Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Crítica de Maligno, de James Wan


Dirección: James Wan
Guión: Ingrid Bisu, James Wan, Akela Cooper
Música: Joseph Bishara
Fotografía: Michael Burgess
Reparto: Annabelle Wallis, George Young, Maddie Hasson, Jake Abel, Jacqueline McKenzie, Michole Briana White, Paul Mabon, Ingrid Bisu
Duración: 111 min
Productora: Coproducción Estados Unidos-China; Atomic Monster, Boom Entertainment, Boom! Studios, Starlight Culture Entertainment. Distribuidora: Warner Bros., HBO Max
Nacionalidad: Estados Unidos.

Sí, sabemos que han pasado casi dos meses desde su estreno, pero en Zona Negativa estábamos buscando cualquier excusa para hablar de Maligno, la última y controvertida película como director del cineasta James Wan, y la festividad de Halloween es la perfecta para hacerlo. A estas alturas ya sabemos que el largometraje pinchó en taquilla, como casi todos los recientes estrenos simultáneos en cines y HBO Max de Warner Bros, y que tanto la crítica como el público se dividieron visceralmente a la hora de valorarla, pero nosotros queremos aprovechar esta entrada para cantar las alabanzas de una pieza que, no nos cabe la menor duda, ostentará dentro de no mucho tiempo el título de obra de culto dentro su género. No veíamos al director australiano de origen malasio ponerse detrás de las cámaras en una película de terror desde la brillante Expediente Warren: El Caso Enfield, ya que sus responsabilidades los últimos años han consistido en producir material para las distintas franquicias nacidas de su impronta o los spin offs derivados de las mismas y dirigir Aquaman, la primera película en solitario del superhéroe de DC Comics interpretado por Jason Momoa. De manera que esta cinta co escrita por él mismo junto a Ingrid Bisu y Akela Cooper o protagonizada por Annabelle Wallis, George Young, Michole Briana White, Maddie Hasson, Jake Abel o Jacqueline McKenzie entre otros ha supuesto su nuevo y esperado proyecto como realizador dentro del género que le dio fama y dinero.

Cuando en 2019 se confirmó que James Wan cedería la silla de director a Michael Chaves (The Curse of La Llorona) en Expediente Warren: Obligado Por el Demonio después de haber facturado con las otras dos entregas de The Conjuring las mejores películas de su filmografía, un servidor no comprendía dicha decisión del realizador por mucho que el resultado con aquella tercera entrega de las correrías sobrenaturales de Ed y Lorraine Warren se revelara finalmente como una obra más que digna que no desentonaba con sus predecesoras. Pero una vez vista esta Malignant que nos ocupa todo cobró sentido instantáneamente para el que suscribe. Porque la última película del director de Saw (2004) o Insidious (2010) pareciera el resultado de haber recibido carta blanca por parte de Warner Bros como agradecimiento por los más de mil millones de dólares recaudados por Aquaman internacionalmente. Un proyecto humilde, dentro de los estándares hollywoodienses, en el que ha podido hacer lo que ha querido sin restricción alguna.

El prólogo de Malignant es esclarecedor con respecto al tono que mantendrá la propuesta a lo largo de todo su metraje y una declaración de principios por parte de James Wan al poner todas las cartas sobre la mesa con al intención de engañar a nadie. Los tonos rojizos herederos de la escuela de terror italiana, la violencia explícita, el contexto hospitalario, la música de sintetizador con aroma a los 80 y esa monstruosidad que se vislumbra detrás de una cortina asientan las bases de un proyecto que toma como centro neurálgico la locura, la total ausencia de prejuicios y la exigencia de una inapelable suspensión de la credulidad para que el espectador pueda disfrutar del viaje psicotrónico propuesto por el director. Si a Malignant se entra con reservas, con la idea de esperar un relato lógico dentro de ciertos parámetros ficcionales, el resultado será decepcionante en grado sumo. En cambio si nos dejamos llevar por su esquizofrenia formal la experiencia se antojará inolvidable.

El sencillo planteamiento inicial de Malignant entronca directamente con la cantidad de vericuetos en los que se introducirá su guion para mutar la propuesta en algo cada vez más desinhibido e inclasificable. Madison (Annabelle Wallis) es una mujer embarazada que después de sufrir una agresión por parte de su marido Dereck (Jake Abel) comienza a experimentar visiones sobre truculentos asesinatos perpetrados en su ciudad por una desconocida figura vinculada con su propio pasado. Con la ayuda de su hermana menor Sydney (Maddie Hasson) o los detectives Keoka Shaw (George Young) y Regina Moss (Michole Briana White) Madison intentará detener a este criminal cuya naturaleza pareciera tener un origen sobrehumano. A partir de este punto de partida James Wan y sus colaboradoras al guion despliegan una intrincada historia que irá adentrándose gradualmente en los terrenos de lo onírico sin miedo a caer en el ridículo.

Malignant pareciera desde su mismo arranque un slasher con anabolizantes rodado por el Brian de Palma de la no menos alocada En Nombre de Caín (Raising Cain, 1993) utilizando como recursos estilísticos y conceptuales los lugares comunes o la imaginería audiovisual del giallo (cuero, armas blancas, sangre a borbotones, violencia explícita adentrándose en los terrenos del gore, reminiscencias del policíaco más pulp) con la intención de no hacer prisioneros entre el patio de butacas. Esto que afirmamos se concentra durante los dos primeros actos de la película en los que el misterio sobre la identidad del asesino se va desvelando poco a poco por medio de pistas que apuntan con cierta claridad hacia dónde debe dirigir su mirada el espectador para acertar el tiro. Pero todo cambia en el último acto, cuando Malignant ya nos pone a prueba con un giro que incitará a algunos a echarse las manos a la cabeza y a otros a caer rendidos ante el descaro y la osadía de James Wan.

La media hora final de Malignant es una oda salvaje y casi descerebrada a la irracionalidad haciendo que todo aquello que habíamos elucubrado con respecto a la identidad del asesino llegue a extremos de puro delirio. Abandonamos en cierta manera la influencia del slasher y el giallo hipervitaminado para abrazar la serie B más exploit e iconoclasta viniéndonos a la mente productos de culto como Basket Case (1982) o cintas tan malditas como La Mitad Oscura (1993), la malograda adaptación que realizó en George A. Romero de la novela homónima de su amigo Stephen King. A estas alturas ya vale todo y James Wan monta su propia Asalto a la Comisaria del Distrito 13 (John Carpenter, 1976) con un sólo enemigo para todo el cuerpo de policía que inicia su particular escabechina en una celda y acaba en medio de la comisaria con una secuencia de acción a modo de perversa revisión de la protagonizada por Nicole Kidman en el arranque de Aquaman en la que Wan se permite, por poner solo un ejemplo, que su criatura le arranque un brazo a un agente del orden para golpear con él a otro.

Malignant es ante todo una celebración, un tren de la bruja desbocado y sin frenos en el que conviven armónicamente el efecto especial práctico y el pixel sin que colisionen el uno con el otro de mala manera. Es la declaración de amor del rey del terror mainstream al lado opuesto del género, aquel exploit y rotundamente pulp que se forjó en sesiones golfas proyectadas en salas grindhouse, festivales demenciales y videoclubs decadentes. Poco importa si fue un fracaso económico o si se la trató injustamente por unos y otros, el cine que perdura nació para sembrar la discordia, no para contentar a todo el mundo y James Wan lo consiguió con su obra más valiente, deliberadamente temeraria, pasada de rosca y, por qué no decirlo, ocasionalmente ridícula. Ojalá más cine de terror libre, desinhibido y carente de pretensiones como este que nos haga recuperar la fe en el perfil más desenfadado y divertido del medio.



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