Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNDayNealAdams – El rebelde del lápiz de Adams.
El pasado 28 de abril el mundo del cómic americano perdía a uno de sus máximos exponentes, Neal Adams. Un dibujante que marcó a varias generaciones de artistas con su trabajo en las décadas de 60-70 y que dejó impronta más allá de las viñetas, pues no solo se dedicó a romper los moldes establecidos en lo que a la forma de narrar se refiere, sino también en lo referente a las condiciones de trabajo de los artistas que trabajaban para la industria del comic estadounidense durante los años 70 y 80.
Hoy le dedicamos un ZNDay a este gran artista, comenzando por un breve recorrido por su vida, sus hitos artísticos y personales, para seguir con un recorrido variopinto por algunas de sus principales obras.
Todos hemos perdido mucho con su muerte, pero su trabajo y carisma siempre quedaran en nuestro recuerdo.
Un 15 de junio de 1941, en Governons Island, en Nueva York, nació Neal Adams. Su talento era tal que ya en 1962, con tan solo 21 años, era el dibujante de la tira que adaptaba el éxito del drama televisivo (de temática médica producida por la ABC entre 1961 y 1966), Ben Casey. Fue en este trabajo, obligado por las exigencias de la productora, que empezó a trabajar con referencias fotográficas, lo que le reportó un rodaje extra en lo que a conocimiento de las expresiones faciales y corporales se refiere.
Antes de conseguir colocarse en este trabajo llamó a numerosas puertas tras graduarse en 1959 (en el Instituto de Arte Industrial, por la que pasaron gente tan importante como John Romita Sr. Joe Madudeira, Dick Giordano…), entre las que estaba DC Comics y Archie Comics. En Archie buscaba poder trabajar en la línea de superhéroes que editaba Joe Simon, Fue instado por algunos de los trabajadores de la editorial a dibujar algunas páginas de uno de sus personajes, The Fly, con lo que poder tentar a Simon a la hora de contratarlo, pero el editor no quedó impresionado y dejó que Adams se fuera a otra parte con sus lápices. Pero no se fue muy lejos, porque estuvo trabajando en Archie en su serie Archie´s Joke Book Magazine (1960), donde dibujaba, entintaba y rotulaba páginas de relleno al precio de 16 dólares la media pagina y 32 la página completa. Fue un trabajo importante para Adams, pero le producía pocas satisfacciones, por lo que lo dejó para dar el salto al mundo de la publicidad con estilo de cómic en la que permaneció un año entero.
Es necesario hacer un inciso y matizar que de su generación hay muy pocos artistas. Herb Trimpe, Jim Steranko y Neal Adams son el trio que sobrevive a ese momento de la historia de los Estados Unidos en el que hacer y hablar de comics estaba mal visto, pues en es el momento más oscuro de la industria que se vio atacada cuando se publicó la Seducción del Inocente, en el que se culpaba a los comics de los males de la juventud. Se estigmatizó tanto a la industria, ala medio, que nadie quería dedicarse a ello, salvo estas tres figuras (que acabaron siendo relevantes, puesto que habría muchos más, claro está).
Por su forma de ser y entender su trabajo, nunca fue un dibujante de largas temporadas en las colecciones en las que trabajó, pues su inconformismo le llevaba a no dejar de estar buscando nuevas formas de romper con los cánones establecidos. Cánones que finalmente acabó por establecer él mismo en la industria con sus planos arriesgados, con enfoques en los que el personaje rompía la viñeta, con escorzos tremendamente afilados en unas perspectivas en las que Adams intentaba mostrar el mundo real en esas páginas. El estilo de cada dibujante no es sino las imperfecciones de cada dibujante intentado mostrar la realidad. Sin duda, su trabajo lo dejó perfectamente claro.
Tras su aso por la publicidad, en 1966, trabajó algunas semanas como un anónimo asistente en varias series de prensa (Rip Kirby, Julieta Jones, o Peter Scratch), que llenaron su vida artística hasta 1968, no sin antes producirse uno de los puntos de inflexión más relevantes de su carrera.
Fue en el año 1967 cuando su carrera da un cambio y comienza a trabajar para revistas en blanco y negro de terror de Warren. Su trabajo como dibujante y entintador se pudo ver la historia Curse of the Vampire, publicada en abril de 1967 en Creepy #14.
Ese mismo año ficha por DC Comics, centrando su trabajo en portadas para las distintas series de la editorial. Y de nuevo su trabajo rasga lo establecido para marcar nuevos caminos en lo que planificación de escena se refiere en una portada. Sus composiciones y el color que aplicaba a las figuras era algo atípico para lo que se estaba haciendo en ese momento, no solo en DC, sino en Marvel o en cualquier otra editorial americana dedicada a publicar superhéroes.
No tarda en encontrar su propio espacio en la serie bélica Our army at war #182 (1967), donde contribuye con una historia de ocho páginas titulada, It´s my turn to die, escrita por Howard Liss. No fue su único trabajo dentro del género bélico y del terror en DC, pero sus intereses eran otros y no tardó en llamar a las puertas del editor de Batman, Julius Schwartz, que lo rechazó, por lo que acabó en manos del editor Murray Boltinoff, encargado de la serie The Brave and the Bold, que lo asignó a la serie The Adventures of Jerry Lewis, debutando en el número 101 de la colección.
La edad de Plata comenzaba a mostrar signos de fatiga y la industria estaba obligada a buscar nuevos caminos, a explorar senderos hasta entonces ignorados si querían poder sobrevivir a los profundos cambios sociales, culturales y políticos que estaban sucediéndose en los Estados Unidos. Y es que hablar de Adams es hablar del contexto de lo que iba sucediendo a su alrededor.
Fue a finales de 1967 cuando el trabajo de Adams en DC toca a las grades figuras de la editorial, pues comienza a publicar portadas en Action Comics y Superman Girl Friend, hasta que de la mano del escritor Gardner Fox, publica su primera historia complemento, dedicada a Elongated Man, en Detective Comics #369. Fue en enero de 1968 año cuando pudo dibujar por primera vez a Batman, con el Espectro en la portada, pues solo tuvo acceso a realizar ese trabajo en The Brave and the Bold #75.
En medio de esos trabajos que coqueteaban con la figura de Batman, Adams, se convierte en el dibujante de la serie de Deadman, sucediendo a Carmine Infantino en la serie Strange Adventures, #207 y en la que estuvo hasta el #216 en febrero de 1969, haciéndose cargo de los guiones a partir del 212, en un movimiento inesperado, lo que permitió a Adams llamar la atención de los lectores, convirtiéndose en una serie mítica no solo dentro de su carrera, sino en la misma historia del cómic USA. Simultáneamente dibujó los números The Spectre #2-5, donde también se lanzó a escribir sus dos últimos números.
El ya citado Steranko y el propio Adams fueron dos de los artistas más influentes de la década de los años 70, en el que ambos incorporaron un modernismo nunca visto, con influencias pop y arte publicitario, añadiendo un enfoque retorcido a sus composiciones, poniendo al lector en el centro de la acción y jugando a desorientarle a la hora de seguir el hilo de la historia. Sus viñetas se movían ante los ojos del lector, exigiéndole un esfuerzo que hasta entonces era algo inédito en el noveno arte americano. Su formación académica distaba mucho de estar enfocada al noveno arte y eran conocedores, sobre todo Adams, de los métodos de impresión y pronto se centró en mejorar la forma en la que se coloreaban los cómics en DC, aplicando mejoras en el amarillo y eliminando el tono rosáceo vivo de la piel de los personajes. Detalles que muestran como por formación y personalidad, Adams era algo mucho más que un dibujante de comics con mucho talento.
En 1969, Adams, ya deja claro que su forma de ser no es la misma que la de los demás artistas del momento. En aquellos días si un dibujante trabajaba en DC y además lo hacía para Marvel, en una de las dos firmaba con seudónimo. Adams se negó a ello. Su actitud no gustó mucho en las oficinas de DC, pero el mismo ha comentado en muchas entrevistas que aquello era correr un riesgo calculado, puesto que al actuar así lo que en realidad estaba haciendo era abrir un camino, como si de un rompehielos se tratara, para que otros autores lo imitaran.
En Marvel recaló en la serie de X-Men #56 (1969), escrita por Roy Thomas, que estaba al borde de la cancelación. Se mantuvo en la misma hasta el número 65, siendo la primera vez que colaboró con Tom Palmer como entintador, en lo que fue el inicio de un largo periodo de trabajo conjunto que les reportó premios a lo largo de su vida profesional a ambos.
La serie de la X-Men no se pudo salvar de la cancelación y tras la publicación del número 66 dejó de llegar a los quioscos americanos.
Entre 1971 y 1972 se produce uno de los momentos más importantes para la serie de los Vengadores. Para muchos expertos es uno de los dos momentos mas relevantes de la Marvel de aquellos años, cuando de nuevo con Roy Thomas en los guiones, Adams se encargó de firmar una de las historias más relevantes de los héroes más poderosos, la conocida Guerra Kree-Skrull (Avengers #93-97).
Sin dejar Marvel, pero adelantándonos un poco en el tiempo, también con Thomas (además de Gerry Conway y Howard Chaykin), fueron los encargados, en 1973, de presentar la serie La Guerra de los Mundos, y a su protagonista, Killraven, en Amazing Adventures Vol. II #18.
Como nunca había dejado de trabajar en DC, fue en 1970 cuando se produce el cambio definitivo en su carrera dentro de la editorial. Su trabajo se cruza con el talento de Dennis O´Neil, que bajo la atenta mirada del editor Julius Schwartz, revitalizaron a Batman en las viñetas, alejándolo de la imagen que había tenido en la pequeña pantalla en la serie emitida entre 1966 y 1968 de la ABC. Su primer trabajo juntos fue en Detective Comic #359 (enero de 1970), para pasar ambos a Batman #219 (febrero de 1970) y a Detective Comics #360 (marzo de 1970)… En Detective Comics #400 Adams introdujo a Man-Bat, un cocreación junto con Frank Robbins. Pero su creación más presentativa y con más peso dentro de la mitología del Hombre Murciélago es sin duda la del villano Ras Al´Ghul, un ecoterrorista que debutó en las páginas de Batman #232 (junio de 1971) en una historia titulada Hija del Demonio.
El trabajo de O´Neil y Adams con Al´Ghul resultó demoledor para el personaje. El villano mostraba un nuevo nivel de sofisticación, con nuevas herramientas para el mal que rompían los esquemas de la ya nutrida galería de villanos de Batman. La obsesión de Al´Ghul con unir a Batman a su cruzada, la seducción a la que es sometido Batman por parte de la hija de Al´Ghul, Thalia, hacen de esas historias todo un mito interno en la historia de DC Comics.
Pero el trabajo del tándem no se limitaría a forjar una leyenda nueva, sino también están detrás del regreso de Dos Caras, en Batman #234 (agosto de 1971) y de revitalizar al Joker en una historia que lo devuelve a sus orígenes como maestro homicida sin escrúpulos, en Batman #251 (septiembre de 1973), con una de las portadas más míticas de la colección.
Pero aún le quedaba mucho que decir a este equipo creativo. La sinergia volvió a confabular de manera que, en abril de 1970, al tiempo que comenzaban a forjar los primeros pasos de su paso por las cabeceras de Batman, en la serie rebautizada como Green Lantern/Green Arrow, unieron dos personajes muy distintos, con el color como punto de unión entre ambos, y los lanzaron un periplo social a lo largo de los Estados Unidos, con el fin de tratar temas que no se estaban desarrollando en los comics de superhéroes. La superpoblación, el racismo, las drogas, son algunos de los que se expusieron ante los lectores, con historias tan impactantes como en la que sus protagonistas descubren que el pupilo de Green Arrow, Speedy, era adicto a la heroína. Fue en el número 86 (tras diez entregas fascinantes) en la que ambos dieron por cerrada esta etapa, no sin antes hacer historia en lo que concierne a realizar una obra comprometida con la realidad que imperaba ya en los Estados Unidos. Es curioso como una etapa hoy considerada fundamental dentro de la editorial DC, fue muy aplaudida a nivel de crítica en su momento, pero ignorada a nivel de ventas.
Los trabajos para DC de Adams a partir de ese momento ya fueron más esporádicos (sin contar su trabajo en Batman), con portadas en múltiples series, algunas historias en La Liga de la Justicia, Action Comics, House of Mistery y colaboró en el primer cruce entre dos personajes de DC y Marvel, en el que Superman y Spiderman se vieron las caras compartiendo historia en la que redibujó algunas de las figuras de Superman.
Su último trabajo en DC, y del que él mismo opina es su mejor obra, es el cruce imposible entre Superman y el boxeador Muhammad Ali en 1978, donde, junto O´Neil, firma un demencial combate entre el boxeador y el último hijo de Kriptón con altas dosis de ciencia ficción y todo un despliegue visual marca de la casa.
Como apunte, en 1988 rediseño el uniforme de Robin para Dick Grayson, pero no se llegó a usar con el pupilo de Batman, sino que fue reutilizarlo por DC, a la que le había encantado el diseño, para que lo vistiera un nuevo Robin, Tim Drake.
Su último trabajo en Marvel fue en 1981 en Bizarre Adventures.
Llegaba el momento de dar el salto a un nuevo estatus más acorde con una de las facetas de Adams más importantes dentro de la industria, la de ferviente defensor y luchador de los derechos de los dibujantes. No era empezar de cero, pues ya durante la década de los años 70 ya se había manifestado abiertamente al respecto, intentando sindicalizar a la comunidad creativa del momento. Sus primeros pasos fueron encaminados para que las editoriales devolvieran los originales a los dibujantes que podrían, de esta forma, sacar beneficios adicionales con la venta de los mismos a los coleccionistas de arte. Fue una larga y ardua batalla que logró consumarse en 1987 cuando Marvel le devolvió a él y a Jack Kirby, entre otros autores, todos sus originales.
Su figura también es fundamental en el litigio entre Jerry Siegel y Joe Shuster, por los derechos de Superman. Finalmente, tras superar una inmensa cantidad de burocracia impertinente, se logró que se les concediera el crédito merecido a ambos y una remuneración por todo el trabajo aportado a DC desde que les vendieran el personaje en 1938.
Otro de los pasos que emprendió Adams para continuar sacudiendo a la industria, fue la creación de su propia empresa, Continuity Associates en 1971, centrada en producir los guiones gráficos para producciones audiovisuales, así como medios publicitarios, animaciones, diseños en 3D y diseño conceptual. Pero no solo se limitó a ejercer tareas empresariales, sino que sirvió como plataforma para lanzar la carrera de muchos autores que trabajan como colectivo y eran acreditados como Crusty Bunkers. Si Neal Adams daba el visto bueno a alguien, ese alguien era visto con otros ojos y nadie parecía poner en duda la valoración de Adams. Entre los miembros de la fundación hay nombres tan relevantes como el de Pat Broderick, Bob McLeod, Al Milgrom, Cary Bates, Howard Chaykin, Terry Austin, Marshal Rogers, Walter Simonson, Jim Starlin, entre otros.
En 1984 Adams dio el salto a la edición con el fin de maximizar su libertad creativa. Para ello puso en marcha Continuity Comics y se lanzaron al mercado una serie de obras, centradas en el género de superhéroes, bajo conceptos del propio Adams. No en vano fue su estilo el que marco la línea visual de todos los cómics que se publicaron bajo el sello editorial de Continuity. Entre los autores que formaron parte de la editorial se encuentran nombres como Dan Barry , Vicente Alcazar , Mike Deodato, Jr. , Mark Texeira , Dave Hoover , Richard Bennett , Tom Grindberg, Bart Sears , Esteban Maroto y Michael Netzer. Adams aportaba los diseños preliminares, retocaba algunos rostros y realizaba correcciones de estilo, mientras que el guionista de prácticamente todos los títulos fue Peter Stone.
Para buscar ser diferentes a los que se podía ver publicado por DC o Marvel, los cómics de Continuity eran más explícitos en lo que la violencia se refiere, además de tener de fondo un erotismo más marcado.
La editorial se adentró en los años noventa con la misma premisa que sus competidoras, lanzando al mercado cómics con múltiples portadas holográficas, troqueladas y fluorescentes, las denominadas ediciones Tyvek, lo que no ayudo mucho a adquirir una imagen de marca sólida en un mercado cada vez más convulso con la entrada en liza de Image.
La editorial cesó su actividad en 1994, durante la publicación del cruce titula Rise Of Magic, envuelta en problemas legales (derivados del litigio por le personaje de Ms. Mistic, que nació en Pacific Comics y luego saltó a Continuity) y financieros, mientras lidiaba con las críticas de los libreros por su falta de regularidad en las entregas y los lectores por su mala gestión editorial.
La serie más longeva fue Armor, de la que se publicaron un total de 13 entregas, pero se llegaron a lanzar un total de 17 series, con títulos como Zero Patrol, Crazyman, Híbridos, la citada Ms. Mistic o Megalith, entre otras, cuyas numeraciones oscilaban entre las tres y las nueve entregas.
Sus últimas aportaciones para el medio comenzaron en 2012, en DC, con la publicación de la miniserie Batman Odyssey, a la que siguió otra, en 2016, dedicada a Superman, bajo el título Superman: Coming of Superman (ambas editadas en España por ECC). Para Marvel se encargó de los lápices, en 2011 de The New Avengers Vol. II #16.1 y en 2012 se anunció que volvería dibujar a la Patrulla X, en una miniserie de cinco números titulada The First X-Men.
Hubo entre medio historias cortas para la antología Batman: Black & White de 2013 y en Detective Comics Vol. II #17 en 2014.
Y los que son ya considerados sus dos últimos trabajos, el primero en 2020 para Marvel, con guiones de Mark Waid, con los 4 Fantásticos como protagonistas, titulada Antithesis y otra obra para DC, que comenzó a publicarse en 2019, pero que no se concluyó hasta 2021 por la pandemia, en la que volvía a ejercer de dibujante y guionista, retomando a dos de sus grandes personajes, Batman y Ras Al´Ghul.
Neal Adams, dio forma a la manera de leer comics y de entender el comic norteamericano de superhéroes. Un autor con una relativa corta lista de trabajos, pero cuya figura e influencia nadie pone en duda. Su fallecimiento, debido a la septicemia, a los 80 años de edad, deja huérfano a un medio que con su presencia evolucionó en lo industrial, lo artístico y lo social. Descanse en paz, maestro.
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