Javier Vázquez Delgado recomienda: George Pérez – Una vida entre lápices
Hace apenas unas semanas el mundo del cómic se tornó gris cuando se comunicó que un cáncer en fase 3 de páncreas iba a acabar con la vida de George Pérez en el plazo de un año. Una noticia que llegó como un jarro de agua helada, llenado de tristeza y un profundo pesar a toda una legión de aficionados, de varias generaciones, que crecieron con su trabajo. Las redes sociales se llenaron de emotivos mensajes de apoyo al artista, de enaltecimiento de su arte, revindicando su figura de leyenda en un medio al que ha contribuido durante más de tres décadas, con obras que son consideradas pilares fundamentales del cómic USA.
Desde Zona Negativa queremos rendirle el homenaje que se merece una figura que no solo trasciende por su arte, sino por su accesibilidad, su cercanía, su amabilidad y su infinita generosidad tanto a un medio que ama profundamente, como a todos los lectores que disfrutaron de su trabajo y todos aquellos que lo harán en el futuro.
En este homenaje vamos a hablar de muchos de sus trabajos a través de textos y reseñas, para poder vertebrar el alcance de su figura dentro de la industria, empezando por este que no es sino una breve biografía de su vida dentro del cómic USA, desde sus inicios, hasta su retirada del tablero de dibujo. Un recorrido para dejar al descubierto la faceta humana y profesional del autor con el objetivo de sopesar como lo uno no tiene sentido sin lo otro.
Antes de adentrarnos en la vida de uno de los mejores dibujantes del cómic USA, permitirme añadir a esta introducción una breve anécdota personal con George Pérez que viene a confirmar lo que desde nuestra posición al otro lado del Atlántico podemos intuir sobre su persona.
En septiembre del año 2000 logré reunir dos factores determinantes en mi vida para poder acudir a mis primeras Jornadas de Avilés. La primera fue tiempo. La segunda fue dinero. Con ambas en perfecta sincronía viajé en un tren litera durante toda una noche desde Zaragoza con el firme objetivo de poder conocer a Pérez. Era una de las grandes estrellas que se daban cita ese año, con John Ostrander, Paul Chadwick, Javier Pulido, Esteban Maroto o Terry Moore, entre otros.
Para todo el que haya podido ir a Avilés sabrá que no se trata de un salón al uso, pues no es un salón como tal, sino más un encuentro donde el noveno arte invade la ciudad a través de charlas, conferencias y hasta un partido de fútbol entre organización y autores invitados. La cuestión es que no me encontré filas de aficionados delante de un stand, ni números asignados para que solo los que tuvieran el papelito pudiera acceder al autor. Yo buscaba a George Pérez y me encontré como Maroto en un hotel, con Ostrander en una sidrería, con Chadwick en el partido y todo aquello era como un sueño. Un sueño que se vio culminado con el encuentro casual por mi parte de Pérez en un banco de un parque, en el que estaba sentado contemplando el paisaje que había a su alrededor. Saque valor de mis entrañas y sabiendo que iba a importunarle su momento de paz, me acerque con humildad y vergüenza, con un cómic de los Vengadores editado por Forum (de su reciente etapa con Busiek a bordo) con la intención de que me lo firmara. Él me vio llegar y enseguida me sonrió de manera afable, cercana, sincera, extendiendo la mano para que le diera el cómic. El nudo que llevaba en el estómago se aflojo de inmediato.
Apoyó el cómic en una carpeta que llevaba y lo firmó de manera diligente. Le di las gracias y me dijo que si llevaba una lámina de papel me podía hacer el dibujo que yo le pidiera. Efectivamente llevaba láminas en blanco y con las manos temblorosas le di una. El la colocó en la carpeta y mirándome de nuevo, con su infinita sonrisa, me preguntó que personaje me gustaría que me dibujara. Yo era consciente de que en estos momentos su trabajo estrella era el relanzamiento con Busiek de los Vengadores, pero en mi cabeza, mis neuronas, hicieron cortocircuito y en vez de pedirle un Titan, le solicité un busto de uno de mis personajes favoritos de DC, Metamorpho. Levantó la vista a mi petición, me miró sonriendo, tanto que hasta soltó una carcajada de sorpresa, preguntado si de verdad era un Metamorpho lo que deseaba y a mi afirmación, comenzó a dibujar mientras asentía con la cabeza débilmente.
A los pocos minutos varios aficionados nos rodearon y observaban como el bueno de Rex Manson iba apareciendo en el papel en blanco. Al acabar lo firmó, puso la fecha, mi nombre arriba, me lo entregó, me dio la mano y me agradeció mi interés por su persona y trabajo. Yo sentía el corazón latiendo en la garganta. Me ruborice, le di también las gracias como varios millones de veces y me retire, para ver como pronto a su alrededor aparecían más láminas en blanco y comenzaban a solicitarle Brujas Escarlatas, Iron Man y Ojos de Halcón. Era como ver revolotear a su alrededor mariposas de papel y en el centro George Pérez sonreía sin parar, disfrutando de la situación. Yo lo miraba todo como en éxtasis, sin creerme lo que había pasado, cuando de nuevo nuestras miradas se cruzaron y me guiño un ojo.
Casi han pasado 22 años de aquel día y sigo recordando cada instante. Metamorpho me mira desde la pared y cuando lo observo al escribir estas líneas no puedo sino sentir en mi interior el dolor de perdida que implica ese maldito cáncer de páncreas. Su arte nos acompañará de forma eterna y alimentará a nuevas generaciones y mientras seamos capaces de recordarlo, George Pérez nunca nos dejará.
Esta es la vida de una leyenda del noveno arte.
George Pérez llegó al mundo un 9 de junio de 1954 en Nueva York. Hijo de Luz María Izquierdo y Jorge Pérez, ambos puertorriqueños, que se conocieron en Nueva Jersey, cuando dejaron atrás su país para buscar trabajo en los Estados Unidos. Se casarón en 1951 y tras el nacimiento de George, exactamente 11 meses más tarde, llegó su hermano, David.
George Pérez se crio al sur del Bronx, donde convivían italianos, irlandeses y muchos más inmigrantes no hispanos, por lo que era necesario saber inglés para poder comunicarse y relacionarse con los demás. Las clases eran en inglés, lo que hizo que sus padres siempre les facilitaran el acceso a los cómics, como herramienta básica a la hora de ir acercándose al idioma. Fruto de todo ello es que George Pérez ha manifestado en muchas ocasiones que apenas puede mantener una conversación en español durante mucho tiempo.
Su afición por los cómics se despertó de forma muy temprana, pues a través de ellos era capaz de huir del entorno de pobreza y violencia que dominaba el barrio. Por aquellos días en casa las cosas tampoco iban mucho mejor, pues su padre tenía un serio problema con la bebida y el juego, dejando a la familia sin buena parte de la nómina mensual. Aquello generaba situaciones financieras complicadas.
Tanto George como David, tenían aspiraciones artísticas, en concreto ambos deseaban poder convertirse en dibujantes de cómics. Sin embargo, debían enfrentarse a una cruda realidad y era la de no tener dinero ni para poder comprar papel. Para poder dar salida a sus aspiraciones, se guardaban el papel marón de las bolsas de papel de las tiendas, abriéndolas, para dibujar con sus diminutos lápices. La pasión se desbordaba en forma de personajes inventados como el Hombre Goma Elástica, el Chico Cleptómano, Water Boy y Splash Girl, incluso algún supergrupo como The Alliance o The Powered Seven. Influenciado por la Legión de Superhéroes y sus nombres raros, Pérez, desarrolló una fuerte atracción por las series de grupos, hasta que llegó a sus manos un ejemplar de Los 4 Fantásticos, haciendo que su atención se centrara más en Marvel.
En el verano de 1969, George Pérez, acudió a un campamento de verano donde pudo ver su primer dibujo impreso en el periódico que se editaba, The Rising Sun, con una tirada de unos 50 ejemplares. Un interesante detalle, porque en algunas entrevistas ha comentado que para él este es su primer trabajo. Los responsables de la publicación le pedían ilustraciones e incluso alguna historieta completa, con colaboradores semanales a fin de que pudieran participar el máximo número de niños, pero los lápices de Pérez, de alguna forma, siempre estaban presentes. Fue un verano crucial para Pérez, pues anido en su cabeza la firme intención de dedicarse profesionalmente a dibujar.
Pasó algún tiempo y Pérez continuó dibujando, hasta tomar la decisión de entrar en la Escuela de Arte y Diseño de Nueva York. Para ello tuvo que presentar por primera vez un portafolio de trabajo que preparó con la ayuda de un vecino que estudiaba también arte. Fue aceptado de inmediato, pero su madre quería que siguiera recibiendo una educación católica más severa y decidió que era mejor el Instituto Cardinal Hayes Memorial, truncando de esta forma el deseo de George Pérez por formarse en la Escuela de Arte y Diseño.
Su estancia en el Instituto Cardinal no fue especialmente memorable. Las clases de arte se cancelaron, pero el destino hizo que el primer año conociera a Tom Sciacca, que también quería dedicarse a dibujar cómics, muy en contacto con los aficionados que había detrás de los cómics y muy metido en las convenciones que se celebraban por aquellos días. Fue la primera persona que conoció George Pérez que compartía sus aficiones (su hermano David pronto abandonó los cómics por los deportes).
Fue una época en la que George Pérez empezó a ir a convenciones y leer fanzines, mientras colaboraba con Sciacca creando personajes y grupos. Ambos mandaban a todas partes sus creaciones, pero como ambos carecían de la formación necesaria para poder destacar entre el resto de los aspirantes, lo que recibían eran siempre cartas de rechazo amables. Fueron días muy duros. Llevaba a las convenciones su portafolio, con ilustraciones, para recibir críticas demoledoras, indicaciones de que no se limitara a hacer dibujos a toda una página, que llevara páginas con viñetas donde poder apreciar sus cualidades narrativas. Eran los días en los que el estilo de George Pérez estaba muy influido por el de Neal Adams, que fue especialmente duro con los trabajos que Pérez llevaba a las convenciones.
Sin embargo, nada parecía desalentarlo en su interés por acabar dibujando cómics.
No haber estudiado dibujo implicaba aprender todo sobre la marcha. Perspectivas, anatomía, volúmenes, sombras, uso del negro… todo, absolutamente todo, tenía que mejorar si realmente quería poder llegar a entrar en la industria.
En aquella primera convención conoció a Sal Quartuccio de Sal Q Productions (que tan solo era un proyecto en mente) que le presentó a gente que hacía fanzines. Dos de aquellos apasionados del cómic, Jim Glenn y Pat O´Neill, tenían uno llamado Factors Unknown y le ofrecieron a Pérez y Sciacca publicar con ellos una historia. Aquello emocionó a Pérez de tal forma que, aun siendo un fanzine de pequeña tirada, formato reducido y mal impreso, se tomara el encargo como un trabajo de verdad. Aceptaron y se pusieron manos a la obra, con una historia titulada Stranded, con guion de Sciacca y dibujos de Pérez, con tintas y rotulación de Sciacca. El resultado fue mediocre, porque ninguno de los dos tenía los conocimientos necesarios para poder llevar a buen puerto aquella empresa. Pero con la practica llegó el cambio y en su siguiente historia para el fanzine Pèrez encara el trabajo en solitario con un grupo de monstruos clásicos, un hombre lobo, una momia y un vampiro, bajo el título de Death Squad, en el que Pérez realizó todo el proceso completo desde el guion a la rotulación. La mejora fue palpable, pero aún distaba mucho de ser relevante como para llamar la atención de alguna editorial.
La práctica hace maestros y George Pérezno dejaba de dibujar nunca. Su trabajo empezó a poder verse en otros fanzines, como Conjure, Hot Stuff y Hot Shot, sin dejar de trabajar en Factors Unknows (el más longevo de todos los fanzines) que veían como su propuesta morían en la primera entrega.
Pérez no podía comprarse libros de dibujo con los que poder aprender nuevas técnicas y pulir su talento innato. Tampoco acudió a las bibliotecas, dejando en manos de los cómics toda su formación. Fue cuando intentó entrar en DC y fue rechazado, en Continuity, donde Neal Adams volvió a ser muy duro con su trabajo, indicándole que si no sabía entintar que no lo hiciera y se concentrara en los lápices.
Si hubiera que buscar un momento clave para George Pérez en sus años previos a entrar en la industria, ese es sin duda es cuando conoció a Rick Buckler que necesitaba un ayudante. George Pérez trabajaba en un banco y gracias a su empeño (no había crítica lo suficientemente dura como para acabar con su sueño) por mostrar a todos sus dibujos, acabó recibiendo una llamada de Buckler para asignarle su primer trabajo como ayudante. Un trabajo que se publicó cuando George Pérez tenía 20 años.
Era el momento de dejar atrás al aficionado y empezar a profesionalizarse.
Como ayudante de Buckler empezó a aprender sobre cómo preparar el trabajo, añadir dinamismo, a dibujar personajes en una secuencia horizontal para luego añadir los fondos y resaltarlos, así como narrativa, perspectiva y a ser capaz de dibujar en cualquier sitio, sin importar si hay tablero, mesa o silla en la que sentarse. Un sillón, una cama, de pie, incluso en el baño, no hay límites para sacar la lámina y dibujar.
El primer trabajo acreditado por parte de Buckler fue en Astonishing Tales #25, en una historia de Deathlok. Se trataba de una secuencia cómica sin mucho interés para Buckler, que dejó en manos de Pérez por completo. Se trataba de una escena en la que salía hablando con Doug Moench, en la que ambos artistas hablaban mientras desechaban diseños de personajes que acaban en una papelera. Papelera de la que salía, al final de la secuencia, Deathlok (que fue lo único que dibujo Buckler)
Poco más tarde fueron llegando nuevos encargos. Un guion de Moench para Monsters Unleashed #08 (que la acabó dibujando entera Pérez) en la que Pérez comenzó a mostrarse muy crítico con el tema de las tintas aplicadas a sus lápices, algo que marcaría el devenir de su carrera.
Fue un tiempo de aprendizaje puro, en los que Pérez mejoraba en todos los aspectos técnicos de la creación de cómics, pero sin que tuviera la sensación de estar dibujando algo realmente suyo. Fue un tiempo de trabajo extremo ya que no había dejado de trabajar en el banco, lo que provocó que acabara siendo despedido. Pero el destino le tenía preparada una historia de relleno para el Creatures on the Loose #33, con el Hombre Lobo como protagonista.
Pérez aun tenía mucho que aprender, pero sus lápices apuntaban buenas maneras. Sus páginas apenas tenían fondos y carecían de dinamismo, pero estaba en sus inicios y los trabajos no dejaban de llegarle de forma casi encadenada.
Se hizo cargo del fill-in de Man-Wolf con guiones de Tony Isabella y diálogos de Dave Kraft, la serie dejó atrás el terror para centrarse en más en aspectos cósmicos y superheroicos. El resultado fue del agrado de Kraft que solicitó a Marvel que le dieran la serie regular a Pérez. Puede que no fuera el mejor Pérez de aquellos días, pero lo compensaba con inventiva y una infinita capacidad de trabajo.
En paralelo a la serie del Hombre Lobo, Pérez, dibujó para la revista en blanco y negro Deadly Hands of Kung Fu, la serie Sons of Tiger, que se subía a la moda imperante en los años 70 alrededor de las artes marciales, muy en la línea de la película Operación Dragón de 1973. La serie, escrita por Bill Mantlo, escritor con una marcada conciencia social, hizo que la serie fuera virando hacia un tono más oscuro y político con el paso del tiempo. En ella diseñó a Tigre Blanco, un personaje de origen puertorriqueño, que logró cierta popularidad gracias a su buena base argumental y escapar de los tópicos que por desgracia imperaban. George Pérez tan solo pudo dibujar tres entregas, lo que impidió que pudiera hacerse cargo de su evolución.
Los trabajos de pequeña envergadura fueron el paso previo a el salto de George Pérez a las series más punteras de Marvel. Algo que también tuvo un precio para el dibujante que comenzó a tener problemas de salud por la enorme cantidad de trabajo que asumía cada mes.
En 1976, en el bullpen de Marvel era conocida la afición de Pérez por los grupos de superhéroes. Tanto que cuando George Tuska manifestó que no soportaba dibujar Los Vengadores, Bill Mantlo, amigo ya de Pérez por aquel entonces, lo propuso como dibujante de la serie de los héroes más poderosos, algo que gustó a Steve Englehart, guionista de la serie, que vio con buenos ojos tener a un dibujante joven lleno de entusiasmo, que uno experimentado sin ganas de hacer nada relevante.
Al poco de comenzar su andadura en Los Vengadores, acabó involucrado en el anual de Los 4 Fantásticos que inicialmente iba a ser dibujado por Rick Buckler. Solo hizo cinco páginas, por lo que le pidieron a Pérez que lo acabara ya que como había sido su ayudante era la persona adecuada para ello. Pérez no disfrutaba mucho adaptando su estilo al de Buckler que a su vez dibujaba muy a lo Kirby, pero encaró el proyecto con su natural forma de ser, asimilando ese estilo, añadiendo su propia narrativa al conjunto, siendo Joe Sinnott el encargado de homogenizar todo a través de las tintas.
El anual acabó siendo dos números de la serie regular (#164-165) y resultó ser todo un sueño para Pérez el poder trabajar con Roy Thomas.
Por si todo esto fuera poco, a la par de su trabajo en Los Vengadores se le ofreció poder encargarse de Los Inhumanos, personajes fetiche de Pérez. No supo decir que no y en una sola semana dibujó el primer número de la nueva serie. La serie tenía cadencia bimestral, lo que le empujó a quedarse como dibujante regular de la colección, mientras seguía, mes a mes, en Los Vengadores y en Los 4 Fantásticos, ya como dibujante regular de la Primera Familia. Tres series, cuatro si se añade Hijos del Tigre, que se solapó durante unos meses a todo este trabajo.
Era mucho trabajo para un dibujante curtido, más para uno que empezaba a tener una carrera en la industria.
Tanto fue así que a la cuarta entrega de Los Inhumanos dejó la serie por falta de tiempo unido a un pinzamiento en la espalda, lo suficientemente doloroso y grave, como para no dejarle dibujar. Sus manos temblaban y le resultaba imposible poder controlar los movimientos del lápiz. Tan malo era su estado de salud que llegó a creer que su carrera había acabado justo cuando acaba de empezar.
Marvel pagó, tanto la consulta como el coste de un tratamiento de electro masaje que hizo que en un mes y medio pudiera regresar al tablero y encarar de nuevo las series en las que estaba involucrado. Aquello fue una advertencia sobre lo que era capaz de asumir mes a mes y que era necesario soltar el pie del acelerador. Fue una experiencia que le hizo apreciar su trabajo de otra forma.
En 1977, Pérez, solo dibujó un cómic entre enero y junio, pero enorme envergadura, afectado por todo tipo de injerencias externas a Marvel que afectaban a su desarrollo natural y que hicieron de este proyecto un punto de inflexión en su carrera, nos referimos a La Fuga de Logan.
En 1976 Pérez dejó su trabajo en Los Vengadores y en Los 4 Fantásticos para para dibujar la adaptación de la película, La fuga de Logan, aun antes de que la cinta se estrenara en los cines. La idea era que el cómic acompañara a la película en su estreno.
Este trabajo significó mucho para Pérez porque su estilo de dibujo cambio radicalmente, virando ya al que acabaría por tener con el paso del tiempo. Una experiencia no muy grata la de adaptar esta película, pero que sirvió para comenzar una evolución radical en su estilo y nivel de detalle, algo que pronto redundó en su regreso a las series que había dejado seis meses atrás.
El primer matrimonio de Pérez no funcionó y debido a la crisis familiar su trabajo viró a otro tipo de proyectos, más especiales, alejados de los trajes de licra ajustada. El primero de ellos vino de la mano de David Kraft que quería hacer una historia de los Beatles para el Marvel Super Special #4, que empujó a Pérez a trabajar con especial esmero en el diseño por encima de la narrativa. En la misma línea, en 1978, encaró la adaptación de la película Sgt. Pepper, para el Marvel Super Special #7, sufriendo las impertinencias de la productora Robert Stingwood, que no tenía cerrado el guion de la cinta y que generó discrepancias entre lo que se podía leer en el cómic y lo que se podía ver en la cinta. Un desastre de proyecto.
Tras estos dos proyectos, con Pérez siendo incapaz de dibujar más seis números seguidos de cualquier serie, Shooter le contó el argumento de la Saga de Korvac que estaba preparando para Los Vengadores. Era algo especial y suscitó el interés de Pérez por realizarlo. La historia era un reto para un Pérez en horas bajas y aquella saga duraría todo un año dentro de la colección. George empezó fuerte, con lápices acabados, para no tardar mucho en entregar bocetos y perder el ritmo por completo, lo que obligó a Shooter tener que contratar a otro dibujante.
No volvería a la serie hasta 1980 tras una larga ausencia de dos años, en la que se emparejó con David Micheline como guionista. Estaba decidido a recuperar su carrera tras el bache emocional que supuso la ruptura de su matrimonio. Había trabajado en un par de anuales de los X-Men y Los 4 Fantásticos, por lo que era el paso esperado por los aficionados, que Pérez regresara a la serie que más tenían asociada a su nombre.
Su experiencia en Los Vengadores no fue del todo satisfactoria, con historias que no acaban de ser del gusto ni de Pérez ni de Micheline. Fue entonces, tras la realización del Avengers #200, cuando Marv Wolfman le propuso trabajar en DC Comics, explicándole algunas ideas que tenía para Teen Titans. Pérez manifestó su interés por trabajar en La Liga de la Justicia, pero aceptó la propuesta porque no pensaba que la serie de los Titanes fuera a durar más de cinco entregas, por mucho que se fuera a encargar de dar forma a esta nueva encarnación propuesta por Wolfman.
Sin dejar su trabajo en Los Vengadores, se puso a dibujar los Titanes y al fallecimiento de Dick Dillin, dibujante de la Liga de la Justicia, se le propuso para encargarse de la misma. Algo que aceptó. Gerry Conway trabajaba con hasta seis meses de adelanto en sus guiones para la serie de la JLA, lo que dejaba con poco margen a Pérez para trabajar con unas historias escritas pensando en Dick Dillin. Pero pronto pudieron llegar a un punto medio y Conway y Pérez alcanzaron un equilibrio en el que el dibujante tenía más espacio con el argumento, lo que propició que su experiencia en la JLA mejorara sustancialmente.
Con el paso de los meses Pérez comenzó a acumular retraso y llegó el momento de tener que dejar una de las dos series. Ambas, al ser series de grupo, eran muy exigentes, por lo que había que apostar por una de las dos. Pérez, contra todo pronóstico apostó por los Titanes. Las ventas de la serie eran enormes, la reacción a la serie por parte de los lectores muy satisfactoria, por lo que Pérez pronto vio la posibilidad de estar involucrado en una serie cuyo éxito estuviera unido a su participación.
Fruto de esto Wolfman comenzó a dar más espacio a Pérez en la realización de las historias, llegando a ser acreditado como co-argumentista, algo que hubo que luchar, por lo inusual de la propuesta. Hasta ese momento era Wolfman quien pagaba a Pérez su trabajo como argumentista de su propio bolsillo.
La serie iba ganando fuerza y a partir de su octava entrega los personajes cobraron vida propia, siendo más cercanos a sus propios creadores, que pudieron dejar de lado la acción para dedicar espacio a otro tipo de historias más centradas en ellos que en luchar contra el villano de turno.
En 1983 fue el primer año en el que se empezó a gestar un proyecto que tardaría muchos años en llegar a las tiendas. Hablamos del cruce entre la JLA y Los Vengadores, cuyas negociaciones afectaron mucho a Pérez y marcó profundamente su carrera a lo largo de los siguientes años. La sucesión de acusaciones entre ambas editoriales, el incesante ritmo de cambios y desprecio por su trabajo entregado, así como toda la política y burocracia interna que rodeaba al proyecto estaba acabando con la propia esencia de este. Los egos se imponían al arte.
Shooter se quejaba constantemente y detenía cualquier avance al respecto, lo que acabó con la paciencia de Pérez (cuyo trabajo en los Titanes se vio afectado) y de Roy Thomas. Todo esto derivó en la firma en exclusiva de Pérez por DC.
Justo antes de la firma Pérez encaró un proyecto con Atari, con Roy Thomas al frente de los guiones, Swordquest. Una historia de fantasía épica, donde Pérez tuvo mucho trabajo de diseño, editada en formato reducido, para acompañar al videojuego (que era de bastante mala calidad).
Llega el momento de encarar su segunda estancia en los Titanes, cuyo periplo personal resultó mucho más placentero. Pérez no deja de evolucionar número a número, su trazo ya es totalmente reconocible. La serie alcanzó un tono muy adulto, con una narrativa exquisita, explorando todas las posibilidades del medio. Fueron años en los que el éxito no abandonó a Pérez en su estancia en DC Comics. Es la época del Contrato Judas, la Saga de Trigón o el desarrollo de Wonder Girl, con dos series simultaneas de los Titanes a la venta, una de ellas con papel especial de alta calidad, denominado Baxter, y una calidad de dibujo e historias extraordinarias, donde se experimentaba con aspectos gráficos tan innovadores como reproducir de forma directa los lápices de Pérez para representar el infierno habitado por Trigón. La idea de aquello fue buena, pero el resultado no fue el esperado con colores y acabados muy alejados de lo esperado.
Pero con el tiempo Pérez comenzó a sentir que necesitaba hacer más con su dibujo, por lo que comenzó a retrasarse en las entregas, y que por mucho que disfrutara con los Titanes, entendió que de alguna forma le estaban limitando sin dejarle progresar, algo que comenzó a manifestar abiertamente en las oficinas de DC y que puso en marcha una serie de engranajes que derivaron en su participación en el evento más relevante de la compañía hasta ese momento: Crisis en Tierras Infinitas.
DC llegaba a su 50 aniversario y había una necesidad clara por simplificar el sin fin de Tierras alternativas que pululaban por el Universo DC. Un caos que necesitaba ponerse en orden y para ello se diseñó un evento que se encargara de tan titánica tarea.
Crisis nace de la coordinación del talento de Marv Wolfman, Len Wein y Bob Greenberger. La idea inicial era que el dibujante fuera John Byrne, porque todos pensaban que Pérez no podría encargarse. Sin embargo, lo solicitó tan pronto supo de la existencia de Crisis y con Byrne fuera, ya no se buscó a nadie más para encarar este proyecto.
Un proyecto superlativo, que forzó la maquinaria no solo de DC, sino del propio Pérez, que logró cumplir con las fechas de entrega mes a mes, para culminar lo que iba a ser el principio del cambio de todo el Universo DC. Pérez trabajó sin saber nada de la historia, recibiendo solo los guiones de cada entrega, a fin de poder ir desgranándola de la misma forma que lo iban a hacer los lectores. No era la primera vez que dibujaba al Monitor, pues lo había hecho en Teen Titans #22, sin saber el enorme calado e importancia que terminaría por tener dentro de la saga.
Cuando Crisis llegó a su número 12 ya se estaba gestando Historia del Universo DC, con la idea de ampliar la historia de Crisis para el número 12. Sin embargo, era algo tan ambicioso que no se podía encapsular en el número final por muchas páginas que se le añadieran, por lo que se decidió que sería publicado por separado. Tan separado que transmutó de cómic a cuento ilustrado, con textos de Wolfman y dibujos de un Pérez especialmente motivado, que acabó siendo todo un compendio de información sobre el nuevo y renacido Universo DC de elegante factura.
Hay un ciento de páginas más que podrían escribirse alrededor solo de estas dos obras. Anécdotas, intrahistoria pura que ya es historia de DC como empresa, por lo que si deseáis saber algo más podéis buscar los cuatro artículos dedicados a Crisis en nuestra web. Os dejamos los links aquí mismo.
Crisis en Tierras Infinitas Parte I
Crisis en Tierras Infinitas Parte II
Crisis en Tierras Infinitas Parte III
Crisis en Tierras Infinitas Parte IV
Tras la publicación de Crisis y de Historia del Universo DC, alguien en DC quiso editar esta última en un solo tomo recopilatorio y como faltaban páginas se le pidió a Pérez que escribiera unas 1000 palabras sobre Wonder Woman, dando su versión respecto a la original de Moulton. Así lo hizo y todo pareció quedar olvidado. La editorial estaba en plena efervescencia, con nuevos relanzamientos para Superman, Batman, Flash, la Liga de la Justicia, un nuevo Escuadrón Suicida… pero nadie sabía que hacer con Wonder Woman. Los proyectos se sucedían, pero la amazona parecía que no acababa de encontrar su sitio entre tanto cambio.
Tras los Titanes, Crisis e Historia del Universo DC, parecía que George Pérez había tocado techo artísticamente, pero algo iba a cambiar cuando los engranajes internos hicieron que recalara en Wonder Woman, serie en al que se encumbró como autor completo superándose a si mismo a muchos niveles.
A nadie parecía gustarle lo que se había estado haciendo con Wonder Woman antes de Crisis. No había un rumbo claro para el personaje. Wolfman se ofreció voluntario para relanzar a Diana, pero su propuesta resultó ser demasiado drástica. Entonces entró en escena Greg Potter que presentó un guion que no era el agrado de nadie, pero con potencial para ser pulido a través del trabajo de varios editores. Fue cuando el dibujante asignado, algo que no ha trascendido, se bajó del proyecto, mientras la editora Janice Race mostraba su disgusto por la dirección que estaban tomando con Wonder Woman. George Pérez propuso entonces recuperar aquellas 1000 palabras que le pidieron para el recopilatorio de la Historia el Universo DC, pidiendo tiempo para desarrollarlo más, pero adelantando que su enfoque se asentaba sobre todo en temas mitológicos, pero sin tirar el trabajo de Potter a la basura.
Todo el mundo parecía contento con la propuesta de Pérez, Race y Giordano aplaudieron su enfoque, pero justo cuando todo se iba a poner en marcha, Race abandonó los cómics para dedicarse a la literatura infantil, entrando en escena Karen Berger (algo que con el tiempo resultaría muy propicio). Era importante que la serie estuviera editada por una mujer para romper los límites de un equipo creativo formado solo por hombres. Con todo el equipo creativo listo, Pérez se puso manos a la obra y desarrolló un guion en el que el primer número tenía dos terceras partes del trabajo de Potter. Para el segundo número trasladaron la acción a Boston, Greg Potter era de esa ciudad, pero las aportaciones de Pérez a los guiones ya eran mucho más patentes. DC empezó a dar más crédito a sus ideas que a las de Potter, que quería que Diana tuviera como primer confidente y mentor, en el mundo del hombre, a un cura y estuviera a punto de ser violada. Con estos descartes, Potter acabó pode dejar la serie en la segunda entrega, motivado por los cambios constantes y no poder compaginarlo todo con su otro trabajo a jornada completa en publicidad. A su salida, Pérez podría haberse encargado de los guiones, pero Berger consideró que no estaba todavía listo y entró escena Len Wein, que se encargó de hacer lo diálogos, sin intervenir en el guion propiamente dicho.
La visión de Pérez de Wonder Woman rompió con todo lo que se había estado haciendo con el personaje los últimos años, haciendo que no hablara ingles al llegar al mundo del hombre, que Themyscira no tuviera alta tecnología y hubiera siempre ancla permanente con la mitología griega, eliminando conceptos como el avión invisible, cambiando el rol de Steve Trevor y Etta Candy, para añadir nuevos personajes secundarios como Julia Kapatelis y su hija.
Pérez tuvo que conjugar su trabajo en la serie con las injerencias producidas por los diferentes eventos que se iban sucediendo dentro de la editorial, como Legends y Millenium, lo que propició que a partir del número 24 entrara en escena Mindy Newell para ayudarle con los guiones y a partir del número 25 se encargó del dibujo Chris Marrinan, que sería sustituido a su vez por Jill Thompson.
Su trabajo en la serie funcionó a la perfección y sus ventas se quintuplicaron respecto a los anteriores datos. Los aficionados volvieron a prestar atención al personaje y durante las 60 entregas en las que estuvo involucrado Pérez, la amazona gozó del éxito. Un éxito que perpetuarían otros autores a su marcha. Marcha motivada por lo sucedido cuando se planificó un nuevo evento en DC, denominado La Guerra de los Dioses.
Pero antes, mientras trabajaba en Wonder Woman, también hubo tiempo para dedicarse a Superman, siguiendo los pasos de John Byrne meses más tarde de su marcha y hacerse cargo de la nueva versión con un Superman gráficamente insuperable.
La Guerra de los Dioses rompió la comodidad con la que George Pérez se encontraba en DC. Su contrato en exclusiva llegaba a su fin y sumado a que le evento no era ninguna maravilla, ni en lo artístico ni en lo comercial, propició que George Pérez dejara DC para recalar en Marvel de nuevo.
En DC llevaban desde 1988 intentando que Pérez se encargara de La Guerra de los Dioses, pero no se materializo hasta 1991. Finalmente escribió un argumento detallado, con todas las series que se verían afectadas, pues iba a ser el quinto evento tras Crisis, y para añadir presión iba a ser el que celebrara el 50 aniversario de Wonder Woman. El resultado de la obra fue caótico. Las series implicadas no estuvieron a la altura de lo que Pérez había estipulado, haciendo que la experiencia fuera muy desagradable para el autor. A esto se sumó que en paralelo se lanzara al mercado otro evento, Armageddon 2001, que se promocionó como el evento del año en detrimento de la Guerra de los Dioses.
DC también había puesto sobre la mesa la posibilidad de que Marv Wolfman y George Pérez realizaran una novela gráfica, algo que esbozaron cuando todavía hacían los Titanes y se acabó publicando bajo el título de ¿Quién es Wonder Girl? en The New Titans #50-54. Con un contexto temporal tan estricto les aconsejaron publicarla dentro de la serie regular y no como novela gráfica independiente. Es por ello por lo que nació la idea de Games (Juegos). Una historia que no dejó de crecer con el tiempo y como no acababa de arrancar, los que sucedía en Titanes la afectaba, por lo que había que volver a rehacer el guion, Pérez perdió el enfoque de esta que, unido a lo ocurrido con el nuevo evento de DC, hizo que Pérez diera por cerrado su estancia en DC.
Es conocido por todos que la historia acabo completándose con el tiempo y se publicó hace unos cuantos años más tarde, pero dejando patente que hay historias que nacen para ser publicadas en un momento concreto y que superado dicho umbral es complejo que puedan encontrar acomodo en el nuevo ecosistema que las rodea a nivel editorial.
Marvel entra en escena y ofrece a Pérez el evento conocido como El Guantelete del Infinito. Un trabajo que tuvo que simultanear con el de La Guerra de los Dioses y que marca el final del trabajo de Pérez para una las grandes en muchos años.
A su regreso a Marvel, lo primero que dibujo fue una portada para la serie de Superratón. Quede como curiosidad que un autor de su calibre regresara a la editorial donde empezó su carrera y no hubiera nada más disponible que pudiera dibujar.
La experiencia en Marvel con el Guantelete no iba a mejorar mucho lo que había vivido en DC, pues los cambios eran constantes. Los guiones en manos de Jim Starlin no daban espacio a Pérez que, acostumbrado a intervenir en la historia, se encontró encorsetado por mucho que Starlin le dejara a su aire en temas de narrativa visual. El entusiasmo por la obra fue decayendo, retrasándose en las entregas, ya que al estar haciendo a la vez La Guerra de los Dioses buscaba distanciar ambas obras que tenían ciertas raíces argumentales comunes. Con los retrasos llegó la decisión de Tom DeFalco de sacar a Pérez de la ecuación y asignar el trabajo de acabar la obra a Rom Lim.
Tras esta primera toma de contacto con Marvel tan agría, le llegó el turno a Hulk, con Peter David a los guiones, en una historia crepuscular alrededor del gigante esmeralda, bajo el título de Futuro Imperfecto. Marvel estaba buscando dibujante para esa historia y se tanteo a Sam Kieth y Dale Keown, sin éxito, pero una vez manifestó interés Pérez ya no hubo que buscar más.
Se publicó en 1994 y resultó ser una historia muy exigente para Pérez, que asumió el reto y multiplicó por diez las exigencias de Peter David en cuanto al nivel de detalles necesarios.
La colaboración entre David y Pérez fue muy satisfactoria para ambos y volvieron a trabajar para dar forma a la historia Sachs & Violens para la línea Heavy Hitters, de Epic. Fue uno de los pocos éxitos de esta y se llegó a hablar de una secuela, pero Pérez no podía seguir realizando este tipo de trabajos y la oferta de Malibu llego como caída del cielo. Producir menos y ganar más. ¿Quién podía negarse a ello?
Era el momento de salir y ver que se estaba cociendo en otras editoriales. El mercado había cambiado mucho y Pérez encontró en Malibu una serie de proyectos que le resultaron muy interesantes para poder tomar oxigeno y volver a ilusionarse con su trabajo. Para ello fichó por la editorial para diseñar los personajes de una nueva serie titulada Ultraforce, que acabo también dibujando. Sin embargo, no contaba con un factor muy importante, que era que por mucho que fueran diseños suyos, no eran los personajes con los que había crecido y pronto se adueñó en él el desánimo. Era como dibujar una Liga de la Justicia o unos Vengadores sin Superman o sin Iron Man.
Dicho desánimo lo llevó a saltar a Tekno, para darse cuenta de que las decisiones que estaba tomando estaban basadas exclusivamente en temas económicos y no en aspecto artísticos o profesionales.
Los proyectos se sucedían, pero sin continuidad alguna. Cruces entre Marvel y Malibu (Marvel acabaría comprando Malibu) como Ultraforce/Vengadores con Warren Ellis, resultó ser uno de los pocos trabajos de los que Pérez acabó satisfecho. Como curiosidad fue la primera vez que dibujó a sus personajes de un proyecto posterior, Crimson Plague.
Crimson Plague fue el primer proyecto de creación propia de Pérez, con la intención de ser publicada en Image. Sin embargo, Joe Quesada y Jimmy Palmiotti, que estaban en plena constitución de Event Comics, lograron convencerlo para que su nueva serie se publicara con ellos.
Siendo fiel a su estilo, motivado por la necesidad de cubrir los gastos de producción de su serie Crimson Plage, aceptó otros encargos llegados de Marvel y de DC, como una miniserie del Hombre Gigante (publicada en la propia serie de los Vengadores), Estela Plateada y el cruce de Superman y Estela Plateada en todas ellas actuando como guionista. Para DC se ofreció a Dan Jurgens como entintador para su serie Titans (en DC no confiaban en que pudiera hacerse cargo del proyecto) que no funcionó en ventas, pero si resultó ser un trabajo excelente de tinta por parte de Pérez, que recibió una nominación al Eisner. Pero el dinero que buscaba no llegaba.
En 1997 se publicó el primer número de Crimson Plage, pero el segundo no llegó a salir, porque no podía permitírselo. Entintó dos páginas de álbum de la boda de Lois y Clark y comprendió que si quería salir de sus problemas financieros era necesario volver a una de las grandes a pleno rendimiento.
Ralph Macchio llamó a Pérez cuando Héroes Reborn estaba por acabar para ver si estaría interesado en volver a los Vengadores como guionista, algo que rechazó de inmediato, pero si se ofreció para dibujarla. En Marvel no tenía tan mala reputación en lo que a fechas de entrega se refiere y confiaron en que sería capaz de afrontar el proyecto con solidez, mes a mes.
Pérez, con el paso del tiempo y su detallado dibujo se había convertido en su peor enemigo e internamente se ponían en marcha apuestas para ver en que número abandonaría la serie. Y todo empezó de la mejor de las formas, con un buen contrato de trabajo, bien pagado, que logró que Pérez estuviera en la serie dos años completos con un nivel de calidad excelente, firmando una de las etapas más recordados por los aficionados.
Tras esta etapa de resurrección, le llegó el turno a una nueva editorial que se puso en contacto con Pérez para que se encargara de alguna de sus series. La editorial, Crossgen, en manos de Mark Alessi, estaba formando todo un entramado editorial a golpe de talonario. En paralelo Marvel y DC enterraron el hacha de guerra y se dio luz verde al proyecto fallido que tenía que unir a la JLA con Los Vengadores.
Estos dos factores acabaron por enterrar todos los sueños relacionados con Crimson Plague de forma clara y definitiva. Ni siquiera la posibilidad de editarlo dentro del sello Gorilla, una iniciativa planteada por Busiek, tenía ya sentido.
En Crossgen encaró el proyecto Crossgen Chronicles con la idea de ser un colaborador externo. Pero con la JLA y los Vengadores rondando ya en el horizonte, Mark Alessi negoció con Pérez el poder tomarse un tiempo en Crossgen para poder asumir el trabajo del cruce de los cruces.
En 2001 toda la fuerza creativa de Pérez se puso a trabajar en JLA/Vengadores. Pero de nuevo el proyecto no iba estar exento de problemas de todo tipo.
El primero de ellos fue la crisis de salud de Busiek, unido a la interminable secuencia de trabajo que generaban las infinitas correcciones de cada página. Unas páginas que Pérez encaraba dibujado a lápiz de la forma más detallada posible ara dejar bien claro al posible entintador que camino debía seguir. Dan Raspler fue una gran piedra en el camino que retraso el proyecto mucho, hasta que llegó Mike Carlin que desatascó todo el proceso de forma definitiva.
La serie de cuatro números arrasó en ventas y fue como una carta de amor y de despedida de Pérez con todos los personajes implicados. Un trabajo redondo, épico, en el que se conjugaron todos los elementos básicos y fundamentales que debe tener un cómic de superhéroes.
Tocaba volver a Crossgen y rematar los compromisos adquiridos con la editorial, descubriendo que todo lo relacionado con temas fantásticos, de brujería, fantasía y animales imposibles, no se le daban mal, idea que había enraizado en la mente de Pérez tras su trabajo en el cómic de Atari, Swordquest, y que se materializó en la serie Solus.
Pero al igual que ocurrió con su primera toma de contacto con Crossgen, el destino parecía empeñado en que el pasado regresara y así lo hizo, cuando el proyecto con los Titanes de novela gráfica, Juegos, resurgió para realizarse de nuevo.
Spencer Beck, su agente, llamó a Pérez para informarle que los originales de las páginas realizadas originalmente para la novela grafica eran ahora propiedad de Michael Lovitz, que estaría encantado de devolvérselas si alguna vez eran necesarias. Pérez llamó a Wolfman, llamó al colorista Tom Smith, llamó al editor Eddie Berganza, que llamó a Dan Didio y se dio luz verde al proyecto en solo 24 horas.
Había un total de 73 páginas, algunas solo a lápiz, otras incluso entintadas, con una docena solo abocetadas. Solo había que retocar las tintas de Al Vey en algunas páginas para uniformizar, escanearlas y enviarlas a Smith para el color. La novela gráfica se publicó, por fin, en 2010 y de esta forma Pérez pudo acabar dos proyectos con un fuerte componente emocional para su persona.
La carrera de Pérez continuó en DC con trabajos de enorme calado editorial y artístico. La primera de ellas fueron las diez primeras entregas de la serie de Brave and the Bold, seguido de colaboraciones dentro del evento Crisis Infinita (una continuación de las Crisis originales), para encargarse por completo de la miniserie Crisis Final: La Legión de los tres mundos, con guion de Geoff Johns, en la que se recuperaba a un Pérez a pleno rendimiento en lo que se refiere encarar un proyecto con infinidad de personajes.
En 2011 regresó, dentro de los Nuevos 52, a Superman como guionista con dibujos de Jesús Merino. En estas labores tan solo permaneció seis números, mientras se encargaba de la tinta de los dibujos de Jurgens en la nueva serie de Green Arrow y se alternaba al dibujo, con Kevin Maguire, en la serie World´s Finest, escrita por Paul Levitz.
Fueron tiempos convulsos en DC, con series que rompían de forma radical con lo que Pérez había vivido años atrás y que acabaron pode motivarlo a abandonar toda colaboración con DC.
Durante los años comprendidos entre 2014 y 2016, trabajó en Boom! Comics, publicando su propia creación Sirens. En 2019 anunció que se retiraba de la profesión, con lo que se cerraba toda una vida dedicada a los lápices, con una producción enorme, de un dibujante que ha sabido ganarse el corazón de varias generaciones de lectores a lo largo de toda su carrera.
Hay muchos más trabajos de Pérez que no se han nombrado en este breve repaso, pero sus guiones, lápices, en interiores y en portadas, y tintas pueden encontrarse en cómics de Parque Jurásico, Flash, Legión de Superhéroes, las fichas Who´s Who de DC, Star Trek, Batman… Un sinfín de trabajos que hacen de su producción un fascinante legado para la posteridad.
Sr. Pérez, hoy te dedicamos un especial que intentará estar a la altura de tu figura, tanto como profesional como persona. Maestro de maestros, hoy es el día de George Pérez.
Para todos aquellos que deseen saber más de su figura os dejamos aquí el podcast que le dedicamos a su genio y figura.
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