Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Crítica de El Caballero Verde (The Green Knight), de David Lowery

Dirección: David Lowery
Guion: David Lowery
Música:Daniel Hart
Fotografía: Andrew Droz Palermo
Reparto: Dev Patel, Barry Keoghan, Alicia Vikander, Ralph Ineson, Kate Dickie, Erin Kellyman, Joel Edgerton, Sarita Choudhury, Sean Harris, Helena Browne, Emilie Hetland, Anthony Morris, Megan Tiernan, Noelle Brown
Duración: 130 minutos
Productora: A24
Nacionalidad: Estados Unidos

Each evening, from December to December
Before you drift to sleep upon your cot
Think back on all the tales that you remember
Of Camelot

Camelot (Reprise)
Alan Jay Lemer

Después de una larga, interminable pandemia que nos privó de ella durante meses, e incluso impidió su presencia en festivales, ya tenemos aquí uno de los títulos más esperados de este 2021 (al menos por este humilde servidor de vuesas mercedes): El Caballero Verde, o el mucho más poético y sonoro The Green Knight en el idioma de Camelot, la nueva película del director estadounidense David Lowery, que en esta ocasión se enfrenta a la ardua tarea de adaptar un conocido mito artúrico protagonizado por Sir Gawain, sobrino del mismísimo Rey, quien ante la irrupción de una misteriosa y sobrenatural criatura portando uno de los dos colores del Betis decide aceptar su juego: dejarse golpear por su oponente y, en el transcurso de un año, comprometerse éste a ir a su encuentro en su capilla para serle devuelto el mismo golpe, de igual forma e intensidad; tras cortarle la cabeza, Sir Gawain contempla atónito cómo el Caballero Verde vuelve a la vida y le conmina a cumplir su palabra las próximas navidades. Dará lugar entonces un viaje en el que nuestro protagonista se enfrentará a diversas pruebas para confirmar que es un auténtico Caballero, pero, ¿habrá Lowery vencido a las mismas para demostrar su valía como uno de los mejores autores contemporáneos del cine estadounidense? Vamos a intentar averiguarlo:

Y es que David Lowery se había ganado unas expectativas completamente merecidas para su escasa trayectoria en los largometrajes: tras un magnífico debut con Peter y el Dragón (que daría para artículo aparte para esas maravillosas veces en las que Disney decide arriesgar en animación), Lowery dio un golpe en la mesa con la sencillamente extraordinaria A Ghost Story, un desgarrador relato sobre el duelo y la pérdida que, como Mike Flanagan en gran parte de su obra, trataba de reformular el concepto de fantasma y, por extensión, el concepto de muerte. Lowery desplegaba allí un festival de precisión estilística, pero también narrativa, pausada y alegórica. Tras aquel logro y una más que notable The Old Man & The Gun (regalando a Robert Redford una despedida por todo lo alto de la actuación), el siguiente proyecto de Lowery era esta The Green Knight, donde está de vuelta con la siempre inquietante productora A24 y donde Lowery se mete de lleno en el pantano que es intentar adaptar una leyenda artúrica, algo que consigue con nota. Y es que Lowery adapta la historia en el mejor sentido de la palabra, llevando todas las alegorías y encanto de los antiguos relatos a su propio estilo de narrar y creando una pieza de orfebrería cinematográfica completamente única.

Dev Patel, Sir Gawain en El Caballero Verde
Dev Patel, Sir Gawain en El Caballero Verde

Para ello, Lowery vuelve a contar con dos de sus pilares, el director de fotografía Andrew Doz Palermo, y el compositor Daniel Hart. Como ya ocurriera en A Ghost Story, los tres forman una alquimia abrumadora, con una película hipnótica y a la vez entretenida; no intenta ser esta The Green Knight tan críptica como A Ghost Story, y lo consigue apoyándose en el divertimento atemporal de los relatos artúricos, con intrigas, juegos navideños, viajes del héroe, brujas, magos y maleficios que romper, empezando por el del propio Caballero Verde. No puedo dejar de emocionarme al pensar en un joven espectador contemporáneo enamorándose de las posibilidades del Cine (no miro a nadie con esa mayúscula, Andres Trasado) o de la literatura al asociar algún pasaje de esta The Green Knight a cualquier misión secundaria de The Witcher 3 o Skyrim, y entender de golpe que todo está contado, pero que a su vez necesita ser contado de nuevo por nuevas voces para seguir la cadena de historias, de la luz de una hoguera al brillo de un proyector de cine o un televisor en el salón de tu casa, como ha sido desgraciadamente el caso que nos ocupa con un estreno directamente en streaming vía Amazon Prime Video en España sin pasar por salas, en una película que pide a gritos la mayor pantalla posible.

La simbología, clave en el aspecto visual de The Green Knight
La simbología, clave en el aspecto visual de The Green Knight

Ojo, que esta El Caballero Verde tampoco va a convencer seguramente a todo el mundo; se mantiene el tono tranquilo de Lowery a la hora de contar la historia. Y es que así como el mencionado anteriormente Mike Flanagan prefirió marcar el tono con la verbalización en su reciente Misa de Medianoche para desespero de más de un impaciente con sus largos monólogos, el estilo de Lowery es antagónico y quizás más cercano a un esteta obsesivo como Stanley Kubrick, ofreciéndonos todo un festival de los sentidos donde las imágenes lo cuentan todo: como ejemplo, ese precioso travelling de la partida de Sir Gawain por un humilde sendero con la imponente (y nunca mencionada) Camelot de fondo. El Caballero Verde es una auténtica gozada visual, pero no pensemos que no carece de la profundidad de sus anteriores propuestas. Mucho hay que cortar en la aventura de Sir Gawain, y Lowery lo cuenta de manera inteligentísima volviendo a trabajar con la alegoría visual y la simplicidad narrativa con ejemplos como ese enigma del Verde, casi una extensión de los temas de A Ghost Story. El Verde, aquel verde de Scott Fitzgerald que Gatsby veía a lo lejos como anhelo nostálgico y a la vez inevitable, aquí funciona también como oxímoron de la vida y la muerte. No es de extrañar que Lowery sea considerado, junto a otros talentos como el de Robert Eggers (sólo Odín sabe lo que nos espera con su The Northman), una de las grandes esperanzas del panorama autoral de ese otro Hollywood alejado de franquicias, reboots y secuelas, y que puede llevar a buen puerto proyectos tan arriesgados como esta The Green Knight.

El Caballero Verde himself
El Caballero Verde himself

Mira que no me gusta ponerme densito y sofisticado en las críticas cual Joey con el diccionario de sinónimos, pero es que el cine de David Lowery te empuja a ello de la misma forma que David Lynch te convencía de que lo menos importante de Twin Peaks era quién mató a Laura Palmer. The Green Knight eleva el relato sobre los aprendizajes de la caballería y esquiva las moralejas al estilo de El Conde Lucanor para traernos una destilación del relato mítico a través del ojo de un cineasta que coge lo que necesita de la historia para contar la suya propia. Al final del día, es todo lo que importa. Sí, el reparto está fantástico con un Dev Patel perdido, incauto, falible y sexy a la vez (qué gran combinación) o una Alicia Vikander soberbia interpretando dos papeles al mismo tiempo que me hace maldecir en qué momento cogió el arco y las flechas de Lara Croft tras ganar el Oscar; y sí, la fotografía y la música son sobrenaturales, como lo son el encuadre, la técnica, el guion… pero todos esos componentes son inocuos si no formaran una perfecta alquimia que haría palidecer de envidia al mismísimo Merlín; esa singular y única fascinación (colectiva y catártica, con la añoranza de la oscuridad de las salas, o individual y casi litúrgica en la oscuridad de los salones de nuestras casas) de encontrarte con una película única, de esas que muchos agoreros y aguafiestas dicen que ya no se hacen: así que intentaré hacer lo que apelaba Richard Burton en el Reprise del musical de Broadway, y repetiré la historia a todo aquel que no la haya oído sobre este pequeño y efímero punto brillante en la cartelera actual para que no se olvide. Lo que le resta a uno es recordar ese primer momento en el que se asomó a esta The Green Knight con la reverencialidad, y ese alegre asombro que sin querer te despierta una sonrisa, de un Lanzarote la primera vez que avistó Camelot tras una colina, que no es otro que el alivio y la satisfacción del viajero que suelta las maletas al encontrar al fin su destino: yo me bajo aquí.

“He aquí una ciudad de Encantadores, construida
por Reyes de las Hadas”; el segundo le respondió:
“Señor, hemos oído de nuestro sabio allá en nuestro hogar
del Norte que este Rey no es el Rey,
sino solo un niño cambiado del País de las Hadas,
que sorprende a los paganos mediante hechicería
y mediante el poder de Merlín”. Habló de nuevo el primero:
“Señor, no hay tal ciudad en ninguna parte,
es todo una visión”.

Idilios del Rey, Alfred Tennyson

“Gatsby creía en la luz verde, el orgiástico futuro que, año tras año, se aleja de nosotros… Nos esquiva, pero no importa; mañana correremos más deprisa, nuestros brazos extendidos llegarán más lejos, y una hermosa mañana…

Y así seguimos adelante, botes remando contra la corriente, empujados incesantemente hacia el pasado”.

El Gran Gatsby, F. Scott Fitzgerald



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