Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNSeries – WandaVision. Episodio 8 – En episodios anteriores
Género: Ciencia Ficción, Comedia, Acción, Aventuras
Creador Jac Schaeffer y Matt Shakman.
Reparto: Elizabeth Olsen, Paul Bettany, Debra Jo Rupp, Fred Melamed, Kathryn Hahn, Teyonah Parris, Kat Dennings, Randall Park, Jolene Purdy, Asif Ali, Emma Caulfield Ford, Shane Berengue, Shaun MacLean, Evan Peters.
Producción: Marvel Studios / Walt Disney Television.
Canal: Disney +
WandaVision (Bruja Escarlata y Visión en castellano) mezcla el estilo de las comedias de situación clásicas con el universo cinematográfico de Marvel Studios. Wanda Maximoff y Visión, una pareja de superhéroes que tienen una vida ideal en una zona residencial, empiezan a sospechar que no todo es lo que parece. Matt Shackman es el director de la nueva serie y Jac Schaeffer, la guionista principal. El octavo capítulo de nueve de esta miniserie tiene por título En episodios anteriores. En él Agatha Harkness lleva a Wanda a un viaje al interior de su mente para recordar su pasado y el origen de sus nuevos poderes. La serie está protagonizada por Elizabeth Olsen y Paul Bettany que recuperan sus papeles dento del universo de Marvel Studios. En el reparto también aparecen Teyonah Parris, Kat Dennings, Randall Park y Kathryn Hahn. La serie se ambienta en la continuidad del universo cinematográfico de Marvel Studios después de los acontecimentos de Vengadores: Endgame. ¿Ya has visto el último capítulo? ¡Comenta!
WandaVision. Episodio 8 – En episodios anteriores
La importancia de los colores, por Arturo Porras
La primera serie propia del MCU para televisión está rompiendo algunos moldes. Original, atrevida, llena de giros y sorpresas, lo que ha dado lugar, durante semanas, a las más que variadas teorías. Sus rudimentos provienen de lo acontecido en la pantalla grande, de eso no hay duda, pero sorprende que sus guionistas se hayan metido en ciertas harinas farragosas, originarias del noveno arte, para darle un cierre por todo lo alto a esta primera temporada de Wandavision. O al menos, así piensa el que firma estas líneas. Bien, vaya por delante que hay ciertos enigmas que se dan por resueltos, como por ejemplo que es Wanda, y solo Wanda, la que ha creado esta realidad en el pequeño pueblo de Westview. La Visión que hemos visto como participante de las sitcom es un reflejo de su interior, de su recuerdo, de su dolor, y los habitantes de la villa se encuentran bajo su estricto control. Punto aclarado. Agatha Harkness es una bruja que ansía saber de los poderes de la hija de los Maximoff, por lo que se infiltra en su pequeño hábitat, a modo de espía (“it was Agatha, all along”). También queda anotado. Esos dos aspectos parecen bien establecidos por parte de los creativos de la serie, salvo giro final sorpresa.
Sin embargo, se mantienen ciertos aspectos en el aire sobre los que es interesante teorizar, ya que su sabor es muy de cómic y eso es algo que a Kevin Feige le gusta mucho, tirar de referencias a los tebeos. Empecemos por Agatha Harkness. Este personaje fue creado por Stan Lee y Jack Kirby en los 4 Fantásticos (año 1970) como la niñera de Franklin Richards, sin más conexión con Wanda Maximoff. Fue unos años después cuando Steve Englehart, en la colección de Vengadores, unió sus destinos. Allí fuimos partícipes del entrenamiento en lo mágico, por parte de Harkness hacia su pupila, puesto que fue el autor el que asoció las dos vertientes de su poder, el mutante y la hechicería. Desde aquellos lejanos momentos, Agatha y Wanda quedaban relacionadas como maestra y alumna. Y nada más lejos de la realidad en su vertiente televisiva.
En el episodio ocho de la serie, vemos el pasado antiguo de Agatha. Se ha respetado que es una mujer con muchos años a sus espaldas, centurias nada menos, aunque en los cómics entra de una manera veraz debido a su representación como venerable anciana. Aquí tenemos a una Kathryn Hahn, aparentemente al inicio de su carrera de bruja, siendo castigada por su aquelarre. No hay que perder de vista esta escena inicial pues podemos apreciar ciertos detalles a tener en cuenta. Observamos como el resto de brujas, entre ellas la madre de la propia Agatha, se juntan en un ataque combinado. Su energía es azul y la más importante de ellas, la cabeza del aquelarre, la mayor de las Harkness, parece generar una tiara de energía, que recuerda al que tanto tiempo ha sido un signo distintivo de la Bruja Escarlata. Una vez que Agatha consigue doblegar su ataque, la energía de la bruja pasa a ser de color morado. La importancia de los colores, pues sabemos que el que representa a Wanda es el rojo; de hecho, estamos ante el esperado momento en que se la bautiza con su apelativo de los cómics, Scarlet Witch. ¿Es esto casualidad? Si seguimos la senda del noveno arte veremos que no.
Tras muchas idas y venidas, locuras, desencantos, posesiones y demás fechorías, la pobre de la Bruja Escarlata fue redimida por el guionista británico James Robinson, en la que es, hasta la fecha, su segunda y última serie como protagonista individual. De un año tan reciente como 2016, este autor supo poner en orden aspectos tan peliagudos como la relación con su hermano Pietro o dar un origen coherente, después del infame retcon de Axis, al tema de su parentesco. Así pues, supimos de la verdadera identidad de la madre de la bruja, y poder olvidar ya el fiasco de Magneto, además de aquella idea terrible del Alto Evolucionador. Natalya Maximoff es el nombre de la mujer y ella siempre fue una bruja; no solo eso, el título de Bruja Escarlata es un concepto ancestral, que va pasando de padres a hijos, durante generaciones, otorgando una especial importancia al apelativo y siendo parte definitoria de sus poderes. En el Camino de las Brujas, un paso extrasensorial al que solo pueden acceder aquellos que son portadores de la hechicería, la buena de Wanda, acompañada de Agatha Harkness, pudo conocer la historia de su familia, abrazar a su madre, ver de dónde venían sus poderes, además de descubrir al que será su rival en la colección, un viejo antagonista de la familia, el Hechicero Esmeralda, cuyo distintivo, obviamente, es el verde. La importancia de los colores.
Rojo contra morado. La batalla está servida. La Agatha televisiva, después de servir de cicerone en el viaje de autodescubrimiento de Wanda, se da cuenta que es algo especial, es la Scarlet Witch… no una, sino la única e indiscutible. ¿Puede que ser que, como conocedora del mundo mágico, haya reconocido a esa figura mítica? Es una posibilidad, dado que de alguna forma se nos quiere insinuar que la pequeña Maximoff ya venía con poderes de serie, antes de su encuentro con la Gema del Infinito. En el famoso incidente de la bomba Stark, hay un instante en que Wanda parece intentar detener la explosión, algo a todas luces imposible. Pero el artefacto no estalla… “estaba defectuosa”, dice la muchacha, mientras que Harkness tiene claro qué es lo que ocurrió. Por otro lado, hay un momento onírico, que circula en esta línea de argumentación, en el encuentro con la gema de la Mente, concretamente en lo que se refiere a la base de Hydra en Sokovia. El entonces cetro de Loki se abre para que el espectador vea la bella estampa de un artefacto primigenio en pleno funcionamiento. Tras las luces cegadoras, una silueta que recuerda al aspecto clásico de la Bruja Escarlata en cómics. ¿La Gema de la Mente está intentando mostrar la verdadera naturaleza de nuestra brujita? ¿O quizás se dirige hacia un pasado legendario, donde la tradición se ha transmitido de padres a hijos? Mis apuestas se mueven entre una de estas dos opciones.
Por tanto, Agatha ha encontrado una rival muy importante para sus aspiraciones. Sus intenciones venían a ser más bien aviesas. Ahora se entiende perfectamente el comercial de Yo-Magic, que tanto desconcertó en su momento. Desde los primeros instantes del episodio, a la traviesa bruja se la presenta con intereses demasiado evidentes en la magia negra. Somos testigos de su sed de poder y de cómo es capaz de absorber las habilidades de sus compañeras de aquelarre, sin importarle las consecuencias. Ella misma admite infiltrarse en Westview al sentir tal caudal de poder y que sus intenciones eran hacerse con la sabiduría, con las habilidades de Wanda. Pero de frente se encuentra con algo que no se espera, que además excede el hecho de ser un simple título honorífico.
La magia del caos. Es lo que realmente teme Harkness. Con este apelativo tan sonoro se denominan al conjunto de las capacidades de la Bruja Escarlata desde el año 2004, instante en el que Brian Michael Bendis decidió que Wanda iba a ser la causante de los hechos de Vengadores Desunidos. Un poder que le permitía habilidades tan extremas como las de reescribir la realidad. Aquella escabechina inició un camino muy complejo para la que había sido una de las integrantes más destacadas de la formación, y de paso a los mutantes, tras el desarrollo de la Dinastía de M. Cierto es que Bendis se sumaba a una larga tradición de caídas en desgracia de la bruja. De hecho, la Magia del Caos se conecta directamente con Chthon, un dios maligno y arcano que poseyó a Wanda en el célebre ciclo de las “Noches de Wundagore” (Avengers #185-187), en el que participó John Byrne, un autor que todavía crearía una versión más oscura de la propia Wanda.
En las “Noches de Wundagore”, la transmutación de la bruja en un ser maligno ancestral terminaba tras el cese la posesión, por lo que su posición quedaba restablecida, sin ninguna mácula. Byrne, en Avengers West Coast #56, daba inicio a un ciclo donde se pretendía ir más allá. Una Bruja Escarlata más oscura, totalmente consciente de su poder, trataría de reescribir la realidad, con la ayuda de Inmortus. Esta saga fue cortada de raíz por los altos estamentos editoriales, dado que sus consecuencias serían a gran escala y por entonces no había intención de preparar al resto de colecciones para tal evento. Eso le sentó fatal a John Byrne, que abandonó de inmediato. Cogieron el testigo, con la trama ya avanzada, Roy y Dann Thomas, a los que se le ocurrió colocar a Inmortus como el malvado instigador del cambio de Wanda, ya que se descubre que esta es un Ser-nexo, una figura única capaz de asumir increíbles cantidades del poder. Una solución de urgencia, así de última hora, que no será muy popular.
La afiliación de la Bruja Escarlata como Ser-Nexo es algo que apenas se ha tocado, a lo largo de los años. En su primera serie regular, por estar muy cercana en el tiempo, se trató este tema, anotando que existían más ejemplares como Wanda, pero que ella había alcanzado un punto de equilibrio para seguir siendo la heroína que era, parte fundamental de los Vengadores. La otra ocasión vino en “La Cruzada de los Niños”, maxi serie en la que Allan Heinberg se propuso limpiar el buen nombre de Wanda. Posicionaba al Doctor Muerte como la mano negra tras los desgraciados hechos de Desunidos y Dinastía de M, además de intentar obtener para sí los poderes de Ser-Nexo que tanto habían alterado a la Bruja Escarlata. Lo que es indudable es que el concepto de Ser-Nexo implica muchas dificultades, debido a la cantidad de poder de la que hace gala, de sus asombrosas capacidades, algo muy complejo de abordar y que en el cómic se ha preferido pasar de puntillas.
A ese respecto, los guionistas de la serie pueden que se hayan jugado órdago al utilizar esta carta. Pero tiene toda la pinta que han optado por aquí. La clave no se encuentra en este episodio ocho, sino en el anterior. Más concretamente en el ya habitual anuncio de publicidad. Nexus, el medicamento, que algunos han querido identificar con el Nexo de todas las realidades (y va a ser que no), tiende a señalar esa senda. Con ello, convirtiendo a la Bruja Escarlata cinematográfica en un Ser-Nexo, tendríamos a un personaje de capacidades casi ilimitadas, como ya ha demostrado al ser capaz de reescribir la realidad. Algo que no es nada sencillo de manejar a esta escala. Y mucho más si al final de la serie, a la que casi nadie augura un final feliz, Wanda termina gravitando en el lado oscuro de la vida. Las respuestas vendrán en el capítulo final y les aseguro que todavía faltarán conclusiones, a la espera de la siguiente entrega de esta historia río que nos viene contando Feige desde 2008. Lo que es casi seguro es que el Escarlata va a ser importante en esta fase del UCM. La importancia de los colores.
Show must go on, por Jordi T. Pardo
Estamos en el punto más delicado de WandaVision, este episodio es el esperado momento de recapitular, poner las cartas sobre la mesa y mirar… ¡hacía el pasado! Agatha Harkness asume en este episodio el papel de psicoanalista de Wanda, llevándonos por su infancia, su llamada “radicalización” después de la guerra en Sokovia y su posterior relación con Visión ya como miembros ambos de Los Vengadores. Decía que este es un momento delicado porque aquí es donde finalmente se pueden derrumbar las expectativas que nos podamos haber hecho con la serie. Hemos hablado mucho de multiversos y esas mandangas, pero por ahora la serie juega al despiste con ello y el mejor ejemplo es “Falsietro”. El personaje no ha hecho acto de presencia en este episodio, pero Harkness si confirma sus tejemanejes con él hermano de Wanda y al tiempo que desconocemos por ahora la situación de él mismo y Mónica. Tendremos que esperar a la resolución de la próxima semana…
Lo que podemos decir de este episodio es que tiene algunas de las escenas más potentes a nivel visual de la serie. Los juegos de colores en contraste con el blanco y negro, la manera de visualizar la mente de Wanda obligándonos a traspasar puertas que nos llevan a distintos momentos de su vida, la pirotecnia del principio del episodio y los recursos narrativos que lo hilan todo son tan sencillos como efectivos. Pero además este es el episodio con una mayor carga dramática de la serie hasta la fecha y a ello contribuye el poder conocer de primera mano, y a través de perspectivas inéditas, algunos de los momentos clave del viaje del héroe que Wanda ha vivido a lo largo de sus apariciones en las películas de Marvel Studios. Los creadores de la serie van redescubriendo paulatinamente a la Wanda, recogiendo conceptos asociados a la superheroína en los cómics que hasta ahora habían sido ignorados en su versión audiovisual. Este es el caso de su relación con la magia de caos y el sobrenombre de Bruja Escarlata.
La coherencia es uno de los adjetivos que mejor describen WandaVision, porque en todo momento los elementos que se han puesto sobre la mesa tienen un motivo y están siendo integrados con acierto en el drama personal de Wanda. Las explicaciones nos pueden satisfacer más o menos, también cabe la posibilidad de que nos parezcan demasiado sobreexplicativas y que hubiésemos preferido que algunas cuestions quedasen más en el aire, pero no se puede negar que hay un plan detrás de todo y eso se agradece. El formato sitcom se deja de lado en este paso, pero las referencias y guiños a este género televisivo no dejan de estar presentes. De hecho, en este episodio se nos revela el motivo de la obsesión de Wanda con ellas. Por detalles como este, y estando en el penúltimo episodio de la serie, seguimos sorprendiéndonos y deseando saber cómo se cerrará el círculo y/o petará la burbuja de Wanda.
Por cierto, esta semana también tenemos escena postcréditos y más relevante si cabe que la del séptimo episodio. En ella vemos como Hayward ha logrado revivir a la Visión en un nuevo cuerpo y utilizando el propio poder de Wanda. Esto hemos de relacionarlo con la escena del pasado en la que la Bruja Escarlata se despide de Visión en las instalaciones de S.W.O.R.D. y que nada tiene que ver con lo que el propio Hayward nos había contado y revelado en episodios anteriores. ¿Hay otros usuarios de la magia del caos en la serie aparte de Wanda y Agatha? ¿Nos llevará esto a un “Brujas…¡reuníos!” para hacer frente a un mal mayor? ¿Es Hayward quién dice ser? ¿Habrá un enfrentamiento entre los dos Visión? Teniendo en cuenta el “origen mágico” de uno y la aparente falta de humanidad del otro (si hemos pillado bien la referencia a los cómics), ¿cabe la posibilidad que acaben juntos “en cuerpo y alma” recuperando así al Visión original?
En lo personal, se me hace divertido desbarrar pensando en las posibilidades que se plantean en casa episodio de esta serie, montándome mis propias pajas mentales, aunque ninguna -como suele ocurrir- acabe concretándose. Este es el beneficio de poder seguir una serie de forma mensual. Pero WandaVision acostumbra a llevarnos por caminos totalmente opuestos a los que nuestras expectativas y eso en realidad es un valor a tener en cuenta. Hay que diferenciar lo que esperamos y lo que nuestro conocimiento sobre ciertas cuestiones -de los cómics, pero también de las películas de Marvel Studios– nos pueden dar a entender, con lo que la serie nos quiere contar. Puede que las dos cosas no coincidan muchas veces, pero como ya hemos comentado anteriormente, por ahora es un producto que es coherente con lo que ha ido contando y con su propia mitología. Así que si hemos llegado hasta aquí habrá que confiar en que sus creadores acaben por rematar la jugada de la mejor manera posible.
El hogar está donde tú crees, por Juan Luis Daza
Previously On, el octavo episodio de la temporada, supone hasta el momento el mejor y más compacto de Wandavision. Cerrábamos el anterior capítulo descubriendo que Agatha Harkness se encontraba detrás de la personalidad de Agnes (Kathryn Hahn) y que era la supuesta villana del show que estaba controlando todo desde las sombras mientras fingía formar parte del universo de ficción creado por Wanda en Westview. Finalmente todo era una excusa para usar al personaje nacido en las páginas de Los 4 Fantásticos como vehículo narrativo para profundizar en la psique del personaje de Elizabeth Olsen y así descifrar qué le incitó a convertir la pequeña localidad de New Jersey en su particular plató de sitcom viviente. Tomando como inspiración Los Vengadores de la Costa Oeste: Vision Quest (John Byrne, 1989), el equipo de guionistas detrás de esta octava entrega nos llevan al pasado reciente y lejano de la Bruja Escarlata para hacernos testigos de primera mano de retazos de su vida que van desde su infancia en Sokovia, pasando por el inicio de su historia de amor con Vision hasta el momento en el que creó el Hex localizado en Westview.
En este penúltimo episodio se desvelan algunos de los misterios más importantes de Bruja Escarlata y Vision. Descubrimos que la idea de las sitcom viene porque Wanda y Pietro veían con sus padres (¿adoptivos?) dvds de series cómicas estadounidenses que a ella le apasionaban particularmente y que nunca abandonó como podemos descubrir por la bellísima secuencia en la que ella y Vision dan muestras de su prematuro amor viendo Malcolm in the Middle. Asistimos a cómo fue el hecho de encontrar el cuerpo descuartizado de Vision en las instalaciones de Sword el catalizador para que Wanda iniciara todo el entramado de la serie que nos ocupa huyendo de una realidad en la que no podía volver a reunirse con su enamorado despuntando a nivel dramático el pasaje en el solar de la casa en la que construirá su piadosa mentira mediante la Magia del Caos. Por último parece confirmarse que nadie intervino en la decisión de Wanda a la hora de crear el Hex y la irrealidad paralela en la que convive con Vision, pero un servidor está seguro de que hay algo más detrás y si no es mi continuamente defendido Mephisto, es incluso más probable que se trate de Innmortus aka Kang el Conquistador, que ya se encontraba detrás de la creación de Visión Blanco en Vision Quest.
La aparición en la escena post créditos de Vision Blanco y el hecho de que el Director Tyler Hayward esté al mando de la operación contra Wanda habiendo intentado en varias ocasiones realizar un ataque militar en Westview para eliminar al personaje de Elizabeth Olsen apuntan a la posibilidad de que detrás de la identidad del alto mando de Sword se encuentre el ya citado Kang el Conquistador. Más allá de esas teorías y elucubraciones que nos mantienen ociosos y ocupados durante toda la semana hasta la llegada de la nueva entrega de la serie es ineludible afirmar que con Previously On, y a la espera de ver el clímax del proyecto, que nos encontramos, no sólo con el episodio más redondo y emotivo de la Wandavision, sino también con uno de los más destacables productos audiovisuales del Universo Cinematográfico Marvel que en ocasiones pareciera referenciar incluso a capítulos icónicos de la televisión de los 2000 como The Body, de Buffy Cazavampiros, o Everyone’s Waiting, de Six Feet Under. A la espera quedamos de ese cierre que seguramente nos deparará más de una sorpresa a manos de la gente de Disney + y Marvel Studios.
¿Qué es la pena si no amor perseverante?, por Raúl Gutiérrez
Con nocturnidad y alevosía abordo esta reseña, pues no podía ser de otra manera. No iba a llegar a esta grupal. Hoy tengo muchas cosas que hacer por la mañana y hasta bien entrada la tarde y me era imposible acudir a esta cita. Pero hoy es ayer, o como dirían los X-Men, el mañana es hoy, y la inspiración, esa esquiva musa que pocas veces nos visita, ha venido a verme cuando estaba a punto de acostarme, y me ha pedido que me siente a teclear.
Lágrimas como gemas de la mente caen por mis mejillas mientras escribo estas líneas. Nunca me había emocionado tanto con un producto de Marvel Studios, ni si quiera con ese Vengadores Reuníos que tanto se hizo esperar y que supuso una auténtentica catarsis en Vengadores: Endgame. Y no es para menos. Wandavision, no solo ha enriquecido el vasto MCU, si no que nos ha demostrado (a falta de terminar con un solo capítulo más) que la televisión es un medio tan digno como el cine para representar grandes historias, y que no solo no debemos subestimarlo, si no que la pequeña pantalla solo es menor a la grande en número de pulgadas, pero en nada más.
El Siglo XVII aparece ante nosotros al comienzo de este capítulo, en el que Vengadores: Infinity War se une al cajón de los previously, vaticinando que la muerte de Visión iba a ser capital para lo que quiera que ocurriera en este capítulo. Una bruja es quemada en Salem, pero no por fundamentalistas puritanos, si no por sus hermanas, que la consideran indigna de un poder que no se ha ganado y que no alcanza a comprender. Esa bruja no es otra que Agatha Harkness, que se presenta así como unida al Universo Cinematográfico Marvel desde bien antiguo. La continuidad retroactiva se abre paso en este cosmos de ficción y bebe de los cómics destilando un caldo que no sabe a viñeta, pero que sin duda ha sido macerado en una barrica creada a partir de tebeos.
El episodio, de apenas cuarenta y dos minutos de duración, desarrolla a partir de aquí una montaña rusa de emociones que va desde la explicación de quién es Agatha y qué pretende hasta el repaso definitivo a la vida de Wanda, que oh sorpresa, no fue “milagro” antes que bruja, si no más bien todo lo contrario.
Los momentos clave de la vida de Bruja Escarlata se suceden uno tras otro ante nuestros atónitos ojos, y esa joven existencia, desgraciadamente mucho más amarga de dulce, sirve para explicarnos el por qué de la obsesión de wanda con la sitcom televisivas, el por qué para ella estas hijas cómicas del tubo catódico no son si no la definición absoluta de felicidad.
Así, conocemos de primera mano ese salto a la madurez de los hermanos Maximoff que estos narraban a Ultron en la segunda cinta de los Héroes Más Poderosos de la Tierra, y asistimos a la metamorfosis definitiva de Wanda en la que una figura misteriosa conecta su magia con la gema de la mente, creando algo nuevo, algo distinto, que parece ser que conocemos como Bruja Escarlata. ¿Cómo no iban a estar Wanda y Visión destinados a encontrarse si son hijos del mismo pedazo de universo que cristalizó en la Gema de la Mente?
Seguidamente, pasamos al pasado de Wanda que no conocíamos, a ese que transcurre entre Endgame y el primer episodio de esta magnífica serie, y que nos muestra hasta donde está dispuesto a llegar el pérfido Director Tayler Hayward con tal de cumplir sus objetivos. Por que sí, se puede cumplir con tu profesión y con tu gobierno, pero también se puede hacer sin esa maldad tan clara que rodea todos y cada uno de los actos del mandamás de SWORD.
Y aquí se explica todo. Wanda es responsable de lo ocurrido en Westwiev, pero su creación no es si no una hija del sufrimiento que la posee, y no controla todo lo que aquí ocurre que, de hecho, es alterado por Agatha Harkness a su antojo, quien por ejemplo introduce a este Falso Pietro al que da nombre propio de esta era de internet en la que vivimos. Nos dice que no ha podido resucitar al Pietro que conocíamos porque su cadáver estaba muy lejos y en un país fracturado físicamente así que nos preguntamos… ¿Dé dónde ha sacado a Falsietro? ¿Puede Agatha navegar con su magia por otros universos? Parece que sí.
Por otro lado…¿Qué quiere Agatha? Ni más ni menos que lo ha querido siempre y que tan bien se nos explica en tan solo cuarenta y dos minutos de episodio: Poder. Wanda no merece tener tantas capacidades, no cuando a juicio de Agatha no ha pagado por su poderío, por su magia, y por eso Agatha está dispuesta a quitarle todo lo que ama, aunque poco le quede ya.
Nos dice esta villana, que sube por derecho propio a ese podio en que hasta hace poco solo ocupaban Loki y Thanos en un MCU sin casi grandes malosos, que Wanda ha sufrido la pérdida de sus padres, la de su hermano y la de su marido… ¿Quieres esto decir que pronto veremos desaparecer de la existencia a Billy y Tommy? No sería raro, pues algo parecido ocurrió en los cómics y en ellos Agatha tuvo mucho que ver. Y es que, Billy y Tommy volvieron, pero como almas reencarnadas en dos muchachos de la Tierra que nacieron sin saber que eran hijos de Wanda Maximoff y de Visión.
Si este es el origen de los Jóvenes Vengadores, me temo que será uno lleno de sufrimiento y dolor, como todo lo que envuelve a esta desgraciada familia.
Como colofón final la gran revelación. Wanda es el avatar de la Magia del Caos, uno de los elementos más peligrosos del Universo Marvel, y el gobierno ha conseguido destilar una pequeña porción de la misma para revivir a Visión… como ese sintozoide de color blanco inmaculado desprovisto de toda emoción que creo John Byrne y al que este redactor aludió hace un par de semanas en la reseña correspondiente al episodio sexto.
La semana que viene termina uno de los mejores productos nacidos de del paraguas de Marvel Studios, y por qué no decirlo ya sin ambages, uno de los mejores productos televisivos de los últimos cinco años, y promete despedirse dejando muchas sensaciones agridulces y sinsabores en el camino. Y es que… ¿Qué es la pena si no amor perserverante?
Puede parecer una nuez, por Samuel Secades
Tengo que hacer una pequeña confesión: soy un espectador completamente iluso. Cuando un guionista está imaginando el impacto que tendrá en el público un giro en la trama que no vio venir, está pensando en tipos como yo; y es que, cuando algo (una película, una serie, un libro, un cómic…) me está gustando, voy un paso más allá de la suspensión de la incredulidad y entro en una especie de Síndrome de Stendhal continuo en el que, si me mirara desde fuera de mi cuerpo, probablemente vería a alguien con la boca entreabierta, las pupilas dilatadas y la expresión ausente; hay un momento muy íntimo y bonito cuando estás leyendo un libro y, tras algo especialmente revelador o que te ha llegado de manera especial, lo dejas sobre tu regazo y piensas en ello durante un rato (creo que es por eso por lo que soy tan lento leyendo); pues bien, así soy yo todo el rato cuando algo me agarra de las solapas, emocionalmente hablando. No es que en ese estado mi espíritu crítico salte por los aires, pero sí que desconecto el instinto y la brújula y me dejo llevar a donde quieran llevarme; quizás también por eso las cosas que me gustan, me suelen gustar mucho, casi sin un término medio, como esa Wanda viendo de nuevo entusiasmada un capítulo del show de Dick van Dyke que se sabe de memoria. Mi esposa, sin embargo, es lo que yo llamo un espectador lince; un par de pistas, alguna insinuación, y ya sabe lo que va a pasar a continuación o quién es el asesino; la prestidigitación básica audiovisual no surte efecto con ella, al igual que las runas de Agatha Harkness anulan los poderes de Wanda: por esa razón tengo con ella un pacto tácito de no comentar ideas mientras vemos algo juntos, no vaya a ser que me acabe contando el final. Una de las cosas más divertidas de WandaVision ha sido conjeturar qué demonios (wink, wink) estaba pasando en Westview, quién tiraba de los hilos de Wanda y su Hex y cómo habíamos llegado allí. Internet ardía cada fin de semana con teorías locas sobre Agatha Harkness, Mephisto, Pesadilla, Reed Richards… qué gaitas, veo esa mano y subo a figuras míticas como Galactus, Eternidad, el Tribunal Viviente y a Kevin Feige sin gorra como responsables finales del incidente Westview.
Una parte de esa respuesta se nos ha dado en este maravilloso octavo episodio de WandaVision, pero como todos los buenos trucos de magia, lo importante estaba pasando todo el rato en la otra mano; pero esa es la magia de todo truco que se precie: en el segundo acto apartamos la vista de lo obvio porque, como decía Nolan explicando el Prestigio, en el fondo nos gusta que nos engañen. En el caso de WandaVision, puede que el noveno y último episodio de la semana que viene esté lleno de giros, sorpresas y revelaciones finales, e incluso de figuras ocultas que añadan especias exóticas y que nos hagan salivar pensando en el siguiente paso; pero, antes de dejarnos engañar (y con gusto) de nuevo, disfrutemos del Prestigio que ha desvelado la serie antes de los fuegos artificiales finales. La historia, al fin y al cabo, de la pérdida y el duelo, algo de lo que ya hemos hablado en semanas anteriores pero que se despliega en este episodio en toda su crudeza mientras repasamos la vida de Wanda Maximoff y su querencia por las telecomedias, que eran para ella como cuando aterrizas con tu ficha del parchís en un lugar seguro donde lo que viene detrás persiguiéndote no puede comerte. Y es que resulta que sí, hay de por medio revelaciones, preguntas y poderes cósmicos, e incluso siluetas fantásticas reveladas al trasluz del resplandor de una Gema del Infinito, poniendo los pelos de punta a todo lector de cómics que se precie de serlo; toda esa mitología sigue estando ahí, y sigue siendo esa deliciosa zanahoria que tira del carro del MCU hacia la siguiente Fase para entusiasmo de los fans, que seguiremos disfrutando como niños de los guiños, las revelaciones y los pasillos que conectan las viñetas y la pantalla. Pero el Truco Final de WandaVision, creo, no descansa en esa mano, sino en la otra, la de Wanda y su reacción ante la tragedia, la de Wanda y su manera de afrontar el luto: un juego de espejos bellísimo que nos lleva de la sitcom al plató donde se rueda, pero siempre reflejando a una Elizabeth Olsen que ha tenido aquí la oportunidad que muy pocos personajes Marvel han tenido en la gran pantalla.
Estas últimas décadas no hemos dejado de oír la sempiterna cantinela de que las series de televisión superan al cine, cuando sencillamente son dos medios diferentes; cuántos creadores vendiendo su temporada como “una película de diez horas”; no nos meteremos ahora en ese absurdo debate, pero creo que Marvel Studios puede haber encontrado en el formato de serie de televisión un pequeño refugio en el que, cual restaurante de carretera, parar un poco el frenético viaje para disfrutar de la comida y las vistas. Si de unos personajes tan maravillosos como los de la Bruja Escarlata y Vision sólo teníamos hasta el momento retazos, bromas con poder levantar el martillo de Thor, conversaciones sobre la paprika y relaciones que no sabíamos muy bien cómo habían germinado, ahora tenemos una radiografía completísima de los personajes, y todo gracias al formato televisivo que nos permite ahondar, madurar y meditar de una manera diferente a lo que hacen las grandes superproducciones y más si están repletas de personajes cual camarote de los Marx. Si nos paramos a pensar, el viaje de Wanda no es muy diferente al del Ojo de Halcón de Jeremy Renner pasando de padre de familia a Ronin; o al Bruce Banner de Mark Ruffalo fusionándose con su álter ego esmeralda; o al Dios del Trueno de Chris Hemsworth dedicándose a la cerveza y los videojuegos; o al Capi (¡el Capi!) de Chris Evans yendo a terapia de grupo: pequeñas Gemas del Infinito en forma de historias deseando ser contadas.
Puede que WandaVision nos haya ensimismado con su original propuesta, pero este no es el momento de alabar las formas, sino de enamorarse del fondo. De lo que siempre nos han querido contar y nos han contado en este penúltimo (¡ay!) episodio, el Prestigio de Matt Shakman. Mi esposa, el espectador lince, y yo, el espectador iluso, ambos nos encontramos ante la horma de nuestro zapato: la emoción ante una historia bien contada. No importa quién sea el villano, quién regrese, quién muera o quién viva para la segunda temporada, la secuela, el próximo evento o el cameo en el futuro blockbuster. La paranoia de la nuez alienígena del episodio de Dick Van Dyke no era más que una pesadilla (wink, bah…), pero la mirada de aquella niña viendo ese episodio en familia, con ecos de disparos tras las cortinas pero sintiendo que allí, en ese momento, en ese recuerdo, en ese capítulo… siempre estaría a salvo… eso, gente (y perdonad que os tutee y la consiguiente vulgaridad) es mierda de la buena. Me imagino a Kevin Feige como a aquel Aldo Raine contemplando la esvástica marcada a cuchillo y sangre en la frente de Hans Landa, diciendo aquello de: “¿Sabes? Creo que esta puede ser mi obra maestra”. Y ojalá le queden muchas por regalarnos.
Deep Purple, por Sergio Fernández
Se baja el telón, se acabó la función. Llegó el momento de dar sentido a la serie. La comedia, que intuíamos envenenada, deja paso a una gran carga dramática. La simulación con forma de sitcom terminó. Entramos de lleno en la dolorosa realidad. En el capítulo anterior, Agatha Harkness se había revelado como la gran villana de WandaVision. Sin embargo, tras lo visto hoy, donde dijimos digo, decimos Diego. La culpable de que WestView se convirtiera en una prisión para sus habitantes fue Wanda, quien no supo gestionar sus emociones y la eclosión de sus poderes hizo el resto. Pero, ¿se esconde alguien más tras la cortina de humo? Sí, podéis estar seguros de ello.
Que el prólogo del capítulo nos trasladara a 1693 para presentarnos el origen de la otrora Agnes fue toda una declaración de intenciones. Como ya pasara en Vengadores: Endgame, los viajes al pasado (aunque esta vez serán de manera astral en vez de literal) se antojan claves para comprender el presente. En un aquelarre que parece sacado del Black Magick de Greg Rucka y que sería capaz de rivalizar con Las brujas de Zugarramurdi de Alex de la Iglesia, vemos a una rejuvenecidísima Kathryn Hahn dando muestras de su inmenso poder. A lo largo de la temporada, Hahn había acompañado de manera notable a la pareja protagonista convirtiéndose, probablemente, en la mayor sorpresa del reparto para el gran público. Una vez revelada su verdadera identidad, lo cierto es que resulta un tanto sobreactuada, pero sigue compensándolo con su gran carisma. En un apartado (el de los antagonistas) con exceso de testosterona, se agradece el cambio de género.
Encantamientos, runas, control mental… la magia impregna cada centímetro del lúgubre subsuelo. El personaje de Agatha se antoja imprescindible para el despertar definitivo de Wanda, que ha sido como un imán para la primera, atraída por el inmenso dominio desplegado. Agatha necesita saber, comprender quien es esa joven que ha conseguido realizar lo imposible. Las artes oscuras posibilitan que retornemos a algunos de los momentos más dolorosos del pasado de Wanda. Justo antes de la muerte, en su último momento pleno de felicidad, entendemos el porqué de su obsesión por las sitcoms. Embrujada, Te quiero, Lucy o Malcom son algunas de las series que veía en familia cada noche hasta que una explosión acabó con (casi) todo. Tiempo después, reclutada por Hydra, en su primer contacto con la piedra de la mente (en el cetro chitauri de Loki), Wanda ve como sus poderes, que ya tenía de serie, aumentan de manera considerable. Finalmente, será con la muerte de Visión cuando consigue dar rienda suelta a todo su potencial.
Además de durar un poco más que los episodios anteriores, el octavo capítulo luce de manera espectacular, pudiéndose considerar digno de la gran pantalla. Más allá de la magia, el poder de la mente se antoja clave en WandaVision. Algo similar ocurrió en Legion, serie creada por Noah Hawley con la que WandaVision tiene bastantes puntos en común. Sin embargo, la propia concepción del David Haller de Dan Stevens era lisergicamente más compleja que el actual producto de Disney +. Por cierto, Paul Bettany también fue protagonista en Legión… aunque aquel largometraje no tenía nada que ver con el universo Marvel.
Hace unas semanas pudimos ver en una grabación de SWORD como Wanda había robado el cuerpo sin vida de Visión y echábamos en falta que no nos lo hubiesen mostrado con más detalle. Tenía truco. Kevin Feige y compañía siguen tejiendo los hilos del destino con una facilidad pasmosa. Ejerciendo de prestidigitadores, los creadores de WandaVision se guardaron un nuevo as en la manga. En realidad Wanda no se llevó a su marido, sino que es ella misma quien lo crea de manera espontanea como si de un volcán en erupción se tratase. Eso sí, quien ayuda a liberar sus barreras de poder no es otro que Hayward, quien se comporta de una manera más que sospechosa…
Al igual que ocurriera en Abre los ojos de Alejandro Amenábar, la dulce falacia de la protagonista se va desvaneciendo para darse de bruces con el mundo real. Se nos van terminando los calificativos para definir el trabajo realizado por Elizabeth Olsen, quien guarda un gran paralelismo con el personaje que interpreta. Sabíamos que ambas eran muy buenas en lo suyo, pero una vez desplegado su potencial, no se les antoja rival posible. Como pasara con Gandalf, una bruja no llega tarde ni pronto, llega exactamente cuándo se lo propone. Hasta la llegada de su propia serie, la Bruja Escarlata había tenido un lugar secundario en el Universo Cinematográfico de Marvel. Su estreno en Disney + ha servido para dar un puñetazo encima de la mesa. El bautismo ha sido como mandan los cánones. Queda solo un capítulo para poner fin a la temporada. La traca final promete emociones fuertes y dos visiones de la historia. No va más. La magia del caos, paradójicamente, ha servido para poner la trama más en orden que nunca.
Es hora de ver reposiciones de verdad, por Sergi Paterna
Los acontecimientos se precipitan en este penúltimo episodio para desembocar en un final angustioso para los seguidores de WandaVision. En este último capítulo el drama se hace más real que nunca en la vida de nuestra vengadora favorita. Ahora la tragedia de Wanda se despliega ante nuestros ojos para mostrar una mujer profundamente herida por la vida, al igual que la propia Agatha, aunque las dos se enfrentan al dolor de dos formas diferentes. Al fin y al cabo, las dos protagonistas han perdido lo más importante de su existencia vital: la familia y las raíces de su identidad.
Lo que podemos considerar el leitmotiv de este episodio es la alegoría al paraíso perdido, el poema narritivo de John Milton, y el por qué de la existencia del mal y del sufrimiento representados por Agatha y Wanda respectivamente. Para Wanda, su paraíso era su infancia en casa de sus padres en Sokovia, viendo las sitcomsnorteamericanas junto con Pietro, que su padre traía a escondidas. De esta forma, Irina, la madre protectora, conseguió crear una burbuja de salvación para Wanda y Pietro que les aislaba de la crueldad de la guerra. Pero, este jardín del Edén tuvo su propia serpiente en forma de una bomba de las industrias Stark, y Wanda empezó a descubrir la realidad. Ella siempre ha recordado las ruinas de su casa y el televisor que emetía el inicio del Show de Dick Van Dyke, una de las grandes referencias de la cultura televisiva estadounidense en WandaVision.
Además, en este episodio Agatha se convierte para Wanda en una especie de coach emocinal de pacotilla, y como representación del mal quiere profundizar en la comprensión del sufrimiento, donde radican los poderes de la futura Bruja Escarlata. Para ello no duda en indigar en los miedos de nuestra Wanda y poco a poco, como espectadores, vamos viendo que nada ha sido lo que ha parecido ser. Wanda vive inmersa en un profundo dolor e intenta darle sentido a su realidad personal. No obstante, nadie es capaz de darle el consuelo que necesita para superar estos momentos tan duras para ella. Wanda Maximoff está completamente sola, y Agatha ha aparecido en su vida como la amiga que siempre había querido tener.
Wanda necesita volver a su Paraíso perdido, aquel lugar dónde una vez fue feliz y es aquí donde las sitcom juegan su papel principal en el argumento de la serie. Tras descubrir en la base de Sword que la Vision ha sido completamente desmontado, ella es incapaz de reconocer al que fuera su marido, ya no le siente, no le reconoce y sale huyendo desesperada, incapaz de robar el cuerpo para darle un digno entierro para honrar su memoria. Ahora, el cuerpo del vengador es propiedad del gobierno y ella huye de todo el horror. que ha vivido y que no logra entender y asumir. Cuando regresa al coche se encuentra con unos planos de una casa en Westview, una zona residencial en los suburbios de Nueva Jersey. El Westview real no es el barrio idílico y maravilloso que todos conocemos, Wanda se encuentra con un suburbio deprimido, degradado y, sobre todo, sin esperanza, donde vive la gente malvive triste y resignada por destino. La vengadora llega a la parcela donde iba a tener junto con la Vision el hogar, que siempre ha deseado tener. Westview no deja de ser un paraíso por construir poder descansar de tanto dolor y ser feliz. Por desgracia este sueño de un futuro de felicidad queda convertido en una utopia de un nuevo paraíso perdido y ante semejante desolación estalla de dolor y desata todo su poder creando su realidad alternativa. El lugar perfecto para dejar de pensar, sentir y sufrir.
Al fin y al cabo, Wanda no busca vengarse, no busca el conflicto ni tampocoo enfrentarse a Shield, Hydra o Sword. Wanda no busca una guerra sin sentido y en Westview llega al límite de sus fuerzas y el dolor la desborda. Los poderes del Caos se desetan y ella se aisla del mundo recreando la realidad en el formato que una vez le hizo feliz, volviendo a un estado primigenio de felicidad. Wanda rechaza la realidad, no quiere entenderla, por eso se deshizo de Monica Rambeau, era la única que le hizo recordar el dolor que tanto quiere olvidar. Wanda vuelve al mundo de ensoñación de su infancia siguiendo el modelo de los seriales televisivos, como si marcaran el camino hacia el mundo fantástico de Oz.
Todo esto se nos desvela por la manipulación de Agatha y todo lo que parece ser no es lo que aparenta ser. La bruja es capaz de manipular a Wanda para atacarle iy debilitarle, pero a la vez nos sirve para comprobar que todos los cabos argumentales estaban perfectamente armados y enlazados sin dejar nada suelto. Todo acaba cobrando un sentido inesperado, surgido, a su vez, de la desesperación y de la soledad ante la muerte de los seres queridos. Quien no empatice y llore ante la tragedia de Wanda demostrará no tener sentimiento alguno, porque al fin y al cabo, la tragedia de Wanda es la tragedia de nuestra propia existencia. Así que tal y como dice Agatha: es hora de ver reposiciones de verdad, aunque estas no nos gusten.
¡Es la hora de la encuesta!
En capítulos anteriores…
WandaVision. Episodio 1 – Filmada con público en directo
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WandaVision. Episodio 5- En un episodio muy especial…
WandaVision. Episodio 6- ¡Terrorífico estreno de Halloween!
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