Javier Vázquez Delgado recomienda: Hijos de la ira, de Damián Campanario y Nico Naranjo
Edición nacional/España: Hijos de la ira (Nuevo Nueve, 19 octubre, 2020)
Guion: Damián Campanario
Dibujo: Nico Naranjo
Formato: Cartoné. 144 páginas. 22€
Pacific Rim rejuvenecido
«Os escondéis en vuestra base, donde no podéis ori los gritos… ni oler los cadáveres.»
No es fácil enfrentarse como autor a una obra juvenil en la que se mezclen elementos como la guerra o la muerte sin acabar cayendo en una parodia de una obra adulta, o en una simplificación de esos mismos términos que poco bien le hacen a dicha obra. Sin embargo, muchos de ellos optan por tratar temas universales como lo son estos dos, poniéndolos siempre en contrapunto con los temas opuestos y que suelen tener su mayor incidencia en el clímax con el enfrentamiento entre esos elementos contrarios. Sin embargo, hace poco, hablando con un gran amigo sobre el cómic juvenil y cómo se veía éste desde la crítica más o menos especializada, recordé que cuando era yo el lector joven, no tenía especial preocupación por la estructura, por los subtextos o por los mil y un detalles que se le pueden atribuir a cualquier obra. Disfrutaba de lo que me gustaba, disfrutaba de pasar el rato con una historia entretenida, y si ésta escondía algo y me lo inoculaba de forma implícita no me oponía, pero jamás le daba a ello la preferencia. Yo lo tenía claro, y parece ser que nuestros autores también, pues esta obra si algo tiene es que es entretenida. Pero antes de meternos en ella, hablemos de ellos.
Damián Campanario nació en Barcelona en 1976. Es educador social en diferentes centros de Justicia Juvenil desde 2002, empieza a publicar en el libro colectivo Barcelona TM, donde escribe varias historias cortas. A este primer trabajo colectivo siguieron otros como Valentia, Revolution Complex, BCN Noire y varios números y especiales de la revista Cthulhu. En cuanto a guiones largos, se estrenó con la adaptación de la novela de Rosa Montero Lágrimas en la lluvia, publicado por Planeta. Luego llegaría Khalid junto a Jordi Pastor para Norma editorial, Blechkoller junto a Javier Hernández, publicado en Francia por 12bis y aquí por Norma, y los tomos de GENPET junto a Àlex Fuentes, publicados en Francia por Ankama y aquí por Dibbuks y que sería nominado a Mejor Cómic Infantil y Juvenil de autor/a español/a publicado en España en 2018. Así mismo el primer tomo de Los hijos de la ira que hoy traemos aquí, y The Killmasters de nuevo con Javier Hernández, también editado por Ankama en Francia. Tiene en preparación el segundo tomo de Hijos de la Ira y una nueva historia con Javier Hernández.
Nico Naranjo nació en Madrid en 1994. Graduado en Bellas Artes, ha pasado la mayor parte de su vida dibujando tebeos e ilustrando libros con editoriales como Dibbuks, Ankama, SM, etc. Se define como ilustrador, profesor (imparte clases de dibujo en la Escuela de Dibujo Profesional o ESDIP), hortalino, amante del curri y scout. En la asociación juvenil Scout Proel 334 de la calle Andorra, se formó en una de las facetas más importantes de su vida: la de la concienciación social, medioambiental y artística. Algunas de sus obras publicadas en España son Hijos de la Ira y La Patrulla Tucán.
Una obra que conoce su lugar
La historia nos narra las aventuras que se suceden en el planeta Aegis. La Confederación de Estados del Norte explota los recursos naturales de las regiones subdesarrolladas del sur debido a su superioridad tecnológica y militar. La llamada resistencia conseguirá oponerse con un robot de aspecto y tecnología más rudimentario, el cual es pilotado por un niño. Se formará un grupo de niños que lucharán junto a sus robots por liberar a su planeta de la opresión ofrecida por la Confederación, no sin pagar el precio de la guerra.
Lo primero, decir que es una obra que se lee en un suspiro, gracias a la fluidez de la narración. Las páginas pasan volando, con una acción trepidante que casi te obliga a correr a su vera. Este es uno de sus grandes aciertos, pues lo que prima en esta obra es la espectacularidad, y no se coarta a la hora de mostrarlo. Toda la historia está repleta de acción, que por momentos nos hace olvidar lo que realmente está sucediendo, todos los conflictos morales que se alojan en los sucesos, algo que es indispensable para que un producto dirigido a la juventud funcione en las manos de dicha juventud.
Por otro lado hay que reconocer a los autores el conseguir unos personajes con una construcción bastante sólida. Es cierto que muchos son sumamente arquetípicos, pero no es algo que moleste, sino que refuerza esa misma solidez debido a el lector puede identificar claramente los papeles de los personajes para que el autor pueda dedicarse a ahondar algo más en las relaciones entre ellos. No es sencillo enfrentarse a una trama con protagonista coral, y que todos ellos tengan su desarrollo, su transformación y un cierre digno, y aquí se consigue en gran medida.
Quizás la parte que nos pueda rechinar es en esa misma mezcla que hace de esta obra una buena elección para un público juvenil, que en ocasiones infantilizan algunos sucesos en pos de una espectacularidad bastante atractiva y por la que la narración no se detiene y fluye sin problemas. Sin embargo, también es cierto que no todo es acción y diversión, pues el elemento de la muerte está muy presente, con muertos, familias destrozadas por los estragos de la guerra y una carga dramática que se instala al inicio de la historia con bastante crudeza. Me sorprendieron las escenas en las que se incidía directamente en los rescates de la población civil, y en los que se veía, no explícitamente, que un edificio derruido no escondía simples escombros. Los temas como el amor y la amistad, la tolerancia y la confianza son, como no podía ser de otra manera, los grandes pilares morales sobre los que se sustenta esta obra. A un adulto le gustaría probablemente que se hablase sobre el que niños sean reclutados para la guerra, sobre la carga de quienes deben acatar unas órdenes que no comparten de dudosa moral. Pero insisto, este no es el marco al que pertenece esta obra, y eso lo tiene muy claro.
En el apartado gráfico vemos a un Nico muy sólido. Con su estilo cartoon de línea clara, perfecto para historias dirigidas a un público joven, dota de mucha vitalidad a la obra. Su característica más remarcable sería el movimiento que logra dar a las personas, algo esencial en un trabajo con tanta acción. Un movimiento dentro de las viñetas que es acompañado fuera de ellas, regalándonos alguna página casi interactiva en la que el lector prácticamente se diría que se debe mover a la par del cómic. El color tiene un peso bastante marcado, no solo en los aspectos superficiales, en los que se logra una intensidad que le viene muy bien para que acompañe a la acción, sino que también en un segundo término, evidenciando aspectos internos de los personajes, o más bien reforzándolos. Un trabajo muy bien desarrollado que funciona a las mil maravillas en esta clase de historias.
En conclusión, es una obra perfecta para pasar el rato, repleta de acción y elementos de compañerismo. Por momentos, en concreto al principio, puede verse algún detalle escabroso que nos pondrá en alerta, pero en general es una lectura muy amena, recomendable para el público que busque acción juvenil con su pizca de drama, tanto familiar como humano.
Lo mejor
• Es una obra que no se esconde, es entretenimiento, y no pretende más que lo que es.
• Se lee de una sentada, sin que cueste el más mínimo esfuerzo.
• Un dibujo muy dinámico y lleno de vitalidad.
Lo peor
• Algún momento inverosímil a favor de la espectacularidad.
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