Javier Vázquez Delgado recomienda: Crisis en Tierras Infinitas Edición XP – Parte II
En la introducción de la primera parte de esta serie de especiales os contamos los entresijos editoriales y personales que dieron lugar a esta famosa saga. Un proceso interesantísimo en el que autores y editores luchaban por mantener personajes, ventas, aficionados y hasta el propio sustento. Sin embargo, es inevitable y atrayente pensar en la parte más ficcional de la historia, la del propio Universo DC. Si tanto se ha comentado el barullo que suponía el largo historial de la editorial para los héroes que la habitan, es menester comprobar si éste fue resuelto. Cuando comentamos el juego de rol DC Héroes, dimos con un artículo de Robert Greenberger, editor asistente de Crisis en Tierras Infinitas, en el que precisamente resumía las dificultades que supuso dar coherencia a un universo tan rico. En este texto menciona que circularon varios informes de situación sobre temas tan curiosos como los viajes en el tiempo, la magia, o el infierno. Desgraciadamente estos informes eran internos y no disponibles para el público (por ahora, nuestras búsquedas han sido infructuosas). Por suerte, mucha de esa información se usó para la segunda edición del DC Heroes RPG. Por tanto, algo tan aparentemente liviano como un juego, resulta ser una profusa fuente de conocimiento para la curiosidad de los aficionados… ¡Pasen y vean!
Dejaremos aparte la propia Historia del Universo DC, ya que Wolfman y Pérez se encargaron de narrar de manera excelsa los acuerdos alcanzados. Además, porque le dedicaremos especial atención en la última parte de estos especiales. Decir al menos que se integraron a una sola línea temporal y universo, entre otros: El mago Shazam, que daría lugar al superhéroe (ejem) homónimo, durante la civilización egipcia; Los Dioses del Olimpo, descendientes de los Titanes, cuya retirada al Olimpo resultaría en la creación de los Nuevos Dioses. Tanto unos como otros darán pie a buena parte de los cambios en los orígenes de los héroes de este nuevo universo; Los héroes de la Edad de Oro, antes de la tierra 2, gracias al trabajo previo de Roy Thomas. Éste ya los había entremezclado orgánicamente con la propia historia de los EEUU y, posteriormente, dio un sentido más o menos lógico a su desaparición en los años 50; Los cómics bélicos de DC, pese a que Robert Kahniger declarara abiertamente que “(Sargento) Rock siempre ha existido fuera del Universo DC”; Superman se descubrió como tal una vez Clark era adulto, por lo que Superboy nunca existió, con consecuencias para cierto grupo del futuro; Y precisamente, dicho futuro tendría a los periodos donde pululan Jonah Hex, Omac y la Legión de Súper-Héroes como hitos más destacados. Por último, una regla de oro según Greenberger: “si una historia del pasado no era mencionada, nunca ocurrió”.
Uno de los temas más candentes, tal como hemos mencionado al principio, fue el de los viajes en el tiempo. Sugerido por Paul Levitz (por propios intereses en la Legión), se fueron metiendo en liza Denny O’Neil (como “leído” del tema), Barbara Kesel (por entonces Randall, como editora), Dan Jurgens (por Booster Gold) y Michael Fleisher (que guiaba a Jonah Hex). El acuerdo alcanzado tenía dos reglas básicas: 1) un personaje que viaja en el tiempo es simplemente enviado una línea temporal alternativa, con lo cual no puede afectar su propia línea; 2) un personaje no puede encontrarse consigo mismo en el pasado o en el futuro. Aparte, los personajes pueden viajar un número de veces limitado hasta que su propia salud física se vea afectada, y la magia no tiene ninguna influencia en el viaje temporal.
Hablando de la magia, Neil Gaiman llegó justo para aportar tres normas básicas: Primero y quizá más importante, el poder no es gratis, siempre hay consecuencias para tus actos. Segundo, una vez entras en el mundo de la magia nunca volverás a tener un punto de vista científico de la realidad. Y tercero, la magia puede ser muchas cosas salvo de fiar. Aparte de estos mandamientos, también se decidió que entre las especies o entes verdaderamente ligados a la magia no están los humanos. O eres homo magi como la familia de Zatara o te las apañas con rituales mágicos como hace Constantine. Es importante indicar que los hechiceros dependen de la energía mágica disponible en el ambiente. Está no está repartida igualmente por todas partes y hay zonas donde se concentra como, atención, el Asilo Arkham en Gotham o el Parlamento de los Árboles en Brasil. De hecho, el plano de la Tierra (que incluye el Universo físico conocido) es de los que menos energías mágicas concentra en la actualidad. Los otros planos mágicos incluyen Mundogema, la Azarath de Raven, o la Quinta Dimensión de Mr. Mxyzptlk.
Efectivamente, hay planos y dimensiones que tuvieron que ser clasificados y ordenados. Alan Moore ya dio su propia versión sobre el más allá, incluido el infierno, y otros planos como el sueño en Swamp Thing. Y sus ideas fueron aceptadas como canon, al que poco después añadirían detalle y majestuosidad Alan Grant y, especialmente, Neil Gaiman. El Reino de los Muertos Recientes es el plano que separa la Tierra del Domino de los Señores del Orden, del Hades, del Cielo y, especialmente, del Infierno. Éste está reinado por un triunvirato y estructurado por un sistema de castas donde los rimadores, como Demon, se encuentra entre las más altas. El Sueño es una dimensión, como el Verde (otra creación de Moore) o el Plano Astral. Además, hay Zonas inter-dimensionales como la Zona Fantasma (relacionada con Krypton) o la Meta-Zona (de donde viene Shade). Y no olvidemos los otros mundos como Qward (del Universo Anti-materia), Apokolips/Nueva Génesis, Bgtzl, Skartarys, Themiscira…
Pero también hubo que estipular sobre otros detalles más mundanos. Por ejemplo, hasta 1989 no se aclararía el barullo de agencias gubernamentales pre-Crisis, gracias al esfuerzo de Kim Yale (escritora de Manhunter, principalmente), John Ostrander (Escuadrón Suicida) y, en mayor medida, Paul Kupperberg (Checkmate). A través de la saga La Directiva Janus quedo más o menos así: Sargento Steel es el Zar de Inteligencia de asuntos meta-humanos. Él supervisa la Fuerza Operativa X, la cual incorpora Checkmate (a cargo de Harry Stein), que a su vez absorbe el Proyecto Peacemaker, y el Escuadrón Suicida (dirigido por Amanda Waller, alias “el muro”). El General Wade Eiling está a cargo de los proyectos meta-humanos del Pentágono, incluido el Proyecto Átomo. Por último, King Faraday se ocupa de la ya muy reducida Oficina Nacional de Inteligencia (N.B.I. en inglés). En otro orden de cosas, Dan Jurgens se ocupó de ordenar las grandes fortunas del planeta. Sin corresponder a una clasificación exacta pero más o menos ordenada, tenemos: las posesiones de Slade Wilson, algo por encima las empresas Kord y Booster Gold (antes de irremediablemente perderlas), los siguientes serían unas comparables Fundación Wayne y Laboratorios S.T.A.R., y aún más arriba Steve Dayton, considerado el quinto hombre más rico del mundo aunque no cabe duda del primero. La mayor fortuna de todas, la del dueño de Lexcorp, damas y caballeros, Lex Luthor.
En general, Greenberger comenta que la mejor decisión fue la de constituir una agenda de gente, lugares y artilugios, que serviría como guía para que los guionistas tuvieran una base sobre la que construir. Es decir, en lugar de estar inventando siempre nuevas cafeterías de Metrópolis o periodistas del Daily Planet, jugar con un numero finito y reconocido de caracteres ayuda a crear un universo cohesionado (por cierto, que Roger Stern jugó un papel fundamental en la agenda de Metrópolis). Fruto público de estos esfuerzos es el Who’s Who: The Definitive Directory to the DC Universe, creación de Len Wein, Marv Wolfman y el propio Greenberger, que de hecho surgieron a raíz de las Crisis. Pero muchos consideran también un complemento natural The Atlas of the DC Universe, publicado por Mayfair Games Inc. (los del juego de rol), cuyo autor no es otro que Paul Kupperberg. Éste si que parece ser fruto de las mencionadas agendas, ya que incluye muchísimos personajes de calle, no necesariamente héroes, mapas de las principales ciudades con unos cuantos lugares característicos, otros planetas y sus pobladores alienígenas, y hasta un compendio de las dimensiones enumeradas antes.
Después de todo este esfuerzo, la realidad se impuso a la ficción. Dicho de otra manera, inevitablemente, los autores empezaron a romper reglas no escritas, experimentar y estirar conceptos más de lo que el Universo DC pudo soportar. Es algo natural además de necesario, ya que desde el primer momento se produjeron incongruencias. Tales como las que hemos contado en los apartados dedicados a cada colección de la primera entrega y seguiremos haciendo en la presente y las próximas. Una de las más famosas la de la mencionada inexistencia de Superboy, que afectaba a toda la línea temporal de la Legión y se salvó de una manera un tanto burda por Levitz. Aunque daremos buena cuenta de ella en la tercera parte de estos especiales, la traemos a colación para concluir con las palabras de Greenberger: “Una cosa que la gente debía tener cuidado era lo de venir con “convenientes” parches a la continuidad reparada por las Crisis. Cualquier sugerencia subsecuente [a la de Levitz] de un Universo de Bolsillo o incluso una dimensión paralela ha sido aplastada”.
Si ya, aplastadísima. Que nadie la volvió a usar, vaya…
La Cosa del Pantano es un personaje creado por Len Wein y Bernie Wrightson para la serie House of Secrets en su número 92 (1971). Tanto éxito tuvo la aparición que consiguió su propia serie en poco tiempo con un alter ego diferente que se convertiría en el definitivo, Alec Holland. Una serie dedicada al terror, donde el propio protagonista era un monstruo. Swamp Thing empezó con fuerza, pero se fue desinflando con el tiempo y, tras 24 números, desapareció. En 1982 tiene una nueva oportunidad con el título The Saga of the Swamp Thing bajo los mandos de Martin Pasko. Sin embargo, éste tiene otros compromisos y la serie daba bandazos sin mucho sentido, con lo que fue ofrecida a una joven estrella que hacía mucho ruido en Reino Unido. El propio Wein se puso en contacto con el sorprendido Alan Moore, que no perdió la oportunidad de trabajar con la gran editorial y hacer historias largas desarrolladas a un ritmo mensual. Y el resto, como se suele decir, es historia. Con motivo de una nueva edición de esta etapa, hemos comentado en esta casa la maravilla que realizó Moore con el personaje. Lo hizo creíble en su propia fantasía, mágico con un origen científico, romántico en su horror, heroico pese a su soledad. En resumen, fue una etapa clave que hizo de La Cosa del Pantano lo que es hoy y, de hecho, creo una sombra tan alargada que se impuso a los siguientes equipos a cargo. Tras los 45 numerazos que se marcaron el guionista y los artistas Stephen Bissette, John Totleben y Rick Veitch, principalmente, fue precisamente el último el que se encargó de los guiones. Tras dos años y varios conflictos con DC abandonó a la criatura (nunca mejor dicho). La siguiente autora destacada sería Nancy A. Collins, que llevo al monstruo a su status quo original sin mucho éxito. Un joven Mark Millar intentaría una vuelta a la grandeza por la vía de los poderes, pero tampoco la cosa funcionó y la serie se cancelaría en el 171. Nuevo volumen y nuevo equipo, Brian K. Vaughan y Giuseppe Camuncoli, centrado en la hija del monstruo, pero siguen sin desprenderse del peso del británico, como ocurriría con el aún más errático volumen 4. Tras los Nuevos 52 parece recuperarse el esplendor, primero con Scott Snyder y finalmente con un inspirado Charles Soule que sabe dotarle de su propia identidad. Incluido ahora en pleno universo súper-heroico, nuevos autores mantienen la llama de este personaje carismático como pocos.
En la época de Crisis en Tierras Infinitas, es precisamente el autor por excelencia de La Cosa del Pantano el que se ocupa de la misma. Bien acompañado principalmente por Bissette, entintado por Ron Randall y Totleben, y en menor medida Stan Woch, con Alfredo Alcalá a las tintas. Moore aprovecha el evento, lo asimila en la serie, y crea su propia crisis, ole maestro. Y como veremos, no sólo eso, sino que de paso revoluciona el mundo mágico del Universo DC, crea un nuevo personaje que será clave para el mismo y relanza personajes olvidados en la recién estrenada continuidad.
Hablar resumidamente de Alan Moore (Northampton, 1953) se nos hace tan difícil como cuando resumimos el personaje de Batman en la anterior entrega. Es un escritor autodidacta que se labró un camino vital y profesional a pico y pala hasta alcanzar la inmortalidad en las viñetas, aparte de sus pinitos en dibujo, magia, performances, literatura y lo que le echen. Ha ganado, atención, 23 Premios Eisner y, obviamente, ha entrado en el salón de la fama de los prestigiosos premios. Pero no hacen falta datos, sólo nombres, incontables títulos de obras maestras que nos sepultan en placer: Miracleman, V de Vendetta, Watchmen, La Broma Asesina, From Hell, La Liga de los Caballeros Extraordinarios, Tom Strong, Top 10, Promethea, ¡La Cosa del Pantano!… Para colmo en cada obra siempre ha sabido combinarse a la perfección con sus parejas artísticas, lo que ha contribuido aún más a alzarlas hasta la gloria. En el caso que nos ocupa tenemos a Stephen Bissette (Vermont, 1955), preciosista dibujante y alumno aventajado de la conocida Escuela Kubert. Aún en sus inicios cuando participó en La Cosa del Pantano, evolucionó enormemente su estilo delicado, barroco y estilosamente cargado. Tras la experiencia se transformó en editor con la revista de culto Taboo (donde, entre otras cosas, se iniciaría From Hell) y creo su propio sello, donde los aficionados a los dinosaurios pudimos disfrutar de su miniserie Tyrant. También ha publicado un libro muy interesante de entrevistas a autores de cómics y ha terminado cerrando el círculo como profesor de arte.
Volviendo a lo que hicieron, no conocemos si todo estaba orquestado desde el principio por Moore, pero sabiendo que todos los equipos de la editorial estaban enterados de que algo se avecinaba, no nos extrañaría que éste se fuera preparando para el apocalipsis … el suyo propio, claro. De hecho, el Monitor y la propia Harbinger aparecen ya en The Saga of the Swamp Thing 30-31, no intervienen pero se preocupan por lo que está pasando en Louisiana. Curiosamente, en las compilaciones posteriores de La Cosa del Pantano de Alan Moore (al menos las de ECC) no han incluido esas páginas, así que por si acaso, nos permitimos aquí reproducirlas.
La primera aparición de John Constantine es en el 37 y va guiando a la Cosa por un camino siniestro que abarca vampiros acuáticos, una mujer loba, zombis esclavos y, por fin, el “hombre del saco” (el asesino en serie por excelencia) en el primer número de los incluidos en la edición XP, el 44. Aunque la cosa por tanto venga de largo, éste es el elegido porque se hace referencia directa a los cielos rojos y salen Steve Dayton y Constantine discutiendo sobre la crisis. De hecho, lo que parece ser la primera parte de la discusión se ve en Crisis número 4, aunque con los lápices de Pérez y los guiones de Wolfman, parece un duelo de caballeros, mientras que Moore y Bissette lo convierten en una oscura y burlona charla de perdedores. En el siguiente número termina el periplo de monstruos americanos, con los fantasmas creados por las armas de fuego, pero sin relación con las Crisis. Sin embargo, el siguiente es la versión tétrica de Crisis 5, donde Harbinger trae a todos los héroes y villanos de Tierra 1 y 2 al satélite del Monitor y, junto con Pariah y Alex Luthor, explican la crisis. En este mismo número 46, Constantine desvela por fin al verdadero enemigo en la sombra, la Brujería. Este conclave de hechiceros está aprovechando las famosas crisis multiversales para traer el mal más antiguo de todos al plano terrenal.
¡Y ahí lo dejan! Esta edición completa de Crisis en Tierras Infinitas obvia totalmente los números del 47 a 50 de La Cosa del Pantano, los cuales son la conclusión natural de esta saga. Es comprensible ya que no estuvieron directamente relacionados con las Crisis, ya hemos comentado que Moore se creo su propio gran evento, pero también tuvieron consecuencias más que palpables para el universo DC. En todo caso, para este tipo de cosas nos hemos embarcado en nuestra propia edición de artículos XP, sepamos pues que pasó. En el 47 la Cosa conoce nada menos que al Parlamento del los Árboles, un nuevo concepto clave para el personaje y una nueva genialidad de Moore, que con esa idea une las distintas versiones del personaje y le crea un pasado histórico y un carácter heroico global, el del Campeón del Verde. De paso el Parlamento le da la solución al gran mal que vendrá, aunque por el momento ni nuestro protagonista ni los propios lectores somos conscientes. En el número 48, bastante aterrador, la Cosa, Constantine y su pequeña troupe se enfrentan a la Brujería… y fracasan. La maldad primigenia es invocada y hay que buscar un medio alternativo para vencerla. En el 49 Constantine convoca al Baron Winter, Sargón el Hechicero, Zatara padre y Zatanna hija, a Mento (Dayton) y, auto-invitado, el Dr. Occult. Mientras que la Cosa del Pantano reúne a Deadman, el Fantasma Errante, Entrigan y una parte del Infierno, quizá al Espectro, y, auto-invitado, el Dr. Fate. Con todas las piezas sobre el tablero llega el número de aniversario, el 50, la gran batalla. Es un número épico de principio a fin en el que, observados por Caín y Abel, los hechiceros crean un círculo humano de protección en la tierra mientras que los monstruos se enfrentan cara a cara con esa fuerza primigenia en el más allá. Los magos van cayendo ante cada envite de pura maldad con frases escalofriantes para el recuerdo como “Sargón, estás asustando a mi hija. Por el honor de esta profesión, cállate y muere como un hechicero”. Mientras, las criaturas fantásticas se enfrentan una a una a lo que parece una ola oscura descomunal, siendo escupidas y derrotadas sin aparente esperanza. Será, cómo no, nuestra Cosa del Pantano, la que recordando el consejo del Parlamento y dejándose llevar por su propia humildad, de con la clave. La ola resulta ser una mano que terminará aceptando otra, sin vencedores ni vencidos, pero con muchas consecuencias. Constantine finalizaba integrado en el Universo DC como el bastardo mentiroso que es, Dayton termina para el arrastre como se vería en los Nuevos Titanes, Zatana recogía el manto que siempre estuvo implícito pero nunca tan desgarradoramente claro, las fuerzas del Infierno y la Magia quedaban definidas a grandes rasgos para que futuros autores terminaran de abrazarlas… y la Cosa volvía victoriosa al plano terrestre.
A partir de aquí se abría un nuevo argumento que ya se estaba fraguando por detrás desde hacía unos números (si, todo lo que hemos contado no era suficiente para el guionista). Por supuesto, La Cosa del Pantano no necesitaba relanzamiento ni revisión, Moore había dejado claro que sabía qué hacer con el personaje. De hecho, esa sub-trama resultaba en el encarcelamiento de la pareja del monstruo, Abigail Cable, por mantener relaciones de carácter sexual con un ente vegetal. Aparte de las ramificaciones sociales que implicaba el cómic (un disparo directo a la puritana sociedad norteamericana), la trama resultaba de por si suficientemente interesante. Ya que obligaba a la Cosa del Pantano a demostrar sus recién descubiertos poderes para enfrentarse a los estamentos gubernamentales y por tanto a otros socios súper-heroicos. Posteriormente, una nueva vuelta de tuerca obligaría al monstruo a viajar a los confines del espacio, revolucionando de nuevo a la Cosa y de paso a otros personajes olvidados como Thanagarianos, Adam Strange… En fin, Alan Moore estaba en la cresta de la ola de la creatividad y, por suerte para todos, así se mantendría durante muchos, muchos años.
En DC han existido varios personajes que han llevado el apelativo de Vigilante. Si bien es cierto que el que se encarta dentro del cruce de Crisis responde a su segunda encarnación, el concepto vio la luz por primera vez en el Action Comics #42 (1941). Respondía por el nombre de Greg Saunders, cuya creación hay que atribuirla a Mort Weissinger y Mort Weskin, que centraron su atención en el viejo oeste para narrar las aventuras de este pistolero como complemento de la célebre cabecera dedicada al Hombre de Acero.
Sin embargo, toca dejar atrás el ruido de las espuelas, los revólveres y el polvo del desierto, para dar un salto temporal y centrar la atención en el Vigilante creado por Marv Wolfman y George Perez en New Teen Titans Annual #02 (1983), bajo el nombre de Adrian Chase, fiscal del distrito en Nueva York, al que la mafia mata a su familia… ¿os suena de algo? Si, su origen contiene similitudes con el del Castigador, cuya primera aparición fue en Amazing Spiderman #129 (1974) … pero hasta aquí las semejanzas. Por desarrollo la carrera de ambos antihéroes difiere enormemente como vamos a ver a continuación.
Adrian Chase asume el manto de Vigilante tras la traumática muerte de su familia, pero en sus inicios no persigue el crimen de manera abierta. Su proceder es más refinado, pues se centra en hacer pagar a aquellos criminales que se cuelan entre las rendijas de los tecnicismos legales para escapar de sus condenas. Y así fue cuando en noviembre de 1983 se lanzó al mercado el número uno de la serie de Vigilante, en la que asumía por completo el rol de protagonista.
La serie fue guionizada durante sus primeros 19 números por Marv Wolfman (las entregas 16 al 19 fueron coescritas junto a Paul Kupperberg, que asumiría el mando como guionista en solitario a partir del número 20 hasta el número 50 el final de la serie en 1988). Sin embargo, hay que añadir una nota especial, pues en los guiones de esta serie, de forma muy breve, solo los números 17 y 18, fueron guionizados por Alan Moore, cuya figura apenas necesita presentación alguna. Dos números que, dado el tono y estilo marcado en la serie, se insertan con precisión en la misma, lanzándose de lleno a narrar una turbia y dura historia con lo más sórdido de la sociedad humana.
La serie de Vigilante tuvo en contra el baile de dibujantes, pues por sus páginas llegaron a pasar hasta un total de 13 para las cincuenta entregas que comprenden este volumen. Por sus páginas pasaron los lápices de autores tan relevantes como Ross Andru, Todd Smith, Keith Pollard (que fueron los que más entregas realizaron), Gil Kane, Dave Cockrum, Jim Baikie (el encargado de dibujar el guion de Moore), Paris Cullins, Steve Erwin, Trevor Von Eeden, Chuck Patton, Don Newton, entre otros.
De Wolfman ya hablamos largo y tendido en la primera parte de esta serie de artículos, pero no está de más dedicar unas líneas al enfoque que tomó cuando asumió la escritura de Vigilante. Wolfman renunció de antemano al mascado recurso de abusar de manera sistemática de tramas en las que la acción fuera predominante. Nada nuevo para los seguidores de este guionista, pues su trabajo en Titanes ya dejaba claro que para él lo importante ocurre en dos o tres planos paralelos de manera simultánea, lo que evita que la historia pueda caer en una aventura lineal de corte simplón, sin apenas espacio para la evolución y caracterización adecuada de sus protagonistas.
En 1983, cuando fue lanzada la serie en solitario del personaje de Vigilante, se suscitó una animada polémica de la que apenas se conocían precedentes. Algo que hoy es el pan nuestro de cada día, a mediados de los años ochenta resultaba inédito. La razón de aquel revuelo vino motivada por el vocablo, vigilante del título, de indudable origen hispano, que viene a expresar para el público norteamericano: el que se toma la justicia por su mano. Sin embargo, no es así como se comporta Adrian Chase en la serie, como ya hemos explicado, pues no es un asesino de criminales, ni el típico agente de la ley de gatillo fácil.
Con esto sobre la mesa la polémica estaba servida, pues para los lectores del momento, y los de hoy en día, queda claro que sus métodos son poco ortodoxos, actuando fuera de la ley, mientras no deja de predicar que actúa a favor de ella en una defensa radical de la misma. Chase se ve golpeado de manera sistemática por su profesión de abogado y fiscal, que marcan unos principios morales básicos y de la ley natural, con leyes que no dejan de cambiar. Cuando ambos códigos chocan entrando en contradicción, es cuando se permite actuar de forma violenta e implacable.
El monitor se dejó ver en Vigilante #14… en realidad no, no se dejó ver, pero si se hace un descubrimiento con el que está relacionado con su persona… o tampoco pues, aunque hay fuentes que hablan de que el traje sombra del Sr. Hammer es entregado por el Monitor fuera de viñeta, cuando se lee el número se descubre que la lucha entre los dos hermanos Hammer dista mucho de verse favorecida por mano del Monitor. Todo responde a un plan por parte de uno de ellos de entregarle el traje sombra que lo desestabilizará de tal manera que permita al otro vencerle de forma inexorable. Una de esas cosas que se lían con el paso del tiempo.
Wolfman logra mantener este tono durante todo su trabajo en la serie y Kupperberg será capaz, aún con su limitado talento, de prolongarlo hasta la cancelación de la serie, regalando a los lectores uno de los finales más inauditos de la historia del género en USA. Un final que acaba con la muerte Chase que, acosado por sus demonios internos, acaba por usar su propia arma para acabar con su propia vida. Un mensaje directo a los lectores que ven en la trágica figura de Chase la manifestación de que no existe razón alguna para actuar por encima de la ley. Una final duro, contundente e inédito que hizo historia.
Paul Kupperberg (1955) fue, junto a Paul Levitz, creador del fanzine, The Comic Reader, entre los años 1971 a 1973. Uno de sus primeros trabajos en DC fue la realización de la miniserie World Of Krypton (1979) una iniciativa que nació gracias al éxito de la película de Superman. Por aquellos días la editorial se mostraba reacia a ampliar el número de series en el mercado, pues estaba atravesando uno de sus peores momentos editoriales, pero con Superman se hizo la excepción para aprovechar el tirón cinematográfico que significó la llegada de la cinta de Donner a los cines el año de antes. Y fruto de ello se lanzó la que es la primera miniserie del cómic en DC (aunque nunca fue promocionada como tal), con dibujo de Howard Chaykin, en la que Kupperberg exploraba el origen natal de Superman.
Motivado, tal vez, por estar involucrado en esta primera miniserie, Kupperberg, también escribió otras muchas dedicadas a los más variopintos personajes, como El Fantasma Errante (con Mignola y Russell), Pacificador, Power Girl, Superpowers (con Kirby) y la primera adaptación al noveno arte del éxito de Mattel con su línea de juguetes, He-Man y los Master del Universo.
Kupperberg desarrolló una carrera en varios medios, pero si centramos la atención en su trabajo en DC, llegó a escribir más de 1000 historias en series como Superman, Action Comics, Supergirl, Aquaman, Adventure Comics, la nueva encarnación de la Doom Patrol (con Steve Lightle y Erik Larsen), Green Lantern, The Brave and the Bold, Jaque Mate (con Steve Erwin) … Junto con Jan Duursema creó a Arion en las páginas de Warlord #55 que derivó en la serie regular Arion, Son of Atlantis (1982). Pero sus labores dentro de la editorial no se centraron solo en la escritura, siendo editor de series como Flash, Wonder Woman, Jack Kirby´s Fourth World, Peter Cannon Thunderbolt, entre otras.
Ha escrito en revistas y publicado libros de ficción para adultos, ensayos, así como guionizado tiras de prensa, estando en la actualizad vinculado a Charlton Neo, donde ejerce labores de editor ejecutivo.
Su trabajo en Vigilante, como otros muchos de sus trabajos, no es especialmente brillante. Para muchos Kupperberg es uno de los peores guionistas de los años ochenta en DC, con ideas poco originales, reformulaciones de conceptos ya tratados y seguidor acérrimo de la estela de sus predecesores en algunas de las series que guionizó. Sin embargo, su trabajo, por volumen, ahí está, quedando su impronta fosilizada en un momento editorial en el que DC empezaba a despejar las dudas que llevaba los arrastrando una década, siendo Vigilante una muestra de ello.
Tras la muerte de Chase en la serie, el personaje de Vigilante no iba a quedar en el olvido. Hay que matizar que, durante las andanzas de Chase, dos personajes de la serie asumieron el manto y vistieron el sencillo, pero elegante, uniforme de Vigilante, siendo el primero de ellos Alan Welles, un juez amigo de Chase, que mostró métodos mucho más violentos y extremos que su colega; y Dave Winston, el alguacil de Chase, que fue la primera vez que Chase llegó a pensar que podría librarse del legado de Vigilante. No ocurrió tal cosa, cuando el Pacificador acabo con la vida de Winston, lo que obligó a Chase a volver a vestir el traje que lo llevaría a quitarse la vida.
Un nuevo Vigilante, como tal, con un uniforme rediseñado sutilmente, adaptado a los años noventa, apareció en Deathstroke: The Terminator #6, escrito por Wolfman, en la primera serie en solitario le enemigo letal de los Titanes. Su nombre, Pat Trayce, que además de ser la amante de Slade, recibe entrenamiento de este para acabar vistiendo el traje en Deathstroke #11 y limpiar su nombre tras ser acusada de poner en peligro la vida de un asesino adscrito al programa de protección testigos. Con el tiempo llegó a ser agente de la organización Jaque Mate.
La idea de tener a un personaje ejecutor de la ley rondando por el Universo DC se continúa retomando de manera sistemática, cuando en 2005, Bruce Jones, con el artista, Ben Oliver, lanzaron una miniserie donde Justin Powell viste la máscara, en la que Jones juega con la personalidad múltiple a la hora de encarar este proyecto. Esta miniserie fue editada en su día por Planeta.
La última encarnación del Vigilante hay que ir a buscarla (aunque entre medio hubo dos nuevos intentos por recuperar el concepto sin apenas relevancia) en una miniserie de 2016, donde debajo de la máscara se escondía Donny Fairchild, jugador de baloncesto fracasado, en la que su guionista, Gary Phillips, explicada que se trataba de una historia con tintes políticos que afecta a una gran variedad de temas de actualidad, como la violencia armada, la lucha de clases y el movimiento afroamericano Black Lives Matter, así como los derechos del agua en el Sur de California. Todo comienza cuando la novia de Donny es asesinada al toparse con una conspiración para robar los derechos del agua. Tras ello Donny investiga su asesinato y cuando se encuentra cerca de descubrir la causa de la muerte de su novia, su casa explota y es dado por muerto. Decidido a llevar a los asesinos ante la justicia, Donny se somete al entrenamiento de una leyenda urbana conocida como Eastsider para convertirse en un vigilante enmascarado. Actualmente está inédita en nuestro país.
La serie de Vigilante, la de Adrian Chase, se publicó originalmente en España por Zinco, en 1986 y constó de un total de 31 entregas, a un precio de 125 pesetas, con 32 páginas por número, y que tiene el triste récord de ser una de las series de DC que no ha tenido nunca más una nueva reedición por parte de alguna de las editoriales que adquirió los derechos de DC tras dejar Zinco de editar DC. Su publicación a mediados de los años ochenta fue un riesgo que desde Zinco se asumió gracias al interés mostrado por los lectores tras conocer al personaje en la serie de los Titanes. Su calidad puede considerarse irregular, con pocos números memorables, de lectura ligera, sin apenas puntos especialmente remarcables, que los ya citados, lo que hacen muy improbable que sea reeditada en España a corto y medio plazo.
Hablar de Wonder Woman es hablar de uno de los mayores iconos del género. Su historia comienza en el All Star Comics #8 (1941), de la mano de William Moulton Marston, gozando del privilegio de tener siempre serie en solitario, salvo por una pequeña excepción en 1986, precisamente motivada por la profunda remodelación que iba a tener lugar en el personaje tras la publicación de Crisis en Tierras Infinitas.
Es necesario poner foco en los años previos a la llegada de la “cancelación” de la serie y comentar en qué momento y que autores eran los encargados de los designios de Diana, a fin de poder entender los movimientos editoriales que se manejaron hasta el resurgir de Diana en la Edad Moderna.
Si miramos atrás en el tiempo, por poner foco en algún punto de su vida editorial, vamos a retroceder hasta 1980 y hacer un recorrido hasta los números que fueron los encargados de marcar el fin de una era del personaje. Solo hay que añadir que durante la década de los años 60 y los setenta, Wonder Woman, sufrió una serie de cambios en su origen, renunció a sus poderes, abrió una tienda de ropa y aprendió artes marciales al estilo James Bond, lo que dejaba claro que apenas se tenía claro el rumbo que querían seguir con Diana.
Y llegaron los 80 y con ellos la ya comentada fase de experimentación de DC Comics y fruto de esa nueva corriente interna se publicó en septiembre de ese año cuya relevancia hay que buscarla en el acomodo, en forma de historia corta de 8 páginas, de la hija de Batman y Catwoman de Tierra-2, La Cazadora, con guion de Paul Levitz y dibujo de Joe Staton. Un número histórico también fue por ser testigo del regreso de Steve Trevor a la vida de Wonder Woman, en un relato que guionizó Gerry Conway y dibujo Jose Delbo. La amazona parecía que iba a encontrar la senda que había abandonado la década anterior y así lo refleja la publicación en diciembre de ese mismo año, del Wonder Woman #274, en la que gracias a Conway y Delbo aparece Cheetah bajo una nueva identidad, la de Debbi Domaine (cabe recordar que la primera encarnación de la villana data de 1943, bajo el nombre de Priscilla Rich), cuyo destino le deparaba acabar siendo uno de los enemigos más letales y complejos de Diana… pero nos estamos adelantando.
Nos trasladamos en el tiempo, hasta enero de 1982, cuando llega al mercado el Wonder Woman #291, que viene a ser un cómic especial por la unión, sin precedentes, de la mayor parte de las heroínas de DC para enfrentarse a un villano denominado el Juez. En esta entrega, Zatanna, Supergirl, Madame Xanadu, Canario Negro, Starfire, Wonder Girl, La Cazadora y Power Girl, forman un letal grupo de poder inmenso con el que finalmente derrotan al alienígena. Un nunca visto por aquellos días, que volvía ser una pequeña muestra de los vientos de cambio en DC, con tres grandes a los mandos: Paul Levitz, en el argumento, Roy Thomas, al guion, y el gran Gene Colan a los lápices.
Es el año del lanzamiento de una nueva serie para Supergirl, la nueva de Firestorm, el cruce de editoriales con el especial Titanes/X-Men y la llegada a las tiendas de la primera maxiserie DC destinada al nuevo circuito de venta directa, Camelot 3000.
Llegamos a febrero de 1983 para hablar del Wonder Woman #300, que como corresponde se trata de un especial aniversario, con 70 páginas, en la que muchos héroes del Universo DC aparecen para rendir homenaje a la más grande. La historia, como debe ser en este tipo de trabajos, une a Sandman y a la amazona en un enfrentamiento contra unas pesadillas de origen desconocido en la que se juguetea con la idea de una supuesta boda entre Diana y Superman. Escrito por Roy y Dann Thomas, con dibujos de Gene Colan, Ross Andru, Jan Duursema, Dick Giordano, Keith Pollard, Ketih Giffen y Rich Buckler (algunos de estos nombres los podremos encontrar también en la serie de Vigilante), en un número que incluía también un poster de George Perez, otro de Michael Kaluta y cuya cubierta era un desplegable obra de Ed Hannigan. Un empujón más por destacar en el año de publicación de Ronin y Batman y los Outsiders.
No abandonamos el año 1983 pues hay que detenerse en el Wonder Woman #305, cuando hace acto de presencia Circe, que sale directamente de la mitología de Homero para recalar en estas páginas como una de las más implacables villanas de la amazona. La portada de tan relevante entrega está dibujada por Gil Kane, mientras que los interiores recaen en la siempre tenaz mano de Gene Colan, con guiones de Dan Mishkin. De nuevo se encartó un poster en su interior, esta vez dibujado por Mike Fernandez.
Como hemos comentado en otras ocasiones el Monitor hizo acto de presencia en muchas series previamente a la publicación de Crisis y en el caso de Wonder Woman, se dejó ver en los números 321 (1984) y 323 (1985) de la serie. Su primera aparición el Monitor se centra en la figura de la Cazadora, Helena Wayne (recordemos que sus aventuras comenzaron a ser narradas en la serie de la amazona), que se sorprende abiertamente de como Helena se enfrenta sin miramientos a retos físicos y mentales de manera sistemática sin tener poderes y rechazando toda ayuda al respecto. Lyla, futura Harbinger, da la contestación a estas preguntas planteadas por el Monitor, al hacer hincapié en que Cazadora valora por encima de todo su independencia y su libertad.
Para la segunda historia el Monitor si actúa de manera más directa, pues manipula los acontecimientos para que el Dr. Psico, Cisne Plateado y el Hombre Ángulo se enfrente a una Etta Candy cargada de energía amazona. Una historia muy de la época, escrita por Dan Mihskin y dibujada por Don Heck.
En 1984 en las oficinas de DC el aire ya olía a Crisis y Wonder Woman encara la recta final de su larga carrera editorial en solitario. Apenas queda un año para el lanzamiento de la maxiserie que está destinada a cambiarlo todo y la calidad de la serie de Wonder Woman entra en un periodo de éxtasis anodino, sin apenas nada remarcable. Su recta final sabe a movimiento inercial. Son los números 327 al 329, publicados en septiembre y diciembre de 1985 y febrero de 1986, escritos por Mindy Newell y Gerry Conway (del que podéis leer sobre su persona en el capítulo dedicado a la JLA), con dibujo de Don Heck, la que venía a ser la carta de despedida de Wonder Woman con los aficionados. Un hasta luego del que luego hablaremos.
Lo que empezó en 1941 acabó en 1986. 45 años de historia llegaron a su fin.
Mindy Newell (1953) nació en Nueva York y toda su formación académica giró alrededor de la ciencia, pues estudió para ser enfermera y mientras ya trabajaba como tal se matriculó en la universidad para estudiar biología. Sin embargo, Newell, fan del noveno arte y de Spiderman en particular, envió muestras de su trabajo a DC (paradojas de la vida) en un momento en el que la editorial buscaba nuevos talentos (corría el año 1983), obteniendo respuesta cuatro días más tarde de la mismísima Karen Berger. De aquello llegó su primer trabajo en la editorial, dentro del New Talent Showcase, con un personaje de nueva creación que respondía al nombre de Jenesis.
Su trabajo llamó la atención de Dick Giordano que hizo que escribiera historias en las series de la Legión de Superhéroes y Superman, a la espera de que llegara la serie donde hizo historia, Wonder Woman. Newell fue la primera mujer en escribir de manera regular a la amazona tanto en el volumen uno como en el volumen dos y todo eso sin dejar nunca de trabajar como enfermera.
También dedicó su pluma a una miniserie de Catwoman, varios números de Amatista, una miniseire de Lois Lane y Legionarios 3, si reducimos su producción a DC, pero su talento no se quedó en esta editorial, sino que también saltó a otras editoriales independientes como First, donde escribió los guiones sobre el argumento de Chaykin de American Flag y en Eclipse, que se encargó de la serie The New Wave.
En Marvel también trabajó, sobre todo ya en la década de los años noventa con aportaciones en números sueltos o especiales de los personajes Thunderstrike, Power Pack, Daredevil y Marvel Comics Present, dejando los comics para siempre en 1995 para dedicarse por entero a su carrea como enfermera.
Don Heck (1929-1995), nación en Nueva York, en un año muy difícil para la sociedad americana, que vio como todo su sistema financiero se derrumbaba por completo. Heck se formó artísticamente por correspondencia y en cursos en varias escuelas, hasta que en 1949 consiguió un trabajo en Harvey Comics. Sin embargo, su primer trabajo publicado no sería en Harvey, sino en Comics Media, cuando un compañero de Harvey, Pete Morisi, dejó la empresa y formó esta nueva editorial, invitando a Heck a unirse a su aventura. Fue en 1952 cuando dibujó una historia de ocho páginas para la revista War Fury #01 y una de seis páginas para la revista Weird Terror #01… pero su vida iba a cambiar cuando en 1954 tuvo la oportunidad de conocer a Stan Lee, editor en jefe y director artístico de la entonces conocida como Atlas Comics (la futura Marvel Comics) donde empezó a trabajar de manera regular. En 1958, con Atlas en plena renovación con la llegada de Jack Kirby, Heck también regresa a la editorial que había abandonado en 1957 cuando se redujo drásticamente el negocio de Atlas. Fue en 1960, con el nacimiento de Marvel, cuando la carrera de Heck experimenta un cambio fulgurante a convertirse en un miembro muy activo en la editorial. Fue durante la década de los sesenta cuando Heck aportó su arte a creaciones como Iron Man, Ojo de Halcón, La Viuda Negra, Wonder Man, los Vengadores (cuando Kirby los dejó), el Conde Nefaria, el Mandarín, Mantis, el Espadachín, Power Man (que se convertiría más adelante en Atlas), el Coleccionista… Una actividad frenética la de Heck en Marvel en lo que co-creación de personajes se refiere.
Al acabar la década, Heck, comenzó también a realizar trabajos esporádicos en DC, como Flash, historias de complemento de Rosa y Espina y en Wonder Woman a partir del número 204 (1973), en el que el viejo uniforme y poderes de la amazona fueron restaurados. Su trabajo en Marvel continuaba de manera regular, con series como Namor, Vengadorers, Motorista Fantasma y Daredevil, pero en 1977 pasó a trabajar totalmente en DC.
Sus lápices recalaron de nuevo en Flash, para en 1982 encargarse con Conway de realizar la Liga de la Justicia (unos años antes había co-creando con Conway a Steel), pero en 1983, sucediendo a Gene Colan, se hace cargo de la serie de Wonder Woman de nuevo, permaneciendo en ella hasta su cancelación con la llegada de Crisis.
Sus últimos años los pasó en Marvel realizando trabajos en antologías como Marvel Fanfare y Marvel Comics Presents, mientras picoteaba en series como los Vengadores e Iron Man. Su fallecimiento en 1995 dejó un hueco enorme en la industria. Heck, un dibujante que según cuenta el propio Roy Thomas nunca estuvo hecho para trabajar con superhéroes, pero que supo adaptarse a la perfección a las exigencias de un destino artístico muy alejado de sus múltiples cualidades. Su último trabajo en DC fue en 1991, entintando los bocetos de Joe Quesada en la Spelljammers #11, mientras que en Marvel cerraba toda una vida de trabajo en 1993 con una historia de 10 páginas, con guion de Bill Mantlo, en Marvel Super-Heroes Vol. 2 #15.
Sin embargo, Wonder Woman, solo se despidió de manera momentánea de los lectores. Fue un efímero paréntesis para resurgir con toda la grandeza que la caracteriza tras aparecer por primera vez tras la finalización de Crisis, en la miniserie de seis entregas, Leyendas (1986), en las que dejaba a todos los lectores abrumados por su fulgurante aparición, con guion de John Ostrander y dibujo de John Byrne.
Por aquellos días en las oficinas de DC se fraguaba un proyecto que nunca llegó a manifestarse, pero cuya su mención es obligada. Bajo el nombre de Línea Metrópolis y presentado a DC de la mano de dos grandes autores, Frank Miller y Steve Gerber, la idea giraba alrededor de los tres grandes personajes de DC: Wonder Woman, Superman y Batman.
Se trataba de relanzarlos a lo grande, como merecían, se centraba en cancelar las series regulares de todos ellos y lanzar al mercado nuevas versiones con los títulos Amazon, Man of Steel y Dark Knight. Gerber se encargaría de los guiones de la nueva Wonder Woman, Miller haría lo propio con Batman y ambos se encargarían de dar nueva vida a Superman.
Pero las cosas fueron por otro camino.
Superman acabó en manos de John Byrne, Marv Wolfman y Jerry Ordway.
Batman acabó con dos historias muy distintas, una de inicio, Año Uno y otra crepuscular, conocida como El Regreso del caballero Oscuro, ambas de la mano de Frank Miller.
¿Y Wonder Woman?
Su destino se emparejó con el guionista Greg Potter y con el dibujante, George Perez (que tomaría las riendas de la serie en solitario poco más tarde), que asumieron el reto de llevar a una nueva era de gloria a la amazona Wonder Woman. Y eso es justamente lo que ocurrió cuando en el 1987 llegó a las tiendas el primer número del volumen II de Wonder Woman. Un número que venía a ser el inicio de una nueva era de grandeza, con la total inmersión del personaje en sus raíces mitológicas que, gracias al talento de sus autores, se eleva por derecho propio como uno de los mejores relanzamientos de la época. Algo palpable cuando hoy en día continúa considerándose una de las etapas más sólidas y consistentes del personaje. Llegarían nuevos autores a la serie, William Messner-Loeb, John Byrne, Phil Jimenez, Greg Rucka, Gail Simone, Jill Thompson, Brian Azzarello, entre otros para continuar las historias de la mayor heroína de DC de todos los tiempos, porque así es como debe ser y durante este 2021 toca celebrar por todo lo alto su 80 aniversario como se merece.
Los Jóvenes Titanes es uno de los grupos más importantes para entender el Universo de la editorial DC cómics. Creados por el escritor Bob Haney y el dibujante Bruno Premiani para The Brave and the Bold número 54 en 1964, se trataba de la agrupación de los “escuderos” (sidekicks) de la Liga de la Justicia de aquel entonces. Es decir, Robin (el compañero de Batman), Kid Flash (de Flash) y Aqualad (Aquaman) y para el número 60 y estrenando el nombre que les haría ya imperecederos, Wonder Girl (que curiosamente no era la compañera de Wonder Woman, aunque algo así como su hermana pequeña). En dos años se harían con su propia serie, que trataría de ser un reclamo de adolescentes, con tramas siempre relacionadas con la edad y estrellas invitadas como cantantes del momento. Se les unirían Speedy (compi de Green Arrow), y jóvenes héroes no necesariamente unidos a un compañero adulto como Aquaguirl, Lilith o Halcón y Paloma. Aunque trató temas candentes como el pacifismo y el racismo, poco se pudo hacer para evitar su cancelación en el número 53, donde los héroes pierden su condición de jóvenes al pasar de los 20 años (suspiro). Pero es en los 80 cuando llega el más exitoso volumen de los ahora Nuevos Titanes. Comandados por Marv Wolfman (que ya había probado suerte en la anterior etapa) y George Pérez, el equipo formado por Robin, Wonder Girl, Kid Flash, Changeling (antes Beast Boy), Cyborg, Starfire y Raven, llevarían a DC por primera vez al top ten de ventas después de una larguísima ausencia. Los autores hicieron historia precisamente al aprovechar la madurez de los protagonistas para crear una trama río en la que los personajes cambian, aprenden y sufren. Wolfman se haría cargo del grupo nada menos que durante 15 años, capeando peores épocas y cambios de editor hasta la cancelación definitiva. Resurgieron un breve periodo con Dan Jurgens a los mandos, y tras él comenzaría la celebrada época de la escritora Devin K. Grayson y el artista Mark Buckingham, que daría lugar incluso a la reencarnación Young Justice. El equipo más o menos original volvería a la fama con Geoff Johns pero acabaría dando más y más tumbos hasta los Nuevos 52. “Curiosamente”, el relanzamiento de Scott Lobdell y Brett Booth no cosecharía el éxito esperado. Al menos, tras DC Rebirth, aunque los Titanes no han terminado por levantar el vuelo, parece que los más Jóvenes Titanes han encontrado cierto interés y estabilidad gracias al trabajo de Adam Glass. En todo caso, el equipo de los 80 ha quedado en el corazón del fandom y ha cosechado el éxito en otras plataformas a través de sus distintas y maravillosas series animadas, una cuestionable aunque muy interesante serie de acción en vivo, y la mejor de todas para el que suscribe, la “infantil” Teen Titans Go!
En la época que nos interesa, la serie andaba metida en varias sagas importantes de la mano de Wolfman. La principal, la del intento de Tamarán de hacer volver a su princesa, Starfire. Por otro, el viaje a la locura del padrastro de Changeling, Steve Dayton alias Mento. También se mezcla el regreso de la desaparecida Raven tras la segunda gran saga de Trigón. Precisamente, en ésta se había producido la despedida del dibujante emblema de los Titanes, Pérez, que no volvería hasta mucho después en la saga de Quién es Wonder Girl. Poco antes de las Crisis lo sustituyó un inconmensurable Jose Luís García Lopez, hispano-argentino que no hacía echar de menos al gran dibujante de origen puertorriqueño. Y justo para las Crisis llegaba el uruguayo Eduardo Barreto, es decir, entre hispanos andaba el grupo. En todo caso, las transiciones se hicieron suaves ya que contaron con el elegante entintado del filipino Romeo Tanghal.
De Wolfman ya hablamos en la primera entrega dada su implicación en la serie principal. Eduardo Barreto (Montevideo 1954-2011) era uno de los grandes, un dotado dibujante autodidacta que dominaba la anatomía a la perfección, bordaba las expresiones faciales, tenía un narración nítida y, para colmo, hacía composiciones espectaculares. Tras sus prodigiosos (por edad) inicios en Uruguay y posteriormente Argentina, se lanza al mercado americano. Aunque consigue encargos en las dos grandes y alguna otra editorial, se queda en DC para cosechar éxitos como Atari Force (precisamente sustituyendo de nuevo a García López) o la reivindicable Lex Luthor, Biografía no Autorizada. Además de dibujar etapas en Superman, Batman, Green Arrow, Flash, la más larga sería la que nos ocupa en los Nuevos Titanes.
Curiosamente, aparte de contar con la primera aparición del Monitor (en New Teen Titans #21) y de Harbinger como Lyla (en el 2º anual), la serie de Wolfman apenas se ve implicada en sus propias Crisis. El Monitor se asomaría un par de veces más, eso sí, en el 2º anual y en Tales of the Teen Titans #47 y 58. Pero los crossovers oficiales sólo implican un par de números, aunque en el segundo sea por los consabidos cielos rojos y poco más. Cierto es que el artesano escritor aprovecha el primer número para hacer un resumen de lo que pasaba en la gran cita comiquera, pero prefiere no alterar demasiado las tramas que ya llevaba tiempo cocinando a fuego lento. De hecho, los dos números son un ejemplo perfecto de su larga etapa en la serie (y de un curso magistral de cómic mensual): Dramones humanos superados gracias a la madurez y a la amistad de unos personajes sólidos y bien perfilados, mezclados con tramas súper-heroicas y tan fantásticas como épicas, las cuales llevaban tiempo mascándose para disfrute del lector habitual. Por su parte Barreto acompaña los sentimientos exaltados con sufridos rostros y la acción con impresionantes escenas. Quizá se le puede reprochar alguna postura más forzada en el primer número, pero en cuanto le coge el pulso a la colección hace maravillas, incluidas unas portadas para el recuerdo.
En relación con las Crisis, Harbinger recluta a Cyborg en New Teen Titans 13, el cual es uno de los héroes elegidos para vigilar las torres del monitor. Concretamente la que se localiza en el oeste americano de 1879, junto con otro carácter típico de la serie, el villano Psimon (que moriría en Crisis 10). Los Titanes luchan contra la anti-materia en Nueva York, ayudados por Superman, Batman y los Outsiders en ese mismo número. Y no se vayan todavía, que aún en el número 13 comienza además la distorsión del tiempo, y Starfire es llevada junto con otros héroes a Tierra-X, mientras que Changeling hace lo propio en Tierra-S. Como colofón, Wonder Girl viaja acompañada por Firehawk a la zona de distorsión, buscando a Terry, su marido. ¡Por fin cambiamos de número! En el 14, aunque prosiguen los cielos rojos, una nave de Tamaran lleva a Starfire, Nightwing y a Jericho hacia su planeta natal, como se ve en Crisis 9. Wonder Girl y Kole se quedan para buscar a Terry, que sigue desaparecido, mientras que Cyborg y Changeling se quedarán para salvar a Dayton, que prosigue en su viaje a la perdición.
Lo que no se entiende mucho es la inclusión de los números 15 al 18 en la edición XP, ya que se dedican casi exclusivamente a la saga de la boda de Starfire, sin relación alguna con las Crisis. De hecho, para entenderla completamente haría falta un fill-in de la serie Omega Men (el número 34) que sin embargo no forma parte de esta edición. Eso si, al final de la mentada saga (en la segunda parte del número 18) si que se ven sus consecuencias, con unos abatidos Titanes tras haber perdido a Kole. En este mismo epílogo se vuelve a tomar con fuerza la saga de Dayton, que terminaría quedando echo polvo, justo para que Constantine acabara de desquiciarlo en el impresionante Swamp Thing 50.
En todo caso, si hay un titán con un papel clave en las Crisis es Wally West, Kid Flash, que no ceja en su empeño de encontrar al desparecido Barry Allen, su mentor Flash, hasta descubrir su sacrificio en el planeta Qward. Por el camino ayuda a los héroes a viajar entre tierras para derrotar a los villanos, al alba de los tiempos para vencer al Anti-Monitor, o por el multiverso para descubrir que éste ha dejado de existir. Aquagirl, que fue miembro ocasional del grupo, es herida mortalmente a manos de Chemo cuando los supervillanos toman la ofensiva en Crisis 9, lo que se confirma en Crisis #10. Igualmente, Paloma, muere salvando a un niño del ataque de los demonios sombra durante los últimos estertores del Anti-Monitor en Crisis #12. Por último en esta fúnebre lista, Kole, una muy reciente miembro, muere intentando salvar a Robin y la Cazadora de tierra 2 en el mismo número. Se dice que el propio Wolfman había creado al personaje para matarlo en el evento, aunque imagino que era una carta para salvar a personajes más queridos como Nightwing, el Robin original, al que muchas quinielas daban por finiquitado. Precisamente en los números posteriores a los incluidos en este tomo, Wolfman se ocuparía de explorar las consecuencias de tanta pérdida. Es decir, Flash intentando homenajear a su predecesor, Aqualad (novio de la fallecida Aquagirl) abatido, y un Halcón que ha transformado la pérdida de su hermano Paloma en una preocupante brutalidad.
Tras las Crisis, el grupo no sufrió cambios significativos ni relanzamientos, ya que de hecho había sido relanzado hace poco como premio a su éxito. Los cambios sólo se vieron reflejados en los orígenes de las heroínas emparentadas con la realeza griega. Como Pérez hizo tabla rasa con dicha mitología en su nueva Wonder Woman, tanto Wonder Girl como Lilith se quedaron huérfanas. Siendo exactos, lo que hace el puertoriqueño es eliminar a Wonder Girl de Isla Paraiso, donde supuestamente se había criado tras ser rescatada por la mujer maravilla de un incendio. Su origen ya llevaba dando tumbos desde hace tiempo, mezclando madre adolescente, padres adoptivos muertos o desaparecidos y hasta raptos, así que Wolfman aprovecha las circunstancias para darle uno nuevo a su heroína. En la saga mencionada previamente por la vuelta de Pérez a los lápices, en la que está realmente magistral, se descubre que Donna (el alter ego de Wonder Girl) fue rescatada del fuego en realidad por los Titanes míticos. Éstos, que se habían retirado de la tierra hace mucho, fueron los que la criaron en un paraíso llamado Nuevo Cronos y le dieron poderes. Y ahí radica el cambio para Lilith realmente, puesto que antes de las Crisis era la hija de una de esos Titanes, Thia, y un humano. Al haber estos mitos abandonado la tierra, nunca se produjo ese encuentro. De hecho, Wolfman ni se preocupó de darle un nuevo origen a Lilith después de sus tejemanejes y fue Jurgens el encargado durante su etapa. La haría hija ilegítima del primer patrocinador de los Titanes, Mr Júpiter, por cierto.
Otro cambio que merece mención es que Wally terminaría abandonando definitivamente el grupo para convertirse en Flash, papel del que se haría valedor por derecho propio y por una serie de guionistas cualificados. Principalmente el primero que lo lanzó como tal, Mike Baron, y especialmente el que lo mimó, lo hizo crecer y le consiguió toda una generación de seguidores, Mark Waid. Para toda esa legión de fans, pero al parecer no para la editorial, Wally West es y será el Flash definitivo.
El gran grupo por excelencia del Universo DC (con permiso de la Sociedad de la Justicia de América) debutó en plena edad de plata entre las páginas de The Brave & The Bold #28 (1960). De la mano de Julius Schwartz (editor) Gardner Fox (guionista) y Mike Sekowsky (dibujante), la Liga de la Justicia de América tendría serie propia en seis meses y en el mismo año. Los miembros fundadores fueron la creme de la creme editorial; Superman, Batman, Wonder Woman, Flash, Green Lantern, Aquaman y el Detective Marciano.
Grupo muy poderoso, tanto, que pese a nuevas incorporaciones (Flecha verde, Hawkman…) acabó aburriendo. A ver, no nos engañemos, era otra época y la fórmula de amenaza-enfrentamiento por separado-enfrentamiento juntos-victoria fue un exitazo sin precedentes. Tanto que sirvió de inspiración para la revolución Marvel, pero precisamente esta editorial ofreció unos personajes tan realistas y “mundanos”, que en poco tiempo hizo obsoleta a su endiosada influencia original. Llegaría O’Neil para intentar otro de sus milagros modernizadores, esta vez los volvió planetarios con la base satélite y añade sangre nueva con Zatanna, el Hombre Elástico o Firestorm, entre otros. Después se encargaría Len Wein y tras él rotaron los equipos con frecuencia, siempre bajo la batuta del Schwartz. Cabe destacar entre los dibujantes a Dick Giordano, Dick Dillin o un jovencísimo George Pérez. Un año antes de las Crisis, Gerry Conway y Chuck Patton la transformaron de arriba abajo para hacerla más terrenal. Hombre Elástico, Zatanna, Detective Marciano, y los nuevos Vibe, Gypsy, Steel y Vixen. Pese a los dignos esfuerzos, recibieron muchas críticas. Tras el experimento y la saga Legends, se relanza la Liga post-Crisis con el trío Giffen, DeMatteis y Maguire. Su personalísima visión de un grupo de “adultos” en traje de superhéroe, aún más experimental que la de Conway, si que recibe el aplauso de crítica y público. La Liga con (entre otros) Batman, Blue Beetle, Guy Gardner, Capitan Márvel, Canario Negro, el Detective Marciano y Boster Gold, se hace Internacional y es premiada con una segunda serie, la Liga de la Justicia Europa con los lápices de Bart Sears. Tras la marcha del dúo de guionistas, la Liga no levantaría cabeza hasta la llegada de Grant Morrison y Howard Porter a finales de los 90. La renombrada JLA vuelve a los orígenes y a las amenazas planetarias para un grupo grandioso. Tan grandilocuente es la cosa que capean 2 nuevas Crisis y hasta 52 semanas de infarto. Un hiperrealista Brad Meltzer, con Ed Benes al dibujo, sería el que devolvería la soap opera al grupo y lo llevaría al candelero editorial con la interesantísima Crisis de Identidad. Después se suceden un par de equipos creativos y la cosa anda floja hasta los Flashpoint y los Nuevos 52. A partir de ahí vuelve el esplendor de la mano de Geoff Johns y dibujantes de la talla de Jim Lee e Ivan Reis, y vuelve también la franquicia a través de las Ligas Internacional y Oscura. Tras un largo pero consistente run en el que a los miembros clásicos se le une Cyborg en substitución del Detective Marciano, nuevos cambios. Y finalmente el legado pasó a un Scott Snyder y Greg Capullo en plena efervescencia creativa (por llamarlo de alguna manera). Acabada su locura, nuevos horizontes se abren para la incombustible Liga de la Justicia de América.
La época de Crisis en Tierras Infinitas para la Liga es la de la peculiar alineación de Conway y Patton, con Mike Machlan a las tintas. Aunque al dibujante le quedaba sólo un número para abandonar y le substituye en pleno evento Luke McDonnell, el cual se quedaría a partir de ahí.
Gerry Conway (Nueva York, 1952) es un veterano escritor que ha trabajado para las dos grandes, además de para el cine y la televisión. Fan de los superhéroes desde su infancia, consiguió llegar a DC muy joven, pero en encargos ajenos al mundo pijamero. Se pasa a Marvel pero sigue en racha (Werewolf by Night, Dracula Lives…) hasta que aterriza en el Espectacular Spiderman para substituir por primera vez a Stan Lee y hacer historia. Su larga etapa incluye la Muerte de Gwen Stacy, la creación del Castigador y tantos otros éxitos. De nuevo cambia de chaqueta y vuelve a DC. De hecho, tanto ha cambiado de bando que participó en el primer crossover no oficial entre las dos compañías y en el primero oficial con Superman y Spiderman. El caso, en la Distinguida Competencia ha escrito recordadas etapas de Batman (donde creó a Killer Croc y a Jason Todd), la Liga de la Justicia tal como estamos comentando, y hasta tuvo tiempo de inventar a Firestorm. Volvería de nuevo a Marvel y a Spiderman y terminaría plenamente dedicado a su labor como guionista de TV. Chuck Patton (California, 1960) es un artista con un estilo vivo y dinámico, el cual supo aprovechar para trasladarse a la animación. Su carrera en cómics se basó prácticamente en DC, donde, salvo su etapa en la Liga (en la que co-creo a Vibe y Gypsy junto a Conway), sólo hizo etapas cortas y números sueltos. Hastiado del mundillo se pasó a los dibujos animados, donde si que cosechó un éxito tras otro y hasta recibió un Emmy por su contribución a la serie animada de Spawn. Luke McDonnell (Nueva York, 1959) es un artista más bien justito que ha sabido suplir sus carencias con una fuerza propia y característica. Empezó en Marvel donde es conocido por la etapa orquestada por O’Neil donde James Rhodes substituye a Stark bajo el casco de IronMan. Pasa después a DC donde ha trabajado en más títulos de los que debiera, pero entre los que destacan la Liga y el Escuadrón Suicida. Actualmente se dedica a diseñar juguetes.
Aparte de las típicas apariciones previas del Monitor (en JLoA 232 y 234), los dos números de Conway dedicados al crossover con Crisis son algo flojitos. El número de Patton es el único verdaderamente relacionado con las Crisis, donde aparecen los cielos rojos y otras calamidades asociadas. Tal como contamos en la anterior entrega, Infinity se translada a Tierra 1 y lucha contra la JLA en Infinity Inc #19, mientras que en JLoA #244, tras la consabida alianza, ambos grupos se enfrentan a las catástrofes naturales. Posteriormente, durante Crisis 9, Warp, un villano aparecido en Los Nuevos Titanes como miembro de la Nueva Hermandad de Mal, teletransporta a Steel a un futuro alternativo. Es el periplo de Steel el que se cuenta en el número de McDonnell (JLoA #245), que salvo explorar esta consecuencia, nada tiene que ver con las Crisis. Además, la edición XP contiene el anual 3, por Dan Mishkin, Rick Hoberg y Mike Gustovich, en el que Tornado aparece recuperado tras la Crisis… pero de poco le sirve, su cuerpo vuelve a destrozarse junto con el satélite de la JLA y su consciencia vuelve como una fuerza de la naturaleza demasiado radical. Y otra curiosidad, el retrocontinuo JLA-Incarnations 5, del año 2001, por el siempre competente John Ostrander. La historia más directamente relacionada con el grupo y el evento es la primera, con Val Semeiks a los lápices, en la que justifica mejor que el algo naïf Conway la capacidad del aún novato grupo para enfrentarse a semejante desafío. La segunda es un homenaje a Flash, con el estilo inconfundible de Norm Breyfogle, compensando con épica su casi desapercibida muerte en las Crisis. Y la última, dibujada por un dolorosamente noventero Eric Battle, hace un salto desde las Crisis al final de esta particular alineación durante el evento Legends.
Pero aparte de los números incluidos en esta edición, durante las Crisis ocurrieron otros acontecimientos relacionados con la Liga. Futuros miembros como Blue Beetle tienen un gran protagonismo, pues éste es uno de los reclutados por Harbinger y combate en Cracovia en 1944 a los demonios sombra. Por cierto que utiliza el amuleto escarabajo (el cual el monitor esperaba más útil en su batalla contra el AntiMonitor), objeto poderoso que se pierde en su reencarnación postcrisis. Otro es la Dr. Luz II (aunque sería miembro de la nueva formación muy brevemente), creada durante las propias Crisis por el monitor utilizando la energía del sol de Vega.
Mención especial merece el Capitán Marvel, el cual fue reintroducido en el único Universo DC gracias a las Crisis, pero no entraría definitivamente hasta la serie de Roy Thomas y Tom Mandrake y la mini de Legends. Sin conseguir serie propia, estaría presente durante la primera etapa de la nueva Liga de la Justicia. Un antiguo miembro que no volvería a aparecer hasta mucho después en la Liga es Tornado Rojo, cuyo papel en las Crisis también fue importante. Es raptado por el anti-monitor y utilizado para crear una tormenta en la que es herido Wildcat. Los héroes lo capturan/rescatan pero su cuerpo se destruye. Recuperaría su cuerpo, aunque brevemente como hemos explicado, en JLA Annual 3. Guy Gardner volvería a portar el anillo en Crisis 9, hecho que le llevaría directamente a Green Lantern 195. Pero el personaje se haría tremendamente popular gracias a su carismática caracterización en la Liga de la Justicia de Giffen, que presentamos en el siguiente párrafo.
Porque, tras las Crisis, la Liga se transformaría radicalmente, siempre bajo la edición de Andrew Helfer. Aunque no hubo cambios retroactivos, salvo uno curioso en el origen (fuera Batman, Wonder Woman y Superman y entra Canario Negro), si que hubo nueva numeración y relanzamiento. La alineación de JLA durante las Crisis ya estaba de capa caída, todo sea dicho. Pero es que encima se marcha Patton, tal como hemos contado, substituido por un pobre McDonnell. Posteriormente se va Conway, que llevaba la friolera de 100 números al frente, y entra J. Mark DeMatteis. Para colmo éste, sabedor de lo que se avecinaba, realiza una impactante saga de fin de ciclo aprovechando el evento Legends. De entre las cenizas nace la Liga de la Justicia, a secas. Tras los exitazos en los relanzamientos de los tres grandes, le llega el turno al grupo estrella. Entra un envalentonado Keith Giffen a los argumentos y bocetos, DeMatteis se queda al guion, y la por entonces joven promesa Kevin Maguire se ocupa del dibujo. No sabemos si quedará algún despistado por ahí que no haya leído lo que hicieron estos tres, pero vale la pena mencionar que revolucionaron la serie. Lo que nació como una agrupación de los héroes más importantes de la editorial se convirtió en una sitcom tronchante, electrizante y dinámica. Sin contener a los tres grandes (bueno, Batman si que disfrutó a veces de un papel destacado) se bastó de grandiosos secundarios para alcanzar el éxito. De hecho, ocurrió lo contrario, personaje que aparecía en la Liga de la Justicia se convertía en objetivo de los fans. Y es más, con la genial idea de la Internacionalización y su propio spin-off Europeo, la Liga se haría más grande que nunca.
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