Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Saga. El Asombroso Spiderman 57. La Caída de Parker
Edición original: The Amazing Spider-Man 29-32, 789-791 (Marvel Comics, 2017)
Edición nacional/España: Marvel Saga. El Asombroso Spiderman 57. (Panini Cómics, 2021)
Guion: Dan Slott, Christos Gage y Robbie Thompson.
Dibujo: Stuart Immonen, Greg Smallwood y Mark Bagley.
Entintado: Wade Von Grawbadger y John Dell.
Color: Marte Gracia, Jordie Bellaire, Rain Beredo y Dan Brown.
Formato: Tomo en tapa dura. 176 páginas. 19€
Recogiendo los Juguetes: Parte 1
«Este es un nuevo comienzo para ti, Peter. Un reinicio»
En el mundo del cómic superheroico actual hay una expresión muy utilizada, y es la de caja de juguetes, juguetes que deben ser guardados en ella cuando terminamos de jugar con ellos.
Ello quiere decir, en este contexto en el que las series se dividen en largas etapas a cargo de equipos creativos estables o, como mínimo, del mismo guionista, que mientras la etapa de un escritor en concreto dure, podemos hacer prácticamente lo que queramos con los juguetes que la editorial nos ha prestado. El guionista puede coger al personaje que escribe y llevarlo por los caminos que desee (si bien siempre existen determinadas líneas rojas que no se pueden cruzar), pero cuando termine, debe dejar todo como estaba.
Esto significa, que el personaje o personajes deben volver al status quo del que partían, para que el nuevo escritor que se haga cargo de la colección una vez la abandone su predecesor, pueda llevar ésta a su vez por donde considere sin tener que depender de lo hecho hasta entonces por el guionista previo.
Esta suerte de pacto no escrito se cumple la mayoría de las veces, si bien tenemos excepciones muy concretas, como por ejemplo lo ocurrido con Daredevil en la primera década del presente siglo, en la que Brian Michael Bendis lo encerró en la cárcel, de donde un Ed Brubaker que no pudo partir de donde quería tuvo que sacarlo, siendo este mismo escritor el que convirtió a Matt Murdock en líder de La Mano al final de su etapa para mayores quebraderos de cabeza de Andy Diggle, su sucesor.
Podemos ser más o menos críticos con estas distintas etapas del Diablo Guardián elegidas como ejemplo, pero la realidad es que no es fácil escribir a un personaje cuando quien te precede lo deja en una situación de la que se tiene que hacer cargo quien no la ha ideado ni desarrollado, de una forma que no resulte tosca y fácil para que la colección no pierda ese carácter de orgánico y sistemático que más o menos caracteriza a todas las series.
En el caso de Spiderman, y más en concreto de la etapa de Dan Slott a cargo del personaje, este guionista ha sido el que probablemente más haya arriesgado con Peter Parker, al llevarlo por caminos nunca antes tocados para el personaje, por lo que devolverlo a su punto de partida era si cabe, más difícil que en otros casos.
Afortunadamente, cuando Nick Spencer llegó a la colección se encontró todos los juguetes ordenados y en su sitio, para poder hacer lo que quisiera con ellos, con un Peter Parker soltero, arruinado y maltrabajando en el Daily Bugle, habiendo cumplido Dan Slott con su compromiso.
Todo este sistema de etapas y de recoger los juguetes, en el aspecto positivo consiguen que cada escritor pueda desarrollar al personaje que guioniza como guste, pero en el aspecto negativo, obliga a que ninguna situación dure nunca para siempre, o que como mínimo, jamás se produzcan cambios trascendentales en los personajes, puesto que ningún revulsivo puede durar tanto que comprometa al escritor venidero.
Ello puede gustarnos más o menos, pero es la tónica del cómic superheroico mainstream, y uno de los elementos que lo definen, por lo que al menos, ya contamos con ello cuando acometemos su lectura.
Slott como decía anteriormente, es uno de los escritores que más transformo a Peter Parker. Lo sacó de la ruina constante en la que vivía, teniendo que mendigar un par de cientos dólares cada mes para llegar al pago del alquiler del mes siguiente, y además, le dio un trabajo como científico en lugar de como reportero del Bugle haciendo que volviera a sus raíces de cerebrito nerd.
Dicho trabajo estaba pagado con un sueldo de varios ceros, lo que le permitió alquilar un apartamento de lujo y dar un giro a su vida, al tiempo que su relación con Carlie Cooper se estabilizaba al comienzo de la etapa, terminando con esa soltería de oro que había sido el eje central de la etapa Un Nuevo Día, de la que Slott había escrito un buen puñado de números.
Además, Peter terminó el doctorado en física que no retomaba desde la etapa de Roger Stern en la década de los ochenta, y ello le llevaba a fundar su propia empresa, una multinacional llamada Industrias Parker que lo colocaba al lado de millonarios como Tony Stark. Todo ello, además, gracias o por culpa de, según se mire, la ocupación de su cuerpo por parte de la pérfida mente de Otto Octavius, algo que a su vez transformó la colección durante año y medio en el que Peter Parker apenas aparecía por la misma.
Pues bien, una vez que ya se sabía que Dan Slott se marcharía de la colección, el escritor tuvo el tiempo suficiente para cerrar su etapa devolviendo todos los juguetes a su caja, y cerrando todos los cauces que él mismo había abierto.
En primer lugar, y a esto se circunscribe el tomo objeto de esta reseña, estaba el asunto de Industrias Parker, el que realmente más afectaba al status de Peter Parker. En el anterior tomo, Peter había desplegado toda una intervención bélica en Synkaria para evitar que Norman Osborn transformara en Duende a la población, habiendo tenido que desactivar el webware, su producto estrella en el proceso.
En este tomo se nos explica que ese acto no solo había comprometido la reputación de Industrias Parker, si no que además había hecho perder millones de dólares a la compañía.
Mientras tanto, también sabíamos que tras la Conspiración Clon, Otto Octavius se había clonado un cuerpo homólogo del de Peter, el cual le otorgaba los poderes de Spiderman y además, le permitía controlar sus famosos brazos.
Reconvertido en el Octopus Superior, este tomo abre con la ofensiva de Otto sobre Industrias Parker, empresa que él construyó desde la nada cuando fingía ser Peter Parker y que ahora pretende reclamar para sí, cueste lo que cueste.
De esta manera, Slott no solo cerrará el arco abierto del Peter multimillonaria, si no que también le dará una apoteosis final a ese Doctor Octopus que fue el villano estrella de su etapa y que evolucionó enormemente durante la misma, en una batalla final entre Araña y pulpo que está magníficamente dibujada por Stuart Imnonen.
Además, esta trama transcurre a la par que Imperio Secreto, evento que Slott aprovecha perfectamente. Y es que, si bien que la colección se cruce como tie in con el evento en cuestión no es algo que Slott pueda elegir, ello puede dar lugar a números anodinos tanto para Spiderman como para el evento o a números interesantes, dependiendo de cómo se utilicen.
En este caso, Octopus es ayudado en su ofensiva por Hydra, la Hydra de Steve Rogers, y eso hace que tenga perfecto sentido que estos villanos se pasen por Industrias Parker sin que la colección pierda identidad en favor de un evento con el que apenas conecta.
El poder y la responsabilidad se utilizan aquí de una forma distinta pero que casa perfectamente con el personaje. Y es que Peter decide anteponer la seguridad de cualquier ciudadano que podría verse afectado por una Industrias Parker controlada y manejada por Octopus y dice adiós a su empresa en un acto tan altruista como inteligente.
Podríamos hablar del dinero que deja a deber a trabajadores y clientes, y de cómo nos habríamos tomado esto en Europa, pero en fin, centrémonos en Spiderman y que estamos leyendo un cómic y hagamos suspensión de la incredulidad de lo que en la vida real supone cerrar una empresa de esta forma.
Por otro lado, Norman Osborn sigue haciendo de las suyas, como vemos en un número, el último de la renumeración de este volumen, en el que busca nuevas formas de conseguir ser el Duende Verde de nuevo (recordemos que Peter le ha inoculado unos nanitos que eliminan el suero duende de su cuerpo constantemente).
Christos Gage y Robbie Thompson se pasan también por el tomo, al igual que Mark Bagley en un especial o Greg Smallwood en el número dedicado a Osborn, acompañando a un Immonen sobresaliente que continúa como dibujante de la etapa que acercándose (con los habituales y evidentes trucos de suma de números) a su número 800 y al final de la intervención de Slott resulta tan interesante como en sus mejores momentos.
Lo mejor
• Dan Slott recoge sus juguetes de forma calmada, sin precipitar el final.
• Doctor Octopus escrito por Slott, siempre es un punto positivo extra.
• El cruce con Imperio Secreto, lejos de lastrar el tomo, lo hace más interesante.
Lo peor
• La forzosa aceptación de que nada de lo que Slott construyó está hecho para durar.
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