Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Héroes. Doctor Extraño: Los Versos Vampíricos
Edición original: Doctor Strange: Sorcerer Supreme 5-30 y Ghost Rider 12 USA (Marvel Comics, 1989-1991)
Edición nacional/España: Marvel Héroes. Doctor Extraño: Los Versos Vampíricos (Panini Cómics, 2022)
Guion: Roy y Dann Thomas, Fabian Nicieza, Howard Mackie
Dibujo: Jackson Guice, Ron Lim, Jim Valentino, Gene Colan, Chris Marrinan, Javier Saltares
Entintado: Jose Marzan Jr., Jackson Guice, Tony DeZuñiga, Gene Colan, Mark McKenna, Doug Hazlewood, Manual Labor, Mark Texeira, Jimmy Palmiotti
Color: Bob Sharen, Max Scheele, Tom Vincent, Gregory Wright, Christie Scheele, Alfred Ramirez, George Roussos, Richard Rasche, Renee Witterstaetter, Nel Yomtov
Traducción: Gonzalo Quesada
Realización técnica: Estudio Fenix
Formato: Tapa dura. 720 páginas. 52,95€
Roy Thomas, 20 años después
«He estado fuera. Pero he vuelto»
Hablar del Doctor Extraño en los años 80 es recordar la excelente etapa de Roger Stern con el personaje, acompañado de grandes dibujantes, el principal Paul Smith. Tras la marcha de Stern, el escritor Peter B. Gillis sería el encargado de continuar narrando las aventuras del Hechicero Supremo, en un periplo editorial bastante confuso que supuso la cancelación del título y su sustitución por una cabecera compartida entre el Doctor Extraño y los vigilantes Capa y Puñal. Por último, en 1988, Stephen Extraño volvería a contar con serie en solitario, en este caso llamada Doctor Extraño: Hechicero Supremo y todavía con Gillis a los mandos. Sin embargo, Gillis, junto con el dibujante Richard Case, tan solo aguantarían cuatro números del relanzamiento. Escasos meses antes del estreno de la nueva serie, Tom DeFalco se convertía en el nuevo Editor en Jefe de Marvel. DeFalco era conocido por su devoción por la Marvel clásica y, durante su “reinado” buscaría formas de devolver a los personajes, especialmente los clásicos, a sus raíces. Las historias de Gillis habían llevado a Extraño por los caminos del “lado oscuro”, obligándole a practicar magia negra, matar en defensa propia e incluso verse mutilado de un ojo. DeFalco preparaba un back-to-the-basics y tenía claro el hombre adecuado para el proyecto: Roy Thomas.
Thomas era una auténtica leyenda en Marvel. El primer Editor en Jefe después de Stan Lee, cocreador de decenas de personajes, principal responsable de la publicación de los cómics de Conan en la Casa de las Ideas… Además, a finales de los años 60, Thomas y Gene Colan habían desarrollado una breve pero muy recordada etapa en El Doctor Extraño en la que coqueteaban abiertamente con el terror antes incluso de la relajación del Comics Code. Thomas trabajaría ininterrumpidamente para Marvel entre 1965 y 1981 hasta que el nuevo Editor en Jefe, Jim Shooter, impuso una nueva norma en el Bullpen: prohibido auto-editarse. Thomas (y no solo él, también Marv Wolfman) eran conocidos por no tener un editor por encima de ellos en los títulos que escribían en Marvel. Al fin y al cabo, ambos habían ejercido como Editores en Jefe y habían mostrado ser sobradamente profesionales en su desempeño. Pero, para Shooter, esta situación era una especie de conflicto de intereses que no iba a tolerar. Airados, Thomas (dejando sin terminar la historia que estaba contando en Thor) y Wolfman abandonaron Marvel rumbo a DC. Seis años después, es 1987 y es Jim Shooter el despedido. Muchos de los damnificados vuelven a Marvel. Uno de ellos, Roy Thomas. Pero esta vez no lo hará solo, sino que volverá acompañado de su mujer Dann, con la que firmará a cuatro manos los guiones de Doctor Extraño: Hechicero Supremo y, unos años después, Los Vengadores Costa Oeste. En el apartado gráfico, los Thomas tienen la suerte de contar con Jackson Guice, por entonces uno de los artistas más sólidos de la editorial recién salido de la exitosa segunda etapa en Iron Man comandada por Bob Layton y David Micheleine.
Como se podía prever, los Thomas deshacen lo hecho por Gillis en pocos números. Fuera el parche, recuperación de los artefactos mágicos destruidos por Urthona en los números de Strange Tales, olvido interesado del matrimonio entre Stephen y Clea, por supuesto hay que deshacer también el hechizo por el que todo el planeta pensaba que Extraño estaba muerto… No es la primera ni la última vez que veíamos (o veremos) cómo un nuevo guionista deshace lo hecho por el anterior pero los Thomas se toman demasiado en serio en eliminar todo el legado de Gillis en la serie (menos Rintrah). Hay que concederle a Roy Thomas (y a partir de ahora hablaré solo de él y no de ellos como matrimonio porque el mismo Roy reconoce en las cartas a los lectores del #5 americano que Dann y él hacen los argumentos juntos pero que el 99% del guión + diálogos son suyos) que en su regreso a Marvel intentó buscar un tono nuevo y moderno en las historias que escribía y no encasillarse en la imagen de archivista de la continuidad marvelita. Esto no quiere decir que estos intentos tuvieran éxito.
Los 26 números incluidos en este Marvel Héroes. Doctor Extraño: Los Versos Vampíricos contienen cuatro sagas principales. En la primera (#5-8) Thomas trae de vuelta al Barón Mordo, con un upgrade de poder gracias a haber vendido su alma dos veces, una a Satannish y otra a Mefisto. La segunda es la que da título al tomo, Los Versos Vampíricos (#14-18), supone un ejercicio de casi retrocontinuidad, negando parte de la famosa historia de Stern en la que acababa con los vampiros en el Universo Marvel y provocando el retorno de los chupasangres a la continuidad. La tercera sería Las Guerras Oscuras (#21-24) en la que Dormammu trata de recuperar su reino, perdido a manos de Clea al final de la etapa de Stern. Por último, del #26 al 30, Thomas, ahora junto con Chris Marrinan sustituyendo a Guice, nos lleva a una gymkana buscando una serie de elementos mágicos que le permitan realizar un exorcismo a Topaz. Entre medias de estas historias, hay que destacar los tres números relacionados (muy tangencialmente) con el cross-over Actos de Venganza en los que Extraño se enfrenta a la Encantadora, el Ejecutor, el Duende versión demoniaca post-Inferno, y Akron; y el #19 en el que Thomas y Gene Colan se reúnen de nuevo aunque sea para esa única entrega.
Desgraciadamente, no tengo mucho bueno de contar de los cómics incluidos en este tomo. Hay aventuras muy entretenidas, como la de la gymkana mágica que incluye un cross-over con la colección del Motorista Fantasma. Hay momentos divertidos como el enfrentamiento con Akron. Pero, en conjunto, hay demasiadas cosas que chirrían. Porque una cosa son ideas que no funcionan o no se desarrollan del todo bien pero otra muy distinta son las malas ideas o las que se introducen de forma chapucera.
De las primeras, el mejor ejemplo es el retorno de los vampiros. Siendo una saga bien construida narrativamente, con momentos emocionantes e invitados especiales (de Morbius al Hermano Vudú), la resurrección vampírica retconea la saga original, en la que se especificaba que TODOS los vampiros no solo eran destruidos sino que nunca podrían volver. Marvel, en el #67 de El Doctor Extraño, incluso publicó un certificado para dejar constancia (un poco ingenuo de su parte, sin duda). Thomas se inventa una relación de opuestos entre el Libro de Vishanti y el Darkhold que no tiene demasiado sentido y que acaba siendo un “lo hizo un mago” un tanto frustrante. Para añadir un punto de salseo a la saga, a Jackson Guice no se le ocurrió otra cosa que ilustrar la portada del #15 con la versión de la fotografía de un disco de la cantante Amy Grant. El Manager de la cantante demandó a Marvel por el uso de la imagen y el pleito finalizó con un acuerdo entre las partes en 1991.
De las segundas, y relacionada con la misma saga de Los Versos Vampíricos, tenemos la aparición del hermano de Stephen Extraño. Hay tantas cosas mal en esta idea que no sé ni por donde empezar. Aceptemos que jamás se haya hecho mención a este hermano en ninguna historia pasada. De acuerdo. Podría ser. El resto, sin embargo, no tiene ningún sentido. Se supone que el hermano, Victor, sufrió un accidente de coche y Extraño, para mantenerlo con vida, lo metió en una especie de cámara de éxtasis criogénica y olvidó mencionárselo a nadie. No se vayan, todavía hay más. Resulta que Victor es ¡un vampiro! Porque Stephen, buscando una cura para su estado, practicó hechizos con él y en uno pues, mala suerte, le convirtió en vampiro. ¿En serio, Roy Thomas, EN SERIO? Otra cosa, debe ser que cuando Roger Stern acaba con todos los vampiros, el pobre Víctor Extraño no se enteró y Thomas aprovecha para convertirlo en una nueva versión del Barón Sangre.
La escritura de Thomas tiene otros problemas. El humor no funciona casi nunca (pelea con Akron o cameo del Pato Howard aparte), utilizando un lenguaje para el Doctor que lo asemeja a la versión del UCM con sus puyas y tono ligeramente socarrón que, para mi gusto, no acaba de pegarle del todo a Extraño. El guionista, además, no es que se estruje la neurona para crear nuevas amenazas para el héroe. Me parece un error garrafal desechar a un villano como Urthona haciéndole parecer (en boca de Agamotto) un cualquiera. Sobre todo si la gran incorporación de Thomas al panteón de enemigos de Extraño es Mefista, una hija de Mefisto de nombre extraordinariamente original. También tiene guasa que tanto la saga inicial con el Barón Mordo como la última con Topaz finalicen con Satannish y Mefisto liándose a mamporros. Otro gran problema de Thomas es que Extraño no es el único personaje que escribe “fuera de personaje”. Cómo representa a Clea en Las Guerras Oscuras clama al cielo, haciendo que se comporte como una inútil cuando Dormammu le arrebata el McGuffin de la historia, como si no fuera ya de por sí una hechicera por derecho propio.
Evidentemente, no me gusta la dirección que Thomas le dio a la colección pero son aventuras que se pueden leer y que apelan a una sensibilidad no tan retro como se podía esperar. Aún así, la extraña decepción de este tomo es el dibujo de Guice. Quizás porque tengo muy reciente su trabajo en Factor X, Guice siempre me ha parecido un autor muy competente. Sin el aura de estrella de algunos coetáneos de la época pero un narrador sólido. Y sigue siendo un dibujante con un storytelling fluido capaz de dibujar épicas batallas y mostrar demonios terroríficos, pero hay un detalle en su dibujo que acaba siendo muy enervante. Guice abusa, dibujando mujeres, de poses imposibles y demasiado sexualizadas. En sus números de Iron Man ya se podía entrever esta tendencia pero en este tomo se hace imposible de pasar por alto. Al más puro estilo Greg Land, la narración se interrumpe de cuando en cuando mientras Guice dibuja a casi todas las mujeres del cómic como si fueran modelos posando para una sesión de fotos.
El regreso de Roy Thomas a Marvel no fue el éxito esperado. Lo que es, hasta cierto punto, normal puesto que no es lo mismo 1970 que 1990. Las sensibilidades habían cambiado. El mercado había cambiado. Doctor Extraño: Hechicero Supremo era una colección que se vendía directa y únicamente en librerías especializadas. Podría haber sido una oportunidad para iniciar una versión Vértigo de historias en Marvel. En vez de eso, se apostó por lo retro y cuando se vio que no funcionaba, el Doctor acabó fagocitado por los Hijos de la Medianoche. Los 90 no fueron generosos con el Doctor Extraño y este tomo es prueba de ello.
Lo mejor
• La recuperación de los vampiros para el Universo Marvel (aunque no la manera de hacerlo)
Lo peor
• Roy Thomas
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