Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Gold. Factor-X 1 ¡Bautismo de fuego!
Edición original: The Avengers 263, Fantastic Four 286, X-Factor 1-16 y Annual 1, con material de The Mighty Thor 373 y 374, Marvel Age 33, 39 y Annual 2, y Official Handbook of the Marvel Universe Deluxe Edition 15 USA (Marvel Comics, 1986-1987)
Edición nacional/España: Marvel Gold. Factor-X 1 ¡Bautismo de fuego! (Panini Cómics, 2021)
Guion: Bob Layton, Roger Stern, John Byrne, Chris Claremont, Jackson Guice
Dibujo: Jackson Guice, Bob Layton, John Buscema, John Byrne, Marc Silvestri, Walter Simonson, Keith Pollard, Terry Shoemaker, David Mazzucchelli
Entintado: Bob Layton, Jackson Guice, Josef Rubinstein, Tom Palmer, Terry Austin, Bob McLeod, Brett Breeding, Bob Wiacek, Dan Green
Color: Petra Scotese, Max Scheele, Glynis Oliver, Christie Scheele
Formato: Tapa dura. 576 páginas. 44,95€
Una nueva era en la franquicia mutante
«Adivinad quien ha vuelto»
1985 todavía era una época tranquila para el comprador de cómics aficionado a los mutantes. Todos los meses tenías tu ración de La Patrulla X pero además podías añadir a tu menú las aventuras de Los Nuevos Mutantes. Las miniseries eran un concepto aún nuevo en Marvel y los mutantes iban a ser parte fundamental de su desarrollo como formato (como con la que Chris Claremont y Frank Miller habían dedicado a Lobezno) pero, en general, solo tenías que seguir dos colecciones al mes. Esta situación no era sostenible para Jim Shooter, editor en Jefe de Marvel en aquel momento. Los X-Men eran los superventas de la editorial y un abanico tan amplio y rico de personajes demandaba una tercera serie regular.
A principios de los 80, Mark Gruenwald había propuesto crear una “Patrulla X Costa Oeste” precisamente con esos mutantes que Claremont no utilizaba en la serie principal. Hay un rumor que se hace eco de la propuesta, en algún momento entre 1984 y 1985, de Steve Englehart y Al Milgrom para un “proto-Factor X”. Eso sí que habría sido una locura total. Pero es en 1985 cuando Bob Layton y Shooter tienen una conversación, centrada en el Ángel y el Hombre de Hielo, en la que comentan lo desperdiciados que están los X-Men originales. Layton, respetado en Marvel tras su paso por Iron Man (junto con David Micheleine), propone que la nueva colección se llame Factor X y esté protagonizada por los mutantes originales -Cíclope, Bestia, Ángel, Hombre de Hielo- a los que se sumaría Dazzler (la obsesión de Shooter por darle protagonismo a Dazzler daría para otro post. Llegó a existir un guion para una película en imagen real protagonizada por la superheroina cantante). No podían ser los cinco originales porque Jean Grey estaba muerta desde la conclusión de la Saga de Fenix Oscura…¿no?
Marvel comienza la promoción de la serie con imágenes que sombrean al miembro femenino del grupo para jugar con los lectores. Pocos imaginan lo que se está cocinando en la editorial. Años atrás, Kurt Busiek, mucho antes de convertirse en el guionista que todos conocemos, discutía con Roger Stern sobre cómo resucitar a Jean Grey. La idea era que el Fenix habría duplicado el cuerpo de Jean y la verdadera Jean Grey permanecería en algún tipo de crioestasis esperando a ser “recuperada”. Es 1985 y Stern le comenta la idea a John Byrne. La idea llega a Bob Layton, quien se encuentra trabajando en el primer número de Factor X. Sería una bomba traer de vuelta a Jean Grey. Solo hay dos problemas. El primero el famoso edicto de Shooter “Jean Grey debe morir” debido a sus crímenes como Fenix Oscura. Incluso si fuera cierta este edicto –algo negado por el mismo Shooter– la idea de Busiek exime a Jean de las atrocidades como Fenix Oscura. El otro obstáculo es Claremont, el patriarca mutante. Incapaz de parar la inercia generada alrededor de Factor X, Claremont intenta al menos que no se resucite a Jean Grey proponiendo que el 5º miembro será Sarah Grey, la hermana mayor de Jean. Pero la idea no funciona. No funciona porque las acciones de Cíclope al inicio de Factor X no tendrían sentido si fuera Sarah y no Jean. No funciona porque, al igual que con Madelyne Pryor, seguiríamos teniendo a sucedáneos de Jean Grey pero no a la auténtica. Shooter es claro. La Chica Maravilla volverá de entre los muertos.
Roger Stern y John Byrne serán los encargados de la resurrección, la cual se llevará a cabo en Los Vengadores #263 y Los 4 Fantásticos #286. Los créditos recogen el “agradecimiento especial” a, como no, Kurt Busiek. La historia es sencilla. Los Vengadores encuentran una especie de cápusula/capullo en el fondo del océano que emite una extraña energía. En el laboratorio de los 4 Fantásticos, Jean Grey surge del capullo tal y como quedó en La Patrulla X #100 tras regresar los mutantes de enfrentarse con los Centinelas y Stephen Lang en el espacio. Jean se muestra traumatizada, es llevada a casa de sus padres donde un cristal Shi’ar le devuelve sus recuerdos perdidos. Todo bien, todo correcto, ¿verdad? Pues no, porque la batalla de egos continuaba dentro de la oficina marvelita. Todo el segmento de Los 4 Fantásticos #286 relativo al cristal Shi’ar y la justificación de Jean Grey/Fenix como entidades separadas fue reescrito por Claremont y las viñetas retocadas por Jackson Guice imitando el estilo de Byrne. Esta reescritura fue una petición expresa de Claremont a Shooter ya que el patriarca mutante estaba muy descontento con el guion de Byrne. Shooter aceptó esta reescritura para apaciguar un poco a uno de sus autores estrella que todavía estaba resentido por todo el asunto de la resurrección. A Byrne, claro, esta intromisión en su trabajo, le sentó a cuerno quemado. Las fuentes aquí difieren entre quienes afirman que esto fue el último clavo en el ataúd de Byrne en Marvel, o bien quienes dicen que Byrne ya había firmado con DC para relanzar a Superman por lo que a Shooter le iba a dar igual desairar al británico-canadiense una vez más. Lo que por entonces no sabían los lectores es que Claremont y Byrne no tenían la misma idea sobre la naturaleza del Fenix ni sobre la relación de éste con Jean Grey. Las heridas abiertas entre ambos creadores seguían abiertas.
La resurrección de Jean Grey permite al personaje retornar a la continuidad libre de sus pecados pero sin anular completamente la saga de Fenix Oscura. Con la perspectiva que nos da el tiempo, sabemos que eso de que el Fenix, cuando posee a un humano, crea un doble suyo no volvió a ser utilizado jamás (ni siquiera para justificar las acciones de Cíclope en el cross-over Vengadores Vs X-Men 30 años después). Incluso hay historias sobre el Fenix como la realizada por Alan Davis en su segunda etapa en Excalibur que contradicen abiertamente lo contado en esta vuelta de Jean Grey. La derrota de Claremont en los despachos tendría repercusiones futuras al verse obligado a cambiar líneas argumentales sobre Cíclope, Madelyne e incluso Rachel Summers. Sea como fuere, Jean Grey volvía limpia de polvo y paja al Universo Marvel y Bob Layton tenía a sus cinco originales.
Y tras todo este drama, ¿qué nos encontramos en Factor X? Bob Layton a los guiones y Jackson Guice a los lápices presentan a un nuevo grupo mutante con una premisa ciertamente polémica. Factor X se promociona como “caza-mutantes”, poniendo anuncios en la tele que, imitando a los Cazafantasmas de la época, libraría a los buenos ciudadanos de esos malvados mutantes. Mucho se ha escrito sobre lo absurdo de esta propuesta y las lagunas que tiene. X-Men como mercenarios, héroes de gran perfil público como la Bestia ocultando su identidad (que hasta hace 3 días como quien dice había sido Vengador, por Dios), una campaña de marketing que acrecentaba la histeria anti-mutante… todo mal. Pero si por algo fue criticado este nuevo título fue por el comportamiento de Cíclope, quien abandonaba a su mujer e hijo para correr a los brazos de su antigua novia.
Teniendo en cuenta todos los problemas que tuvo su concepción, Factor X #1 es un cómic bien escrito y que juega hábilmente con la continuidad de lo que acababa de ocurrir en la serie de Los Defensores y lo que estaba pasando en la colección de La Patrulla X. ¿Problemas dices? Según Sean Howe, este primer número tuvo que rehacerse desde cero dos semanas antes de su fecha de salida de imprenta. Aunque no ha trascendido toda la historia, sí sabemos que el editor de Factor X, Mike Carlin, no aparece acreditado como el único editor (Michael Higgins era un editor asistente en la época) y abandonaría la serie y Marvel tras el #2. ¿Su sustituto? Nada más y nada menos que Bob Harras, en su primer encargo en la oficina mutante que acabaría dominando en la década siguiente. Probablemente, el cambio de última hora (Dazzler por Jean Grey) descabalgó los planes de Carlin, Layton y Guice y de ahí que hubiera que rehacer el número casi entero. Eso sin contar las referencias que se quedaron en el tintero como el final del último número de la colección de Dazzler en el que la Bestia y el Hombre de Hielo la invitaban a unirse a su nuevo grupo llamado Factor X…
Con todos estos problemas no es raro que Layton solo aguantara 5 números en la serie. Su aproximación al canon mutante fue muy criticada. Su estilo, un tanto naif, no conectó con los aficionados. La premisa de la serie era una losa demasiado grande. Leídos desde el siglo XXI, la mini-etapa Layton-Guice no es ni mucho menos tan mala como muchos han vendido. Tiene un toque vieja escuela que no es malo per se. Los diálogos son correctos y la personalidad de Bestia, Ángel y el Hombre de Hielo es tratada casi con reverencia. Otra cosa son Cíclope y la Mujer Maravilla. El marrón de Layton con la pareja era importante y nunca parece muy claro que tenga una idea clara de qué demonios hacer con ellos. Tendría que llegar Louise Simonson para comenzar a desarrollar a Jean Grey como personaje retornado al mundo de los vivos. El estilo es tan retro que la planificación de página de Guice es también muy clásica, con poquísimas splash pages y mucho detalle por viñeta. No es Walter Simonson, pero Guice hace un gran trabajo en los pocos números que tiene a su disposición. Su narración es clara y fluida, me ha sorprendido gratamente en su forma de mostrar emociones en ciertos personajes como Madelyne (Inciso. Jackson Guice y Butch Guice son, evidentemente, la misma persona. Butch era el apodo del dibujante pero desde Marvel le solicitaron que dejara de usarlo debido a las connotaciones negativas del término. En inglés, Butch se puede utilizar para referirse de forma peyorativa a una mujer homosexual de aspecto masculino. Fin del inciso).
A Layton apenas le dio tiempo a escribir una historia en la que la Bestia pierde su pigmentación azul y vuelve a tener aspecto humano normal. No sabemos si el guionista tenía intención de convertir la base de Factor X, pagada por Cameron Hodge, amigo del Ángel, en una mini-escuela Xavier para jóvenes mutantes, pero eso es lo que acabaría pareciendo. Layton crearía a Rusty Collins y a Artie, el simpático mutante mudo que puede proyectar sus pensamientos en una burbuja. Los #5-6 son la transición a la nueva escritora de la serie, Louise Simonson, editora de la oficina X y amiga de Claremont, y que aseguraba así que los destinos de este Factor X y de La Patrulla X permanecieran conectados. Esta transición acabaría teniendo una importancia capital en el futuro de la franquicia mutante. Layton pensaba presentar en el #5 una nueva caracterización para el Buho, conocido villano de Daredevil y Spiderman. El guionista pensaba transformarle en una versión mutada y monstruosa del animal del que recibe el nombre pero Simonson prefería crear algo nuevo. Ciertamente, el Buho como jefe de un grupo de mutantes malvados como la Alianza del Mal no tiene demasiado sentido. El nuevo villano que Simonson se sacaría de la manga no sería otro que Apocalipsis, quien sería desarrollado como archi-enemigo de Factor X durante los siguientes 3 años. Layton ha pasado a la historia de la franquicia mutante sin pena ni gloria, más famoso por el sacrilegio de resucitar a Jean Grey (sin ser él responsable) que por sus historias. La relación entre Layton y Shooter daría para otro culebrón -alcoholismo, navajazos creativos como en las primeras Secret Wars, muchos años de amistad también, su relación en Valiant…- pero la razón del cambio de rumbo era más sencilla: los lectores no estaban contentos con la dirección de la serie y así lo hacían notar en las cartas de la sección de correo. Layton afirmaría años después que su estancia en Factor X fue un infierno por culpa de las presiones que le llegaban desde la “Oficina X”.
El #7 será el primero de Simonson como escritora en solitario y el inicio de una larga etapa en la serie muy aplaudida por los lectores. Supone un cambio de tono importante en la colección, una dirección más oscura y violenta, más en consonancia con lo que estaba haciendo Claremont en La Patrulla X. La sensación de camaradería entre los 5 héroes se iría difuminando y Simonson apostaría por el drama Claremontiano con evidente éxito. Simonson se deshace rápido de la idea de caza-mutantes y comienza a tratar al grupo como un apéndice de los X-Men con dos cruces casi consecutivos con la colección madre. El primero, indirecto, presenta una batalla entre el grupo y la Fuerza de la Libertad. El segundo, un cross-over en toda regla, la Masacre Mutante, en el que el Ángel se llevará la peor parte sufriendo un cambio traumático (que no spoilearemos aquí por si acaso). Entre tanta batalla, Cíclope por fin acude a Alaska a buscar a Madelyne y a su hijo, donde (quien estuviera leyendo La Patrulla X sabría que no los va a encontrar allí) dando así inicio a una larguísima subtrama que llegaría hasta Inferno.
A pesar de lo que he disfrutado leyendo estos números, tengo pensamientos encontrados. Me ha chocado sobre todo la violencia que nos encontramos casi de forma casual. El brutal ataque al Ángel o Cíclope y Jean aparentemente matando a dos morlocks son los ejemplos más obvios pero el tono oscuro de estas historias es innegable. Eso sin hablar de los temas relacionados con el abandono (Cíclope) o la depresión (Ángel, que casi parece que se suicida al final del tomo), los monólogos internos de autodesprecio y culpa que se marca Cíclope al mismo tiempo que comienza a tener visiones implicando que se le está yendo poco a poco la cabeza… Sin embargo, estamos hablando de cómics extraordinariamente entretenidos, con un elenco de secundarios que no harían sino crecer en importancia (y en el corazón de los aficionados) como es el caso de Deliza, Rusty, Bum Bum, Artie y Sangui. La escritora, además, trae al título al sustituto definitivo de Guice, su marido Walter, en la cúspide de su carrera y todavía en aquel momento guionista de Thor. El dibujo de Simonson es muy personal, de gran expresividad y fuerza. La batalla entre Cíclope y Molde Maestro en el #14 es sencillamente espectacular. Gracias a Simonson tendremos también la evolución del aspecto de Apocalipsis hasta llegar a la forma en que todos los lectores lo reconocemos hoy en día.
Probablemente el matrimonio Simonson abusó de las subtramas alargadas hasta el exceso o directamente abandonadas. El mejor ejemplo de esto es todo el quilombo de Los Doce, que se inicia aquí y tardaría casi 15 años en resolverse y gracias a Alan Davis. Pero aún así, los tics a lo Claremont suenan si no frescos, sí lo suficientemente diferentes como para funcionar. Y solo estamos hablando del prólogo. Apocalipsis está preparando a sus nuevos jinetes, La Caída de los Mutantes se atisba en el horizonte. Con todos sus errores y fallos, este tomo es historia de Marvel y el inicio de una de las etapas mutantes más recordadas de los años 80. Si hasta incluye un número (#16) dibujado por David Mazzuchelli…
Lo mejor
• La labor del matrimonio Simonson
Lo peor
• El Anual #1, un despropósito
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