Javier Vázquez Delgado recomienda: El gaucho, de Hugo Pratt y Milo Manara

Edición original: El gaucho (Editorial del Grifo, 1991)
Edición nacional/España: El gaucho (Norma editorial, 24 de septiembre de 2021)
Guion: Hugo Pratt
Dibujo: Milo Manara
Traducción:Enrique Sánchez Abulí
Realización técnica:Limbostudio
Formato: Cartoné. 140 páginas. 28€

Dupla de titanes

«Nosotros, los negros, hemos aprendido a oír la palabra libertad con terror. La más mínima sospecha en tal sentido por parte de los blancos significa para nosotros el más horrible castigo…»

Cuando pensamos en los pilares de un medio es imposible no dirigirnos a los orígenes del medio en sí. Es inevitable y necesario remontarnos a la génesis del germen que hizo de lo que fue algo en un principio confuso y neblinoso, un arte. En el caso del cómic no es diferente. Pero si algo nos ha ensañado la evolución de los medios que han alcanzado la madurez, es que los pilares no se encuentran solo en el origen, sino que todo el entramado de los participes de ese medio son en sí mismos parte de esos pilares que se alzan hasta nuestra época. Sin embargo, siempre hay figuras que por uno u otro motivo sostienen más peso de la estructura y alientan a que otros se unan a la construcción. Con todo, algo verdaderamente destacable, por su poca frecuencia, es cuando dos de esas columnas de carga se unen para hacer que la construcción pueda mantener una solidez que perdure durante muchos años, teniendo ecos hasta nuestro tiempo. Ese es el caso de esta dupla, que por separado son maestros, y unidos no lo son menos. Ya se sabe que una pareja gana al As.

Ugo Eugenio Prat, más conocido como Hugo Pratt, nació en Playa de Lido, Italia, el 15 de junio de 1927. Tras el conflicto de la segunda guerra mundial y asistir a la escuela militar en Città di Castello, convirtiéndose en interprete para el ejército aliado, en 1949, se mudaría a Buenos Aires, Argentina, donde trabajó como editor para la editorial Abril. En la revista de aventuras Misterix conoció a artistas argentinos como José Luis Salinas, José Muñoz y Francisco Solano López, pero sobre todo, a la persona que más influiría en su carrera posterior, uno de los inventores del oficio de guionista de historietas, Héctor Germán Oesterheld con quien colaboraría dibujando para él Sargento Kirk (1952), Ticonderoga (1957-58) y Ernie Pike (1957-59). En 1967 comenzó su serie icónica, Corto Maltés, que trata sobre las aventuras de un pirata romántico y, a su manera, encantadoramente caballeroso, el cual daría posteriormente la fama a su creador, y que, aún hoy día, se pueden escuchar los fuertes ecos que propaga por todo el noveno arte.

Milo Manara, pseudónimo de Maurilio Manara, nació en Luson, provincia de Bolzano, el 12 de septiembre de 1945. Su vocación inicial fue la de pintor. Tras intentar vivir de la pintura sin éxito, fue asistente del escultor español Miguel Ortiz Berrocal, en cuya biblioteca descubrió el mundo del cómic. Durante sus estudios de arquitectura en la Universidad de Venecia, en 1968, publica su primer cómic, Genius, una combinación de género negro y erotismo publicada en formato de bolsillo. A partir de ahí, con más de 50 trabajos a su espalda, desarrollaría obras tan icónicas para el medio como HP y Giuseppe Bergman (1978), El clic (1984) El perfume del invisible (1986), Verano indio (1986) junto a su compañero Pratt, Los Borgia (2004-2010) junto a Jodorowsky, y que pronto traeremos aquí con motivo de la reedición del integral de Norma, o Caravaggio (2015-2019), por ahora su última obra.

El amor en los tiempos de Pratt y Manara

En el siglo XIX, durante la lucha por la independencia de las colonias españolas en Latinoamérica, la hermosa y sensual Molly Malone se verá inmersa en una irrefrenable y destructiva tormenta que se concretará en Buenos Aires. Todo será narrado por Tom Browne, un Tambor del ejercito inglés, que es visto por primera vez 84 años después de los hechos que relata, y que junto a Mathew, un jorobado sirviente de la marina inglesa que está tan enamorado de Molly como el propio Tom, y otra gran variedad de personajes, tendrán que salir airosos del conflicto social que se cierne sobre todos ellos.

El Gaucho trata sobre la invasión británica de Argentina a principios del siglo XIX, pero nos cuenta mucho más. Al principio la obra nos presenta el conflicto que se va a dar con unas páginas en las que se entremezclan reuniones de directivos navales y altos cargos del ejercito con sus pretensiones personales, y una retahíla de escenas orgiásticas. Pero tras dejar el marco histórico y la situación social descrita, entramos en la verdadera historia. Una sobre el amor, sobre la necesidad del otro para uno mismo. Una que habla del amor en sus distintas versiones; la fraternal, la noble, la valiente, la familiar, pero también la traicionera, la envidiosa, la rencorosa. Porque de eso va esta obra a fin de cuentas, de amor, y de todos los conflictos que genera o arregla indistintamente.

Es más profunda que su anterior trabajo en conjunto, Verano indio. Para nuestro infortunio, El Gaucho precipita su final, con una consecución abrupta que si funciona a la perfección, dejará al lector con ganas de que continúe. Cuentan los rumores que Pratt tenía pensado regresar a la obra con una secuela de la misma, algo que no sorprendería viendo el cierre de ésta. Por desgracia, su fallecimiento, pocos años después de que se publicara esta, para muchos, primera parte, nos privaría de esa posibilidad, y de muchas otras.

Una historia que no dejaba de venirme, por el elemento del jorobado, tan disruptivo como acertado, era como no podía ser de otra manera El jorobado de Notre Dame. Tiene una cantidad de similitudes abrumadoras. Sí que es cierto que falta un villano a la altura de Frollo, pero en todo lo demás se podría decir que es una historia que emula varios de los conflictos centrales, y de forma más adulta. Al igual que sucedía en la cinta de Disney hay una gran carga sexual, que, como es evidente, en esta obra se presenta de forma explícita. Incluso se podría decir que parte de la narración está ideada para incluirla, y como ya hizo en su trabajo en solitario, marca de la casa Manara, éste se deleita con ella, ofreciendo una Molly Malone obscena y vibrante.

En el apartado gráfico nos encontramos un Manara tan preciso como precioso. Su arte está a la altura que nos tiene acostumbrados, y no es una desdeñable. Es evidente que la historia de su compañero Pratt le deja lucirse, haciendo pasajes en los que puede dar rienda suelta a todo su talento, como lo es la página en la que Molly baila en el barco, dotando al personaje no solo de una vida y personalidad arrolladora, sino de una movilidad asombrosa; y consiguiendo darle mayor solidez en cuanto a la historia se refiere por el significado que encierra la escena en sí misma. Pero Manara no nos asombra solo con la parte más erótica y sexualmente sugerente, que también y de qué forma, sino que se da el lujo de ofrecernos una cantidad de detalle en la vestimenta y en general el entorno, barcos, construcciones, aparataje militar, que nos introduce de lleno en la historia, en la época y en el conflicto. Otra de las grandes virtudes que encontramos en este trabajo es que está plagado de diferentes joyas narrativas, como la escena en la que los soldados van cayendo a la par que van recogiendo el testigo de la bandera inglesa. El tratamiento del color es una delicia, como es costumbre en todas sus obras, con unos tonos que se adhieren con firmeza al trazo, acompañando a la perfección esa picardía y sensualidad que destilan las tintas. Un artista que vale cada alabanza que se le otorga.

En conclusión, estamos ante una obra que pedía a gritos su reedición y que Norma ha traído de forma muy acertada, sin más añadidos que su predecesora en Cimoc, pero que bien merece la pena acercarse a ella para deleitarse por primera, segunda y decimoquinta vez con una historia tan excitante como profunda, en la que se mezclan la pluma y el pincel de dos titanes del medio. Una compra segura para todo amante de este medio.

Lo mejor

• La manera de tratar El amor como elemento más allá de lo positivo o negativo, sino como algo intrínseco en cada una de las decisiones que se toman.
• La cantidad de personajes bien construidos y el detalle que introduce en el contexto histórico es asombrosa.
• El arte de Manara, que es uno de los mejores de la historia.

Lo peor

• Da la sensación de que la historia quiere continuar, pese a que se cierra de forma elegante, pero evidentemente abrupta.



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