Javier Vázquez Delgado recomienda: Hambre, de Martin Ernsten
Edición original: Sult NOR (Minuskel forlag, 2019)
Edición nacional/España: Hambre (Nórdica Libros, 2021)
Guion: Martin Ernsten adaptando la novela de Knut Hamsun
Dibujo: Martin Ernsten
Traducción: Cristina Gómez-Baggethun
Formato: Cartoné. 224 páginas. 25€
Un apetito insaciable.
“No sentía ningún dolor, el hambre lo había sofocado. En su lugar, me sentía agradablemente vacío, desapegado de todo lo que me rodeaba.”
Para hacer una buena adaptación a otro medio es necesario que la obra resultante conserve su esencia a pesar de los cambios que se pueden hacer tanto en la trama o como con los personajes, también es necesario que se pueda ver la personalidad del autor que la adapta y que la nueva versión se adecue al lenguaje propio del nuevo medio. Si la adaptación no consigue esos tres puntos lo que tenemos es una obra que simplemente traslada lo que sucede en la obra original de manera anodina, plana y sin aprovechar las herramientas del nuevo medio, así que tras su lectura queda una sensación de oportunidad perdida y de obra cobarde y facilona. Por suerte nada de eso es aplicable a la adaptación de la novela Hambre del escritor noruego Knut Hamsun (Lom, 1859 – Grimstad, 1952) que ha realizado su compatriota Martin Ernstsen (1982) recientemente editada por Nórdica Libros, una editorial que no se prodiga mucho en el cómic, pero que en los últimos años ha recuperado la obra literaria del polémico escritor.
Hambre es la historia de un joven escritor que vive en Christiania, antiguo nombre de la ciudad de Oslo, pasando todo tipo de penurias económicas que lo llevan a realizar todo tipo de chanchullos para conseguir unas pocas monedas con las llevarse algo a la boca mientras trata de escribir alguna pieza para publicarla en algún periódico. Sin embargo, no siempre tiene éxito y acaba siendo preso de un hambre terrible que lo lleva al borde de la locura entre furibundos diálogos consigo mismo mientras deambula por una ciudad tan hostil como voraz.
Knut Hamsun, seudónimo de Knut Pedersen, es posiblemente el escritor más importante de Noruega. Hambre fue su ópera prima literaria, se trata de una novela aparecida en 1890 con marcados tintes autobiográficos, ya que su autor también paso bastantes penurias en su juventud, llegando a masticar cerillas para engañar al hambre según sus propias palabras, lo que llevo a ejercer trabajos tan diversos como vendedor ambulante, alguacil, aprendiz de zapatero, granjero, conductor de tranvía u obrero de la construcción. En su búsqueda de fortuna también emigro a América, aunque sin éxito. Tras volver de América tan pobre como marcho y enfermo de tuberculosis comenzó a escribir la novela en 1888. Sin ninguna duda se puede considerar esta novela y al noruego como unos de los precursores de la novela moderna al introducir un enfoque psicológico que nos nuestra el monólogo interior del personaje principal que deja ver todos sus miedos, trastornos y obsesiones. Una novela psicológica y muchas veces absurda que influiría en autores tan dispares como Franz Kafka, Albert Camus, José Saramago, Stefan Zweig, Hermann Hesse, Paul Auster o Charles Bukowski. La novela fue el comienzo de una carrera exitosa en la que destacan obras como Pan, Victoria o La bendición de la tierra, obra que le valió para hacerse con el Premio Nobel de literatura de 1920. Sin embargo, sobre su trayectoria literaria se extiende la sombra de su entusiasta adhesión al nazismo, con acciones tan execrables como regalar su premio Nobel al infame Joseph Goebbels o un demencial panegírico a Adolf Hitler tras su suicidio en el que lo calificaba como un guerrero por la humanidad y reformista de primer orden. Tras la Segunda Guerra Mundial fue juzgado, condenado y encerrado en un hospital psiquiátrico primero y en un geriátrico después. Una trayectoria personal que hizo que durante años su obra fuera denostada a pesar de su incuestionable calidad e importancia. Algo que ha cambiado en los últimos años en lo que su obra ha vuelto a considerarse como se merece separándola de sus actos.
El original no es una obra sencilla de adaptar a un medio visual puesto que abundan los monólogos interiores y la narración en primera persona, sin embargo, Ernstsen logra conferir a su adaptación entidad propia respetando el espíritu del original. El protagonista (que en la novela original no tiene nombre, pero en esta adaptación descubrimos que se llama Knut Pedersen al igual que su creador) malvive una existencia gris, solo rota por su incontrolable pulsión creativa, en una ciudad oscura y triste retratada en un fantástico blanco y negro lleno de grises. No obstante, cuando el hambre hace que el protagonista pierda la noción de la realidad muta ante nuestros ojos en diversas formas llenas de color que reflejan el torrente de emociones incontroladas que lo arrastran. Así lo vemos transformarse en un sucio perro callejero, una oruga, una babosa, además de un cómico muñeco, similar a un dibujo animado, que cambia de color en función de sus emociones. Pero no son los únicos recursos visuales que utiliza el noruego ya también crea numerosas escenas surrealistas y oníricas pobladas de potentes imágenes simbólicas para tratar de mostrar de manera visual lo que en el original se expresaba con palabras.
Pese a que estamos ante una obra en la que el hambre que pasa el protagonista es el motor de la historia y se nos cuentan todas sus penurias con gran intensidad y crudeza, aunque con grandes dosis de humor negro, no vemos un afán de relatarnos las causas económicas, políticas o sociales que le han llevado a esa situación, ni tampoco se establece ningún paralelismo con la actualidad, ni un intento de concienciarnos sobre las personas que pasan hambre. Quizás es debido a que al igual que en la novela, Ernstsen está más interesado en mostrarnos las partes más oscuras del ser humano, retratándonos a un hombre desquiciado y asfixiado por su realidad, incapaz de relacionarse con nadie, con el que resulta muy arduo empatizar, ya que a lo largo de la obra descubrimos que es capaz de las acciones más viles y egoístas y del que apenas llegamos a saber nada, exceptuando su tremenda angustia existencial. Pero a pesar de todo es imposible dejar de leer sus desventuras.
Martin Ernstsen es un ilustrador e historietista noruego nacido en 1982. Debuto en el cómic en el año 2007 con la obra Nissefugl para la editorial Jippi forlag con la que publico sus siguientes trabajos como la serie Ugler, Fugløya, Kodok’s run, Syklus y Eremitt por el que obtuvo el Premio al Cómic Más Bello del Año en Noruega en 2012. En la editorial Cappelen Damm publico dos obras infantiles: Hvor er Albert? y Filip flipper ut. Hambre es su último trabajo publicado originalmente en 2019 por que obtuvo el Premio Brage 2019. Por el momento se trata de su única obra publicada en nuestro país.
Nórdica Editorial hace una buena edición con un gran formato y un diseño fantástico. Poco a poco van construyendo un catálogo de cómics de lo más interesante con obras relacionadas con la literatura y desde latitudes distintas a lo que solemos encontrar en nuestras librerías habitualmente.
Hambre es un trabajo deslumbrante en lo gráfico que nos nuestra la cara más oscura del ser humano, un retrato psicológico de un hombre al borde de la locura producto de un hambre irresistible. Martin Ernstsen brilla a una enorme altura, en una traslación al lenguaje del cómic nada fácil. Si sus trabajos previos tienen una calidad similar a este, se trata de un autor a seguir con mucha atención.
Lo mejor
• El crudo e impactante relato de una mente desquiciada que te acompaña días después de terminar su lectura.
• Gráficamente contiene algunas de las mejores escenas publicadas a lo largo de este año.
Lo peor
• Que nadie se haya atrevido a traernos a España otros trabajos de Martin Ernstsen.
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