Javier Vázquez Delgado recomienda: ¿Por qué nos gusta tanto Invencible?
Invencible, ¡qué gran serie!, ¿verdad? Por eso estáis en esta entrada, porque la habéis leído y os lleva fascinando desde hace años. ¿O no?. Bueno, si hay alguien que no la conozca entremos un poco en materia.
Invencible es un cómic de superhéroes que nace bajo el amparo de Image Comics. Creado por Robert Kirkman en 2003, el mismo año que saldría su otra gran serie, The Walking Dead, y en el que empieza su ascenso al Olimpo de los autores, por su calidad y por el empuje que estas colecciones darían al cómic independiente norteamericano para convertirse en lo que es hoy en día.
Esta serie duró 144 números y en España ve su final este mismo mes de mayo, gracias a que ECC finaliza su edición en tomo. Para quien no la tenga no pasa nada, el mes pasado la misma editorial lanzó una nueva edición, considerablemente mejor que las anteriores, así que es vuestro momento.
En Zona Negativa hemos hablado mucho sobre Invencible. Se han reseñado casi todos los tomos según salían en España (empezando por los primeros números en 2005) y hemos dedicado artículos varios, de los que os recomendamos el más reciente, donde hablamos de las series que Robert Kirkman ha realizado para su sello en Image, Skybound, con todo lo que ha hecho sobre Invencible y sus diferentes Spin-offs. Ahí encontraréis toda la información necesaria. No solo eso, como muchos sabréis Amazon ha realizado una serie de televisión, cuyas primeras impresiones podéis leer aquí, y en unas horas podréis leer las opiniones de nuestros redactores sobre ella, ahora que está finalizada la primera temporada y hemos dejado los días de rigor para ver cómo ha calado en nuestra mente.
Así que sí, hemos hablado mucho de Invencible. Es por ello que en esta entrada, para homenajear su final, hemos tomado una vía diferente. No queremos deciros qué es Invencible, queremos contar por qué Invencible nos gusta tanto.
Todo lo que siempre quisimos, por Edu Sesé
Mi relación con los cómics de superhéroes siempre ha sido muy particular. Desde pequeño me han fascinado los héroes con mallas coloridas, los poderes extravagantes y la épica luminosa que suele rodear a estos universos. Una parte de mí desea con todas sus fuerzas leerse cada número que han publicado las dos grandes, conocer a cada personaje y cada ramificación de sus historias… pero la realidad es que cuando me siento a elegir lectura, suelen quedar relegados. Sus vastos universos, sus inabarcables continuidades y la sensación de que, pase lo que pase, todo seguirá igual porque sus editoriales no pueden permitirse perder o alterar demasiado sus valiosas propiedades, hacen que al final me vaya hacia otras lecturas, historias con un principio y un final, donde las cosas que suceden tienen un eco real en su desarrollo. Por eso, cuando descubrí ese cómic llamado Invencible, me enamoré perdidamente.
Al contrario que muchos de mis compañeros, mi viaje con la serie concebida por Robert Kirkman, Corey Walker y Ryan Ottley no empezó muchos años atrás. Había oído hablar de ella, sabía que el osado eslogan que ocupaba su portada venía refrendado por la opinión mayoritaria de los lectores, que la consideraban la otra gran obra de Kirkman junto a la famosísima The Walking Dead. Pero, lector temeroso que soy yo, igual que me pasara con la de los zombies, la enorme extensión de la serie hacía que prefiriera acercarme a otras colecciones más acotadas. “Algún día”, me decía a mí mismo. Y ese día llegó cuando se anunció que Invencible vería su final con su número 144. De pronto me pareció el momento perfecto y me puse manos a la obra con un tremendo atracón de 27 volúmenes que cayeron en apenas un mes. Y menudo viaje.
Son muchas cosas las que se pueden decir de Invencible, pero sin duda la más importante de todas es su corazón. La mayoría de los que llegamos a ella tarde nos acercábamos a la historia de Mark Grayson esperando ver ese giro de guion relacionado con su padre, ese plot twist que desde fuera parecía justificar el interés de una serie que sin ello, no sería más que otra historia de superhéroes. Pero la magia de la epopeya escrita por Robert Kirkman es que, mientras esperas las grandes consecuencias de ese gran evento, de pronto uno se da cuenta de que está absolutamente atrapado. Atrapado por las pequeñas aventuras de Mark aprendiendo a ser un héroe, ganándose un hueco entre un equipo superheroico, enfrentándose a supervillanos de opereta con nombres rimbombantes. Atrapado por sus miedos y sus dudas, por sus amoríos y sus relaciones. Hasta la trama más pequeña importa, porque con todas vemos avanzar al personaje de Mark, que a lo largo de toda la serie sufre una interminable evolución llena de vaivenes y conflictos que nunca pierden la coherencia. Kirkman sabe que la base de cualquier historia es que su protagonista nos interese y nos haga vibrar, y al igual que lo logró con Rick Grimes, el guionista hace que el viaje que vivimos merezca más la pena al vivirlo desde los ojos de Mark Grayson, el núcleo emocional de todo.
Invencible cala porque por debajo de sus colores chillones siempre encontramos cuestiones profundas y adultas. Pero cala aún más porque sus colores siempre son chillones. A diferencia de otros homenajes a los superhéroes que se visten de solemnidad para alcanzar otra dimensión distinta, en Invencible todo es puro viñeteo. Sus héroes reciclados, sus trajes horteras, sus villanos con nombres ridículos. Todo en ella huele a cómic mainstream, a desenfado y a ilusión. Kirkman no quiere hacer una oda al género desde cualquier otra perspectiva, la quiere hacer desde lo que siempre ha sido, en su mayor estado de pureza. Y así, como quien no quiere la cosa, el guionista es capaz de lograr que nos tomemos en serio a un villano tan ridículo como un dinosaurio llamado Dinosaurus. Porque esa pureza va también acompañada de algo más: valentía.
La valentía que escasea en las grandes editoriales aquí rebosa por cada página. Porque Kirkman no quiere crear una franquicia, no quiere perpetuar para siempre una máquina de generar dinero, quiere contar una historia, y eso significa que en Invencible lo que sucede tiene consecuencias. La gente muere, los héroes fallan y las ciudades son arrasadas. Invencible es la serie que todo fan de los superhéroes desea con todo su corazón, una en la que podamos sorprendernos y sufrir con los grandes eventos porque no se van a arreglar con un chasquido de dedos.
Todo es épica en esta serie, y lo es también gracias a un caballero llamado Ryan Ottley. Personalmente entiendo el mérito de Corey Walker como creador de la serie, pero ya me perdonarán ustedes al decir que gracias al cielo por su partida, porque el descubrimiento de Ottley es uno de los más importantes del presente siglo. El dibujante coge una serie con potencial y con sus lápices la convierte en un puro espectáculo. Él es el culpable de que Invencible esté plagada de secuencias de acción sensacionales y páginas para la posteridad. Pocos trabajos tan sorprendentes se han visto durante tantísimos números durante una serie, y no puedo más que lamentar su malograda entrada en el universo Marvel, porque personalmente lo considero uno de los artistas más espectaculares que se puedan encontrar actualmente.
¿Qué es Invencible? La mayor carta de amor escrita a los superhéroes por un guionista que no soportaba las limitaciones a las que están sometidos. Un guionista que quiso llevarlos más allá y contar la que, probablemente, sea la mejor historia de superhéroes del universo.
La mejor épica superheroica desde Spiderman, por Raúl Gutiérrez
Quienes estéis ahora mismo leyendo estas líneas, probablemente hayáis enarcado una ceja con marcado escepticismo al leer el título de este apartado. ¿Tan bueno es Invencible? ¿Tanto ha supuesto para los redactores de Zona Negativa este cómic que concretamente uno de ellos se atreve a compararlo con el trepamuros? La respuesta, para mí, es simple. Y es un rotundo sí. Es más, no es que Invencible sea la mejor épica superheroica desde Spiderman, que lo es, si no que ha supuesto para el lector de cómics de superhéroes lo mismo que en su día supuso el Spiderman de Stan Lee y Steve Ditko para los adolescentes de la década de los sesenta.
Como lectores de cómics, espectadores de cine, lectores de novelas, jugadores de videojuegos y consumidores de música, necesitamos productos con los que nos sintamos identificados, que nos hagan vernos reflejados en los mismos y en el mundo que construyen. La historia de Mark Grayson, en la que un joven que se descubre a sí mismo y a sus poderes con un drama muy similar al de Peter Parker pero adaptado a los tiempos actuales, procedente, igualmente de la pérdida de su mentor y ancla familiar, solo que de una forma muy retorcida, cautivó muy pronto a los lectores, sobre todo cuando la serie llegó a ese número 6 tan definitorio para la misma.
Un número 6 que en la serie de Amazon Prime es el final del capítulo 1, y es que, el lenguaje televisivo es distinto al de la viñeta, y como espectadores no podemos dejar según que cosas que serán definitorias para toda la serie, para un final de temporada.
Invencible es Spiderman, es Superman, es la Liga de la Justicia, pero es también Bola de Dragón, el Lobo Solitario y su Cachorro y hasta un poco El Señor de los Anillos con trazas de Star Wars y Star Trek. Es el género superheroico que sin ambages, sin ocultárselo a nadie toma conceptos de toda la historia que dicho género lleva detrás y los coge casi idénticos para que el lector no solo los reconozca si no que no tenga dudas de su procedencia, y después hace con ellos lo que quiere.
Robert Kirkman y Ryan Ottley, junto con Corey Walker dan el do de pecho en una serie que hemos tardado mucho en ver terminar en España pero cuyo final no deja indiferente a nadie. Un final que, ahora gracias a la versión animada de Amazon y a la vuelta a la publicación desde el principio del cómic es también un inicio, para todos aquellos que no tuvieran la oportunidad de conocer esta monumental saga de 144 números más especiales.
Lo único que afectaba negativamente a Invencible era el paso del tiempo. Y es que, en el año 2003 en el que esta obra vio la luz por primera vez, las cuestiones de sexo, género y feminismo que trataba no estaban mal llevadas pero han dejado mucho que desear en el 2021, en el que la sociedad está mucho más avanzada en estos temas. Por suerte, en Amazon Prime son conscientes de eso, y, aunque trasladan a la pequeña pantalla el cómic casi en su literalidad, lo pulen allí donde éste fallaba hoy por tener casi veinte años.
¿Por qué me gusta tanto Invencible? Porque es todo lo que un cómic de superhéroes tiene que ser y mucho más que eso. Porque me lo he leído dos veces de cabo a rabo (con tal ansia que tuve que comprarlo en inglés para no esperar a la reedición española que parecía que nunca llegaría) y he acudido cada viernes a mi obligada cita con Amazon Prime. Porque no gozaba tanto a mis 32 años desde que Goku se transformó en super saiyan para acabar con Freezer por la muerte de Krilin.
Probablemente el mejor cómic de superhéroes del universo, por Jordi T. Pardo
En 1979, Marvel y DC Comics registraron la palabra superhéroe como marca -¡no copyright, ojo!- para hacer uso de ella en todos sus productos. Este es un hecho que solemos olvidar los aficionados, pero que nos habla mejor que nada del monopolio y el inmovilismo que estas compañías han representado para el género superheroico y la industria desde hace décadas. Tradicionalmente han existido otras editoriales, otros personajes e historias, pero en general repetían los mismos patrones y vicios de las grandes.
Por ello, para mí Invencible fue la serie que me permitió seguir creyendo en los superhéroes. La que me demostró que todavía había cosas que el género podía contarme. Y cosas que me ya me había contado y podía hacer mejor. Mucho mejor. En Robert Kirkman encontré a un narrador único, talentoso a la hora de plantear tramas, subtramas y más subtramas dentro de otras tramas. Ingenioso en la caracterización, de personajes, en su manera de abordar los diálogos y en su manera de manejar los cliffhangers de la serie.
Pero lo más importante que Kirkman ha aportado a Invencible -y al mundo del cómic- es su integridad como creador. Esto le ha llevado a mantener a su creación siempre a su lado y alejada de la sobreexplotación en la que habría caído en malas manos. Ha permitido que Invencible tuviese una evolución, una historia con un principio y un final. Porque en el género superheroico se suelen valorar mucho los inicios, los relanzamientos y nuevas etapas, pero muy poco o nada los finales.
Lo cierto es que cuando empiezas a leer Invencible parece que sea una serie que no inventa nada nuevo, pero eso es solo porque se sustenta en lo anterior para construir algo nuevo. Es algo que podemos encontrar en todas las propuestas de Kirkman, desde The Walking Dead a la más reciente El poder del fuego. Lo lleva en la sangre.
Así, en Invencible, Kirkman se atreve a contarnos una historia que nunca mira atrás, caiga quien caiga. Su serie es una epopeya que juega con los clichés y dinámicas clásicas del género, aunque llevadas a unos límites que contados productos con anterioridad se han atrevido a explorar. Esto se suma a un sentido de la acción muy influenciado por el cómic japonés y que también se evidencia en el espectacular apartado gráfico definido, primero por Cory Walker, y segundo y más decisivamente, por Ryan Ottley.
En los extras que han solido acompañar las ediciones de Invencible en España -ediciones que nunca le han hecho justicia- siempre hemos podido disfrutar de las dinámicas que Kirkman mantenía con Walker y Ottley en cuestiones creativas. La serie a nivel argumental ha estado férreamente ligada a Kirkman, pero a nivel estético se ha visto beneficiada por el talento de este tándem que ha logrado que Invencible sea reconocida entre otras miles publicaciones. Han sabido convertir a Mark Grayson y compañía en un auténtico icono, partiendo de algunos de los diseños e ideas más locos que se han visto en el cómic de superhéroes.
Invencible no es “probablemente el mejor cómic de superhéroes del universo”. No podemos hablar de probabilidad cuando lo podemos confirmar. Adentrarse en este universo es un viaje emocionante, intenso y divertido que ningún aficionado debería dejar pasar. Es el cómic al que seguiremos mirando dentro de varias décadas y utilizando como modelo cuando nadie ya se acuerde de las últimas etapas de Batman, Spider-Man y todos esos superhéroes tan del siglo pasado. Los tiempos están cambiando… ¡y los superhéroes también!
¿Por qué nos gusta tanto Invencible? Léelo y lo sabrás, por Paulo Hernando
Conocí Invencible gracias a un buen amigo. Él hablaba bondades sobre Mark Grayson y compañía, mi pasión por personajes y universos derivados o alternativos hizo el resto. Remover cielo y tierra para encontrar los primeros números puede que alimentara mi pasión por esta serie. Pude conseguir los tomos Ultimate, el primero y el segundo, poco después saldría al mercado el tercer volumen, corría el año 2013. Desde entonces la fecha de salida de cada uno de estos tomos ha sido señalada en rojo en el calendario. Si eres seguidor de la serie sabes lo rápido que se agotan, lo difícil que es volver a encontrarlos una vez publicados y, por supuesto, eres consciente de que aún no se ha impreso el final de Invencible en nuestro idioma. Toda una odisea ser lector de este cómic. Por suerte, si a raíz de la serie de televisión te animas a hincarle el diente, es de esperar que encuentres muchos menos obstáculos en el camino que los lectores pretéritos, gracias a que ECC ha adquirido recientemente la licencia. Ya no tienes excusa, a por él, no te arrepentirás. Como digo, aún no he terminado Invencible, si lees esta entrada el día de su estreno, el último que he devorado es el número 10. Mañana sale un nuevo ejemplar, el penúltimo, y no puedo ni imaginar todo lo que se viene. Con la de Mark Grayson no hago cábalas, me dejo llevar por lo que cuenta y eso es algo que muy pocas series consiguen, ya que muchas aburren o divagan sin despertar excesivo interés por el camino, lo que provoca que la mente vuele hacia imaginar el posible final de la historia. Con el cómic que nos ocupa, no pasa nunca.
Nos gusta tanto Invencible porque te atrapa entre sus páginas por su ritmo, caracterización y trama río construida piedra a piedra desde el primer capítulo. Es reconfortante ver cómo personajes aparecen y desaparecen del cómic tras una intervención espectacular, o en otros casos anecdótica, para más tarde figurar de nuevo con incluso una trama providencial, como la de Allen el Alien, presentado como un personaje random al principio de la serie. Invencible se retroalimenta continuamente siendo mejor conforme avanza, pues todo su universo se enriquece con el pasar de las páginas/los años. Invencible es todo lo que un universo de superhéroes debería ser. El cosmos que se crea es tan personal que se te olvida que no es original, en el sentido de que obviamente está inspirado e influenciado por los grandes universos superheroicos que todos conocemos. Las referencias son claras y lo que en un inicio gusta reconocer como guiño deja de tener trascendencia ante el crecimiento de los personajes, genuino motor del cómic. Eso sí, muy bien aderezado por los sorprendentes y bien espaciados, cliffhangers, en los que Kirkman se destapa como todo un maestro en el arte de impactar. Invencible es giros inesperados o sí esperados, pero perfectamente ejecutados. Una de las series que he leído y sigo leyendo que más disfruto, una auténtica delicia gracias a un guion muy inspirado y al impactante y dinámico dibujo de Ryan Ottley, sustituto del indispensable Cory Walker, al que debemos el arte del inicio de esta gran aventura. Invencible, Atomic Eve, Omni-Man, Robot, Monster Girl…¿Por qué estos personajes gustan tanto? Si lo preguntas es que no los has leído.
25 motivos por los que adoro Invencible, por Diego García Rouco
1.- Invencible destila lo mejor que ofrecen las historias de superhéroes, para construir una historia valiente, consecuente y llena de personalidad.
2.- Es la serie que Marvel y DC harían si no se hubieran convertido en megacorporaciones que solo gestionan licencias para el cine.
3.- Mark Grayson es mucho más que una mezcla de Superman, Son Goku y Peter Parker.
4.- 144 números con solo dos dibujantes (¡Y que dibujantes!) y sin fill-ins, ni crossovers sacacuartos.
5.- Los personajes crecen, evolucionan, se equivocan y mueren. Y son cambios permanentes, no productos de una maniobra de marketing que el siguiente guionista hot revertirá.
6.- Tiene uno de los uniformes más bonitos que se han diseñado para un superhéroe.
7.- Mark Grayson sentado en la taza del wáter leyendo cómics de Science Dog.
8.- La muerte de Los Guardianes Globales.
9.- El maravilloso manejo de las tramas secundarias que nos nuestra que Kirkman tenía un plan a muy largo plazo.
10.- Ese último puñetazo que Onmi-man no le puede dar a su hijo.
11.- Refleja como nadie los conflictos familiares, esos que te hacen querer a tu familia de forma incondicional, aunque no sean perfectos.
12.- Debbie tratando de entender que toda su vida ha sido una mentira.
13.- La historia de amor entre Mark y Eve. ¡Sin Mesfistazos!
14.- William y Rex Splode, dos cretinos insoportables, pero son mis cretinos.
15.- Pocos dibujantes dibujan tan bien la acción como Ryan Ottley.
16.- ¡Dinosaurus es un enorme dinosaurio rojo superinteligente!
17.- Los 700 años de Robot y Monster Girl en la dimensión de los flaxamitas dibujados por un fantástico Cory Walker.
18.- ¡Kid Omni-Man dando leña!
19.- El juego doble y las intrigas de Cecil.
20.- La amistad entre Mark y Allen.
21.- Los títulos de los recopilatorios.
22.- ¡Peleas llenas de ultra violencia y gore!
23.- La destrucción del planeta Viltrum. ¡ÉPICA en mayúsculas!
24.- Robot dominando el mundo.
25.- Por suerte tiene un final, no estiran los personajes y tramas hasta convertirlos en caricaturas de sí mismos.
Podría seguir dando razones ad infinitum, pero creo que esas son las suficientes para gozar de la mejor serie de superhéroes de los últimos años, con permiso del Estela Plateada de Slott y mi adorado Allred.
Amor a primera vista, por Sergio Fernández Atienza
Invencible llegó a mi vida casi de casualidad. A pesar de que desde bien pequeño el noveno arte ocupó buena parte de mi ocio personal, no fue hasta mi llegada al instituto que comencé a seguir alguna que otra serie. Hasta entonces, mi consumo se había limitado a obras que me habían llamado la atención por diversos motivos, pero sin tener en cuenta tan siquiera a sus autores. Aunque siempre he sido un gran fan de Batman, el género superheroico tardó en enamorarme. Todo esto cambió con Watchmen, cómic que me provocó una profunda sorpresa gracias a su oscura propuesta. Pocos años después, tras descubrir The Walking Dead, grabé a fuego el nombre de Robert Kirkman en mi sesera. No es de extrañar que el primer volumen del Ultimate Collection de Invencible se haya convertido en uno de los tebeos que más veces he leído en mi vida. La historia de Mark Grayson me enganchó desde el minuto uno. Invencible recogía lo mejor de los cómics pijameros pero, a la vez, se quitaba de encima todo aquello que lastraba a las sagas eternas.
Sorprendente como pocas y refrescante a más no poder, Invencible ha sido (y sigue siendo) una de mis lecturas de referencia en la última década. Cuando crees que no puede haber más giros que te vuelen la cabeza, Kirkman se saca de la chistera un triple salto mortal que te queda ojiplático hasta el siguiente número. Mark es el protagonista de la historia, si, pero la cantidad de personajes secundarios que pueblan sus viñetas están a la altura de las circunstancias. Aliados y enemigos forman un tremendo fresco en una epopeya que trasciende nuestro planeta para perderse en la infinidad del universo. Los grandes temas de la ciencia ficción son tratados con tino en las diferentes subtramas que, como el Guadiana, aparecen, desparecen y vuelven a aparecer en el momento más inesperado. A pesar de la edad su protagonista, Invencible es un cómic adulto que te hace conectar con tu versión más joven. No hay medias tintas. La violencia es mostrada con toda su crudeza y Kirkman (fantásticamente acompañado de Cory Walker, primero, y Ryan Ottley, después) da rienda suelta a sus fantasías más sanguinolentas con peleas que pueden llegar a durar varios números y que duele de solo verlas. Invencible es el cómic al que vuelvo una y otra vez porque me demuestra que, a pesar de lo trillado del género, hay lugar para la esperanza.
Buscando trasuntos encontré algo grande, por Víctor José Rodríguez
Corría el año 2013 y en una de mis visitas a la tienda de cómics cayó en mis manos un ejemplar de una revista amiga con un interesante artículo acerca de trasuntos de Superman. Siendo un fiel lector del Hombre de Acero me interesé por esas otras visiones acerca de un superhéroe capaz de volar, alcanzar grandes velocidades, que tiene una fuerza sobre humana y es casi indestructible. Y empecé a buscar historias de esos personajes que se citaban, como Supreme, Mr. Majestic, Hyperion, Samaritan de Astro City y, entre otros, un tal Omni-Man, que tenía un hijo que se hacía llamar Invencible.
De todos los acercamientos que hice hacia esos personajes trasuntos de Superman, la lectura de Invencible fue la que más me atrapó. Aquellas visiones, casi paródicas, de tantos tropos de los cómics de superhéroes del bueno de Kirkman me llegaron. Y eso que suelo ser un lector bastante cascarrabias. Pero ya el célebre giro que protagoniza el viltrumita, cómo se carga a los Guardianes, la confesión del padre hacia el hijo, el motivo de su presencia en nuestro mundo y esa paliza… vaya sucesión de acontecimientos. Realmente aplaudí a raudales y he defendido desde entonces que sea uno de los mejores cómics de superhéroes de la historia. Ese tono desenfadado, esa evolución de Mark Grayson, el Imperio Viltrumita con toda su grandiosidad y los personajes secundarios tan carismáticos son solo una parte de los motivos por los cuales un lector cualquiera puede acercarse hacia un modesto cómic de superhéroes de una editorial independiente y quedarse prendido a lo largo de sus 144 entregas.
Y algo que me gusta es que Robert Kirkman fue escribiendo su historia número a número, creando sus arcos argumentales y añadiendo matices y tramas de impacto. Pero con total independencia de inmersiones editoriales que obligaran a la serie a verse mezclada con crossovers, innecesarios cambios de equipos creativos (a excepción del cambio de dibujante al principio, apenas influyente) y respetando siempre la numeración. Fueron quince años de publicación mensual con libertad creativa. Y el personaje no ha sobrevivido a su creador. A los nostálgicos les dolerá, pero Invencible debe ser una historia cerrada. Una aventura épica que se alargó el tiempo necesario que su autor precisó para contar lo que quería contar. No es necesario que vuelva de la mano de otro creador. Algo a lo que las majors editoriales americanas nos han acostumbrado con el tiempo, que ha provocado, por supuesto muchas cosas buenas, pero también ha terminado por alejar las creaciones de los autores de sus concepciones originales. Esta rara avis que es Invencible es una joya, es un trabajo personal de Kirkman y, afortunadamente, así será para la eternidad. O eso es lo que debería ser.
Pretend you’re invincible, por Igor Álvarez Muñiz
Estaba yo en la librería y allí estaban también los dos primeros tomos de Invencible mirándome. No sé por qué recuerdo esa imagen, supongo que será por una cuestión de repetición ya que, durante meses, mantendría esa relación de observación pero sin llegar a comprarlos. La información que tenía estaba llena de pros y contras. De aquella ya conocía el nombre de Robert Kirkman, me había leído algunos números de una serie fascinante llamada The Walking Dead y una serie de Superpatriot que no estaba nada mal. Además la editorial era Aleta, que tomaba su nombre de Savage Dragon, una serie que había empezado a comprar con las grapas de Planeta años atrás y, con sus más y sus menos, me gustaba, así que las referencias eran buenas. Pero claro, era un superhéroe de Image, con todo lo que aquello suponía en esa época, y la portada del primer tomo no era para tirar cohetes. La edición tampoco. No sé exactamente en qué momento pensé “ahora sí”, no recuerdo si fue cuando sacaron el cuarto o el quinto tomo, pero sin duda fue una idea buenísima. Un viaje extraordinario, largo y con penurias, pero extraordinario.
Puede que Invencible guste más o menos, que tenga serias competidoras o que se distancie de ellas, pero cuando tanta gente dice eso de “es el mejor cómic de superhéroes del siglo XXI” hay que tenerla en cuenta. Para mi esto tiene dos ventajas, una es que demuestra el nivel que hay fuera de Marvel y DC, que los superhéroes no son de su propiedad y mucho menos el cómic en general. Siempre es bueno tener una serie de estas características, que enganche al público apegado al cómic superheroico y les demuestre lo que pasa cuando se deja alas a los autores. Precisamente esa es la segunda ventaja, demostrar que el género necesita renovarse y lo puede hacer de muchas maneras, porque Invencible es novedoso pero también es muy clásico. Pero muy muy clásico.
Sin duda eso es lo que me enganchó de esta serie, todo lo que veía al principio era reconocible, prácticamente sabía lo que iba a pasar a continuación, hasta el gran giro, el momento en que Mark conoce la verdad sobre su padre y este le pega una paliza de muerte. De ahí en adelante la serie se convierte en una montaña rusa de emociones, perdón por el tópico pero creo que esta expresión es perfecta para Invencible, porque se va moviendo durante toda la serie con ira, amor, violencia, venganza, tranquilidad, fraternidad, miedo… y nosotros con ella, porque el trabajo de Kirkman, Walker y Ottley con todos los personajes es impresionante, consiguen que empaticemos con todos, que temamos por sus vidas en cada momento. Porque sí, en Invencible cualquiera puede morir en la siguiente página. En parte quizás sea esto una de las cosas que nos atrae de la serie, no debe nada a nadie y no está sujeto a las reglas de las dos grandes. Cualquiera puede morir y el personaje está creado para avanzar, dos detalles de los que carecen los grandes superhéroes.
Mark, Eve, Debbie, Oliver, Nolan, Cecil, Allen y muchos más han conseguido pasar a la historia del cómic. Los tomos de Invencible brillan en cualquier estantería y me han conseguido mantener enganchado a la serie durante años. Es una serie brutal y visceral, pero cuando uno piensa en ella lo que queda es una sensación agradable de calidez porque, entre tanta sangre y muerte, es un cómic que desprende cariño. Ha tenido la increíble capacidad de gustar a gente que lee solo superhéroes, a los que aún estamos apegados a algunas series y a los que hace años que dejaron esos mundos, algo de lo que pocas colecciones pueden presumir.
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