Javier Vázquez Delgado recomienda: Érase una vez dos princesas, de Kay O’Neill

Érase una vez dos princesas portada La Cúpula

Edición original: Princess Princess Ever After (Princess Princess Ever After, 2016)
Edición nacional/España: Érase una vez dos princesas (La Cúpula, 2019)
Guion: Kay O’Neill
Dibujo: Kay O’Neill
Color: Kay O’Neill
Color: Natalia Mosquera
Traducción: Cartoné. 64 páginas. 14,90 €

Esta princesa tiene una espada, un unicornio y pelazo

Érase una vez dos princesas horizontal

Continuamos con el repaso a toda la obra de Kay O’Neill, maestra del cuquismo y excelente narradora. Ya vamos a mitad de camino. En el día de hoy toca hablar de Érase una vez dos princesas, un cómic publicado originalmente en 2016 por la editorial Oni Press para el mercado norteamericano bajo el título de Princess Princess Ever After y que La Cúpula trajo al mercado español en el año 2019.

En Érase una vez dos princesas conoceremos la historia de Sadie, una princesa que vive encerrada en una torre por culpa de una malvada bruja, y Amira, otra princesa que, al toparse con la torre de Saide, se decide a sacarla de su prisión. De este modo, ambas emprenderán un viaje lleno de sorpresas en busca de la verdadera libertad a lo largo del Reino.

Kay O’Neill parte de esta base para ofrecernos un cuento de hadas tan clásico como subversivo: si bien estamos ante una historia que funciona perfectamente como cuento autoconclusivo, también trata de desmantelar los clichés que normalmente se asocian al género de uno en uno. Para ello, empieza con algo tan sencillo pero poco común como sustituir la clásica figura del “príncipe azul” por una intrépida princesa. Y ojo, que no es una princesa cualquiera: tiene una espada, un unicornio y pelazo.

Pero Kay O’Neill se preocupa de explicitar de múltiples formas su propósito de subvertir los principales clichés del género desde las primeras páginas. Por ejemplo, Amira encuentra la torre en la que se halla confinada Sadie porque la escucha gritar. Sin embargo, cuando Amira se acerca y le pregunta a Sadie por el motivo de sus chillidos, la respuesta de Sadie es: “No estaba chillando. Estaba cantando”. Además, cuando Amira se ofrece a ayudarla, Sadie se muestra reticente a aceptar la oferta; sostiene que ya han sido muchos los príncipes que han intentado rescatarla sin éxito.

Estos dos momentos suponen toda una declaración de intenciones por parte de la autora porque rompen de un plumazo la imagen habitual de doncella perfecta que espera a ser salvada existente en el imaginario colectivo. Por si lo anterior no fuera suficiente, cuando al fin Samira llega hasta la torre, se da cuenta de que no tienen forma de bajar de nuevo. Samira, ante un panorama así, le pregunta a Sadie: “¿Cómo de largo tienes el pelo?”, a lo que Sadie responde: “¡Olvídalo! ¡No soy Rapunzel!”. Más claro no se puede decir. No estamos ante los personajes estereotípicos y planos que tantos otros cuentos han planteado desde hace siglos, sino ante personajes con carácter que se asemejan mucho más a seres humanos reales.

Una vez más, el dibujo de O’Neill vuelve a ser uno de los puntos más destacables de la obra. Su trazo limpio y los colores planos de tonalidades pastel empleados derivan en un aspecto gráfico que logra un equilibrio muy apropiado entre simplicidad, expresividad y estética. Volviendo a la idea de plantear a personajes que parezcan tener vida propia, la habilidad de la autora para comunicar eficazmente la información que desea mediante los recursos propios del medio del cómic vuelve a quedar fuera de toda duda; aunque, en este caso concreto, O’Neill tiende menos hacia la experimentación formal con la que nos ha deslumbrado en otras ocasiones y prefiere centrar sus esfuerzos en romper clichés con el guion.

Ahora, si se me permite, me gustaría dedicar un par de párrafos a hablar sobre la traducción de este tomo, que es, como nos tiene acostumbrados La Cúpula, excelente. Los globos de diálogo se han trasladado al español de forma fluida, natural y con un registro que se ajusta al tono de la historia. Aunque siempre se puede escapar algo porque los traductores y editores al final son seres humanos —faltaría más—, en líneas generales nos encontramos ante un trabajo impecable. Sin embargo, observo una tendencia que se ha ido repitiendo tanto en esta como en otras obras de la misma autora publicadas por la editorial que consiste en no poner comas antes de los “pero”. Si bien un “pero” no siempre necesita estar precedido de una coma, en la mayoría de casos sí debe ser así.

Por ejemplo, no se pone coma cuando acompañamos el “pero” de dos adjetivos o expresiones que generan un contraste directo a la hora de describir un sustantivo. Para ilustrarlo mejor, en la frase “el meritorio pero vano esfuerzo la dejó agotada”, ese “pero” no va precedido de una coma porque sirve para indicar la suma de dos características (contrapuestas) sobre algo. No obstante, cuando el “pero” actúa como nexo coordinante adversativo entre dos oraciones, la coma sí debe aparecer. Por recurrir a un ejemplo del propio cómic, en el fragmento “Es usted un gran bailarín pero ¿no ve que todo el mundo huye despavorido?”, ese “pero” debería ir precedido por una coma. Aunque este error de puntuación no se da en todos los casos, sí que se observa varias veces a lo largo de este cómic y de —como comentaba en el párrafo anterior— otros títulos publicados por la editorial de la misma autora.

En conclusión, Érase una vez dos princesas es un cómic que parte del objetivo base de desafiar los principales clichés de los cuentos de hadas clásicos para crear una historia tan distinta a lo que estamos acostumbrados a ver en ese género como triunfante en sus aspectos más fundamentales. Estamos ante una obra relativamente sencilla, que no le cambiará la vida a nadie ni pretende hacerlo, pero que, aun así, funciona a la perfección como fábula de carácter breve y actualizado que lectores de todas las edades pueden disfrutar como si de un cuento clásico se tratara.

Lo mejor

• Que desafía los principales clichés de un género muy manido.
• Funciona a la perfección como cuento de hadas moderno.
• El dibujo.

Lo peor

• Si bien la autora nos tiene acostumbrados a obras de muy breve lectura, en este caso la brevedad y simplicidad de la historia es todavía más notable.



Ver Fuente

Comentarios

Entradas populares