Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Héroes. Doctor Extraño: Relatos Extraños
Edición original: Doctor Strange 74-81, Strange Tales 1-19, Doctor Strange: Sorcerer Supreme 1-4 USA (Marvel Comics, 1986-1989)
Edición nacional/España: Marvel Héroes. Doctor Extraño: Relatos Extraños (Panini Cómics, 2020)
Guion: Peter B. Gillis, Roger Stern, Bill Mantlo
Dibujo: Mark Badger, Sal Buscema, Chris Warner, Larry Alexander, Terry Shoemaker, Richard Case, Dan Lawlis,
Entintado: Mark Badger, Randy Emberlin, Scott Williams, Gerry Talaoc, Tony DeZúñiga
Color: Bob Sharen, Paul Becton, Gregory Wright
Traducción: Gonzalo Quesada
Realización técnica: Estudio Fenix
Formato: Tapa dura. 552 páginas. 42,00€
El revival de Strange Tales
«¿Que qué ha pasado? Que he matado a mi primer hombre, Rintrah… ¡y me temo que no será el último!»
El Doctor Extraño es un personaje de nicho. Entiéndase que digo esto no de forma peyorativa. No todos los héroes dentro de un universo de ficción tan rico y complejo como el de Marvel tienen que tener la misma importancia ni tienen que gustar de la misma manera al público lector. Creado en 1963 por Stan Lee y Steve Ditko para la cabecera Strange Tales (en su #110), el Doctor Stephen Extraño ha tenido una vida editorial convulsa. Su primera serie en solitario a finales de los años 60 tan solo duró 15 números. Unos años después, en 1972, Steve Englehart sería el encargado de volver a poner al Hechicero Supremo de nuevo en el candelero con una serie de historias publicadas en la colección antológica Marvel Premiere. El éxito de la visión de Englehart para el personaje, hizo a éste merecedor de una nueva cabecera propia, el volumen 2 del Doctor Extraño, a partir de 1974. Es en este volumen en el que se publicó la famosa y en varias ocasiones reeditada etapa de Roger Stern, con la que tuvo la fortuna de contar con una gran cantidad de talento gráfico gracias al trabajo de gente como Marshall Rogers, Paul Smith, Michael Golden o Steve Leialoha.
La etapa de Stern es recordada sobre todo por dos sagas o líneas argumentales. La que coprotagonizó Drácula y la que dio final a su estancia en la colección, la lucha por el control de la Dimensión Oscura. Aunque tradicionalmente se da por hecho que el último número de Stern en el título fue el 73, en realidad fue el 75, incluido en el tomo que nos ocupa ahora. El guionista dejó varios cabos sueltos -siendo el principal de ellos la búsqueda del alma de Topaz- pero no quiso marcharse de Marvel sin cerrar una subtrama centrada en Mefisto y Franklin Richards que venía de Los 4 Fantásticos #277. ¿Marcharse de Marvel? Sí, ya desde 1986, los roces entre Stern y uno de los pesos pesados de la editorial, Mark Gruenwald, eran públicos y recurrentes. En 1987, la situación llegó a un punto de no retorno cuando Gruenwald despidió de manera fulminante a Stern de Los Vengadores. ¿La causa? El editor quería que el Capitán América -personaje que el mismo Gruenwald escribía por entonces- tuviera más peso en el equipo, y no le gustaba nada la importancia que Stern le concedía a la Capitana Marvel/Mónica Rambeau, en aquel momento líder del grupo. Gruenwald se salió con la suya, la Capitana Marvel acabo defenestrada dentro de Marvel, el Capitán América dejaría de verse eclipsado y Roger Stern comenzaría a colaborar regularmente con DC.
Pero volvemos a 1986 y al final de la etapa de Stern en Doctor Extraño. Heredar una colección por la que acababa de pasar Stern no era una tarea sencilla. Que se lo pregunten a Tom DeFalco o Walter Simonson. Marvel tomó una decisión bastante arriesgada eligiendo a su sustituto. Peter B. Gillis era conocido en la editorial como un “cerebrín” de la continuidad Marvel pero, como guionista, sus trabajos en Micronautas o Eternos no habían sido especialmente celebrados. Probablemente, su trabajo más destacado hasta ese momento era los últimos dos años de Los (nuevos) Defensores, una etapa que en España pudimos leer como complemento de los, por aquel entonces, Nuevos Vengadores (hoy Vengadores Costa Oeste). En Los Defensores, Gillis hacía un trabajo muy competente, tanto con los miembros más carismáticos -sobre todo la Gárgola- como con toda una serie de personajes nuevos que no tuvo tiempo de desarrollar. Para el escritor, Doctor Extraño era el encargo más importante que había recibido de Marvel y sería el trabajo que determinaría su futuro.
El recién nombrado guionista tenía muy claro qué tipo de historia quería contar y los problemas que se le planteaban con un personaje como Extraño. “Uno de los problemas más grandes con el Doctor Extraño desde que Steve Englehart lo convirtió en el Hechicero Supremo era cómo evitar presentarle como un ser omnipotente. (…) Así que decidí enfatizar un aspecto esencial de la magia, la dualidad blanca vs negra, pura vs impura. (…) Las razones importan, el fin no siempre justifica los medios, pero algunas veces tenemos que tomar algunos atajos”. Gillis estaba cansado de que el Doctor Extraño pudiera sacarse cualquier hechizo de la manga para resolver sus batallas, en momentos que podían fácilmente acabar presentados como deus ex-machina que hacían de menos los peligros a los que hacía frente el héroe. El escritor quería, como haría Jason Aaron 35 años después, exponer el precio que a veces tiene que pagar el Doctor Extraño para ejercer como mago y superhéroe. Y esa es la historia que nos presenta este tomo. La caída de Stephen Extraño y sus intentos por levantarse y volver a hacerse merecedor de su título de Hechicero Supremo.
Los primeros números de este tomo, que recoge íntegramente la etapa de Gillis con el personaje, son la toma de contacto del guionista con el universo de la magia. Son también los más prescindibles y anodinos. Gillis aprovecha el #74, cruce con Secret Wars II, para recontar el origen del personaje en caso de que algún nuevo lector se subiera al carro en ese momento. En el #77 un demonio llamado Khat le destrozará la capa, hecho cuyas consecuencias serán fundamentales para el devenir de la historia. En el #78, Extraño acude al taller de una especie de sastre cósmico, Enitharmon, quien arregla la capa mientras el héroe se cruza con (valga la redundancia) Capa. Este encuentro, lejos de ser anecdótico, revelaba a los lectores una pista, aunque estos no fueran conscientes, del futuro cercano de la colección. Gillis comienza a contar su historia, propiamente dicha en la saga que se extiende entre los #79-81 en la que un demonio-mago de otro planeta ataca a Extraño, consiguiendo dejarle malherido a la vez que le roba todos sus artefactos mágicos. Esta es una historia donde se puede empezar a medir el valor de Gillis como guionista y lo cierto es que no sale malparado. El villano, Urthona, es presentado como una amenaza real, su plan tiene sentido y Extraño lo pasa realmente mal para conseguir, primero sobrevivir, y después derrotarle. Para prevalecer, Extraño se ve obligado a destruir todos sus objetos mágicos menos el ojo de Agamotto, un cambio de statu quo que justifica el nuevo rumbo editorial del personaje.
Porque a pesar de que, gracias al número del cross-over con Secret Wars II, las ventas de la colección habían subido un poco, la realidad es que Doctor Extraño era una serie que vendía bastante mal para la época, unos 120.000 ejemplares mensuales (compare el lector de Zona Negativa esa cifra con las actuales… y échese a llorar) y en Marvel se vieron obligados a tomar una medida drástica. El Doctor Extraño compartiría colección con Capa y Puñal, otros personajes cuya colección languidecía en las listas de ventas, y dicha cabecera fusionada recuperaría el título de Strange Tales. Lo peor, sin duda, sería que Gillis ahora tendría solo 11 páginas para seguir contando su historia. Y curiosamente, contar con la mitad del espacio, hizo que el ritmo de la narración apenas se resintiera. El Strange Tales de Gillis es la historia de cómo Stephen Extraño cae en el lado oscuro de la fuerz… de la magia.
Ya en el #80 del volumen anterior, Extraño había cometido su primer “desliz”, invocando al demonio Satanish para derrotar al guerrero que Urthona había enviado a la tierra para atacarle. En Strange Tales #2, para acabar con un demonio que ha poseído a un hombre, termina matando también al huésped humano. Al parecer, cuanto más “impuro” sea Stephen, menos puede apoyarse en sus hechizos “normales” y mas depender de la magia negra. El resto del volumen tendrá como idea fuerza abandonar su Sancta Santorum y vagar por el mundo enfrentándose a los demonios que han quedado libres tras la destrucción de sus artefactos mágicos en la batalla contra Urthona. Se “deshace” de Wong y Sara Wolfe con un hechizo para que le olviden y marcha a la aventura acompañado del simpático alienígena con cabeza de toro + jabalí conocido como Rintrah que ya había hecho su aparición al final del volumen anterior. Rintrah es discípulo de Enitharmon, el mago/sastre y había dejado que la forma astral de Extraño le poseyera para poder enfrentarse a Urthona.
En Strage Tales #4, la corrupción de Extraño será tan grande que tendrá que desprenderse del Ojo de Agamotto que pasará a ser custodiado por Rintrah. Tras visitar la montaña donde residía el Anciano en los #5-7 y ser ayudado por los Defensores (o una parte de ellos, porque Gillis, no sabemos si por imperativo editorial, no utiliza ni al Hombre de Hielo, ni a la Bestia ni a la Gárgola) para derrotar a Pesadilla en un cruce con otra parte de la colección, la correspondiente a Capa y Puñal; el guionista introduce a un personaje fundamental para su etapa: Kaluu. Kaluu era un compañero del Anciano cuando ambos eran jóvenes pero que se descarrió porque quería utilizar la magia para su propio beneficio. Es, por tanto, un mago oscuro, e iniciará una particular relación maestro-aprendiz con Extraño, quien todavía no acaba de encontrarse cómodo utilizando magia negra.
La caída en desgracia de Extraño continuará de forma inexorable, perdiendo un ojo y teniendo que llevar un parche; haciendo volar a un chico por los aires y arrebatándole sus poderes a Victoria Bentley (personaje recuperado de la época Lee-Ditko). Finalmente, para acabar con el último demonio, Extraño, Rintrah y Kaluu harán un viaje interdimensional en el que Stephen se fusionará con un acólito de Shuma-Gorath que ejercerá de “jefe final” para la historia. Aunque la batalla entre ambos es ciertamente emocionante, también es un poco liosa, y finaliza con Extraño lanzándole a Shuma-Gorath una ¿réplica? del planeta tierra (hiriendo a personas de la tierra verdadera en el proceso). El final de Strange Tales (#16-19) supone ver cómo Gillis intenta limpiar el nombre de Extraño y hacerle volver a su entorno conocido, recuperando a Wong y Sara Wolfe.
Aunque las ventas de Strange Tales tampoco debían ser demasiado boyantes, Marvel decidió dar por terminado el experimento tras 19 números y tanto Capa y Puñal, como el Doctor Extraño volvieron a contar con cabeceras propias. Inicialmente, Gillis seguiría siendo el guionista pero tan solo aguantaría 4 números del relanzamiento, Doctor Extraño: Hechicero Supremo. En esos 4 números, el guionista tendría que cerrar sus tramas como buenamente pudiera y contar a toda prisa subargumentos que hubieran necesitado mucho más tiempo para desarrollarse como el “matrimonio” de Extraño con Clea. Y es una pena que no tuviera tiempo para contar más cosas porque el inicio de este volumen prometía bastante, sobre todo con esa historia de inicio en la que Dormammu posee el cuerpo de Extraño.
Considero que esta etapa está un poco infravalorada. Gillis Tuvo la mala suerte de llegar justo después de Stern pero además dispuso de dibujantes competentes pero no al nivel de los que sí disfrutó Stern. Chris Warner, el creador de Barb Wire, es para mí quien más luce en estos números, con una narrativa muy fluida y que sabe manejarse tanto en ambientes místicos como en los más urbanos. Su sustituto, Richard Case, tiene algunos problemas representando la figura humana (sobre todo las caras) y en general no mejora su trabajo en otras series como La Patrulla Condenada. Sus mejores números son, sin duda, los últimos del tomo, con ese brillante diseño de Extraño-Dormammu.
Lo interesante de este tomo es lo ambicioso de la propuesta de Gillis. Ese Doctor Extraño cayendo en el lado oscuro. El guionista se toma su tiempo y muestra un desarrollo pausado y lógico en la caída de Extraño. Para quien quiera ver al buen Doctor fuera de su zona de confort, estas historias demuestran que el Doctor Extraño es un personaje con un potencial no siempre realizado por los autores que se han encargado de sus aventuras. Gillis dedica también su tiempo a desarrollar las relaciones entre Extraño tanto con Rintrah como con Kaluu, siendo el primero de ellos un personaje que se mantendría en la colección después de la marcha del guionista. Los villanos también son otro punto a destacar del tomo, sobre todo Urthona y Shuma-Gorath, amenazas que se sienten realmente peligrosas y que fuerzan a Extraño a tener que tomar decisiones de vida o muerte para derrotarlos. ¿Cuál es el gran problema de esta etapa? El desenlace de la saga del “Doctor Extraño Oscuro”. Después de hacer algunas cosas realmente horribles, como matar a civiles y a niños, todo queda perdonado de manera simplista y nada convincente. Gillis se saca de la manga el “ego” de Stephen como elemento que “muere” y debe ser restaurado limpio de la maldad anterior. Una cosa es jugar con héroes de moral dudosa y otra presentar al Doctor Extraño como alguien no muy diferente del Castigador. Lo peor es que la narrativa de la historia justifica las acciones de Extraño, en un esquema del fin justifica los medios que funciona muy bien como espiral descendente hacia la magia oscura, pero que no consigue dar el salto a una redención a posteriori. Desgraciadamente, lo de tener a personajes haciendo cosas espantosas que rápidamente quedan borradas no era tampoco nuevo en la época; pensemos en Cíclope abandonando a su mujer e hijo cuando resucita Jean Grey o mucho de lo que hizo Tony Stark en la Guerra de las Armaduras. En fin…
El final de Gillis en Doctor Extraño fue prácticamente su final en Marvel. Escribiría cosas sueltas en Marvel Comics Presents o Solo Avengers pero no volvería a hacerse cargo de una colección regular de este tipo. Gillis no era el guionista más innovador, ni el mejor dialoguista, pero tenía ideas, y no tenía miedo de llevarlas hasta sus últimas consecuencias. Los resultados no eran siempre los esperados pero cuántos escritores hay ahí fuera que ni siquiera lo intentan.
Lo mejor
• Lo ambicioso de la propuesta
Lo peor
• La moraleja de la historia que convierte a Extraño en un justiciero más que en el Hechicero Supremo
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