Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – La Liga de la Justicia de Zack Snyder. La redacción opina
Dirección: Zack Snyder
Guion: Chris Terrio
Música: Junkie XL
Fotografía: Fabian Wagner
Reparto: Ben Affleck, Gal Gadot, Ezra Miller, Jason Momoa, Ray Fisher, Henry Cavill, Amy Adams, Amber Heard, Jared Leto, J.K. Simmons, Connie Nielsen, Robin Wright, Diane Lane, Jesse Eisenberg, Joe Manganiello, Jeremy Irons, Ciarán Hinds, Joe Morton, Ray Porter
Duración: 242 minutos
Productora: Warner Bros.
Nacionalidad: Estados Unidos
Era uno de los acontecimientos más esperados de este año: el estreno de La Liga de la Justicia de Zack Snyder en HBO Max. La compañía y el propio director nos han estado bombardeando en los últimos meses con este lanzamiento que viene a ofrecernos la visión restaurada que Snyder tenía para esta película originalmente estrenada en 2017. En su momento, Snyder se vio obligado a abandonar el proyecto debido a una tragedia personal y Warner Bros. decidió contratar a Joss Whedon para rematar la cinta e intentar darle un tono e intención ligeramente distintos generando todo un movimiento por recuperar el metraje original de la cinta. En su día ya hablamos de esta película –podéis leer nuestras impresiones en este hilo– y hoy toca comentar lo que esta producción de cuatro horas nos ha parecido. ¿Mejora el material original? ¿En qué se diferencia de la cinta estrenada hace tres años y medio? ¿Puede suponer esto el regreso del snyderverso? Nuestro compañero Samuel Secades ya hizo de avanzadilla con su crítica de La Liga de la Justicia de Zack Snyder, pero ahora le toca opinar al resto de la redacción. ¿Y vosotros? ¿Ya la habéis podido ver? ¿Qué os ha parecido? ¡Ha llegado la hora del debate! ¡Comentad!
Por fin, después de años y años, batallas corporativas y polémica (mucha polémica), se estrenaba La Liga de la Justicia de Zack Snyder, la película que culmina el trabajo que inició Man of Steel y continúo Batman v Superman. La visión de un autor y su ímpetu y esfuerzo por ver el resultado de la obra fundamental de su carrera. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Zack Snyder es un director que incide continuamente en su motor pionero y visionario, en su talento transformador y carácter distinguido y distinguible a la hora de abordar un nuevo proyecto. Es verdad que el suyo es un estilo diferente, aunque no lo definiría particularmente como original o renovador si atendemos a sus influencias y obras de referencia. Es un cineasta que ha cultivado géneros, aspectos y estilos interesantes, no obstante, y por ello, aunque no comulgue con esa tendencia a definirle como un autor único, siempre me atrae la perspectiva de disfrutar una nueva obra suya. Aquí, además, se daban unos condicionantes particularmente interesantes, por lo dantesco de su producción y camino hasta su estreno. Saber qué es lo que puede aportar a una historia que ya hemos visto en el cine, cómo ha de ser el camino para ello, así como comprender sus inquietudes artísticas, alejadas de esa compilación de añadidos e injerencias que fue el montaje de Joss Whedon.
La primera hora, de pura presentación, transita por lugares correctos. No me prodigaré en cuanto a la opinión que tengo del formato de 4:3 porque, atendiendo al resultado final, no considero que sea un elemento que impida el entretenimiento en absoluto. Desde la primera escena, con esa muerte de Superman, observamos muchas de las virtudes como narrador de Snyder, más cercanas al acierto estilístico que al error por exceso en esta ocasión. Dentro del tono oscuro que impera, me resulta cautivador el particular uso del color, de los tonos más vivos que aportan contraste y diferenciación a las escenas. La caracterización de los héroes, con mayor espacio y protagonismo para algunos como Ciborg, resulta muy acertada para la historia que se cuenta.
El tramo intermedio de la película, habida cuenta de que las posibilidades (y errores) de un montaje de cuatro horas, eleva aun más el nivel de la misma, con mayor acción y escenas de poder. La música de Junkie XL, por su parte, explora posibilidades muy atractivas para ciertos héroes como Wonder Woman. Steppenwolf, al que se le han reducido las intervenciones, escapa del correspondiente al año 2017, por contar con verdaderas escenas definitorias. Como Rey solo hay uno y nunca serán suficientes las veces que uno lo diga, contemplar el imaginario de Jack Kirby y a muchas de sus creaciones (ese Darkseid) es una experiencia única para todo fan de DC Comics.
El tramo final, por su parte, refiriéndome a la batalla, es lo mejor de la cinta. La camaradería que se respira entre los integrantes del grupo, así como el combate, son puro disfrute y una exhibición de fuerza por parte de su director. En particular, hemos de destacar y defender la resolución, con Barry de protagonista. Es una de esas escenas en las que se combinan factores importantes a la perfección (montaje, dirección, música e interpretación por parte de Ezra Miller), dando cuenta de los poderes del velocista como ninguna otra en la historia en cine y televisión de su corta todavía trayectoria.
En cuanto a los apartados negativos, como reverso de este tipo de aciertos, están otras en las que la tendencia y visión de Snyder se pone por encima de lo que se está contando, dando lugar a momentos muy muy recargados, llegando a resultar ridículos por exceso, como la escena del propio Barry con Iris, tan desacertada desde todos los puntos de vista, fundamentalmente de guion y dirección. Pero no es la única. Sobre el conjunto tampoco termina de funcionar la relativa a los cánticos con la marcha de Aquaman, un añadido vacuo e innecesario, sin ningún tipo de contenido real. El epílogo, por su parte, con el sueño del murciélago, nos remite a una situación en absoluto novedosa y a un diálogo que pone el acento en los defectos de su guionista. Presentada como un duelo entre Joker y su Batman, parece más preocupada por romper y resultar original que en presentar verdadero interés dramático, quedándose en la superficie y en los intercambios que todo lector de cómics conoce y ha visto decenas de veces.
La cara positiva de las interpretaciones está en Ray Fisher. El actor de Baltimore encuentra su voz en este papel, encarando a un Ciborg atormentado con encanto y decisión, una que no hemos visto en otros trabajos suyos como True Detective. Por el lado contrario, no tanto por Henry Cavill sino por el guion cuesta reconocer a este Superman, no por lo parecido que pueda ser al personaje que conocemos de las viñetas sino por las inconsistencias de la propia película y su canon propio. No casa cierto discurso inspirador con el poco honor en el combate del Hombre de Acero, llegando a mutilar al enemigo vencido. Lo que hace no es usar sus mejores armas disponibles, sino adoptar una postura deshonrosa a la hora de acometer al rival. Aquí es donde Snyder no ha sabido conjugar su estilo con el propio del personaje.
En conclusión, tenemos una gran película, con momentos de épica y drama muy conseguidos, personajes atractivos y una visión de la Liga adecuada a la historia que cuenta. Muy recomendable.
Lo mejor – Ver a los héroes en acción, especialmente en la escena final.
Lo peor – Escenas excesivamente sobrecargadas que lastran parte del conjunto de la obra. Pero, especialmente, diría que lo peor es la visión y tono sobre Superman.
¿Joss Whedon o Zack Snyder? – Zack Snyder, sin dudarlo
El personaje – Batman. Seguido de Flash y Wonder Woman.
La escena – Flash nos salva a todos
En un momento de la tercera parte de El señor de los anillos, Gandalf le espeta a Denethor, el Senescal de Gondor: “No te ha sido otorgada la autoridad de negar el retorno del Rey”. Una frase mítica que bien podemos aplicar al caso que nos ocupa. Nadie tiene el derecho, y mucho menos nosotros, los espectadores y fans, de negarle a Zack Snyder, la legitimidad y potestad de terminar su obra, por lo menos moralmente. Snyder es el autor de la Liga de la Justicia, y de la línea que estaba llevando el DCEU en ese momento. Y como autor, así con todas las letras, tuvo que ver como su obra era mutilada y transformada en algo completamente diferente a manos de un director-ejecutor de las órdenes de la productora. Gracias a la presión de los fans y de los propios actores del filme, Snyder ha podido recuperar ese derecho a terminar su obra, incluso cuando esto significa que deja tramas abiertas y un horizonte que seguramente nunca llegaremos a ver, pero al menos hemos tenido la oportunidad de disfrutar de lo que Snyder nos quería contar de estos personajes y de esta maravilloso universo DC, con su particular visión personal.
Y siguiendo con el símil monárquico, aquí Snyder es el rey de la función, hace lo que le da la real gana y se nota que le han dado libertad para terminar su obra, pese a alguna polémica como la de la inclusión de un Green Lantern que finalmente fue sustituida por Martian Manhunter. Su estilo se percibe desde el primer minuto de la película, incluso de forma excesiva, con esas cámaras lentas en las escenas de acción de las que aquí abusa incluso para él mismo. Snyder se toma su tiempo para introducirnos la historia, con un pequeño resumen de los acontecimientos anteriores, que se agradece aun cuando lo recordemos perfectamente, para después pasar a una fase de reclutamiento, que como técnico de RRHH he de decir que me siento muy identificado, en la que Batman va fichando uno a uno a los miembros de la Liga, y que nos sirve a su vez para introducir los “nuevos” personajes. En el caso de Aquaman es en donde menos se detiene, puesto que ya tenemos una película entera dedicada al personaje, por lo que el bueno de Arthur Curry no experimenta apenas cambio con la versión anterior, pero sí se puede notar una diferencia enorme en Flash, y sobre todo en Cyborg. Por fin tenemos un desarrollo como Dios manda en este último, que es un personaje complejo e infravalorado, con un potencial enorme. Ray Fisher tenía razón cuando denunciaba el desprecio que había sufrido su personaje y él mismo por parte de Whedon y Warner. Y Flash, tres cuartos de lo mismo, por fin vemos su pasado, sus motivaciones, y de paso le quitamos unos cuantos chistes malos e innecesarios, y le añadimos un par de escenas espectaculares que son de lo mejor de la película. Brillante.
En cuanto a la trinidad, poco más hay que comentar, Batman y Wonder Woman apenas experimentan cambios, y en el caso de Superman, nos encontramos aquí a un kriptoniano más “humano”, no tal ultrapoderoso como en la versión de 2017, y que no es estrictamente imprescindible para la resolución del conflicto, sino que es complementario, y transmite una sensación de trabajo en equipo que casa mejor con la idea de una liga de superhéroes. Una liga con un potencial que por desgracia nos sabe a poco, pese a la duración de la película, y nos deja con ganas de mucho más, máxime tras un epílogo distópico con mucho potencial, y claramente inspirado en Injustice, que, sabiendo que no va a tener continuidad, nos deja con una sensación de orgasmo arruinado. Y aunque no vayamos a disfrutar de la culminación, el viaje de cuatro horas, eso sí, ha sido ampliamente satisfactorio. Tanto es así, que los defectos, que los tiene, quedan en un segundo plano, como por ejemplo unas cuantas innecesarias escenas en la primera parte de la película de las que estoy seguro de que el director es consciente y las ha puesto porque quería y podía, en esta ocasión además, literalmente.
En el apartado técnico no me voy a detener demasiado, simplemente por carencia de conocimientos en este campo, pero no hace falta ser un lumbreras para ver que ésta sí es una película decente técnicamente para lo que un universo y unos personajes como estos se merecen. Quizás han tenido más tiempo que lo que tuvieron en la versión de 2017, sí, pero aun así es necesario destacarlo, porque es uno de los puntos capitales de blockbusters de este tipo, y algo que el público general demanda y exige. La prueba la tenemos con un simple vistazo a Steppenwolf, que es prácticamente un personaje distinto, tanto a nivel estético, con una mejora de diseño sustancial, como también a nivel narrativo, encontrándonos aquí a un villano mejor construido y con un breve pero efectivo background que explica sus motivaciones. Y, por si fuera poco, por fin vemos a Darkseid, ¡aleluya! Algo sin duda importante para cualquier fan de DC que se precie, y en una espectacular escena de guerra con lanterns, amazonas y dioses de por medio. Puro rock and roll de Snyder.
Lo mejor – muchas cosas, desde el desarrollo y mejora de personajes como Cyborg, Flash o Steppenwolf, hasta el apartado técnico, mucho más pulido que la versión bastarda de Whedon. Pero si hay que destacar algo por encima de todo es la coherencia. Por fin tenemos una historia con una trama como tal, bien construida y estructurada, y que encaja con todo lo que habíamos visto anteriormente en el DCEU.
Lo peor – algunas escenas son innecesarias y no aportan nada, sobre todo en la primera parte de la película.
¿Joss Whedon o Zack Snyder? – No hay discusión, esta es la obra de Snyder, y Whedon podrá ser mejor o peor, pero no tiene ni debería haber tenido hueco en esta producción.
El personaje – Cyborg, que consigue aquí un trato digno del personaje y una relevancia capital para la resolución de la trama.
La escena – la traca final de Flash es épica y espectacular, mucho mejor que la tan cacareada escena de la salchicha.
Lo imposible se hizo posible. Sin entrar en el fenómeno que hay detrás de esta circunstancia, pues sinceramente considero que escuchar a los espectadores es toda una zancadilla para la creatividad, el desarrollo de la cultura y la aparición de nuevas y arriesgadas propuestas, y sin ser es el sitio ni el lugar para abrir este debate, voy a centrarme en hablar del sentimiento que me ha despertado esta película.
Hagamos un ejercicio de recuerdo y viajemos a 2017. Se estrenaba la Liga de la Justicia. Un sueño para todo aficionado al Universo DC. Un sueño para mí persona, pues ni en un millón de años hubiera podido imaginar que tal cosa pudiera suceder. Y sucedió y fue todo un jarro de agua fría en la cara.
Reconozco que me contenté con lo que llegó a las salas de cine. Apliqué la máxima que eso era mejor que nada, pero la desazón interior era complicada de eliminar. Veníamos de dos películas previas en las que se sentaban las bases para llegar a tener a la Liga operativa y ambas me había gustado tanto en fondo como en forma. En definitiva, la Liga no estaba a la altura de las expectativas.
Esta nueva película, pues para mí se trata de algo nuevo, de una nueva visión de una misma historia, cumple mucho mejor con el objetivo de su existencia. Nos cuentan lo mismo, pero mejor y de forma mucho más cohesionada, con tiempo para que el protagonismo de la cinta no este centrado en la trinidad de DC, sino en Cyborg, Flash y Aquaman (en menor medida), lo que sin duda es el paso previo a la película en solitario de cada uno ellos.
Volviendo a la parte emocional, esta cinta logra remover dentro al lector de la Liga que llevo dentro. Lo hace resonar y lo traslada de lleno a ese mundo en el que todo parece estar colapsando y es necesario recuperar la esperanza. Tiempos oscuros en los que la grandeza de los héroes está destinada a resurgir.
A la cinta se la tilda de pretenciosa, de sobreexplotación visual, cuando para mí es justamente lo que debe ser, un compendio de un todo fantástico donde lo imposible se pueda hacer posible. Y es que, a la hora de exagerar, Snyder se las pinta solo.
La propuesta que ahora nos ha llegado apuesta muy fuerte por narrar una historia en la que pasan muchas cosas, alrededor de una sola, con el firme propósito de darlo todo a la hora de engrandecer a unos personajes que en la versión estrenada en cines les hacía flaco favor. La épica rezuma en cada fotograma, incluso en los que la trama se ciñe a aportar datos e información, sintiéndose la amenaza del villano como algo global y a tener en cuenta, lo que justifica la reunión de la Liga. Una Liga con miembros en plena construcción, que buscan encontrase a si mismos, como Cyborg, que se siente aplastado por la relación tan negativa que arrastra con su padre y que bloquea todo su potencial al no poder superar el verse a si mimo como un tullido minusválido. O Barry Allen, Flash, más Barry que nunca, que intenta discernir que camino debe seguir en su vida, cargado de dudas y sin rumbo, mientras gestiona el poseer unos poderes que no sabe muy bien como aprovechar. Un Barry que son sabe que ya es un héroe a un paso de darse cuenta de lo que todo ello implica. Y Arthur Curry, Aquaman, que reniega de un destino del que no quiere saber nada. Un destino que implica volver a sus raíces y asumir un manto para el que no está listo.
Son algunos de los rasgos que se dibujan en la cinta y que aportan profundidad a una historia en la que la Tierra se ve amenazada por el mal es su máxima expresión.
Con un metraje de cuatro horas lograr mantener la atención del público no es un ejercicio sencillo. Snyder con su propuesta visual logra que la cuerda se mantenga tensa a lo largo de todo ese tiempo, sin que decaiga el interés por lo que se cuenta, con detalles para los entendidos, escondidos a plena vista, que no hacen sino aportar un extra sazonador a un trabajo ya de por si potente para todo tipo de espectadores.
Y es que la cinta logra emocionarme como lo hizo WW84. No hablo de temas técnicos, montaje, guion, fotografía o cualquier otro aspecto puramente técnico de toda producción audiovisual. Gente más lista que yo y mejor preparar para ello lo han hecho antes, por lo que solo puedo aportar este humilde texto con el que poder plasmar la emoción y el sentimiento que se despierta en mi ser ver a esta Liga en acción.
Hay un momento para el recuerdo, un final que resulta electrizante a todos los niveles y que llega a lo más hondo de mi ser. Ese instante de claridad mental, de aceptación del yo, de romper los límites, para asumir la responsabilidad de lo que se ha de hacer. Un instante que resumen a la perfección la vida y lo que nos toca vivir. Cada pisotón en el suelo, cada zancada, cada relámpago, instantes de pura aceleración, en el que la física se trastoca, es el culmen de la cinta que mira de tu a tu al espectador para decirle de manera muy clara que todo cuanto ha visto iba dirigido a este punto focal.
La versión de hace cuatro años no era sino la versión del miedo, de la duda. Una versión de Warner que no confiaba en su propio producto y en una visión ya asentada previamente. Saber que hubiera pasado si esta cinta se hubiera estrenado en vez de la versión Warner/Whedon, es un ejercicio de entelequia que poco o nada puede aportar. Lo que importa es que ahora está disponible y que se cierra un ciclo, una forma de ver a los héroes DC, que bien puede casar con las películas en solitario de WW y de Aquaman, a la espera de que llegue la de Flash como punto focal del renacimiento del Universo DC cinematográfico. Sea como sea, que lo haga con su propia identidad, confiando en su recursos y estilo, sin mirar a nadie, para tener su propia voz y por ende su propio público.
Mientras tanto, aquí estoy, reviendo de nuevo todo este metraje con el que me sigo emocionado.
Lo mejor – La escena final de Flash en la todo adquiere sentido.
Lo peor – No poder ver como culmina toda la trama de Darkseid.
¿Joss Whedon o Zack Snyder? – Snyder sin duda alguna por lograr acercarse de verdad a una pelicula de la Liga.
El personaje – Flash, Flash y más Flash. ¿Os he dicho que Flash?
La escena – Muchas, pero sin duda la de Flash empezando a correr al final de la cinta. Cada pisada resuena en mi corazón.
Todo lo que tiene que ver con La Liga de la Justicia de Zack Snyder tiende al exceso. Y, aunque este es un adjetivo que también se puede aplicar a esta producción en sí mismo, mi lectura va por otros derroteros. Los aficionados a los cómics hemos contaminado el debate cinematográfico entorno a las adaptaciones superheroicas -a través de la inestimable ayuda de Internet- con nuestro extremismo, extrapolando la absurda dispuesta Marvel vs. DC a un nuevo formato. Los debates que se reproducen en foros, webs y redes sociales cíclicamente son el equivalente infantil a “¡Yo soy más fuerte que tú!” de cuando éramos niños y jugábamos a indios, vaqueros, aliens, monstruos y sucedáneos.
No sabemos defender nuestros gustos personales sin atacar los de los demás y no toleramos un mínimo de disensión, humor y/o opinión que nos baje del pedestal. Si algo nos gusta, nos gusta con todo. No puede haber matices. No puede haber grises. Eso es mostrar debilidad. Esto es lo máximo o es un bodrio, no hay términos medios. La crítica en base a argumentos ni se la ve ni se la espera. Nos encanta idolatrar y crear barreras artificiales, lo llevamos en la sangre. No sabemos ver que una cosa es la experiencia personal e intransferible de cada uno y otra intentar sentar cátedra.
¿Por qué vengo a dar la chapa con esto en mi crítica de La Liga de la Justicia de Zack Snyder? Porque estoy cansado de la gente a la que le encanta dar carnés para clubs y cabañas del árbol en función del “yo”, “yo mismo” y “esto mola y vete a tomar por culo”. Yo he disfrutado de esta versión de La Liga de la Justicia en términos generales, pero tengo mis reticencias con algunas cosas que esta película me cuenta y/o cómo me las cuenta. Es una opinión, puedo argumentarla más o menos, y espero hacerlo de la mejor forma en los siguientes párrafos, pero no me he apuntado a ninguna guerra, ni he pedido el carné para asistir a ningún club. Lo que intento decir con todo esto es muy claro: basta ya de piquetes del buen gusto y policías del pensamiento.
La película de Zack Snyder tiene derecho a ser todo lo excesiva que guste, pero eso no tiene que condicionar nuestra manera de compartir impresiones. Para ser sincero, Snyder no es un director santo de mi devoción porque considero que suele anteponer la forma al fondo, tiene unos dejes que al llevarlos al paroxismo para mí acaban muchas veces siendo ridículos y suele imprimir sus historias de una ideología personal bastante cuestionable. Por otro lado, me gusta su sentido de la épica, la fuerza visual que desprende en sus películas y me gusta el riesgo que asume en sus producciones (aunque a veces no le salga bien es de alabar).
En su día, disfruté -pese a sus carencias- de La Liga de la Justicia que Joss Whedon había rematado en ausencia de Zack Snyder. Era obvio que tenía muchos problemas y que era una cinta mutilada y montada a trompicones. Lo normal porque Warner Bros. contrató a un director en las antípodas de Snyder para poner parches en lo que este había concebido. La manera en la que Whedon y Snyder conciben al superhéroe no tiene absolutamente nada que ver. Tampoco su manera de narrar y su impronta de autor. La primera versión de La Liga de la Justicia es un híbrido que solo representa la incapacidad de Warner Bros. para establecer un criterio y plan de futuro a sus proyectos.
En este aspecto, las críticas a Whedon por su trabajo no tienen mucho sentido cuando está claro que solo hizo lo que la productora le había perdido. Whedon se merece críticas por sus reprobables acciones y actitudes en el pasado y el presente y que en los últimos meses se han confirmado por boca de distintas fuentes, pero no en relación al resultado final de La Liga de la Justicia. Entre otras cosas, porque escaso es el material que en la versión de Whedon se ha quedado fuera de la nueva versión de Snyder, habiendo cambios muy puntuales y concretos que -sin embargo- vienen a confirmar la distinta manera de entender a los superhéroes de uno y otro.
Si hablamos del vulgarmente llamado Snyder Cut tenemos una película tremendamente entretenida pese a su larga duración. En ella se rellenan muchos huecos que había dejado la versión de Whedon, lo cual hace mucho más orgánica la narración haciendo que podamos entender algunas decisiones, tramas y escenas que quedaban desangeladas en lo visto previamente. La cinta es mucho más fluida y se molesta en contarnos cosas que en la anterior versión no se entendían. Todo lo que tiene que ver con las cajas madre y el principal villano de la función funciona mucho mejor. También todo lo que tiene que ver con la introducción y desarrollo de algunos personajes: desde Cyborg y Flash a Lois Lane.
No obstante, también es cierto que en muchas ocasiones Snyder añade metraje que es meramente expositivo y que no aporta más a la historia central. Escenas que se recrean en lo estético, pero que no atesoran un mayor valor más allá de la pasión de su director por la pose y la cámara lenta. También hay un cambio realmente destacado en cuestiones de banda sonora y efectos especiales. Lo primero sigue siendo uno de los principales escollos de Snyder, sus playlist están resultonas pero raramente encajan bien con lo que nos narra en pantalla. En relación a los efectos especiales, en la anterior versión teníamos a Whedon intentando imitar a Snyder y al ver su visión completa ciertamente la cinta gana en coherencia, tema a parte es que su uso excesivo del CGI por ordenador -rallando el videojuego- nos pueda gustar más o menos.
En relación a la trama, la premisa no es muy diferente a lo que ya conocíamos. Whedon mayormente prescindió en su versión de todo lo relacionado con Darkseid, porque claramente Warner Bros. le encargó un producto más autocontenido cuyas única referencia al posible universo expandido de la compañía fuese la próxima película de Batman que en su día iba a protagonizar Ben Affleck. En cuestión de personajes, Cyborg sale reforzado en esta versión y Flash goza de más minutos en pantalla -no carentes de humor- en detrimento de un Aquaman que en la anterior versión era el elemento más conflictivo del grupo.
Es decir, en sus primeras tres horas -aproximadamente- los derroteros de ambas versiones son el mismo y la diferencia en una narrativa más fluida y una mayor extensión de algunas de sus escenas. En muchos casos para bien, en otros no tanto. Pero en los pequeños detalles es donde realmente se aprecia el conflicto de la visión de Whedon y Snyder. Las escenas que de Whedon que se han quedado fuera buscaban añadir humanidad a los personajes: el vídeo podcast de Superman, la escena de Bruce después de una batalla mostrando sus heridas, las que recalcan la necesidad de que Diana se convierta en un referente para el resto, la carrera entre Superman y Flash como escena postcréditos y la actitud de Aquaman alimentando las dudas y el conflicto en el grupo.
Los superhéroes de Snyder, en cambio, están endiosados, son condescendientes, no muestran debilidades y son más iconos que humanos. Esto no necesariamente es malo, sino fuese porque Snyder se suele contradecir en su propio discurso. Nos habla de un personaje que debe ser un faro de esperanza para humanidad como Superman, pero sus acciones no van en consonancia con esto vistiendo de negro, utilizando sus poderes de forma descontrolada incluso con enemigos abatidos y poniendo en su boca frases más propias de un matón que de un superhéroe. Esto último se extrapola al resto de La Liga de la Justicia y queda muy bien ejemplificado en su ajusticiamiento a Seppenwolf como recado de cara a Darkseid.
Esto es así porque Snyder no está buscando como referente los cómics sino otro medio como son los videojuegos y con los que ha mostrado mucha afinidad en otras producciones como Sucker Punch. Su Batman es el de Batman: Arkham Asylum y la premisa de su historia conecta sospechosamente con Injustice. Si teníamos alguna duda sobre ello solo hay que ver el epílogo de La Liga de la Justicia, anticlimático, innecesario y, en parte, confuso. El mundo de Injustice es un elseworld muy interesante, pero la manera en la que Snyder ha ido planteando este escenario no es coherente. Es esa parte final de su versión la que echa por tierra el buen trabajo realizado en el resto de la película.
En definitiva, no es fácil valorar los resultados del Snyder Cut porque, aunque en términos generales tenemos ante nosotros una película mucho más sólida, más de autor y menos de estudio como la de Whedon, hay cuestiones que nos pueden sacar de la película y que tienen que ver con los excesos habituales de su director. Tenemos una historia llena de épica, de acción y diálogos lapidarios, con un montón de interacciones que como aficionados de los personajes anhelamos y que conviven con otros -apenas cameos- como el del Detective Marciano y el Joker (no lo intentes más Jared, por favor) que son totalmente gratuitos y que perjudican el conjunto. El resto es lo que podíamos esperar, incluso más, para bien y para mal.
Depende de nuestras expectativas y de la conexión con los planteamientos que exhibe Snyder La Liga de la Justicia nos puede parecer una cosa u otra, pero seguramente no sea ninguna de las dos: ni una obra maestra ni un bodrio. Por otro lado, tiendo a pensar que una película es tan madura como el debate que puede generar y solo tenemos que ir a Internet para ver los que esta ha generado. ¡Exactamente los mismos que muchas otras películas de superhéroes! Ponerle etiquetas de ese tipo a estas historias solo las perjudica, porque en tanto tú te describes, tanto te valorarán. Yo recomiendo a todo el mundo que vea La Liga de la Justicia de Zack Snyder como lo que debería ser: un entretenimiento. La experiencia personal ya diría si mejor o peor, igual que vuestras -incluyendo la mía- opiniones.
Lo mejor – La épica de la producción. La interacción de los personajes. La visión más sólida y órganica de Snyder.
Lo peor – Todo lo que ha tenido que ver con el debate en relación a esta película en redes sociales. El epílogo de la producción y las escenas del Detective Marciano. Algunas cuestiones de caracterización de los personajes.
¿Joss Whedon o Zack Snyder? – En términos generales, Snyder, la suya es una película más sólida y personal, pero hay ciertos elementos interesantes de la visión de Whedon. Ojalá una producción que hubiese podido aunar ideas de los dos, con un apartado visual en manos de Snyder y un Whedon supervisando el guion pero lejos de nada parecido a un plató de rodaje.
El personaje – Wonder Woman. Es el personaje mejor retratado de la película pese a algunas decisiones de guion.
La escena – Por todo lo que ha dado de hablar, la escena de Flash y las salchichas. Para el disfrute, la de Wonder Woman en el banco que ya era mi favorita del metraje anterior.
Después de años de campaña en redes adentrándose en terrenos de la ilusión desbordada por un lado y la toxicidad más incomprensible por otro e incluso de una inusual filtración en HBO Max al reproducir Tom & Jerry (Tim Story, 2021) que, como era de esperar, volvió a servir como excusa para agitar el avispero de las conspiraciones en la sombra contra su visionario director La Liga de la Justicia de Zack Snyder llegaba a la plataforma propiedad de Warner Bros el pasado día 18 de marzo en olor de multitudes virtuales. Ha pasado más de medio mes del estreno del largometraje y todavía hoy se comenta en redes, pero lo que ahora nos ocupa no es el mucho tiempo libre que ciertas personas dedican a un director y un universo ficcional al que se ha otorgado una injustificada y desproporcionada dimensionalidad, sino reseñar la obra cinematográfica en concreto.
Como todos sabemos lo que llegó a los cines en 2017 fue una versión de Justice League de la que Zack Snyder tuvo que desvincularse debido a una tragedia familiar y Warner Bros, en su afán por seguir construyendo chapuceramente su DC Extended Universe, despidió a Snyder y contrató los servicios de un Joss Whedon que en principio iba a colaborar con algunos diálogos del guión viéndose posteriormente implicado en el proyecto para intentar parchearlo de mala manera asumiendo lo que la productora le solicitó y sin poder aportar su propia impronta, en las antípodas de la del autor de 300 o Watchmen, alumbrando un monstruo de frankenstein para salir al paso que redujo una obra de proporciones mastodónticas a una cinta entretenida, muy irregular y excesivamente liviana para salir del paso.
Lo que finalmente ha visto la luz ha sido lo más cercano a la visión que tenía Zack Snyder de lo que iba a ser su Liga de la Justicia, ya que su intención era la de construir una miniserie de cuatro o seis episodios que, ante la negativa de Warner Bros, ha quedado reducida, aunque usar esa expresión en este caso sea un eufemismo, a una película de casi cuatro horas dividida en seis partes. Recuperando el material rodado por el director de Amanecer de los Muertos (2004) que se vio en cines hace cuatro años, el desechado de su montaje inicial que nunca se oficializó, añadiendo un nuevo prólogo rodado para la ocasión y aportando una inyección presupuestaria de 70 millones de dólares lo que puede verse en Zack Snyder’s Justice League es la culminación de su particular mirada hacia personajes nacidos en DC Comics, con todo lo bueno y malo que ello conlleva, que se inició en 2013.
Algo que no se puede negar de ninguna manera es que esta nueva versión de La Liga de la Justicia es un producto 100% Zack Snyder. Desde que El Hombre de Acero llegó a los cines un servidor siempre ha defendido que la visión de los personajes de DC Comics en general y de Superman en general ofrecida por el cineasta estadounidense está muy alejada de lo que los lectores llevamos viendo en viñetas durante décadas. Snyder tiene la idea de que todos los superhéroes deben ser taciturnos, oscuros o de reminiscencias mesiánicas y si ese punto de vista puede funcionar con los personajes de 300, Watchmen e incluso el Batman de Ben Affleck, que hunde sus raíces en el ideado por Frank Miller en El Regreso del Caballero Oscuro, el alter ego extraterrestre de Clark Kent no debería ser pasado por ese tamiz, a menos que lo que quiera adaptar su ideólogo sea el videojuego Injustice o algún elseworld centrado en Hombre del Mañana.
Habiendo razonado esto y siendo consciente de que lo encapsulado en La Liga de la Justicia de Zack Snyder es “su versión” de dichos iconos a un servidor no le queda más remedio que admitir encontrarse con una producción notable en la que su máximo responsable ha depositado toda su profesionalidad y compromiso para ofrecer un espectáculo pirotécnico de primer nivel, siempre dentro de los parámetros establecidos dentro del universo del blockbuster comercial típicamente hollywoodiense. En ese sentido Snyder no hace prisioneros para hiperbolizar, y en ocasiones hasta hipertrofiar, lo que según él debería ser una película de superhéroes inspirada en el mundo del cómic. El resultado será una orgiástica omilía para sus fans más enfervorecidos, una ridiculez para sus detractores más furibundos y un simple entretenimiento, bien o mal rematado, para los que nos encontramos en un término medio.
Desde su magnífico prólogo Zack Snyder da rienda suelta a su pasión por la épica desmesurada siempre sustentada en un acabado visual que para unos es considerado de una belleza superlartiva y para otros de un mal gusto avasallador. Esta será la tónica a lo largo de las cuatro horas de metraje en las que pareciera como si el director quisiera que cada plano, cada encuadre, cada uno de sus famosos ralentís supusieran el momento culminante de la obra. Esta tendencia a epatar visualmente al espectador puede transformar el visionado del film en puro gozo para unos y una tortura para otros, pero ciertamente se adecúa a la historia sobre la que se construye la cinta. Un servidor mentiría si no admitiera que en más de una ocasión alucinó con la composición visual del realizador aprovechando al máximo ese polémico e innecesario formato 4:3 que ha hecho correr ríos de tinta real y digital.
Cada batalla, cada combate cuerpo a cuerpo, cada explosión o tiroteo tiene el sello estilístico de su director, una tendencia a la sobrexplotación que emparenta muchos de los planos más dinámicos a splash pages de dibujantes como Jim Lee, Marc Silvestri o el difunto Michael Turner. El problema es que en ocasiones Snyder se pasa de frenada y lo que comienza siendo grandilocuente y solemne acaba deviniendo en hortera y hasta involuntariamente cómico. Tomemos como ejemplo la famosa escena del rescate de Iris por parte de Barry que desemboca en la escena más sonrrojante de las dos versiones existentes de la película. Una secuencia en la que la reacción inexpresiva de la accidentada, el grimoso momento del pelo y el baile de salchichas al ritmo de Song to the Siren, versión de Rose Betts, convierten todo en un desfile de sinrazones y decisiones rocambolescas que sólo pueden dar pie a la carcajada.
Y aprovechando la escena de marras podemos meternos en lo que son las carencias de la película, que haberlas haylas y algunas menoscaban el buen resultado del conjunto de la obra. Aunque previamente he confirmado asumir y aceptar lo que Zack Snyder ofrece con su propuesta se me hace imposible no arquear la ceja con esa Wonder Woman valkiria salvaje capaz de volar por los aires a un atracador ante la mirada de un grupo de niños o decapitar a un enemigo ya vencido, además de a un Superman matón que se ceba con un Steppenwolf incapaz de defenderse mostrando una versión que poco o nada tiene que ver con el de los cómics siendo hasta la de Whedon de la anterior versión del film mucho más respetuosa a pesar de su penoso no bigote digital. Todo en concomitancia con esa innecesaria manía de asumir que lo violento y oscuro es más adulto añadiendo incluso pasajes ligeramente sangrientos a una película que no los necesita quedando tan impostados como los incluidos en Aves de Presa (Y la Fantabulosa Emancipación de Harley Quinn).
Mejor parados salen Cyborg y Flash. El primero se convierte en el alma de la película y viendo la gran cantidad de metraje y relevancia que se le quitó en la versión de 2017 en parte se comprende el enfado de Ray Fisher. De esa hora y media de metraje inédito muchos minutos están dedicados a dar un trasfondo y unas inquietudes a Victor Stone, que también ve más enriquecida la relación mantenida con su padre Silas Stone (Joe Morton) ofreciendo al espectador un personaje más interesante que el de la anterior Liga de la Justicia. Barry Allen también sale reforzado, ya que si Cyborg se revelaba como el alma del film, el rol de un entregadísimo Ezra Miller es el corazón. Si aceptamos que siga siendo la descarga cómica de la velada, algo que se achacó exclusivamente a Whedon, el héroe creado por Robert Kanigher y Carmine Infantino cobra una nueva dimensión en este montaje y protagoniza la mejor secuencia del mismo, la de su carrera final para manipular el tiempo con ecos al Superman de Richard Donner.
En el apartado técnico encontramos luces y sombras. Poco se puede achacar a la labor de Zack Snyder detrás de las cámaras ya que sigue fiel a sí mismo a su megalómana puesta en escena. Pero sí es cierto que los efectos digitales no siempre están a la altura. Mientras la batalla la alianza unificada, los combates submarinos en Atlantis, las apariciones de Darkseid o el clímax final lucen un meritorio CGI pasajes como el asalto a Temiscira, el rediseño de personajes como Steppenwolf o la armadura de Cyborg cuando la luz se ve reflejada en ella muestran unas carencias que rompen la homogeneidad de la obra. El colmo de esta debilidad asumida por el film llega con el controvertido epílogo en el que Snyder se ve en la obligación de tirar de primeros planos muy cerrados para que no se noten los cromas delatando el nulo diseño de producción y aún así cuando Cyborg se quita la capucha y muestra su cuerpo completo es inevitable sentir un escalofrío subiendo por la espalda.
A colación del epílogo un servidor no puede considerarlo más innecesario. Aunque trata de mantener cierta coherencia con la “kinghtmare” de Batman vs. Superman: El Amanecer de la Justicia el único fin de esta secuencia protagonizada por Batman, Mera, Deathstroke, el ya citado Cyborg, Superman y el insufrible Joker de Jared Leto es dejar una puerta abierta para que los fans más extremistas de Zack Snyder sigan exigiendo a Warner Bros que le dejen hacer más películas con los superhéroes de DC Comics, algo que ha quedado cristalino al convertir la campaña del ReleaseTheSnyderCut en una renovada RestoreTheSnyderverse con la que algunos usuarios de redes sociales, por suerte no todos, ya han protagonizado momentos de mal gusto y desvergüenza. Comportamientos que no benefician en absoluto a un posible regreso del director para seguir con su microcosmos ficcional.
Zack Snyder’s Justice League es un colosal divertimento, la muestra quintaesencial de lo que es el discurso de su director convertido en un elseworld compuesto por seis grapas o prestigios que ponen fin, al menos por ahora, a la trilogía con la que asentó las cuestionables y no muy sólidas bases de ese DCEU con el que Warner Bros sigue sin saber exactamente qué hacer. Sus cuatro horas de desenfreno wagneriano ofrecen los suficientes aciertos para que obviemos algunas carencias que llegan incluso a restar puntos al conjunto, pero nunca a ensombrecer en demasía la experiencia de ver a estas deidades cinematográficas repartir estopa en pantalla a ritmo de Junkie XL y la playlist del Spotify de su director. Aunque reniego de gran parte del movimiento al que ha dado forma e incluso de algunos comportamientos del mismo Snyder me alegra que su película haya salido a la luz y que la haya culminado dedicándola a su hija Autumn. No es arte, no es gran cine, pero es entretenimiento puro y en ese sentido no puedo más que quitarme el sombrero.
Lo mejor – El prólogo, la última escena de Flash, el trasfondo de los personajes y en especial el de Cyborg
Lo peor – La escena del rescate salchichero, el pobre CGI de varias secuencias, el impostado Grimm & Gritty de Snyder, un Superman irreconocible
¿Joss Whedon o Zack Snyder? – Si tenemos en cuenta que en verdad no existe una versión de Whedon me quedo con la de Snyder, pero pagaría por ver una película de Justice League íntegramente realizada por el autor de Buffy Cazavampiros y Firefly
El personaje – Cyborg
La escena – Flash y su carrera final
Vaya por delante lo más simple y subjetivo. Me gustó y mucho esta nueva versión de la Liga de la Justicia. Además cabe decir de antemano que también me había gustado la versión que terminó Joss Whedon, con algunas salvedades. En lo personal, no entro ni me interesa entrar en las dicotomías Whedon vs. Snyder, humor vs. seriedad, Marvel vs. DC. Sí recuerdo haber recibido bien que el anterior corte se permitiera divertirse más, pero eso no falta tampoco en esta versión de Zack Snyder tan criticado por la solemnidad con lugares para hacer bromas muy bien ubicados en tiempo, espacio y personajes.
Y con cada punto de la película, me pasa lo mismo de esta versión a la anterior. La sensación que me deja esta Liga de la Justicia que pudimos ver ahora es que mejora todo donde se quedaba a medias la anterior, y aporta mucho que aquella no tenía. Una muestra de ello es Cyborg que antes lo veía fuera de lugar, un Joven Titán ascendido sin mucho sentido, y aquí me parece que se gana de una vez y para siempre el lugar entre los miembros de la Liga. Así como en lo personal pude empatizar con su trasfondo y su motivación como nunca antes, llegando incluso a emocionarme el mensaje que el padre le deja grabado de una manera que jamás hubiera imaginado.
De modo similar ocurre con los villanos. Gocé con esta versión de Darskeid como amenaza principal, mayor, y que Steppenwolf sea lo que es y siempre fue. No solo por el capricho de lector comiquero fan de DC (que también) sino porque le da una entidad al peligro de destrucción total todavía mayor, una sensación de que la Tierra está en riesgo de desaparecer. (Si el villano que está destruyendo todo y superando a civilizaciones como la amazona y la atlante no es el más fuerte, ¡lo terrible que será si invade el que está por encima de él!)
Esto colabora a aumentar la épica de la historia, anclándose en 5 mil años atrás con una guerra mítica entre hombres, atlantes y amazonas por proteger al planeta de su desaparición, que nos trae al presente en una Liga de la Justicia que encarnará aquella alianza y la llevará a otros puntos con lo que aportan Flash, Cyborg y Superman. Con ello no pierde este corte tampoco la sensación de la esperanza, más bien al contrario también la mejora y supera reforzando ese concepto: nadie se salva solo, no hay mal que no se pueda superar si sacamos lo mejor de nosotros y nos unimos.
A mi juicio, lo peor es (o sería) no poder ver la continuación de esta historia; en especial en lo que concierne a la invasión de Darkseid, ese enfrentamiento directo entre la Liga y el villano mayor. No solo no sentí la extensión de la película como algo negativo (no es nada que no hagamos al hacer visionados de series durante incluso más horas), sino que podría haber seguido mirando varias horas más si seguía la historia de Luthor, Deathstroke, Darkseid, Apokolips, etcétera.
En su momento señalaba la Liga de la Justicia de Whedon era todo lo que siempre quise de una película de este equipo. Hoy siento que el corte de Snyder me brinda todo lo que me faltaba y es hasta más de lo que siempre quise. No solo es una película de la Liga, es una película de un megaevento de DC. Antes tenía poco para pedir, ahora ya no pido más nada. (Pero si se puede pedir… quiero la continuación de la invasión desde Apokolips y un Elseworld con la pesadilla de Batman).
Lo mejor – El tiempo y espacio para desarrollar la trama y los personajes, que hace a un todo coherente y consistente en esta película y más aún con las dos anteriores. Una historia de la Liga que puede tomar cualquiera y disfrutar por completo sin haber visto nada de este Universo.
Lo peor – Quedarse con las ganas de las secuelas con más Luthor y Darkseid.
¿Joss Whedon o Zack Snyder? – Hablando de esta película, sin dudas que Zack Snyder nos ofrece algo mucho mejor y más completo. Después de todo, era su película y Whedon alguien que hizo el trabajo por contrato.
El personaje – Cyborg, especialmente por cómo se lo mejora de una versión a la otra.
La escena – Flash rompiendo su regla de torcer el tiempo para salvar el mundo.
Posiblemente, pocas figuras sean tan relevantes en el cine del siglo XXI (no a nivel de calidad, sino de impacto) como Zack Snyder. Junto a Danny Boyle y su 28 días después fue el que dio lugar al regreso del fenómeno zombi a las pantallas de cine con el remake de El Amanecer de los muertos y fue creador de un estilo visual con la adaptación cinematográfica del 300 de Frank Miller. Sin embargo, puede que por lo que vaya a ser más conocido a día de hoy sea por la controversia en torno a su versión de la Liga de la Justicia.
Me ha gustado el film, pero posiblemente este sea otro capítulo en la historia de conflicto Hollywood vs. creadores y por suerte parece que esta vez se ha decantado la balanza del segundo lado. Se han batido récord de suscripciones a la plataforma HBO Max con la inclusión de La Liga de la Justicia de Zack Snyder, demostrando que sí que hay interés en la versión del director. Y ha sido una experiencia agradable. Pese a alguna escena que causa el sonrojo, está bien haber podido ver esta historia como fue originalmente concebida así como la excelente banda sonora a cargo de Junkie XL. Y que puedo decir, le tengo especial cariño al Batman de Ben Affleck. El formato 4:3 se hace extraño, si, pero es fácil dejarse llevar. Y estoy contento de como la obra de Jack Kirby sea adaptada en primera línea, con Darkseid y DeSaad prefería otra Abuelita Bondad aunque saliese poco, Kathy Bates sigue siendo mi interprete anhelada para el personaje, pero eso tendrá que esperar hasta la futura película de Los nuevos dioses de Ava DuVernay.
Es obvio que con 4 horas de metraje va a haber espacio para el desarrollo de personajes, pero no deja de ser agradecido, máxime en los casos de Flash y Cyborg que en la versión de Wheddon eran meras comparsas, así como Steppenwolf (Se nota que Ciaran Hinds está más contento por que el metraje original haya salido a la luz). Su trasfondo trágico te hace tenerle más estima al personaje que en la película que llegó a la gran pantalla en 2017. Puede que La Liga de la Justicia de Zack Snyder no sea perfecta ni mucho menos, tiene algunos de los ticks del director que siguen sin agradarme como el tratamiento de Superman (sigo sin comprender la necesidad de enfatizar su componente mesiánico, ignorando el componente humano del personaje, y apabullando a su enemigo sin mostrar apenas compasión), la innecesaria aparición del Detective Marciano o el inevitable choque de perspectivas en torno a Wonder Woman (la guerrera de la espada y el escudo contra la versión de Patty Jenkins, más “pacifista”), pero al menos esta vez es un film con identidad propia y no un producto genérico con la única intención de copiar un estilo y intentar sacar la mayor tajada de ella. Por mucho que haya fans que lo anhelen (y ojalá fuese desde el respeto), el director dice que su aproximación al Universo DC ha terminado con esta trilogía. Ha sido un placer haber podido ver su final y siempre nos quedará el VOD o los Blu-Ray para revisitarlas.
Lo mejor – Mucha mayor coherencia y desarrollo de personajes.
Lo peor – Posiblemente la caracterización de Superman.
¿Joss Whedon o Zack Snyder? – bueno estaba destinado a ser dos películas más
El personaje – Cyborg. Hay que reconocer que Ray Fisher tenía razón sobre el protagonismo del personaje en el film.
La escena – Flash salvando el día.
Aunque pueda parecer lo contrario, no odio a Zack Snyder, me parece un muy buen realizador, pero no de cine, si no de videoclips, de grandes escenas acompañadas por la mejor música. En síntesis eso es lo que es su 300, su Watchmen (obra a la que no comprendió como Lindelof nos demostró años después) y su trilogía en en DCU, compuesta por Man of Steel, Batman vs Superman y su Liga de la Justicia.
No solo no odio a Snyder, si no que lo que sí odio es que Warner Bros se cargara su película por un calendario autoimpuesto, no permitiendo a su director hacer la versión que de la misma había diseñado, máxime cuando esto ocurrió porque Snyder tuvo que vivir algo tan dramático como la muerte de su hija.
Que existía una versión de la Liga de la Justicia, mutilada por Warner en su estreno en cines en 2017, era algo que todo sabíamos. Que Joss Whedom tampoco tuvo la culpa del resultado de aquella cinta (correcta pero no lo que se esperaba que fuera, la gran apoteosis de DC en el cine) puesto que tuvo que trabajar con directrices de una productora y con una película ya prácticamente rodada sin poder apenas tener tiempo para aportar su visión.
Pues bien, el corte de Snyder ha llegado y tras tanto cacarear que esto sería la versión definitiva de su mejor película lo que nos encontramos es… la misma película, pero más larga. Al menos, en sus tres primeras horas. La acción transcurre con una innecesaria cámara lenta que alarga todo sin explicación, con una musica y unas escenas repletas de ominosidad y grandiosidad impostada que le hacen un flaco favor a este filme que sí, está mejor explicado que su versión anterior, y es mejor en líneas generales, pero al que le sobra metraje por todos lados.
Para mí, la película perfecta habría sido una con la duración de la que se estrenó en cines pero con el montaje de Snyder, que él hubiera elegida qué quitar y qué contar.
Está mucho mejor explicado el papel de Cyborg (no así el de Aquaman que no aporta nada a la película y que además no tiene nada de continuidad con lo que fue su cinta posterior) y el de Steppenwolf, así como el de las Cajas Madre, que por fin sabemos para qué sirven y por qué son tan peligrosas.
El problema, es todo lo demás. Superman lleva un traje negro solo para impresionar. Flash se queda prendado de una mujer que nadie de fuera del medio sabe que es Iris West. Wonder Woman llama Kal El a un Clark Kent con el que jamás intercambió ni media palabra. Todo lo nuevo que se había prometido corresponde a un vergonzoso epílogo que demuestra como Snyder quiere seguir trabajando con Warner aunque nos haya dicho que había terminado su relación con la productora.
Superman no es si no un bully de patio de colegio que está muy lejos de ser el gran héroe de Metropolis. Algo, en lo que no existe ningún problema, solo cuando se nos dice que es la versión más fiel al personaje, siendo la que más se aparta del mismo.
El formato 4:3 no aporta nada, salvo una falsa identidad a una película que no necesita este formato para brillar o fracasar. 70 millones de dólares se gastan en un CGI que resulta vergonzoso y que convierte grandes batallas en intros de videojuego de hace dos generaciones de consolas.
Una película que mejor montada y explicada, sí, supera a la anterior, pero que no es la panacea que se prometió y que desde luego tiñe de tramas más grandes que la vida y de seriedad, lo que en realidad no es si no una película de acción protagonizada por superhéroes convencionales, lo que de por sí no es malo, ni mucho menos, pero que Snyder niega.
Una decepción que me hizo perder cuatro horas de mi vida.
Lo mejor – Cyborg, y la explicación de las Cajas Madre.
Lo peor – Falsamente grande y ominosa.
¿Joss Whedon o Zack Snyder? – Aún con todos los peros, Snyder.
El personaje – Batman, siempre a tope con este Bruce Wayne crepuscular.
La escena – Aquaman subido en un Batmovil que tiene a Flash echándole una carrera.
Round 2. En 2017 salí del cine muy decepcionado tras el visionado de La Liga de la Justicia. El bigote de Superman, Steppenwolf, la familia rusa, un CGI cantarín, la insípida historia… podría seguir unas cuantas líneas más. Sin embargo, gracias a la versión de Zack Snyder hemos podido comprobar que aquello fue consecuencia de una serie de erróneas decisiones tomadas por una Major que no pone todo el cuidado que debiera en su rama comiquera. Queriendo construir la casa por el tejado, obsesinada con la competencia y su universo compartido, Warner ha ido dando bandazos tirándose piedras sobre su propio tejado. La versión que pudimos ver en salas de cines tuvo que recomponerla Joss Whedon con gran parte del metraje que había rodado el director de 300 dando como resultado una especie de monstruo de Frankenstein al que se le veían todas las costuras.
En este ejercicio curioso del que hemos sido testigos, hemos podido ver claramente la autoría de la película. Con sus virtudes y con sus defectos, este mastodóntico proyecto sale victorioso en todos los aspectos si lo comparamos con su predecesora. Independientemente que empatices con los modelos mostrados, el tono utilizado sí que es el adecuado para la ocasión y encaja como un guante con la particular visión de su creador. La Liga de la Justicia de Zack Snyder es un auténtico deleite visual a pesar de que siga habiendo algún que otro momento en el cual rechinen los efectos.
Cuatro horas dan para mucho y debemos entender que este montaje no hubiera sido posible en salas de cine. Los tiempos cambian, y las plataformas streaming se presentan como alternativas reales al modelo de negocio de siempre. Gracias a esto hemos podido comprobar la superlativa importancia de Flash y Cyborg, ninguneados en la versión anterior. Todo resulta mucho más fluido en esta ZackSnyder’s Justice League. No solo eso, sino que a pesar de su larga duración resulta mucho más entretenida y emocionante de lo que podíamos esperar. Aquí las piezas no están encajadas a martillazos. Revisitando la versión Ultimate de Batman vs Superman: El Amanecer de la Justicia, todo goza de más coherencia incluyendo esa versión postapocalíptica con aroma a Injustice que nos deja con ganas de más. Eso sí, lo que sigo sin comprar es que sea gracias a los sueños de Bruce Wayne que tengamos esos flashes del futuro.
Más allá de los cantos en el pueblo pesquero, ninguna escena parece metida con calzador si bien es cierto que Snyder se recrea hasta la extenuación. A Snyder le gusta gustarse tanto que, en ocasiones, pone absolutamente todo al servicio del estilo. Si tiene que desvirtuar trama o personajes, no le importa lo más mínimo, aunque eso signifique correr el riesgo que, de tan recargado, quede paródico. Ahora bien, gracias a todos estos ingredientes la traca final gana varios enteros generando una épica que pocas veces hemos podido disfrutar en una cinta de superhéroes.
Una de cal y otra de arena. Los personajes terrenales siguen estando en un segundísimo segundo plano. Lois Lane es una mera comparsa para desgracia de los seguidores de la gran Amy Adams. Todo lo contrario que los villanos de la función. Steppenwolf gana muchísimos enteros gracias a un necesario lavado de cara y a una construcción de personaje mucho más sensata. Whedon nos presentó un malo malísimo sin carisma de ningún tipo cuyas motivaciones estaban muy deshilvanadas. Sin embargo, Snyder mejora la papeleta situándole en su escalafón real, muy por debajo de un Darkseid que apenas necesita de un par de pequeñas escenas para adueñarse por completo de nuestras fantasías deceitas.
La Liga de la Justicia de Zack Snyder es una película perfectamente imperfecta en la que su director utiliza la fórmula de siempre, repitiendo errores del pasado. Barroquismo en estado puro, sobriedad exacerbada y una mecánica videoclipera con la que acelera y ralentiza los movimientos a placer. Pero igual que en el noveno arte podemos identificar fácilmente un cómic de Alan Moore, Frank Miller o Grant Morrison, es de agradecer que en el ámbito cinematográfico podamos disfrutar (o aburrirnos) con películas que se alejen de lo convencional y nos ofrezcan visiones mucho más singulares.
Puede que no nos convenza la percepción que tiene Snyder sobre algunos de sus superhéroes, su falta de humanidad o la violencia extrema, pero creo firmemente que, con la variedad de concepciones, salimos todos ganando. Siempre he sido un gran fan del Batman de Christopher Nolan pero para Gotham me quedo con la de Tim Burton. No puedo ni acercarme al Flash de CW pero gracias a esta cinta de Zack Snyder recupero las ganas de ver al velocista escarlata liderando su propia franquicia cinematográfica. Parafraseando al Joker, vivimos en una sociedad en la que todo es blanco o es negro, todo es bueno o es malo. La Liga de la Justicia de Zack Snyder no es una obra maestra y algunos de sus problemas vienen precisamente porque el propio director hace suyos a los personajes, cambiándoles la identidad. No obstante, mejora los pasos dados con anterioridad y, afortunadamente, no tenemos ningún Lex Luthor de turno. Por desgracia, su particular universo parece que ha llegado a su fin. El epílogo funciona a modo de trailer de un proyecto que nunca exisitirá pero… nunca digas nunca jamás. Al fin y al cabo, ¿quién iba a pensar que, tras los palos sufridos en 2017, cuatro años después íbamos a poder ver una nueva versión de cuatro horas en nuestras casas como consecuencia de una pandemia? Los caminos del Señor Snyder son inescrutables…
Lo mejor – La traca final, mucho mejor llevada que en la versión de Whedon con un épico climax conducido por Flash.
Lo peor – La sensación de que nos hemos perdido historias de un universo con mucho potencial.
¿Joss Whedon o Zack Snyder? – Es una comparación injusta puesto que no tuvieron las mismas oportunidades. A Whedon le contrataron para encajar piezas, no para que realizara su propia película. En cualquier caso, esta nueva versión es infinitamente mejor que la que pudimos ver en la salas de cine.
El personaje – Flash, tanto por su ridícula escena salchichera como por su portentosa actuación final.
La escena – Flash, la fuerza de la velocidad y el temazo de Junkie XL. Para ver en bucle una y otra vez. Solo de recordarlo se me vuelve a poner la piel de gallina.
Tras varios años de un movimiento fan sin precedentes, ya tenemos en nuestras pantallas la Liga de la Justicia de Zack Snyder.
El estreno de esta película representa todo un fenómeno en la historia reciente del cine (con permiso de Spielberg y Scorsese), confirmando la capacidad de influencia del fandom gracias a las redes sociales y en conjunción con las posibilidades abiertas por las plataformas digitales. Se trata de una contundente muestra de lo que supone el nuevo paradigma de producción y consumo audiovisual.
El gran causante de este movimiento no es otro que Zack Snyder. Desde hace más de un lustro, cualquier debate sobre el Universo DC en el cine, acaba convirtiéndose en un debate sobre Zack Snyder.
Cuenta, además, con una militante legión de fans muy activos en la red. En la época actual, quien tiene eso puede enfrentarse a los gigantes de la industria. No está mal. Pero también acumula enconados detractores. Algo que, precisamente, suele poner de los nervios a las grandes productoras, ávidas de películas para todos los gustos y públicos. En este punto, el gran misterio sigue siendo en qué estaban pensando en Warner cuando apostaron por un director como él para levantar una franquicia cuyo objetivo era ni más ni menos que competir con Disney.
Con esta película, Snyder ha podido por fin completar el arco de presentación de su visión del Universo DC. Y lo ha hecho, según parece, con plena libertad. Hay algo de justicia en ello. Que te contraten para aportar tu visión y que luego te despidan por aportar tu visión debe de ser el colmo de la frustración. Sin embargo, el resultado confirma las enormes reservas que se tenían a la hora de considerar esa visión como canon. Esto es algo que la propia legión de snyderitas reconoce implícitamente cuando afirman que esta obra es un Else World. No estamos pues ante la puesta de largo del DCEU sino del Snyderverso.
Es decir, que tenemos un Else World sin que haya habido el The World. La versión alternativa sin el canon, la variación de la referencia sin la referencia. Un The Dark Knight Returns sin todo el bagaje anterior que lo hace rompedor, la Muerte de Superman sin la vida y milagros de Superman. Y eso es un problema.
La ZSJL es la consecución lógica de esa trayectoria. La película cumple ofreciendo el relato de la formación de la Liga de la Justicia, sin embargo, se siente más como un prólogo a la verdadera historia que Snyder está deseando contar: la del mundo postapocalíptico con Superman como villano (¡otra vez!), Batman de guerrillero, Aquaman muerto y el hijo de Lois y Clark como nuevo Batman (!?), es decir, nada que se parezca ni remotamente a la Liga de la Justicia, sino la versión hardcore de Injustice de la que lleva haciendo trailers desde 2016. Es difícil que esto pueda ser considerado el canon cinematográfico del UDC. Un Else world sí, pero el DCEU no.
Lo curioso es que el DCEU ya no parece importarle a nadie. Desde luego no a Warner, que lo dio por terminado cuando se dieron cuenta de que lo que Snyder estaba haciendo no era lo ellos querían (pero ¿sabían lo que querían?). Después, lo sustituyó por un fantasmagórico Worlds of DC del que nunca más se supo y ahora parece que esperan a que Flash ponga un poco de orden multiversal en este desaguisado. Mientras tanto, la visión de Snyder ha terminado por canibalizar y en última instancia sustituir al DCEU, hasta el punto que lo que hoy se está pidiendo desde parte del fandom es #RestoreTheSnyderVerse y no #RestoreTheDCEU. Si el Snyderverso es el único DCEU posible, creo que tenemos otro problema.
En cuanto a la película, está claro que estamos ante una obra superior en todos los aspectos a la versión anterior. Esto está lejos de ser un triunfo: era un empeño ridículamente fácil. Aun así, no vamos a negarle virtudes y grandes momentos. El talento de Snyder para el clip y la pose es innegable. Pero también hay una buena colección de inevitables snyderadas, redundancias, idas de olla, sobradas y demás concesiones gratuitas al molonismo al que es adicto el director.
Así, tenemos más acción, más caracterizaciones y más intensidad, pero también un hilado que sigue siendo muy pobre (toda esa bobada de la Unidad), unas pretensiones sonrojantes y una saturación de subtramas y motivos embutidos sin ninguna sutileza.
Tenemos por fin el relato mítico que conecta Viejos y Nuevos Dioses, Edad de los Héroes Antigua y Moderna, pero también (y al igual que la JL 2017) la total ausencia del impacto que este fenómeno tiene en la Humanidad, anulando por completo la presumida trascendencia del momento.
Tenemos a Darkseid, que por sí solo hace ganar enteros a la película y hasta dignifica algo a Steppenwolf, pero también una simplificación ordinaria del personaje que lo reduce a malote conquistador sin más.
Tenemos más interacción grupal, pero de un grupo que sigue incompleto y del que apenas hemos visto un atisbo, con un Superman que es poco más que un cameo y sin noticias de Green Lantern (esto último, responsabilidad de Warner). La alineación completa protagoniza una única escena y sale junta en pantalla ¿un minuto? ¿¿de doscientos cuarenta?? Según parece, en la secuela la intención era reventar el grupo más muertes, conflictos y demás.
Tenemos un final muy digno, lo mejor de la película, con momentos que son puro cómic, como el desafiante cruce de miradas entre Darkseid y la Liga o la portentosa escena de Flash, que grita “crisis” en cada zancada, pero también un ensañamiento fuera de lugar, incoherente y gratuito con Steppenwolf y unos más que cuestionables epílogos (totalmente absurdo el de J’onn J’onzz, meramente promocional el de Deathstroke y snyder-desatado el del Knightmare).
Todo muy snyderiano: abarcar todo lo posible y con toda la intensidad posible. Todo es importante, todo es trascendente, todo merece ser captado, resaltado y exaltado por un slow motion infinito.
En cualquier caso, la ZSJL cuenta con la enorme ventaja de compararse con su predecesora. Porque si la JL 2017 era la nada, cualquier cosa que se le compare será al menos algo. De hecho, siendo la JL 2017 una película plana, vacía e impersonal, la ZSJL parece diseñada para ser exactamente lo contrario: desmesurada, saturante, excesiva.
Incluso a nivel de relación con el material original, es decir, su capacidad para ser canon, la ZSJL, con todas sus cosas, supera a la JL 2017, pues si bien ésta quería desesperadamente ajustarse a la fuente original su ejecución era tan penosa, tan anémica, que era incapaz de transmitir nada, ni siquiera fidelidad al canon.
Y es que a la visión personalísima del UDC de Snyder hay que añadirle la ejecutoria personalísima del cine de Snyder. En este punto, la ZSJL es una defensa terca, machacona, casi revanchista tanto de la visión del UDC como de la manera de hacer cine del director.
En suma, la presentación de los Mejores Superhéroes del Mundo acaba siendo la apoteosis de snyderismo, para lo bueno y para lo malo. Algunas escenas espectaculares para ver en bucle o decorar fondos de pantalla en medio de una historia que se pretende relevante y oscura pero que acaba siendo más ordinaria de lo que se cree.
El gran damnificado de todo esto no es otro que el DCEU, condenado a seguir languideciendo en el limbo o resignarse a servir de mera cobertura al Snyderverso.
A la vista del resto de películas de la franquicia, la única constante en el DCEU es que o se pasa o no llega, o se satura de colorines o de oscuridad, o empacha de nadería o de trascendentalismo. La Liga ha tenido una versión para cada extremo.
Así las cosas, con este universo incapaz de equilibrio Snyder, en su desmesura, parece el único que posee una visión lo suficientemente poderosa como para abarcarlo (y someterlo).
Quizá el problema sea que el UDC es inadaptable. Quizá una idea como la alianza de los Mejores Superhéroes del Mundo esté condenada a ser una snyderada o parecer un especial de Superamigos. Y ante semejante disyuntiva, uno hasta comprende que se opte por lo primero.
Los snyderitas tienen motivos para estar contentos. Los deceítas, me temo, no tantos.
Lo mejor – el final sin epílogos.
Lo peor – poquísima Liga para cuatro horas de película.
¿Joss Whedon o Zack Snyder? – Ninguno.
El personaje – Flash.
La escena – La de Flash al final de la película, cunado rompe todas sus barreras.
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