Javier Vázquez Delgado recomienda: ZN Indie: Novedades USA #56
Esta semana una de cal y una de arena. Nunca mola quedarse decepcionado con un estreno que prometía mucho, pero a veces sucede.
Almost American #1, de Ron Marz y Marco Castiello. Por José María Vicente
Edición original: AfterShock Comics
Guion: Ron Marz
Dibujo: Marco Castiello
Color: Flavio Dispenza
Formato: Grapa. 32 páginas. 4,99 $
Al peligrar su vida, Janosh y Viktorya Neumann, un agente de la FSB, el Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusia, tomaron un vuelo con destino a la República Dominicana. Ahí contactaron con la embajada de Estados Unidos. ¿Su propósito? Vender información sobre los vínculos entre la banca rusa, el crimen organizado y la FSB. Janosh había trabajado durante años como intermediario entre todas las partes, primero para la FSB y luego para un banco, y conocía bien el sistema. Demasiado bien. A cambio querían identidades nuevas y una buena suma de dinero.
La jugada no les salió muy bien a los Neumann. Se quedaron fuera del programa de protección de testigos de la CIA, en parte por su negativa a exponer a sus amigos en el gobierno ruso y en parte por la intervención del FBI, que insistió en reclutar a los Neumann a su causa, una oferta que aceptaron. Como consultores ayudaron a las autoridades americanas a destapar operaciones criminales de la banca rusa en suelo americano. Pero el FBI no les entregaba el permiso de residencia que les había prometido; de hecho, no tenía la competencia para otorgar esos permisos. La CIA sí tenía permiso, pero el FBI se aseguró de que los Neumann no cambiasen de agencia mientras le eran útiles. Sin permiso de residencia, con las autoridades de inmigración examinando si podían ser deportados a Rusia, donde les esperaría una muerte rápida, y sin documentación que pudiera ayudarles a encontrar trabajo una vez expirado su contrato con el FBI, los Neumann quedaron atrapados en la incertidumbre.
La pesadilla tuvo un final feliz, y hoy Janosh Neumann se ha lanzado a una aventura muy diferente: dirigir una productora de televisión, además de probar suerte en la industria del cómic con ayuda de AfterShock Comics. Su idea para un cómic de espías fue convertida en el cómic Red Atlantis y dado el éxito de esa serie, ha dejado que Ron Marz y Marco Castiello cuenten en Almost American la historia de su deserción a los Estados Unidos. O mejor dicho, ha dejado que cuenten una versión idealizada de su historia.
No hay más que ver cómo dibuja Castiello a los Neumann para darse cuenta de las libertades que se toma el cómic. Janosh es dibujado como un hombre apuesto y musculoso, Viktorya una supermodelo; en realidad, como observó el periodista Chris McGreal en un artículo para el medio The Guardian, los Neumann tenían el físico de un matrimonio adinerado que se había acostumbrado a los coches de lujo y el buen vino (beneficio de participar en operaciones de blanqueo de dinero para la mafia y el gobierno de Rusia), es decir, nada que ver con el de sus contrapartidas comiqueras. Se ignora también el otro motivo por el cual el matrimonio tuvo que emprender la huída: no solo sabía demasiado Janosh, sino que también se envalentonó y exigió más dinero a sus benefactores. Él era cómplice voluntario de las actividades ilegales de la banca e instituciones rusas.
Puedo entender que Marz y Castiello quieran endulzar esta clase de detalles; seguramente los Neumann querrán llevar al cine su historia. Ahora bien, no me explico por qué el guion de Marz omite un aspecto muy interesante de la historia de los Neumann: su huida de Rusia y estancia en la República Dominicana. El matrimonio afirma haber empleado todas las técnicas de espionaje que aprendieron en la FSB para burlar a la mafia y los servicios secretos rusos dentro y fuera de Rusia. Nada de eso se muestra en el cómic. Da la impresión de que los Neumann compraron un billete de avión y acudieron a la embajada americana sin problemas. Y lo que sí nos muestra el guion es una recreación de su entrada en territorio americano, muy poco interesante para un número entero. El guion no le da nada de suspense al proceso, tan solo se limita a cubrir los acontecimientos en orden cronológico. Además, Castiello, especializado en cómics de acción, no era el dibujante adecuado para un cómic que parece ser solo una sucesión de conversaciones entre espías y burócratas. No hace mal trabajo, para nada, pero es obvio que se siente como pez fuera del agua en esta historia.
Almost American no me da ninguna razón para pensar que sus autores vayan a contar una historia tan interesante como la que inspiró el cómic. Os recomiendo mejor leer este artículo sobre los Neumann publicado por el medio Newsweek, más breve, informativo y encima gratuito.
Frontiersman #1, de Patrick Kindlon y Marco Ferrari. Por José María Vicente
Edición original: Image Comics
Guion: Patrick Kindlon
Dibujo: Marco Ferrari
Color: Marco Ferrari
Formato: Grapa. 31 páginas. 3,99 $
Frontiersman nace del deseo de sus autores por ofrecer un cómic de superhéroes alejado de los excesos y la mediocridad de las dos grandes editoriales de superhéroes, Marvel y DC. Más cómics como Badger, Astro City y Black Hammer , pide el guionista Patrick Kindlon en la columna de opinión del primer número de la serie. Parece ser ignorante de un pequeño hecho: de superhéroes no escasea el mercado indie. O puede que sí sea consciente, pues este Frontiersman es un superhéroe ecologista. Esos no abundan en el mercado indie.
El ecologismo no es un elemento superficial, un simple reclamo publicitario, sino parte esencial del protagonista homónimo de Frontiersman y su historia. Tras años luchando por la madre naturaleza, Frontiersman ha perdido la fe en la posibilidad de evitar una hecatombe ecológica. Vive sus vejez en el bosque, alejado de la sociedad, hasta que un día un joven activista le pide ayuda. Necesitan a un héroe que les ayude a paralizar la tala masiva de árboles en la región.
Una descripción del argumento inevitablemente transmite la impresión de que este cómic es moralina pura y dura. En ocasiones se arriesga a serlo, pero Kindlon, que apoya la causa de los activistas ecologistas y así nos lo hace saber, es consciente de que a ningún lector le gusta ser tratado con condescendencia. Su objetivo, por lo tanto, no es repetir slogans o regurgitar panfletos, sino más bien inspirar a los lectores a hacer algo contra los abusos a nuestro planeta. Quiere rebatir punto por punto argumentos que solo conducen al cinismo y la pasividad, además de cargar contra quienes que exigen una sociedad más sostenible sin aportar ellos nada (seguro que todos conocemos a alguien así). A mi juicio, se muestra capaz de acometer esta empresa.
Sin embargo, debo dejar algo muy claro. Kindlon no escribe para lectores fuera de su país: Frontiersman es una visión norteamericana del ecologismo. Una serie que aborda las dificultades del movimiento ecologista en los Estados Unidos, país donde el cambio climático es un tema politizado hasta extremos espantosos, un símbolo de la brecha entre generaciones y entre la ciudad y la población rural. Como europeo ajeno a lo que sucede en los campus de la universidades americanas, a la corrupción flagrante de las empresas americanas y de Washington DC., o a la cultura del automóvil que se respira en América, me cuesta mantener el interés por la historia cuando se centra en la actualidad americana.
Como cómic de superhéroes, obviando su trasfondo, el debut de Frontiersman es ejemplar. Un episodio así deberían tener todas las series de superhéroes, tan sustancial y satisfactorio gracias a buenos diálogos, una caracterización acertada y una estructura eficiente, que hace creíble la evolución del personaje al final del número. Otras series necesitarían un arco argumental entero para narrar el mismo proceso y serían aun así menos convincentes. EL dibujo de Marco Ferrari es excelente, dinámico y colorido. No solo dibuja bien peleas y disfraces, sino también presta atención a los pequeños detalles. Uno puede ver en el rostro de Frontiersman resignación y cansancio que van desapareciendo lentamente. Ya quisieren muchos dibujantes dibujar cómics de superhéroes tan bien.
En definitiva, no dudaría en recomendar Frontiersman si os interesan los temas de esta serie o no os molesta su enfoque en temas americanos. Buenos cómics de superhéroes como este no se ven todos los días.
Eat the Rich #1, de Sarah Gailey, Pius Bak y Roman Titov. Por Alfonso del Pino
Edición original: BOOM! Studios
Guion: Sarah Gailey
Dibujo: Pius Bak
Color: Roman Titov
Formato: Grapa. 26 páginas. 2,99 $
Joey es una estudiante de derecho con toda la vida por delante que decide pasar el verano junto a su novio Astor en su aparentemente idílica ciudad natal. Será una oportunidad para conocer a la familia de Astor y a los amigos de su infancia mientras disfruta de unas vacaciones de lujo en medio de una mansión con criados que cubrirán cualquiera de sus necesidades. Pero, tras esa aparente perfección, se esconde un secreto oscuro y letal. ¿Será Joey capaz de de descubrir el sangriento pastel antes de que sea demasiado tarde? E incluso si lo hace… ¿vivirá para contarlo?
“A comerse a los ricos”. Es difícil partir de un título más sugerente que el de esta obra. A los mandos del guion tenemos a Sarah Gailey, artista que cuenta con nominaciones a los premios Locus, Astounding y Nébula, además de un premio Hugo. Del dibujo se encarga Pius Bak y del color Roman Titov. Editada por BOOM! Studios para el mercado norteamericano, Eat the Rich parte de una premisa muy similar a la de obras como Déjame salir o US, ambas del cineasta Jordan Peele.
Hablamos de ese característico terror psicológico que se adapta a los miedos contemporáneos hasta convertirse en terror social; de un protagonista que sirve como representación de un sector entero de la población a la que vemos adentrarse en situaciones en las que, pese a la aparente normalidad, da la impresión de que algo no encaja. Si en Déjame salir se pretendía realizar una inquietante reflexión en torno al choque de razas, en Eat the Rich esa reflexión se traslada al choque de clases. Se trata de una premisa sin duda interesante que, como toda premisa, necesita ir acompañada de una buena ejecución. Y en ese sentido, la verdad es que el primer número de Eat the Rich no me ha llegado a convencer del todo.
El guion de Gailey, como es esperable, se centra en establecer los cimientos de lo que será una miniserie de 5 números. Sin embargo, a excepción de alguna que otra idea interesante, la forma de hacerlo no resulta especialmente cautivadora: las escenas no llegan a ser especialmente brillantes; el halo de misterio e inquietud general que debería impregnar cada página en una historia así es casi nulo; el giro de trama se ve venir a kilómetros; la narración gráfica se hace demasiado tosca.
En conclusión, este primer número de Eat the Rich parte de una premisa interesante y provocadora que no se ve correspondida en su ejecución. Sin embargo, la naturaleza de su propuesta se ha ganado el derecho a que le dé una oportunidad al resto de números. Espero que suba el nivel, porque potencial no le falta.
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