunda encarnación de Robin. Sobre todo porque responden a objetivos distintos, mientras que los primeros quieren detener al Joker, el segundo quiere matarle, simple y llanamente, para así acabar con la fobia a los payasos en Gotham.

A partir de ahí, los tres juntos entrarán en una nueva pesadilla, plagada de guiños fantásticos. Tenemos a los peces sonrientes que crearon Steve Englehart y Marshall Rogers y que recordamos de la Serie Animada de Bruce Timm, Eric Radomski y Paul Dini; así como a un invitado especial: Gaggy, el compañero del Joker de la Edad de Plata y un psicópata peligroso.

La acción que dibujan y colorean Fabok y Anderson en las siguientes páginas está perfectamente acompasada con el diálogo y el propio guion, con un peligro creciente que sabe mantener en vilo al lector.

Por su parte, la última conversación del número entre uno de los Jokers y Jason Todd es escalofriante, no solo por la locura del primero, sino por las expresiones de Robin, que sabe que está frente a frente con su trauma, mirándole a los ojos por primera vez en mucho tiempo. Tiene delante a la persona que no solo le asesinó, sino que le alejó con ello del núcleo básico de la Batfamilia. Se ha de cuestionar qué debe hacer con su mayor enemigo pues la decisión que tomará es la que le definirá para el futuro.

En conclusión, tenemos un inicio brillante desde todos los puntos de vista creativos, empezando por un dibujo y color a la altura. El estilo de 9 viñetas por páginas nos remite a Alan Moore y Dave Gibbons en Watchmen, que a su vez remite, como tantos otros aspectos de estilo, a Steve Ditko. Considero que en este caso en particular funciona a la perfección.

Por su parte, Geoff Johns, al que históricamente se le ha atragantado la caracterización del murciélago, por fin convence en la ejecución, dándonos un héroe vulnerable pero implacable, con mil batallas libradas y por librar.

En lo que respecta a Jason, no recuerdo un tratamiento tan acertado en mucho tiempo. Es un personaje que estéticamente es muy atractivo y muchas historias han ido por esta vía, explotando la violencia gráfica. Para mí, creo que es algo más, un niño de la guerra reclutado por Batman, con un entrenamiento de por sí impropio para alguien de su edad, al que remata un trauma imposible: recordar su propia muerte y tener que vivir con ello.

Batgirl sirve, hasta el momento, como acompañamiento de los otros dos protagonistas, a pesar de tener un papel claro y una voz propia y justa muy concreta en oposición al Segundo Robin. Me interesa lo que puedan tener preparado para ella en los Libros posteriores.



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