Javier Vázquez Delgado recomienda: Windhaven, de George R. R. Martin, Lisa Tuttle, Elsa Charretier y Lauren Affe

Edición original: Windhaven USA (Bantam, 2018)
Edición nacional/España: Windhaven ( Planeta Cómic, 2021)
Guion: George R. R. Martin y Lisa Tuttle
Dibujo: Elsa Charretier
Color: Lauren Affe
Traducción: Jaume Muñoz Cunill
Formato: Cartoné. 240 páginas. 20,00 €

El derecho a surcar los cielos

En un planeta llamado Windhaven, compuesto por un océano gigantesco y unos pocos archipiélagos, una nave espacial quedó varada, dejando a sus tripulantes sin posibilidades de volver a casa. Con el fin de conectar las remotas comunidades que allí se formarían, los nuevos habitantes de Windhaven utilizaron los restos de aquella nave para forjar una serie de alas plateadas que permitirían a sus usuarios surcar los cielos bajo el nombre de “alados”. Desde hace mucho tiempo, la ley dicta que solo los descendientes de los propios alados tienen el privilegio de heredar las alas. Sin embargo, la joven hija de un pescador llamada Maris, cuyo mayor sueño es poder volar en libertad, está dispuesta a sacrificarlo todo con tal de cambiar la tradición.

La primera vez que Windhaven llegó al mundo fue en 1973, aunque solo parcialmente. Dos jovencísimos escritores, George R. R. Martin y Lisa Tuttle, decidieron colaborar en la concepción de una historia que se publicó en el número de mayo de 1975 de Analog Science Fiction and Fact, una revista de ciencia ficción norteamericana. Aquel relato se ganó el reconocimiento de los lectores en varios premios y dio pie a One-Wing, una segunda parte (también galardonada) que se publicó en 1980 de la mano de otra revista, en este caso una titulada Analog. En 1981, la editorial Timescape Books recopiló esos dos relatos para convertirlos en una novela titulada Windhaven. Esa edición también incluía una tercera parte, inédita hasta ese momento, con la que se completaba la historia conjunta.

Aunque ambos autores tenían pensado continuar la historia con varias secuelas, las circunstancias derivadas de su ajetreada vida impidieron que el proyecto saliera adelante. Conforme el tiempo pasaba, sus estilos iban convergiendo y la colaboración se antojaba más difícil. De este modo, la novela de 1981 constituye la versión final de Windhaven, reeditada en numerosas ocasiones por parte de diversas editoriales en el mercado norteamericano. A día de hoy, en España se han publicado dos ediciones bajo el título traducido de Refugio del viento, en 1988 y 2012, de parte de Ediciones Martínez Roca y Ediciones Gigamesh, respectivamente.

Sin desmerecer ni mucho menos a Lisa Tuttle, quien también cuenta con una extensa y premiada carrera como escritora, lo cierto es que, para terminar de entender cómo se llega a la adaptación de Windhaven al formato cómic, es fundamental mencionar la fama que ostenta actualmente George R. R. Martin. Desde que publicó la primera novela de Canción de hielo y fuego en 1996, el nombre del autor comenzó a estar en boca de todos, convirtiéndose así en sinónimo de “tirón comercial” y motivando que muchas de sus obras hayan sido adaptadas a otro medios; entre ellos, el del cómic.

Y tras toda esta perorata histórica, por fin llegamos a la obra que de verdad nos ocupa en esta reseña: la traslación al cómic de Windhaven, con dibujo de Elsa Charretier, color de Lauren Affe y una historia adaptada por la propia Tuttle para su nuevo formato.

A nivel de guion, precisamente, la gran cantidad de textos de apoyo, en los que además se recurre a un lenguaje muy literario, denota rápidamente que estamos ante la adaptación de una novela. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre en muchos casos similares, el guion de Windhaven es capaz de comprimir con soltura la elevada cantidad de información que debe plasmas. La trama avanza rápido, principalmente porque ya es muy densa de por sí, pero logra no transmitir la sensación de que se están omitiendo partes importantes.

La historia de Windhaven arranca con una estructura bastante clásica que puede recordar a los esquemas narrativos que solemos ver en obras como las películas de Pixar; es decir, es una estructura muy identificable y explícita, pero también muy eficaz. Primero se nos presenta a la protagonista, Maris, quien empieza haciendo aquello que más le gusta, aquello que mejor se le da y que ella desearía que se mantuviera como el eje principal de su vida. Pero un día, ese normalidad se desmorona debido a un cambio a partir del cual, por supuesto, nacen los conflictos a los que deberá hacer frente y, por ende, la trama en sí misma.

Se nota que los dos escritores llevan el arte de contar buenas historias en la sangre; aunque, claro está, existe una distancia importante entre las buenas historias y las historias que consiguen dejar verdadera huella en su público. Por fortuna, Windhaven sabe cómo sobrevolar esas distancias.

Es comprensible, como se ha mencionado antes, que muchos de los potenciales lectores de esta obra se acerquen a ella con ojos curiosos a raíz de ver el nombre de George R. R. Martin en su portada, y que lo hagan con la esperanza de encontrar una historia que contenga algunos de las celebradas cualidades que caracterizan su escritura. Para alegría de esas personas, el sello de Martin sí que se hace patente a lo largo de las páginas de Windhaven.

Y es que lo que parte como una historia de estructura muy clásica va ganando complejidad conforme avanza la lectura. Al más puro estilo de Martin, los conflictos sociales y políticos componen el esqueleto de una historia cuyo corazón siguen siendo los personajes. Unos personajes que, como cabría esperar, parecen dotados de vida propia y muestran comportamientos que oscilan por una omnipresente moralidad grisácea. Rebosan complejidad, no tienen por qué ser buenas personas; y aun así, al leerlos parecen volverse tangibles, nos preocupamos inmediatamente por su devenir. Se trata, en definitiva, de esa fórmula mágica que Martin domina.

Eso sí, tampoco pasa desapercibida la figura de Lisa Tuttle, quien le añade una pátina distintiva respecto a la que estamos acostumbrados a toda esa base, otorgándole así un toque de frescura que quienes estén acostumbrados a leer a Martin posiblemente agradecerán.

El dibujo de Elsa Charretier es una delicia. Durante todo el tomo demuestra que es una experta en cuanto a realizar adaptaciones al medio del cómic se refiere, algo que también han podido apreciar quienes se hayan dado una vuelta por su enriquecedor canal de Youtube. Su representación visual de todo el mundo de Windhaven toma un enfoque distinto a las pinceladas que se habían visto en las portadas de algunas ediciones de la novela.

Sus personajes presentan una estética relativamente simple que ayuda muchísimo a mirarlos desde un plano de terrenal. Se recurre a diseños con la personalidad suficiente como que cada personaje sea fácilmente reconocible y, a su vez, se consigue que esos mismos personajes parezcan personas reales, del día a día, en lugar de futuras figuras de acción. Si sumamos esta cualidad a los excelentes diálogos, la expresividad de cada gesto y la idoneidad de cada plano elegido, obtenemos como resultado unos personajes como entidad propia.

Con la forma de ilustrar el mundo ocurre más de lo mismo. Mientras que otras visiones creativas han optado por un tono mucho más excéntrico, Charretier opta por representar cada elemento con una naturalidad pasmosa. Da la impresión de que lo que vemos. Puede que donde mejor se aprecie este importante cambio sea en las alas que los alados utilizan para volar.

Portada original de la novela publicada en 1981.

En la portada de la primera edición de la novela, se nos muestra un mundo de ciencia ficción pulp en el que todo resulta un tanto ajeno, tanto la extraña forma de las alas como esos trajes completamente blancos o la torre del fondo. Los alados se muestran en poses antinaturales y estáticas, sus rostros no parecen denotar ninguna emoción. Por otro lado, en la portada de la edición de Gigamesh del 2012, la ambientación se convierte en algo mucho más oscuro, con unas alas de diseño agresivo y sobrecargado. Sí se mantienen las poses estáticas y la poca expresividad que transmiten los personajes.

Portada de la edición de Gigamesh del 2012.

La portada del cómic de Charretier, sin embargo, es una declaración de intenciones de cara a la línea que se seguirá en el arte del interior: en una composición mucho menos sobre cargada, se muestra a Maris, la protagonista, en el interior de un contorno con forma de ala y rodeada de nubes. Se trata de una portada que capta a la perfección el espíritu de la obra: las alas y su contexto son el elemento que enmarca la historia, pero su verdadera esencia no se encuentra en esas alas ni en los diseños extraños ni en los monstruos gigantescos, sino en Maris y su deseo de surcar las nubes que la rodean.

Portada de Elsa Charretier para la adaptación al cómic.

Donde otros difuminan el foco de la obra, Charretier establece con éxito unas premisas que lo potencian. En el contexto de un planeta extraño, ella persigue que todo nos resulte lo más familiar y natural posible para facilitar que dejemos a un lado los detalles secundarios y nos centremos en lo que realmente importa.

De hecho, si tengo que ponerle alguna pega al apartado visual, personalmente sería por el color de Lauren Affe. No me parece un mal trabajo, ni mucho menos. Enfatiza la narración con acierto cuando le corresponde, a nivel estético aporta profundidad a la iluminación y, sobre todo durante la primera parte del tomo, dota a cada escena de una armónica paleta de colores que la dota de un carácter distintivo. Pero, conforme se acerca el final de la historia, la sensación general cambia. Quizá se trate de esas armónicas paletas de colores, que parecen sustituirse por páginas más heterogéneas cuya intención narrativa se diluye, o quizá se deba a otra razón que no sé concretar ahora mismo. En cualquier caso, me da la impresión de que hay algo que se pierde y que hace del resultado final algo un poquito menos redondo.

En conclusión, Windhaven es una obra excelente tanto en guion como en dibujo. Los personajes y diálogos mantienen al lector pegado a la página, la trama principal establece interesantes paralelismos directos con problemas políticos y sociales de la realidad, y la destreza narrativa de Charretier en el apartado visual atrapa al lector en su mundo de principio a fin.

Antes de terminar, no quiero dejar pasar la oportunidad de señalar mi desacuerdo con la forma de exponer los nombres de los autores en la portada de Windhaven: mientras que los nombres de George R. R. Martin y Lisa Tuttle ocupan un espacio gigantesco, el de Elsa Charretier solo aparece con letra diminuta en una esquina; y el de Lauren Affe, la colorista, directamente no aparece. Una portada así me parecería criticable en cualquier contexto, pero si tenemos en cuenta además que este cómic es la adaptación de una novela y que, por tanto, podemos presuponer que la mayor carga de trabajo ha recaído sobre los hombros de la dibujante y la colorista, entonces la decisión se vuelve todavía más incomprensible desde un punto de vista que no sea puramente comercial. Al comprar este tomo se está comprando un cómic, no una novela; y lo que hace que este cómic pueda ser un cómic, el grueso principal de lo que percibe el lector, es el dibujo. Además, Charretier y Affe habrán tenido que someter la historia original a un intenso proceso de adaptación para que funcione en otro medio, lo que significa que se habrán hecho muchos cambios y que muchas de las decisiones narrativas del cómic, empezando por la elección del plano de cada viñeta, las han tomado ellas. En contraste, George R. R. Martin ni siquiera ha participado en esta adaptación, pero su nombre aparece en letras enormes.

Hoy en día sería impensable que en una película se tapara el nombre del director para otorgarle mucha más importancia al del guionista; y sin embargo, en los cómics estamos acostumbrados a verlo. El caso de Windhaven es solo uno de muchos; no hay más que ver cualquiera de las otras adaptaciones de novelas de Martin al cómic, donde ocurre lo mismo. Aunque esto no es culpa de Planeta Cómic, sino de la editorial original y de las tendencias poco saludables de la industria, desde aquí insto a todo el mundo a combatir contra estas prácticas injustas siempre que sea posible.

Lo mejor

• El dibujo de Elsa Charretier.
• Los diálogos.
• El interés de los conflictos.

Lo peor

• Hacia el final del tomo, el color se vuelve algo irregular.
• La distribución de los nombres en la portada.



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