Javier Vázquez Delgado recomienda: Redneck. Volumen 1, de Donny Cates y Lisandro Estherren
Edición original: Redneck 1-12 USA (Image Comics, 2017)
Edición nacional/España: Redneck. Volumen 1 (ECC, 2021)
Guion: Donny Cates
Dibujo: Lisandro Estherren
Color: Dee Cunife
Traducción: Guillermo Ruíz Carreras
Formato: Cartoné. 264 páginas. 29€
Raíces profundas y sangre verdadera
Redneck, campesino blanco de carácter conservador, sureño paleto y racista… cuando vemos este nombre en una obra nuestra mente tiende a pensar en algo graciosamente agresivo (o agresivamente gracioso), quizás imbuidos por los trabajos de gente como Garth Ennis o Jason Aaron, donde sus protagonistas o secundarios, que responderían a la descripción de Redneck toman las partes más estereotipadas del sur de Estados Unidos para exagerar su ignorancia, xenofobia y nacionalismo, junto a una violencia desmedida. Con el nombre de Donny Cates por medio quizás más, el guionista se ha hecho famoso por las historias de tono más ligero que ha realizado para Marvel, donde humor y acción, con un poco de picardía, se han juntado para historias muy entretenidas de Veneno, Thor, Doctor Extraño o, ahora, Hulk, en una carrera meteórica que lo está convirtiendo en una de las estrellas de la casa de las ideas. Pero Cates no es un escritor plano que siempre trate lo mismo, es un autor que nos ha enseñado su faceta más profunda y esto lo ha demostrado dentro de sus obras para el mercado independiente, como son Babyteeth o God Country. Ahí es donde encaja Redneck.
Sí, son gente de pueblo, campesinos, se juega con el racismo y un poco de tradicionalismo, pero básicamente es la historia del conflicto de dos familias de un pueblo de Texas, con muchos matices. Cates es texano y se nota que quiere reflejar un poco del espíritu de la zona, con mucha autocrítica y algo de suciedad pero con un demostrado cariño por la historia de su pueblo. Aunque no todo es real porque la familia protagonista es un grupo de vampiros. Curiosa mezcla, vista pero no en exceso, a la que hay que meter otro elemento más, el western.
Y muy buena compañía la que se ha buscado Cates para co-crear esta obra, porque Lisandro Estherren es el artista perfecto para darle a Redneck un aire propio. El dibujante argentino nos deleitó con El Último golpe y más recientemente con Cielos extraños sobre Berlín Este, que se publicó también en España en octubre. A su ya característico trazo fino le acompaña una oscuridad que afianza tanto la parte más sangrienta y terrorífica de la obra como el western. En este caso el diseño de los personajes encandila por conseguir meterse entre los estereotipos del lugar pero logrando darles personalidad propia a cada uno de ellos. Una ambientación perfecta la que consigue Estherren junto a la colorista Dee Cunniffe, con esos tonos nocturnos y crepusculares como constante durante todo el tomo.
En Redneck los autores nos ponen en la piel de una familia rural de vampiros, los Bowman, que viven aislados en una casa. Han conseguido establecer una forma de vida que si bien los separa de la sociedad los ha logrado mantener vivos por décadas, y es que son propietarios de un restaurante, de tal manera que ellos viven de la sangre de las vacas mientras que sus “familiares”, esos humanos que les sirven para las tareas diurnas que ellos no pueden realizar, se ocupan de sacar el negocio adelante. Pero no todo es sencillo ya que los Bowman tienen unos enemigos, los Landry, con los que llevan años de paz tensa.
Con este principio parece que los autores van a caer en algunos tópicos de estas historias, pero saben alejarse de forma apropiada de ellos, en parte gracias a dotar a la obra de un buen ritmo y no regodearse en un costumbrismo innecesario, pero también manteniendo el misterio sobre detalles del pasado.
Digamos que el principal protagonista es el tío Bartlett, un hombre que no pertenece a la familia por sangre y que tiene un pasado interesante. No es el típico personaje atractivo por su actitud sino que lo que pesa es el pasado, bastante misterioso, que determinará muchas de sus decisiones. Estos flashbacks son lo que le da el toque más cercano al western, hablando de El Álamo, de cuatrerismo, luchas contra los nativos americanos o los agentes de la ley. Sin embargo lo más relevante va por otros derroteros, el miedo como base de todas las decisiones.
Las nuevas tecnologías les hacen no salir de su casa por temor a que los descubran, a sabiendas de que la sociedad actual no los va a acoger, mientras que el más siniestro de los miembros, el vampiro anciano, quiere causar dolor y retomar el papel de los vampiros como parte alta de la sociedad. La analogía con el racismo y la xenofobia es clara, así trasladan ese temor de ciertas zonas rurales a que lo que viene de fuera puede alterar su estatus hasta destruirlos, en cierta medida dado porque eso es lo que sus antepasados hicieron antes.
Pero la historia no es solo el fondo, hay acción, misterio y drama acompañado por unos personajes que no paran de evolucionar e incluso de cuestionarse a sí mismos. Todos ellos muy distinguibles, a nivel estético y moral, donde cada uno de ellos va teniendo su momento. Aunque son Bartlett y la pequeña Perry quienes acaparan nuestra atención frente al resto.
Este tomo incluye los dos primeros trade paperbacks americanos, lo que se nota pues hay dos arcos argumentales bien separados. El primero es la presentación del mundo, los personajes y los peligros, el segundo da un salto temporal de ocho meses y cambia la localización, aunque la historia de Texas sigue estando presente en todo momento, se nota que para Cates es un canto hacia su estado natal pero sin endulzar nada.
Lejos de bajar el nivel, la segunda parte mejora. Aquí se ahonda más sobre los conflictos de la familia y le añade un toque de terror que no estaba tan presente en la primera, a costa de minimizar la parte más western. Aunque Bartlett y Perry siguen estando bajo el foco se da más peso a la historia del resto, eso sí, no hay que encariñarse mucho con ellos porque los autores no dan tregua, las muertes están a la orden del día y eso le da más dinamismo al cómic, lo hace más emocionante.
Se da también más importancia a la religión que en la anterior historia, muy al estilo de Cates, con perspectivas nada claras y mucho espacio para la interpretación, pero siempre jugando con los estereotipos. Y aprovecha este nuevo emplazamiento, las afueras de Waco, para hablar de las sectas, cosa que marcó a la comunidad por el famoso asedio, metiendo al FBI por medio, un tema que soslaya pero que encaja como un guante.
Si Estherren le da a Redneck su toque distintivo, Cates consigue un trasfondo que da una segunda lectura al tomo que mira a la cara a Babyteeth o God Country, utilizando el vampirismo como vehículo para el racismo y retratando su Texas natal, la profunda, de manera más realista, aún basándose en una fantasía. Veremos cómo avanza pero su inicio nos hace pensar que estamos ante una obra muy sólida.
Originalmente esta serie comenzó su andadura en 2017 dentro del sello Skybound, de Robert Kirkman, con el que publica en Image Comics. Su final está previsto para el año que viene, con treinta y seis números a sus espaldas, y ECC nos la piensa traer en tres tomos de tapa dura. Una buena edición y una demostración de que la editorial española no solo va a tirar de Kirkman para su material de Skybound. Stillwater, Ultramega y esta son obras que merecen la pena. Ahora solo queda esperar a que se animen a acabar con Outer Darkness.
Lo mejor
• Los personajes, muy cuidados y bien desarrollados.
• Toda la ambientación, gráfica y socialmente hablando, de Texas.
• El dibujo de Estherren.
Lo peor
• La muerte de Meredith es algo sosa.
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