Javier Vázquez Delgado recomienda: La rebelión del emblema, de HIRATA Hiroshi

Edición original: Hangyaku no Kamon (Seirinkogeisha, 2005)
Edición nacional/España: La rebelión del emblema (Ediciones Glénat, 2010)
Guion: HIRATA Hiroshi
Dibujo: HIRATA Hiroshi
Traducción: Marc Bernabé
Formato: Rústica con sobrecubiertas. 216 páginas
Precio: 12,00€

Una mirada al pasado

“¡Un guerrero jamás debe faltar a su palabra, por mucho que esta haya sido dada a raíz de una estupidez!”

Junto a SHIRATO Sanpei, cuya obra es una de las asignaturas pendientes de nuestro mercado, y KOJIMA Goseki, HIRATA Hiroshi es el tercer gran autor del jidaimono, el manga histórico, que en sus primeros compases, cuando estas tres leyendas del cómic japonés sentaron las bases de este subgénero, estaba formado por historias ambientadas en el pasado de su propio país, retratando el Japón feudal a lo largo de sus diferentes eras, enalteciendo la figura del samurái, que en la mayoría de las ocasiones eran los protagonistas de estos relatos.

Durante los primeros años de la década de los 70, Hirata atravesó una época de inestabilidad laboral, incapaz de competir con el trabajo de Koike y Kojima a causa de una sequía creativa y sintiendo la presión de otros jóvenes mangakas deseosos de hacerse un hueco en una industria muy dura y exigente. Esta situación lo llevó a verse obligado a trabajar dando forma a las ideas de terceros, una práctica que no le agradaba, y a dibujar relatos eróticos para diversas revistas. La rebelión del emblema es una colección de relatos cortos realizados íntegramente por este maestro del gekiga, convirtiéndose en el auténtico muestrario de sus capacidades durante esta época de escasa inspiración artística. Las historias que conforman esta antología son Shôin Yoshida, Kaishaku, Los titanes, La rebelión del emblema y Mentira.

Shôin Yoshida (1975) es un relato protagonizado por un samurái de bajo rango de quien el autor realiza una concisa biografía para ilustrar el origen de sus elevadas ambiciones y su particular punto de vista de la sociedad japonesa, en la que destaca el desarrollo de competencias pedagógicas para atraer a otras personas y transmitirles sus ideas. Kaishaku (1971) es el más antiguo de estos relatos, dibujado tras hacerse evidente la imposibilidad de que Hirata continuase manteniendo un ritmo de trabajo semanal, en el que un noble samurái es designado por su padre para que culmine su ejecución mediante sepukku, transmitiendo la amalgama de emociones que siente ante esta terrible obligación. Los titanes (1974) tiene la particularidad de ser un remake de una historia realizada por el propio Hirata en 1963 para un kashihon, los libros de alquiler que se popularizaron durante la década anterior, en el que los altos vasallos de un señor feudal se ven obligados a luchar entre sí. En La rebelión del emblema (1974) da a conocer este símbolo que representaba a las diferentes estirpes de samuráis y la importancia que tenía para ellos. Cierra el tomo Mentira (1974), un relato que reflexiona sobre el valor de la palabra y la vida, a partir de un conflicto entre dos jóvenes samuráis que discuten sobre cómo nacen los bebés.

Como mandaba la tradición en el cine y la literatura, la introducción de historias de corte histórico en el cómic japonés estuvo caracterizada por la explotación de la figura del samurái. Siguiendo la senda trazada por otros autores a lo largo de los siglos, Hirata anteponía en sus relatos dos formas diferentes de entender los privilegios y las obligaciones de este estamento social por parte de quienes lo integraban. La diferencia entre unos y otros estriba precisamente en la forma que cada uno de ellos tiene de seguir el camino del bushido, por lo que aquellos personajes que llevan o pretenden llevar una vida ostentosa acaban encontrando la perdición como fruto de sus actos, mientras que quienes anteponen el ascetismo como forma de vida, son presentados como los vencedores (al menos morales) de cada historia. El valor añadido de este autor reside en el punto de partida de que todos sus personajes tienen unos intereses personales, que pueden afectar más o menos a sus semejantes o a quienes estaban situados socialmente por debajo de ellos, introduciendo una interesante escala de grises en sus protagonistas, escapando del arquetipo puro y noble del samurái que prevalece sobre quienes se alejan de los principios morales que los regían.

Cuando nos situamos ante cualquiera de los trabajos de Hirata encontramos en ellos los preceptos básicos que identificaban a la corriente artística del gekiga, el manga para lectores más maduros de lo que se acostumbraba hasta el momento. En las páginas de La rebelión del emblema podemos observar un depurado estilo de dibujo, que se caracteriza por una mayor dilatación de la secuencialidad narrativa, unos diseños que anteponen el realismo ante cualquier otro aspecto, y una sobriedad rehúye de cualquier tipo de artificio, transmitiendo la sensación de ser una crónica fidedigna de episodios que podrían haber tenido lugar en el Japón feudal, demostrando una gran habilidad para la planificación y el desarrollo del relato corto.

La extinta Ediciones Glénat publicó originalmente este manga en el año 2010, en el marco de la inconclusa iniciativa de publicar las obras de Hirata. La edición se realizó, como el resto de títulos de este autor, en formato A5 (15×21 cm), con encuadernación rústica con sobrecubiertas, perdiendo las páginas originales a color, reproducidas en blanco y negro, y que incluía un epílogo con breves anotaciones sobre los diferentes relatos que conforman este volumen, realizadas por los responsables editoriales de esta recopilación. Tras la inesperada, y a la postre mortal, pérdida de los derechos de las series de Shueisha, la editorial reeditó este volumen en un tomo de encuadernación cartoné en el año 2013, que probablemente se tratara de un retapado de los ejemplares que no se habían vendido. A pesar de la desaparición de la editorial, este tomo todavía puede encontrarse hoy en día con relativa facilidad y a su precio de portada, siendo una gran elección para una primera toma de contacto con este autor, dada la calidad y la representatividad de los relatos que incluye.

Lo mejor

• Su dibujo realista y su elegante y sobria narrativa secuencial.
• La desmitificación de la figura del samurai.

Lo peor

• Que las editoriales no apuesten decididamente por recuperar las obras de este autor.
• La ausencia de las páginas originales a color del primer relato.



Ver Fuente

Comentarios

Entradas populares