Javier Vázquez Delgado recomienda: Grand Dolls, de Tezuka Osamu

Edición original: Guran Douru (グランドール) (Shueisha, 1968)
Edición nacional/España: Grand Dolls (Planeta Cómic, 2021)
Guion: Tezuka Osamu
Dibujo: Tezuka Osamu
Traducción: Marc Bernabé
Formato: Tapa dura. 240 páginas
Precio: 15,95€

Pulp a lo Tezuka

“¡Yo no soy ningún muñeco! ¡Soy humano! ¡Una persona! ¡Un individuo!”

A finales del pasado mes de enero, Planeta Cómic publicó un nuevo volumen de la Biblioteca Tezuka, una fantástica colección destinada a recopilar los trabajos del dios del manga, la cual nos está dando muchas alegrías a sus lectores. Tras años reeditando algunos de los títulos más emblemáticos de este autor, el pasado año la editorial inició la publicación de mangas que no se había publicado con anterioridad, de los cuales este Grand Dolls es ya el tercero. Publicada serializadamente entre 1968 y 1969 por la editorial Shûeisha en su revista Shônen Book, la precursora de la famosa Weekly Shônen Jump, esta serie supuso un nuevo abrazo por parte de su autor a la ciencia ficción y el pulp.

Desde la conclusión de la II Guerra Mundial y encabezando el desarrollo del manga moderno, TEZUKA Osamu dio grandes muestras de interés por el género de la ciencia ficción y los procedimientos estilísticos del pulp, algo que se puede observar en muchos de sus trabajos desde su etapa inicial como autor, las cuales combinó con un marcado sentir antibelicista, fruto de sus experiencias durante el mayor conflicto bélico de la historia, y su profunda admiración por el trabajo de Walt Disney.

Desde finales de los años 40, recurrió a temáticas futuristas y al planteamiento de dilemas morales a través de obras como Metropolis o Next World, incluidas ambas en esta Antología. En Astroboy dio un paso adelante en este sentido, realizando una arriesgada apuesta por la introducción de elementos propios de la ciencia ficción en una serie de largo recorrido dirigida a un público ajeno a los mismos. También en Cráter, una colección de relatos cortos realizada durante la misma época que la obra que hoy nos ocupa, exploró de diversas maneras el desarrollo de la ciencia ficción a través del manga, realizando un ejercicio de aproximación a la misma a través del folklore japonés.

La realización de Grand Dolls se ubica temporalmente entre la etapa en la que entendía que el manga debía ir dirigido a un público infantil y el período en el que se sumó a la corriente del gekiga, en la que creó la revista COM y comenzó a trabajar con planteamientos más maduros, encontrándose en ella elementos de ambas fases de su prolífica carrera. Influenciado por la portentosa cinta de Don Siegel, Tezuka realizó su propia versión de La invasión de los ladrones de cuerpos, imaginando cómo afrontaría su país un ataque de este tipo.

Gráficamente encontramos a un autor portentoso, muy cerca de su cénit artístico y creativo, que tras décadas de ejercicio profesional había desarrollado y experimentado con el lenguaje gráfico. Se trata de una obra caracterizada por una fluida narrativa que favorece el dibujo de las escenas de acción, para las que recurre a poderosas páginas completas en las que nos deleita con sus maravillosos y característicos diseños, como el caballo que destroza el vagón de tren o la aparición del temible club de kárate al completo. Destaca también por el uso de diferentes planos y ángulos para enfatizar la idiosincrasia de los personajes o la transmisión de la tensión en determinados momentos.

La historia comienza con un periodista japonés que lleva cinco años destinado en China para realizar la cobertura mediática del convulso clima político del país vecino y que antes de su regreso a Japón encuentra un misterioso muñeco que lleva consigo de vuelta a su hogar. Una vez trasladada la acción al país nipón, su hijo Tetsuo, el protagonista de la historia, encuentra a una joven de su edad inconsciente y herida en la calle. Sin embargo, tras avisar a un policía, lo único que encuentran es un muñeco idéntico al que encontró su padre. Tras llevarlo a casa y repararlo, el muñeco recobra la forma de chica que tenía con anterioridad y revela a Tetsuo que tanto ella como él son Grand Dolls, unos muñecos autómatas diseñados para infiltrarse entre los terrícolas y obedecer las órdenes de sus amos, quienes preparan una invasión a nuestro planeta.

Tetsuo, que hasta ese momento se caracterizaba por ser un estudiante apocado que no era capaz de manifestar su propia opinión y siempre estaba de acuerdo con los demás, siente la obligación de luchar para demostrar que él no es un robot sin voluntad a la orden de quienes ostentan el poder desde las sombras, iniciando el desenmascaramiento de los invasores desde su contexto cercano, el instituto, hasta poder hacer frente a un mayor número de muñecos y a aquellos que los controlan.

El autor utiliza a lo largo de la historia lo que él llama “píldoras de cotidianeidad”, una serie de elementos propios de la política, la sociedad y la cultura japonesa de finales de los años 60, para acercar la historia a un público que permanecía ajeno en su mayoría a este tipo de historias. De esta manera, podemos observar cómo hace referencia de algún modo a la Revolución Cultural china, encabezada por Mao Zedong para afianzar la ideología comunista, o a las numerosas manifestaciones de estudiantes que tenían lugar por aquellos años en Japón, en contra del imperialismo americano, la guerra de Vietnam y la devolución de Okinawa al gobierno japonés, e incluso hacer alguna velada referencia a los casos de terrorismo que también tuvieron lugar en aquella época.

A través del planteamiento de la invasión alienígena, Tezuka abraza las posibilidades alegóricas de la ciencia ficción para realizar un discurso que se opone a los conflictos armados y a la expansión territorial de las grandes potencias geopolíticas, además de recalcar la importancia de la preservación de la identidad personal y colectiva frente a la alienación, el imperialismo y la apropiación cultural.

Tezuka hace gala de su habilidad para explotar el humor en momentos oportunos, a fin de aliviar la tensión de la obra y reflejar el carácter de los personajes, con un gran dominio del gag en unas pocas viñetas y puntuales rupturas de la cuarta pared, que sirven como llamada de atención al lector y entre las que llega a realizar alguna de sus célebres apariciones, dibujándose a sí mismo.

En plena consonancia con la literatura pulp y los seriales televisivos de ciencia ficción, Tezuka remata la historia con un giro final muy apropiado, que consigue poner un punto y final satisfactorio en un momento en que el argumento comenzaba a estirarse y ya no daba más de sí, dejando la sensación de una lectura sencilla y agradable.

Grand Dolls se presenta siguiendo los estándares establecidos por la editorial para la Biblioteca Tezuka, manteniendo el mismo formato y la misma estética que el resto de volúmenes. Así, nos encontramos ante un tomo de tamaño superior al estándar A5 (150×230 mm), en tapa dura sin sobrecubiertas y con un total de 240 páginas, que recopilan la obra en su totalidad y un breve epílogo firmado por el propio autor. De esta manera, Planeta Cómic continúa ampliando esta imprescindible colección, haciendo justicia a la importancia de este autor y permitiendo acceder a obras que hasta la fecha permanecían inéditas en nuestro país, dejándonos a la espera de los nuevos títulos que publicarán en los próximos meses.

Lo mejor

• El sabor a ciencia ficción añeja y sin complicaciones.
• La narrativa de Tezuka y las puntuales rupturas de la cuarta pared.
• Es un tomo único.

Lo peor

• El argumento tiene dilataciones que alargan la historia innecesariamente.
• A pesar de ser algo propio del género, algunas resoluciones resultan muy inocentes y requieren una suspensión voluntaria de la incredulidad.



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