Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Héroes. Los Vengadores: La línea a cruzar

Edición original: The Avengers 319-333, Captain America Annual 9, Iron Man Annual 11, Thor Annual 15, Avengers West Coast Annual 5, The Avengers Annual 19 y Marvel Graphic Novels. Avengers: DeathTrap USA (Marvel Comics, 1990-1991)
Edición nacional/España: Marvel Héroes. Los Vengadores: La línea a cruzar (Panini Cómics, 2021)
Guion: Larry Hama, Mark Gruenwald, Fabian Nicieza, Roy Thomas, Dann Thomas
Dibujo: Paul Ryan, Tom Morgan, Rick Levins, James Fry, Jim Reddington, Herb Trimpe, Jim Valentino
Entintado: Tom Palmer, Christopher Ivy, Keith Williams, Mickey Ritter, Brad Vancata, Fred Fredricks, Tom Morgan, Reggie Jones, Jeff Albrecht, Sam de la Rosa, Randy Emberlin, Mark McKenna
Color: Renee Witterstaetter, Joe Rosas, Christie Scheele, Nelson Yomtov, Ed Lazellari, Max Scheele, Paul Becton
Formato: Tapa dura. 592 páginas. 44,95€

La dura transición vengadora

“Soy un superhéroe llamado Rabia y estoy aquí para apuntarme a los Vengadores”

En 1990, la colección de Los Vengadores se encontraba en una profunda crisis. Hasta en tres ocasiones, guionistas respetados en la industria habían abandonado de mala manera la colección. Estamos hablando de Roger Stern, Walter Simonson y John Byrne. Este último había dado la espantada tras un desencuentro con Tom DeFalco a cuenta de sus planes para la Bruja Escarlata en Los Vengadores Costa Oeste. El editor de la serie, Howard Mackie, necesitaba un plan pero no acababa de tener claro quién debía ocuparse de las aventuras de los Héroes más poderosos de la tierra. A priori, guionistas de postín quedaban descartados. Demasiados problemas para el editor y quejas de los autores por las constricciones de una colección centrada en, muchos casos, en personajes con colecciones propias o estatus difíciles de cambiar. Mientras decide quién será al siguiente escritor regular de la serie, contacta con un joven valor de la casa, Fabian Nicieza, recién nombrado guionista de Alpha Flight, y le pide una historia que permita cubrir los meses de verano, donde la serie pasaría, temporalmente, a ser quincenal.

Nicieza es consciente de que se le está pidiendo un fill-in alargado y diseña la saga “La línea a cruzar” (#319-324), que da nombre al tomo de Panini que aquí reseñamos. En ella, un submarino nuclear ruso es secuestrado por un grupo terrorista llamado “El cuerpo de paz” que busca provocar una guerra a nivel mundial. En su intento por desbaratar el plan terrorista, los Vengadores se cruzarán con el Protectorado del Pueblo, antes conocidos como los Soviets Supremos, y Alpha Flight. Finalmente, tantos héroes reunidos no podrán evitar que la bomba nuclear explote, gracias a Shaman sin causar víctimas mortales, ni que los líderes del grupo terrorista se fundan en una nueva entidad autodenominada “la Combinación”. Este superser es derrotado gracias a que el resto de terroristas se unen también a la Combinación e imponen su voluntad en esta especie de mente colmena para no destruir el mundo.

“La línea a cruzar” es una historia entretenida pero excesivamente alargada, con un capítulo dedicado íntegramente a los héroes vagando por la dimensión a la que Shaman les envía después de la detonación de la bomba. Además, por muchos rehenes que tengan, chirría demasiado que 15 superhéroes no sean capaces de, ya no de desarmar la bomba, sino de reducir a un grupo de terroristas. Nicieza apuesta por una alineación bastante continuista con respecto a la etapa Byrne y apuesta por el Capitán América, Sersi, Visión, Quasar y el añadido de Mantarraya. En definitiva, muchos porrazos y clichés superheroicos para una historia en la que no destaca tampoco el dibujo de Paul Ryan, Rick Levins y Tom Palmer, en el que se nota el poco tiempo del que dispusieron para trabajar, con acabados muy toscos y un acartonamiento generalizado al que tampoco le beneficia la, por momentos, psicodélica paleta de colores. Como decíamos, el argumento no da para seis números, incluso teniendo en cuenta que originalmente se publicaron con un complemento por lo que ninguno contenía 22 páginas de historia principal. El complemento, escrito por Mark Gruenwald, se centra en el grupo de seguridad y mantenimiento de la base de los Vengadores, y en el plan de la Hermana Noche para implantar un sistema de espionaje y vigilancia en dicha base que desembocará en el #325.

Tras Nicieza, parece que llega el nuevo escritor regular de la serie, Larry Hama. Muy conocido y respetado por su etapa en G.I.Joe, Hama traía sus propias ideas para la serie. La primera de ellas apuntaba a una nueva alineación para el grupo pero acabo siendo un “falso” cambio de estatus puesto que la “nueva” alineación era casi igual que la inmediatamente anterior: Thor, Sersi, Quasar, el Capitán América, Visión, Viuda Negra y Hulka. La nueva estructura del grupo estaría conformada por siete miembros titulares y siete reservas que, para Hama, serían Spiderman, el Caballero Negro, el Halcón, la Capitana Marvel, Rabia y el Hombre de Arena. El matrimonio Thomas aplicaría este sistema 7+7 en los Vengadores Costa Oeste pero, con la llegada de Bob Harras a Los Vengadores, quedaría prácticamente olvidado. La inclusión más importante de la lista de miembros titulares sin duda será la de la Viuda Negra, personaje que quedará vinculado al título durante los años siguientes llegando a ser nombrada líder del equipo

Hama decide apostar por un movimiento arriesgado al presentar a un nuevo superhéroe llamado Rabia, un joven afroamericano que se presenta en la mansión de los Vengadores para exigir ser incluido en el equipo. Si hubiera existido Twitter en 1990, no cuesta imaginar la polvareda que hubiera generado este personaje. Rabia es un adolescente que, accidente con productos químicos mediante, se transforma en un tipo hipermusculado con fuerza y resistencia aumentadas. Las pintas que lleva tampoco generan demasiada confianza, con eso que parecen pantalones y chaqueta sin mangas de cuero y una máscara de luchador mejicano. La idea de Hama es buena, aumentar la diversidad dentro del grupo, pero no está especialmente bien desarrollada. En primer lugar, porque con su actitud chulesca y contestataria, es difícil que el personaje le fuera a caer bien a un aficionado clásico del grupo. Después, el discurso que el personaje tiene acerca de la posición de las minorías en los Vengadores es un poco tramposo. No falso pero sí interesado. Desprecia a Pantera Negra y al Halcón al primero por ser realeza y al segundo por ser admitido en el grupo en base a una política de discriminación positiva (que se saca de la manga) pero omite mencionar a la Capitana Marvel, mujer afroamericana que llegó a liderar los Vengadores en la etapa de Stern. También suena forzado el argumento por el que Rabia acusa a los Vengadores de no luchar a favor del hombre común (rememorando aquel famoso diálogo entre Linterna Verde y un anciano afroamericano en la icónica etapa de Dennis O’Neil y Neal Adams en Green Lantern/Green Arrow). ¿No se supone acaso que los Vengadores precisamente es un grupo pensado para enfrentarse a las amenazas bigger-than-life? En Nueva York, además, ya existen varios superhéroes “callejeros” como Spiderman o Daredevil. Aunque es fácil criticar la postura de Rabia, por irrespetuosa y superficial, lo cierto es que el personaje está bien construido. De hecho, cuando descubrimos que, bajo esa forma muscular, sigue siendo un chaval de 13 años, sus opiniones y comportamiento son… lógicos para un adolescente de barrio trabajador. Ese siempre fue el núcleo del personaje según el propio Hama, una adaptación “moderna” del concepto Billy Batson/Capitán Marvel. Esta conexión con el personaje de DC puede ser la principal razón por la cual Hama decidió crear un nuevo héroe y no utilizar a uno muy parecido, al menos físicamente, como Luke Cage.

La etapa de Larry Hama en Los Vengadores tan solo duraría ocho números. La mayoría de ellos están dedicados a la saga “Los Tetrarcas de Entropía” en la que los Vengadores, para curar a un superviviente ruso de Chernobyl, acaban en una dimensión-prisión de la que escapan, dirección la tierra, un grupo de monstruos. Tras un par de giros argumentales y la inclusión de alguno de los nombres más ridículos presentados en un cómic de los Vengadores (el gran villano Ngh y el pequeño capo de la droga L.D 50… sí, L.D. 50 es el nombre de un personaje y no un edulcorante del Bollycao), los Vengadores derrotan a los monstruos y a los Tetrarcas con ayuda de Rabia. Los dos últimos números (#332-333) nos llevan a la inauguración del nuevo cuartel general de los Vengadores, en los terrenos de la antigua mansión. En esta fiesta, el invitado no deseado será el Dr. Muerte, interesado en los poderes de Mjolnir para abrir portales a otras dimensiones. Al final, como casi siempre, Muertebots en vez del verdadero Doctor en una aventura que al menos permite jugar con la idea de los Vengadores si no como el centro, al menos sí como el corazón del Universo Marvel.

Este tomo de Panini incluye la saga “El Factor Terminus”, historia principal en los anuales de 1990 del Capitán América, Iron Man, y ambas colecciones vengadoras; así como la novela gráfica La Bóveda: Trampa Mortal. Esta última historia presenta la enésima revuelta o fuga en esta mal llamada prisión de máxima seguridad, con especial protagonismo para Veneno, un personaje al alza a principios de los 90. Un entretenimiento palomitero dibujado por solvencia con Ron Lim pero cuya inclusión solo agradecerán los completistas.

He querido dejar para el final de la reseña lo que me parece más apreciable de este conjunto de historias y es su relación con su contexto histórico. La Guerra Fría acabó con la caída del Muro de Berlín en 1989 y estos cómics se publicaron a caballo entre 1990 y 1991. Para varias generaciones de norteamericanos el enemigo era y siempre sería la URSS, Los superhéroes mismos habían combatido contra supervillanos comunistas desde los inicios de Marvel en la década de los 60. En “La línea a cruzar”, el Protectorado del Pueblo funcionan más claramente como aliados que como enemigos de los Vengadores. Más adelante, en los #326-327 seremos testigos de la cooperación EE.UU-URSS ya que el teniente Ramskov, héroe soviético que evitó un desastre mayor durante la fuga del reactor de Chernobyl, es trasladado a los EE.UU. para someterse a una intervención de transplante de médula. No quiero olvidar que el propio Fabian Nicieza se encargaría de escribir un número especial en 1992 dedicado a los supersoldados soviéticos, ya establecidos como equivalente ruso de los Vengadores, con Angel Medina y Javier Saltares a los lápices.

Es también un paso lógico, dado el contexto post-guerra fría, convertir a los Vengadores en una grupo oficial de acción global. Teniendo en cuenta las relaciones entre los Vengadores y el gobierno de EE.UU., siendo su momento más conocido la llegada de Henry Peter Gyrich, no es raro que en el #329 el supergrupo dedica aceptar una reformulación de su carta fundacional para pasar a operar bajo el paraguas de la ONU. Los Vengadores pasarán a convertirse, en la teoría, en un cuerpo de paz dedicado a proteger la tierra de amenazas no relacionadas con ninguno de los estados miembros de la ONU (galácticas, interdimensionales, etc.). Esta transformación del grupo, de fuerza estadounidense a garantes de la paz a nivel casi universal refleja la visión, un tanto idealista, de un mundo encaminado a la paz una vez que la Guerra Fría era un recuerdo del pasado. Es interesante constatar, por otro lado, que una asociación de héroes principalmente norteamericanos (sino de nacionalidad, sí de aspecto o valores como en el caso de Thor) sean elegidos para proteger el mundo, posible analogía del papel de salvaguarda de la paz y el
orden que muchos le asignaban a EE.UU. en su nuevo papel de superpotencia hegemónica en la década de los 90.

Volviendo al desarrollo de la colección, la corta etapa de Hama introdujo ideas interesantes además una caracterización sólida (el guionista siempre ha sido un muy buen dialoguista) pero un desarrollo muy flojo de sus premisas argumentales. Por poner un ejemplo de lo perdida que andaba la colección, durante los dos años anteriores, los Vengadores habían viajado hasta cuatro veces a dimensiones extrañas (dos en este mismo tomo), sin que en ningún caso excepto en el de la aventura con Nébula del tomo anterior, fuera como consecución lógica de la propia historia. Hama pensaba que iba a ser el guionista regular durante largo tiempo pero Mackie tenía otros planes. El éxito de la franquicia mutante y el decreciente interés de los lectores en los Vengadores demandaba cambios drásticos. De editor a editor, de escritor a escritor, Mackie se aproximó a Bob Harras, de la oficina encargada de los X-Men y le ofreció escribir la colección de los Héroes más poderosos de la Tierra. Si el tomo del que hemos estado hablando aquí es el final de una larga etapa oscura en la historia de los Vengadores o una continuación, eso se lo dejamos a los lectores. No son malas historias pero para una de las colecciones insignia de Marvel, ser suficiente no basta.

Lo mejor

• Las ideas que incorporaba Larry Hama a una colección que necesitaba un buen revolcón creativo

Lo peor

• El dibujo, con un Paul Ryan suponemos sobrecargado de trabajo por aquel entonces
• La falta de villanos memorables, exceptuando el Doctor Muerte



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