Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Gold. Los Vengadores Costa Oeste: La Bruja Escarlata Oscura

Edición original: The West Coast Avengers v2, 51-57, 60-62 USA (Marvel Comics, 1989-1990)
Edición nacional/España: Marvel Gold. Los Vengadores Costa Oeste: La Bruja Escarlata Oscura (Panini Cómics, 2018)
Guion: John Byrne, Roy Thomas, Dann Thomas
Dibujo: John Byrne, Paul Ryan
Entintado: Mike Machlan, Paul Ryan, Danny Bulanadi, Keith Williams
Color: Bob Sharen
Traducción: Gonzalo Quesada
Realización técnica: Marina Ariza, Norma Cuadrat y Forja Digital
Formato: Tapa blanda. 256 páginas. 22,50€

Deconstruyendo a Wanda Maximoff

“¿Y qué soy yo, querida Agatha, sino una vengadora?”

John Byrne tenía una idea. Bueno, en realidad tenía varias ideas, pero una de las más importantes estaba centrada en un personaje: la Bruja Escarlata. En una entrevista en 1988 ya afirmaba, al confirmarse como el nuevo autor completo de los Vengadores Costa Oeste, que Wanda Maximoff lo iba a pasar mal. ¿Podían imaginarse los lectores de aquella época lo fundamental que sería en años posteriores lo que Byrne iba a hacerle a la Bruja Escarlata?

Tras la caótica marcha de Steve Englehart del título, Marvel acogió con los brazos abiertos al hijo pródigo que había acabado a malas en DC tras el relanzamiento de Superman. John Byrne, en su vuelta a la Casa de las Ideas a finales de los 80 mantenía todavía casi intacta su aura de superestrella. Su primera tarea de peso sería hacerse cargo del destino de la franquicia vengadora, escribiendo la colección principal y ocupándose, como autor completo, de sus vecinos en la costa oeste. Y si las aventuras de los Vengadores en la costa este tenían un claro aroma clásico y continuista, Byrne iba a presentar un enfoque mucho más rompedor (para lo bueno y para lo malo) por lo que respectaba a las historias del grupo afincado en California. El plan de Byrne implicaba llevar al borde de la locura a la Bruja Escarlata. En el primer tomo de su etapa publicado por Panini, ya vimos cómo el marido de Wanda, Visión, era despiezado y su memoria borrada, convirtiéndose en un robot sin emociones. El tomo terminaba con el #50 americano y el retorno de la antorcha humana original, en un relato que enredaba de forma un tanto innecesaria el origen de la Visión.

Centrándonos en los números del volumen que aquí reseñamos, el #51 presenta la novedad de traer de vuelta a Iron Man (según Englehart, uno de los motivos de su despido de la colección fue su negativa a devolver al Hombre de Hierro a las filas del grupo), un Iron Man que se niega a desvelar su verdadera identidad tras lo ocurrido en su colección en la última etapa de Bob Layton y David Micheleine. Aparece Pandemonium, viejo conocido del grupo, y tiene lugar la batalla de rigor que, en realidad, era una distracción para que el villano secuestrara a los hijos de la Bruja Escarlata. Poco antes, Agatha Harkness (resucitada porque sí) explica que los niños, William y Thomas no son reales sino proyecciones creadas por la magia de Wanda. En el #52, Pandemonium absorbe las almas de los gemelos y Byrne enmaraña aún más la historia explicando que en realidad los trozos perdidos del alma de Pandemonium son los trozos perdidos del alma de Mefisto, desaparecidos tras ser derrotado por Franklin Richards en Los Cuatro Fantásticos #277. Agatha envía a la antorcha humana original a la dimensión de Pandemonium con lo que parecen los dos trozos de alma restantes y cuando el villano los absorbe, desaparece “tragado por sí mismo”. Por último, Agatha borra el recuerdo de los niños de la mente de Wanda (hasta que la Avispa cometa un pequeño desliz 15 años después que provocará Vengadores Desunidos).

Del #53 al #55, la colección se cruza con el cross-over Actos de Venganza, orquestado por el propio Byrne. Se trata de los números más entretenidos del tomo, con peleas contra los U-Foes, el hombre topo y Giganto, o Loki. Para no pisar la reseña del Marvel Héroes. Los Vengadores: Actos de Venganza, tan solo indicar que este cross-over parecía una idea bastante tontorrona, que acabo dando, en general, cómics bastante entretenidos y divertidos (a destacar los de Spiderman con los poderes del Capitán Universo) pero que carecían de una trama general mínimamente sólida. Al final, el plan de Loki era… ninguno. O peor, el de siempre.

Los #56 y 57 suponen la despedida de Byrne de la colección y es donde tendría lugar el grueso de su interrumpida saga de la Bruja Escarlata Oscura. Wanda tortura al Hombre Maravilla y mantiene cautivos a la Avispa y el USAgente hasta que Hank Pym y la antorcha humana original van a su rescate. Magneto y Mercurio se marchan con Wanda al asteroide M, donde rechazan el intento de los Vengadores de (de nuevo) rescatar a su compañera. La historia, tal y como la había imaginado Byrne, quedaría inconclusa. ¿Qué había pasado? Al parecer, en una reunión entre autores y editores, Byrne presentó, como posible historia de un futuro cross-over entre la mayoría de los títulos de Marvel (como Inferno o los mismos Actos de Venganza) su idea de cómo Inmortus, gracias a los poderes de la Bruja Escarlata, conseguía alterar la realidad. Al Editor en Jefe, Tom DeFalco no le gustó la idea y le dijo que la descartara por completo. Sin embargo, tanto Byrne como su editor en la serie, Howard Mackie, entendieron que la descartaban como idea para un cross-over, no como historia para los Vengadores Costa Oeste. Cuando DeFalco descubrió que la historia de la Bruja Escarlata e Inmortus seguía su curso en la serie, entró en cólera y se encaró con Byrne, quien contrariado abandonó su trabajo en ambas colecciones vengadoras.

Los #58 y 59 son sendos fill-ins no incluidos en este tomo que reseñamos ahora, pero que intentan enlazar con la trama general. En el primero de ellos, el villano Vibro provoca un terremoto en la costa oeste que justificará el “retraso” de los héroes a la hora de idear un nuevo plan para rescatar a Wanda. El segundo, aunque claramente es un número de relleno protagonizado más por Hidroman que por lo héroes titulares, merced a unos cambios en las dos últimas páginas, se revela como una de las realidades alternativas que Inmortus lleva borrando desde hace varios números.

Los encargados de sustituir a Byrne serán el guionista histórico de Marvel Roy Thomas acompañado de su mujer Dann, junto con el dibujante Paul Ryan. Los #60 a 62 servirán para cerrar la trama de Inmortus de manera bastante digna dada la delicada situación en la que Byrne había dejado la historia. Vuelve Ojo de Halcón mientras que Mercurio muestra que su maldad era fingida y se transporta junto con su familia, gracias a Mandíbulas, al lado oscuro de la luna donde los esperan los Vengadores. Luchan contra Magneto pero no contra Wanda, lo que es bastante raro dada la tortura a la que sometió a Simon hace nada. Magneto es derrotado y Wanda (por cuarta vez en año y medio) se queda catatónica. Aparece Inmortus, revelado como el hombre que movía los hilos detrás de toda la etapa Byrne y más allá puesto que también se declara responsable de la historia de Roger Stern en la que la Visión toma el control de todos los ordenadores del planeta. Los Vengadores son transportados al limbo y se enfrentan con una legión de no-vivos con gente que no se sabe cómo está muerta como en el caso de Arno Stark o Toro (al que se creía muerto pero cuyo estatus como cadaver estaba en entredicho tras lo narrado en Power Pack #56-62). Finalmente, los Vengadores derrotan a Inmortus y, tras la aparición de los guardianes del tiempo, retornan a su rancho con la Bruja Escarlata, a priori, plenamente recuperada.

A nivel superficial, los cómics que conforman este tomo son muy entretenidos. Aventuras escritas con oficio y presentadas con un dibujo atractivo. Si no eres seguidor de los personajes, hay mucho que disfrutar en estos cómics, especialmente en la sensación de imprevisibilidad que se tiene leyéndolos. Parece que cualquier cosa puede ocurrirle (casi nunca buena) a los héroes. Sin embargo, a poco que uno conozca a los personajes o les tenga algo de cariño, especialmente a la Bruja Escarlata, la cosa empieza a chirriar. Como comentábamos en la reseña del tomo anterior, el trabajo de John Byrne es, cuanto menos, controvertido. Su aproximación buscando epatar al lector con sorpresas del tipo “lo que tú pensabas que era cierto, no lo es” acaba siendo un recurso que, a fuerza de repetirlo, cansa. El escritor británico-canadiense se toma todas las licencias creativas que cree necesarias para justificar su historia-río de deconstrucción para Wanda Maximoff. Especialmente sangrante es la resurrección de Agatha Harkness sin explicación alguna cuando, tras su muerte, la propia Wanda se comunicó un par de veces con ella en el más allá. Otro detalle que Byrne ignora a sabiendas es que el Doctor Extraño certificó en el nacimiento de los gemelos que no había nada raro mágico con ellos. Tampoco hay explicación alguna a este respecto.

Hay mucho que discutir y criticar en el trabajo de Byrne, empezando (y terminando) por su forma de retratar a las mujeres en su etapa en Los Vengadores Costa Oeste. La Avispa parece un side-kick de Hank Pym y sus demostradas dotes de liderazgo brillan por su ausencia. Tigra es convertida en un felino sin conciencia humana y completamente abandonada argumentalmente. Pájaro Burlón traiciona a sus compañeros vengadores y olvida “mágicamente” su ruptura con Clint Barton. Y Wanda… Por donde empezar con Wanda. Lo primero es reconocer que la visión que de la Bruja Escarlata tiene Byrne es la que ha llegado hasta nuestros días, influyendo notablemente en guionistas posteriores, sobre todo en Fernando Michael Bendis, el Deseado (o, para otros, el Odiado). Byrne será quien primero se dará cuenta de que la Bruja Escarlata podría muy bien ser uno de los personajes más poderosos del universo Marvel cuando se conjugan sus poderes mutantes de alteración de probabilidades junto con sus habilidades mágicas.

Wanda es escrita como un personaje inestable e “histérico”, con muchas dificultades para controlar sus poderes, frágil y dependiente. Para cualquiera que hubiera leído algo del personaje en los años 70 u 80, esta descripción de la Bruja Escarlata sonaría absurda. El problema es que Byrne quiere repetir de nuevo el proceso de “maduración” que ya habían experimentado en el pasado a sus manos Jean Grey y Susan Storm pero esta vez no tiene una base sólida en la que apoyarse. Y no la tiene porque Wanda ya era un personaje maduro y adulto sin necesidad de traumatizarla de más. Tanto Roy Thomas como Steve Englehart habían mostrado cómo la relación de Wanda y Visión no era caprichosa, sino un símbolo de su fortaleza puesto que tenía que hacer frente a la incomprensión tanto de extraños como de su propia familia. Wanda se demostró a sí misma y a sus compañeros que podía ser una vengadora de pleno derecho y se liberó de la relación tóxica con su hermano. Pretender que era una mujer inestable que se “inventó” a sus propios hijos para no volverse loca es una lectura del personaje simplemente errónea. Y, en pleno siglo XXI, todavía se escribe a Wanda en muchas ocasiones como una mujer al borde de un ataque de nervios o simplemente de perder el control. En los últimos 30 años, solo Kurt Busiek y, en menor medida, Allan Heinberg en La Cruzada de los Niños, han intentado ir más allá de la pesada herencia dejada por Byrne.

Por otra parte, el punto más polémico de esta Bruja Escarlata Oscura tendría lugar en el #56 cuando Wanda tortura a Simon. Tal y como aparece dibujada la escena parece que ella está arañando al indefenso héroe pero tanto el texto como el subtexto hacen pensar en una aproximación incluso sexual. Al fin y al cabo, Byrne escribe a Wanda como una mujer, ahora sí, desinhibida. Después de la publicación del cómic, Byrne ha repetido muchas veces que el no pretendía dar lugar a una interpretación lujuriosa de la escena pero es difícil creerle, más aún cuando el Editor Len Kaminski confirmó que hubo que retocar esa página y la siguiente ya que los originales, en los que en los dos paneles cruciales no aparecía la cabeza de Wanda, podían ser interpretados como que le estaba practicando sexo oral al Hombre Maravilla. Como Byrne será muchas cosas pero tonto no es una de ellas, debemos concluir que debe pensar que los lectores son los tontos.

En los Vengadores Costa Oeste de John Byrne no hay tiempo para el descanso o la reflexión. Siempre pasan cosas pero sin la sensación de que el guionista tenga un plan para ningún personaje más allá de la Bruja Escarlata. Tampoco hay prácticamente villanos o aventuras clásicas; eso estaba pasando en los otros vengadores con Byrne solo a los guiones. ¿Para qué sirvió traer de vuelta a la antorcha humana original? ¿O introducir al USAgente como nuevo líder del grupo? ¿Tenía realmente alguna historia guardada para Tigra? Byrne afirmó, posteriormente, que su intención era volver a dejar todo como estaba y, si hacemos caso a su idea para finalizar la saga de la Bruja Escarlata Oscura, quizás podría haberlo conseguido. El final original nos mostraba a Inmortus utilizando los poderes de Wanda para alterar el pasado haciendo que Kang derrotara a los vengadores en su primer enfrentamiento, ocasionando una realidad paralela tipo la Era del Apocalipsis. El encargado de derrotar a Inmortus sería el Caballero Negro, con la ayuda de la misma Bruja Escarlata. Incluso con un posible reseteo soft tras esta realidad alternativa, es dudoso que Byrne trajera de vuelta a la Visión y a los gemelos.

Por lo que respecta al dibujo, el declive de Byrne es más acusado en este tomo que en el anterior. En muchos casos deja de dibujar fondos y en otros los lápices parecen apenas esbozados. Se nota cuando está dibujando algo que le gusta como se puede ver en las escenas de las realidades que Inmortus va eliminando o en el exquisito trazo con el que presenta a Magneto. Cierto es que en aquella época, Byrne se encargaba de Hulka además de las dos colecciones de los vengadores, una gran carga de trabajo, pero que no justifica otro de los aspectos más irritantes de su obra en los noventa: el exceso de texto. Sin llegar a ser tan exagerado como en su posterior Wonder Woman, Byrne abusa demasiado de paneles repletos de texto con personajes justificando sus tirabuzones argumentales.

El matrimonio Thomas hace un trabajo muy digno para salir de todo el follón organizado por Byrne, cerrando la historia como buenamente pudieron (o supieron). Se trata de una narración mucho más clásica (en muchos aspectos parece un cómic de los años 70) pero que al menos da un cierre más o menos lógico sin contradecirse con lo presentado por Byrne. El dibujo de Paul Ryan es funcional y se siente anticuado comparado con el de Byrne. Personalmente, sigo encontrando muy extraño que Ryan le dibuje dientes a Iron Man. Paul Ryan dejaría paso a David Ross, mientras que los Thomas se mantendrían hasta casi el final de la serie, en el #102. Será difícil ver reeditados estos cómics que, sin ser ninguna maravilla, acabarían siendo un digno complemento a los Vengadores de Bob Harras (incluyendo algunas historias francamente buenas como el enfrentamiento con Ultron). John Byrne llegó, puso todo patas arriba, y se marchó dando un portazo. Sus números serían el pico creativo de la serie y hoy en día siguen siendo recordados (o vilipendiados) por su trascendencia. La historia de amor de la Visión y la Bruja Escarlata nunca sería olvidada aunque tendría que esperar tres décadas y un salto de medio para poder continuar. Hay cosas que ni John Byrne puede borrar de la historia.

Lo mejor

• Su relevancia histórica

Lo peor

• Historia original dejada a la mitad
• La falta de rumbo en general de la colección



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