Javier Vázquez Delgado recomienda: Madriguera, de Zidrou y Oriol

Edición original: La Peau de l’ours – Tome 2 (Dargaud, 10 de Enero 2020)
Edición nacional/España: Madriguera (Norma Editorial, 15 de Enero 2021)
Guion: Zidrou
Dibujo: Oriol
Traducción: Eva Reyes de Uña
Formato: Cartoné. 64 páginas. 18€

El amor y el odio, el dolor y el placer; eternos rivales, eternos amantes.

“Creer es darle la espalda a la desesperación, ¿no?”

Dicen que toda historia acaba en tragedia si se alarga lo suficiente, y más en concreto las historias de amor. Muchos comparan enamorarse con un salto al vacío, con una fuerza que atrae a la razón a lugares que en un estado de reposo no se atrevería a intentar llegar. Mucha otra gente entiende el amor como una necesidad de la otra persona mayor que de la de uno mismo, lo que no suele tener buenos resultados, sino más bien unos que tienen más que ver con la pretensión de posesión de la otra persona, algo que se ha visto reflejado muchas veces en las ficciones. En cualquier caso, bajo el efímero paraguas del amor, las intenciones, las pasiones y las razones se mezclan como un viento arrollador muchas veces incontrolable que intenta arrancar ese mismo paraguas de las manos. Y eso mismo sucede en esta historia de traición, amor y necesidad.

Quienes dieron a Cupido una pistola en vez de un arco

Benoît Drousie, a quien todo el panorama del noveno arte conoce por su pseudónimo Zidrou, nació el 12 de abril de 1962 en Anderlecht en la Región de Bruselas-Capital. Es un escritor prolífico con más de sesenta álbumes publicados en una amplia gama de registros en las grandes editoriales o revistas francesas como Dargaud, Casterman, Le Lombard o Spirou entre otras. Desde su famosa serie L’Élève Ducobu, creada junto con su dibujante Godi en 1992, que ya consta de 25 álbumes y una adaptación cinematográfica en 2011 con el mismo nombre y con la que ganaría en 2004 el Premio Saint-Michel, hasta su inquietante pero emotiva Lydie (Dargaud, 2010) con la que ganaría el Premio Diognale al mejor álbum junto al excelso Jordi Lafebre, con quien también trabajaría en La Mondaine (Dargaud, 2014) y en su saga Los buenos veranos (Dargaud 2015-2018) publicada en España por Norma Editorial.

Oriol Hernández, conocido como Oriol a secas, nació en 1983 en Terrassa, Cataluña. Tras estudiar en la prestigiosa escuela de cómics catalana Joso, impartiría clases de ilustración digital. Su primera historieta es Humo, un cuento basado en un guión de Santi Navarro, publicado en una colección de obras de los alumnos de la Escola de Cómic Joso titulada Lovexpress en 2007. Llamaría la atención del guionista Zidrou quien le ofreció por primera vez ilustrar Maman Noël, una de las historias que componen la colección Joyeuses nouvelles pour petits adults et grand enfants publicada en 2010 por Dupuis , una historia que también sería publicada en la revista Spirou. A partir de ahí esta dupla se consagraría con su publicación en 2012 de La Peau de l’ours, aquí conocido como La piel del oso, historia que le llevaría a ganar el Premio de Revelación 2013 en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona , el Premio Mor Vran, así como el Premio Saint-Michel para el Futuro 2013. A partir de ahí trabajaría junto al escritor francés en los trabajos de Les 3 Fruits (2015 Dargaud), y Natures mortes (Dargaud 2017), publicadas aquí en España por Norma Editorial bajo los nombres de Los tres frutos y Naturalezas muertas.

Cuando las pasiones se encuentran con la violencia

La historia nos narra el paso de la idealizada infancia a la agitada adolescencia por un hecho traumático, y de alguna manera el salto obligado y prematuro a una cruda adultez, de nuestro protagonista Andrea. Éste es acogido por un capo mafioso que le introducirá en un mundo de violencia. A su vez compartirá casa con el hijo y la hija de dicho mafioso, con los que Andrea aprenderá las bondades y las torturas del amor, el odio, la venganza y la resignación.

Esta es una obra con la que se logra empatizar por que todos hemos pasado, de una manera o de otra, por aquella primera vez, normalmente cargada de intensidad, una tan dolorosa como placentera. Pero aparte de ese hecho, lo que esta historia consigue que nos conmueva es el que no haya vencedores, solo vencidos. Varios de los personajes no repiten la frase: “En toda historia de amor hay un perdedor, ¿no?”, por casualidad. En la narración asistimos, no solo al primer enamoramiento, sino al primer desamor. Es una historia iniciática en muchos sentidos, en el amor, en la lealtad y, en gran parte, en el odio, y la pretensión de venganza que acarrea. Todo confluye en la vida de unos adolescentes cuyo cuerpo y mente están en plena efervescencia, y que se macera lentamente en el verano de la campiña italiana, acompañado de actos de dudosa moral.

En el apartado gráfico, el dibujo que nos encontramos es una verdadera delicia plástica, como ya lo fue su predecesora La piel del oso, pero que se sublima en la elección del estilo. Oriol mantiene un trazo que nos puede recordar a Bill Sienkiewicz, lo que nos deja una indefinición de las figuras en pos de una exposición de lo que acontece debajo de la acción, y que es lo que realmente importa de lo que sucede, al descubierto. Las figuras se deforman y se diluyen de forma narrativa para expresar los sentimientos logrando, además, dar movimiento fluido a los personajes. Esa conversación subtextual que mantiene el trazo con el lector, unido a los colores vivos que nos hacen oler el mar y las viñas, sentir el calor del sol y el frio de la angustia, hacen del dibujo una parte fundamental e inseparable de esta obra.

Nadie dijo que fuera a ser sencillo, solo que sería real

Es fácil creer que el amor es algo que nos hace débiles, el estar completamente expuestos a la otra persona, bajar las defensas con lo que eso puede conllevar. Es curiosamente algo para lo que nuestro instinto de conservación nos previene. Dejamos a un lado aquella vocecilla que nos grita que lanzarse al vacío es un error, creyendo que somos nosotros quienes elegimos no hacerle caso. Cuando aquello es solo una fantasía de control, una ficción tan enraizada en nosotros como lo es el ideal del amor.

Algunos creerán que lo que se puede llegar a ganar supera a lo que se puede llegar a perder, pensamiento tan licito como el contrario. Lo que está claro es que pese a los pros o los contras que tenga, no está en nuestras manos, y menos mal, el ser o no atraídos por aquel vacío abarrotado. Algo que aprenderán por las malas los personajes de esta historia.

Lo mejor

• La manera en la que la obra nos cuenta varias historias escondidas en una.
• El planteamiento del amor como algo que encierra lo mejor y lo peor, pero que se torna incontrolable y por tanto solo podemos resignarnos ante su presencia.
• El apoyo tanto atractivo como narrativo de la delicia gráfica del dibujo.

Lo peor

• Ha tardado mucho en salir desde su antecesora, La piel del oso. Esperamos no tener que esperar mucho para la siguiente si es que hubiese.



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