Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Doctor Strange en el Multiverso de la Locura. La redacción opina
Dirección: Sam Raimi
Guion: Michael Waldron. Cómic: Stan Lee, Steve Ditko
Música: Danny Elfman
Fotografía: John Mathieson
Reparto: Benedict Cumberbatch, Elizabeth Olsen, Chiwetel Ejiofor, Benedict Wong, Xochitl Gomez, Rachel McAdams, Michael Stuhlbarg, Sheila Atim, Adam Hugill, Ako Mitchell, Momo Yeung, Daniel Swain, Topo Wresniwiro
Duración: 126 min
Productora: Marvel Studios. Distribuidora: Walt Disney Pictures
Nacionalidad: Estados Unidos
En el momento de escribir estas líneas Doctor Strange en el Multiverso de la Locura lleva recaudados más de 800 millones de dólares en todo el mundo. Un nuevo pelotazo de la sección cinematográfica de la Casa de las Ideas. Está claro que a estas alturas sus números serán muy inferiores a Spider-Man: No Way Home, la anterior producción de Marvel Studios. Pero, aun así, sigue siendo un suma y sigue de este universo cinematográfico que lleva con nosotros desde el cada vez más lejano 2008. La secuela de las aventuras del Hechicero Supremo -cargo que el bueno de Stephen todavía no ha ostentado en las películas- protagonizadas por Benedict Cumberbatch han sido un paso adelante en esa exploración del concepto de multiverso que seguramente se irá desarrollando en futuras producciones de la compañía. En la dirección de esta producción tenemos a Sam Raimi, historia viva del género conocido por los aficionados por su trabajo en la trilogía original de Spider-Man de Tobey Maguire. Con él al mando la secuela de Doctor Strange se convierte en una las películas más personales del estudio con un Raimi desatado, llevando la historia a su terreno y convirtiendo a la Bruja Escarlata de Elizabeth Olsen en el mayor atractivo del filme. Nuestro compañero Juan Luis Daza ya compartió sus primeras impresiones sobre esta cinta, pero ahora le toca el turno a una legión de redactores de nuestra web que están ávidos de sangre fresca. ¿Y a ti, qué te ha parecido Doctor Strange en el Multiverso de la Locura?
Hay dos cuestiones que los aficionados suelen achacar reiteradamente a las producciones de Marvel Studios como algo peyorativo: su fórmula y su «excesivo» uso del humor. Lo primero, criticar a estas alturas estas dos cuestiones no tiene mucho sentido, porque todos estamos sobradamente avisados de lo que vamos a ver -con 28 películas y 5 series en Disney Plus creo que ha habido margen para hacerse una idea- y es un poco como predicar en el desierto, cuando tanto la fórmula como ese humor no han disuadido al gran público de seguir apoyando estas historias. Lo segundo, eso que llamamos fórmula es lo que ha posibilitado que haya una coherencia en el universo que Marvel Studios ha construido en estos años y que franquicias y personajes tan dispares como Iron Man, Thor, los Guardianes de la Galaxia y el Doctor Extraño puedan convivir en el mismo espacio sin mayores estridencias. Si cada película fuese de su padre y de su madre, el universo compartido de Marvel Studios simplemente no existiría.
Esta elección tiene sus ventajas y sus inconvenientes, porque al final el potencial de ciertas franquicias está constreñido por la visión general. ¡Casualmente lo mismo que pasa en esos cómics que tanto nos gustan! Lo curioso es que nadie se ha quejado nunca de que las producciones de sagas como Star Wars y Harry Potter estén todas cortadas por el mismo patrón. Incluso cuando Harry Potter ha expandido su universo con Animales Fantásticos se ha buscado que está nueva saga siguiese la misma «fórmula» de las películas precedentes. Y luego está el tema del humor. No hace falta decir que las producciones de Marvel Studios están orientadas a todos los públicos y que ese es realmente uno de sus éxitos. El tema es que ese humor infantiloide y tontorrón ha estado en los cómics desde las primeras publicaciones de Stan Lee y Jack Kirby para la Casa de las Ideas. Todos sus héroes -y no solo Spider-Man- combaten las amenazas de turno haciendo chistes que no vienen a cuento- ¡Si Stan Lee hacía chistes hasta en los créditos de los cómics donde presentaba al equipo creativo de turno!
Empiezo comentando todo esto para situarnos antes de comentar el caso de Doctor Extraño en el Mutiverso de la Locura. Y es que en este caso Sam Raimi fuerza a tope la fórmula construyendo una película en la que además el humor tiene un papel casi anecdótico. Raimi es uno de los principales benefactores del éxito de las producciones superheroicos en la gran pantalla con las películas de Spider-Man que rodó a lo largo de la primera década de este siglo. Unas producciones que establecían la fórmula de Marvel Studios antes de la propia Marvel Studios. En su regreso al género Raimi nos regala una de las mejores y más arriesgadas aproximaciones al género. En general, y aunque hay quién se empeñe en ver lo contrario, las últimas películas de Marvel Studios hacen gala de una cierta madurez y que apuntan a un futuro ligeramente más oscuro: para muestra Eternals, el final de Spider-Man: No Way Home y, especialmente, la nueva entrega del Hechicero Supremo en la gran pantalla.
La producción tiene un ritmo frenético desde un principio y un tono aventurero en el que la dupla formada por Stephen Strange y su sidekick para la ocasión, America Chavez, funciona a las mil maravillas. Raimi es un amante de los cómics y eso hace que esta película destile viñetas en todo momento dejando a un lado ese tono más sobrio y deudor de Christopher Nolan que vimos en la primera entrega de la saga dirigida por Scott Derrickson. Este viaje por el multiverso es un espectáculo visual en toda regla que nos regala pasajes realmente mágicos que recogen parte del tono lisérgico de las mejores etapas del cómic. Esto combinado con unas grandes dosis de acción y pasajes de puro terror made in Raimi -tirando con desparpajo de autohomenaje a la mínima ocasión- hacen que estemos ante una de las producciones más personales de Marvel Studios.
No obstante, para muchos aficionados la película se les queda corto, pues en su opinión apenas se explora el concepto de «multiverso». Ahí están de nuevo dos lacras con las que tenemos que convivir los lectores de cómics: las expectativas y nuestra propia visión de como deberían ser las cosas. Pero Doctor Extraño en el Multiverso de la Locura es un festival al que pocos añadidos más le caben sin caer en el riesgo de descarrillar. Olvidamos esa parte negativa de la fórmula -pero al mismo tiempo necesaria- que es la construcción secuencial. Marvel Studios sigue edificando de cara al futuro y el multiverso es un concepto que viene para quedarse y explorar en próximas producciones. No se ha sorprendido nadie de que Kang aún no haya hecho acto de presencia, ¿no? Lo importante es que esta secuela de Doctor Extraño apunta muchas y buenas ideas procedentes de los cómics que pueden dar mucho juego en el futuro.
En el apartado actoral, Benedict Cumberbatch acaba por confirmarse como un Doctor Extraño ideal. Aquí tenemos muchas y variadas versiones de sí mismo y todas funcionan. El actor acaba por tomar así el relevo espiritual del Iron Man de Robert Downey Jr. y lo hace respaldado por una inconmensurable Elizabeth Olsen que nos lega para el recuerdo una Bruja Escarlata en pleno uso de sus poderes. Es sorprendente echar la vista atrás y ver como este personaje ha evolucionado y crecido paulatinamente hasta acercarse a la imagen que todos teníamos de ella de los cómics. El punto de quiebro fue WandaVisión, pero aquí tenemos a esa Wanda más oscura y letal, una mezcla entre Terminator y los demonios de la saga Evil Dead del propio Raimi, que funciona realmente bien en la gran pantalla y nos ofrece una de las grandes antagonistas del universo cinematográfico de Marvel Studios.
Por si todo esto fuera poco Doctor Extraño en el Multiverso de la Locura tiene varios cameos muy inteligentes. Es cierto, son pura carne de cañón, pero tener al demandado Reed Richards de John Krasinski, a la Capitana Carter de Hayley Atwell que se presentó en la serie animada de What if..?, una versión alternativa de la Capitana Marvel que recupera a Lashana Lynch como Maria Rambeau, al Charles Xavier de Patrick Stewart -con guiño incluido a la serie de animación de los noventa- y al Rayo Negro interpretado por Anson Mount en la vilipendiada serie de televisión de Los Inhumanos… ¡es puro fanservice del bueno! Y son cameos que plantean más preguntas que respuestas de cara al futuro, especialmente dentro de una trama que nos habla de incursiones, mundos paralelos y toda esa mandanga. Además, la banda sonora que Danny Elfman nos regala para esta producción está a la altura y se combina a la perfección con el apartado técnico y visual que le propone Raimi. Para muestra, la genialísima escena de la batalla musical entre el Doctor Extraño y uno de sus doppelgangers.
En definitiva, si esa criticada fórmula nos permite gozar -aunque sea de tanto en tanto- de producciones como esta bienvenida sea. Otra cosa será la estabilidad de este macro proyecto a largo plazo y no tanto por sus dimensiones, sino por la cantidad de contenido que en muy poco tiempo se está generando. Ahí si corre un gran riesgo todo este universo compartido de Marvel Studios. No ha habido en la historia del cine una saga tan larga, pero que al mismo tiempo se haya construido en tan poco tiempo: en menos de quince años. La influencia de este proyecto se sigue viendo alrededor, en la manera que las productoras enfocan sus próximos proyectos… Pero, por ahora, la fórmula no ha sido replicada con éxito y la única que está cerca de conseguirlo es la propia Disney Plus con el universo de Star Wars. En fin, ahí estaremos hasta que nos cansemos…
Lo mejor – La personal propuesta de Sam Raimi.
Lo peor – Puede que el viraje al lado oscuro de la Bruja Escarlata pudiese estar mejor introducido en esta película.
El personaje – La Bruja Escarlata de Elizabeth Olsen.
El momento – La reunión de los Iluminati.
Quien a estas alturas siga diciendo que el cine de Marvel Studios es formulaico directamente miente, o se empeña en no ver lo que tiene delante de sus ojos. Hace ya tiempo, desde la propia fase 2 que la libertad que Disney da a sus directores es cada vez mayor, pero ya en la fase 3 y sobre todo en la actual, la cuarta de universo compartido en cines (y ahora en televisión) cada película es hija de su director y de su estilo propio, por mucho que luego vaya dirigida o no a un objetivo común y serializado.
En ese sentido, no podemos decir que el Thor de Taika Waititi sea idéntico a Los Eternos de Cloe Zao o a este Doctor extraño hijo de un Sam Raimi que está en su elemento por mucho que realice una película Marvel.
Y es que, ante todo, Doctor Extraño 2 es una película de Raimi. Desde los guiños a Evil Dead, hasta el tratamiento de la villana por excelencia, Wanda, o las apariciones de ésta a través de espejos que la retuercen y recomponen. Desde una Suma Gorath a la que hay que arrancar el ojo de cuajo hasta una batalla musical entre dos Doctores Extraños, o hasta una niña que es condenada a vivir huérfana y perseguida porque un día le picó una abeja.
La película es de todas las de esta actual fase, la que más (por no decir la única) avanza en el objetivo común que tiene el MCU tras Vengadores: Endgame pero lo hace sin que dicho objetivo, o lo que es lo mismo, el asesoramiento de Kevin Feige, lastre una cinta con muchísima personalidad, lo que se ve desde su fotografía, hasta momentos muy concretos como el Doctor Extraño Zombi con una capa hecha de almas condenadas y demoniacas.
Otro aspecto a destacar de esta cinta es, sin duda, el tratamiento de sus personajes. Tenemos a un Strange que por mucho que consiga como héroe, no termina de dar con la tecla de su satisfacción personal y a una Wanda que se convierte en esta película en la mejor villana que ha dado el MCU. Se agradece que ya que se utiliza el estereotipo de la mujer loca para villanizarla, esto se haga tras una evolución que hemos visto en La Era de Ultron (pérdida de padres y de hermano con intervención en el primer suceso de Tony Stark, así como experimentación por parte de Hydra), Civil War (acciente involuntario que termina con la ida de inocentes y criminalización injusta del personaje, que termina encerrado y secuestrado en su casa), Infinity War (muerte hasta dos veces del amor de su vida) y Wandavision (tercera muerte de Visión en muy poco tiempo y pérdida de los hijos del personaje tras esclavizar a un pueblo entero).
Es decir, si bien esta película puede verse perfectamente de forma independiente sin haber visto lo anterior, el salto de Wanda y su paso al mal, están plenamente justificados, al contrario de como ocurre en otras franquicias con Anakin Skywalker cuyo paso al lado oscuro nunca pudo ser más ridículo, o con Daenerys, que sin justificación alguna se volvía malvada y psicópata simplemente porque el guión lo exigía.
Está claro que Wanda se redimirá en el futuro, como ocurrió en los cómics, pero no sin dejar atrás un legado de secuestradora de pueblos, asesina de magos inocentes y torturadora de niños.
América Chavez por su lado es uno de los personajes más dulces que ha creado esta franquicia, en un paso más hacia esos Jóvenes Vengadores que cada vez parecen estar más próximos.
Para el final dejo lo que sin duda, viene a ser el mayor golpe de efecto de la película pero que para mí no la hace ni mejor ni peor, por mucho que botara en la butaca de la emoción: Los iluminati, trayendo de vuelta a Inhumanos, Cuatro Fantásticos y X-Men, o lo que es lo mismo, a las franquicias principales del Universo Marvel que por cuestiones de derechos todavía no habían podido darse cita en el mismo.
No sabemos si estos personajes, o mejor dicho, sus familias y aliados, aparecerán en futuras películas, o si vendrán de otro universo interpretados por los mismos actores o por otros, o si la gran batalla final de la fase seis será un conflicto multiversal a lo Hickman y Ribic, pero esto nos demuestra que no todo fanservice es malo, que los cameos si están bien llevados no sobran, y que el MCU tiene absoluta libertad para introducir personajes en sus películas, toda vez que estos Iluminati ya no existen, por lo que si lo vemos, serán otros.
Lo mejor – El tratamiento de Wanda como villana.
Lo peor – Que haya quien solo valore este peliculón por una escena en concreto.
El personaje – Wanda.
El momento – La batalla musical.
Doctor Extraño se presentó en sociedad en la Fase 3 del MCU. Corría el año 2016 y Benedict Cumberbatch, que venía avalado por su trabajo en la serie televisiva Sherlock, encarnó al futuro Hechicero Supremo por vez primera en una película hecha a su medida. Por aquel entonces, Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams, Benedict Wong, Mads Mikkelsen y Tilda Swinton le acompañaron en un argumento que sirvió, por una parte, como origen del personaje y, por la otra, como hilo introductorio de elementos mágicos y dimensiones varias. Stephen Strange, arropado de su flamante capa, pronto se convirtió en uno de los héroes más queridos por parte de la audiencia. No solo eso, merced a su capacidad precognitiva resultó clave para derrotar a Thanos aunque como consecuencia de ello se disolviera como un azucarillo hasta no dejar ni rastro durante un lustro. Sin embargo, el plan funcionó y en Vengadores: Endgame fue uno de los retornados que volvieron para poner las cosas en su sitio. Aquella última batalla sirvió para jubilar a Steve Rogers, así como para que Tony Stark descansara en paz. Los Vengadores quedaban huérfanos de líderes espirituales, y Extraño opositaba para alcanzar puestos de privilegio pese a no ser el más sociable del lugar.
Antes de volver a tocar en solitario, Cumberbatch fue el invitado de lujo en Spider-Man: No Way Home. El otrora exitoso cirujano ejerció de maestro de ceremonias para abrir esa caja de pandora llamada multiverso y de esta forma reunir a la Santísima Trinidad de Peter Paker formada por Tom Holland, Tobey Maguire y Andrew Garfield. Más allá del fanservice, la cinta dirigida por Jon Watts funcionó como un tiro (a pesar de sus agujeritos de guion) y sentaba las bases de lo que estaba por llegar a medio plazo. Tras devorar a la FOX, Disney recuperaba las franquicias mutantes para Marvel Studios. Juguetear con otros universos, fórmula de sobra conocida en el mundo de las viñetas, ofrecía la posibilidad de que viejos conocidos como Charles Xavier, Mercurio o Reed Richards compartieran pantalla con sus colegas de La Casa de las Ideas.
La construcción ideada por Kevin Feige y compañía creció sobremanera con la decisión de llevar el MCU a Disney +. La plataforma de Mickey Mouse dio el pistoletazo de salida con WandaVision. Creada por Jac Schaeffer, la serie resultó ser un soplo de aire fresco dotando de un poder (casi) ilimitado a la flamantemente bautizada Bruja Escarlata. Elizabeth Olsen se doctoró cum laude con una interpretación genial cargada de diversos registros. Todo el dolor acumulado por su personaje abría la puerta a lugares oscuros. La escena postcréditos del último episodio, lectura de Darkhold mediante, albergaba horrores. La próxima parada llegaría en el multiverso de la locura, junto al Doctor Extraño.
Sam Raimi tomó el testigo de un cumplidor Scott Derrickson para volver al género superheroíco tras la primera trilogía arácnida. Doctor Strange en el multiverso de la locura es una película de autor y, quienes adoramos los primeros trabajos del cineasta de Michigan, no podemos estar más contentos por el tono elegido. Más allá del cameo de Bruce Campbell, la segunda entrega de esta franquicia ha coqueteado sin tapujos con el género de terror recordando a la saga Evil Dead en no pocos momentos. Raimi disfruta (y nos hace disfrutar) con muertos vivientes, demonios y presencias oscuras. Un viaje colosal que comienza con otra versión del guardián del Sanctum Sanctorum acompañado de una América Chávez que se presenta para la ocasión. La jovencita tiene el poder de viajar entre los diferentes universos y alguien está dispuesto a todo por conseguirlo. Inevitablemente, ese alguien es Wanda, incapaz de superar el duelo por la pérdida de sus hijos. Aunque esos niños no los hubiese concebido biológicamente, el personaje interpretado por Elizabeth Olsen ha sufrido pérdida tras pérdida (su hermano, Visión…) hasta enajenarse en busca del amor extraviado.
Todos los fans del MCU teníamos los dientes largos especulando con posibilidad de que nuevos personajes (pero de sobra conocidos) hicieran acto de presencia en el lisérgico viaje que el Doctor Extraño del universo 616 realiza junto a América Chavez. Quienes ven la botella medio llena, se quedan con el recuerdo de ver nuevamente a Sir Patrick Stewart en pantalla, a Hayley Atwell como Capitana Britania y a, sobre todo, John Krasinski que deja lugares tranquilos para enfundarse el traje más fantástico del momento. Por otra parte, para quienes ven la botella medio vacía el botín se antoja escaso deseosos de que Tom Cruise hubiese sido Iron Man en este particular consejo de los Illuminati.
En definitiva, la segunda entrega de Doctor Extraño continúa amplificando la mitología de las artes místicas pero no lo hace únicamente a costa de su protagonista. La Bruja Escarlata, con un recorrido de lo más coherente, se convierte en una de las mejores villanas que el MCU ha tenido a lo largo de las cuatro fases. A pesar de que el multiverso no acaba de romper la baraja, lo que sí salta es la banca. Desde el momento de su estreno, en los últimos coletazos de pandemia, más de 870 millones de dólares confirman la buena recepción por parte de la audiencia global. Queda mucho camino por recorrer, a pesar de que Marvel corra el riesgo de saturar el mercado con tantísimas producciones. Pero, seamos sinceros. Si la mayoría de estas tienen la calidad del último trabajo realizado por Sam Raimi, la partida es suya. Llevan la mano ganadora.
Lo mejor – Elizabeth Olsen y Sam Raimi, cada uno en lo suyo.
Lo peor – Mientras que otros personajes no hacen más que crecer, Mordo está pasando con más pena que gloria por la franquicia.
El personaje – Evil Wanda.
El momento – La batalla musical, todo un derroche de imaginación que encaja a la perfección con Doctor Extraño.
Ya, ya sé lo que me vais a decir sobre la inexactitud del título que he elegido para la reseña, pero afortunadamente no me centraré en Wong a la hora de hablar de esta Doctor Strange en el Multiverso de la Locura, toda una montaña rusa con sus subidas y sus bajadas; y es que Sam Raimi ha entrado cual elefante en cacharrería en el universo del Stephen Extraño de Benedict Cumberbatch que, en mi opinión, gozó de una de las mejores cintas de presentación del MCU, la cual tuve el honor de reseñar para Zona Negativa en su estreno allá por el lejano 2016. En aquella ocasión, Scott Derrickson nos regaló una cinta espectacular en su apartado visual, algo de lo que Kevin Feige siempre presumió cuando hablaba (y lo hizo durante años) de adaptar al Hechicero Supremo, aunque, a pesar de las virguerías visuales, Derrickson (a pesar de ser un director más que competente, como demuestra la extraordinaria Sinister y del que tenemos pendiente la esperada The Black Phone, que tiene una pinta tremenda) no tenía el empaque como para darle un auténtico sello de autor a la película, algo que sí pasa en este Multiverso de la Locura; y es que el MCU tanto cinematográfico como televisivo parece estar soltándose cada vez más la melena en un movimiento de expansión que se agradece sobremanera. No me gusta utilizar la palabra “riesgo” a la hora de comparar esta Fase con sus predecesoras, porque ya antes tuvimos unos Vengadores (quién lo hubiera pensado) con Whedon y los Russo jugando con los mejores juguetes de Marvel, o autores como los gamberros Taika Waititi (qué ganas de su Love and Thunder sobre todas las cosas) o James Gunn abofeteando a los que piden más de lo mismo. Esta Doctor Strange en el Multiverso de la Locura viene a demostrar una vez más a los que enarbolan la cansina cantinela de la “fórmula Marvel” que no podían ser más miopes. Marvel Studios (o Kevin Feige, que viene a ser lo mismo), han arriesgado desde el primer minuto del MCU, independientemente de que sus propuestas nos hayan gustado más o menos (y os puedo asegurar que yo he estado en los dos bandos, incluso en sus extremos más entusiastas e indignados).
En este caso, darle un tiovivo tan potencialmente terrorífico como es el universo del Doctor Extraño a un irremediable pillo como es Sam Raimi ha sido una de las mejores ideas de los últimos tiempos; pareciera que Raimi hubiera cogido carrerilla a la hora de abordar la película y decidiera volcar en ella todas sus filias como director, aprovechándose de una trama de infinitas posibilidades más allá de los cameos y prácticamente despreocupado por darle a la película un sentido dentro del plan futuro del MCU más que el que figure por contrato. En ese aspecto, aquí nos descubrimos menos interesados por averiguar las ramificaciones del Multiverso de cara al próximo gran evento (como sí ocurría con las consabidas referencias a las gemas del Infinito o al inevitable Thanos en las otras Fases) y nos encontramos mucho más interesados por el aquí y el ahora, por los arcos de los personajes y las consecuencias inmediatas de sus acciones. Y es aquí donde brillan Benedict Cumberbatch y Elizabeth Olsen, con dos personajes dubitativos y fragmentados, empujados por el amor y las oportunidades perdidas; la redención en ambos viene con un alto precio, eso sí, pero Raimi decide hacer del viaje un vertiginoso descenso por los rápidos de la magia oscura, y qué gran acierto es poner el foco en la diversión y el frenetismo de una trama que no nos deja respirar desde el comienzo y no nos suelta durante toda la película en una carrera continua.
¿Ha simplificado el arco de personaje de Stephen este Multiverso de la Locura? ¿Quizás ha traicionado el potencial redentor de Wanda tras su paso por Disney+ transformándola en villana perseguidora y demente al estilo de Jack Torrance tras Danny? ¿Es el Darkhold el “lo hizo un mago” en una película de hechiceros y brujas? Puede que estas dudas nos asalten tras salir de Doctor Strange en el Multiverso de la Locura, y puede que sean razonables. Sam Raimi y compañía están quizás más atentos en apuntar a nuestros sentidos y al entretenimiento más palomitero que a nuestro corazón, y por eso dan de lado muchos de los conflictos de Wanda o de la misma America Chavez, más un instrumento de la trama que parte fundamental de la misma; eso hace caer a la película en torpezas como la súbita confianza de America en sus poderes por una sencilla frase de Strange, o la escena de Wanda encontrándose finalmente con sus vástagos de otra dimensión. Caso aparte merece el de Wong, un personaje que en cualquier otra saga ya hubiera sido sacrificado en un tercer acto cualquiera y que, de manera insólita, sobrevive a través de películas y cameos a pesar de su absoluta inutilidad argumental y emotiva. Sin embargo, todos esos detalles negativos no empañan el tremendo disfrute que es enfrentarse a este despliegue del talento de Sam Raimi en un Multiverso repleto de zombis, espíritus, tentaculares criaturas, hechizos musicales y amores (y oscuros destinos) ligados a través de las dimensiones. Sí, la injustamente ignorada What If…? Lo hizo mucho mejor incluso en su historia del Stephen Extraño abocado a la oscuridad y la destrucción del Universo por salvar un trocito de tiempo, pero este Multiverso de la Locura le sigue a corta distancia e incluso da un rayo de esperanza a seguir disfrutando de un personaje que ha sabido reparar a tiempo un reloj que ya no funcionaba y que ha estado demasiado tiempo congelado en un instante. Que las manecillas vuelvan a girar y sigan girando en su historia es la mejor noticia para los fans del auténtico Hechicero Supremo.
Lo mejor – El concepto de villano de La Bruja Escarlata vs. the World
Lo peor – Los sosísimos secundarios que resultan ser America Chavez o Wong comparados con Cumberbatch y Olsen.
El personaje – El Doctor Extraño de boda buscando cualquier excusa con tentáculos para escabullirse.
El momento – Wanda haciéndoles a los Illuminati lo que Hulk a Loki en Los Vengadores… ¡Illuminatis a mí…!
El hype que rodea a las películas de Marvel Studios puede hacernos pensar un millar de cosas antes de ir a verlas. De cada personaje, de cada situación y de cada relato se puede esperar un macroevento que avance la historia río general. Sin embargo, esperar eso es un error, pues cada película ha de vivir por sí misma. Bajo el título Doctor Strange en el Multiverso de la Locura cabía esperar un montón de cameos y referencias que desviaran el asunto de lo que debería ser central. Por suerte, no es así, y esta es, ante todo, una película del Doctor Extraño y una película de la Bruja Escarlata.
Pasada esa línea de corte, tenemos por delante una película que está dirigida por Sam Raimi y que da todo lo que cabe esperar de una película dirigida por Sam Raimi. La capacidad del director para hacer doblemente interesante hasta la más anodina escena de exposición de tres personas hablando se mezcla con la inventiva y uso de recursos que permite el entorno mágico de los personajes de la Casa de las Ideas. La mezcla es ideal y el resultado es exquisito. En ningún momento hay pie para el aburrimiento o el hastío; solo cabe divertirse y disfrutar del despliegue que tiene lugar en la pantalla. Ojalá Raimi vuelva para más películas de la productora y nos deleite como en esta.
Los arcos de personajes son claros y directos. Se podría criticar que el turn heel de Wanda y su posición como villana de la cinta se establecen un punto más rápido de lo que cabría desear, pero es un efecto secundario del impulso incansable de la película. Un pago razonable para disfrutar de una Wanda al más puro estilo Terminator cazando a Strange y América Chavez, nueva estrella de la función que seguramente podrá brillar más en un futuro una vez superada su historia de origen. El terror y el humor negro se mezclan con el fan-service y al final estamos ante una de las películas con más identidad de Marvel Studios. No todos los directores logran dejar su marca de autor de esta manera.
Aunque esta sea, técnicamente, Doctor Strange 2, no es solo la segunda aparición del otrora Hechicero Supremo. Podría haber sido muy difícil encajar su viaje en las cintas de Vengadores y Spider-Man, pero se aprovecha como motor de su viaje de una forma bastante ingeniosa. Al final de la historia quedan claras las próximas tramas a desarrollar y porqué Stephen Strange será esencial para ellas, pero tan solo tras completar su propio camino. Eso era lo más importante: vivir una gran aventura del Doctor Extraño que continuase su viaje. El resto es solo la guinda del pastel.
Lo mejor – Raimi desatado.
Lo peor – el ritmo puede jugar en su contra.
El personaje – Wanda.
El momento – la secuencia final arreglando el reloj.
Doctor Extraño. Extraño planteamiento. Lo que nos ha ofrecido esta vez Disney no es lo que nos esperábamos. Todos teníamos en mente que continuaría por la senda de la serie de Loki, y no ha sido así.
Extraña elección del villano de la entrega. Si acudiste inmaculado a su estreno la sorpresa no ha podido ser mayor. Yo por lo menos asistí sin ningún dato, sin visionar tráiler y sin saber posibles cameos. Puede que esta ignorancia haya potenciado el magnífico sabor que me ha dejado esta película.
Extraña compañía de viaje para el buen doctor. Miss América Chávez da un toque muy ochentero y de regusto juvenil que por lo menos para mí ha sido una delicia. Tener este personaje en el Universo Cinematográfico Marvel me parece un verdadero acierto. ¿Estaremos ante una pronta versión de Jóvenes Vengadores? Ojalá.
Un torrente de acción, despliegue visual, desenfreno y aventura. Empieza como acaba, con una vorágine de sucesión de viñetas donde Stephen Strange demuestra ser ese Tony Stark que se echaba de menos.
Y ahí enlazo el siguiente apunte. Benedict Timothy Carlton Cumberbatch se ha hecho con el papel, como lo hizo suyo Robert Downey Jr. con Tony. Cumberbatch es un perfecto Stephen Strange; maravillosa interpretación. Me quedo con esa mirada penetrante que tiene, la cual hace creíble su interpretación a diferencia de muchas otras caracterizaciones cinematográficas.
Si Cumberbatch está que se sale, Elizabeth Olsen revienta la película. Me ha dejado asombrado. Recuerdo esa joven Wanda que aparecía en Los Vengadores: La era de Ultrón y alucino con su evolución hasta este momento. La actriz ha conseguido hacerse con el papel de Bruja Escarlata y lo hace impecablemente.
Ya en cuanto a lo que es la película en si debo decir que me ha parecido muy entretenida y que supera a la de Spider-Man. Ojo, que la del arácnido me flipó mucho por todo el rollo nostálgico y porque el “redes” es mi incuestionable top, pero con esta película he disfrutado muchísimo.
Sam Raimi impregna ese toque tan suyo traído del género de terror que en algunos momentos recuerda a Evil Dead e incluso a The Ring, película que no es suya pero resulta escalofriante en una escena que recuerda a uno de los momentos de esta entrega super heroica. Sumado a la interpretación de Elizabeth Olsen tenemos algunos momentos que podría decir que no son aptos para según que edades.
También me parece que esta entrega tiene de positivo el cerrar una parte del pasado de Strange, con la mirada puesta hacia ese futuro que se abre con una de las escenas post créditos, y con parte de las “secuelas” o consecuencias de lo que acontece en la película.
Ya sin entrar en detalles que puedan amargar la vida a un futuro creyente, debo decir que, por lo menos, ese momentito con ese grupo de personas en las sombras que siguen los tejemanejes del buen doctor, consiguió desatar un gritito mío que sin ser el de rayo Negro, supuso la mirada de reojo de mis amigos que lo decía todo. Soñé con las consecuencias, con las posibilidades, y eso hizo que el niño que tengo dentro emergiese y cual libro de Vishanti iluminase esa desazón que me han dejado las últimas entregas cinematográficas de mi querido Marvel.
Poco más puedo decir, solo que estamos ante una gran película. Muy bien hecha, entretenida, divertida sin humor vergonzoso, con momentazos para el fandom y con dos actores que han hecho suyos a dos maravillosos personajes como son el Doctor Extraño y la Bruja Escarlata.
Lo mejor – Ambos protagonistas
Lo peor – Tener que esperar hasta la segunda escena post créditos para disfrutar de la mejor de todas las vistas hasta la fecha
El personaje – Ese que no puedo nombrar con barba para no jorobar a los inmaculados
El momento – La musiquita de cierto grupo de héroes al aparecer uno de ellos
¿Todavía piensas que hay un plan? Yo sí, aunque después de ver Doctor Extraño (pataleta oficial, quiero poner el nombre en castellano) en el Multiverso de la Locura comienzo a dudarlo…
Honrando el espíritu de esta sección, esta es una opinión, no una crítica como tal. La nueva película de Sam Raimi es un espectáculo muy entretenido, con altas dosis de acción y un (tibio) desarrollo de personajes. Tengo un grato recuerdo de la primera película protagonizada por Stephen Strange, especialmente por su clímax que, incluso dividido en dos partes, funcionaba extraordinariamente bien. Un clímax en el que, raro en el Universo Cinematográfico Marvel, no teníamos ordas de minions en CGI ni un rayo laser lanzado al espacio. La manera en la que Strange derrota a Dormammu sigue siendo, para mí, una de las mejores resoluciones de conflicto externo que ha parido el UCM.
¿Qué la primera película era un espectáculo con CGI hasta que te salía por las orejas? Sin duda. Pero aquel film entendía que la tecnología tiene valor para crear el universo y hacerlo verosímil dentro de las reglas que la historia plantea. En la secuela, tanto el uso del CGI como la estructura del tercer acto, suponen un paso atrás en la trayectoria del personaje en la gran pantalla. Eso sí, sin quitarle un ápice de mérito a la idea del Doctor zombie, con quien Raimi compone algunas imágenes ciertamente icónicas (sobre todo en la que parece una versión infernal de Shiva con múltiples brazos).
Me hubiera gustado una película con más alma en lo que se refiere a su protagonista. El conflicto planteado tiene gran potencial pero es dejado de lado antes incluso de llegar al final del primer acto y solo volverá al final, intento de cerrar en falso la lucha interior de Strange. Los dos conflictos de Strange -Control vs Confianza hacia América Chavez, + Superar la pérdida su amor Christine- nunca acaban de conectar por mucho que el guion intente entremezclarlos una y otra vez. Curioso el uso del reloj roto como símbolo que recuerda (ese “déjalo ir”) al final de Super 8 de J.J. Abrams.
Siento que “oportunidad desperdiciada” es lo primero que se me viene a la mente al recordar esta película. La propia noción del multiverso está enormemente desperdiciada, utilizada como excusa para dar a los aficionados su ración de fan service sin propósito narrativo de calado. De todas las posibilidades, de todas las Wandas, la historia apuesta por uno de los más conservadores (por no decir cobardes): el universo sin Visión, sin Mercurio, sin Ojo de Halcón -y su particular relación con Wanda-.
Como fan del personaje de la Bruja Escarlata, la posición en la que queda el personaje tras Doctor Strange en el Multiverso de la Locura es, como poco, delicada. Ya sabemos que en los universos de ficción superhéroicos existen multitud de conejos dentro de infinitud de chisteras para explicar, justificar y, finalmente, perdonar al personaje de Wanda. Y aún así, si seguimos las reglas tradicionales de construcción de personajes en la ficción, el destino de Wanda -si Marvel decide redimirla- solo puede ser la muerte sacrificándose por sus compañeros o para salvar el mundo de alguna amenaza. Porque Wanda, al terminar esta película, tiene en su haber una cantidad nada desdeñable de cadáveres a sus espaldas cual Terminator, algunos de ellos asesinados de formas auténticamente horribles. ¿Cómo le explicas a la niña que se viste como Wanda en el mundo real para ir a Carnavales o Halloween que su heroína es una asesina en serie? ¿Que la protagonista de Wandavision -de largo la mejor serie del UCM/Disney hasta ahora- se ha vuelto loca por culpa de un libro malvado?
Aunque me reconozco como fan del estilo de Scott Derrickson en la primera película, Sam Raimi consigue aquí colarnos una peli de sustos disfrazada de cinta de superhéroes. Dan ganas de volver a ver Evil Dead al salir del cine. Hay cariño y buen hacer técnico en este film, profesionales más que competentes que entienden las reglas del blockbuster moderno, pero la cinta acaba pecando de vacía e, incluso, (casi) intrascendente.
¿Cuál era el plan entonces? Sabemos que los héroes “urbanos” parecen ir a desembocar en unos Vengadores Oscuros. Desconocemos las líneas maestras del plan cósmico más allá de haber conocido a Starfox -tras las nuevas películas de Thor y Guardianes de la Galaxia sabremos más, supongo-. Pero el supuesto “plan” para el multiverso sigue sin dar señales de vida. Tras el final de Loki, la promesa de una realidad o línea temporal rota nunca ha llegado a cumplirse. Peor aún, se ha jugado en muchos casos con evidente mala fe (Peter Evans en Wandavision) con el espectador, ya no solo con el fan. Marvel tira la piedra y esconde la mano, dejándonos con migajas, cameos y fan service, seguros de que agitar la piñata no va a hacer que se rompa.
Lo mejor – Un villano que, por fin, se siente como una amenaza constante
Lo peor – La vilificación de Wanda
El personaje – Zombie Strange
El momento – Strange y América Chavez cruzando de un salto varios universos
Hace poco hubo una discusión (cordial) en la redacción sobre el MCU. Había dos posiciones, por simplificar, a los que les gustan de manera más o menos mayoritaria las películas y a los que no les gustan o empiezan a estar hartos.
El argumento del primer grupo es, si no te gusta no lo mires. De acuerdo, pero con una pega. La industria cinematográfica no es inocente. Los espectadores, los ciudadanos no somos libres de la influencia del marketing, la publicidad y la promoción directa e indirecta que hacen los grandes estudios.
Cuando nos “venden” una película o un libro o un cómic por activa, con un nivel de intensidad tal como el que hay antes cada estreno del MCU, tenemos todo el derecho a sentirnos molestos y estafados cuando lo que vemos no es lo que nos “vendieron”, es aburrido, soso, ñoño o con guiones llenos de fallos.
Y dejo al margen toda la legión de críticos de cine lacayos del clientelismo de los medios con las productoras.
Personalmente, estoy muy desengañado con el MCU. Creo que está en una profunda decadencia (ahorraré adjetivos). Desde Iron Man (que ya no me gustó) hasta la “curiosa” Spiderman: No way home, una película con agujeros de guion tan grandes como el propio multiverso.
Pero entonces viene el estreno de Dr Strange en el Multiverso de la Locura con Benedict Cumberbatch y sobretodo, Sam Raimi. El hombre que que lo empezó todo.
Dr Strange no es la mejor película de Raimi pero es la mejor película de Marvel en muchos años. Se acabó el sonrojante humor Marvel (gracias), la verborrea insoportable de los Downey Jr o Tom Holland, las batallas repetitivas y los personajes planos.
Como dice Bruce Campbell en el cierre: Se ha terminado.
Raimi no pone el piloto automático y como enfermo de la técnica que es, no deja pasar la oportunidad de regalarnos movimientos de cámara, una narrativa endemoniada, planos extremos y saltos de escena.
El de Michigan no rehúye el reto y se lanza sobre la película como un vaquero de rodeo, decidido a domar ese caballo salvaje y descontrolado que es una superproducción del MCU.
Sale airoso y nos ofrece una película contenida en el humor y en la actuación, original en los duelos, terrorífica a ratos (mucho guiños a sus orígenes) y muy, muy entretenida.
La película no redime al MCU, más bien al revés, demuestra que se podían haber hecho buenas películas en lugar de la ristra de productos aburridos y olvidables de los últimos años.
Podemos elucubrar lo que queramos, que si la Fase tal o cual, que si planes estratégicos de la compañía… Disney tiene los datos, ha visto la deriva y sobretodo ha visto la decadencia preocupante y a veces vergonzosa en la que se estaba sumergiendo el MCU. No es casual que haya decidido poner al timón al tipo que mejores películas Marvel ha dirigido… hace ya veinte años.
Lo mejor – El sello del Raimi más puro
Lo peor – Siempre que afrontas el concepto multiversal hay un enfoque inevitablemente superficial.
El personaje – La Bruja Escarlata
El momento – Cuando te das cuenta de que esta película es “otra cosa”.
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