Javier Vázquez Delgado recomienda: Crisis en Tierras Infinitas Edición XP – Parte I
El pasado mes de febrero acabó en España la publicación de Crisis en Tierras Infinitas de ECC dentro de su línea XP. Se ha publicado en cinco volúmenes todos los cómics implicados en evento, así como la serie central, los dos especiales del Universo DC y alguna que otra sorpresa adicional de la que ya iremos hablando en sucesivas entregas, que suman una nada desdeñable cantidad de cómics inéditos en España hasta este momento. Y es por eso por lo que nos hemos propuesto escribir una serie de textos con los que poder introducirse mejor en esta edición, hablando de las series implicadas, sus autores y su futuro tras Crisis. Hablaremos de Wolfman, de Perez, de Giordano, de Ordway y de series tan ahora lejanas como Infinity, All Star Squadron, que encaraban un futuro incierto y como DC buscaba despojarse de una forma de ser que arrastraba desde mucho tiempo atrás. Veremos una época de cambios y de experimentación que tiene como punto de inflexión esta obra, atemporal, de impacto sobrecogedor en todo el Universo DC ficticio y en la propia DC como empresa. Una obra que marca un antes y un después. Os invitamos a viajar por el tiempo con nosotros.
La segunda mitad de los años 70 fueron años muy difíciles para DC. Todo empezó con la escasez de papel en 1974, lo que había obligado a tener que subir el precio de venta de los cómics a 25 centavos y, además, por si eso no fuera suficiente, a reducir el número de páginas a dieciocho por entrega. Todo parecía augurar que llegaban tiempos de contracción editorial, pero el por entonces presidente de DC, Carmine Infantino, movió ficha en la dirección contraria lanzando al mercado dieciséis nuevas colecciones en 1975. El objetivo no era otro que aumentar la cuota de mercado, con ideas tan locas como darle a Joker una serie en solitario o tener una serie regular compuesta tan solo por números unos.
Para añadir más incertidumbre a esta situación, en 1976 Infantino dejó la presidencia para tomar las riendas del puesto, Jenette Kahn, que apostó por continuar la política impuesta por Infantino. Se cancelaron doce series, pero otras veintiuna fueron lanzadas al mercado. Fue entonces cuando DC lanzó su nueva imagen y un nuevo logo apareció colocado en parte superior izquierda de las portadas y que marcó a toda una generación de lectores. En 1977 DC tenía en marcha un total de cuarenta y nueve series regulares al mes. El precio ya estaba en treinta centavos y los cómics aún tenían menos páginas, diecisiete.
En DC se empezó a buscar una nueva forma de hacer las cosas, con héroes menos convencionales, lanzando las series de Shade el Hombre Cambiante, Jonah Hex, Relámpago Negro, mientras que otras cambiaron su tono como Detective Comics que en manos de Steve Englehart y Marshall Rogers, tendría una de sus más recordadas etapas.
En 1978 los cines acogieron con pasión la llegada de la película de Superman. El éxito fue rotundo para el estudio, pero en el papel las ventas no dejaban de seguir bajando, lo que unido a la recesión y a un invierno especialmente duro en la Costa Este que afectó de tal manera a la distribución que DC se vio obligada a cancelar treinta y un títulos. Fue lo que hoy se conoce como la implosión de DC, que se dejó notar con fuerza destructiva adicional en 1979 con un recorte de un veinte por ciento de los títulos publicados y no se lanzó ninguna serie regular nueva.
Con la llegada de los años ochenta todo eso estaba destinado a cambiar de forma radical y drástica. Fue una época de inspiración y de experimentación para la editorial, que abrió nuevos caminos que harían que a mediados de los ochenta todo lo sucedido desde 1975 fuera solo un mal sueño. Pero DC seguiría arrastrando lo acontecido en el lustro anterior donde el tono de sus historias se veía lastrado por un férreo control del estatus quo de los personajes, con tramas centradas en el eterno enfrentamiento entre héroe y villano, en una parte, dos a lo sumo, con pocas variaciones sobre lo establecido, salvo algunas honrosas excepciones.
Llegaban tiempos de cambio, no solo para DC, sino para la industria en general, como la llegada de las tiendas especializadas, la incursión y el éxito de las miniseries, así como la aparición de ediciones en mejor papel, denominado Baxter, y nuevos formatos como el prestigio, que hacía que aparecieran nuevas posibilidades de impresión. Todo aquello se tradujo en una mejor calidad general de los cómics como producto y una producción artística mucho más dinámica y creativa.
Fue durante los primeros años de la década cuando Marv Wolfman (acompañado del gran George Perez) demostró, tanto a editores como a lectores, que en DC se podían hacer historias mucho más profundas, con sofisticados diálogos, donde la caracterización tomara las riendas del eterno conflicto. Fue el principio de un lento, pero inexorable, proceso de maduración del tono de las historias. La serie en cuestión fue The New Teen Titans, a la que acompaño en éxito y estilo, la Legión de Superhéroes de Levitz y Giffen, aunque ya había otras series que venían a remarcar que algo estaba cambiando, como ya vemos más adelante.
Marv Wolfman (1946) empezó su carrera como artista, pero pronto comprendió que su talento no estaba en los lápices y si en contar historias. Historias que se definían por unos personajes especialmente bien caracterizados, con personalidades muy precisas, capaces de crecer y evolucionar, lo que los dotaba de profundidad y de una tridimensionalidad más que evidente. Sus inicios se encuentran en Marvel, cuando fue ayudante de Len Wein, a instancia de Roy Thomas. En esta editorial escribió en series tan dispares como La Tumba de Drácula, Amazing Spiderman (donde creó a la Gata Negra), Los 4 Fantásticos y el Doctor Extraño, así como Daredevil, donde creó a Bullseye. En los ochenta, con Shooter al mando de Marvel y tras una pelea considerablemente fuerte con él, dio el salto a DC Comics, donde el destino le deparaba grandes cosas. Lo que empezó con los Titanes, pasó a ser Crisis que le llevó a la renovación de Superman en uno de los relanzamientos más recordados y solventes del Hombre de Acero. Más de 30 años de carrera, con trabajos fuera del cómic, como novelas, series de animación y series de televisión, hacen de su figura algo mítico dentro de la historia del cómic de superhéroes y en particular de la historia de DC Comics.
El otro nombre que va asociado de forma inexorable al de Wolfman es el de George Perez (1954) que empezó a dibujar cuando apenas podía sostener un lápiz en la mano. Su carrera empezó en 1973 como asistente de Rich Buckler (el mismo que dibujaría algunas historias en All Star Squadron del que hablaremos más adelante) y se consolidó como dibujante en series como Sons of the Tiger y Man-Wolf, hasta recalar en los Inhumanos, Los 4 Fantásticos, Marvel Two in One y Los Vengadores, momento en el que con la promesa de dibujar la JLA, dio salto a DC en 1980, donde, como a Wolfman, el destino también estaba esperándole para hacer grandes cosas. Y llegaron los Titanes con Wolfman, luego Crisis y La Historia del Universo DC y fue el encargado de relanzar a Wonder Woman tras Crisis, en una de las etapas más potentes y recordadas por los aficionados al medio. Sus lápices detallados, su capacidad para dibujar una gran cantidad de personajes por viñeta, lo han llevado a hacerse cargo de obras como el Guantelete del Infinito, el cruce JLA/Vengadores, La Legión de los 3 Mundos, entre otras muchas obras maestras, hasta que por problemas de salud se ha acabado retirando del tablero de dibujo.
Pero volvamos a los años ochenta que fue una de las épocas más experimentales de DC, de prueba y error, con grandes aciertos y grandes fracasos, pero que no hacían sino ir acercando a la editorial al momento clave, la celebración de su cincuenta aniversario en 1985, mientras en las entrañas de la editorial se estaba gestando un proyecto de tal magnitud que estaba destinado a dar carpetazo a los años más oscuros de la editorial. Hablamos de Crisis en Tierras Infinitas.
La idea primigenia de Crisis se comenzó a fraguar en la mente de Marv Wolfman a raíz de un correo enviado por un aficionado, Gary Thompson, en la serie de Green Lantern #143 (1981), que manifestaba abiertamente la dificultad de entender el Universo DC. Desde que en el mítico The Flash #123, donde bajo el sugerente título del “Flash de dos mundos” se presentaba en sociedad el multiverso, la editorial no había dejado de usar el concepto en todo tipo de situaciones. Los guionistas no dudaban en introducir nuevas tierras con las que poder fascinar a los lectores ávidos de nuevas aventuras. Y al principio funcionaba a la perfección, pero con el tiempo, el uso y el abuso, acabó por retorcer una idea que no dejaba de mutar en algo que amenazaba con fagocitar el Universo DC convencional. Cuanto más se cohesionaba el Universo DC, más intrincado parecía hacerse el mapa de tierras a las que los lectores debían seguir la pista a fin de no perderse entre las distintas encarnaciones de sus héroes y heroínas favoritos.
Lo que empezó siendo algo maravillosamente ingenioso, capaz de expandir de forma infinita el Universo DC, se convirtió en una bestia indomable y desquiciada que era todo un quebradero de cabeza.
Wolfman no dejó de darle vueltas al tema de la continuidad, las múltiples Tierras y al intrincado mapa de distintas versiones de un mismo personaje que había pululado por el Universo DC. Tanto fue así que en los comics publicados en 1982 ya se habló abiertamente de un nuevo proyecto, una maxiserie, destinada a definir con más nitidez el Universo DC. Su título: Historia del Universo DC.
Sin embargo, tendría que pasar un año para localizar una nueva mención sobre el tema, concretamente en una columna escrita por Dick Giordano que ya hablaba de la celebración del 50 aniversario de la editorial con la maxiserie de La Historia del Universo DC como piedra angular del cambio que venía a alterar para siempre el Universo DC. ¿Pero cómo fue el proceso interno para dar forma a tan ambicioso proyecto?
En un extenso texto publicado en el primer número USA de Crisis, Wolfman explicaba al detalle como se había forjado la historia y su evolución entre bambalinas. Y lo primero a lo que hace referencia es a que arreglar el Universo DC pasaba por simplificarlo, hacerlo consistente de una forma que no evitara experimentos que difirieran con un futuro establecido. En resumen, Crisis en Tierras Infinitas, es el trabajo de todo un puñado de talento que va más allá del propio Wolfman, Perez, Ordway y Giordano (los cuatro principales firmantes en los comics de Crisis), puesto que muchos de los guionistas de la editorial aportaron muchas ideas, siendo uno de los más destacados Len Wein, que colaboró con Wolfman en el argumento del primer número y ayudó con toda la estructura de la obra al completo, así como la figura de Bob Greenberger, Peter Sanderson y Jenette Kanh, como la de un sinfín de profesionales, desde rotulistas a diseñadores y todo el personal asociado a alguna de las múltiples áreas de DC, que lograron hacer posible lo que parecía imposible.
Bob Greenberger se encargó de seguir la pista a todo el material de Crisis, de marcar las fechas de entrega, de informar a todos los editores y guionistas de la editorial de los cambios, de coordinarlos y gestionarlos adecuadamente en tiempo y forma.
Peter Sanderson, que posteriormente ficharía por Marvel, fue el encargado de la investigación previa, de leerse todos los cómics publicados desde 1935 tomando innumerables notas con las que poder tener disponible un armazón sólido de todo cuanto había sucedido en esos cincuenta años de historias. Un esfuerzo titánico y fundamental a la hora de disponer de la información necesaria para poder afrontar con garantías Crisis y que también fue la base para lanzar Who´s Who in DC Universe. Una colección de fichas donde se detallaba la historia de cada personaje de DC, analizaba eventos, localizaciones y demás elementos cotidianos que los lectores podían disfrutar en sus cómics favoritos.
Jenette Kahn, no hizo sino alentar a que todos fueran más audaces, más valientes, más temerarios incluso, a la hora de asumir riegos con cada número mientras que, mención aparte, tiene el trabajo desarrollado por Roy Thomas y sus múltiples observaciones sobre Tierra 2, en un esfuerzo solidario con Wolfman aun comprendiendo que sus dos series estaban condenadas tras la publicación de Crisis, como veremos más adelante.
Estos son algunos de los principales nombres involucrados en una obra destinada a corregir errores del pasado, a eliminar conceptos repetidos, con el único fin de hacer del Universo DC algo mucho más sencillo de entender y por ende de disfrutar. La maquinaria editorial funcionó contra todo pronóstico, superando los innumerables retos, trabas internas, problemas de organización y planificación, para materializarse de forma clara en 1985.
Y todo empezó en 1983 con un memorándum de Giordano, Wolfman y Wein a todos los guionistas y editores de DC Comics, donde se les informaba de la publicación de Crisis entre enero y diciembre de 1985, todavía bajo el título de Historia del Universo DC, detallando sus intenciones y solicitando la cooperación de todos ellos para que un nuevo personaje llamado el Monitor apareciera al menos dos veces durante todo 1983, presentándolo como un observador en la sombra. En dicho memorándum se adjuntaba material con detalles sobre cómo debía ser presentado, analizando y guardando información de los héroes y villanos del Universo DC, con propósito desconocido. Así mismo se indicaba en qué serie no debería aparecer como en los comics de guerra y aquellos que tienen lugar fuera del Universo DC, en otros periodos temporales y/o planetas, indicando que tanto Omega Men como el Tanque Encantado no era necesario que participaran.
¿Pero, quién era el Monitor y de dónde venía? Su primer nombre fue el de Bibliotecario, era una creación de Wolfman de tiempos pretéritos, en la que este villano orbitaba la Tierra en un satélite vendiendo información y armas a los supervillanos. La idea no llegó a más, pero cuando Wolfman regresó a DC, rescató la idea y apareció por primera vez en The New Teen Titans #21 (1982), momento en el que se puso en marcha toda una escalada de apariciones a lo largo de los dos siguientes años. Dos años que tuvieron a los lectores absolutamente atormentados, con los incesantes cameos de este personaje que se mantenía en las sombras y tan solo observaba y catalogaba a todos los héroes y villanos del Universo DC.
Iremos nombrando algunas de sus apariciones en las series de las que hablaremos en este texto, para que sirva de información adicional a la hora de cohesionar todas sus apariciones previas a la publicación de Crisis en Tierras Infinitas.
Marvel a finales de los setenta y principios de los años ochenta se encontraba en un momento creativo excepcional. Sus artistas llenaban las páginas de los cómics mensuales con historias de enorme factura, con personajes superheroicos que a la vez vivían y sufrían problemas cercanos a los lectores. Se había humanizado al superhéroe en todas sus facetas y eso lo había aproximado a un lector que demandaba sentirse más cerca de sus héroes y heroínas. Muchos de esos trabajos continúan siendo hoy, cuarenta años después, muy apreciados por los aficionados y se consideran pilares básicos que todo aficionado a Marvel y al cómic de superhéroes en general, debe conocer y leer. Las ventas así lo demostraban, con historias tan potentes como la etapa de Walter Simonson en Thor (1977-1987), Daredevil (1979-1983) de Frank Miller, Los 4 Fantásticos de John Byrne (1981), La Patrulla X de Chris Claremont y John Byrne con historias como La Saga de Fénix Oscura y Días del Futuro Pasado de (1980-1981), la Muerte del Capitán Marvel (1982) de Jim Starlin, Alpha Flight de John Byrne (1983), el Capitán América de Roger Stern y John Byrne (1983), los Nuevos Mutantes con La Saga del Oso Místico (1984-1985), La Sensacional Hulka de John Byrne (1985) y las Secret Wars de Jim Shooter y Mike Zeck (1984-1985), por citar algunas de las muchas obras maestras de aquella época. Una Marvel en plena efervescencia creativa, que asentaba con fuerza su posición en el mercado desde principios de los años setenta.
Mientras esto ocurría en Marvel, en DC veían como las ventas se desplomaban y salvo excepciones, como La Legión de Superhéroes y Los Nuevos Titanes en lo que calidad y ventas se refiere, sus publicaciones distaban mucho de estar a la altura de lo que el mercado demandaba. Sin embargo, ya empezaban a verse los primeros brotes de una nueva ola de obras que venían demostrar el progresivo cambio de estilo que la editorial estaba experimentando de cara a 1985. Series como los 12 números Camelot 3000 (1982) de Mike W.Barr y Brian Bolland, la primera serie en papel Baxter para el mercado de veta directa; la serie regular de Batman y los Outsiders (1983), en manos de Mike W. Barr y Jim Aparo; los seis números de Ronin (1983), donde DC aprovechaba las ventajas del formato prestigio de la mano de Frank Miller y un uso espectacular del color de la mano Lynn Varley, así como Swamp Thing #21 (1984), que marca todo un cambio de estilo en la serie con la llegada de Alan Moore a la colección y que son una pequeña muestra de lo que en DC estaba floreciendo de forma progresiva.
La documentación, planificación, desarrollo y publicación de Crisis no fue un camino fácil ni para la editorial, ni para los implicados en su realización, ni para los muchos editores de DC que mostraban una enorme resistencia a lo que Crisis planteaba. Wolfman entregó una carta en blanco para empezar todo de nuevo, sin limitaciones, pero con la norma de que los héroes no recordarían las Crisis a su finalización. Aquello levantó ampollas entre los editores que decían que, de ser así, se invalidaba la historia. El guionista de Los Nuevos Titanes tuvo que mostrarse tajante en este punto recordando a todos que los cómics no los compraban los personajes sino los lectores y son ellos los que recuerdan las historias. De nada sirvió aquella argumentación y Wolfman perdió esa batalla y tuvo que reescribir el final de la obra mandando a los héroes implicados al final de los tiempos para que pudieran recordar lo sucedido, mientras que todos los demás lo olvidaban.
Hasta que llegó 1985 y con el inicio de Crisis el cambio en el Universo DC iba a ser total y absoluto, pero no inmediato, sino progresivo, con relanzamientos de sus personajes más importantes, como Wonder Woman, Superman, Batman, Flash, Aquaman… renovando grupos tan importantes como la Liga de la Justicia y lanzando grupos tan atípicos como el Escuadrón Suicida, que harían de DC una editorial nueva, un Universo nuevo, más simple, mejor cohesionado y más accesible, volcando esfuerzos en hacer las cosas de otra forma sin traicionar su propia esencia ni la de los personajes. Tiempos de experimentación, de obras ilustres, como La Broma Asesina, Watchmen, El Regreso del Caballero Oscuro, Animal Man, Arkham Asylum, así como las mencionadas series regulares que fueron las encargadas de dar forma al nuevo universo.
En agosto de 1981 se presentó en sociedad al All Star Squadron, concretamente en Justice League of America #193, en la que fue su aparición previa al lanzamiento de su serie regular en septiembre del mismo año. Sus creadores, Roy Thomas, Rick Buckler y Jerry Ordway, todos ellos grandes genios del género, estaban llamados a firmar el cierre de toda una era y una forma de entender y de hacer los cómics con esta serie.
El grupo, formado por una inmensa cantidad de héroes y heroínas, estaba formado por la propia JSA, el Tío Sam y los Luchadores de la Libertad, los Siete Soldados de la Victoria y un nutrido grupo de héroes solitarios entre los que destacaban Air Wave, Amazing Man, Blackhawk, Aquaman (precrisis), Comandante Steel, Doctor Occult, Firebrand, Mister América, Guardian, Sargon, Tiger, Zatara, Manhunter… Todo un despliegue épico de personajes cuya historia comienza tras el bombardeo por parte de Japón de Pearl Harbor. Es en ese momento en el que el presidente Franklin Roosevelt realizó un llamamiento a todos los héroes y heroínas para que hicieran frente a los ataques del eje y alcanzar la paz lo antes posible durante la Segunda Guerra Mundial. Y sin embargo nunca participaron en ningún combate en Europa, lo que podría haber dado la victoria a los aliados mucho antes. La razón para ello y la explicación que se dio en la serie regular fue la posesión de Hitler de la Lanza del Destino, la misma que atravesó el costado de Cristo mientras agonizaba en la cruz en el Gólgota. La Lanza fue usada para levantar una esfera de protección en el viejo continente que impedía que ningún superhumano pudiera entrar.
All Star Squadron fue una serie lanzada al mercado a inicios de 1981, de la mano de Roy Thomas, que encontraba en ella un campo libre de trabas para poder generar historias que ya poco o nada podrían aportar al género como tal, pero que era su canto del cisne en cuanto a la recuperación del tono y estilo de la Edad de Oro. Y aun así su andadura editorial fue larga, pues contó de un total de 67 números (y tres anuales) escritos en su totalidad por Thomas, con ayudas puntales por parte de Mike Baron, Paul Kupperberg y Dann Thomas. Seis años de aventuras en el escenario bélico de la Segunda Guerra Mundial, con infinidad de personajes de la Edad de Oro de la editorial, que se aferraban a no quedar perdidos en el olvido. Y durante ese periplo llegó Crisis en Tierras Infinitas que amenazó al grupo y su propia existencia al tener como objetivo eliminar todas la Tierras existentes, dejando al grupo sin posibilidad de existir. Al menos en parte.
La serie llegaba a su número 50, tras un periplo del grupo por Inglaterra en una aventura en Camelot que involucraba al Caballero Brillante. Es entonces cuando fue absorbida dentro de las series que se publicarían como cruce a la serie matriz de Crisis. Se puso a la venta un 25 de julio de 1985, con fecha de portada de octubre de ese mismo año. La serie fue la que más números, seguida de Infinity, que más entregas tuvo afectados por Crisis, sumando un total de diez, de las cuales no todas estaban especialmente involucradas de forma clara con Crisis.
Las aventuras que se recogen en estos números son una clara muestra de una forma de hacer y entender el cómic muy distinta a las nuevas corrientes que ya imperaban en el mercado y a las que DC quería adscribirse cuanto antes. El tratamiento de los personajes, la forma de narrar con espesos diálogos, apoyados con textos innecesarios que solo repetían lo que ya se podía leer en los bocadillos, denotaban que era una obra símbolo de otra época. La serie desentonaba, no tanto por las historias, sino por el comentado estilo, transmitiendo un ambiente crepuscular que indicaba la llegada del final de toda una era.
Roy Thomas (1940) empezó su carrera como asistente en DC Comics de Mort Weisinger en Superman en 1965. Su periplo con esta editorial fue muy breve, ya que apenas una semana después aceptaba un trabajo en Marvel Comics, donde desarrollaría algunos de sus mejores trabajos y alcanzaría puestos de peso dentro de la editorial. Suyo fue el privilegio de ser el primer guionista en heredar muchas de las series que hasta entonces había estado escribiendo Stan Lee, como Los Vengadores, X-Men, con míticas etapas en ambas colecciones. En 1972 es nombrado redactor jefe de Marvel, puesto que mantendría hasta 1974, tiempo en el que también se hizo cargo Los 4 Fantásticos y Amazing Spiderman. Fue poco antes de tomar el cargo cuando Marvel, impulsada por Thomas, había lanzado la serie regular dedicada a Conan, que no gozó de muy buenas ventas en sus inicios, pero que marcaría un antes y un después en los que a los comics de espada y brujería se refiere. Hoy en día continua siendo todo un clásico reditado una y otra vez.
Su nombre también se asocia a Los Defensores y la serie de What If?, así como a Los Invasores, donde pudo dar rienda suelta a su eterno idilio con los personajes de la Edad de Oro. Suyo es también el mérito de la adquisición de los derechos de Star Wars para la publicación de cómics relacionados con la exitosa saga galáctica de George Lucas.
En 1981, motivado por una disputa con Jim Shooter (quien no la tuvo en aquellos días), aterriza en la editorial de Batman y Superman, donde firma por tres años en exclusiva. Su primer trabajo es Wonder Woman con Gene Colan y crea la serie de Arak, Son of Thunder. Sería aquí donde lograría cumplir un viejo sueño, el de escribir a la Sociedad de la Justicia en la serie que nos atañe. Allí se dedicó a lo mismo que le apasionaba en Marvel, ordenar y hacer lógico un pasado imposible fruto de la Edad de Oro de los cómics, además de crear nuevos grupos acompañado de su pareja.
En 1985 regresaría a Marvel para guionizar West Coast Avengers, Doctor Extraño y Thor entre otras, pues su estilo e intenciones tenían poco espacio en la nueva DC.
Para acompañar a Thomas en esta aventura en DC se asoció con Jerry Ordway (1957), que ha jugado en la triple liga que implica ser dibujante, entintador y guionista. Facetas en las que ha brillado en más de una ocasión. Forjado en el territorio de los fanzines, no tardó en ser el dibujante de algunos números de All Star Squadron y de los primeros números de Infinity. Por aquellos días no estaba del todo satisfecho con lo que ganaba en DC por página y aunque recibía ofertas de Marvel para trabajar con ellos, muchas de ellas mejor pagadas, se mantuvo fiel a la editorial en la que había empezado a trabajar. Sin embargo, cuando por fin, harto de tener que dibujar multitudes en Infinity, accedió a entintar algunos trabajos en Marvel. Fue en ese momento cuando en DC le ofrecieron no solo un aumento, sino que además pasó a ser el encargado de sustituir a Dick Giordano, que por exceso de trabajo no era capaz de cumplir con las fechas y entregar las tintas de Crisis. Así que, a partir del quinto número su trabajo ya puede disfrutarse en esta obra, mientras acababa de entintar algunos números de Los 4 Fantásticos a fin de cerrar su compromiso con Marvel, con ayuda de Al Vey. A todo este trabajo hay que sumar el DC Present Annual de ese año. Todo un esfuerzo de un titan que no tardaría en dejar su nombre escrito sobre mármol al hacerse cargo de la serie de Superman, acompañado de Marv Wolfman, en sus inicios, para dar el salto como autor completo en un total de siete años narrado las aventuras del Hombre de Acero. En los años noventa también fue el encargado de revitalizar la figura del Capitán Marvel (Shazam) y fue también el encargado de poner la tinta a los lápices de Dan Jurgens en Hora Zero. Formó parte del equipo encargado de La Muerte de Superman y ha realizado trabajos también en Image, con la creación propia llamada Wildstar, junto a Al Gordon.
Los dibujantes involucrados en la serie, como Rich Buckler, Adrian Gonzalez, Jerry Ordway, Richard Howell, Arvell Jones, Mike Harris, Mike Clark, entre otros, no ayudaban mucho a que visualmente se lograra impactar al lector. Su estilo narrativo, su composición de página, así como su estilo (sin desmerecer en enorme talento de algunos de ellos), no acababa de sintonizar de forma adecuada con los cambios que se estaban fraguando alrededor de la serie. Lo que sin duda era un problema más a añadir a la lista de inconvenientes que ya arrastraba.
Roy Thomas participó activamente con Wolfman aportando ideas y haciendo sugerencias al respecto del grupo, aunque sus planteamientos fuera diametralmente opuestos a los objetivos que se perseguían con la publicación de Crisis. Por poner algunas de sus ideas, sugerencias y anotaciones en el texto, podríamos empezar citando su manifiesta animadversión a que el Monitor apareciera de forma tan incesante y durante tanto tiempo en las diferentes series de DC, por considerarlo cansino para los lectores, algo que puede resultar repetitivos y por tanto restar fuerza al concepto en sí mismo, según sus propias palabras. Por otro lado, mostraba su inquietud al uso de ciertos personajes, como Obsidian, el Psico Pirata, Ultraman, el Superman de la Edad de Oro, mientras que se mostraba abiertamente a favor de eliminar a todos los Robin de todas las Tierras, sin distinción alguna. Y es que a medida que se iba a cercando la fecha de publicación de la maxiserie, en las oficinas de DC empezó a circular la lista de muertos que no parecía tener final. Era normal que Thomas se mostrara preocupado, pues sus dos series, All Star Squadron e Infinity, son las que más se iban a ver afectadas por Crisis.
En esta serie el Monitor, como ya se ha comentado, apareció mucho antes de su irrupción en la maxiserie, concretamente en el All Star Squadron #40 (1984) donde el androide Americano Real es destruido en 1940 y el líder de Imperio Fantasma contacta con el Monitor para suplicar que le consiga un nuevo androide. Contra todo pronóstico, el Monitor lo rechazó, dejándolo sin su arma más poderosa.
La serie logró seguir publicándose tras la finalización de Crisis, pero tras unos meses inerciales, la serie acabó cancelándose y con la publicación de un especial donde se narraba lo que les sucedía a los personajes, en DC se daba carpetazo (por el momento) a los personajes de la Edad de Oro como tal. El final de una era que se manifestó de forma de cómic en diciembre de 1986, cuando DC publicó el especial titulado Last days of the Justice Society of America #01, cuyo objetivo no era otro que dejar en suspenso las aventuras del primer supergrupo de la mano de su mayor fan, Roy Thomas, que finalmente comprendió que tras Crisis la JSA ya no tenía relevancia alguna. Es una idea controvertida, pues más tarde, años mediante, quedaría patente que su concepto era no solo válido, sino perfectamente integrable dentro del Universo DC. Sin embargo, por aquellos días, este especial recoge ese anhelo de limpiar todo el pasado de DC y Thomas, con a la ayuda del dibujante David Ross, atrapó al grupo en un eterno combate con Surtur, en una mezcla de mitos nórdicos y superhéroes, artefactos mágicos y nazis, por toda la eternidad.
Creados por Roy Thomas y Jerry Ordway en 1983 en las páginas de All-Star Squadron (nº25), aunque enseguida con su propia serie en 1984, Infinity Inc. es un grupo muy especial dentro de la intrincada historia del universo DC. Representa como ningún otro el concepto de legado (¿oigo los Titanes? ¡ya quisieran esos lazos de sangre!), es hijo directo de la edad de oro (en especial de la Sociedad de la Justicia de América) pese haber nacido al comienzo de la época oscura de los cómics, se movió entre las dos tierras más importantes del multiverso y fue afectado por las Crisis de una manera muy directa y enrevesada. Sin embargo, por una mezcla de calidad y suerte, no disfruta de la fama que merecería.
Para presentarlo casi habría que hacer un árbol genealógico, ya que prácticamente todos sus miembros tienen parentesco o comparten fuertes conexiones con otros personajes históricos de la editorial. Así que, atentos y tomad apuntes: Silver Scarab es el hijo de Hawkman y Hawkwoman de tierra 2, los cuales eran terrestres pero reencarnaciones desde el antiguo Egipto, y usó el metal Ninth para crearse una armadura que le permite volar y disparar rayos de energía. Fury, pareja del anterior, es hija de Wonder Woman de isla paraiso y su pareja el piloto Steve Trevor de tierra 2 (bueno, si no se indica nada, todos son de tierra 2), por lo que tiene en parte los poderes de una amazona y además se crio entre éstas. Northwind es el ahijado de Hawkman, pero hijo de un humano y una mujer-pájaro de Feithera (una ciudad escondida en Groelandia), con lo cual tiene alas, visión mejorada y otras características de las aves. Jade y Obsidian son gemelos, hijos de Green Lantern y la villana Espina, la primera con unos poderes parecidos a los de su padre pero sin anillo y el segundo capaz de fundirse con las sombras. Nuklon, que es el ahijado del Átomo, además de nieto del villano Ciclotrón, cuenta entre sus habilidades el aumentar de tamaño y cambiar su densidad. Brainwave Jr. es el hijo del enemigo de la SJA de mismo nombre, mostrando por tanto poderes mentales. Star Spangled Kid es un héroe rescatado de los 7 soldados de la victoria originales que paso por la SJA antes de hacerse el líder/mecenas del grupo. En la primera aventura se les unieron además la Cazadora (hija de Batman y Catwoman) y Power Girl (prima de Superman), aunque no se quedaron en el grupo. Se les unirán más miembros, de hecho la época de Crisis parece un carrusel de presentaciones, pero los iremos descubriendo a continuación.
El grupo empezó con una saga entretenidísima y algo loca, heredera de una ya moribunda edad de plata, comandada por los creadores Thomas y Ordway. El guionista fue de principio a fin editor del título, mientras que el dibujante, pese a ser de sus primeros trabajos profesionales, está espectacular. Es poco después de esta etapa cuando entramos en la época de las Crisis, ya con Dann Thomas acompañando a su marido en los guiones y con el cambiazo a los lápices por un jovencísimo Todd McFarlane, arropado por Tony DeZuniga a las tintas.
De Roy Thomas ya hemos dado buena cuenta en la sección precedente, centrémonos pues en la co-guionista de la colección, que era su pareja en ese momento. La también estadounidense Dann Thomas (1952) comenzó como Danette Couto aportando ideas a su futuro marido hasta colaborar oficialmente, entre otros, en All-Star Squadron y los Nuevos Vengadores. Sus trabajos en solitario son muy excasos. McFarlane (Calgary, 1961) es un famosísimo creador de cómics, que tras un breve paso por DC se pasa a Marvel donde se haría tremendamente conocido por dibujar a Spiderman. Aprovechando el tirón y como queja ante el trato que la editorial daba a los autores, funda con otros populares dibujantes la editorial Image. Gracias una situación comercial bien aprovechada y su serie como autor completo Spawn, se convirtió en uno de los autores de cómics más adinerados de todos los tiempos.
Por mucho empeño que le pusiesen este elenco de autores, la etapa que nos toca reseñar supone un bajón respecto a la inicial. La substitución de dibujante se nota, aunque curiosamente al público objetivo le encantaron las ya por entonces sorprendentes composiciones de página de McFarlane, sus delicados retratos (es curioso, aunque posteriormente nos acostumbraría a unos rostros caricaturescos y en muchos casos similares, en aquella época se esmeraba enormemente en los primeros planos) y sus espectaculares cuerpos femeninos. Sin embargo, en odiosa comparación con Ordway, la narración era muy deficiente y, en muchas ocasiones, las proporciones y perspectiva se convertían en tristes secundarios. Pero desde luego la culpa no es sólo suya, el matrimonio Thomas parece perder el norte y en cada episodio presentan un villano o un miembro nuevo, sin parecer dirigirlos a ningún lado. Además, no sabemos si con intención de adaptarse a la oscuridad que estaba cubriendo todos los cómics, los “Infinitors” se pasan mucho tiempo discutiendo amargamente por temas que podrían ser profundos (envidia, celos filiares y amorosos, legado), pero que se llevan de una manera un tanto burda. Lo que es innegable, es que los Thomas son conscientes de la importancia de las Crisis y se pegan como una lapa a Wolfman hasta conseguir que su grupo sea parte muy significativa de la saga.
El Monitor ya se había asomado por las páginas de Infinity en el número 8 pero la verdadera interacción comienza en el nº18. En la tercera parte de la aventura que presentaba a Helix, el grupo de villanos favorito de los Thomas (de hecho, pretendían crear una serie propia que nunca llegó a salir), Harbinger recluta a Obsidian. Éste resulta ser nada menos que uno de los héroes elegidos por el Monitor y es enviado a Atlantis. En el 19 se inicia un crossover con la Liga de la Justicia de América (tierra 1), el típico que comienza en combate y acaba en alianza contra enemigo común (LJA nº 244), mientras aparecen los cielos rojos y las catástrofes ambientales a las que se enfrentan juntos. Catástrofes que hacen que Nuklon, el Dr. Medianoche y Hourman salven un hospital en el nº20. Atención porque de ese número saldrán dos nuevos personajes. Obsidian vuelve algo confuso en el Infinity Annual 1. En el 21, Infinity y la SJA, que celebraban la boda de Green Lantern y su ex-enemiga Arlequín, son teletransportados por Harbinger al satélite del Monitor. De hecho, lo mismo que se ve en Crisis nº5, Harbinger, Pariah y Alex Luthor explican la crisis a todos los héroes y villanos de Tierra 1 y 2, lo vemos reflejado desde otro ángulo en Infinity 22, en el que los Thomas se permiten bastantes notas de humor. En la segunda parte de éste debutan oficialmente el nuevo Hourman (hijo del original) y la nueva Dra. Midnight (compañera de trabajo del Dr. Mid-Nite), con unos trajes que hacen daño a los ojos. Yolanda Montez (que ya había sido presentada en el número 12 como ahijada de Wildcat) se convierte en Wildcat II en el nº23 (lo cual se ve también en Crisis 6). Y por último, Star Spangled Kid y la invitada Thunderbolt se enfrentan a las últimas trastadas temporales de las crisis en el 24. Aunque en el compendio encontraremos dos números más (25 y 26), quede claro que no tienen nada que ver con Crisis, salvo como resaca de las mismas. Es más, también se incluye el nº30 (que sirvió de despedida a la colección en España por parte de Zinco), como segunda resaca, en este caso la de la memorable desaparición de la SJA del nuevo universo post-crisis en Los últimos días de la SJA (por suerte, por su calidad y disfrute, también incluido en el absolute).
Tras las Crisis, el de hecho reciente grupo no se vería relanzado. Como la mayoría de los “mayores” habían sido despachados en el mencionado especial de la SJA tampoco había que trastear mucho más en el pasado. Hasta Wonder Woman de tierra 2 había escapado al Olimpo para envejecer a gusto con su Steve. Sin embargo, tanto Wonder Woman como los Hall (Hawkman y Hawkwoman) tenían o tendrían nuevas y rejuvenecidas contrapartidas en el nuevo universo DC unificado, por lo que tenían que desaparecer oficialmente. Esto suponía que nuestra parejita, Silver Scarab y Fury, se quedaban sin padres. Lo de Lyta Trevor (Fury) comenzó con un parche retroactivo, resulta que ahora era la hija de una Fury de la edad de oro inventada para la ocasión. Mientras que lo de Hector Hall (Silver Scarab) se solucionó al morir éste en una saga posterior a las Crisis… ¡si fuera tan fácil! Hector se reencarnó como el Sandman de la edad de plata (aquel que creara el gran Jack Kirby) pero sólo podía actuar en el reino del sueño salvo contadas ocasiones. En la propia serie de Infinity vemos como aprovecha esas ocasiones para casarse con Lyta, a la que había dejado embarazada antes de morir. Y en otra se la lleva para vivir con él en el reino del sueño. Sé que aquí no viene mucho a cuento, pero los amantes de la maravillosa Sandman de Neil Gaiman ya debéis comenzar a recordar qué pasó con estos dos tortolitos ¡Pura y triste telenovela made in DC!
El resto del grupo aguantó algunas aventuras más hasta el final en el número 53 dos años después, siempre guionizado por el matrimonio Thomas, que siguió con su montaña rusa de entierros, bodas y bautizos. McFarlane se quedaría hasta el 37 aunque finalmente fue substituido por un aún peor Vince Argondezzi, mientras que DeZuniga resistió en las tintas casi hasta el final.
Desde un punto de vista subjetivo, la idea era maravillosa y muchos de los personajes estaban muy bien pensados. El toque rebelde con el que empezaron les sentó genial y ayudó a crear un acérrimo grupo de seguidores. Sin embargo, Thomas pertenecía ya a otra época y su forma de narrar no se adaptó a lo que era la DC del momento. Y las Crisis, pese a verlas venir e integrarse orgánicamente a ellas, no acertaron a incluir a los personajes de Tierra 2. Con el tiempo, llegaría una nueva generación de guionistas, encabezados por Johns y Robinson, para solventar este gran error.
La serie regular de Green Lantern venía de una etapa estable, bien construida, gracias al trabajo de artesano desarrollado por Len Wein y Dave Gibbons (este equipo creativo estaría al frente de la serie hasta el número 187), en la que habían pasado muchas cosas alrededor de su protagonista: Hal Jordan.
En el Green Lantern #116 (1979), escrito por Dennis O´Neil y dibujado por Alex Saviuk, Guy Gardner quedó el coma por la explosión de la batería de energía de Hal que está defectuosa. Este acontecimiento es importante, ya que sería adecuadamente usado más adelante, llegado el momento clave de la serie en su conjunción con Crisis. Un tiempo más tarde, en el Green Lantern #181 (1984) Hal Jordan abandonó el cuerpo y su anillo pasó a manos de John Stewart para ser oficialmente el Green Lantern del sector 2814. Y como tercer acontecimiento antes de la entrada en la serie de Steve Englehart y Joe Staton, en Green Lantern #188 (1984), fue la de cerrar la trama de Predator y Carol Ferris como Zafiro Estelar, enlazando ambos acontecimientos en el Green Lantern #191(1984).
Previamente al cruce con Crisis el Monitor se dejó ver en la serie regular en Green Lantern #173-176-178, que comprende una saga en la que, a instancias de Jason Block, el Monitor envió a luchar contra Green Lantern al Equipo de Demolición, con resultados más que decepcionantes para tan peculiar grupo de villanos.
Los números de la serie que se cruzaron con Crisis comprenden Green Lantern #194-199, en una saga cuya secuencia de títulos respondía a una cuenta atrás para lo que Englehart llevaba en mente desde que entró en la serie y cuyo punto de inflexión estaba planificado al llegar la serie al número 200.
Para Steve Englehart (1947) todo empezó en 1971, cuando trabajó como asistente de arte de Neal Adams en una historia corta para la revista Vampirella #10, en lo que fueron sus inicios como dibujante. Unos inicios que pronto dejaron patente que su futuro estaba más en las letras que en lo lápices de la mano de Roy Thomas, en Marvel. De esa forma llegó su primer trabajo acreditado en esta editorial, en la serie Amazing Adventures #12-17 (1972-1973), en la que narró las aventuras en solitario de La Bestia, miembro de los X-Men. Ese mismo año, 1972, junto con el talento de John Buscema, lanzaron al mercado la serie de Los Defensores. La figura de Englehart dentro de la editorial fue evolucionando progresivamente y sus trabajos como guionista se fueron prodigando de manera exponencial. Los Vengadores, Doctor Extraño, la cocreación de Shang-Chi, la elaboración del primer cruce entre Marvel y DC (no de forma oficial, sino como un experimento metatextual), son algunos de sus trabajos en la editorial hasta que en 1976 un enfrentamiento directo con Gerry Conway (editor jefe en aquel momento) derivo en su salida del Bullpen.
Con la idea de dejar los cómics, fue persuadido por Jenette Kahn para que fichara por DC, editorial para que solo había escrito una historia en Detective Comics #439 (1974). Finalmente accedió a escribir la Liga de la Justica durante un año, junto a Dick Dillin, pero donde el destino le tenía guardado el éxito era en Detective Comics #469-476, con Walt Simonson y un joven Marshall Rogers, en la que dio forma al que para muchos es el Batman definitivo. En 2009 fue considerado uno de los mejores equipos creativos (Englehart/Rogers) de la historia del Hombre Murciélago, grabado en piedra su leyenda con el personaje. Un equipo creativo que repetiría, no el éxito, pero si su calidad, en Mister Miracle y en una miniserie dedicada al mercado de venta directa con Madame Xanadu como protagonista.
Tras este periplo, regresó a Marvel, donde se vinculó a series como West Coast Avengers, Estela Plateada (con Rogers de nuevo), Los 4 Fantásticos, la segunda miniserie de La Visión y la Bruja Escarlata y durante un año fue el escritor de Daredevil. Trabajos que simultaneó con Green Lantern en DC y, junto a Joe Staton, se encargó del nuevo evento tras Crisis, el denominado Millenium (1988).
El propio Englehart recuerda que cuando fue contratado para escribir la serie de Green Lantern, Dick Giordano, le comentó que no importaba lo que se hiciera, las ventas nunca subían y se mantenían estables, fueran buenas o malas historias, los números apenas variaban mes a mes. Obviamente aquello sonaba a reto y así lo asumió el guionista que en seis meses logró doblar las ventas de la serie. Su plan consista en mantener a Stewart en el cargo, añadir a un tercer Green Lantern, Gardner y seguir en esa línea hasta que la serie cambiara su título por el de Green Lantern Corps en el número 200. En definitiva jugar con todo el cuerpo a la hora de narrar las aventuras de los policías espaciales del Universo DC. Fue todo un éxito este viraje de tono y estilo y se mantuvo sin problemas hasta la marcha de Englehart en el Green Lantern #223.
En los números que cruzan sus aventuras con Crisis el lector se encuentra con una aventura llena de acción, con un Guy Gardner absolutamente distinto a lo que se había pudo ver en sus inicios, tras recuperarse del coma en el que había estado los últimos meses de tiempo ficticio del Universo DC. Y esto es algo muy relevante, pues si hoy todos tenemos clara la imagen mental de este personaje, con su carácter especial, rudo, sin pelos en la lengua, insolente, carismático, capaz de hacer el trabajo que otros muchos no quieren hacer, lo que Englehart pone frente a los lectores es un Gardner desatado incluso para lo que es Gardner. Sin duda alguna, el personaje ha ido evolucionando mucho con el tiempo, incluso ha tenido momentos especialmente olvidables, pero en general, tras su paso por Crisis, ha sabido hacerse un hueco importante entre los aficionados. No hay que olvidar que formaría parte de la nueva alineación de la renovada Liga de la Justicia Internacional de Giffen, DeMatteis y Maguire. Y todo esto se puede ver inicialmente en el Green Lantern #193. Un asunto que levanta cierta polémica ya que según Englehart el trabajo que desarrolló con Staton alrededor del personaje no parece tener peso a la hora de acreditarlos como valedores de lo que hoy por hoy es Gardner para los aficionados.
Guy Gardner fue creado en el lejano Green Lantern #59 (1968) de la mano de John Broome y Gil Kane. Su historia no es sino la historia de una casualidad, pues cuando Abin Sur se estrelló en la Tierra y encargó a su anillo que localizara a alguien digno para ser el nuevo portador, aparecieron dos candidatos, pero Hal Jordan estaba más cerca y fue el afortunado que acabó con el anillo en su puño. El resultado final de esta singularidad es que quedó como reserva en caso de que Hal Jordan no pudiera ejercer sus labores… pero el destino tenía otros planes para Gardner, que tras ser atropellado por un autobús al que intentaba rescatar, y con Hal fuera de servicio, los Guardianes reclutaron a John Stewart como reserva, quedando de nuevo sin la posibilidad de portar un anillo. En resumen, fruto de los daños de atropello, la explosión de la batería de poder y el posterior coma que sufrió, acabó con daños cerebrales que venían a justificar de alguna forma el brusco cambio de actitud que mostraba en los números en los que asumía un protagonismo casi total en la serie.
Arrogante, violento, inestable e incluso infantil, Gardner, lo tiene todo para ser un Green Lantern radicalmente distinto a lo que hasta entonces se había estado viendo en la serie regular. Acababa de nacer una estrella.
El compañero de Englehart en la serie nació un 19 de enero de 1948. De esta forma llegaba a este mundo Joe Staton, futuro dibujante de cómics, cuya carrera empezó en una editorial que, por designios del destino, acabaría en manos de DC, Charlton Comics, en una serie cuyo título respondía al título de E-Man (1971). Fue durante esa década cuando fichó por DC de la mano de Paul Levitz. Aunque había sido contratado por Roy Thomas para Marvel un poco antes, el dibujante prefirió desarrollar su trabajo en la editorial de Wonder Woman. Y fue aquí donde empezó a trabajar en la serie All Star Comics, con historias de las JSA, para saltar más tarde a Adventure Comics, siendo sus lápices los que se encargaron del relanzamiento de la Doom Patrol y los Metal Men, así como de dibujar Superboy y la Legión de Superhéroes. Fue en 1979 cuando su carrera dio un giro cuando empezó a trabajar en Green Lantern y fue el artífice de dos años de estabilidad gráfica en la serie, en la que co-creó a los Omega Men de la mano de Mark Wolfman. Tras este primer paso por la franquicia de los anillos, acabó siendo director artístico de First Comics durante 3 años, lo que acabaría con su vuelta a DC y un retorno a la serie de Green Lantern, donde coincidió con Englehart, siendo ambos los encargados de la transición de la serie tras Crisis a algo mucho más sofisticado, los Green Lanterns Corps.
Staton también fue el encargado de dibujar las series de Guy Gardner, La Cazadora, Los Nuevos Guardianes (un grupo nacido a raíz del evento Millenium), entre otras series. En 2011 sus lápices pasaron a estar al servicio de las tiras de Dick Tracy, junto a Mike Curtis, en sustitución de Dick Locher.
Staton es un dibujante de estilo exagerado, línea redondeada, muy orgánico, que es fácilmente reconocible por sus característicos tics visuales en sus composiciones de página. Sus aportaciones a la serie de Green Lantern quedan muy patentes en todo momento, al dotar de un aura muy característica al rico universo espacial en el que opera el Cuerpo de policía espacial de los Guardianes.
La serie regular no fue relanzada tras la finalización de Crisis, pero no era necesario, de alguna forma se había reinventado el concepto de forma progresiva y su buena salud se tradujo en la llegada en 1988 de Millenium, un nuevo evento, el segundo (tercero si consideramos Leyendas como un evento) centrado plenamente en la mitología de los Guardianes y el Cuerpo de Green Lanterns. En dicho evento, escrito por Englehart y dibujado por Staton, los Guardianes debían hacer frente a sus errores del pasado y lidiar con los Manhunter, su primer intento por pacificar el universo conocido, androides que acabaron por revelarse y ahora urdían un plan para infiltrase en la vida de los héroes y heroínas de la Tierra, debido a la información enviada al vacío por Presagio al final de la Historia del Universo DC. Eran tiempos en lo que no se daba puntada sin hilo.
Batman es un personaje que no necesita presentación. En todo caso, por si acaso alguien vive en una cueva aislado de la humanidad, hablamos de uno de los dos héroes más emblemáticos de la editorial y probablemente uno de los más icónicos y conocidos del mundo. Esta amalgama de detectives pulp, misterio y caballero andante se forjó gracias a la energética iniciativa y sentido comercial de Bob Kane, junto con las ideas aportadas por Bill Finger, en 1939. Apareció por primera vez en Detective Comics nº 27 para hacerse con su propia colección un año después. Le han acompañado tantos autores míticos (Robinson, Sprang, Infantino, O´Neil, Adams, Giordano, Englehart, Rogers, Moore, Brubaker, Morrison… y unos cuantos que nombraremos más tarde) como personajes coloridos y esperpénticos (Robin, Gordon, Alfred, Joker, Pingüino, Catwoman, Dos Caras, Espantapájaros, Acertijo, Hugo Strange, Ra’s al Ghul…). Su origen trágico y consecuente cruzada contribuyeron a su fama. Ésta fue aumentando casi desde el primer momento, pero la batmanía generada por la serie de televisión de los 60 lo alzaron hasta el trono de la popularidad, más allá de su medio de origen. Tras un periodo camp e imaginativo, la vuelta a la oscuridad en los comics de los 70 le permitió adueñarse de los 80, con autores que fueron incorporando incontables capas al mito. Tras una película para el recuerdo, toreó los 90 sin problemas aunque con la espalda un poco machacada (la edad no perdona). Y entró en el nuevo siglo por la puerta grande, acompañado de series propias para casi cada uno de sus compañeros de viaje. Además de generando videojuegos, cómics de videojuegos, pelis, juguetes, pelis de juguetes… Pese a no tener poderes, DC lo ha convertido en omnipresente y con sus más de 1000 números y 80 años de historias, su símbolo sigue aterrando los corazones de los criminales y engordando las carteras de los directivos de la editorial.
En la época que nos ocupa, ambas colecciones (Batman y Detective) compartían etapa, la de nada menos que Doug Moench, bajo la dirección editorial de Len Wein. Si bien Batman estaba dibujado por Tom Mandrake mientras que Detective Comics disfrutaba de un clasicazo como Gene Colan, acompañado de Bob Smith a las tintas. Y embelleciendo a ambos equipos, la delicadeza de Adrienne Roy al color.
Moench (1948) es un gran guionista de una larga trayectoria. Comenzó en Marvel, donde firmó grandes trabajos y creó nada menos que al Caballero Luna. Sin embargo, salió despechado de la editorial tras sus enfrentamientos con Jim Shooter. En el último, motivado por el trato del editor jefe a su dibujante estrella del momento, le hizo abandonar Shang Chi Master of Kung Fu definitivamente. En DC encontraría comodidad y un trato bastante atrayente como explicamos en otro artículo. No sólo escribiría esta etapa de Batman, sino que volvería al personaje para la Caída del Murciélago, uniendo una etapa tras otra de catástrofes en la ciudad de Gotham. Para nuestro héroe crearía personajes como Máscara Negra y obras tan recordadas como Lluvia Roja. Mandrake (Ashtabula, 1956) es un dibujante con estilo fuerte y personal que ha desarrollado la mayoría de su obra dentro de DC. Además de la etapa que estamos tratando, sus más famosas aportaciones han sido para el Espectro y el Detective Marciano, formando en ambas un magnífico tándem con el guionista John Ostrander. Colan (Nueva York, 1926-2011) fue un maestro de los cómics a otro nivel. De una larga trayectoria plagada de éxitos que comenzó en la edad de oro (trabajó para Timely y National, las futuras Marvel y DC), se pueden destacar Daredevil o Capitán Marvel con un tal Stan Lee, con el que también creó el Halcón en las páginas de Capitán América, y su impresionante La tumba de Drácula con Marv Wolfman. Además de memorables trabajos para Warren, pasa a DC tras pelearse con el editor jefe de Marvel (¿adivináis quién?), donde es recordado por esta magnífica etapa del caballero oscuro o por el Espectro, también con Moench, entre otros muchos títulos.
Volvamos a la época de las Crisis. El Monitor, como era menester, también se había asomado por ambas colecciones (en Batman 384 y Detective Comics 551). Pero en los números que nos ocupan, comenzamos la historia alrededor de Nocturna, acosada por un antiguo amor que está dejando un reguero de cadáveres a sus espaldas. Esta pálida villana era una mujer que había sido científica, después criminal, y hasta había jugado con la maternidad de Robin, aunque andaba tratando de reformarse. El Robin de turno es por cierto Jason Todd, que aún disfrutaba de un pasado clonado de Dick Grayson. No exageramos; sus padres, los Todd Voladores, habían sido asesinados por un criminal (Killer Crock en este caso) y Bruce, conmovido, lo acoge bajo su ala ¿os suena? Por su parte Batman andaba metido en un batiburrillo emocional. Julia, la hija de Alfred, lo quería pero era un amor imposible; Vicki Vale lo odiaba mientras que él quería estar solo; Catwoman, por entonces reformada, lo amaba aunque él creía que ya no le correspondía; incluso a Nocturna le hacía tilín y llegan a besarse. Sin embargo, la gata primero y la villana después, le espetan que le atraen las mujeres fatales, pero no puede estar con ellas porque, de hecho, lo son. La pasión está a flor de piel, encontrándonos una de las más emocionantes historias dedicadas a Catwoman (comentada recientemente en nuestra web). Durante su transcurso, la pobre Selina está a punto de morir hasta en dos ocasiones, lo que despierta en Batman el amor sin reservas, que queda declarado y confirmado tras una batalla para el recuerdo.
Moench mete mucha profundidad en las diatribas sentimentales de Bruce, en los líos paternofiliales de Jason y hasta en la relación entre policías y vigilantes. Es especialmente curioso como en un par de páginas desvela como Gordon y Bullok (retratado con un cariño y realismo que pocas veces se ha visto) son conscientes de que el muchacho tras la máscara de Robin ha cambiado y se ha rejuvenecido. Mejor aún, Gordon es perro viejo y le parece algo natural y de agradecer, reconociendo los peligros que conllevaba la soledad de su colega enmascarado (cuando Dick Grayson había abandonado el manto). Otro detalle que demuestra la maestría del guionista y su conocimiento del personaje es cuando de los pensamientos de éste surge un sentencioso: “Bruce Wayne es Batman pero Batman no es Bruce Wayne.” Ahí queda eso. En la parte de dibujo, Mandrake tiene buenas composiciones y claroscuros, pero no hace sino llevarnos a admirar aún más el trabajo de Colan, que está pletórico. Sus posturas retorcidas y llenas de vida, las manos expresivas y los rostros a media res son un disfrute para la vista. Amén de su ya clásico sombreado y dominio de la luz.
Pese a todo, la aportación a las Crisis fue puramente tangencial. Cielos rojos dominaban la bóveda de Gotham dando ocasión a Moench para alguna metáfora o frase existencial de las suyas. Terremotos hacían temblar los escenarios donde se desarrollaba la acción para hacerla más emocionante, si cabe. Y la tormenta aprovechada para el final arrebatador. De hecho, el curtido guionista aprovecha también para hacer desaparecer a Nocturna con la antimateria y “ayudar” al Joker a escapar… otra vez. Esta escapada justifica ver en libertad al villano en Crisis nº2, donde Batman observa la “aparición” de Flash por primera vez. La segunda sería en Crisis nº8. Aparte de eso, merece mencionarse que el papel de Batman en las Crisis es muy tangencial, como cualquier otro superhéroe, ya que precisamente Wolfman no quería que la Trinidad deceíta copara el protagonismo de la obra coral.
Lo que si aprovecharon en DC fue para relanzar al hombre murciélago de una manera apoteósica, pero habría que esperar casi un año después de las Crisis, justo cuando se publicaba la Historia del Universo DC y se relanzaban otros títulos (un poco después de Superman pero a la vez que Wonder Woman y un poco antes que la Liga de la Justicia).
En la cabecera de Batman, aún habría tiempo para que Moench finiquitara su etapa (incluyendo una mini con Gulacy, al que atrajo hacia DC) y pudiera poner la guinda con el gran número 400 de la serie, dibujado por un puñado de los mejores artistas del momento. Wein se marcha y a los mandos editoriales entra el añorado Dennis O’Neil. Lo ideal, por tanto, hubiera sido comenzar la nueva etapa en el 401, pero imaginamos que no se llegó a tiempo y hubo un número de relleno de Barbara Kesel y Trevor Von Eeden y un par de Max Allan Collins, acompañado por Jim Estarlin y Denys Cowan. Por fin, en el 404, llegaba el renacimiento del mito.
Puesto que un ya consagrado Frank Miller había demostrado su gran conocimiento del héroe y su leyenda en la muy reciente El Retorno del Caballero Oscuro ¿porqué no dejarlo reinventar al personaje y hacerle un origen más acorde con los nuevos tiempos? Lo que salió de aquella idea es Batman: Año Uno, una de las mejores sagas de origen de la historia de los cómics, así de simple. Miller en estado puro con un Mazuchelli en plena efervescencia creativa. En ella somos testigos de como un joven Bruce vuelve a Gotham después de recorrer el mundo en busca de la necesaria formación física y mental para la tarea que le espera. Vemos como un maduro Gordon aterriza en una ciudad corrupta para luchar contra sus propios demonios. Asistimos al fin de las antiguas mafias y al nuevo comienzo de una singular prostituta. Disfrutamos del nacimiento del murciélago, su enfrentamiento con la ciudad y su consagración.
Después de esta maravilla, le tocó al pobre Collins mantener la serie, entre otras cosas dando un nuevo origen a Jason Todd, el de ladronzuelo rebelde, que no le sentó nada bien. Su sucesor, Jim Starlin, encadenó grandes números con el gran Jim Aparo a los lápices (los soberbios números de Millenium y, sobre todo, la mítica Las Diez Noches de la Bestia) hasta irse ambos por la puerta grande con la conocida saga Una Muerte en la Familia… lo dicho, pobre Jason.
En Detective Cómics, al igual que en la cabecera propia, Moench pudo seguir hasta el número 566. Le sigue un número especial del famoso escritor Harlan Ellison con Colan a los lápices, y otro para entrar ya en continuidad post-crisis en plena saga de Legends con Joey Cavalieri y Klaus Janson. Entre estos dos números se produce aquí también el mencionado cambio de editores. A partir de ahí entra el equipo estrella de Mike W. Barr y Alan Davis, los cuales ofrecieron aventuras menos sesudas, pero encantadoramente divertidas. Davis se sale en su interpretación del héroe enmascarado y su danzarín compañero, además de regalarnos geniales versiones de Catwoman, Joker, Sombrerero Loco y demás fauna. La pobre Selina, por cierto, volvió brevemente emparejada con Bruce, tortolitos, para volverse malvada un número después, por culpa del payaso príncipe del crimen. Tras unos números ciertamente inspirados, Barr se metió en Año Dos, tratando de emular, aunque más modestamente, el éxito de la cabecera de Batman. Las comparaciones son odiosas, pero el guionista no tiene ni la profundidad ni la oscuridad necesarias. Además, Davis abandona tras el primer número y, aunque es sustituido por un Todd McFarlane que termina por encontrar su estilo definitivo, supone un bajón a los lápices. En la saga que sigue a lo planteado por Miller, Bruce está a punto de colgar la capa tras haber sacado a la ciudad de su pozo de crimen y, sobre todo, al haber encontrado el amor. Pero el padre de la futura novia no es otro que el Segador, un antiguo y violento protector de Gotham. Éste, tras asegurarse que deja en buenas manos la ciudad, termina muriendo y, al hacerlo, rompe el romance y el retiro de nuestro triste caballero. Entre medio se mezclan Leslie Thompkins, Joe Chill y la pistola que uso el asesino para matar los padres de Bruce, pero todo termina formando un batiburrillo que no termina de convencer. Tras algunos números más, con baile de dibujantes incluido, Barr finalizaría abandonando la cabecera para que el siguiente equipo, en mi humilde opinión, hiciera historia; John Wagner & Alan Grant y Norm Breyfogle.
Y hasta aquí la primera parte de esta serie de artículos en los que recorremos las distintas series que estuvieron involucradas en el gran evento de 1985, Crisis en Tierras Infinitas. Nos leemos en la segunda parte con más series, más información y el mismo espíritu.
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