Javier Vázquez Delgado recomienda: Crisis en Tierras Infinitas Edición XP – Parte III

INTRODUCCIÓN

Crisis en Tierras Infinitas es una obra tan crucial que da para mucho. En la primera entrega de estos especiales hemos considerado los vericuetos editoriales necesarios para dar lugar a la colección y en la segunda parte tratamos de explicar las implicaciones ficticias del evento. Pero aún nos queda una tercera pata, en cuanto a las consecuencias teórico-narrativas de semejante artefacto literario.

Cierto es que en la primera parte ya hablamos de la noción del universo interconectado y las múltiples tierras. De hecho, estos conceptos son muy anteriores a Crisis. Desde la formación de la Sociedad de la Justicia de América, grupo que por primera vez hacía entender que los héroes publicados en distintas colecciones pertenecían a un mismo universo compartido. Algo que ahora nos parece pan de cada día pero que en su momento marcó un hito y amplió unos horizontes inexplorados. Hasta la largamente referenciada historia “El Flash de dos mundos”, donde por primera vez se aprovechaba toda la narrativa previa a la edad de plata de los cómics DC con una idea sin precedentes; los héroes de la Edad de Oro de la editorial existían en otra tierra de un mismo multiverso (y en una maravillosa locura metalingüística, aparecían en los cómics que leían los personajes actuales). Por tanto, DC había sido la editorial pionera en crear un (multi-)universo ficticio cohesionado entre la mayoría de sus personajes. Entre otros muchos factores, por pura antigüedad. Por otra parte, en lo que a coherencia narrativa dentro de un mismo universo de ficción se refiere, o lo que se conoce como continuidad, Marvel daba vueltas a su competidora. Entre otros muchos factores, gracias al despotismo ilustrado de la mente creativa detrás de la mayoría de sus personajes. De hecho, es la falta de dicha continuidad en DC lo que en parte provoca la idea de las Crisis y a la vez el motivo de su revolución narrativa.

Pero no se trata de multiverso ni de interconexión, las consecuencias teóricas abordadas en el presente texto radican en la consideración colectiva de todos los universos (y casi personajes) dentro de la editorial en un mismo evento y la inclusión de los mismos en una sola línea narrativa. En otras palabras, hablamos de la importancia de Crisis como primer mega-crossover (interrelación de diferentes colecciones) del cómic súper-heroico y la retcon (revisión retrospectiva de la continuidad) definitiva.

Empecemos por el acontecimiento editorial de gran calibre ¿He dicho el primero? Manos a la cabeza y calendario en mano bajo el grito de “¡Secret Wars salió antes!”. Efectivamente, es cierto que el primer gran crossover fue publicado por Marvel. De hecho, Marv Wolfman no sólo admite este factor obvio, sino que utilizó el éxito de ventas de las Secret Wars y las colecciones implicadas como anzuelo para terminar de convencer a los mandamases del probable éxito de Crisis (citado en Crisis on Infinite Earths: The Compendium. 2005. DC Comics). Pero la primera mención pública de Crisis está más que demostrado que era precedente a la publicación de las Secret Wars, del 1982 nada menos, mientras que el famoso primer anuncio oficial de Giordano se hizo en el 84. Curiosamente, hubo incluso un intento previo ¡incluso una década antes! Según Paul Levitz (en 75 Years of DC Comics: The Art of Modern Mythmaking. 2010. Taschen), Jerry Conway ya mencionó la intención de colapsar el multiverso a finales de los 70. Pero volviendo al debate, la cantidad de series y personajes implicados, la planificación previa, la organización colectiva editorial, las consecuencias de calado y las críticas positivas hacen de Crisis en Tierras Infinitas el verdadero primer multi-crossover editorial.

¿Quieres crossover? Pues toma crossover

Un puesto de honor ahora denostado por la exagerada frecuencia de dichos eventos en el mercado actual. Sin embargo, en su momento supuso una auténtica revolución del medio. Como hemos comentado, suponía una valoración del universo ficticio por encima del personaje o colección particular. El lector necesitaba hacerse a la idea de las magnitudes y las historias que el evento permitía sintonizar, quebrantando su dedicación a un héroe en concreto para sumergirse en las de todos. Va un paso más allá de los supergrupos o los crossovers entre series individuales, para crear un acontecimiento en el que es necesaria la sincronización colectiva de los personajes participantes. De hecho, en esta ocasión, una coherencia “universal”.

Este tipo de eventos editoriales, por tanto, también permiten introducir cambios más o menos permanentes en el universo ficticio. Como muy bien comenta Darren Mooney en su blog, sin el efecto palpable y permanente que supusieron las Crisis en las distintas colecciones del Universo DC, Quesada nunca hubiera podido hacer desaparecer el exceso de mutantes en todas las colecciones Marvel o infantilizar rejuvenecer los argumentos de la estrella de la editorial. De hecho, otro aspecto del crossover multi-serie relacionado con esta idea y que se ha convertido en costumbre (pero por aquel entonces fue revolucionario) es la de darle mayor significancia a través de la muerte de ciertos personajes principales. Que las defunciones de personajes se hayan vuelto algo cotidiano no se debe solo a la frecuencia, sino que actualmente sabemos que la resurrección del superhéroe de turno no tardará en llegar. Sin embargo, la planificación de Crisis demuestra cómo las muertes que estaban por venir asumían la desaparición del personaje. Y de hecho las sonadas, y sentidas como trágicas, muertes de Supergirl y Flash, principalmente, tardaron hasta casi 20 años la primera ¡y 25 años el segundo! en ser rebatidas, todo un record en el mundo pijamero.

Una muerte sentida

Pero estos “daños colaterales”, no son sino consecuencias del segundo aspecto a discutir y principal audacia narrativa de las Crisis, la retrocontinuidad universal. He de comentar que la mayoría de lo que expongo a continuación se basa en el genial y sesudo artículo de Andrew J. Friedenthal, Monitoring the Past: DC Comics’ Crisis on Infinite Earths and the Narrativization of Comic Book History (2012. ImageTexT: Interdisciplinary Comics Studies Vol. 6 #2).

La continuidad de los universos ficticios, o la necesidad de que las acciones de los distintos personajes se vean reflejadas (continuadas) en las historias de éstos u otros personajes, es un artefacto impuesto, principalmente, por los propios aficionados. De hecho, muchos de los autores que más se empeñan en cuidarla, arreglarla y cohesionarla fueron en su origen grandes fanáticos del medio (Thomas, Wolfman, Johns, Levitz…). Supone una rica historia (de hecho, las continuidades ficcionales de Marvel y DC se consideran ¡las construcciones narrativas más grandes de la humanidad!) que añade capas de complejidad y placer a una lectura en principio más liviana. Pero no se pude negar que igualmente suponen una gran carga narrativa para unos caracteres y autores que podrían “volar” (nunca mejor dicho) libres. Esta meta-imposición se hizo especialmente relevante en los 80 y, mientras que había una editorial puntera que gozaba de ella, en una DC anticuada, y basada principalmente en editores independientes para los personajes más famosos, suponía una verdadera losa comercial. De hecho, en una interesantísima entrevista a Wolfman y Greenberger (Patrick Daniel O’Neill. Spotlight: Crisis on Infinite Earths. 1985. David Anthony Kraft’s Comics Interview #26.), ambos dejan bien claro que toda la saga parte de, y el motivo principal es, esa idea inicial sugerida por los aficionados. Básicamente, que el Universo DC necesitaba borrón y cuenta nueva.

Aunque lo realmente trascendental de la saga no fue la búsqueda de una coherencia del universo ficticio, sino hacerlo reescribiendo el pasado editorial. La continuidad retroactiva o retcon tampoco era totalmente nueva. De hecho es algo inherente a los difusos pasados y futuros de los superhéroes en los cómics, ayudando así al personaje a adaptarse a cualquier nueva situación que el guionista de turno imagine para la ocasión. Sin embargo, esta nueva continuidad retroactiva a nivel editorial permitió revitalizar no sólo a los personajes más anticuados, sino todo el universo ficticio. La Crisis se convierte por tanto en un “nodo de continuidad”, en el que encontramos un periodo pre-Crisis y otro post-Crisis.

Personaje-boceto-la nada

Esta intención y trascendencia se ve reflejada en varias ocasionas en el metalenguaje de la obra. No es que el malo malísimo, el Anti-monitor, destruya universos enteros, es que hace que nunca hubieran existido. La antimateria de hecho se representa por un efecto que convierte la página en blanco, la nada del mundo creativo en papel. Y los personajes que son atrapados en ella son transformados en esbozos antes de desaparecer, como las criaturas dibujadas que son en realidad. Todo se puede ver como una gran metáfora de la desaparición de historias previas que iba a suponer el evento. Otra más y de las más obvias, la mano (¿del autor?) en el origen de los tiempos que literalmente cambia el universo. Un universo, y aprovecha de nuevo Wolfman para imponer la nueva realidad, “que debió haber sido uno, se convirtió en miles”.

“Que debió haber sido uno…”

Y como todos los lectores sabemos, efectivamente la serie impuso un nuevo pasado en el que el universo era uno solo, donde debían acoplarse los mínimos ladrillos de historia editorial que se convertirían en canon. Para reforzarlo, parte del artefacto literario de las Crisis es la Historia del Universo DC, en la que se establece lo que “realmente” ha pasado y lo que no en este nuevo universo. De hecho, las Crisis fueron también revolucionarias en cuanto a establecer dicho canon al que los futuros autores debían adherirse. Aprovechando la diferencia de palabras en inglés, Wolfman lo justifica en la mencionada entrevista de la siguiente manera: Crisis es una historia, story, del universo DC, con lo que se puede permitir la reinterpretación… Mientras que la Historia del Universo DC es, como su propio nombre indica, history, y se dedica a relatar lo más objetivamente posible la “realidad”. De nuevo lo deja claro meta-textualmente a través del personaje de Lyla: “Pero ¿Qué pasa con el futuro? ¿Esas posibilidades divergentes que no han sido explicadas? La historia completa será contada en otro momento, pero algunos factores son conocidos.

No se trata de destruir, sino de crear

Esto supone, sin embargo, una imposición a la creatividad. Mientras que el gran bagaje del previo multiverso era a su vez más maleable, este nuevo universo cohesionado era más exigente. Ya que se había invertido tanto esfuerzo en facilitar la coherencia de esta nueva realidad ficticia, era menester mantenerla. Por lo que los autores, a partir de ese momento, debían procurar acomodarse a la continuidad. Es un tema del que se ha discutido mucho pero, en todo caso, es la pescadilla que se muerde la cola. Aún en las maravillosas aventuras libres de este tipo de ataduras, es necesario nuestro conocimiento previo de los héroes, sus virtudes y sus defectos. Conocimiento inevitablemente ligado no sólo a un estereotipo inicial, sino a una serie de historias encadenadas que nos engancharon en su momento. Es decir, sin esa narrativa asumida por cada uno, incluso las historias “alternativas” no nos llegarían tanto. Tanto Wolfman como Greenberger lo ven claro y de una manera positiva: no se trata de la destrucción de un multi-universo (y sus infinitas historias), sino la creación de uno nuevo (y sus infinitas posibilidades). Personalmente soy de la opinión que los juguetes están para jugar con ellos, sea de la manera que sea. Y Wolfman y Pérez no sólo disfrutaron como unos niños en la mañana de reyes, sino que encima lo dejaron todo recogido y como nuevo para los siguientes chavales con ganas de disfrutarlo.

Os dejamos los enlaces a los textos anteriores por si fuera necesario rescatar información.
PARTE 1
PARTE 2

OMEGA MEN #31 Y 33

Creados por Marv Wolfman y Joe Staton, los Omega Men son uno de esos ecléticos grupos con poca historia editorial pero inusitado cariño de los fans. Se trata de un ejército de rebeldes provenientes de distintos planetas del oprimido sistema Vega, al cual tratan de liberar del yugo de la Ciudadela. Se les intuye legión, aunque por sus páginas nos hacemos cómplices de los más carismáticos: el felino Tigor, la pareja formada por Primus y la princesa Kalista, las hermanas Harpis y la traidora Demonia, el torturado pero pétreo Broot, el miedoso Shlagen, Doc y un largo etcétera. Nacieron en Green Lantern #141 (1981) fruto de una mascada idea de Wolfman, empeñado en dar vida al mencionado sistema planetario desde sus inicios en Superman y los Nuevos Titanes. De hecho, a los Omegas les siguió dando forma en Action Comics y en aquel mítico primer especial de The New Teen Titans. Pero los que desarrollaron ampliamente sus ideas y dieron lugar a la primera serie de culto (1983) fueron el guionista Roger Slifer y el gran Keith Giffen, por aquella época en el esplendor de su etapa detallista (por suerte le acompañaba Mike DeCarlo, su entintador habitual en la Legión de Superhéroes). La primera docena de grapas son un festival de acción sin descanso con una alta dosis de enfrentamiento intra-grupal que enganchan desde el primer momento. Se marchan primero el artista y después el guionista hasta que finalmente se estabiliza el equipo Doug Moench y Tod Smith (#17). Estos, con la Ciudadela vencida, ponen en juego a los siguientes dictadores del sufrido sistema, el imperio araña. Se repite la jugada hasta que llegan Todd Klein y Shawn McManus desde el número 26 hasta el final de la colección en el 38. A partir del 26, además, se ofrecerán dos historias distintas, una principal plenamente dedicada a los Omegas y otra sobre el sistema Vega. En la primera se desarrollaría una larga subtrama sobre la locura de la diosa X’Hal, origen de todas las razas de Vega. Mientras que la segunda sería cuna experimental de autores como el mismísimo Alan Moore, Kevin O´Neill o Steve Parkhouse. Tras la cancelación, el grupo tardaría 20 años en recuperar serie propia, escrita por Andersen Gabrych y dibujada por Henry Flint. Entre medias, matanza en Invasión, aventuras con Adam Strange, Crisis Infinita y la guerra Rahn-Thanagar. En esta nueva miniserie son engañados por los Dark Stars, y la L.E.G.I.O.N. ha de hacerles frente hasta que recuperen la cordura y salven el día. Y tras una titubeante aparición en los Nuevos 52, en 2016, con DC You, un magnífico Tom King y un no menos inspirado Barnaby Bagenda les bendijeron con una gloriosa reinvención.

Primera aparición de los Omegas
Y su primer número

Nacidos poco antes de las Crisis, estas les pillan en la época comandada por Klein y McManus. El primero es conocido especialmente por su labor como rotulista, por la que ha ganado nada menos que ¡17 premios Eisner! Pero claro, es que ha trabajado para Frank Miller en obras como Ronin o El Regreso del Señor de la Noche, Neil Gaiman en Sandman, donde empezó a explotar todo su potencial, y para Moore desde La Cosa del Pantano hasta la línea Best American Comics, pasando por Watchmen. Como guionista, Todd Klein (Nueva Jersey, 1951), hizo muchos números sueltos de distintas series durante los 80 principalmente, pero su único run pertenece a la serie que nos ocupa. Por cierto que también ha diseñado muchos logos míticos como los de Los Nuevos Titanes (y los de muchos de sus miembros), Camelot 3000, Legión de Superhéroes o Tom Strong. Por su parte, Shawn McManus (Brookline, 1958) es un dibujante de estilo muy característico y algo caricaturesco. Comenzó en los 80 en la mítica Heavy Metal para luego empezar a cosechar pequeños éxitos en DC, como su paso por La Cosa del Pantano, la presente Omega Men, o una miniserie del Doctor Fate. En los 90 dibuja recordadas sagas para Sandman y en los 2000 hace lo propio en Fábulas. También ha trabajado en ilustraciones infantiles, a las cuales su estilo se adapta perfectamente, y para la televisión.

Todd Klein

En los pocos números que nos ofrece la compilación, es difícil sumergirse en el guion de Klein. Éste no es un guionista de los explicativos y hay varias tramas en curso, con distintos miembros del grupo separados. Sin embargo, sí que se aprecia su conocimiento de los personajes y sus personalidades. Además de una buena capacidad para manejar una serie de ciencia ficción como esta, aportando ideas muy imaginativas. McManus por su parte se siente como pez en el agua dibujando extraterrestres de toda condición, con paisajes muy orgánicos. Abusa de esas narices simiescas tan suyas pero la expresividad de los rostros y la fluidez de los gestos lo compensan. Asimismo, se marca unas portadas de estilo pictórico alucinantes.

Portadaca de McManus

La implicación de los Omegas, imbuidos en plena trama de X’Hal, en Crisis es bastante lateral. De hecho, en el número 31 la única historia que se entremezcla con las Crisis es la de la sub-parte Vega, que seguía guionizando Klein, pero dibujaban Ernie Colón y Bill Collins. Pero en todo caso la relación está metida con calzador porque una parte de los Omegas es absorbida dentro de un desgarrón de la realidad (probablemente relacionado con la antimateria pero tampoco se le da mucho más contexto) perdiendo la nave en el proceso. Diablo Azul, debido a una nueva explosión de Tornado Rojo, es transportado a la nave de los Omega Men justo antes, como se ve en Crisis 8 y Blue Devil 18. Con lo que tanto éste como los Omegas quedan peligrosamente expuestos al vacío estelar, situación que se solucionará (de una manera muy sui generis) en la colección del Diablo. El resto del 31 y los siguientes 33 al 35 tienen más que ver con el cruce de Titanes, que como ya vimos en la anterior entrega tampoco estaban relacionados con las Crisis. Al menos, al incluir el 35 podemos conocer el destino final de la diosa X’Hal.

Siempre de pelea

Dada la juventud de la serie y su escasa implicación en Crisis, poco le afectaron éstas. Se puede decir que lo peor que le pasó fue el comienzo del éxito comercial y creativo en DC, que termino por hundir series más secundarias. En los 3 números que quedaban, los héroes asestaban el golpe definitivo al Imperio Araña. Y después, el desierto. Para los seguidores fue un placer verles en el evento Invasión, aunque allí morían varios de ellos contaba con una digna épica. Y después ninguna aparición hasta 2003. En fin, esperemos que el reciente esfuerzo de King haya valido para mantener la llama de una de las Space Operas más queridas de DC.

¡Que vuelvan ya!
SUPERMAN #413-415

En 1978 la popularidad de Superman se disparó entre el público general. La razón no fue otra que el estreno de la película de Richard Donner, Superman, que llenó las salas de cine con un éxito sin precedentes. Un éxito que se disfrutaba en el celuloide, pero en las viñetas continuaba siendo esquivo al que era el personaje fetiche de DC Comics. Dos años más tarde llegó la secuela para iniciar la década sin que el Hombre de Acero viera remontar sus ventas en papel. Todo se movía gracias a la fuerza inercial del personaje entre los aficionados, pero en realidad sus series apenas aportaban algo que mereciera la pena (aunque todos sabemos lo que ocurrió cuando le encargaron a Alan Moore dar carpetazo al personaje). En los números de Crisis tocaba lidiar con la muerte de Supergirl, el duelo y la sensación global de los lectores conscientes de que llegaba a termino toda una era.

Cary Bates (1948) empezó a trabajar en 1963 en DC (aunque ya había estado enviando ideas y propuestas a la editorial desde los 13 años, no fue hasta los 17, que se publicó la mítica portada de Superman #167). Trabajó en series como Flash (en la que impactó a los lectores con una saga, que empezó en 1979 y culminó en 1983, titulada el Juicio de Barry Allen), Capitán Atom, La Liga de la Justicia y sobre todo Superman, entre otras muchas, hasta que abandonó el mundo del cómic para recalar en el cine y la animación. Es conocido por los aficionados como se involucró en la serie de televisión de Superboy, así como en el guion de una supuesta Superman V, que nunca llegó a rodarse. Su trabajo en el cine no quedó ahí, estando también implicado en la cinta de 1992, Cristóbal Colón y en la serie de animación de Disney, Gárgolas.

Cary Bates

Llegó a DC contratado por Mort Weisinger que le compró una historia para World´s Finest Comics y su relación con Superman duró casi veinte años, cuando escribió muchas de sus historias tanto en Action Comics como en Superman, entre 1967 y 1986, siendo el guionista que se encargó de la transición del personaje de la Edad de Plata (1956-1971) a la Edad de Bronce (1971-1986), hasta el reinicio del personaje a manos de John Byrne tras los acontecimientos narrados en Crisis.

Sin embargo, no es el guionista que hiciera los cambios más drásticos en el personaje, pues ese puesto lo ostenta el gran Denny O´Neil, que a principios de los años 70 fue el artífice de la gran renovación de Superman. Comenzó eliminando su debilidad a la kryptonita y redujo sus poderes a un tercio de lo que se había estado viendo hasta entonces. Superman acumulada talentos y poderes en cada historia y rozaba ya la omnipotencia. Se dejaron de lado los relatos alternativos y las tramas mojigatas con absurdas aventuras llenas de locas ideas, con la sana intención de acercar al personaje a lectores más maduros.

Y todo es funcionó, pero con el tiempo volvió a caer en los defectos de antaño por el exceso de series y de apariciones del personaje en otras colecciones, algo que acabó por ser un lastre con el que O´Neil no podía lidiar y terminó por rendirse. Cary Bates fue uno de los pocos escritores, junto con Elliot Maggin y Leo Dorfman, que escribieron historias a principios de los años 80, pero Superman pronto fue foco de burlas, viviendo la gloria en otro medio, el cine, mientras languidecía en las viñetas.

Junto a Bates está uno de los dibujantes más representativos de Superman, el mítico Curt Swan (1920-1996), pues sus lápices le dieron forma durante 33 años, desde 1953 a 1986, por lo que hablar de Curt Swan es hablar de una buena parte de la vida editorial del personaje. Si nos remontamos en el tiempo y buscamos el primer trabajo de Swan en DC fue en Boy Commandos #16, en julio de 1946, la serie del equipo de chavales creado por Jack Kirby y Joe Simon en Detective Comics #64, en junio de 1942. El tono bélico y el protagonismo infantil le dieron la suficiente fama para tener su propio título desde diciembre de ese mismo año. Swan la dibujó intermitentemente hasta el #33, en 1949.

En diciembre de 1948 debutó en Action Comics, dibujando por primera vez la historieta The Interplanetary Aquarium, protagonizada por Tommy Tomorrow en el #127, en diciembre de 1948. Con este personaje trabajó hasta Action Comics #171, en agosto de 1952. Y dos años después, en febrero del 54, Action Comics #189, llegó su aterrizaje como dibujante de una aventura de Superman en la histórica cabecera. Y con 348 historias de Superman a las espaldas, ostenta el récord absoluto como autor que más veces ha dibujado a Superman en este título. En su mano estuvo también el volantazo que quiso dar al personaje en los años 70, con el sugerente título Kryptonita Nunca más, con el ya mencionada O´Neil al guion.

Swan destiló talento en todos sus trabajos y siempre entendió al personaje y su lenguaje corporal a la perfección. Sin embargo, abusaba mucho de las mismas poses y rostros, haciéndose algo repetitivo, algo que también fue una zancadilla para aquellos últimos números en los que Superman enfilaba sus últimos años antes del gran relanzamiento. Para los lectores la estabilidad visual que Swan fijó a sus retinas a lo largo de 33 años fue tan grande, que acabó por jugar en su contra. Apenas se sentía frescura alguna en su trabajo en los años finales, pues sin duda Swan lo cambió todo cuando comenzó a trabajar con el kryptoniano. Tan grande era su impronta que en 1986 fue el elegido para dibujar la gran historia final de Superman, escrita por Alan Moore, ¿Qué le sucedió al hombre del mañana?, en el Action Comics #583, cuya portada es toda una declaración de intenciones. Un trabajo considerado hoy de culto, con un Moore en estado de gracia, un Swan que se esfuerza en dotar a cada página de todo su talento y que despide al Superman de la Edad de Plata y Bronce de los lectores.

Y no solo fue la despedida del Hombre de Acero, también lo fue del propio Swan que abandonó los cómics para pasar solo a dibujarlos de forma esporádica. Sus últimas páginas de Superman fueron publicadas en el Especial de Boda de 1996. A su figura le debemos la creación visual de la Legión de Superhéroes y la de Supergirl.

Sin duda Superman llegaba a un final que no lo era, pues significó un punto y aparte que relanzó al personaje a un nuevo estatus, con un regreso a los orígenes de manual y acató una serie de cambios severos en poderes, personalidad, secundarios y villanos que se mostraron certeros y muy necesarios. La estela de su existencia editorial se había invertido.

Como nadie podía escapar de la exigencia editorial relacionada con la aparición del Monitor, en los números 402 y 403 de la serie de Superman se dejó ver, primero como mero observador y luego interviniendo al dar información sobre la Tierra al Ladrón Maestro, a cambio de que este le facilitara datos sobre Ramox, su lugar de procedencia.

Superman estaba destinado a ser uno de los grandes beneficiados de los cambios que significó Crisis para el Universo DC. Su cambio de rumbo invirtió la tendencia que llevaba ya lastrándolo durante años y en manos de Byrne, Wolfman y Ordway, el Hombre de Acero voló de nuevo más rápido que nunca.

BLUE DEVIL #17-18

La primera aparición del personaje se produjo en las páginas de la serie The Fury of Firestorm #24, como historia de complemento, en junio de 1984. Una historia de 16 páginas que se insertó en el primer número de la serie regular del personaje, obra de Gary Cohn y Dan Mishkin, a los guiones y el dibujo de Paris Cullins.

El alter ego de Blue Devil es Dan Cassidy, un especialista de efectos especiales, que crea un traje a modo de exoesqueleto con el poder interpretar a este diablo azul para la nueva producción de los Verner Brothers Studios (en un claro guiño a la Warner). Durante el rodaje de la cinta, el demonio, Nebiros, se manifiesta en un antiguo templo y pensando que Cassidy, vestido con el traje de Blue Devil, se trata de un verdadero demonio, lo ataca con la intención de drenar sus poderes. Con estos ataques lo que consigue es fusionar el traje con Cassidy, que se ve atrapado entre una mezcla de magia y ciencia, que lo convierte en un faro para atraer a los más variopintos problemas a su alrededor.

Con unas habilidades que van desde tener una fuerza superior a la humana, factor de curación, protección adicional a impactos, acrobacias, mejoras auditivas y visuales, así como la posibilidad de respirar bajo el agua, Blue Devil, además, porta un tridente con el que puede disparar rayos de energía explosiva. No estamos ante un prodigio de la imaginación a la hora de concebir a este nuevo héroe en DC, pero el destino de este no se iba quedar en algo tan simple como un traje fusionado con un hombre.

Dan Mishkin (1953) es uno de los dos creadores del personaje. Sus aportaciones a DC no solo se quedaron en esta serie, ya que también está detrás de la creación de Mundo Gema, hogar de Amatista, un mundo de magia, de otra dimensión, que también obtuvo serie propia en 1983, junto al dibujante Ernie Colan y contó como editora con Karen Berger. Duró tan solo doce números. Mishkin fue también el escritor de la serie de Wonder Woman entre 1982 a 1985, continuando con los guiones de la serie de comics de la Dragonlance y Dragones & Mazmorras.

Dan Mishkin

La historia de Mishkin y Cohn (1952) está estrechamente relacionada, pues ambos entraron en la industria del cómic a la vez tras cruzarse correspondencia con el editor de DC, Jack H. Harris (escritor entre otras obras, de la miniserie El Rayo en 1992). El primer trabajo de Cohn fue una historia de tres páginas para Time Warp #03 en 1980, con dibujos de Steve Ditko. Su mayor aportación a la editorial son las ya citadas Amatista y Blue Devil, para trabajar de forma regular en la serie de fichas Who´s Who, Jonah Hex y en Warlord creó, junto al dibujante Ron Randall, a Barren Earth, que acabaría siendo publicado también como una miniserie de cinco entregas. Ha escrito varias novelas, pero su actividad principal ha sido la de docente en un instituto como profesor de historia y en la actualidad está ya jubilado.

Dave Manak era el editor de ambos escritores y les comunicó que Steve Ditko había visto su trabajo y estaba interesado en hacer algo con ellos si eran capaces de presentarle algo que pudiera resultarle interesante. Ambos escritores se pusieron a trabajar duro, pues ante ellos estaba la posibilidad de poder hacer algo con el creador del Doctor Extraño, Spiderman, Halcón y Paloma y Shade, entre otros tantos personajes. Así que tomaron un poco de sus personajes favoritos y lo plasmaron en un tipo que quedaba atrapado en un traje de alta tecnología. Como Dan era fan de los Blue Devils de Carolina del Norte, no se lo pensaron dos veces y bautizaron a su nueva creación con el mismo apelativo. A la semana siguiente se lo llevaron a las oficinas de DC para que Ditko pudiera leer lo que habían preparado. Ditko lo miró y de forma taxativa comentó que si era necesario lo haría pero que para nada era algo de su estilo. El jarro de agua fría fue tremendo, pero a Manak si le gustó lo que Dan y Gary había perpetrado y dio luz verde para una nueva serie regular a la que se unió el artista Paris Cullins, un espíritu inquieto que supo plasmar a la perfección el tono que los guionistas perseguían con el personaje. Se trataba de hacer una serie distendida, con una fuerte carga humorística que lograron mantener hasta el número 6, momento en el que Cullins dejó la serie. Con su salida, ambos escritores prosiguieron su andadura, pero sin ser capaces de plasmar de la misma forma ese tono alegre de los primeros números.

En los números relacionados con Crisis, el encargado del apartado gráfico es el dibujante Alan Kupperberg (1953-2015) cuya carrera profesional comenzó de la mano de Neal Adams en Continuity Associates, dentro de un grupo de entintadores, dibujantes y escritores, conocidos coloquialmente como los Crusty Bunkers, que prestaban servicios a la agencia de Adams y Giordano entre los años 1972 y 1977. Entre sus miembros se pueden encontrar muchos nombres ilustres del cómic USA, como Steve Englehart, Pat Broderick, Howard Chaykin, Terry Austin, Jim Starlin, entre otros tantos.

Kupperberg (hermano de Paul Kupperberg) comenzó en 1974 a trabajar para Marvel realizando historias de relleno, hasta posicionarse dentro de series tan relevantes como los Invasores, la de Los Defensores y What if?

Alan Kupperberg

Entre los años 1987 y 1991 trabajó de manera muy activa en las series de Spiderman, tanto Spectacular como Amazing, siendo en esta última en la que presentaría a Jack O´Lantern, que acabaría por convertirse en el nuevo Duende.

En paralelo, durante esos años también trabajó en DC en series tan relevantes como Warlord, Firestorm, Dragonlance, La Liga de la Justicia y la que nos atañe, Blue Devil, aunque su trabajo no se quedó solo en las viñetas, desarrollando también tareas de diseño publicitario, diseño de personajes para series de animación (Tom Terrific) y películas (Thumbelina), ilustró tiras de prensa de Howard el Pato con Marv Wolfman y realizó numerosas ilustraciones para diversas revistas (Spy y Cracked). En 2015 falleció debido a un cáncer.

Su estilo de dibujo en Blue Devil no resulta especialmente abrumador, siendo su trabajo más conservador que otra cosa. Su puesta en escena, narrativa, trazo y composición de página son las de un buen artesano del medio que cumple con las necesidades de una serie en la que su protagonista no acababa de encontrar su propia voz desde a partida de Cullins.

Fue en el Blue Devil #05 en el que el Monitor se dejó ver en la serie. En aquel número es un mero espectador de la batalla de Blue Devil con Nebiros, sin que su presencia resulte esencial para el desarrollo de la trama.

El futuro del personaje tras la cancelación de su serie regular paso por las filas de la Liga de La Justica y con la llegada del evento Underworld (Escrito por Mark Waid y dibujado por Howard Porter) Blue Devil recibe la promesa de Nerón de tener éxito como actor con la condición de que ataque una subestación eléctrica aparentemente desierta. Pero sus acciones conllevan la muerte de Marla Bloom, lo que hace que Cassidy se vuelva contra Nerón, logrando detener sus planes parcialmente, muriendo en el proceso. Una muerte breve ya que resucitaría para regresar como un verdadero diablo azul. Y será en este estado en el que acabará formado parte del grupo conocido como Shadowpact.

En España no se ha publicado nada del volumen uno de la serie original, pudiéndose tan solo ver al personaje como secundario en sus distintas apariciones, hasta que Planeta publicó en el año 2008 cuatro tomos que recopilaban la serie de Shadowpact, escrita por Bill Willingham, en la que Encantadora, Detective Chimpancé, Ragman, Nightmaster, Nightshade y el propio Blue Devil conforman en grupo del Universo DC más extraño para hacer frente a las amenazas más extrañas.

THE FURY OF FIRESTORM #41-42

Cuando se habla de este personaje se tiende olvidar que su creación en relativamente reciente. Tan reciente como que solo hay que retroceder a marzo de 1978 para encontrarse con el Firestorm #01 llegando a los quioscos siendo, además, una de las creaciones más interesante de la década de los setenta.

La serie hacía suyo el mantra de que la inventiva empieza por la fusión de ideas. El Hombre Nuclear es uno de los personajes más originales, surgido de un cómic, en años. Su concepción no puede resultar más interesante, pues se trata de la fusión de Ronnie Raymond y el profesor de física Martin Stein en un accidente en una central nuclear. Toda una manifestación de la época, una encarnación explosiva en un mundo nuclear.

Tener a dos protagonistas con los que poder trabajar y un héroe que es el resultado de la fusión de ambos, permitió a sus creadores, Gerry Conway (del que ya hablamos en nuestra anterior entrega de Crisis) y Al Milgrom en los lápices, jugar con una serie de conceptos inéditos hasta ese momento. Por un lado, la figura de Raymond, encarnando la parte efusiva y poco reflexiva de Firestorm, mientras que, por otro, como contramedida y barrera de contención, está Stein, el profesor cabal y tranquilo, que aporta la veteranía a este dúo tan peculiar. Cuando ambos activan la fusión, Raymond aporta el cuerpo, mientras que en su mente conviven tanto la de Stein como la suya propia, lo que permite que existan profundos momentos de diálogos interiores entre el profesor y el alumno, obligado a entender y controlar unos extraordinarios poderes.

Y es que, además de vestir un traje distinto a todo cuanto se había visto hasta entonces en la editorial, con su característico pelo ardiente, Firestorm, disfrutaba de un nivel de poder comparable al de Superman, sino superior, al poseer no solo la capacidad de poder emitir rayos atómicos y volar, sino también la capacidad de transmutar la materia cambando su estructura atómica. De esta forma puede convertir piedra en agua con un solo movimiento de la mano.

Y, sin embargo, aún con todas estas virtudes no pudo imponerse a la Implosión DC (de la que también hablamos en nuestra primera entrega de Crisis) siendo la serie cancelada, como otras muchas, tras cinco números.

Los buenos personajes se resisten a morir, o en este caso a caer en el olvido, por lo que en DC volvieron a intentarlo más tarde, ya en los años 80, concretamente en 1982, cuando se lanzó la serie The Fury of Firestorm the Nuclear Man #01. Hay que matizar que de alguna forma se mantuvo a la vista de sus fieles lectores cuando Conway se lo llevó para engrosar las filas de la Liga de la Justicia, mientras hacía apariciones en DC Comics Presents y en las páginas de The Flash con historias en solitario (con dibujo de George Perez) como complemento a la serie del Velocista Escarlata. Y como la demanda de más historias del temperamental héroe parecía ser toda una realidad en DC Comics se apostó por darle una segunda oportunidad.

De nuevo contó con los guiones de Gerry Conway, su máximo valedor, pero en los lápices tenía a Pat Broderick (un viejo conocido para todos aquellos seguidores de la Legión y que leyeran las aventuras del Capitán Atom en solitario o disfrutaran de su trabajo en Doom 2099, por citar algunos de sus trabajos). La serie esta vez sí logró tener un recorrido editorial importante, pues alcanzó las cien entregas (hasta 1990), narrando las alocadas aventuras de este atípico héroe, mientras hacía frente a gran cantidad de supervillanos.

Con su nuevo uniforme de Crisis.

En su primera entrega hizo acto de presencia por primera vez, Firehawk, a la que se puede ver en los números que formaron parte del cruce con Crisis, que durante largo tiempo fue el interés romántico de Raymond. Firehawk no es sino Lorraine Railley, toda una heroína por derecho propio, como demostró en Crisis. Hija del senador Walter Reilly, que fue secuestrada por Multiplex, el asistente de Stein, con la idea de replicar el accidente que dio origen a Firestorm. Fruto de estos experimentos, Lorraine adquirió la capacidad de poder volar con unas alas de fuego, emitir pulsos energéticos y explosiones atómicas.

Los números 41 y 42, los que se vieron afectados por Crisis, están escritos por Gerry Conway, pero al dibujo nos encontramos con Rafael Kayanan (1962), un dibujante que entró en la serie tras la marcha de Broderick en el número 20 y que se mantuvo, salvo algunos números sueltos, en la colección hasta su entrega número 50.

Kayanan, de origen filipino, estudió bellas artes en Sarasota, Florida, para dar el salto como profesional precisamente con la serie de Firestorm. Ya hemos comentado que llega a la serie en el número 20, pero en realidad ya había dibujado al personaje previamente pues se hizo cargo del dibujo de los cuatro primeros anuales de la colección. Su trabajo denota cierta tibieza en sus primeras entregas, para ir ganando confianza de forma progresiva, con un dibujo más fluido, dinámico y con un nivel de detalle cada vez más elaborado. Durante su estancia en la serie fue el encargado de presentar, y por tanto de diseñar su aspecto, a personajes tan relevantes como Killer Frost II, Byte y Bug. Tras su paso por esta serie recalaría en Capitán Atom, donde realizó casi una veintena de entregas.

Sin embargo, no solo ha realizado tareas relacionadas con el lápiz, sino también ha trabajado como entintador en series de Vertigo, como Animal Man y Shade, el hombre cambiante.

Rafael Kayanan

Kayanan, ha trabajado en múltiples editoriales desde Marvel a Eclipse, First, Image, Topps, Valiant, Dark Horse… y si se pregunta por él a algún aficionado al noveno arte, es muy probable que lo conozcan no por sus trabajos en DC, sino por su trabajo con Conan que es recordado con gusto por los aficionados al personaje. Su llegada a la serie vino acompañada del retorno de Thomas a la serie y su estilo de patrón clásico con un acabado con cierto toque gótico, hizo las delicias de los lectores del momento. Kayanan, como nota final a este breve recorrido por su carrera, es un gran admirador de las artes marciales, las cuales práctica, en concreto el Kali filipino de estilo sayoc, al que le dedico buena parte de los años de la década de los noventa, en el que la pintura y el perfeccionamiento de este arte de lucha fueron su pasión.

Antes de que Raymond y el profesor Stein se vieran involucrados en Crisis, el Monitor se dejó ver en The Fury of Firestorm #28, donde se mostraba como el Comité 2000 usaba al Monitor para contratar al villano Slipknot, el de las cuerdas y cables, con la intención de atacar a Firestorm.

La serie contó con Gerry Conway a los guiones hasta 1987, momento en el que entro en escena John Ostrander (1949), escribiendo Firestorm #55, de la que será una etapa del reenfoque del personaje respecto a lo visto hasta ese momento. Este número estaba relacionado con el nuevo evento de DC, Legends, escrito también por Ostrander. El guionista se mantendría en su puesto hasta la finalización de la serie, en la que el estatus de este ya era el de ser el elemental de fuego, con un completo rediseño de su aspecto visual de la mano de un dibujante habitual en la carrera del guionista en DC, Tom Mandrake (Detective Marcano, El Espectro)

En España el personaje no se ha publicado de manera regular nunca. Sus únicas entregas de esta serie fueron vistas en el cruce de Millenium, por parte de Zinco, y se publicó uno de los arcos finales de la serie en USA dentro de su serie contenedor, Universo DC, titulada La guerra de los Elementales.

El final del trabajo de Ostrander con el personaje.

Un personaje que en DC han intentado recuperar en más de una ocasión, pues su vuelta a las tiendas sería con la llegada de los Nuevos 52, pero sin éxito alguno (aunque eso es carne para otro texto), para volver a caer en ese limbo editorial en el que caen algunos personajes con enorme potencial, a la espera de que alguien, un día, sepa aprovechar sus virtudes. La esencia de Firestorm está en su identidad dual, en esa fractura mental y la batalla interna que existe entre Stein y Raymond, mientras ambos intentan controlar los enormes poderes que pueden convocar.

LEGIÓN DE SUPERHÉROES #16 y 18

¡Larga vida a la Legión! Ese es el lema que los aficionados a La Legión de Súper-Héroes reivindicamos con orgullo. Y es que un grupo de adolescentes del futuro con esa solera no merece menos. Nacidos en Adventure Comics #247 (1958), en las páginas de Superboy (la inspiración de los legionarios en la ficción), gracias a Otto Binder y Al Plastino. En poco compartirían cabecera con el chico de oro y al tiempo le robarían hasta la serie. Un grupo formado por decenas de personajes tan maravillosos como el trío fundador de Relámpago, Saturn Girl y Cósmico, clasicazos como Camaleón, Chico Invisible (que tendría dos versiones), Colosal, Astro, Brainiac 5, Triplicada (que pasaría a Duplicada), Violet Menguante, Solar, Bouncing Boy, Chica Fantasma, Ultra Boy y Mon-El, incorporaciones como Polar, Fuego Salvaje, Soñadora, Estrella del Alba, Block, Tellus, Quislet, etc. Todos ellos han tenido también equipos de autores increíbles. Entre ellos los míticos Jerry Siegel y Curt Swan, el escritor Edmon Hamilton, el controvertido Jim Shooter, Roy Thomas, Dave Cockrum, Cary Bates, Mike GrellPaul Levitz, que firmó la que probablemente es la mejor etapa del grupo, en parte ayudado por Keith Giffen como dibujante, el cual terminaría guiando al grupo en otra etapa para el recuerdo (de ambos periodos hablamos largo y tendido no hace mucho). A continuación, los reboots con, entre otros, Dan Abnett y Andy Lanning, Olivier Coipel, Mark Waid, Geoff Johns, Brian Michael Bendis y Ryan Sook.

Primera aparición de la Legión

Aunque la primera aventura para los lectores fue su encuentro con Superboy, (muy) posteriormente se nos explicó que sus primeros miembros se unieron al salvar a un multimillonario, R.J. Brande, que desde entonces se encargaría de financiar al grupo. En su larga historia hay desgarradores momentos, como las muertes de Ferro Lad, Chemical King, Chico Invisible, Karate Kid… Pero en su mayoría son aventuras de espíritu positivo y poderosa fe en el futuro de la humanidad. El Universo DC del siglo XXX incluye docenas de planetas a cuál más fantástico, con sus razas, sus tecnologías y sus poderes. Existe la Federación de Planetas Unidos y la Policía Científica. Existe la Legión de Superhéroes Sustitutos y la Legión de Supervillanos. Se han liado, casado, procreado, peleado y vuelta a empezar. Y se han reiniciado, vaya que si, hasta cuatro veces oficiales, además de unos cuantos saltos de retro-continuidad y pasos en falso por el camino.

La inspiración de la Legión

La época dorada en la que las Crisis apabullaron a la Legión es la de Levitz. En particular, los episodios que ofrece la recopilación pertenecen al periodo en que Giffen había abandonado el barco (volvería con fuerza para las Guerras Mágicas) y tenemos al más que solvente Greg LaRocque y al maravilloso Steve Lightle. Paul Levitz (New York, 1956) ha sido escritor, editor, historiador y hasta presidente de DC comics. Empezó editando la valorada The Comic Reader, donde llamó la atención de Joe Orlando el cual le invitó a trabajar en DC, y ahí se quedó. Pese a su maravillosa etapa en la Legión, sus otras contribuciones como guionista son escasas, siendo mucho más longeva y trufada su carrera como editor; The Brave and the Bold, Adventure Comics, Detective Comics, Batman… A él le debemos en sus labores ejecutivas el contrato de talentos como Wolfman, Moore, Pérez, Giffen, Byrne y Berger. Y muchos hemos disfrutado de su enciclopédico conocimiento en ese memorable tochal que es 75 Years of DC Comics: The Art of Modern Mythmaking. Greg LaRocque (Baltimore, 1954) es un entintador y dibujante de estilo clásico (súper-heroicamente hablando) que ha trabajado para los dos grandes y alguna alternativa. Aunque sus dos etapas más largas y recordadas fueron para DC en la Legión de Levitz y, especialmente, el Flash de William Messner-Loebs. Steve Lightle (Kansas 1959-2021) era un artista de estilo detallista y estilizado con escasos pero admirados trabajos para precisamente la Legión de Superhéroes y el relanzamiento de La Patrulla Condenada. Además, nos dejó maravillosas portadas para éstos y la colección Classic X-Men de Marvel.

Paul Levitz

Aunque sólo sean tres episodios en el compendio, tenemos pura Legión de Levitz. En el primero la típica mezcla de aventuras que encantaba al escritor, con villano pomposo y soluciones rocambolescas made in Legión. En el segundo, mezcla de soap opera (por un lado, el bautizo del hijo de Relámpago y Saturn Girl y por otro la tristeza de Brainiac ante la “reciente” muerte de Supergirl) y misterio (con los nuevos legionarios intentando solventarlo). Y el tercero el verdadero crossover con Crisis, en el que juega con la discutida pérdida de memoria de los héroes tras el renacimiento del nuevo Universo DC. Podemos apreciar el dominio de Levitz llevando a tantos y tan diferentes personajes a la vez y el buen hacer para sostener tramas muy diversas. De hecho, se esconde por detrás de estos números el alargado argumento de la identidad de Sensor Girl, algo que mantuvo intrigados a los lectores de entonces durante un año. Sin embargo, al repasar estos cómics también se es consciente de la pátina de simpleza que cubría la mayoría de las soluciones de los legionarios, algo que también es muy típico del escritor. Y qué decir de equipo artístico, LaRocque resulta ser plenamente capaz al dibujo y no sólo a las tintas, su función principal en la etapa de Giffen. Recuerda mucho a Mike Zeck en los rostros y en esos cuerpos musculosamente rechonchos, pero no se achanta a la hora de pintar planetas, alienígenas, naves y toda la parafernalia típica de la serie. En un capítulo tenemos la suerte de contar con el detallismo y delicadeza de Lightle. Sin embargo, quizá por las tintas de Bob Smith o por ser un número posterior a su marcha de la serie, no llega a la altura habitual.

El verdadero crossover

La Legión participa activamente en Crisis, es más, las consecuencias de las Crisis tendrán una importancia fundamental para la serie. Por cierto que el Monitor y Harbinger ya habían aparecido en Tales of Legión of Superheroes #317, meramente como observadores, y en los números 319-320 tomando un papel mucho más activo con la idea de ayudar al clásico villano Universo. Pero ya en faena, Dawnstar (una alada rastreadora, conocida miembro del grupo) es una de las heroínas elegidas por el Monitor para defender sus torres, las cuales servirán para salvar Tierra 1 y 2 enviándolas al limbo. En concreto defiende la situada en el futuro de Tierra 1, la época de Kamandi. Kid Psicho, un legionario algo olvidado (también porque usar su poder le robaba vida) desaparece absorbido por la antimateria en Crisis #3, y recibirá su correspondiente homenaje en LoS #18. Aunque como hemos comentado, los legionarios empiezan a acusar la pérdida de memoria posterior a la nueva realidad y ni siquiera son capaces de recordar cómo ocurrió su muerte. Son conscientes de que las Crisis ocurrieron en el siglo XX, pero no que les llegaron a afectar también en su presente. De hecho, la muerte de Supergirl (Crisis #7) es recordada brevemente al final LoS #15 (único motivo para incluirlo, en verdad) y ampliamente en el número 16. En un curioso efecto “futuroactivo”, los lectores tenemos que aceptar que Brainiac siempre supo que Supergirl iba a morir, pero justo cuando ocurre en el presente editorial es cuando la llora amargamente. Por último, el planeta prisión Takron-Galtos es destruido por la antimateria el número 18 (como se ve en las cintas del Monitor en Crisis #10). Validus, El famoso enemigo de la Legión que se encontraba en dicha cárcel, casi muere absorbido por la antimateria, pero es rescatado por el cónclave de villanos que aparece en Crisis. Esto, curiosamente, no es explicado en la serie (en la cual se escucha una misteriosa voz que lo salva), aunque se supone por sus apariciones en el evento madre gracias a los lápices de Pérez.

¿Veis? ¡Ahí está Validus!

Pese a todo lo relatado, no parece mucha tela después de haber comentado lo mucho que afectaron las Crisis al grupo. Esto se debe a que el problema vino después, con los grandes relanzamientos que constituían el canon del nuevo Universo DC. En concreto el de Superman, por parte de John Byrne, en el cual se establecía claramente que nunca había existido Superboy. Teniendo en cuenta que la versión jovenzuela del Supes era la que había inspirado la creación de toda la Legión y que había sido uno de los miembros claves del grupo, efectivamente había un súper-elefante en la habitación del que nadie quería hablar. Un envalentonado Levitz, acompañado por el culpable del desaguisado, se enfrentaría al embrollo en un crossover clave con las series Superman y Action Comics que comienza con el sugerente título de “El tiempo que no fue”. Cósmico y Nocturna habían viajado al siglo XX en su luna de miel y, añadiendo el mal augurio de la destrucción del famoso Instituto del Tiempo a su vuelta, confirman que Superboy parece no haber existido nunca. Se inicia así un viaje por el tiempo en el que los legionarios visitan tanto a Superboy como a Superman y en el cual Byrne aprovecha para homenajear a la Legión con unas planchas gloriosas y se da el gusto de enfrentar a ambas contrapartidas. Pero al final se descubre el pastel: el gran e inspirador Superboy pertenecía a un Universo de Bolsillo creado por el Señor del Tiempo. El héroe, sin importar su origen o su final, se sacrifica por su Universo particular, al que envía a un lugar inalcanzable.

El sacrificio es llorado

La idea del Universo de Bolsillo fue muy criticada pero, dado el papelón con el que le había tocado lidiar a Levitz, tampoco tenía muchas opciones (amén que, como hemos dicho, las soluciones habituales del autor para los problemas de la Legión solían ser bastante naifs). Con el tiempo los Legionarios se vengarían del Señor del Tiempo en otra saga memorable, aunque el asunto estaba aún lejos de acabar. Uno de los editores de Superman del momento, Mike Carlin, seguía con la mosca detrás de la oreja y no le bastaba con que Superboy sólo fuera recordado por la Legión en el Siglo XXX del Universo DC; quería borrarlo de la continuidad. Es más, no quería ni que Supergirl hubiera existido nunca ¡Sólo un Superman! Es Giffen entonces el que está al mando de los legionarios y se le ocurre una idea aún más enrevesada, aunque a la par elegante. Mon-El (el poderoso daxamita) destruye definitivamente al Señor del Tiempo pese a que éste confiesa que su desaparición alteraría toda la realidad… y así acontece. En esta realidad es Mordru (el otro gran villano de la legión) el que ha conseguido gobernar el universo. Sin embargo, los vestigios y recuerdos escondidos de que no siempre fue así terminan por fructificar en una nueva alteración de la realidad definitiva. En esta, una antigua secuaz que pasa a ser auténtica villana, Glorith, representa el necesario equilibrio de poderes y Mon-El (en otro artificio de retro-continuidad que se vería reforzado a posteriori) termina siendo la inspiración que dio lugar a la Legión. Giffen aprovecha además para colar en esta nueva realidad un trasunto de Supergirl, Laurel Gand, otra daxamita. Sin embargo, tanta molestia editorial, junto con el descontento de los fans, acabó hartando al artista, el cual dejó a la Legión en una situación un poco confusa de la que nadie supo sacar provecho. En vez de eso se volvió a las decisiones drásticas y, aprovechando el evento Hora Zero, se terminó con una continuidad de casi 40 años; comenzaba el problema de los reboots ¡y en estas seguimos!

Si hay que cambiar la realidad, pues se cambia

La Legión de Superhéroes siempre ocupará un lugar especial en el corazón de los amantes del Universo DC y aunque las Crisis les hicieron tambalear, siempre habrá un equipo de artistas dispuestos ha hacerles resurgir y ahí estaremos nosotros para verlo Todos juntos: ¡Larga vida…

…a La Legión!


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