Javier Vázquez Delgado recomienda: Flash num. 50-55
Edición original: The Flash Annual núm. 3 USA (one-shot), Suicide Squad núm. 2 USA (extracto), The Flash núms. 755 – 762, The Flash: Fastest Man Alive núm. 8 USA (extracto Cold Case) (DC Comics, 2020-2021)
Edición nacional/España: Flash Num. 50-55 (ECC Ediciones)
Guion:Joshua Williamson.
Dibujo: Brandon Peterson, Carlo Pagulayan, Ivan Reis, Stephen Segovia, Christian Duce, Rafa Sandoval, Scott Kolins, David Lafuente, Howard Porter.
Entintado: Jordi Tarragona,
Color: Luis Guerrero, HIFI.
Traducción: Francisco San Rafael Simó.
Formato: Grapa, color. 32 – 64 páginas. 3,50 – 2,50 €
Un último sprint
“Se trata de hacer lo correcto”
Objetivo cumplido.
Williamson empezó a escribir Flash con idea de escribir 100 entregas y con la publicación en España del número 762 USA, no solo cumple, sino que supera dicha barrera y se coloca a la cabeza de los guionistas, postcrisis, en hacer una etapa más larga con el Velocista Escarlata. Ni Waid, ni Johns, ni Messner-Loeb, ni Morrison, ni mucho menos Bates, lo lograron. Williamson marca un hito y coloca una muesca en lo más alto de este top de guionistas, para hacer historia dentro de la mitología del personaje. ¿Pero realmente su etapa va a tener el peso que tuvieron la de algunos de los guionistas mencionados anteriormente?
Waid llegó a completar 92 entregas (no fueron consecutivas), contando anuales, y su etapa con Wally puede considerarse fundamental, no solo para el personaje, sino para el propio Universo DC, cuando el guionista sentó las bases de la Fuerza de la Velocidad, un elemento clave para entender hoy el Multiverso.
Jonhs escribió un total de 61 entregas (esta vez sí fueron consecutivas) en las que centró toda su atención en potenciar de manera muy concreta la galería de villanos, con todo un ejercicio de caracterización y humanización que aún tiene ecos hoy en día.
Messner-Loeb logró escribir un total de 43 entregas (no consecutivas) en la que tomó las riendas del personaje tras el breve trabajo de Bates en la serie, para centrar su atención en la faceta heroica de Wally. No hay que olvidar que Bates tomó al personaje tras la muerte de Barry y enfrentó a Wally al legado de su mentor, disminuyendo sus poderes y haciendo que su actitud resultara especialmente discordante con su faceta de héroe.
Cuatro guionistas (sin contar a Millar y Morrison y a algunos suplentes para los descansos puntuales de Messner-Loeb, así como Burnett, Peyer, Champagne, Rogers, que fueron los encargados de continuar el trabajo de Johns), controlaron los designios del velocista hasta la llegada de los Nuevos 52. Entonces fue el turno de Manapul en las primeras 25 entregas, para ceder el testigo a Venditti que dio paso a Van Jensen, para hacer de la serie de Flash una de las mejores de aquel mal sueño llamado Nuevos 52.
Y llegó Renacimiento y le llegó el turno a Joshua Williamson.
Arrancaba en 2016 la nueva etapa con un escritor declarado fan del personaje, que ha disfrutado de grandes artistas durante toda su etapa de manera recurrente, Carmine Giandomencio, en sus primeros números, para luego llegar el turno a dibujantes tan relevantes como Rafa Sandoval, con titas de Jordi Tarragona, Howard Porter, Christian Duce, Scott Kolins entre otros, para dejar su impronta en esta etapa que puede resumir como irregular en su conjunto.
Pero no estamos aquí para hablar de toda su carrera con Flash, sino para centrar la atención en sus últimos arcos argumentales. El debate queda abierto para todos en lo referente a su perdurabilidad en el tiempo y su repercusión a futuro, como si ocurrió con la etapa de Johns, Waid, Bates y Messner-Loeb.
Atacando frontalmente estos números nos encontramos frente a la preparación de la saga final que ha de definir todo el trabajo de Williamson al frente de la franquicia. Su último sprint comienza colocando las piezas para lo que ha de venir y permitirme ya avanzar, que voy a ser lo más comedido posible a la hora de dar información de estos arcos, tanto por escrito como mediante las imágenes del texto, ya que creo que es fundamental apostarlo todo a la lectura de cada uno y disfrutar de los momentos que van a ir apareciendo a lo largo de la historia.
Por tanto, apenas voy a dar una pinceladas de os que se nos quiere contar y si centrarme en la parte en la que Williamson parece retomar el pulso al personaje, como ya hizo de manera eficaz en los arcos Año Uno y La Guerra de los Flash.
En el número 50 de ECC se publica un interesantísimo anual dedicado, como no puede ser de otra forma a… El Capitán Bumerang. Si, así es, puede que salga Flash, pero en realidad el peso de la trama recae sobre los hombros de Digger que, como miembro del Escuadrón, ha de lidiar con una de esas situaciones dignas de tan controvertido grupo. Una lectura no exenta de cierto toque humorístico, con el que es muy difícil no empatizar, para mostrarnos lo ambigua que puede ser la realidad en función de quien la narra. Un anual que visualmente destaca por el trabajo de unos dibujantes que sabes exprimir las cualidades de la historia al máximo, como Carlo Pagulayan, Brandon Peterson, Stephen Segovia e Ivan Reis, que se meten de lleno en la mente de Digger para narrar de forma fantástica el trepidante relato que construye Williamson.
Y con esto toca entrar en la siguiente entrega que sirve para cerrar el arco La era de los Flash, con Paradoja a punto de conquistar a nuestro héroe, que se ha de aliar con su peor enemigo para vencer a este nuevo villano del que es más que probable se vuelva a dejar ver por la serie.
Williamson concluye, pero le sirve para abrir la caja de los truenos, pues no hay descanso alguno y enlaza un arco con otro sin apenas espacio para la asimilación de los acontecimientos. Todo se vuelve muy rápido, tal vez demasiado, pero el efecto que persigue logra crear esa sensación de aturdimiento que parece dominar la mente de Barry.
EL guionista toma la idea de la familia Flash para trasladarla a su reverso, dotando a Thawne de todo aquello de lo disfruta Barry, pero tamizado por su retorcida forma de percibir la realidad. Comienza aquí un espacio en el que Barry se ve sometido a la presión sin descanso de sus enemigos, que lo acosan hasta comprometer su vida privada. Una de las cuestiones más débiles en la etapa de Williamson es el poco espacio que le ha concedido a Barry en su faceta laboral. Sin embargo, llegado a este punto todo cambia y centra su atención en su trabajo como forense, lo que hace que las piezas se empiecen a mover con elegante precisión, al comprender cuán importante es su vida laboral para su propia cordura.
Lo que viene a partir de este punto es un ejercicio de unir puntos a lo largo de toda la etapa de Williamson, pues deja patente que estos cien números no son fruto de una mera improvisación (aunque haya tramas que puedan parecerlo), sino que responden a un plan mayor que cataliza en estos números finales.
La resolución puede gustar más o menos, pero es necesario reconocer que el trabajo de Williamson funciona y hace que todo cuadre, incluso todo aquello que tanto se ha criticado a la serie, ahora parece tener sentido. Premeditado o no, es un ejercicio de ingeniería narrativa con el personaje que sorprende y se disfruta.
Por otro lado, hay aspectos que hacen de esta conclusión algo aún más grande. Uno de ellos es como actúan los personajes involucrados. Se alejan de lo esperado, apartando de ellos la reacción posiblemente esperada por los lectores más curtidos, para dejar espacio a algo nuevo que de simple resulta abrumador. ¿Un mensaje para todos los que leemos esta serie tal vez?
Hay que dedicar espacio a la realización artística pues el trabajo de Sandoval/Tarragona, es algo de otro mundo. Su elegante trazo, su dibujo limpio y dinámico, se adueña por completo de cada página y cuando dan paso a sus otros compañeros de lápices, se añora el talento patrio. Duce y Porter, realizan un buen trabajo (Kolins, sin embargo, queda en clara evidencia ante los demás, firmando algunas páginas lamentables), pero no logran llegar al nivel de perfección y dinamismo de Sandoval y Tarragona. Porter está soberbio, sin duda, pero tiene algunos momentos erráticos, mientras que Duce se muestra mucho más sólido y estable en todo su trabajo. Con esto en mente el acabado global es de nivel alto y pone la guinda (menos Kolins) a una larga etapa que viene a terminar dejando las cosas perfectamente alineadas para lo que se podrá ver en Death Metal. Y hasta aquí puedo leer.
Cerramos el trabajo de Williamson con nota, pero la media de esta carrera es más de bien que de notable. Puede que haya firmado más de cien entregas, pero tan solo un 40% puede que sea realmente interesante para el devenir futuro del personaje, el héroe más importante del Universo DC.
Lo mejor
• La sensación que deja al final de coherencia.
• El excepcional trabajo del tándem Rafa Sandoval y Jordi Tarragona.
• Los momentos que regala los seguidores a cada vuelta de página.
Lo peor
• Que la opción que usa tenga cierto regusto a trampa.
• Las dudas que quedan sobre la trascendencia de su trabajo con el personaje.
Y ahora el momento de la encuesta… Y no dudéis en dejar vuestros comentarios al respecto, que hay para mucho.
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