Javier Vázquez Delgado recomienda: Las Tortugas Ninja 6, de Tom Waltz, Kevin Eastman y VV. AA.

Las Tortugas Ninja 6, de Tom Waltz y Kevin Eastman, ECC Ediciones, IDW portada

Edición original: Teenage Mutant Ninja Turtles núms. 25-28, TMNT Villains Micro-Series: Karai, TMNT Villains Micro-Series: Hun, TMNT Villains Micro-Series: Bebop & Rocksteady, TMNT Villains Micro-Series: Shredder USA (IDW Publishing, 2013)
Edición nacional/España: Las Tortugas Ninja Vol. 06 (ECC Cómics, 2021)
Guion: Ben Bates, Dustin Weaver, Kevin Eastman, Mike Costa, Paul Allor, Tom Waltz
Dibujo: Ben Bates, Dan Duncan, Mateus Santolouco, Mike Henderson, Tyler Walpole
Formato: Rústica. 200 páginas. 20,50 €

Situaciones desesperadas…

Una vez más, os traemos la reseña del último tomo del reinicio de las Tortugas Ninja de IDW, publicado por ECC Cómics para el mercado español. Este es un tomo cuya conexión con el anterior resulta especialmente notable debido a que continúa el arco argumental de City Fall, el más ambicioso de la serie hasta ahora. El tomo 5 terminaba por todo lo alto con la promesa de un gran clímax que estaba por llegar, y es aquí cuando toca cumplir con lo prometido.

En la reseña del tomo 5 comentábamos que había sido un tomo absolutamente espectacular, seguramente el mejor de la serie hasta la fecha. En él veíamos cómo lo que se había ido cociendo a fuego lento a lo largo de la serie empezaba a tomar una forma definitiva que conducía toda la historia hacia un mismo y emocionante punto. En el tomo 6, esa tendencia se mantiene, aunque de forma algo distinta.

Si bien el tomo 5 se encargaba de utilizar todo lo contado hasta ese momento en la serie para establecer una sucesión de conflictos que se interconectan de formas interesantes, el tomo 5, más que seguir estableciendo conflictos que lleven construyéndose durante muchos números, debe encargarse de desarrollarlos y resolverlos.

De este modo, esa sensación de que todo lo que habíamos leído no era más que una enorme preparación para la ambiciosa trama que se nos narra en esta ocasión se mantiene. No obstante, puede que no lo haga con tanto interés como la anterior entrega.

En la escritura existe un fenómeno bastante común a la hora de intentar construir finales climáticos. Este fenómeno, que se puede considerar incluso un problema recurrente en la ejecución de muchas obras, consiste en que se prometa un gran clímax que sirva como una explosiva y satisfactoria resolución a lo que la trama había planteado en sus partes anteriores, pero la resolución última de esas promesas deje a los lectores más fríos de lo que se propone.

Es decir, como escritor, el proceso de llevar a tus personajes hacia su punto más bajo, conectar con cuidado todas las semillas que habías ido sembrando hasta el momento y plantear ante tus lectores la excitante promesa de un enorme clímax final, a menudo resulta más fácil (sin ser por esto algo fácil) que la titánica tarea de cumplir con las expectativas que se han generado.

Este problema, claro está, se ve agravado en consonancia con la ambición de la promesa que cada escritor haya planteado en su traka. Cuanto mayores sean las expectativas, más difícil será cumplirlas. Por eso mismo, historias de tan largo recorrido como la planteada en esta nueva serie de Las Tortugas Ninja lo tienen verdaderamente crudo a la hora de satisfacer completamente a unos lectores que llevan 40 números esperando a presenciar una clausula pirotécnica inolvidable en forma de clímax dramático.

Además, si hablamos de este fenómeno concretamente en el medio del cómic, las dificultades se incrementan todavía más. Construir un clímax satisfactorio siempre es difícil, pero el cómic es un medio especialmente poco favorecedor en ese sentido. Los principales problemas son el espacio del que se dispone y la velocidad de lectura.

Por un lado, el espacio del que se dispone para contar historias es muy limitado, en algunos casos incluso incierto mientras se está planificando la trama global. Por eso mismo es muy habitual que nos encontremos con cómics cuyo acto final nos pueda parecer un tanto decepcionante: seguramente, ni siquiera los propios autores estén del todo conformes con él, pero o se quedaban sin páginas para contarlo o simplemente en algún momento decidieron que ya era hora de pasar a otro arco argumental porque si no la cosa no avanza.

A esto se le suma que los cómics son un medio de lectura muy rápida y controlar los ritmos del lector no es tarea fácil. Por ejemplo, si uno plantea un gran plan triunfal para una película, puede diseñarlo con la idea de que se mantenga fijo durante unos 10 segundos o de que ocurra a cámara lenta para extender su duración y por lo tanto su impacto en los espectadores. En el cómic, por otro lado, si se plantea un gran plano triunfal, la realidad es que al final no va a ser más que una viñeta, posiblemente con muy poco o nada de texto.

Ante esto, la realidad es que lo cierto es que la mayoría de lectores se limitarán a mirar la viñeta durante un par de segundos antes de pasar a la siguiente porque, en principio, no tienen motivo para quedarse más tiempo ahí. Por si fuera poco, es habitual que el tercer acto de un cómic se componga por viñetas con menos texto que el resto de la historia, por lo que la sensación de que se está ante una conclusión precipitada y que sabe a poco se incrementa.

Existen diversas formas de intentar compensar estos problemas (no hablo de convertirse en un guionista de los años 60 que no teme en colmar cada viñeta de soporíferas parrafadas), como dibujar viñetas más llenas de detalles para instar al lector a mirarlas durante más tiempo, dibujar secuencias de viñetas cíclicas o dividir la acción en muchas viñetas de menor tamaño que resalten una acción determinada (como hace Frank Miller en El regreso del caballero oscuro cuando el criminal que mata a los padres de Bruce aprieta el gatillo). Sin embargo, existen muchas otras opciones, algunas más apropiadas que otras en función del caso y, al final del día, hace falta mucha destreza para aplicar con éxito cualquiera de ellas.

Bien. Dicho todo lo anterior y reconduciendo la conversación hacia el cómic que nos ocupa en esta reseña, el sexto tomo de Las Tortugas Ninja adolece precisamente de dichos problemas y, sin acercarse en absoluto a ser un desastre, sí que puede dar la sensación de que el nivel no ha estado a la altura de lo que se había visto en la entrega anterior. No lo considero un problema grave, sigue siendo una serie divertidísima y sorprendentemente compleja que siempre devoro con gusto, pero es cierto que esta vez no alcanza cotas tan extremadamente altas como se podría esperar.

En cualquier caso, las consecuencias de todo lo aquí acontecido vuelven a abrir la puerta a que tales cotas sí se acaben alcanzando en algún momento, además de plantear un escenario la mar de interesante a partir del cual seguir explorando a estos entrañables personajes.

Lo mejor

• Los números autoconclusivos que profundizan en personajes concretos.
• El estilo tan afianzado del dibujo, que encaja como un guante con la serie.

Lo peor

• Es un clímax que no sabe a tanto como gustaría.



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