Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Héroes. El increíble Hulk: Muerte y Destino

Edición original: The Incredible Hulk 223-256, Annual 7-9 y Captain America 230 USA (Marvel Comics, 1978-1980)
Edición nacional/España: Marvel Héroes. El increíble Hulk: Muerte y Destino (Panini Cómics, 2016)
Guion: Roger Stern, Steven Grant, Bill Mantlo, John Byrne, Peter Gillis, Elliot S. Maggin, Roger McKenzie, David Michelinie, Doug Moench
Dibujo: Sal Buscema, Carmine Infantino, John Byrne, Jim Mooney, Steve Ditko
Entintado: Josef Rubinstein, Joe Sinnott, Klaus Janson, Bob McLeod, Mike Esposito, Don Perlin, Chic Stone, Jack Abel, Alfredo Alcalá, Sal Buscema, Bob Layton, Steve Ditko, Al Milgrom
Color: Glynis Wein, Janice Cohen, Phil Rache, George Roussos, Petra Goldberg, Bob Sharen, Nel Yomtov, Ben Sean, Françoise Mouly, Elaine Heinl
Traducción: Gonzalo Quesada
Realización técnica: Estudio Fenix
Formato: Tapa dura. 792 páginas. 49,95€

De Roger Stern a Bill Mantlo

«¡Sigo siendo Hulk!¡Sigo siendo un monstruo!»

El Increíble Hulk terminaba los años 70 como uno de los personajes más conocidos y famosos de Marvel. ¿Gracias a los cómics que la editorial publicaba? No, sino gracias a la serie de televisión sobre el gigante esmeralda que la CBS emitió entre 1977 y 1982. Las aventuras de un Bruce Banner vagando como alma en pena pero también como ángel de la guarda improvisado por el territorio de los Estados Unidos provocó un pico de interés en el personaje que se hizo notar también en las cifras de venta en su colección. Dicha colección perdió en 1978 a Len Wein, autor de una sólida pero breve etapa que ya hemos reseñado y que se incluye en el Marvel Héroes El Increíble Hulk: Un monstruo entre nosotros.

El sustituto de Wein en el título sería nada más y nada menos que Roger Stern, uno de los más reputados guionistas de la Casa de las Ideas durante la década de los 80. Sin embargo, en 1978, Stern todavía no había consolidado su posición en la editorial, mucho menos entre los aficionados. El escritor, tras haberse fogueado en series dedicadas a relatos cortos como Marvel Presents y Marvel Premiere o en revistas como FOOM, recibiría, durante ese año 1978 los dos encargos más importantes de su carrera hasta ese momento: las colecciones protagonizadas por Hulk primero, y el Doctor Extraño después. Muchos lectores recuerdan con cariño o simplemente les suena lo hecho por Stern escribiendo las peripecias de Stephen Extraño. Pocos lo hacen con respecto a su paso por Hulk. ¿Por qué esto es así?

Lo fundamental, en lo que se refiere a comparar ambas cabeceras, es que Stern tan solo estuvo 20 números como guionista titular en Hulk (añadiríamos tres números más si contamos los co-guionizados junto con Len Wein), poco tiempo para alguien que se caracterizo durante su carrera por ir cocinando sus subtramas a fuego lento. Por otra parte, leyendo estos cómics, parece como si Stern no acaba de cogerle el punto al personaje como sí hizo rápidamente con el Doctor Extraño o haría a partir de 1980 con Spiderman. Su tradicional recurso de utilizar la continuidad de los personajes para hacer avanzar tramas y presentar desafíos a la vez nuevos y reconocibles (como la creación del Duende en las series del lanzarredes) no funcionan aquí.

Honestamente, da la sensación de que Stern coge la serie con fuerza, jugando por primera vez de forma decidida con la psicología del personaje, tan solo para abandonar esos planes y enzarzar a Hulk en otra serie de peleas recurrentes. El guionista pretendía ahondar en la psique del personaje y así lo demuestra en su primer arco argumental en solitario cuando Hulk se encuentra con una estatua de Sócrates y la inscripción “conócete a ti mismo”. Al mismo tiempo, se potencia la presencia de Doc Samson y su labor como psiquiatra. De hecho, podríamos considerar perfectamente el #227, en el que Samson entra en la mente de Hulk, como la piedra fundacional de muchas historias futuras del personaje que analizaran los traumas del pasado de Bruce Banner por parte de Bill Mantlo, Peter David y Al Ewing. Si tenemos en cuenta todo esto, no es de extrañar que Stern redefina al villano Piedra Lunar, convirtiéndolo en la psiquiatra Karla Sofen, personaje de enorme potencial y gran carisma, que ha tenido una longeva vida editorial en Marvel (imposible hablar de Piedra Lunar sin mencionar su fundamental participación en el Asalto a la mansión de los VengadoresRoger Stern de nuevo- y en los Thunderbolts originales).

Por muy buenas que sean varias de las premisas presentadas por Stern, el resto de su etapa no consigue despegar. Del #231 en adelante, enfrenta a Hulk a dos sociedades secretas de tercera categoría. La primera, la Corporación (creada por Jack Kirby en su segunda época en la serie del Capitán América), permite un cross-over con la colección de Steve Rogers. La segunda, simplemente denominada Ellos, al menos trae de vuelta a Tyrannus. La recuperación de estos dos grupos, pura arqueología marvelita, deja mucho que desear así como los rivales a los que se enfrenta Hulk entre medias (Hombre Máquina, Bicho Dorado, Hombre Prodigio). En lo que respecta a personajes secundarios, la principal novedad es la inclusión de un hippy llamado Fred Sloan cuyas interacciones con Hulk al menos sí consiguen ser muy divertidas como cuando Fred intenta esconder a Hulk en su coche o cuando el gigante esmeralda se queda un poco “achispado” por lo que fuma su joven compañero. En definitiva, una simpática vuelta de tuerca al modelo Rick Jones de acompañante de Hulk. Mucho más importante para la historia de Hulk será la oficialización del divorcio entre Betty y Glenn Talbot, convirtiendo de paso a este último en un antagonista más de nuestro héroe.

El enfrentamiento con Tyrannus, que se alarga casi dos números completos, es el canto del cisne de Stern en la serie. Historias que empiezan fuerte y que incluyen momentos reivindicables pero que, con la perspectiva que da el tiempo y el resto de la obra del autor, no se sienten como una obra de Roger Stern. La fijación por rescatar elementos casi olvidados de la continuidad Marvel no termina de servirle al guionista para contar historias que eleven la calidad de la cabecera. Acompañándole a los lápices, no podemos dejar de mencionar a Sal Buscema, ya inmerso en su larguísima etapa con el personaje, con un estilo reconocible y que casa muy bien con el estilo que demanda un Hulk tan destructivo como emocional. Es precisamente en los números finales de la estancia de Stern en los cuales Buscema comenzará a hacer sus propias tintas en la serie, consiguiendo así una eficiencia de tiempo mayor que le permitiría aumentar su carga de trabajo en Marvel.

La marcha de Stern de El Increíble Hulk se debió a la creciente carga de responsabilidades que iba teniendo en Marvel. Más series que guionizar (El Espectacular Spiderman) y labores editoriales también. Su sustituto sería Bill Mantlo. Mantlo (cuya carrera se volvería a cruzar con la de Roger Stern pocos años después, esta vez en la oficina arácnida) era un guionista trabajador y competente que estaba haciendo una labor prometedora en Micronautas y al que Marvel quería darle más oportunidades de brillar. Tiempo habrá de hablar de la fundamental impronta dejada por Mantlo en El Increíble Hulk pero justo es reconocer que sus inicios en la serie tuvieron muchos altibajos. El #250 sigue siendo un buen cómic, épico en su escala con esa batalla entre Hulk y Estela Plateada, y también con un componente trágico en su resolución. La trama del entierro de Jarella y la intervención de uno de los Primigenios del Universo es simplemente correcta. La saga de los Cambiantes y el Dios del Bosque es claramente fallida (una mala mezcla de La Isla del Doctor Moreau junto con el Alto Evolucionador), al igual que el extraño team-up con el Hombre 3D. Mantlo parece reciclar ideas en vez de proponer las suyas propias. Podríamos calificar de carambola que en ocasiones le saliera bien como con la creación de los U-Foes (#254), sosias malvados de Los 4 Fantásticos que siguen siendo un dolor de cabeza para Hulk 40 años después.

De manera un tanto extraña, el tomo termina con el primer número de una especie de saga en la que Hulk inicia una mini vuelta por el mundo. Se incluyen también los anuales #7-9. El 9 es una muy mala historia dibujada por Steve Ditko, el 8 una entretenida ensalada de mamporros entre Hulk y Sasquatch, y el 7 es el más destacado de todos, una historia que junta a Hulk con el Ángel y el Hombre para enfrentarles contra Molde Maestro toda ella dibujada por John Byrne. Como nota curiosa, en este último caso, el entintado de Bob Layton a los lápices de Byrne trajo miga (con Byrne, qué raro…) puesto que el dibujante estrella criticó duramente el entintado de su compañero de forma bastante homófoba.

Como conclusión, estamos hablando de un periodo de transición forzada en la colección de Hulk, con historias correctas en su conjunto. La etapa de Roger Stern en la serie es un “podría haber sido” que se quedó en ideas potentes, sobre todo al inicio, y poco más. A priori, la llegada de Mantlo no parecía mejorar las cosas pero el joven guionista iba a demostrar muy pronto que era el autor perfecto para hacer evolucionar al gigante esmeralda.

Lo mejor

• El Anual dibujado por Byrne y cómo Stern escribe tanto a Doc Samson como a Piedra Lunar

Lo peor

• El Anual dibujado por Ditko y la historia de los Cambiantes



Ver Fuente

Comentarios

Entradas populares