Javier Vázquez Delgado recomienda: Harley Quinn y las Aves de Presa: A la caza de Harley
Edición original: Harley Quinn and the Birds of Prey: The Hunt for Harley núms. 1-4 USA, Harley Quinn Black + White + Red Chapter 12 USA (DC Comics, 2021)
Edición nacional/España: Harley Quinn y las Aves de Presa: A la caza de Harley (ECC Ediciones, 2021).
Guion: Amanda Conner, Jimmy Palmiotti
Dibujo: Amanda Conner, Chad Hardin
Color: Alex Sinclair
Traducción: Felip Tobar Pastor
Formato: Cartoné (216×276 mm.), 160 páginas. A color. 20,95 euros
La payasa está de vuelta
“Me llamo Harley Quinn, habéis quemado mi edificio y casi matado a mi amigo. Preparaos para morir.”
Hay autores ligados a un personaje, independientemente de lo fecunda que sea su trayectoria posterior o los caminos que esta tome. En lo que respecta a la payasa, aparte de sus creadores Bruce Timm y Paul Dini, tenemos a Amanda Conner y Jimmy Palmiotti como preponderantes arquitectos de la vida de Harley, tanto por haber tenido una etapa larga en la cabecera individual como por la construcción o reconstrucción que hicieron de la exnovia del Joker y la compleja nueva situación en la que la situaron. Como fiel reflejo de la representación en el cine en Aves de Presa: La fantabulosa emancipación de Harley Quinn, de Cathy Yan, ahora nos traen una miniserie enmarcada en Black Label, con la libertad que ello supone al no adscribirse a un universo cerrado.
El argumento, como su desarrollo posterior, es sencillo. Con la destrucción de su nuevo hogar lejos del psicópata favorito de Gotham, Harley toma la determinación de volver a la vieja ciudad del crimen, con uno (o mil objetivos) dando vueltas a su cabeza, concretándose en el desafío definitivo: robar y humillar al Joker. La principal virtud de la obra, lejos de cualquier complicación innecesaria, se encuentra en la caracterización del personaje y su entorno. El guion de Conner y Palmiotti rebosa amor por las incoherencias, locuras y trivialidades de la antiheroina (o antivillana), con diálogos repletos de referencias al pasado, muy mordaces, con intercambios constantes entre el resto y su protagonista con los que sustentar la definición y los motivos de su empresa vital.
El dibujo de la segunda, por su parte, sigue en la línea de lo que ha solido representar en trabajos previos, continuista con el personaje, el ambiente general y el escenario ideal para este tipo de aventura. Al moverse por un entorno de comedia física, recurre a la irrealidad en el trazo, de un modo muy acertado. El color de Alex Sinclair (Paul Mounts en el primero) refleja a la perfección el contenido, con tonos muy vivos en todo lo que rodea a Harley, desde las comidas, con un rojo muy claro, hasta las ropas.
En la estructura de la miniserie vemos dos partes bastante diferenciadas. La primera con lo relativo a la vuelta de Harley, primer contacto con las Aves de Presa en la historia, y acto contra el Joker. Esta es menos llamativa, pero guarda momentos hilarantes y atractivos. Principalmente, en lo que respecta a la acción. Resulta cautivador el modo que tiene Conner de recurrir a la violencia, en muchos casos, gráfica e impactante, combinada con un marco general de viñeta que parece querer decir lo opuesto, desde el color vivo hasta un lenguaje visual aparentemente infantil.
En el extremo negativo, se aprecia un menor interés, desarrollo y participación del resto de personajes. Cassandra, Barbara Gordon, Huntress o Renee tienen un papel muy reducido. Podría haberse sacado mucho más de todas ellas, haciéndolas más partícipes del conflicto principal y elaborando intereses propios en lo que respecta a la historia. No obstante, esto no termina por ser concretado.
En segundo lugar, vemos las conclusiones de lo que sucede en la primera parte, con mayor participación por parte del payaso. En cuanto a la caracterización del Joker, existen tanto aspectos positivos como negativos. Sobre los primeros, resulta interesante el toque bufonesco que sus autores aportan a sus acciones, cercano a la parodia, desmitificando en cierto sentido su peligrosidad. Esto casa, por supuesto, con el relato que se pretende contar. Por su parte, por el lado contrario, muchas de sus intervenciones y diálogos están excesivamente cargados, rozando la sobreexplicación.
La miniserie termina por funcionar en su conclusión, dejando momentos sencillamente impecables, como la conversación con Alfred en el tercer número. Dentro de estos, destaca a su vez el modo de plantear el lado más abusivo y villanesco de Harley. En una historia dominada por la luminosidad, sus autores se atreven a mostrar una segunda cara que, lejos de corromper la línea argumental, funciona como reverso para la misma, escondiendo varias capas de profundidad en la psicología de un personaje del que todavía queda mucho por escribir.
El tomo se completa con una historia de la cabecera Harley Quinn Black+ Red, de sus mismos autores, con el dibujo de Chad Hardin. Limitada por las dimensiones de la historia, pero divertida y muy atractiva visualmente.
En conclusión, tenemos una miniserie fresca, entretenida, para leer sin más pretensiones que disfrutar de un tebeo agradable. Sus principales virtudes se encuentran en la caracterización del personaje, al que sus autores conocen a la perfección.
Lo mejor
• La caracterización de Harley Quinn.
Lo peor
• La falta de una mayor relación con el entorno y galería de personajes.
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