Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNSeries – El Pacificador. Primeras impresiones
Género: Comedia negra, Acción, Aventuras
Creador James Gunn
Reparto: John Cena, Steve Agee, Danielle Brooks, Chris Conrad, Christopher Heyerdahl, Jennifer Holland, Chukwudi Iwuji, Nhut Le, Robert Patrick, Lochlyn Munro, Annie Chang, Alison Araya, Lenny Jacobson, Elizabeth Ludlow, Rizwan Manji
Producción: DC Entertainment / Warner Bros. Television
Canal: HBO Max
El Pacificador es el el spin-off televisivo de El Escuadrón Suicida, la secuela cinematográfica de este atípico grupo de antihéroes dirigida por James Gunn y que contó en su reparto con nombres como los de Idris Elba, Margot Robbie, Joel Kinnaman, Viola Davis, Alice Braga, Peter Capaldi, Jai Courtney y John Cena. Este último sería el encargado de interpretar a un personaje con décadas de historia, creado originalmente en 1966 por Christopher Smith para Charlton Comics y que en 1988 pasó a formar parte de DC Comics. El Pacificador -la primera miniserie ambientada en el DCEU- constará de ocho episodios y está semana ya hemos podido ver los tres primeros en su estreno en la plataforma HBO Max. En el reparto, John Cena está acompañado de Steve Agee, Danielle Brooks, Chris Conrad y Christopher Heyerdahl, entre otros. Gunn ha escrito todos los episodios de esta miniserie y ha dirigido los tres primeros, así como las entregas seis y ocho. A continuación podréis encontrar nuestras primeras impresiones.
El Pacificador. Primeras impresiones
Vuela como una mariposa y pica como una abeja, por Jordi T. Pardo
El Escuadrón Suicida de James Gunn fue una de las decepciones del pasado año, pero no por su calidad, sino por la recepción que la película tuvo en taquilla siendo exponencialmente superior a su predecesora. Pero su propuesta continuista a la de David Ayer, y batacazos previos como Aves de Presa y Wonder Woman 1984, pueden haber tenido mucho peso a la hora de animar a los aficionados a disfrutar de la nueva incursión de este Escuadrón Suicida. Los que pudieron verla en gran pantalla disfrutarían de una producción llena de humor negro, grandes dosis de acción y unos personajes tan pasados de vueltas que se convertirán en el principal atractivo de la fiesta. Entre el espectáculo destacaba el extremo antihéroe fascista de El Pacificador, interpretado y casi adaptado a las necesidades de un John Cena muy dotado para el cine de acción y para el tipo de humor planteado por Gunn.
El final de El Escuadrón Suicida nos reservaba una escena postcréditos protagonizada por El Pacificador que nos avanzaba su estado y paradero de cara a la presente miniserie que Warner Bros. Television y HBO Max ya habían avanzado que sería la primera de su especie. Es decir, el primer producto televisivo y circunscrito a esta plataforma cuya historia se ambientaba en un maltrecho universo compartido de DC Entertainment para el que se esperan grandes cambios en un futuro con el estreno de la nueva cinta de Batman y Flashpoint. Esto deja la presente miniserie de El Pacificador en un sitio incomodo, como el que nos pone en muchas ocasiones los tres primeros episodios de esta producción heredera directa de El Escuadrón Suicida de Gunn y de sus producciones en Marvel Studios.
En ese sentido, la ventaja principal en este caso es que director y guionista de Guardianes de la Galaxia es capaz de ser él mismo con todas las consecuencias, sin cortarse un pelo con el tono gamberro de su historia y llevando la acción a cotas que no pueden traspasar las películas y series del universo compartido de Marvel Studios. Lo vimos en El Escuadrón Suicida y en la presente miniserie vuelve a ser un rasgo definitorio, sobre todo en términos de humor ya que al fin y al cabo la propuesta se centra en un personaje que no es el héroe habitual y que aquí no cuenta con el «refuerzo positivo» que podrían ofrecerle sus contrapartidas heroicas. Por contra, le acompañan personajes que se mueven entre lo patético y lo estrambótico que se ríen sin control ni mesura de temas como el sexismo, el racismo y la política.
Podríamos pensar que el tono de esta historia es una influencia directa de la visión superheroica que Matthew Vaughan nos enseñó en Kick-Ass, pero el mismo año que se estrenaba esta cinta Gunn también nos ofreció su primer coqueteo con el género superheroico en Super, contando con un reparto formado por Rainn Wilson, Elliot Page, Liv Tyler y Kevin Bacon. La esencia de lo que Gunn ha ofrecido posteriormente al género está sintetizada en esta película en la que ya encontramos esas ganas de superar los límites establecidos y desmitificar la figura de héroes y villanos. En El Pacificador sabemos que esta visión sigue viva desde el primer minuto y lo confirmamos con un maravilloso opening musical en el que cobran parte los principales personajes de la historia.
En estos tres primeros episodios de El Pacificador tenemos una fórmula que Gunn ha ido refinando con el tiempo y que ha podido explorar con mayor ahínco en su trabajo para DC Entertainment. Esto nos ofrece momentos realmente hilarantes y absurdos, todo en consonancia con un personaje que nos parece remitir al estereotipo redneck y la llamada América profunda. Es cierto, también hay momentos en el que este humor se puede hacer repetitivo y reiterativo, con gags que se alargan innecesariamente y no acaban de funcionar como pretende Gunn. Aunque esto es algo que también ocurre en otras producciones suyas y resulta ya una marca de la casa odiada y amada a partes iguales. Pero si aquí se hace más notorio es porque estamos hablando de un producto televisivo y el presupuesto -pese a estar muy bien aprovechado- obviamente hace que la acción sea más puntual y dispersa.
El Pacificador no tiene inconvenientes en mostrarnos grandes dosis de violencia y sexo explícito. Lo hace como si estos fuesen los ingredientes estrella de su propuesta y dando como resultado a tipo ese historia que muchos aseguran que hoy no es posible contar debido a la corrección política. Cuando la acción hace acto de presencia -al menos en estos tres primeros episodios- lo hace de manera contundente, con planteamientos nada superheroicos, más bien costumbristas y casi rozando el ridículo. Las referencias nos llevan al cine de acción más gamberro de finales de los años ochenta y los noventa, con un John Cena marcando músculos y paquete como en su día hacía Arnold Schwarzenegger. También hay mucho de esas buddy movies clásicas del género como Arma Letal, Danko. Calor Rojo y Dos policías rebeldes, entre otras muchas.
Pero es cierto que El Pacificador es una miniserie que -al menos en este primer contacto- se sustenta en sus diálogos y en sus personajes. El principal es el interpretado por Cena, pero los secundarios que se mueven a su alrededor le siguen el juego dando lugar a muchas escenas realmente divertidas. La conexión con el resto del universo cinematográfico de DC Entertainment es por ahora circunstancial más allá de las referencias a Amanda Waller, los sucesos acontecidos en Corto Maltese y menciones a organizaciones como A.R.G.U.S. Todo ello aderezado con una llamativa y personal playlist de Gunn que hace acto de presencial especialmente en algunos de los mejores momentos de la historia. Habrá que ver cómo evoluciona este producto, pero por ahora, y por lo que nos quiere aportar, cumple con las expectativas de lo que podríamos esperar de una miniserie protagonizada por El Pacificador escrita y dirigida por James Gunn.
La escafandra y las mariposas, por Juan Luis Daza
The Suicide Squad, la secuela/reboot del famoso grupo de DC escrita y dirigida por James Gunn (Guardianes de la Galaxia Vol. 1 y 2), supuso toda una agradable sorpresa el pasado 2021. Antes de que pudiéramos verla y disfrutarla en pantalla grande como una de las mejores y más divertidas cintas del DCEU nos enterábamos de que Warner Bros y DC Entertainment encargaban al director de Slither poner en marcha una serie protagonizada por Peacemaker, el personaje creado por Joe Gill y Pat Boyette para Charlton Comics que más tarde pasaría a ser propiedad de DC, interpretado en pantalla grande por el famoso actor y luchador profesional estadounidense John Cena y que se convertía en uno de los personajes más recordados del largometraje. Recuperando a varios de los secundarios que pudimos ver en el film de 2021, a los que se sumerían otros nuevos, y narrando hechos posteriores al mismo, desde el pasado día 13 de enero ya podemos disfrutar en HBO Max de los tres primeros episodios de esta nueva ficción.
Después de un cold opening en el que se nos presenta la actual situación del personaje principal y unos divertidísimos títulos de crédito que marcan perfectamente el tono de la serie, convirtiéndose en la comidilla del fandom durante estos días con todo merecimiento, lo que podemos encontrar es un proyecto con una calidad de producción, y es algo que sucede también con las series de Marvel Studios para Disney Plus, que en poco debe envidiar a los estrenos en pantalla grande del DCEU. Hablamos de una ficción 100% James Gunn en la que encontramos una versión algo blanqueada de Peacemaker en comparación a lo que nos era revelado al final de The Suicide Squad, pero siempre jugando son su instinto asesino o prejuicios sexuales y raciales. Ahí es donde el producto encuentra algunas de sus mayores virtudes, en su choque entre lo políticamente correcto e incorrecto haciendo sorna con las dos vertientes de pensamiento y con la línea que los separa difuminándose continuamente.
El primer episodio, A Whole New Whirled, es el más compacto en cuanto a guion y presenta de manera harto eficiente a los personajes secundarios que se codearán con el alter ego «superheróico» de Christopher Smith. En esos poco menos de 45 minutos que dura el capítulo se condensa el humor cafre y en ocasiones zafio, muy hermanado con el de la reividicable M.O.D.O.K de Marvel Television y Hulu, con unas secuencias de acción rodadas con rotundidad y fiereza por parte de un James Gunn alejándose del tono algo más ligero de sus incursiones en el MCU, heredando el de su ya citada The Suicide Squad o el de piezas previas de su filmografía como Super o sus incursiones primigenias en la Troma Entertainment de Lloyd Kaufman. Todo un desfille de salvajadas y chifladuras que, como en todo trabajo salido de la mano de su autor, siempre contiene en su interior un poso dramático o trágico que vascula el relato.
En el segundo episodio, Best Friends, For Never, el guion de James Gunn tropieza a la hora de intentar alargar algunos gags cómicos que no funcionan o no tienen el timing adecuado, cayendo en ocasiones en cierto ridículo, pero afortunadamente el desarrollo de la trama, la presenteción de personajes como el Vigilante y la acción subsanan cualquier fallo. El tercer capítulo, Better Goff Dead, encarrila la máquina y ofrece momentos desopilante una vez el rol reimaginado en las viñetas por Marv Wolfman y George Pérez se establece como recurrente en el casting. Pero si hay un motivo de peso que me hace tener esperanza en esta serie y lo que tenga que ofrecernos en el futuro es un John Cena pletórico, carismático y exprimiendo al máximo una vis cómica, hasta hoy desaprovechada o poco explotada, que a lo largo de esta Peacemaker seguro nos deperará momentos memorables, ya que solo en una película y tres episodios nos ha regalado más de uno para el recuerdo. A la espera de ello quedamos hasta la próxima semana.
El efecto mariposa James Gunn, por Samuel Secades
Este aún novato 2022 ha decidido empezar su andadura con toda una sorpresa llamada Peacemaker, una serie que ya ha logrado dar un golpe en la mesa con tan sólo tres episodios para recordarnos lo divertido que puede ser un concepto alocado cuando se deja en buenas manos. Y es que, conociendo como conocemos ya a James Gunn, sabíamos que no nos iba a ofrecer más de lo mismo cuando se anunció este sorprendente proyecto en solitario del personaje interpretado por John Cena; todo cobró sentido cuando vimos a Peacemaker en acción en El Escuadrón Suicida, y cómo Cena se hacía completamente con un personaje absolutamente desagradable y repulsivo que, James Gunn mediante, de algún modo se convertía en lo mejor de la película; un accidente al que no puedes dejar de mirar o el vídeo de una caída dolorosa con el que no puedes evitar reírte. En ese aspecto, El Pacificador continúa la senda de presentarnos un personaje tan odioso por el que no podemos evitar ir sintiendo un cariño y empatía de la mano de un John Cena que abraza el concepto de El Pacificador con una entrega y vis cómica que ya de por sí basta para tirar de la serie.
De momento, los tres primeros episodios de El Pacificador (dirigidos por el propio Gunn) nos han servido para dejarnos clarísimo el concepto de la serie y cavar una zanja entre los que compramos lo que quiere vendernos y los que saldrán corriendo en dirección contraria; y es que, para bien o para mal, todas las filias de Gunn están aquí contenidas, desde el sentido del humor extremo y desenfrenado hasta los homenajes musicales (menuda banda sonora se está marcando la serie, todo un reflejo de la personalidad y los traumas de Peacemaker). Como proyecto personal de Gunn, El Pacificador no puede ser más honesto en su planteamiento, y ya depende del espectador disfrutar con la fórmula que nos ofrece; es, y eso hay que reconocerlo, un soplo de aire fresco en un género como el superheróico que no suele dejar pasar las extravagancias y que normalmente se mueve en un corsé mucho más apretado; por suerte, Peacemaker entra por la puerta grande en un selecto grupo al que pertenecen series como Doom Patrol o Legión, proyectos que vuelan por los aires los márgenes del género y a los que les importa un bledo las convencionalidades de la industria o, ya puestos, las opiniones del fandom. En ese aspecto, y gustándonos más o menos sus propuestas, Gunn ha seguido ese mismo camino desde la primera Guardianes de la Galaxia hasta su Escuadrón Suicida, y con este Peacemaker como guinda del pastel.
Volviendo a la serie, también es todo un gustazo ver cómo el foco sigue estando en lo que hizo grande a la saga de Guardianes de la Galaxia: los personajes y las ganas de pasárselo bien con ellos. A falta de un apartado visual rompedor o grandes localizaciones y efectos, Peacemaker suple sus carencias con muchas, muchísimas ganas de fiesta: una trama absurda, secundarios gloriosos (Vigilante o Judo Master son impagables) y todo un plantel de personajes que a priori no deberían ser más que relleno, como la Task Force que acompaña al protagonista, y que Gunn logra que nos importen, especialmente esa Leota Adebayo interpretada por Danielle Brooks que ya nos conquista con ese primer y desternillante monólogo presentándose al equipo.
En definitiva, esta Peacemaker no podía haber tenido un mejor arranque (y por arranque también entendemos esos gloriosos títulos de crédito que no puedes quitarte de la cabeza y que quitan definitivamente todo sentido a la opción de saltar intro en las plataformas de streaming): una cita semanal con la diversión y la locura más desatadas. ¿Funciona siempre o para todo el mundo? No, está claro que el humor puede ser excesivo y cargante para muchos, y la serie tiene un claro componente de contrato a priori con el espectador que esté dispuesto a entrar a la fiesta y pasárselo bien. Muchos no pasarán de los primeros compases de este nuevo discazo que James Gunn y John Cena nos han traído para reventar las pistas de baile, pero a los que nos ha conquistado esta fabulosa tontería no podemos esperar a la próxima semana. Después de todo, y a nivel personal, una serie en la que su protagonista huye de un edificio tirándose de balcón en balcón de manera absurda y dolorosísima con un botín de discos de hair metal metidos dentro de una sábana y robados del piso de una alienígena durmiente con el pelo cardado que acaba de volar en pedazos por el efecto de un casco sónico… bueno, perdón por la vulgar expresión, pero es completamente mi mierda.
La lengua de las mariposas, por Sergio Fernández
En 2016 David Ayer naufragó con su sonrojante versión de Escuadrón Suicida. De los restos del naufragio, apenas quedaban piezas aprovechables. Durante varios años, Warner Bros. navegó sin rumbo alguno. Las franquicias de DC tan pronto parecían compartir universo, como se convertían en producciones únicas ajenas a la continuidad. Demasiadas ideas juntas, demasiados planes diferentes y el timón carente de capitán. Sin embargo, a fuerza de tocar varias teclas, alguna comenzó a funcionar. Para recomponer los daños producidos por la cinta protagonizada por Will Smith, qué mejor fichaje que el de James Gunn. El director de Guardianes de la Galaxia se antojaba como la persona ideal para dar la vuelta a la tortilla y, con total libertad creativa, presentar un plato de autor. Con Margot Robbie, Joel Kinnaman y Viola Davis como supervivientes del citado desastre, Gunn optó por completar la formación con sabia nueva. Idris Elba, Daniela Melchior, David Dastmalchian y John Cena compusieron unos personajes de lo más carismático ayudando a que la película funcionase a las mil maravillas.
Tiempo antes de su estreno, en Zona Negativa nos hicimos eco de que Peacemaker contaría con una serie propia. Como si Gunn supiese de antemano que llevaba una partida ganadora, se apuntó a expandir la mitología de la franquicia a la pequeña pantalla. Quedaba por comprobar si la fórmula funcionaría igual sacando a uno de los integrantes del grupo para ponerlo a tocar en solitario. El exculturista John Felix Anthony Cena Jr. va camino de convertirse, por méritos propios, en una versión 2.0 de Arnold Schwarzenegger. Su hipervitaminado físico no es óbice para que otras aptitudes salgan a relucir. El pacificador hereda las virtudes de El Escuadrón Suicida, manteniendo un tono gamberro con un James Gunn que se encuentra en su salsa.
El humor, marca de la casa Gunn, es una constante que servirá como salvoconducto para quienes accedan a su visionado. Si eres de esas personas a las que les carga el continuo uso de chistes sexuales, es posible que esta serie no sea para ti. El pacificador (no confundir con aquella peli noventera protagonizada por George Clooney y Nicole Kidman) es un producto desenfadado que bien podrían haber escrito John Ostrander, Tom Taylor o ¡qué demonios! Garth Ennis. Ante la enorme competencia existente entre las diferentes plataformas streaming, la rebautizada HBO Max tenía que pisar el acelerador si no quería perder la guerra antes de tiempo. El pacificador marca el camino a seguir en la pequeña pantalla con una factura técnica que nada tiene que envidiar a lo que podemos ver en salas de cine y se aleja, afortunadamente, de la línea adolescente y anodina marcada con anterioridad por CW.
Conseguir la paz, aunque sea matando a mujeres y niños. La serie, como ya ocurriera en El Escuadrón Suicida, se burla del sistema de defensa americano y toda la simbología que orbita sobre él. Aguili, cual Grogu, es la mascota robaescenas que no necesita mediar palabra para ser un elemento cómico más. A pesar de mantener intacto su patetismo, encontramos ligeros cambios en Christopher Smith, humanizando más al personaje. John Cena construye un antihéroe sexista, racista, mediocre… pero no tan letal como se le presupone y con remordimientos por haber acabado con la vida de Rick Flagg.
Para rodear a Cena en su periplo, Gunn sube de nivel a secundarios de El Escuadrón Suicida. Así, ascienden a primera división Jennifer Holland (dando vida a la implacable Harcourt) y Steve Agee. El actor nigeriano Chukwudi Iwuji, a quien veremos en Guardianes de la Galaxia 3, dando vida a Murn y la muy carismática Danielle Brooks (archiconocida por su papel de Taystee en Orange is the new black) haciendo las veces de hija secreta de Amanda Waller completan un cuarteto de lo más resultón. En medio de este Proyecto Mariposa (del que tras tres episodios apenas sabemos nada pero tampoco es que importe mucho) también debemos resaltar la figura de Freddie Stroma como Adrian Chase y el veteranísimo Robert Patrick que lo mismo encarna a un T-1000 que al mismísimo Dragón Blanco.
El pacificador es una serie que cuenta con muchísima acción y un ritmo de lo más trepidante. Como es habitual en la filmografía de Gunn, su playlist musical es un componente clave para crear la atmósfera precisa en cada momento. Dejando atrás viejos complejos (la sobriedad que trajo consigo Christopher Nolan con su Caballero Oscuro o El hombre de acero) Warner da en la diana con un producto que da exactamente lo que se propone. Travesuras, carcajadas y hostias por doquier.
Mariposas en el estomago, por Gustavo Higuero
Hoy toca hablar de un personaje que vio la luz el año 1966 y que hoy, en 2022, goza de un inusitado éxito a raíz de su inclusión en la película del Escuadrón Suicida del año pasado, dirigida por James Gunn. Creado por Joe Gill y Pat Boyette en el Fithin´5 #40, recibió serie propia, de corta duración, con tan solo cinco entregas, en 1967, para acabar en manos de DC Comics cuando, en 1980, compró el fondo editorial de Charlton Comics. Su vida editorial en DC ha sido errática, con una miniserie, escrita por Paul Kupperberg, en los años 80, aunque su mayor éxito viene de formar parte de la intrahistoria que hay detrás de Watchmen y como desde DC deseaban que Alan Moore escribiera una historia que permitiera introducir a los personajes de Charlton en el universo DC convencional. Su figura acabó siendo la del Comediante en la obra más famosa de Moore y Gibbons.
Su historia en el papel responde a la figura de un diplomático pacifista dispuesto a todo con tal de lograr la ansiada paz. Una suerte de personaje lleno de ambigüedades (como Vigilante, del que tocará hablar más adelante) que lo distancian de otros antihéroes urbanos ultra armados, como puede ser Deathstroke o el Castigador.
Que 56 años mas tarde de ver la luz en las viñetas logre estar en boca de todos, viene demostrar el enorme poder transmedia que circula hoy en día entre lo audiovisual y lo impreso y que de alguna forma ha beneficiado tanto a espectadores como lectores.
La serie que hoy nos ocupa nace como subproducto de la citada película de Gunn, que traslada su mismo espíritu, fondo y forma, a la pequeña pantalla, pues no en vano su padrino máximo es el propio director de la película responsable de su alzamiento del olvido editorial.
Sin entrar en debates sobre que es mejor o peor, lo que si es interesante de analizar es como DC ha logrado tener un ecosistema, no conectado o algo conectado, de adaptaciones de sus personajes multifacético. Es decir, sus producciones, tanto en cine como en televisión tienen tonos muy distintos, enfoques muy dispares, con objetivos y pretensiones de muy distinto calado. Hay por ejemplos cintas como las de Snyder, que golpean de forma frontal con la de Ayer y chocan de manera cósmica con la de Gunn, mientras que en la televisión colisionan productos tan dispares como las producciones de CW, como Flash, Arrow, Legends of Tomorrow, con otras como Titans o Doom Patrol. Y si eso fuera poco, aparecen otros productos, como Stargirl o Superman y Lois, que se mueven en otras lindes capaces de engrosar un catálogo de series y películas (entre las que también destacan con un tono distinto, Aquaman y Shazam) dispuesto a encontrar a su espectador ideal.
La nueva serie del Pacificador viene a sumarse a esta diversidad de propuestas, sin cortar nunca el cordón umbilical que lo une al Escuadrón Suicida, con un marcado tono en el que el humor es una pieza clave del entramado de acción en la propuesta de Gunn a la hora de expandir el cosmos más extravagante del Universo DC de acción real.
Una de las primeras cosas con las que se topa el espectador de la serie, de la que ya se pueden disfrutar las tres primeras entregas, es el tono de acción de los años 80 con la que se ha concebido todo. Es como sentarse en un sillón y ponerse a ver cintas protagonizadas por Stallone, Willis y Schwarzenegger, con diálogos que rozan el absurdo, pero que acaban por concretarse en algo tangible, para mover la acción y poner en marcha el siguiente paso en la trama. Una trama cargada de acción física sucia, musculada, con olor rancio, en la que el personaje interpretado por un magnífico John Cena, deja claro que tipo de calaña representa el Pacificador en el Universo DC cinematográfico.
Un Pacificador que se aleja de lo visto en los cómics, pues aquí no hay diplomático que valga y si un origen de lo más oscuro al ser hijo de un supremacista radical de la peor calaña interpretado por un Robert Patrick absolutamente despreciable. Se intuye, por tanto, que Christopher Smith tuvo una infancia disfuncional, cargada del peor de los odios, despreciado en vida desde su nacimiento, que no busca sino la aprobación de un padre que continúa menospreciándolo de manera incansable. Es un artificio narrativo que busca claramente buscar un vínculo emocional del espectador con Smith, una empatía que logre saltar el muro de asco demencial que despierta de primeras y se pueda apostar por algún tipo de redención. Y es que, comparado con su padre, el Pacificador, es un santo.
El personaje de Cena resulta repelente, chulesco, mal hablado, sexista, racista, egocéntrico y creído, como muchos de los personajes de acción de la década de los 80 del siglo pasado. La diferencia es que aquí es autoconsciente de ello por las innumerables veces que se lo hacen saber y hay un resquicio, muy bien tratado, para la redención progresiva. Esa construcción del estado cognitivo del Pacificador es el pilar central sobre el que pivotan un excelente elenco de personajes secundarios vitales para dar solidez al conjunto.
Los secundarios, cada uno incrustado en un rol muy definido en los dos primeros capítulos, van desplegando su potencial a lo largo del metraje de ambos, para eclosionar del todo en la tercera entrega de la serie. Su carácter de secundarios se expande de tal forma que todos llegan a ser un todo, un ente protagonista, capaz de interesar al espectador de la misma forma que puede interesar el personaje al que da título a la serie. El equipo de campo que debe usar las habilidades del Pacificador para luchar contra algo denominado Mariposas, desarrolla sus actitudes de tal forma que no importa en que estereotipo estén definidos, pues se intuye su potencial de enorme evolución.
Entre los secundarios hay uno que está destinado a brillar por encima de los demás. Hablamos de Vigilante, un personaje que a los más puristas puede resultar poco atractivo por el trato que recibe por parte de Gunn, pero que demuestra estar perfectamente diseñado para cumplir con los objetivos de la serie.
Vigilante es un personaje creado por Marv Wolfman y George Pérez (hubo un primer Vigilante en 1941, pero la encarnación que se ve en la serie responde a la de Wolfman y Pérez) en el Anual #02 de los Titanes de 1983, bajo la identidad de Adrian Chase. Chase era un fiscal del distrito que viendo como el sistema no era capaz de castigar a los criminales, asume la identidad de Vigilante para encargarse por otros medios de que pagaran cuando la justicia no podía hacer nada por tecnicismos legales. Esto genera en Chase tensiones internas de enorme calado y que fueron desarrolladas en una serie regular que duró 50 entregas, escrita por Wolfman, con intervenciones puntuales de Kupperberg e incluso de Alan Moore, que terminó de la manera menos esperada, con su protagonista suicidándose por la disonancia interna que generaba su doble figura de defensor de la ley y sus acciones como Vigilante.
Contamos esto para poner de manifiesto lo alejado que está el Vigilante de la serie del Pacificador, del Vigilante de los cómics. En la serie es un camarero, un chaval que dice ser el mejor amigo de Smith, algo que él niega, pero que de alguna forma se erige como la figura del hermano pequeño que quiere impresionar al mayor. Un ejercicio curioso el que aquí se genera entre Chase, Smith y el padre de este último que tocará ver hasta donde es llevado.
Es necesario hablar de lo que se narra en el tercer episodio y que define a la perfección ante que tipo de Vigilante estamos. La acción está centrada en la eliminación de varias mariposas, lo que tiene a Smith apostado con un rifle de francotirador y recibiendo las ordenes de disparar. El bloqueo de Smith es patente pues hay niños entre las posibles víctimas y Chase asume el peso de ser quien apriete el gatillo, de forma clara, taxativa y sin miramiento alguno. Pocas veces han quedado tan bien definidos dos personajes en tan corto espacio de tiempo en una producción de este tipo. No hace falta nada más que un juego de planos y una simple mano apoyada en el hombro para dejar cada pieza en su sitio.
Es necesario hablar de la mascota del Pacificador. Emulando a Superman y Krypto, o Batman y Ace, por citar a dos de los más conocidos, y buscado capturar ese sabor a la Golden Age de DC, se introduce en la serie a Agui, la mascota alada de Smitch, un águila calva, símbolo de los Estados Unidos, con el que protagonista mantiene una relación admirable. El uso de esta es tan adecuado y comedido que lo que podría acabando por ser una carga, acaba por funcionar de manera perfecta por ser detonante de grandes conversaciones y subtramas que arrancan una inevitable sonrisa en el espectador. Un símbolo americano tratado de esta forma lleva a pensar.
La serie esta plagada de guiños al Universo DC. Hay que estar muy atento a cada conversación pues cuando uno menos lo espera se habla de Batmito o de Dollman (un héroe capaz de reducir su tamaño creado en Feature Comics #37 en el año 1937 por entonces en la editorial Quality Comics), mientras que se introducen personajes como Judomaster (muy alejado de su contrapartida en papel). Este juego con el espectador es reconfortante pues salpica al entendido de la sensación de estar muy dentro de la historia y satisface ver como se cuidan detalles tan nimios, pero tan relevantes, en una serie de televisión de este género.
Queda solo hablar de dos aspectos más de la serie. Su ritmo narrativo, que va de lo frenético a lo pausado, con enorme talento, haciendo que haya momentos que inevitablemente a uno le venga a la cabeza Tarantino por la inserción de enormes momentos de acción en los que los diálogos acaban siendo más protagonistas que lo que esta pasando en realidad ante los ojos del espectador. Esto hace que cada capítulo resulte tan ameno y dinámico que se hagan muy cortos. Así que toca dosificar bien que sino la espera será larga semana a semana.
El segundo aspecto es la introducción, los títulos de crédito con los que la serie abre, que vienen a marcar claramente lo que se puede esperar de esta serie. Con la música de WigMan (banda finlandesa de rock progresivo, formada en 1968), con la canción titulada, Do you wanna taste it, se busca volar la tapa de los sesos a los espectadores mientras se presentan a los actores bailando una coreografía delirante. Rostros serios y movimientos que no lo son tanto, crean un coctel explosivo que funciona con la pose final antes de dar paso al episodio. No se puede hacer mejor.
En definitiva, estamos antes una serie que añade un nuevo sabor a la oferta de DC en la televisión, dispuesta a jugar muy fuerte todas sus cartas de cara a impresionar y divertir a partes iguales. Su humor con cierto sabor ochentero, su puesta en escena con personajes que rezuman ese aire rancio característico del género de acción de aquella década, mientras mira de frente al espectador de hoy, hacen de esta fórmula una apuesta ganadora que es un punto más a la diversidad de propuestas en DC
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