Javier Vázquez Delgado recomienda: Los What If favoritos de la redacción Marvel de Zona Negativa

El pasado enero, Marvel Comics anunciaba Spider-Man: Spider’s Shadow, de Chip Zdarsky y Pasqual Ferry. El anuncio fue recibido con optimismo, especialmente teniendo en cuenta el buen hacer del guionista con una propuesta similar en Spider-Man: Life Story. Ambas obras comparten ese espíritu de la clásica What If? de ofrecernos un vistazo distinto a situaciones conocidas. Y esto es por diseño, dado que el propio Zdarsky decía esto en su newsletter personal: “¡Esta es una nueva miniserie de Pasqual Ferry, Matt Hollingsworth y yo! ¡Estamos reinventando la marca ‘What If’ con ello, dando a los lectores historias más desarrolladas de estas realidades alternativas! Como podéis ver con la impresionante portada de Phil Noto, esta serie trata de cómo la industria petrolífera ahoga la Tierra”.

Spider-Man: Spider's Shadow

Con estas palabras, y teniendo en cuenta cómo Heroes Reborn también se apunta a las realidades alternativas, en la redacción Marvel de Zona Negativa nos pusimos nostálgicos y nos hicimos una pregunta: ¿Cuál es nuestro What If? favorito? Con eso en mente, cada redactor escogió su cómic preferido de la colección, escribió unas líneas… ¡y eso es lo que os ofrecemos hoy! Sin más dilación, allá van nuestros escogidos, y no os olvidéis de decirnos los vuestros en los comentarios.

Arturo Porras – What If? (1977) #4

What if Invaders

¿Y si los Invasores hubieran permanecido juntos tras la Segunda Guerra Mundial?

La concepción y desarrollo de What If? se la debemos a Roy Thomas. Este autor, curtido en todo tipo de lecturas desde la Golden Age, le tenía cierta querencia al concepto de multiverso. Debió disfrutar de lo lindo de chaval con aquel encuentro entre dos Flash de distintas épocas, que quedarían adscritos a diferentes tierras en la continuidad DC. Desde que alcanzó su objetivo de ser profesional, Roy metió en sus cómics, siempre que pudo, referencias a distintas líneas paralelas, tanto de tiempo como de espacio. Qué es si no la creación del Escuadrón Siniestro, otro grupo superheroico de un mundo alternativo (mejor dicho, un remedo de la Liga de la Justicia), más que un intento de avanzar en ese sentido. A Thomas le encantaba tirar líneas en torno al Universo Marvel y se puede decir, sin ambages, que gracias a él contamos con el concepto multiverso en la editorial. What If? fue la herramienta definitiva para su implantación.

En 1977, nuestro autor contaba con un puesto privilegiado en el Bullpen. Su figura, la de autor-editor, le granjeaba libertad editorial total. Bajo ese paraguas, propulsó la creación de What If? El objetivo era bastante lúdico, imaginar explosivas posibilidades, argumentos inesperados que sorprendieran a los lectores y lectoras, basado en un bagaje editorial de más de 15 años. Pese que comenzó guionizando la serie, pronto se quedaría con la función de la edición. Por lo que la mayor cantidad de las ideas que circularon por sus páginas, sin ser escritas por él, necesitaban de su aprobación. Y Roy concibió esta colección como algo más complejo que un puñado de historias imaginarias, que nunca se podrían haber acometido en la continuidad tradicional. Para Thomas, todas estas tramas sucedían, de verdad, solo que en el complejo tapiz del multiverso Marvel, y para ser testigos de ello contábamos con un cicerone, Uatu el Vigilante, un ser arcano capaz de almacenar toneladas de conocimiento.

El punto fuerte del título, resumidas cuentas, era ver una situación tan inesperada como que Spiderman se uniera a los 4F, que Hulk mantuviera su inteligencia o que los Vengadores se rompieran a las primeras de cambio. Tesitura inesperada, reacción inmediata. Sin embargo, por razones que ahora mismo explicaremos, Roy Thomas rompió sus mismas reglas en el #4, el episodio que me interesa recomendar.

Ya hemos explicado que la serie se componía de un estudiado juego entre novedad y clasicismo. Una imagen que el aficionado Marvel se sabía al dedillo era distorsionada para el disfrute general. Este #4 es algo más. Para empezar, no se trata de una línea alternativa ya que discurre en paralelo con la colección de Invasores. Thomas había puesto marcha una cabecera retro en plenos 70, contando historias al estilo años 40, juntando a la vieja trinidad Timely, a los que se añadían los sidekicks y algunos personajes de nuevo cuño. Para el guionista, la continuidad era fundamental; todo debía encajar al dedillo. Una falla en el sistema eran los números post-año 45 del Capitán América de Timely, ya que Stan Lee estableció como canon que Steve Rogers estaba congelado en el hielo desde ese año.

Los Invasores se situaban cronológicamente antes de ese año 45, por lo que no generaban complicaciones. Pero Roy los utilizó para sacarse esa espina que tanto le dolía, y por tanto, establecer otro canon para la figura del Capitán América. Para ello había que consignar que hubiera pasado si los Invasores hubieran continuado tras el cese de hostilidades de la II Guerra Mundial y a eso nos dedicamos.

Obviamente, el número está centrado en la figura del Centinela de la Libertad. Llegados al punto trágico de la muerte de Steve Rogers y Bucky Barnes, vemos al presidente Truman avisar a un héroe patriótico que opera en Europa, Espíritu del 76. William Naslund luchaba, codo con codo, con los aliados europeos para terminar de doblegar al fascismo. A su llegada a EEUU, el presidente le comunica el desgraciado suceso, además de advertirle que ha sido elegido como nuevo Capitán América, con su propio Bucky. Con la guerra tan próxima a finalizar, no es el momento de permitir que el mundo vea la caída de un símbolo. Naslund acepta encantado, por lo que se dedica a sus quehaceres heroicos, unido a sus colegas Invasores, sin que estos perciban cambio alguno.

Tras la caída del Eje, los problemas persistían en suelo patrio, en este caso en la figura de un androide maligno creado por el profesor Horton, denominado Adam II, que buscaba acabar con la libertad y la democracia. En una ciudad de la importancia simbólica de Boston, se produce el envite final entre Invasores y las fuerzas de Adam, con resultado nefasto para Naslund, ya que muere en acto de servicio, sin que ninguno de sus colegas sean testigos de tan trascendental hecho. Sin embargo, siguiendo esa máxima de mantener el símbolo a toda costa, entra en escena Jeff Mace, reconocido como el superhéroe Patriota. Oculta el cadáver de Naslund, se enfunda el traje de las barras y estrellas, con lo que ya tenemos al Capitán América dispuesto a solventar la papeleta, liderando a los Invasores, en aras de mantener la lucha por la libertad. Al final del número, Mace cuenta la historia al resto de integrantes del grupo, provocando un acto de constricción y respeto hacia el antiguo Espíritu del 76. Su sacrificio no será en vano.

En este ejemplar sentimos la verdadera importancia de la maquinaria Marvel. El ver cómo el guionista va refinando los mecanismos de la continuidad, a la vez que disfrutamos de una aventura intensa, plena de momentos dramáticos, todo ello en un cómic de algo más de veinte páginas. La importancia histórica del hecho, el baile de los distintos Capitanes América, no resta ni un ápice a la diversión más pura y dura, ni a la tensión narrativa de ver morir a los héroes, frente a ti, de una manera descarnada. La guerra debía provocar ese tipo de impactos y en los superhéroes, por su misma concepción, raramente se conseguía.

Aparte de la maestría de Thomas a los guiones, este número era dibujado por Frank Robbins, colaborador habitual de Roy en la cabecera de Invasores. Estamos ante un maestro de la narrativa, un dibujante capaz de hacer virguerías con los tempos en las viñetas, aunque si bien es cierto en el cenit de su carrera. Si a eso le juntamos que era un novato en el género, acostumbrado a otro proceder en tiras de prensa, hay una cierta tendencia a menospreciar su trabajo, algo que este redactor considera más que injusto.

Este What If? #4 es uno de los grandes hallazgos de la colección. Tiene una gravitas especial, se siente que es importante para la continuidad del entorno compartido, está ensamblado con mano firme por Roy Thomas, capaz de articular la historia para sus dos fines fundamentales, y muy bien dibujado por un genio como Frank Robbins. Suficientes razones para elegirlo como mi número favorito y para invitar al personal, al menos a todo aquel que no lo haya leído, a que se acerque a él sin miedo. Se trata de un muy buen cómic que dejará satisfecho a los paladares más exigentes.

Raúl Gutiérrez – What If? (1989) #114

What If Secret Wars 25 Years Later

¿Y si… Secret Wars 25 años después?

Hablar de Secret Wars es hablar de historia del cómic USA con mayúsculas. El titánico crossover llevado a cabo por Jim Shooter como parte del acuerdo que el entonces editor en jefe de Marvel Cómics tenía con Mattel, para vender muñecos basados en los personajes de la Casa de las Ideas, marcó un antes y un después en la forma de estructurar, entender y leer los eventos superheroicos.

No en vano, decimos, sin temor a equivocarnos, que Secret Wars es, junto a Crisis en Tierras Infinitas de la Distinguida Competencia, el cómic más importante de la década de los ochenta, a nivel editorial, incluso por encima de Watchmen o de Batman: El Regreso del Caballero Oscuro, porque sin ellos jamás habríamos tenido grandes crossovers superheroicos, o estos no habrían sido como los conocemos hoy en día.

Pues bien, catorce años después de aquel evento, unos nostálgicos Gregg Schigiel (guionista) y José Marzán Jr. (dibujante) decidieron volver a las Secret Wars originales, pero en forma de What If?. Así, en esta ocasión se planteaba que habría ocurrido si al final de Secret Wars los héroes y villanos no hubieran abandonado Mundo de Batalla, viéndose obligados a vivir allí de por vida, y por tanto, a establecer una nueva existencia en el peligroso planeta del Todopoderoso.

Así, los catorce años que habían transcurrido editorialmente, se convertían en veinticinco en la historia de este What If? respecto del evento original, y de este modo nos encontrábamos con unos jóvenes héroes, descendientes de los que fueron llevados a Mundo de Batalla contra su voluntad, que no habían conocido más hogar que el mentado planeta, y que libraban su propia batalla.

Balder Blake, apodado Bravado, intenta una vez más, cuando cumple dieciocho años levantar Mjolnir sin éxito, puesto que debe intentarlo como hijo de Thor y La Encantadora que es, mientras sus amigos Cruzada (Sarah Rogers, hija del Centinela de la Libertad y de Pícara) y Mustang (Clint Burton Jr. hijo de Ojo de Halcón y de Hulka) le animan para que no deje de intentarlo, pues están convencidos de que algún día será digno.

Quién jugará con ellos como si de Loki se tratara, será Malefactor, el hermanastro de Bravado por línea materna, hijo del Doctor Muerte que tratará de poner las cosas difíciles a este grupo llamado a luchar contra los custodios del tiempo, mientras aprenden a vivir en un mundo en el que Hulk se a autoexiliado para no causar daño, y en el que Reed Richards y Spiderman hace tiempo que murieron.

La realidad es que este cómic no es más que un tópico en sí mismo, en el que estos jóvenes Vengadores que nacen en otro universo y otra dimensión mucho antes de que dicho concepto existiera; son las versiones adolescentes de Ojo de Halcón, Capitán América y Thor, que luchan contra un remedo de Loki. Sin embargo, la historia resulta muy entretenida, con un dibujo cartoon que lleva las Secret Wars a un nivel distinto y desconocido, más allá de las meras secuelas y reinterpretaciones del concepto.

Elijo este What If? en concreto porque fue uno de los primeros a los que tuve la ocasión de acercarme, gracias al magnífico coleccionable Marvel Héroes de Panini (en el segundo tomo de los dos en los que se dividían las Secret Wars originales). Este What If…? venía como regalo añadido, y fue el primer cómic que me enseñó la importancia del legado y de la tradición en un Universo Marvel al que no puedo evitar amar tanto como a la vida misma.

El mero hecho de subir al trastero, y desempolvar este tomo, que por cuestión de espacio no puede estar en la estantería de mi salón, ha sido todo un viaje a la nostalgia y a Mundo de Batalla, con unos personajes con los que en su día, pese a ser clichés y estereotipos, consiguieron emocionarme en mi adolescencia.

Miguel Ángel Crespo – What If? (1977) #11

What if Marvel Bullpen

¿Y si los miembros del Marvel Bullpen se hubieran convertido en los Cuatro Fantásticos?

Cuando era niño me fascinaba la forma en la que los tebeos de la Marvel de los años sesenta acreditaban a sus autores: pocas veces aparecían simplemente los nombres de los creadores, sino que con frecuencia lo hacían acompañados de toda clase de florituras. Son bien conocidos los apodos que se asociaron entonces con Stan Lee (El Hombre) y Jack Kirby (El Rey), pero aquellos no fueron los únicos. Sonriente Stan Lee, Alegre Jack Kirby y Jovial Joe Sinnot son denominaciones que se repitieron varias veces durante la edad de oro de los Cuatro Fantásticos, en la que se gestó buena parte de lo que hoy es el Universo Marvel. De alguna forma, la colorida prosa de Lee, rica en adjetivos rimbombantes, se contagió también a los créditos. Las páginas iniciales de los tebeos de aquella época hablaban tanto de las aventuras épicas de los personajes de ficción como de los dicharacheros artistas que las habían orquestado desde el mundo real. Dichos autores no sólo estaban creando obras maestras que resonarían durante décadas en la cultura popular, sino que además se lo estaban pasando como nunca mientras lo hacían.

El mítico Marvel Bullpen, cuya leyenda se encargó el propio Lee de engordar cada vez que tuvo ocasión, se presentaba entonces como un paraíso; un lugar de ensueño en el que el talento, la creatividad y la diversión se daban la mano. Aquella suerte de Shangri-La de los tebeos era el lugar con el que soñaba de niño, pues era el lugar en el que la magia se hizo real durante aquellos años de creatividad sin fin. En mi admiración, creadores como Lee y Kirby no tenían nada que envidiar a los Cuatro Fantásticos o a los Vengadores, pues para mí también eran figuras heroicas. Imagina cuál fue entonces mi sorpresa cuando me encontré con un tebeo en el que ellos mismos desempeñaban el papel de héroes. En What If? #11, el mismísimo Jack Kirby se encargó de contar la historia de cómo los miembros del Marvel Bullpen original se convertían en los Cuatro Fantásticos: Stan Lee sería Mister Fantástico y Kirby sería la Cosa, quedando los papeles de la Antorcha Humana y la Chica Invisible para Sol Brodsky (jefe de producción de Marvel y hombre de confianza de Lee en los sesenta) y Flo Steinberg (secretaría de Lee y figura fundamental durante los años de expansión de la editorial: se encargó de coordinar a los autores, de la comunicación con el Comics Code Authority, de responder a las cartas de los fans, de enviar el merchandising del popular club de fans conocido como Merry Marvel Marching Society y de otras mil cosas más).

La creación de este tebeo partió de una idea original de Roy Thomas, responsable de la creación de la cabecera What If?, en la que el propio Thomas iba a ocupar el rol de la Antorcha Humana. No obstante, Kirby se decantó finalmente por Brodsky a causa de su veteranía en la empresa. Eso no quiere decir que Thomas se quedase sin aparecer en la historia, pues en determinado momento se menciona a “ese chico nuevo llamado Thomas” junto a otros nombres habituales en el Bullpen como Marie Severin o Johnny Romita. En el cómic hay un par de guiños de este estilo que harán las delicias de los estudiosos de la historia marvelita. No obstante, pese a lo divertidos que resultan estos guiños, este número de What If? dista mucho de ser una parodia. Es más, exceptuando la circunstancia de que son los miembros del Bullpen los que poseen los poderes fantásticos, ni siquiera dista mucho de cualquier otro número de Fantastic Four dibujado por Kirby. El hecho de haberse tomado muy en serio un tebeo en el que tanto él mismo como sus compañeros de trabajo se convertían en superhéroes dice mucho a favor de Kirby y evidencia el respeto que sentía hacia el resto del Bullpen. Este número de What If? es toda una muestra de amor.

En sus páginas, la atenta mirada de Uatu, el Vigilante, nos lleva hasta un mundo en el que una misteriosa caja es enviada al Marvel Bullpen con un extraño artefacto en su interior. Al activarlo, Lee, Brodsky, Kirby y Steinberg son bombardeados por rayos cósmicos que alteran su cuerpos y les proporcionan habilidades sobrehumanas. La única pista que tienen sobre los causantes del incidente es la nota que acompañaba al paquete, que les invitaba a activar la máquina para “vivir la fantasía definitiva” y estaba firmada de forma críptica por el autodenominado “pueblo S”. Convertidos ya en los aventureros conocidos como los Cuatro Fantásticos, papel que tienen que compaginar con sus tareas habituales en la editorial, los miembros de nuestro cuarteto protagonista se dedican a seguirle la pista a ese extraño “pueblo S”. Su viaje les lleva a enfrentarse a Namor, el Hombre Submarino, para descubrir la verdad sobre los responsables de su transformación, que finalmente resultan ser ciertos alienígenas verdes a los que conocemos muy bien.

Hay un cierto humor sutil en el planteamiento de la historia, sobre todo en la idea de compaginar el trabajo editorial con las tareas superheroicas. Kirby se dibuja a sí mismo adelantando unas páginas para tener algo de tiempo para vivir una aventura con sus fantásticos compañeros antes de volver a sentarse ante el tablero de dibujo, por ejemplo. Como era de esperar, los demás trabajadores de Marvel se preguntan a qué se deben las constantes ausencias del cuarteto, aunque se especifica que “siempre vuelven a tiempo para mantener las cosas en marcha”. Parece que el hecho de poseer su propia réplica del Edificio Baxter, repleta de asombrosa maquinaria y de “ordenadores atómicos”, no evita que estos Cuatro Fantásticos tengan que seguir cumpliendo sus fechas de entrega. No se indica en qué tipo de cómics trabajan, pero cabe suponer que estos Cuatro Fantásticos publican los tebeos de los Cuatro Fantásticos que nosotros conocemos. ¿Basados en sus propias aventuras quizá?

Kirby no perdió la oportunidad de salpicar la historia con sus impresionantes diseños tecnológicos y sus máquinas imposibles. El número está repleto de acción contundente y de momentos que resultarán familiares a los lectores de Fantastic Four pese a las obvias diferencias. En determinado momento es fácil dejarse llevar y asumir que esta es, en efecto, otra historia canónica de los Cuatro Fantásticos. ¿Por qué no iba a serlo? ¿Acaso ese Jack Kirby convertido en la Cosa, con su sempiterno puro en la boca, es menos válido que nuestro Ben Grimm? ¿Acaso la fabulosa Flo Steinberg no iba a ser capaz de lidiar con Namor como lo hace Sue Storm? ¿Acaso el carisma de Stan Lee no rivaliza con el de Reed Richards? Lo más bonito de la idea del multiverso es que implica la creencia de que todo es posible. De hecho, cualquier cosa que seamos capaces de concebir debe existir en uno de esos innumerables mundos vigilados por Uatu. Por supuesto que existe un mundo en el que los miembros del Marvel Bullpen son los Cuatro Fantásticos. ¡Incluso existe un mundo en el que yo soy uno de los Cuatro Fantásticos! ¡Y otro en el que lo eres tú! ¡El multiverso es infinito!

Cuando era niño me fascinaba que los autores de Marvel pudiesen participar en las ficciones que habían creado. Ellos habían concebido aquellas historias maravillosas, así que tenían todo el derecho a entrar y salir de ellas a su antojo. Este número de What If…? no fue un fenómeno aislado, después de todo: Lee y Kirby ya se habían dejado caer por las páginas de Fantastic Four en varias ocasiones (¡cómo olvidar que ellos fueron los primeros en ver el temible rostro del Doctor Muerte o que asistieron a la boda de Reed y Sue!). Años después, John Byrne haría lo propio durante el juicio de Reed Richards en otro de esos números que se quedarían marcados a fuego en mi memoria. Todas aquellas historias cimentaron mi más profunda admiración hacia estos autores, desde luego, pero también tuvieron un efecto secundario: en mi mente, las fronteras entre nuestra realidad y el Universo Marvel siempre han estado bastante desdibujadas. De hecho, me he pasado media vida tratando de emular esa particular mezcla entre lo real y lo ficticio (aquí en Zona Negativa pueden encontrarse algunos ejemplos, como aquel relato sobre el Spider-Verse o los infames boletines de la máquina del tiempo). No tengo reparo en admitir que mi mayor aspiración es crear algún día algo similar a este What If? en el que el Marvel Bullpen se viste con los uniformes azules; algo que transmita la idea de que nosotros somos parte de nuestras historias tanto como ellas son parte de nosotros.

Quién sabe, quizá en alguno de esos mundos lejanos del multiverso ya lo haya conseguido.

Raúl López – What If? (1977) #35

What If Elektra Lived

¿Y si Elektra hubiera vivido?

Los más veteranos del lugar recordaran como en Daredevil #181 Elektra perdía su vida a manos de Bullseye quien pocas horas antes había escapado de la prisión con el único objetivo de asesinar a aquella persona que le había robado el trabajo de sicario de Kingpin. Una historia cargada de dramatismo en la que Frank Miller termina con la vida de la que fue una de sus creaciones más famosas ensartada por su propio sai.

Pero … ¿y si en dicha fuga de la prisión cuando estaba en la mirilla del rifle de uno de los guardias de la prisión este no hubiese dudado y hubiese acabado con su vida? Muerto Bullseye sin lugar a dudas que el destino de Elektra habría sido otro. Y esta premisa es la que explora en dieciséis páginas Frank Miller quien se homenajea a si mismo reproduciendo momentos que quedaron para la historia como ese intento de asesinato de Foggy Nelson por parte de Elektra que tras verle la cara le suelta aquello de: “Espere… Sí… Sí que la conozco. De la universidad… Eras la novia de Matt… Elektra.” Quedando esta en shock e instándole a huir para que salve su vida.

A partir de ahí la historia se bifurca y se acaban las similitudes con la original, el resto se lo reserva Frank Miller para un final de cuento imposible porque probablemente habría significado el fin de Daredevil como lo conocemos pero que por lo bien que está construido no nos habría importado que por fin se hubiese ganado dicho final. Pocas veces se ha dado el caso en que el mismo autor ha tenido la oportunidad de what ifearse (si me permitís la palabra) a si mismo teniendo la oportunidad de ofrecernos un final alternativo a lo que es considerados por muchos una obra maestra del cómic.

En esta ocasión las tintas corren a cargo de Terry Austin en vez de Klaus Janson, y aunque los méritos de Terry Austin a lo largo de su carrera le convierten en uno de los grandes entintadores de la industria, no es menos cierto que si hay un entintador que entendió como pocos el trabajo de Frank Miller ese fue Klaus Janson.

Leer a día de hoy este significativo what if es una tarea complicada pues además de en la antigua serie What If publicada en formato grapa por Forum y inencontrable a día de hoy también se ha reeditado por parte de Panini pero formando parte del voluminoso tomo que recopila todo el Daredevil de Frank Miller, decisión más que acertada de todas formas.

Nacho Teso – What If? (2008) House of M #1

What If House of M

¿Y si… la Bruja Escarlata hubiera acabado con la Dinastía de M diciendo “No más poderes”?

¿Y si… este texto lo hubiera escrito un joven Nacho Teso?

¡Hala! ¡Creo que esta es una de las mejores historias que he leído nunca! ¡Me flipa lo que propone! La idea de que la Bruja dijera “No más poderes” me parece increíble, ¡tiene mucho sentido! ¡Ojalá hubiera ocurrido así! Me gusta mucho este número porque funciona como un punto final al universo Marvel. Todos los héroes pierden los poderes, queda solo la tecnología y el Cubo Cósmico y Cráneo Rojo se aprovecha de ello. ¡Mueren muchos héroes! ¡Peter Parker tiene momentazos! Pero destaca que ser un héroe va más allá de tener poderes, eso es la parte súper y no es lo que define a los personajes. Recordaré siempre este número, va a ser una de mis historias favoritas para siempre.

¿Y si… este texto lo escribiera el Nacho Teso de hoy en día?

Que siempre he recordado este número es tan obvio como cierto. No me equivocaba al decir que su premisa me fascinaba y, aunque lo leí hace mucho, siempre lo he tenido como mi What if? favorito. Sin embargo, recién releído, y aunque lo mantenga en esa posición, no menos cierto es que aquí hay una historia que arrasa con su premisa tanto para lo bueno como para lo malo. Quiero quitarme esto segundo de encima primero.

Las caracterizaciones de algunos personajes están más llevadas al extremo de lo que me gustaría. Buscando crear una historia de esta magnitud que cumpla dentro de los límites de una sola grapa, lo cierto es que se reduce a varios de los héroes secundarios a su mínima expresión tradicional. Emma Frost, Maria Hill o Carol Danvers tienen un rol reducido y poco destacado, por ejemplo. De hecho, ellas son en general las que se llevan la peor parte, con un dibujo que las sexualiza más de lo que me daba yo cuenta en 2008. A nivel de guion, lo cierto es que las muertes que se van sucediendo son bastante gratuitas, cayendo en lo fácil de su ejecución debido a la naturaleza de esta clase de historias. Es fácil matar personajes cuando no te tienes que preocupar de ninguna historia en el futuro y necesitas drama fast-food.

¿Lo bueno? La premisa me sigue funcionando tan bien como el primer día. Y me funciona porque en este mundo de los superhéroes, la idea del eterno retorno trampea las historias una y otra vez. El regreso al statu quo tradicional ha afectado a cualquier personaje que podáis imaginar, y a pesar de entender los porqués, el escozor es siempre el mismo. Como lector habitual de Spiderman, casos como el de Un día más siguen siendo motivo de debate hoy en día, por ejemplo. Es por todo esto que, aunque sea mediante una realidad alternativa, ofrecer un final definitivo me llama. Me reconforta un poco incluso. Es imperfecto, se le notan las grietas y no ha envejecido tan bien como recordaba. Pero una vez releído, me gusta ver una historia en la que las vidas de estos héroes se completaron, de un modo u otro. Y tras todo lo vivido y sufrido, pudieron descansar y vivir vidas normales.

Un premio efímero, bastante vacío siendo un número suelto que no necesariamente mucha gente recordaremos. Un premio ridículo incluso, pues el propio número termina dejando abiertas opciones de futuro. Pero eso sería legado, una nueva generación. Ideas nunca suficientemente exploradas. Ideas que siempre me resultan cómodas. Ideas que siempre me gusta ver. Y es por eso que, en su imperfección, en su historia que no aguanta tan bien el paso de los años… este sigue siendo mi What if? favorito.

Luis Javier Capote Pérez – What If? (1977) #42

What If Invisible Girl Died

¿Y si la Chica Invisible hubiera muerto?

Hoy debo empezar mi intervención confesando que la serie What If? nunca me resultó especialmente atractiva. La premisa de una mirada a las realidades alternativas era sugerente, pero no se puede obviar el hecho de que, salvo contadas excepciones, el resultado no pasaba de la mera curiosidad. Después de todo, hablamos de una colección pensada para mostrar una divergencia y desarrollar las consecuencias derivadas de la misma en uno o, a lo sumo, dos números. Los equipos creativos no siempre eran destacables y una conclusión catastrófica solía ser más habitual de lo que hubiera sido deseable. Mi contacto con la colección se limitó al primer tomo recopilatorio -benditas redistribuciones- de la colección de Forum y, si bien es cierto que me dejó un tanto frío, el quinto y último de los tebeos reunidos se convirtió en uno de mis favoritos. Tal es la razón que me ha movido a participar en esta entrada colectiva con el cuadragésimo segundo número del primer volumen yanqui de la colección.

La historia alternativa arranca con la conversión de un hecho fundamental en la historia de los Cuatro Fantásticos en una terrible tragedia: Susan Richards muere al dar a luz su hijo Franklin. En la historia original -publicada en Fantastic Four Annual nº 6- Sue está por dar a luz, pero los rayos cósmicos que dieron sus poderes al cuarteto suponen un serio peligro para las vidas de ella y de su hijo no nato. Reed, Ben y Johnny deben adentrarse en la Zona Negativa para encontrar un elemento que puede salvar las vidas de madre e hijo. El descubrimiento de que su objetivo está en manos del feroz Annihilus supone el habitual combate, una apurada victoria y el regreso en el proverbial último momento, con el grato resultado que ya sabemos. Sin embargo, en la versión divergente el combate se prolonga más allá de lo debido y el trío llega tarde. El niño sobrevive, pero la madre muere.

El tebeo comienza narrando los momentos previos a la muerte de Susan, justo antes de dar a luz. Crystal, que en esos tiempos es aún la novia de Johnny, la acompaña y hablan sobre los tiempos anteriores al viaje espacial que les convirtió en los Cuatro Fantásticos: los inicios de su relación con Reed y de la inquebrantable amistad con Ben Grimm. En esta escena queda patente que la piedra angular del equipo es Sue y la propia inhumana lo verbaliza, al comparar a su cuñada con la madre de Rayo Negro, a la que pone como ejemplo de fortaleza. La comparación se convierte en la expresión de una premisa que no tardaremos en ver la serie dedicada a la familia Richards: la pieza esencial, el miembro más sólido es la Chica Invisible.

A continuación, el cómic nos lleva a la Zona Negativa, para ver cómo les va a Ben, Johnny y Reed. El enfrentamiento con Annihilus se salda con la victoria del trío, pero, como se comenta un poco más arriba, llegan tarde: su esposa, su hermana, su mejor amiga ha fallecido.

La noticia recorre el mundo rápidamente y se produce un aluvión de reacciones. Particularmente notable es la del Doctor Muerte, que reflexiona acerca del hecho de que la vida ha infligido a Míster Fantástico un golpe más duro que cualquiera de los que él hubiera podido propinarle. Decide, además, una tregua unilateral y todo ello en una viñeta que expone como pocas quién es Víctor Von Doom. El funeral reúne a amigos, conocidos y aliados del equipo, los cuales escuchan las palabras que Johnny, Ben y Reed pronuncian como elegías. El primero es incapaz de terminar; el segundo repite la idea de que el miembro más fuerte del equipo era la propia Susan; el tercero hace un discurso académico, bajo los atentos ojos de su viejo rival, el Hombre Submarino. Namor pedirá al hundido trío instalarse junto a ellos y, cuando la Cosa inquiere acerca de sus motivos, se los expone a las claras: al cruzar su mirada con la Reed, ha visto los ojos de un hombre muerto.

Más tarde, cada uno de los miembros del equipo recuerda a Susan a su manera. Johnny echa de menos a la hermana que, también, hizo de madre y se pregunta a quién echar las culpas de lo acontecido. Ben verbaliza una confesión sobre los platónicos sentimientos que albergaba en su interior, respecto de la mujer de su mejor amigo. Uno y otro están tocados, pero no están hundidos; no es ese el caso de Reed, que, metódicamente, va borrando los soportes que contienen el trabajo de una vida. Sigue actuando como el científico que es; sigue hablando de forma impecablemente académica, pero confirma la impresión expresada por Namor a sus colegas y, aplicando una lógica implacable, toma una decisión.

Esa madrugada, Namor despierta a Ben y a Johnny: Richards se ha ido, camino de la Zona Negativa. El trío parte en su persecución y la Cosa no puede evitar preguntar al Hombre Submarino por los motivos que le mueven a socorrer a alguien a quien había intentado matar. La respuesta no se hace esperar, pues lo hace por Susan, al igual que Grimm y Storm. En su viaje, comprueban que Míster Fantástico se ha abierto paso a sangre y fuego por los dominios de Annihilus. Namor comenta que el talento de Reed siempre ha albergado un gran potencial destructor. En el clímax de la historia, Richards se alza ante su acobardado adversario con un semblante siniestro y una ominosa sentencia: el ser insectoide, obsesionado con la inmortalidad, puede morir y morirá a sus manos.

El tebeo es, desde mi punto de vista, una pequeña joya en la que, en el espacio de una revista, presenta unos personajes muy bien caracterizados y los enfrenta a las consecuencias de un hecho que tiene el efecto de alterar sus vidas para siempre. Introduce, además, conceptos que se verán años más tarde, tanto en la propia colección de los Cuatro Fantásticos como en obras tan veneradas como La broma asesina. Peter B. Gillis, guionista de esta historia, se adelanta a John Byrne al promover la idea de que la piedra angular del equipo, el miembro más fuerte del cuarteto es Susan Richards, demostrándolo en el hecho de que su trágica muerte suponga el fin de los Cuatro Fantásticos. Anticipa, además, en más de diez años la idea de que ciertas personas sólo precisan de un mal día para caer en el lado oscuro. La vengativa versión de Reed que se encara con Annihilus en el capítulo final de la historia no desmerece en nada a Lobezno o al Castigador. Sólo por este tebeo, merece la pena reivindicar a un escritor que se caracterizó por realizar una labor competente como guionista en la Marvel de los setenta y ochenta. Junto a él, tenemos a otros dos ilustres currantes de la casa de las ideas, como son Ron Frenz y Joe Sinnott. Juntos consiguen presentar una versión icónica del mundo fantástico y rematar una de las mejores historias alternativas de la historia de la familia Richards.

Gema Campos – What If? Spider-Man (2018)

What If Spider-Man

¿Y si… Flash Thompson se hubiera convertido en Spiderman?

Todos sabemos la mítica frase “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, e indirectamente se ha aplicado a varios héroes del universo Marvel, no solo a Spiderman -aunque éste la lleva al extremo por sus recuerdos del tío Ben y otros acontecimientos-. ¿Cómo se ha aplicado? Con grandes hechos que los han hecho cambiar de mentalidad y los han hecho ser conscientes del poder que tenían. Podemos poner como ejemplo a Extraño cuando estudió las Artes Místicas, los Cuatro Fantásticos cuando recibieron sus poderes y notaron que sus poderes debían usarlos concienzudamente, o el shock que supuso para Tony Stark ser atrapado por unos terroristas y saber que podía ayudar a la gente usando sus armaduras en vez de crear armas, entre otros héroes.

Entonces, ¿qué pasa en este What if? con Flash Thompson? Estamos ante un chico adolescente “cabeza hueca” en su auge de popularidad del instituto, en el que los poderes de Spiderman, no solo le benefician y le dan lo que siempre quiso ser -un héroe-, sino que encima le hace sentir por encima de los demás, restándole todavía más humildad al personaje. Todo ello traería lo que a mí me gusta llamar una “degeneración del superhéroe”, en el que Flash demuestra las peores cualidades que puede tener un superhéroe tanto en su vida como héroe como civil: poco respeto hacia los demás, agresividad, arrogancia, ególatra, intolerante e intransigente.

Gracias a esta alteración del destino en modo What if?, tenemos una historia entretenida, que, a veces, se nos hace dura de leer por los comportamientos de Flash Thompson como superhéroe al ver todos los errores que hace y lo fácil que sería arreglarlos todos si tan solo escuchara a las personas de su alrededor en vez de a sí mismo y su egolatría. Sin embargo, tras un cliffhanger que nos deja helados, la historia nos deja con un final bastante positivo que demuestra que todas las personas pueden cambiar en cuanto son conscientes de que “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.

Tal vez no sea uno de los mejores What if? de la historia de Marvel Cómics, ni pasará a la historia, pero sí me llamó la atención para destacarlo porque utiliza una mecánica clásica para hacer algo mucho más interesante y mostrar la degeneración de un superhéroe, algo que siempre llama la atención y que nos recuerda que los superhéroes también son personas que pueden caer al abismo si les das poder u otros factores. Sin embargo, como moraleja, siempre, y en todos los casos, es posible redimirse, aunque algunos casos lleven más tiempo que otros.



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