Javier Vázquez Delgado recomienda: Inmersión (Hill House Comics), de Joe Hill y Stuart Immonen
Edición original: Plunge núms. 1-6 USA (DC Comics, 20219)
Edición nacional/España: Inmersión. ECC Ediciones, 2021
Guion: Joe Hill
Dibujo: Stuart Immonen
Color: Dave Stewart
Traducción: Fabián Ricardo Rodríguez Piastri
Formato: Cartoné, 168 páginas. A color. 19,95€
Una nueva pesadilla
Hill House, sello de DC Comics, del que hemos reseñado ya varias obras como Un cesto lleno de cabezas, se ha especializado en las historias de terror, con una personalidad desbordante que, en muchos casos, ha sabido ofrecer muy acertados resultados. En esta ocasión, con Inmersión, tenemos una obra de género puro, examinando las distintas personalidades del horror, su conexión con aspectos tan dispares como puede ser la comedia, y el análisis del misterio como hilo conductor de una aventura desesperada y emocionante.
El propio Joe Hill se ve acompañado por dos de los mejores artistas del siglo XXI de cómic americano. Por un lado, Stuart Immonen, que abandona su semi-retiro y se aleja del género superheroico y, por el otro, Dave Stewart, colorista ganador de 10 Premios Eisner y al que recientemente hemos podido ver en Rorschach.
La obra tiene un arranque espectacular, en el que el misterio sobre el argumento general se ve intensificado por el cambio continuo, y hasta brusco, de espacios y personajes que no conocemos. El potencial de las imágenes se ve brillantemente trasladado desde el guion al dibujo por un solvente Immonen, que juega con su estilo personal pero, a la vez, sabiendo adaptarse a las necesidades superiores de una historia de terror.
La referencia principal está clara. El cine de Carpenter y particularmente La Cosa, de la que bebe desde el comienzo, incluso permitiéndose un homenaje evidente en el apellido de los personajes. El halo de misterio se consigue a través de trivialidades aparentes que, superpuestas, esconden un horror mayúsculo e imperceptible a primera vista.
El principal aspecto que puede achacarse a la introducción se encuentra en el modo que tiene Joe Hill de plantear los diálogos y la profundidad que pretende conseguir a través de intervenciones largas. Dada su extensión, termina por resultar monótono en la presentación de la historia.
Una vez parten en la aventura, en búsqueda de un barco fantasma y un misterio a todas luces irreal e ilógico, este aspecto se ve subsanado, con mayor cotidianeidad en las conversaciones de la tripulación. Alejado de la formalidad anterior, Hill recurre a nuevas referencias de la cultura popular para que el lector se sienta parte de una historia actual y viva, yendo desde Tiburón a Harry Potter.
El primer cliffhanger es impactante, rompiendo el tono imperante hasta entonces, más cercano al suspense que al terror puro. El color de Dave Stewart resulta asfixiante, tomando un espacio abierto y en apariencia libre para convertirlo en una ratonera, con tonos azules que ahogan a los personajes.
Por su parte, Immonen acierta tanto en los momentos en los que el terror ha de ser más visual, como el final de segundo y tercer capítulo y la reyerta con la comienza este último, resultando muy desagradable para el lector en su brillantez artística, como en aquellos otros más reposados y en los que las emociones han de partir de la expresividad de los rostros.
La obra está perfectamente separada en dos partes. La primera, como se ha dispuesto, contiene el encargo, travesía y revelaciones, finalizando la tercera grapa con el verdadero comienzo de las hostilidades. El talento conjugado de Hill, Immonen y Stewart se sobrepone a la duda inicial del diálogo, entregando un trabajo completo y satisfactorio.
Moriah, Clark, Gage y el resto funcionan como personajes principales, sin salirse de los cánones del género. Esto implica que no presenten rasgo original, sino que su individualidad se sacrifique en aras de que la historia funcione en un escenario superior.
En lo que respecta a la segunda mitad, tiene un arranque más irregular, pero presenta ideas potentes. Fundamentalmente, una vez ya tenemos el conflicto dispuesto y al villano/rival presentado y definido, resulta interesante el progresivo acercamiento entre los grupos y la identificación entre ambos, rompiendo barreras morales en el proceso.
Sin misterio, el terror se centra de nuevo en su vertiente más inmediata, la imagen. Tenemos violencia física llevada al límite, así como monstruos desagradables desde el propio diseño.
Su final abierto parece ser más un homenaje al género que una puerta abierta a una secuela innecesaria. Es en la última grapa cuando se vuelve a exhibir una notable coordinación entre los implicados, después de un demasiado renqueante quinto capítulo. Hill da más libertad a dibujante y colorista para desplegar su talento, con paginas mudas y de única viñeta, para, con posterioridad, ya finalizado el conflicto, dar conclusión a la historia principal con un nuevo diálogo que, esta vez, sí está a la altura.
En conclusión, tenemos un cómic notable, continuista con otros trabajos del sello. Puede achacarse cierta falta de originalidad, pero entendiendo el contexto e ideas que dieron origen a su gestación, parece ser más un homenaje respetuoso al género que un ejercicio de pura rutina de terror. Stuart Immonen vuelve con el mismo talento y expresividad de siempre, culminando un trabajo que, sin ser rompedor, resulta interesante.
Lo mejor
• El brillante trabajo de Dave Stewart y Stuart Immonen.
• El estilo referencial de Joe Hill y cómo este influye en su trabajo.
Lo peor
• El comienzo y presentación de la travesía.
• El enlace entre el capítulo cuarto y el camino al final.
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