Javier Vázquez Delgado recomienda: Reseñas DC USA: Crime Syndicate #1

Edición original: Crime Syndicate #1.
Guion: Andy Schmidt.
Dibujo: Kieran McKeown.
Color: Steve Oliff.
Formato: Grapa, color, 32 pags.
Precio: 3,99$

Titanes paranoicos

Todos tenemos un lado perverso. Supongo que por eso nos encantan las historias de corrupción y decadencia. Contemplar como todo sale mal, se desmorona y explota. En los últimos años DC ha exprimido a conciencia esta tendencia perversa de los fans.
De este ímpetu comercial han surgido cómics interesantes (DCeased, de Tom Taylor y Trevor Hairsine), productos problemáticos (Metal y Death Metal, de Scott Snyder y Greg Capullo) y hasta comentarios críticos con respecto al fenómeno (Green Lantern: Blackstars, de Grant Morrison y Xermánico). Durante los Nuevos 52, Geoff Johns capitaneó otro intentó de capitalizar el mal.

El experimento de Forever Evil tenía una premisa sencilla: los superhéroes de la tierra habían desaparecido y les tocaba a los villanos salvar el día y arreglar el mundo. El motivo por el que los superhéroes habían desaparecido era el siguiente: habían sido secuestrados por sus contrapartidas malvadas de Tierra 3, el Sindicato del Crimen. Johns había heredado de Morrison la caracterización de Ultraman, Owlman, Superwoman, Johnny Quick y Power Ring. Morrison la había cogido, a su vez, de la Edad de Plata.

En cualquier caso, el Sindicado del crimen ha estado más o menos en un segundo plano desde los tiempos de Johns como guionista de la JLA. Andy Schmidt (Generations: Forged) y Kieran McKeown (Year of the villain: The cheetah) intentarán poner de nuevo en el candelero a esta versión malvada de la JLA.

Por lo demás, uno de los aspectos más atractivos del Sindicato del Crimen es la sorna con la que funciona (o los guionistas han hecho que funcione) su mundo. Un mundo regido por una regla muy sencilla: todo ha funcionado al revés. Eso significa, por ejemplo, que Benedict Arnold se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos, o que Abraham Lincoln mató al presidente John Wilkes Booth. El guion de Schmidt y el dibujo de McKeown capturan con perfección y guasa está condición invertida.

El guion es correcto, clásico, eficaz y divertido. Schmidt se destapa como un escritor solvente, y consigue que sus personajes sean carismáticos (especialmente Ultraman y Owlman; este último protagoniza el que probablemente sea uno de los momentos de la década: matando a un criminal que le hace fotos para subirlas a Instagram declama “Quiero mito y folclore, no hechos”). El número sigue la estructura típica de una historia coral: presenta a sus protagonistas y su enemigo a batir, Starro, la estrella de mar conquistadora.

El arte de McKeown es realista y a la vez hiperbólico, si es que eso es posible. La anatomía de sus héroes (exagerada e hinchada) refleja su carácter (exagerado e hinchado), y de algún modo consigue que el brillo del plástico que impregna Metrópolis un reflejo de la decadencia moral de la dictadura de Ultraman.

El número se completa con una historia de complemento: El titán paranoico, escrita por Andy Schmidt y dibujada nada menos que por Bryan Hitch. En ella se cuenta el origen de Ultraman, el cual no es más que una trasposición invertida del origen de Superman.

A modo de conclusión, estamos ante un tebeo correcto y divertido, y si Schmidt consigue dotar de interés y coherencia a los cinco números que le quedan puede que consigamos una interesante miniserie.

Lo mejor

• Sorprendentemente divertido y prometedor.
• Una premisa interesante.

Lo peor

• Si la cosa decae, caerá rápidamente en el olvido.



Ver Fuente

Comentarios

Entradas populares