Javier Vázquez Delgado recomienda: Comic Barcelona – Entrevista a Peter Bagge

«Nunca he usado historias como las de Buddy Bradley para hacer propaganda de mis opiniones«

Conversador jovial y exuberante, Peter Bagge nos hace un extenso repaso a su carrera. Recorremos su larga trayectoria profesional desde sus comienzos como editor de la revista Weirdo – junto a su admirado Robert Crumb– a su éxito con las series protagonizadas por Buddy Bradley hasta sus más recientes biografías de mujeres valientes, luchadoras y libres. La charla realizada en la sala de prensa del Comic Barcelona fue larga, entretenida y productiva, este es el resultado.

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Peter Bagge en un momento de la entrevista

Zona Negativa (ZN): La primera pregunta es obligada: ¿cómo se inició en el mundo del cómic como lector y como autor?

Peter Bagge (PB): Tenía un hermano mayor que solía dibujar cómics y me inicié en el mundo del cómic en gran parte porque quería ser como él y seguirle el ritmo. Nos gustaban los mismos cómics: las tiras de prensa, especialmente Peanuts, y además MAD Magazine.

No estaba del todo seguro de qué tipo de cómics quería hacer. Nunca me gustaron los superhéroes. Pero cuando descubrí los cómics underground, a Robert Crumb, pensé: esto es lo que quiero hacer. Esto es exactamente lo que quiero hacer. No sabía que económicamente los comics underground estaban muertos en aquella época. (Risas) Era a finales de los años 70.

Empecé a crear cómics de todos modos y, tras una temporada, allá por 1980, encontré editoriales que quisieron publicar trabajos míos.

ZN: ¿Qué significaron los cómics de Crumb y la revista Mad Magazine para usted? Aparte de animarle a leer y crear cómics, ¿influenciaron, por ejemplo, su manera de ver el mundo o la forma en la que aborda los temas de sus obras?

PB: En efecto, influenciaron ambas cosas que comentáis. De MAD me encantaban sus sátiras; siempre me ha gustado el género. De la revista MAD también me gustaban los estilos de dibujo que se veían en sus páginas, especialmente los de ciertos autores que adoraba: Don Martin, Sergio Aragonés, Jack Davis… Sobre todo Paul Coker Jr., cuyo arte me apasiona. Y por supuesto, adoraba el humor de la revista.

En cuanto a Robert Crumb, su estilo de dibujo era un gran atractivo para mí. Su estilo de dibujo me parecía perfecto. También me gustaba que trataba el formato del cómic como un pintor trata un lienzo en blanco. Todo en un cómic, de la portada a la contraportada, era suyo y dibujaba y escribía lo que quería. En los cómics que me gustaban solía haber personajes licenciados y publicidad para cosas como Twinkies (Risas)… Muchas cosas de los comic books me parecían ridículas. Al ver el formato de las obras de Crumb, pensé: “Esto es exactamente lo que quiero hacer”.

ZN: ¿Conoce la obra de Harvey Kurtzman, el co-fundador y primer editor de MAD?

PB: Sí. No supe quién era Kurtzman hasta que fui a la escuela de arte donde él impartía clases. Abandoné la escuela antes de tener la oportunidad de atender sus clases, pero pude conocerle mientras estudiaba ahí y tenía un profesor de dibujo que me lo contó todo sobre él. El editor, Dennis Kitchen, estaba empezando a publicar material escrito y dibujado por Kurtzman en los 50 y 60, y compré todas esas reediciones. Es muy interesante leer esos cómics que Kurtzman hizo antes de MAD. Ahí está presente el humor de MAD, un humor que estaba inventando en ese momento.

ZN: Usted tuvo la oportunidad de trabajar de editor, como Kurtzman. ¿Cómo recuerda su etapa editando Weirdo? ¿Fue una tarea desafiante?

PB: En efecto. Cuando Robert Crumb me pidió ser el managing editor, él aún estaba muy involucrado [con Weirdo]. Simplemente no quería tratar con los aspectos más desagradables de ejercer como editor. (Risas)

Acepté el trabajo [De editor de Weirdo] simplemente porque quería trabajar con él. Me avisó: “El sueldo es terrible, no es fácil tratar con autores, rechazar a gente”. Y el trabajo fue difícil. Echando un vistazo a ejemplares antiguos de Weirdo, hay ciertos autores cuyo trabajo me gustaba mucho. No les hubiera publicado si no me gustara su trabajo, pero recuerdo que algunos de ellos eran auténticos cabrones. (Risas)

ZN: ¿Alguna anécdota relacionada con estos autores que pueda compartir con nosotros?

PB: Bueno, aquellos autores con los que era difícil tratar nunca consiguieron hacer carrera en el cómic, en parte por lo poco profesionales que eran. No podían cumplir los plazos de entrega. (Risas) Es interesante que muchos de los mejores autores con los que he trabajado son también de las mejores personas con las que he podido trabajar. Es curioso cómo ambas cosas iban de la mano: enorme talento y gran profesionalidad. Uno pensaría que sería el caso opuesto.

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Página del correo de los lectores de Weirdo donde vemos el trabajo de Bagge

ZN: Usted no pertenece a la generación X. Sin embargo, Odio fue el cómic con el que más se identificaron los jóvenes de esa generación. ¿A qué cree que es debido?

PB: En primer lugar, al empezar a hacer la serie, todo lo que sucedía en ella me había sucedido diez años antes. Siempre digo que Buddy Bradley es diez años más joven que yo. Incluso a medida que envejezco y le hago crecer, siempre es exactamente diez años más joven. Tuve las mismas vivencias que Buddy durante mi veintena.

Lo que Buddy vivió es algo universal incluso a día de hoy. Pero supongo que un Gen-X sentiría que [Hate] trata específicamente sobre su generación porque ubiqué a Buddy, a pesar de estar basado en mí, en el presente. Todas las referencias, como a la cultura pop, y todos aquellos detalles que dibujaba en los fondos eran contemporáneos. Me planteé, brevemente, situar la ambientación de Hate a principios de los 80, cuando yo era veinteañero, pero me dije: “No, se ambientará en el presente”. Miré por la ventana y dibujé lo que vi.

ZN: Cierto autor confesó que iba a centros comerciales a escuchar a los jóvenes que deambulaban en ellos para poder documentarse sobre su jerga e intereses. ¿Recurrió a un proceso de documentación como este?

PB: (Risas) No me hizo falta recurrir a métodos extraordinarios. Vivía en Seattle y la palabra grunge ni siquiera se había inventado aún, pero tanto la música como la forma de vestir estaban empezando a tomar forma. Conocía a unos cuantos músicos de la escena [pre-grunge], pero más aún a los dueños de discográficas locales, como Sub Pop, y los managers de sitios donde tocaban los grupos de música. Solía bromear con que conocía a todos quienes explotaban a los grupos grunge. (Risas) Los conocía porque me encargaban dibujar cubiertas de álbumes, posters o cosas similares. Tomé muchas ideas de ellos y no me hizo falta usar tales métodos de documentación extraordinarios.

PB: Además, mi editorial, Fantagraphics, me siguió hasta Seattle. De la noche a la mañana, Fantagraphics estaba ubicada en Seattle y la mayor parte del staff editorial era más joven que yo y, por lo tanto, parte del mundillo grunge. Por ejemplo, el cantante del grupo Mudhoney trabajaba en el almacén de Fantagraphics cuando no estaba de gira. Lo veía constantemente y hablaba con él. (Risas)

ZN: ¿Considera que Odio sigue la tradición del cómic costumbrista?

PB: Supongo que sí, a pesar de que Odio no perseguía ser un cómic autobiográfico. Buddy Bradley no es del todo yo; para empezar, no es un autor de cómics. (Risas) Hace poco leí una cita con la que estoy de acuerdo de un autor cuyo nombre no recuerdo. Le preguntaron hasta qué punto eran autobiográficas sus historias. Él dijo: “Todo libro escrito es una autobiografía”. (Más risas) ¿Cómo podría uno desligarse por completo de su trabajo?

ZN: Hablabas de la vida cotidiana, de la sociedad americana, en una época en la que la industria del cómic prefería hablar de superhéroes. ¿Tenías algún referente sobre cómo escribir y dibujar tu retrato de la América de los 90? Pensamos por ejemplo en Carl Barks o Jaime Hernandez.

PB: No hablaba intencionadamente sobre América o lo que estuviera sucediendo en ella. Simplemente se reflejaba lo que absorbía. Creo que algo que la gente joven no sabe, o que la gente más mayor ha olvidado, es lo conservadora que era América en los 80. Si eras parte de una comunidad alternativa, como una comunidad de artistas underground, estabas bastante aislado. Había muy pocos de nosotros (énfasis). El mainstream en América era El Show de Bill Cosby, las películas de Spielberg… A todos parecían gustarles las mismas cosas.

PB: Respecto al arte, los cómics y la música… los aficionados a la clase de cómics que yo hacía eran poquísimos (énfasis) Cómics como los míos y editoriales como Fantagraphics tenían serias dificultadas para penetrar en las tiendas de cómics. Las tiendas eran muy mainstream: solo les importaban los superhéroes. Odiaban mis cómics. (Risas)

Tuvimos que crear un nuevo mercado. Algunas tiendas de cómics ubicadas en el centro de una ciudad grande o en una ciudad universitaria solían vender mis cómics y los de Fantagraphics; pero teníamos incluso más éxito en librerías independientes y tiendas de discos independientes. En esas tiendas de discos vendíamos más copias que en cualquier tienda de cómics especializada. De estas tiendas también era genial que encargaban los cómics directamente a Fantagraphics. No había distribuidor o intermediario de por medio, lo que hacía más rentables nuestros cómics.

PB: Las tiendas de cómics normales tardaron mucho tiempo en empezar a vender Odio y nunca la aceptaron del todo. Nosotros pensábamos que los cómics se estaban volviendo cada vez más diversos: había más variedad y un creciente número de cómics alternativos o sin superhéroes. Algunos de esos cómics se hicieron famosos, triunfaban en las librerías, como Maus o Persépolis, que han llegado a ser lectura obligatoria en universidades, pero las tiendas de cómics seguían negándose a vender este tipo de cómics. (Risas)

Solía pensar: “Genial. Muerte a los superhéroes. Esto nunca podría ser lo suficientemente rápido…”. Pero entonces empezaron a estrenarse todas estas películas de superhéroes y ahora el género es más popular que nunca. Nunca he sido fan de los superhéroes.

ZN: Estando Buddy basado en usted, no podemos evitar hacerle nuestra siguiente pregunta. Odio y Mundo Idiota (Neat Stuff) son obras que explican muy bien la rabia adolescente que todos sentimos con esa edad. ¿Qué queda de ella en el Peter Bagge de hoy?

PB: Nada. (Risas) Leyendo hoy la mayoría de mis cómics de los 80 y 90, me cuesta sentirme identificado en este sentido. Leo los editoriales que escribía y me pregunto: “¿Por qué estaba tan enfadado sobre esto?”. Parezco un imbécil. (gesticula imitando a un hombre rabioso) Había mucha rabia y amargura dentro de mí que ya no siento en absoluto. Me he ablandado con la edad. No se me ocurre otra forma de explicarlo.

ZN: Nos ha dicho que Buddy Bradley es usted con diez años menos. ¿Y cuánto había de Peter Bagge en Junior y el resto de sus personajes de la serie?

PB: Cuando empecé a crear cómics en 1978, los personajes con los que más trabajé eran Junior y Studs Kirby. Eran dos facetas de mí mismo. Junior era mi lado sensible, ansioso, temeroso, asustado del mundo. Studs Kirby, un idiota detestable, terco y bocazas… Me preocupaba mucho que ambos representasen estas dos facetas mías.

ZN: ¿Qué pensaría del mundo actual Buddy?

PB: La última historia que hice de Buddy fue hace, creo, trece años, pero en Barcelona me están haciendo esta pregunta constantemente. (Risas) Creo que Buddy hoy seguiría siendo el mismo de siempre. Si yo he me ablandado con la edad, supongo que él también se habría ablandando. Sin embargo, a diferencia de mí, se mantendría, o intentaría mantenerse, indiferente a todo. A mí me interesa la política, escribo tweets, aunque no muy a menudo, porque eso es no es más que buscarse problemas. (Risas) Buddy evitaría Twitter a toda costa.

ZN: Odio es una serie con un humor que hoy definiríamos como políticamente incorrecto. ¿Tuviste problemas en aquella época?

PB: Sí. Mi trabajo en aquella época era considerado incluso más polémico que hoy. Siempre estaba metido en problemas, diciendo cosas demenciales que uno no debía decir. Por supuesto, no todos se ofendían. A mucha gente le gustaban mis cómics y se sentían identificados en mis historias. De haber hecho caso a las personas que decían “no deberías decir eso, no deberías hacer eso”, habría perdido a todos mis fans. (Risas) Solían regañarme con más frecuencia en aquella época que hoy. Es muy raro que esto suceda hoy.

PB: Lo único que he hecho en los últimos cinco años que haya causado malestar entre la gente es mi biografía de una autora: Zora Neale Hurston. Tenían problemas con la biografía porque [Zora Neale Hurston] era una mujer negra y yo soy un hombre blanco. Para algunos eso era algo grave. Sabía que alguien iba a decir eso… pero lo más irritante es que la gente que no entiende cómo funcionan las editoriales independientes piensa: “¿Por qué se asignó esta obra a un hombre blanco?”. No se me asignó esta obra, sino que fue idea mía. Y si eres una mujer negra, escribe tu propia historia sobre Zora Neale Hurston.

ZN: Durante años se han desarrollado diferentes propuestas de trasladar la serie (Odio) al medio audiovisual de manera infructuosa. ¿Cree que alguna vez se hará una adaptación?

PB: No sé si conocéis el proceso de adaptación. Normalmente, una cadena como HBO, MTV o Fox compraba los derechos de una propiedad intelectual para uno o dos años, es decir, durante ese período de tiempo solo esa cadena tiene permitido desarrollar una serie de televisión. Luego me ofrecían un acuerdo por el que me pagaban por escribir el guion de un episodio piloto, realizar diseños de personajes y otras cosas como esas.

Casi siempre estaban vendidos los derechos de Buddy Bradley. Era raro que una cadena no estuviese desarrollando una adaptación. Recibí como mínimo cinco acuerdos para adaptaciones en estado de desarrollo avanzado. Gané mucho dinero con ellos. Se puede ganar mucho dinero en el negocio de no hacer series de televisión. (Risas) Gastaban dinero como locos. Era como un embudo: hay muchas propiedades intelectuales que van directas al embudo y muy pocas salen de él.

Desafortunadamente, volviendo a vuestra pregunta, los derechos de Buddy permanecen sin comprar desde hace varios años. Me lo tomaba como algo personal porque la serie funcionaría genial como serie de televisión. No entendía el problema, pero luego recordé que muchos otros cartoonists tienen el mismo problema. Seguro que a todos les sucede lo mismo. Hay autores cuya obra es muchísimo más popular que la mía y parece tener muchas más posibilidades de llegar a las pantallas, pero incluso ellos son incapaces de conseguir que le den luz verde a una adaptación. Hay demasiadas propuestas tratando de salir adelante.

PB: Lo verdaderamente frustrante eran las reuniones con ejecutivos. En ellas normalmente yo hacía referencia a la parrilla de programación de la cadena Fox los domingos por la noche, o sea, Los Simpsons y las otras series que plagian a Los Simpsons. (Risas) Decía que no quería ser como Los Simpsons, sino que quería que Odio fuese diferente. Ellos respondían: “Nosotros queremos lo mismo”. Tenía un acuerdo con la FOX que iba a incluir Odio en esa parrilla de programación de los domingos. Me decían: “Nosotros también queremos romper el molde, aportar algo de variedad. No queremos otra copia descarada de Los Simpsons”. Pero me encontré compitiendo por el puesto con un plagio de Los Simpsons y FOX dio luz verde a ese plagio. (Risas) Siempre dicen que quieren hacer algo diferente, pero no lo hacen. Se asustan en el último momento.

ZN: Esta es su cuarta visita al Salón del Cómic de Barcelona, prueba de lo populares que son por aquí las desventuras de Buddy Bradley. ¿Por qué cree que Odio fue tan popular en España?

PB: Buena pregunta, sobre todo porque en literalmente cualquier otra lengua extranjera no tuvo mucho éxito. Creo que un motivo del éxito es mi buena relación con La Cúpula y especialmente su traductor, quien hasta la fecha aún traduce mis obras, Hernán Migoya.

ZN: Sí, quien también es escritor.

PB: Digo esto porque él es el único traductor que me escribía para preguntar: “¿Qué significa esto? ¿Quién es esta persona?”… Ningún otro traductor me consultaba. Esto siempre me hizo preguntarme qué estarían haciendo mis traductores al alemán o al francés. No había forma de que pudieran conocer el significado de tal palabra de la jerga local o a esa persona famosa en América pero no en Europa. ¿Qué estaban escribiendo? Tengo amigos alemanes que leían mis cómics en inglés y había dos ediciones diferentes de Odio en Alemania que no tuvieron éxito. Les pregunté a esos amigos cuál creían que era el problema de una de esas ediciones y ellos me dijeron: “Una mala traducción”. Y al preguntarles por la otra edición… “Una mala traducción”. (Risas) El humor de la serie no se traspasaba a la edición traducida. También cabe preguntarse si esos traductores tenían sentido del humor. Si no lo tenían, ¿cómo podrían hacer graciosa su versión de Odio?

PB: Y podría equivocarme, pero cuando hago sesiones de firmas y miro a los lectores que hacen cola para un autógrafo mío, siempre veo una larga fila de Buddy Bradleys españoles. (Risas) En ningún otro país veo tanta gente que me recuerda a él.

ZN: Dejamos de lado Odio para hablar de obras suyas más modernas. En Other Lives exploraba las estupideces que se hacen en el mundo de las redes sociales. ¿Cree que algún día sabremos usarlas correctamente sin que se conviertan en un pozo sin fondo de odio y oscuridad?

PB: Aún estamos aprendiendo cómo hablar y comportarnos en redes sociales. Que estés tú solo en tu apartamento, escribiendo en el ordenador tras tomarte unas cervezas, y no puedas ver a la otra persona no significa que puedas ser grosero. (Risas) Hay que seguir comportándose como una persona decente.

Eso es algo de lo que me di cuenta casi de inmediato en los albores del Internet. Amigos míos, gente que conocía, que eran muy amables, dibujantes de cómics muy agradables… veía lo que escribían en foros online y pensaba: “¿Quién es esta persona?”.

ZN: No los reconocías.

PB: Era para decirles: “¿Pero qué te pasa? Lo que estás escribiendo es horrible y lo haces constantemente, pero cuando estoy contigo nunca dices cosas horribles”. No eran conscientes de su comportamiento. Una cosa muy rara.

ZN: Aquí decimos lo mismo de la gente que al ponerse frente a un volante se convierte en monstruos.

PB: Una mujer que conozco, muy simpática y educada, llevaba consigo una pistola de rayos de juguete cuando conducía. Se ponía a fingir que disparaba a todos los coches que tenía delante. (Risas)

ZN: Nos parece muy llamativo que, a diferencia de la mayoría de obras de ficción van acerca de las redes sociales, Other Lives satirizaba el videojuego Second Life, que ha inspirado lo que las grandes redes sociales quieren vendernos hoy como el futuro de sus plataformas: el metaverso.

PB: Parte de la inspiración de Other Lives y de la sátira de Second Life que hay en ella es la forma en que las personas se reinventan cuando están online. Tenía un amigo heterosexual que en la vida real nunca quería ser nada excepto un hombre heterosexual, pero me dijo que a veces él era una mujer cuando se conectaba a Internet. Él no sabía muy bien por qué. Quizás para hacer algo diferente.

Cuando probé Second Life, vi un sinfín de casos similares. En un momento dado me di cuenta de que todos en Second Life parecían tener la misma fantasía. En el juego tienes que crear tu propio avatar y puedes diseñar su aspecto. Casi todos los avatares femeninos eran prácticamente idénticos a Angelina Jolie y todos los avatares masculinos eran Brad Pitt. Era un planeta de Angelinas y Brads. (Risas) Qué aburrido.

Había un usuario cuyo avatar era un tornado. Al moverse hacia ti, tu avatar reaccionaba como si hubiese sido alcanzado por un tornado. Otro usuario tenía como avatar un hombre mentalmente perturbado y babeante, como un tonto de pueblo, que caminaba dando grandes saltos, pisoteando la cabeza de los otros usuarios. Al ser la mayoría de usuarios Brad o Angelina, era bastante impactante y divertido encontrarse a un usuario así. (Bagge imita al avatar babeante y todos los presentes en la sala nos reímos un buen rato)

En otra ocasión, un usuario me mandó al Infierno. Ese usuario se acercó a mi avatar, me ofreció algo y lo acepté. Entonces perdí el control de mi ordenador y me fui al Infierno. Me quedé atrapado en el Infierno, quemándome. (Risas) Tuve que desenchufar mi ordenador para recuperar el control.

ZN: Quizás en el futuro veamos una secuela de Other Lives en la que los personajes de la obra se conectan a un casco de realidad virtual, como quiere Facebook.

PB: Es posible.

ZN: Aunque el concepto de la realidad virtual ya lo trató usted en Reset, serie sobre un hombre probando un casco de realidad virtual que le permite interactuar con el pasado.

PB: Así es. Reset está inspirada también en un periodo durante el cual me preguntaba constantemente cómo sería mi vida de haber tomado decisiones diferentes. No es que me arrepienta de las decisiones que he tomado, como es el caso del protagonista de la serie, pero me preguntaba: “¿Qué habría pasado si por aquel entonces hubiese hecho eso o esto otro? ¿Qué consecuencias tendría haber dicho sí a aquello o no a eso?”. Esto me hizo pensar en la premisa de Reset, una forma de visualizar y volver a vivir eventos de tu vida.

ZN: Hablando de hacer cosas del pasado de una manera diferente… Si crease hoy Apocalypse Nerd, serie sobre un holocausto nuclear en América, ¿sería Vladimir Putin en vez de Kim Jong-Il quien lanza misiles nucleares sobre Seattle?

PB: (Risas) Posiblemente. La idea de un ataque norcoreano la tuve en 2002. Por aquel entonces George Bush, el presidente, nos estaba empujando a atacar Irak, lo que no tenía sentido en mi opinión. Lo veía como algo demencial. [Bush] nunca dijo nada al respecto, pero estaba permitiendo al americano medio pensar que los iraquíes eran responsables del 11-S, algo totalmente falso; pero por ello el americano medio estaba a favor de invadir Irak. En los medios se animaba incesantemente a atacar Irak. Y mientras tanto, yo escuchaba la radio y [los locutores] decían: “Kim Jong-Il acaba de decir que tiene la capacidad de destruir Seattle con armamento nuclear y quiere hacerlo”. Yo vivía en Seattle. Por algún motivo esta noticia no ocupó ningún titular. Pensaba que todos iban a hablar sobre ello, pero al encender la televisión no vi a nadie hacerlo.

ZN: ¿Y si fuera una variante del coronavirus la que destruye Seattle?

PB: (Risas) Ese es otro tipo de desastre que podría usar para la obra… pero la pandemia no me ha dado ninguna idea para una historia a pesar de haberla vivido en persona. No me ha inspirado a escribir sobre ella… Creo que la pandemia exacerbó lo peor de Internet y las redes sociales porque la gente se sentía más aislada y no tenía que tratar con otras personas cara a cara. Esto contribuyó a que la gente se enfadase más, se sintiese más excluida y se volviese más hostil en redes sociales. Puedo estar equivocado, pero esa es la impresión que tuve.

ZN: Dejemos de lado a los nerds y el apocalipsis para hablar de temas más serios. Colabora con la revista libertaria Reason desde 2003. En ella ha expresado sus opiniones respecto a la política americana y además ilustra una sección de reportajes de abusos policiales y burocracias que meten la pata hasta el fondo; por no hablar de sus tiras de prensa sobre pensadores del liberalismo clásico. ¿Ha tenido influencia este trabajo en sus obras de ficción?

PB: La última obra de ficción que he hecho es Reset y eso fue hace… ¿trece años?, ¿diez años? Desde entonces solo me he dedicado a obras de no ficción como biografías. Y cuando trabajaba en obras de ficción, trataba de mantener al margen mis opiniones sobre política porque considero que distraerían o confundirían al lector. Nunca he usado historias como las de Buddy Bradley para hacer propaganda de mis opiniones.

ZN: Una pregunta atrevida. No nos consta que haya muchos autores libertarios con renombre en América. ¿A qué cree que podría deberse esto?

PB: Sé de algunos cartoonists cuyas opiniones tienden a una postura libertaria, pero estas opiniones no son parte de su identidad creativa, no son algo que compartan con el resto del mundo o sobre lo que escriben. Hay algunos dibujantes de prensa cercanos al libertarismo, pero no es que sean muy buenos… (Risas)

No sabría decir si es el más conocido, pero un autor libertario cuya obra me apasiona es Chester Brown. Él vive en Canadá, un país menos libertario incluso que Estados Unidos, y se ha presentado como candidato del Partido Libertario en varias elecciones. [regionales y federales] Por supuesto, nunca gana. Todo lo que hace es registrar su candidatura. Paga una tasa de registro y luego no hace nada. Ni anuncios ni discursos. Él dice que le asombra que le voten. (Risas) Paul Pope es otro autor libertario.

ZN: ¿Y cree que su trabajo en Reason ha influido en la percepción que tienen de usted los lectores y compañeros de profesión, especialmente en estos tiempos de polarización política?

PB: Si ha tenido influencia, no lo dicen. Respecto a la polarización… En América tenemos un duopolio: republicanos y demócratas, y los dos partidos se están volviendo cada vez más horribles, más malvados y más detestables. Lo único que parecen saber hacer es demonizarse el uno al otro. No hacen nada constructivo, no ayudan en nada al país; lo único que hacen es demoler. Cada vez hay menos personas que digan: “Soy un demócrata” o “Soy un republicano”. El centro, los independents [votantes americanos que no están registrados en ningún partido político], están creciendo, pero no saben adónde ir. Cada partido representa extremos chiflados y lo que los extremos chiflados quieren es ver demonizado al otro bando. Es como si la extrema derecha y la extrema izquierda se necesitasen mutuamente y por eso se siguen insultando y deshumanizado el uno al otro. Todos los demás están hartos. Por eso todos están constantemente peleándose; eso es todo lo que les queda. Lo que les queda es demonizar al contrario. Así es como recaudan fondos. [para campañas políticas]

Deseo que el creciente centro político de América se vuelva libertario. Pero eso no sucederá. [La situación política en América] es confusa… es un marrón. Los editores de Reason están poniendo mucho empeño en convencer al público para que vote propuestas libertarias. Tendrían mucho atractivo para quienes estén atrapados en una posición de centro, los huérfanos políticos; pero no parece que estén funcionando esos esfuerzos.
Los candidatos libertarios reciben cada vez más votos, pero nos eligen como sheriffs de condado o para otros puestos pequeños. Nada grande por ahora.

ZN: En los últimos años, aparte de Reason, se ha centrado en las biografías de tres mujeres. ¿Qué le lleva a hacer estas obras?

PB: Ya estaba haciendo breves cómics biográficos de figuras históricas. Empezaron siendo cómics de una página de extensión y luego aumenté la extensión ligeramente. Me gustaba mucho escribir sobre estas personas porque algo que siempre he pensado, sobre todo hoy en día, es que la realidad supera a la ficción. Muchas cosas que sucedieron en el pasado son cosas que no podrías inventarte. Son más alocadas que una ficción. Me estaba gustando tanto hacer estos cómics que llegó un momento en el que sentí que podría hacer una biografía completa; pero la pregunta era “¿de quién?”.

PB: No sé exactamente qué me condujo a ello, pero al leer sobre personas del pasado empecé a fijarme en que había muchas mujeres, especialmente aquellas con inclinación por el arte o muy activas en la política, que vivieron con mucha valentía e independencia en el período de entreguerras, en los años 20 y 30. Ser mujeres no les supuso un obstáculo. No se preocuparon por el hecho de ser mujeres; ni siquiera pensaban en ello. Simplemente hacían lo que querían hacer. Me pareció algo muy admirable y me gustaba su trabajo como autoras o cualquier otra faceta artística suya. Eso hizo que me preguntase cómo era posible [llevar una vida independiente] y cómo eran los métodos anticonceptivos por aquel entonces. Estas mujeres no tuvieron hijos. ¿Cómo lo consiguieron?, ¿usaron algún método o ninguno?

El proceso de documentación acerca de la historia de los métodos anticonceptivos me conducía constantemente a la figura de Margaret Sanger. Cuanto más leía sobre Sanger, más pensaba: “Debería escribir sobre ella”. Su vida fue increíble. También quise empezar [mi primera biografía] con ella porque las vivencias que tuvo podrían ayudar a comprender a las otras figuras históricas sobre las que he escrito cómics. Desde el comienzo, mi idea fue escribir sobre mujeres de esa era.

ZN: Nos ha explicado su interés por Marget Sanger. ¿Qué es lo que le interesa de las otras dos mujeres?

PB: En el caso de Zora Neal Hurston, su libro más famoso se llama Their Eyes Were Watching God (Sus ojos observaban a Dios). Lo leí hace muchos años por recomendación; no recuerdo muy bien por qué me lo recomendaron. Pensaba: “¿Por qué iba gustarme?”. [Hurston] era una mujer negra que vivió hace setenta años. ¿Qué debía extraer de la lectura? Pero me encantó. Luego leí algunas de sus otras obras famosas y me quedé con la impresión de estar ante una gran mujer. Al estar tan interesado en ella, leí la primera biografía que se escribió sobre ella y me di cuenta de que… “¡Vaya, si es libertaria!”. (Risas) Ella era una auténtica libertaria. ¡Mi hermana! (Risas) No fue una persona abiertamente política, pero creía que las personas debían ser independientes. Desconfiaba de las ideologías, odiaba a los comunistas tanto como odiaba a los nazis, odiaba el nacionalismo, no le gustaba la política de identidad (que ya estaba presente en sus tiempos)… Odiaría la política de identidad de hoy.

PB: Además, leyendo otras biografías sobre ella, así como su autobiografía, me quedó claro que tuvo una vida muy interesante y alocada. Cuando escribo sobre algún autor, necesito algo que poder dibujar. No puedo limitarme a mostrarlos frente a una máquina de escribir. Hay muchos autores cuya vida fue eso, estar frente a la máquina de escribir y presionar teclas. Eso no sería un cómic. Pero ella fue un personaje de cómic. Era extrovertida, vivaz, e hizo muchas cosas.

Con Rose Wilder Lane se dio el mismo caso. En América casi todos hemos leído los libros de su madre, la serie Little House on the Prairie, que tuvo una adaptación televisiva muy popular. A mí no me atraían, principalmente porque no me gusta la serie de televisión. Cuando empecé a documentarme sobre Rose Wilder Lane, leí por fin los libros de su madre. Son buenos libros. (Risas)

ZN: Lo son.

PB: Fueron escritos para el público adolescente de esa era, pero son muy buenos, aguantan el paso del tiempo. Descubrí a la hija de su autora principalmente a través de una historiador libertario amigo mío. También descubrí que ella había coescrito los libros. No está acreditada, pero contribuyó a la novela tanto como su madre.

PB: He leído artículos y algunas novelas que escribió bajo su nombre real, Rose Wilder Lane. Eran muy buenos, todo lo que he leído suyo es muy bueno. Fue una periodista con un estilo de escritura cautivador. Tuvo mucho éxito en los años 20 y 30. Y, además, era una libertaria acérrima. (Risas) No fue siempre así: en su juventud fue socialista. Luego fue reportera para la Cruz Roja y recorrió la Europea de principios de la década de los 20. Empezó en París, fue viajando hacia el este hasta terminar en Albania, Azerbaiyán… países que por aquel entonces estaban pasando a formar parte de la Unión Soviética. Había un vacío de poder y los soviéticos entraron en escena. Al observar a los soviéticos, que se declaraban comunistas y socialistas, y el impacto en la gente que tenían las reglas que imponían, sus ideas cambiaron de inmediato. Se fue al lado opuesto. Con esto no quiero dar a entender que era “fascista”. Ella odiaba a los fascistas. Yo también los odio; los odio a todos. Para ella era una cuestión de libertad. Idealmente, ella hubiera sido anarquista, pero sabía que la anarquía no funciona. Hay demasiados gilipollas en el mundo, necesitas un poco de gobierno para darles unas collejas. (Risas)

Yo opino lo mismo. Hace falta un poco de gobierno, hacen falta juzgados, leyes y alguien que las imponga. Por eso nunca me he considerado un anarquista… Vaya, espero que no os esté insultando con lo que estoy diciendo. (Risas)

ZN: (Risas) Para nada. Continuamos con otra pregunta sobre estas mujeres prodigiosas. Poco después de publicarse tu biografía de Zora Neale Hurston, se han empezado a reeditar por primera vez muchos textos de la autora previamente inaccesibles al público. ¿Coincidencia?

PB: No lo creo. Creo que hubo un pequeño resurgir de interés [por Zora Neale Hurston] que coincidió al mismo tiempo que elaboré mi cómic. Se publicó una biografía que trataba solo el último período de su vida, en el que dejó de escribir y regresó a Florida. Salió a la venta después de que terminase de documentarme para mi cómic. Tenía muchos datos interesantes que no conocía. No dejan de surgir nuevas revelaciones interesantes sobre ella… Pero no todos estos libros recientes son nuevos. ¿Habéis leído alguno de ellos?

ZN: No hemos leído ninguno.

PB: ¿A Zora Neale Hurston se la conoce en España? No tiene pinta.

ZN: No. A Zora Neale Hurston la conozco solo por un artículo en la sección literaria del Financial Times, que mencionaba que por fin está recibiendo su merecido reconocimiento tras ser rechazada por la comunidad intelectual afroamericana debido a diferencias políticas.

PB: En efecto, fue rechazada debido a discrepancias políticas. La abandonaron y marginaron, y hasta la fecha eso sigue siendo un problema. Gente joven, como los estudiantes, leen y se enamoran de su obra, asumen correctamente que ella era la única autora profesional negra del país en los años 30; pero luego sus ideas políticas les producen confusión. Por supuesto, no todos los afroamericanos son izquierdistas, pero en América los izquierdistas creen que todos los negros tienen que serlo. (Risas) Se desconciertan si un afroamericano no pertenece a la izquierda radical. “Pero ¿cómo que no lo eres?”.

A gente como esta, Zora Neale Hurston les diría: “Oye, no me conocéis. Me marché de la plantación izquierdista. Dejad de actuar como si yo o mi cerebro os perteneciera”. Estoy de acuerdo con ella. Es racista que blancos de izquierdas digan: “Esto es en lo que tienes que creer, ¿qué clase de persona negra eres?, ¿eres estúpido?… Debes de ser una persona negra estúpida si no eres de la izquierda radical”. Esta es la clase de cosa que encolerizaba a Zora Neale Hurston, pero, tanto antes como ahora, la mayoría de intelectuales y autores negros pertenecen a la izquierda radical; aunque hay excepciones.

ZN: ¿Cree entonces que con libros como el suyo quizás haya una mejor comprensión sobre la figura de Zora Neale Hurston?

PB: Claro que sí. Mucha gente en América, y seguro que aun más en Europa, no termina de entender qué es y qué no es el libertarismo. Piensan que es de derechistas, pero no lo es. El libertarismo es contrario a la dicotomía que hay en la política; no es ni izquierda ni derecha. Pero ese es el problema de la polarización en América… Si eres de izquierdas y das aunque solo sea un pasito al centro, te conviertes en alguien de derechas y viceversa. Es como si tuvieras que ser parte de un grupo alejado del centro, y como te muevas al centro… Soy un artista. Casi todos los artistas son de izquierdas. Cuando mis amigos artistas hablan sobre mí en mi ausencia, me llaman derechista. (Risas)

ZN: Margaret Sanger, Zora Neale Hurston y Rose Wilder Lane son, como usted dice, encendidas defensoras de la libertad. ¿Cree que cada vez somos menos libres?

PB: Hay altibajos y fluctuaciones. En muchos aspectos somos más libres. La tecnología ha hecho que muchas personas sean más libres…. Pero sí, siempre hay un tira y afloja. Siempre hay gente que quiere quitarte tus derechos y controlar tu vida. En algunos aspectos somos menos libres, pero en otros lo somos más. Vamos en ambas direcciones al mismo tiempo.

ZN: Si nos atenemos a medios generalistas americanos como el New York Times, lo cierto es que parece que los americanos están perdiendo ciertas libertades. El legado de Sanger, que incluye la controvertida organización Planned Parenthood, parece peligrar en la actualidad.

PB: Esto es algo que enfatizo en mi novela gráfica sobre Margaret Sanger. Hay personas que, supongo, es en cuestiones políticas mayoritariamente conservadora o de extrema derecha… pero principalmente son pro-life, es decir, contrarias al aborto. En algún momento, quizás hace veinte años, pusieron en marcha una campaña política. Su pensamiento era más o menos como: “No nos gusta Planned Parenthood porque es el mayor proveedor de abortos en América. Odiamos Planned Parenthood. ¿Cómo podemos atacar y desacreditar la organización?”. Así que dijeron: “Ataquemos y desacreditemos a su fundadora, Margaret Sanger”.

PB: Desde entonces se han dedicado a diseminar mentiras. Se ha formado como un tsunami de mentiras que ahora se cree todo el mundo. Me saca de quicio que a personas de izquierdas, que, repito, son la mayoría de mis amigos, se les diga: “¿Sabías que Margaret Sanger era racista?”. Ella nunca lo fue, en absoluto. Pero [esas personas de izquierdas] escuchan en las noticias que Margaret Sanger fue racista… ¡y se lo creen inmediatamente! Es como si su hobby favorito fuera pensar que toda persona blanca famosa es racista. Se lo creen inmediatamente y no hacen preguntas al respecto. [Los anti-abortistas] juegan a distorsionar y sacar de contexto declaraciones de Margaret Sanger para que parezca que ella apoyaba algo contrario a lo que en realidad creía. Además, también le atribuyen cosas que ella nunca dijo. Y ahora todos, tanto en la derecha como en la izquierda, creen en estas mentiras. Y Planned Parenthood se está distanciando de Sanger porque esto está afectando a su capacidad para recaudar fondos. Son todo mentiras. La han destruido por completo. Me indigna esto, pero no hay nada que pueda hacer al respecto…

ZN: En tus biografías no idealizas a ninguna de las tres mujeres. Muestras sus grandes cualidades, pero también sus aspectos más humanos y quizás ridículos. ¿Cuál ha sido la mayor dificultad a la hora de alcanzar un respetuoso equilibrio entre lo bueno y lo malo de sus personalidades? ¿Sentiste en algún momento durante la creación de la obra que podrías estar excediéndote?, es decir, ¿correr el riesgo de idealizar o ridiculizar excesivamente?.

PB: Sus defectos las hacían humanas y yo no quería ponerlas en un pedestal. No me gusta que muchos cómics biográficos sean como… (Pone voz seria y grave, reflejando adulación incondicional)Oh, qué gran persona…” y hacen todo lo posible para ignorar o minimizar los errores de la persona cuya vida describen. Además, los defectos de estas tres mujeres son parte de su atractivo, las hicieron más interesantes y son esenciales para poder entenderlas. Además, si durante la lectura ves que estoy dispuesto a exponer cosas malas sobre ellas, eso significa que todas las cosas buenas que hicieron son ciertas.

ZN: Una pregunta imprescindible: ¿qué tipo de cómic le interesa ahora?

PB: Ahora mismo estoy haciendo biografías breves para Reason, como por ejemplo de Adam Smith. Seguramente mi siguiente cómic será un recopilatorio de estas biografías. Hay personas sobre las que consideraría escribir una biografía completa, pero tendrían que estar muertas para que yo haga una biografía. (Risas) No quiero escribir sobre nadie que esté vivo. Cuando alguien se muere, descubres muchas cosas nuevas sobre esa persona. No me gustaría hacer un cómic sobre una persona viva, que luego esta se muera y resulte que yo ignoraba muchas cosas.

PB: Una persona que me interesa mucho, cuya vida mi mujer insiste que debo retratar en un cómic biográfico, es Brian Wilson de los Beach Boys, grupo del que soy fan. Pero tendría que matarlo. (Risas)

ZN: ¿Y qué personas del pasado le interesan para sus biografías cortas?

PB: Mis editores de Reason y yo estamos interesados en figuras históricas poco conocidas pero que aun así admiramos. La última biografía que he creado es una sobre Roger Wiliams, quien vivió en el siglo XVII. Fue un puritano que se trasladó a Massachusetts para formar parte de la comunidad puritana de Boston, pero aborrecía que los creyentes de una religión tratasen de dictaminar cómo debían vivir los miembros de otras religiones. Así pues, se mudó a Rhode Island y fundó la primera colonia americana sin una religión oficial. La población podía practicar la religión que quisieran; muchos musulmanes se mudaron a la colonia. Williams fue un hombre muy tolerante.

Hay otra mujer cuya vida me interesaría ilustrar, pero por ahora no me han dado permiso para ello. En América hubo una mujer llamada Dorothy Day. Vivió en el siglo XX, fue comunista radical en sus comienzos, creció siendo atea… y luego se hizo monja. Se convirtió en una católica devota y fue una activista por la paz. No es exactamente la misma trayectoria que la de Rose Wilder LaneWilder Lane fue comunista, pero, al trabajar y hablar con miembros del Partido Comunista, se dio cuenta de que era prácticamente una anarquista. Es muy difícil de explicar quién fue Day. En la década de los 60, los hippies admiraban su historial de activismo. Ella estuvo en contra de la Segunda Guerra Mundial; durante la guerra no paraban de arrestarla. (Risas) Los hippies y activistas por la paz la adoraban, pero cuando Day se reunía con ellos, les decía: “Todas estas drogas… todo el sexo extramatrimonial que practicáis… os hace mucho mal”. Al fin y al cabo era una monja. (Risas) Se dice que la quieren santificar. Puede que el Papa actual esté a favor. [Dorothy Day] fue una persona tan extravagante que me gustaría hacer un cómic sobre ella.

ZN: Como autor, ¿hay algún autor europeo en los stands del Salón del Cómic de Barcelona que le haya llamado la atención?

PB: Caminando por el Salón veo tantos dibujos interesantes… No hablo ni puedo leer español, pero los dibujos que veo son espectaculares. Estos dibujos me atraen muchísimo más que lo que veo en salones del cómic en América.

ZN: ¿En los salones del cómic americanos se habla de… cómics?

PB: (Con expresión de resignación) Hay un zona que llaman Artists Alley (Pasillo de Dibujantes), donde se encuentran los cartoonists, y ahí siempre se ve una extraña homogeneidad, una blandura… Los dibujos españoles son más intensos y hay estilos de dibujo únicos. Esa es la impresión que tengo. Me gustaría leer los cómics, pero al ser americano no hablo ninguna lengua. (Risas)

ZN: ¿Algún cómic reciente que le haya llamado la atención como lector? No tiene que estar escrito en español.

PB: Hace poco terminé de leer un cómic que La Cúpula publicó de una joven autora española cuyo nombre no puedo recordar ahora mismo.

ZN: ¿Aroha Travé?

PB: Sí. No sé español y aun así disfruté del cómic. (Risas) Me encantó su estilo de dibujo… (Justo en este momento entra Aroha Travé a la sala donde se está grabando la entrevista. Al terminar la entrevista se acercará a saludarla con mucha admiración).

ZN: En América hay editoriales como IDW que publican cómics europeos. ¿Hay algún autor o título que haya podido leer?

PB: Me gusta muchísimo Max. También me gusta Paco Roca. Y Martí.

ZN: ¡Muchas gracias por atendernos!

PB: Gracias a vosotros.


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