Javier Vázquez Delgado recomienda: Entre copas – Beti Berdin Taberna. En tiempos del coronavirus
Edición original: Beti Berdin Taberna. En tiempos del coronavirus (Ediciones Gastón, 2021)
Guion: Gastón
Dibujo: Gastón
Color: Gastón
Formato: Grapa. 40 páginas. 5€
Cómics, pandemia y pintas de cerveza.
Un virus creado por los chinos en la Tercera Guerra Mundial para matar a todos los viejos, ahorrar en las pensiones y que Bill Gates nos vacune para controlar nuestros cerebros. ¡Con lo fácil que resulta pensar en un simple virus!…
Esta no es una reseña normal, como tampoco nuestra vida lo está siendo desde hace un año, más o menos. Es la hora del aperitivo en un frío domingo del mes de febrero. Diego García Rouco y Sergio Fernández Atienza han quedado para combinar sus dos principales pasiones: hablar de cómics mientras toman varias rondas en un bar de la capital bizkaina. En la conversación hay un común denominador. Ambos acaban de leer Beti Berdin. En tiempos de coronavirus. Esta es su historia.
Sergio Fernández: ¿Qué vas a tomar, Diego?
Diego García: Una sidra espumosa en homenaje a nuestro querido amigo Igor Álvarez Muñiz.
SF: Camarero, una de rabas, unas aceitunitas, una sidra espumosa y un marianito rojo, que ya son horas.
DG: Para ti siempre son horas.
SF: Pues eso es verdad. Oye, ¿cuáles son los últimos cómics que te has comprado?
DG: Siguiendo las lecturas recomendadas por Zona Negativa fui a comprarme Corto Maltés en Siberia y Todo bajo el sol. Ya sabes que soy un gran fan de las grapas, así que aprovechando el viaje me hice con Beti Berdin Taberna. En tiempos del coronavirus, el último tebeo que, realmente, me ha llamado la atención.
SF: Anda, pues yo también les hice caso y me compré el primer tomo de The Resistance y el número uno de Rorschach. Cuidado con las rabas, Diego, que queman.
DG: Sí, y ya sabes que yo soy un ansias. Eso y que tú comes como un cabrón y no dejas ninguna.
SF: Por cierto, yo también me hice con el de Beti Berdin. ¿Qué te ha parecido?
DG: A mí me ha gustado. Es una obra que retrata de una forma muy amena lo que ha sido toda esta situación. Además hace un recorrido desde que comenzó la pandemia hasta finales del año pasado, pasando por absolutamente todo de una forma distendida, desde el humor. Sin entrar en datos ni en la parte más dramática, sino más bien trata de hacer un retrato de las personas que no han vivido esta historia en primera línea, ni sufrido la enfermedad.
SF: A mí me ha gustado mucho el rollo de diario que tiene. Desde el 15 de marzo empieza a contar de manera más o menos semanal la vida de diferentes personajes siempre teniendo el elemento común del bar Beti Berdin hasta final de año. Me hizo particular gracia como a modo de prólogo nos muestra varias conversaciones dentro del bar orientadas a ver el impacto del inicio de la pandemia en China mientras veíamos las noticias. Yo hago un ejercicio de memoria y aquello era como las vacas mirando al tren. A pesar de lo que estaba pasando, no veía que pudiese tener una repercusión tan brutal para nosotros.
DG: Sí, probablemente a mí es la parte que más me gusta. Al final, esa lejanía… esa ingenuidad de no pensar que estamos en un mundo ultraconectado. Esa inconsciencia… aunque tú y yo hablamos de esto en su momento y por desgracia yo acerté, eh?
SF: Sí, sí, sí. Yo reconozco que, como dice una amiga mía, éramos dos negacionistas. Recuerdo perfectamente… es que además lo tengo grabado a fuego, tío. El 6 de marzo entrevistamos a Nadar en una cafetería y luego fuimos al cine a ver Bloodshot con Igor.
DG: ¿Y qué dije?
SF: Dijiste que el partido de baloncesto de ese finde iba a ser el último que íbamos a ver en directo esa temporada y yo te dije que ni de palo, que ni hablar…. Que esto igual que iba a venir, se iba a ir. Vamos, que soy un visionario en toda regla.
DG: Yo debo decir que a mí me jode haber acertado.
SF: Pero luego, una semana después, es decir el 13 de marzo, un día antes de que se decretara el estado de alarma os mandé un audio por Whatsapp súper apocalíptico, no sé si te acuerdas, rollo Mad Max. En plan “esto no va a volver a ser como antes, nos tenemos que preparar para lo peor.” Madre mía… ¡otro marianito, por favor!
DG: Y otra de rabas, que Sergio come como Obélix.
SF: Oye. ¿Qué tienen los bares que los hemos echado tanto de menos?
DG: No sé si es bueno o es malo, pero yo creo que es el gran elemento socializador de nuestra cultura. A pesar de que el bar del cómic está situado en Irizar, una localidad ficticia del País Vasco, refleja una realidad muy de aquí. Eso sí, aunque tenga momentos muy locales, cualquiera que lo lea se puede sentir muy identificado, porque además luego en el cómic tenemos unos parroquianos muy peculiares con unos comportamientos muy reconocibles.
SF: ¡Y tanto! El señor mayor que tiene corbata… en cuanto le ves ya el gesto… sabes un poco de que pie cojea.
DG: Sí, no se cual me recuerda más a ti. Si ese o…
SF: Yo tengo clarísimo quién me recuerda a ti.
DG: Lo estaba esperando. Al final es tan fácil identificarte con alguno como identificarlos con personas de tu círculo por algunas de las características que tienen. Es lo interesante, cada uno de los personajes refleja más o menos una parte del comportamiento humano. Incluso uno de los protagonistas que sale es el propio autor.
SF: Por cierto, Diego, tú que con el euskera te manejas bien ¿Qué significa Beti Berdin?
DG: Siempre igual, ¿no?
SF: Es un título que le va como anillo al dedo.
DG: Sí, además es una tira que ya existía antes de la pandemia, aunque esté ahora de actualidad. Funcionaba vía mailing, como lo hacía El Estafador en su momento. Lo que ha hecho es adaptarlo a los tiempos que vivimos, sin ignorar lo que le ha ocurrido al sector. Si no lo has hecho todavía, luego echa un vistazo a su página web betiberdintaberna.art.
SF: Oye Diego, si no te importa, súbete la mascarilla cuando no estés bebiendo.
DG: Perdona, es la falta de costumbre.
SF: Has dicho que sale el autor en la obra, ¿tú le conocías ya de antes?
DG: Es un diseñador de Bilbao que también se dedica a la ilustración. En 2019 su álbum infantil Etxe Honetan ganó el premio Etxepare. Se llama Asier Iturralde, aunque firma sus obras como Gastón y esta es su primera incursión en el mundo del cómic/tiras de prensa.
SF: ¿Será gafe?
DG: ¿Lagaffe? Pues no sé si tendrá algo que ver, pero desde luego sería un gran referente. Aunque la obra no guarde relación con Franquin, ni siquiera en el estilo gráfico. Lo que sí que se nota es un cambio gráfico desde que empezó con el proyecto en mayo de 2018. La primera tira que hizo la denominó “un Cheers local”.
SF: ¿Te recuerda a alguien a nivel gráfico?
DG: Sí, hombre. Claramente bebe de la línea clara, valga la redundancia. Gente como Hergé… más la posterior de los ochenta en cuanto a los autores españoles como Torres, Sento… más ese boom que tuvo aquellos años. Es un poquito más estilizado que lo que puede ser Paco Roca, con una línea un poco más fina. Es ese estilo de líneas limpias que consiguen construir las imágenes con muy pocos trazos. Por lo que veo, es un gran dibujante y hace un uso super interesante del bitono con este amarillo.
SF: Eso te iba a decir. La importancia que tiene el amarillo desde el primer momento.
DG: Sí, el amarillo en las primeras tiras que hizo para la web servía para hacer alguna que otra pequeña animación, cosa que, en el traslado al papel, obviamente, ya no se puede dar. No tanto para el uso narrativo, sino que, creo, le sirve para que no sea un dibujo tan plano como podría ser, simplemente, en blanco y negro. Además de resaltar detalles, claro está.
SF: A mí otra cosa que me ha hecho gracia es comprobar como los personajes que aparecen en el cómic son cada uno de su padre y de su madre, un fiel reflejo de nuestra realidad. Las diferentes personalidades de cada uno le dan a Gastón mucho juego. Así que no hace falta ni siquiera que te los presente, ni que les conozcas en profundidad para que cada vez que aparece quien sea en una página, tú ya sepas por dónde pueden ir los tiros. Las coñas con el sibarita, el borracho… hay una página con la que me he reí bastante, el capítulo 3 titulado La visión hater.
DG: Ya sabía yo…
SF: Yo creo que a todos nos ha pasado. Al final no sé hasta que punto somos conscientes de cómo nos está afectando la pandemia, sobre todo, a nivel psicológico. Veo una mayor irascibilidad a nivel general. Tenemos menos aguante para según que cosas y el día que te levantas en plan gruñón pues, claro, el escenario no ayuda a que eso mejore. Durante el confinamiento de primavera no podíamos salir de casa… ahora no podemos salir de Bilbao… que, por cierto, Diego, no sé que haces aquí si eres de Barakaldo.
DG: Cállate, que tengo un salvoconducto para comprar cómics y beber cerveza. Necesito alimentar a Zona Negativa con mis sabias palabras.
SF: También me ha hecho gracia, aunque ahí sí que tengo que reconocer que no me he sentido identificado, cuando el propio autor cuenta como empezó con todas sus buenas intenciones el confinamiento. Un poco como pasa con los propósitos de Año Nuevo rollo “voy a hacer una dieta sana”, “no voy a beber alcohol”… y al final acabas dejándolo en tres días. Aunque, bueno, ahora que lo pienso, en mi caso me dio por hacer yoga en el confinamiento, algo que no había hecho antes ni he vuelto a hacer después. ¿Tú hiciste alguna locura así también?
DG: Yo te he visto en fotos y eras como el personaje del autor en el cómic pero tenías más barba, moscas sobrevolando por encima…
SF: Y las compras esas masivas de cerveza que hice, lo reconozco.
DG: No hace falta que lo reconozcas porque hay documentos gráficos de ello… Más allá del yoga, yo creo que a todos los miembros de la redacción de Zona Negativa nos ayudó mucho hacer los podcasts diarios del #quedateencasa. Una hora grabando más la preparación… también ayudaba. En mi caso no tuve ninguna participación particularmente larga, ni me lo tuve que preparar demasiado, pero sí que fue un tema de desconexión. Fue como volver a la normalidad, hablando de cómics sin mencionar el monotema. Yo lo más saludable que hice fue al de X tiempo dejar de ver los programas de la tele, más allá del telediario cuando comía porque la sobreinformación no ayudaba gran cosa.
SF: Solo veías el Sálvame Deluxe.
DG: No, porque también hablaban del tema. Solo veía Forjado a fuego.
SF: ¿En serio? Yo no lo he visto nunca, pero conozco a gente que lo ve y me ha hablado muy bien.
DG: A mí sí que me gusta. Es lo que veía mientras comía.
SF: O sea, a todas horas.
DG: No, joder. Como con algo de fondo, que no requiera mi atención. A mí me fascina ver como con un trozo de hierro consiguen, a base de hostias, mover un trozo de hielo.
SF: ¿Y no hiciste nada especial durante el confinamiento? No echas la vista atrás y dices “joder, si no llega a ser por esto…”. No sé ¿ordenar armarios?
DG: Pues no recuerdo… yo no llevo mal la soledad, no soy un animal social salvaje. Tuve mis momentos de bajón, pero no me resultó tan complejo. Eso es parte de mi forma de ser. Una de las cosas que deberíamos haber sacado en conclusión de todo esto es que no por estar solo en casa, significa que no tengas compañía y viceversa. No por estar rodeado de gente significa que no te puedas sentir solo. Tiene más que ver con el tipo de relación que tengas con tu gente cercana que con la proximidad física. Al final, para bien o para mal, esta sociedad tecnológica ha permitido unos tipos de comunicación… que si esto hubiera pasado hace veinte años, con un solo teléfono fijo en las casas, habría sido un drama. Imagínate que te pasa cuando tenías 19 años…
SF: Totalmente, estoy de acuerdo contigo. Para mí todo lo que hicimos con el podcast durante el confinamiento tuvo un efecto terapéutico de la leche. Así como reconozco que he acabado del Zoom y del Skype hasta las narices… Cada vez que nos juntábamos diez o doce personas… aquello era una sensación que me abrumaba. No había orden ni concierto, retardos, malas conexiones… no me acabó te convencer. Sin embargo, con la dinámica del podcast era todo lo contrario. Aunque fueran programas cortos, grabamos varios seguidos y nos echábamos muchas risas. Además, el hecho de tener un objetivo…
DG: El mejor recuerdo que tengo de aquellos programas fue con el de Ciencia Oscura y no fue en la grabación, sino después. Nos quedamos tú, Igor y yo hablando hasta las tantas.
SF: ¿Recuerdas cuál fue el primer podcast que grabamos? Además fue el primero de todos, y tú y yo estuvimos ahí.
DG: O fue La Colera o Rompenieves, no recuerdo cuál de los dos.
SF: La Cólera, con Mònica Rex dirigiendo el cotarro. Volviendo a Beti Berdin, ¿qué influencias dirías que tiene?
DG: Diría que está influenciada por todas las tiras cómicas en cuanto a tener todos esos personajes arquetípicos. Son situaciones muy cotidianas, muy cercanas. En menor o mayor medida todos las hemos vivido. Vemos todos los estadios que hemos tenido con el coronavirus. Incluso en la parte final hace referencia al cierre de los bares que, en este caso, ha ocurrido en el País Vasco. Además de cómo se han ido cambiado las rutinas, la difícil planificación de las vacaciones, la problemática de las celebraciones de Navidad, el problema de estar en casa…
SF: Me parece que es un cómic que voy a guardar con cariño porque, para bien, va a ser hijo de su tiempo.
DG: Al final es una foto fija muy concreta de un momento muy concreto. Es un documento fuera del foco principal. Esto te demuestra con todos los matices que tiene al ser una obra básicamente de humor como ha vivido el coronavirus la gente que no ha sufrido en sus carnes la enfermedad. Lo que ha significado el virus y lo que ha significado el confinamiento y como ha cambiado el modelo de consumo, el modelo de vida, el modelo de trabajo y el modelo de ocio. Este es un tebeo que, esperemos, leerlo dentro de cuatro años y la distancia le va a sentar muy bien para recordar muchas cosas. No deja de ser una crónica social del momento, como pueden ser los trabajos de Roca, aunque sin profundizar en la situación.
SF: Ya, pero tampoco lo busca.
DG: Ni lo busca, ni lo quiere. Pero este tipo de visión es muy necesaria. Está hecho en el momento preciso sobre la situación en concreto. Esto no es recordar lo que pasó. Cada una de las historias es del ahora y de la inmediatez. Cuando acabe la pandemia, la forma de contar lo que hemos vivido, cambiará. Así que creo que esta es la gran virtud de Beti Berdin.
SF: Beti Berdin refleja un momento histórico de nuestra vida y lo guardaré junto a El murciélago sale a por birras de Álvaro Ortiz que, a su manera, hace lo mismo.
DG: Eso es. De dos formas distintas, pero, básicamente, hablan de lo mismo. Es el relato construido en el momento, no hecho a posteriori que siempre es más tramposo e interesado.
SF: De hecho, ¿sabes cuál me leí ayer que es una anécdota, pero una anécdota muy bonita? El superpoder más importante, de David Rubín. Lo tenía pendiente desde que volvieron a abrir las librerías. Son cuatro paginitas y me gustó mogollón. Me retrotrajo a cuando saltaron las primeras noticias aquellas de las notas tan asquerosas que se dejaban en las comunidades a vecinos que estaban trabajando en primera línea. Rubín hace un homenaje precioso a todas aquellas personas que, además de permitir que la rueda siguiese girando, tuvieron que soportar mensajes carentes de humanidad.
DG: De alguna manera tanto el de Rubín, como el de Álvaro Ortiz, este de Gastón y el de Max te permiten ver varias caras de enfrentarse al problema y de cómo lo han llevado los creadores. Incluso también pasa con Algo extraño me pasó camino de casa de Miguel Gallardo. En España hemos visto esta inquietud, pero desconozco si en Estados Unidos, Marvel y DC están tratando el tema. Ya sabes que yo en la actualidad estoy un poco alejado de ese mundillo. Se que hay una serie de televisión titulada New Amsterdam que grabó un episodio sobre el inicio del coronavirus y luego no lo emitieron…
SF: Yo también te digo que, si va a ser algo creado desde la honestidad, genial, independientemente de su acabado final. Pero si va a ser rollo sacacuartos como las pelis estas que están haciendo… No sé si has visto el tráiler de alguna.
DG: Esta es la gran ventaja del cómic respecto al cine. En las películas hay mucha gente que mete la mano en producción.
SF: Estas pelis que te digo se encargan de prostituir la tragedia. Puedes ser más o menos sensible, tener más o menos humor, pero no con esa finalidad tan sensacionalista que es de lo que se siguen nutriendo muchos medios.
DG: Yo me imagino que vamos a tener un montón de telefilms cutrongos tratando el tema. Aunque luego, en realidad, es una industria bastante cobardona.
SF: Bueno, no sé qué decirte.
DG: Van con el freno de mano echado. Tú no te imaginas algo tan gamberro como “El murciélago” en una major de cine.
SF: Volviendo a Beti Berdin, ¿te gusta el formato del cómic?
DG: Sí, me gusta mucho el diseño. Me parece súper coherente en lo gráfico.
SF: Las letras del título me recuerdan un montón a las de Tito Andrónico que acaba de sacar Astiberri.
DG: Ostras, pues sí, no me había fijado pero tienes toda la razón. Es más exagerado en Tito Andrónico, pero sí.
SF: Y con este precio me dan ganas de regalárselo a unos cuantos colegas.
DG: De precio está muy bien y, también hay que decirlo, es un tebeo muy accesible. Como tradicionalmente todas las tiras de prensa, tiene un estilo de tres tiras por dos viñetas con una que ejerce de título. Al final casi todas las historias se componen de cinco viñetas, aunque no haya líneas de viñeta. Hay alguna que otra excepción pero juegan con ese formato.
SF: Oye Diego, se me ha ocurrido que esta misma conversación que acabamos de tener en el bar podríamos utilizarla para hacer la reseña de Beti Berdin en Zona Negativa.
DG: Me parece perfecto. Si quieres, nos ponemos con ello ahora mismo, pero invitas tú.
SF: Camarero, otra ronda de lo mismo, por favor.
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