Javier Vázquez Delgado recomienda: B.O, como Dios, de Ugo Bienvenu

Edición original: B.O, comme un Dieu (Editions Les Requins Marteaux, 10 de septiembre 2020)
Edición nacional/España: B.O, como dios (Ponent Mon, 13 de Septiembre 2021)
Guion: Ugo Bienvenu
Dibujo: Ugo Bienvenu
Traducción: Fabián Rodríguez Piastri
Formato: Rústica. 128 páginas. 18€

Ensayo psicológico y filosófico atrevido

“Soy un profesional”

¿Por dónde empezamos? Hay géneros a los que es difícil sacarle jugo, y si en este caso le diésemos a la historia pornográfica un género propio en el que residir, sería uno en el que es realmente difícil que las editoriales apuesten. Otro género sería el del ensayo ilustrado, el cual tampoco es que sea especialmente aclamado ni demandado. Bien, llegados a este punto, ¿qué pasaría si juntamos un género que quizás no se le pueda considerar tal, y que está lejos de todo canon comercial, con otro al que solo se acercan los lectores más sesudos en busca de reflexión más que de acción? La previsión amenazaría tormenta, pero hemos comprobado que la predicción meteorológica gráfica (perdón, pero era necesario para mantener el símil) no siempre acierta, y en este caso el Sol brilla con inusitada fuerza. Aviso a navegantes, poneos crema de protección 80 antes de salir porque esta historia calienta cuerpo y cabeza. Pero antes de salir a tomar el sol, veamos quién lo ha hecho salir.

Ugo Bienvenu es un director y diseñador francés nacido el 10 de mayo de 1987. Después de una diplomatura en ilustración en la escuela Estienne, se unió a la sección de cine de animación de Gobelins. En 2010, tras su estancia en el Instituto de Artes de California en Los Ángeles, se dedicó a la animación experimental. Desde 2010, ha escrito y dirigido clips y cortometrajes, en solitario o acompañado por Kevin Manach, Benjamin Charbit o Félix de Givry entre otras personalidades. Sus películas se emiten en Arte y Canal +. El mismo año, escribió un cómic en papel, Sukkwan Island, una adaptación de la novela homónima de David Vann. Participa en la producción de documentales como autor gráfico, storyboarder y director de animación. En 2014 participó en la creación de escenografías, la animación y la concepción de los créditos de la película Eden de Mia Hansen-Løve para la que también actúa como actor.

En 2016, dibuja para la prensa y desarrolla la miniserie Antman, nuevamente con Kevin Manach. Terminaron esta miniserie en 2017. En ese mismo año publicó un segundo álbum de cómics, Paiement Accepted, donde imagina la vida de un hijo de Donald Trump, exiliado en Francia tras una guerra civil en Estados Unidos. Dio sus primeros pasos en la moda firmando un primer “Collab” con la marca Edwin, y una pequeña campaña de ilustración para la joven marca Holiday. En 2018 creó la productora Remembers con Félix de Givry y la editorial Réalistes con Charles Ameline y Cedric Kpannou. En 2019 publica dos nuevos cómics, Premium +, que trata sobre el destino de un hombre, lleno de certezas, un financiero con una brillante carrera que termina por caer. Su otro cómic de 2019, Preferencias del sistema, recibe el Grand Prix de la critique, y forma parte de la selección oficial del Festival d’Angoulême 2020, consiguiendo una buena acogida entre el público. En 2020 lanzará su quinto cómic B.0, como Dios, en la editorial Les Requins Marteaux, y que hoy, tras la edición de Ponent Mon en nuestro país, os traemos a nuestra casa.

¿Quién dijo que una historia porno no podía ser profunda?

En esta obra se nos narra una parte de la historia de BO, un robot sexual de lujo que viaja a través del espacio satisfaciendo a sus clientas. Tras la purga que hubo de robots sexuales, BO es el último de su clase, y su vida prácticamente se reduce a su trabajo, siendo una especie casi extinta que vaga por el espacio esperando que en algún momento sea descubierto para su posterior destrucción.

En este trabajo el autor propone un juego, uno perverso, pero de gran calado. Nos hace reflexionar mientras presenciamos actos impúdicos, actos literalmente pornográficos. Las reflexiones vienen de parte de nuestro BO, que está exento de todo sentimiento, como una carcasa robótica vacía que intenta llenar las carcasas humanas vacías que le contratan para sus servicios. Este es el primer gran acierto de la obra, y que solo venciendo la barrera de lo obsceno podemos atisbar. Siempre se ha tenido aquel debate sobre el por qué de que la violencia explícita esté normalizada, hasta requerida, mientras que el sexo está relegado a una segunda fila, o a una tercera, llegando incluso a estar fuera de las filas. Hay muchas teorías al respecto, pero no vengo a hablar de ellas, sino de lo que propone el autor con respecto a ese suceso. Y es que una vez superado el obstáculo sociocultural del sexo explícito, no quedan más que las reflexiones, pero ese es el juego; que no podemos librarnos de ellas. Y asistimos a una conversación psicológica del autor con nosotros, mientras en la misma habitación un robot y una mujer tienen sexo de diversas formas. “Es solo carne, y estamos hablando de eso, estamos reflexionando al respecto. ¿Puedes mantener la concentración? Te reto”, es lo que parece querernos decir.

Entremos en el motor de la historia. Evidentemente no es el sexo, sino una búsqueda de significado. BO traza perfiles psicológicos de sus múltiples clientas, entrando a analizar varias facetas de la raza humana. Nos habla de la individualización en materia de una búsqueda de satisfacción plena, lo que se traduce en la persecución de un objetivo vital individual que nos proporcione una felicidad perpetua. Entra a diferenciar el placer de la felicidad, ya que él no siente ninguna de las dos, y puede opinar sin restricción moral sobre la idea de ambas dos y la manera en la que se afectan mutuamente. Woody Allen dijo aquello de “el sexo es lo más divertido que se puede hacer sin reír”, aunque también comentó que “el sexo sin amor es una experiencia vacía”. Y pese a las luces y sombras arrojadas por el cineasta, estas dos declaraciones en su conjunto vienen muy a colación con la historia. BO se dice a sí mismo que es un ser vacío, que sus clientas también lo están, y que éstas se encuentran buscando aquello que pueda llenar aquel vacío de forma momentánea, porque han descartado la idea de encontrar lo que les pueda llenar de forma vitalicia, y el placer ocupa un puesto privilegiado en la cola de cosas que llenan el vacío de forma momentánea, siendo el sexual el placer más requerido.

Pero BO a parte de hablarnos del tema de la búsqueda de objetivo vital, nos muestra al ser humano como un ser atado a sus propias restricciones, y hace mucho énfasis en las morales. Coloca en relieve la moral como algo que nos pone muchos impedimentos en materia de placer, pero que una vez eliminada la moral del que mira, la persona es libre de elegir lo que quiere, de saciar sus verdaderas apetencias. Dado que BO es un robot exento de sentimientos, y por tanto de moral, o al menos de una moral humana, quienes acceden a sus servicios pueden dar rienda suelta a sus deseos. En más de una ocasión habla de que el ser humano, una vez advierte la falta de moral reinante y entra en el juego del placer, pasa a convertirse en un objeto sin mayor pretensión que la de ser satisfecho. Esto nos acaba por remarcar que en muchos casos somos un constructo social que enmascara nuestra verdadera figura. Pero no significa que sea algo malo o bueno, simplemente es. Evidentemente es una herramienta necesaria para vivir en sociedad, y sin embargo, es inevitable hablar de la represión que se siente por la moral impuesta, sea ésta de la índole que sea.

Hay que destacar dos cosas en las que creo que es importante incidir. En primer lugar el final de la obra, que termina por dar una respuesta al debate planteado respecto a la búsqueda de objetivo vital, y que en mi opinión se desinfla un poco por la manera tan abrupta de presentarlo. No es que se pueda estar en desacuerdo, aunque en mi caso tendría bastantes cosas que rebatir al respecto, pero es un final lícito y que pese a la incoherencia en la manera de presentarlo, tiene una lógica con respecto a la narrativa de la historia (que no con respecto al personaje construido). En segundo lugar, y que era algo que creía que se iba a abordar, pero que entiendo que no se hiciera, es el tema de la capitalización del sexo. Una apuesta en la que no se ha atrevido a entrar aquí porque es cierto que sería una nota discordante con el mensaje planteado, pero cuya ausencia hay que señalar.

Con respecto al apartado gráfico Ugo Bienvenu hace un trabajo muy destacable. Todo el trabajo está dibujado con línea clara y colores planos con textura rugosa. La mayoría de las páginas están formadas por una o dos viñetas de índole sexual o contemplativa. En el primer caso, los fondos suelen desaparecer haciendo uso de un color que llena todo menos las figuras de los personajes, los cuales destacan por su realismo y sus expresiones faciales tan bien definidas; mientras que en el segundo caso los fondos toman todo el protagonismo, mostrando en la mayoría de los casos telones estelares, llenos de planetas y estrellas, atravesados por el rayo que conforma la estela de la nave de BO, y que sirve de evidente analogía sexual y reproductiva. Un trabajo muy acertado que quizás cueste de admirar por las imágenes que muestran, pero que una vez aceptadas se eleva a una gran altura gráfica.

Por concluir, Ponent Mon hace una edición muy fiel a la original, pese a que han prescindido de la portada con efectos de brillo que tanto apetecía recibir en nuestro país. Estamos ante una obra que no es de fácil acceso para el público ordinario, tanto a nivel visual por lo explícito de lo mostrado, como a nivel de texto por lo profundo de lo expuesto. Sin embargo, quien no se ruborice ante el sexo explícito, ni se intimide ante el texto reflexivo, tendrá en este trabajo un verdadero tesoro a desenterrar.

Lo mejor

• El atrevimiento que hay tras esta obra.
• El juego planteado por el autor al que hay que entrar se quiera o no.
• Las múltiples reflexiones, siendo la de la búsqueda de un objetivo vital y la deshumanización tras el placer las que tienen mayor incidencia.
• Un dibujo muy acertado que se jacta con su claridad en mostrar lo explicito de manera muy agradable para el ojo.

Lo peor

• La portada, que pese a ser perfecta, acusa, para quien conoce la original, la falta de ese brillo metálico que tendría casi intención narrativa.
• La ausencia del debate sobre la prostitución, que por motivos de espacio o de pretensiones queda fuera de la obra.



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