Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel 90s Limited. La Patrulla X: Los Años Perdidos

Edición original: X-Men: The Hidden Years 0-22 USA (1999-2001)
Edición nacional/ España: Marvel Limited 90s. La Patrulla X: Los Años Perdidos. Panini Cómics y SD Distribuciones, 2019
Guion: John Byrne,
Dibujo: John Byrne,
Entintado: Tom Palmer, Joe Sinnott
Color: Gregory Wright
Formato: 560 páginas. Tomo en tapa dura
Precio: 45,95 euros

La Patrulla X comenzó a publicarse en 1963, una de las muchas creaciones del tándem Stan Lee-Jack Kirby. Su potente premisa, que relacionaba el concepto de mutante con las contemporáneas luchas por los derechos civiles, especialmente de la minoría afroamericana en EE.UU., nunca llegó a ser aprovechada del todo en esta primera encarnación. Además, la marcha de Lee y Kirby la acabó convirtiendo en una serie un tanto “segundona” frente a los grandes iconos de la Marvel de la época como eran El Asombroso Spiderman o Los 4 Fantásticos. A finales de los 60, la editorial hizo un último intento de relanzar la cabecera, al menos en lo creativo, gracias al trabajo de Roy Thomas y, sobre todo, Neal Adams. Pero el resultado, por bueno que fuera, no sirvió para cambiar la suerte de la colección, que acabaría siendo cancelada en 1970. En 1975, el concepto de La Patrulla X fue parcialmente rebooteado con el lanzamiento del Giant-Size X-Men #1, una nueva vida para los mutantes que incluía la creación de una tanda de nuevos personajes como Tormenta, Coloso o Rondador Nocturno a los que se unían recién llegados como un tal Lobezno. El británico Chris Claremont se haría con los guiones de la serie y, como se suele decir, el resto es historia. Los X-Men se convertirían en la franquicia de más éxito en Marvel durante buena parte de los años 80 y 90, con algunos picos creativos como La Saga de Fenix Oscura que forman parte ya de la historia del comic-book estadounidense
.

Pero… ¿qué ocurrió entre 1970 y 1975? Por el lado editorial, Marvel mantuvo viva parcialmente la cabecera con reimpresiones de los números clásicos. Por el lado narrativo, la cosa era más complicada. Los miembros originales de la Patrulla X (Cíclope, Jean Grey, Ángel, Bestia y el Hombre de Hielo) seguían vivitos y coleando en el Universo Marvel y varios de ellos tendrían aventuras propias lejos del Instituto del profesor Xavier. Los personajes evolucionaban y cambiaban pero al lector no le resultaba tan fácil seguir dicha evolución que continuó, además, con el relanzamiento de 1975 para el que algunos de ellos no contaban. Las aventuras del Ángel, Bestia y el Hombre de hielo se pudieron leer en las páginas de Los Campeones, Los Vengadores, Los Defensores o Amazing Adventures entre otras. Incluso el gran archienemigo de los mutantes, Magneto, había aparecido en cómics de los Vengadores o los 4 Fantásticos en este interregno.

Damos un salto de dos décadas hasta mediados de los años 90. La brutal crisis creativa y económica en Marvel ha provocado que la compañía apueste por historias que beben de la tradición y la historia de la Casa de las Ideas. Un back-to-the-basics que tiene como bandera los excelentes Vengadores de Kurt Busiek y George Perez. Es precisamente Busiek quien marca el camino a seguir en 1995 con el estreno de Las Historias Jamás Contadas de Spiderman, serie que coquetea con la retrocontinuidad y cuya razón de ser es conectar o rellenar los huecos (si es que los hubiera, que ese es otro debate) en los primeros números de El Asombroso Spiderman publicados en los 60.

Sin embargo, no todos los relanzamientos con aroma clásico habían sido un éxito, ni mucho menos. En 1998, John Byrne era la gran estrella tras el lanzamiento de Spiderman: Capítulo Uno, la fallida reescritura del primer año y medio de El Asombroso Spiderman originalmente por Stan Lee y Steve Ditko. Un año después, Byrne tiene una idea no muy distinta: encargarse de contar las aventuras de la Patrulla X original en esos años entre 1970 y 1975. El título de la nueva colección, La Patrulla X: Los Años Perdidos.

Mucho hemos hablado ya en Zona Negativa de John Byrne. Su retorno a Marvel en 1998 sería el último para el canadiense de origen británico. Superestrella del cómic en los años 80 y autor aún muy respetado en los 90, Byrne había desarrollado una fama de autor conflictivo e inflexible. Su ascenso al estrellato había tenido lugar, precisamente, en La Patrulla X con Claremont a los guiones. El choque de caracteres entre ambos provocó la salida de Byrne en el título, al que volvería brevemente a principios de los 90 y únicamente como dialoguista al poco de abandonar Claremont la franquicia mutante. Byrne siempre ha reconocido amar la Patrulla X, tanto la encarnación original como la más moderna. Además, siempre ha sentido que le quedaban muchas más cosas por contar de los personajes. Y así es como llegamos a su último gran proyecto en Marvel, estos Años Perdidos.

Byrne planea que la serie comience justo cuando terminó La Patrulla X #66 y alcance tanto el Giant-Size como el #94, el primero sin reimpresiones tras el lapso de 5 años. Se habla de que serían un total de 60 números los planeados por Byrne. Al contrario que con Spiderman, muchos fans mutantes reciben con alegría la nueva colección. La franquicia mutante lleva años a la deriva, con historias mediocres y personajes irreconocibles. Para estos lectores, lo que haga Byrne no puede ser peor que lo que han sufrido durante ya demasiado tiempo.

Contar la trama de los 22 números que finalmente se publicaron podría dar para 5.000 o 6.000 palabras. Porque pasan tal cantidad de cosas que es hasta difícil mantener la atención en la cantidad de información que Byrne incrusta en cada número. El primer número funciona como recapitulación de cómo estaba la Patrulla tras el #66, con los héroes todavía sorprendidos por la falsa muerte del profesor Xavier. El grupo volverá a la Tierra Salvaje, aparecerán de nuevo Ka-Zar y Magneto, el Hombre de Hielo abandonará el grupo solo para acabar con Kaos y Lorna en la Tierra Salvaje también, se cruzan con una raza de monstruos-murciélago, el grupo acaba en África donde se encuentran a una joven Ororo, nueva historia con centinelas, cameo de la fuerza Fenix, aparición estelar de Los 4 Fantásticos (entintados por Joe Sinnott en un bonito detalle estético), las tramas se separan y mezclan de manera cada vez más caótica, Xavier y Bobby por un lado, Lorna y Kaos por otro, el resto del grupo en otras cosas, Sauron vs Magneto, larguísima subtrama en la que el tío y la madre del Ángel planean casarse, aparecen un par de personajes salidos de Marvel: La Generación Perdida, Bestia vs Kraven el Cazador, secta de mutantes llamados La Promesa que no tienen demasiado interés, X-Men vs el Hombre Topo y, por último, la explicación del porqué del team-up entre Magneto y Namor en Los 4 Fantásticos #102-104.

Para aquellos que no hayan leído la obra pero tengan presente el descarrilamiento de Byrne con Spiderman: Capítulo Uno. Los Años Perdidos no es una mala obra como la anterior. Podemos más o menos considerarla fallida (más detalles en un par de párrafos) pero no un desastre en ningún caso. El cariño y la meticulosidad del trabajo de Byrne creo que está fuera de toda duda. El autor aborda el proyecto con la intención de exprimir la última gota de talento que le queda. Su obsesión por la continuidad es apabullante y su dedicación para buscar una forma de cerrar esos agujeros argumentales, loable.

En la edición original, Byrne incluyó un disclaimer en el que afirmaba lo obvio, que no era el mismo dibujante que llegó a la franquicia a finales de los 70 y que tampoco era Neal Adams. Curiosa afirmación cuando en los primeros números el lector puede ver cómo Byrne sí que hace por parecerse a Adams, especialmente en los encuadres (esos ángulos) y composición de página. Las tintas de Tom Palmer facilitan está asociación entre ambos dibujantes. Los aficionados que recuerden los últimos números de La Patrulla X de 1969-1970 incluso reconocerán el estilo de escritura de Roy Thomas, con grandes cajas de texto y cierta verborrea que tampoco le era ajena al Byrne de los 90.

Ningún fan podrá quejarse de la caracterización de los personajes, algo que Byrne clava. Su mayor “atrevimiento” se centra en el Profesor X, más frío y un tanto maquiavélico, lo que por otra parte no desentonaba con su forma de comportarse en los primeros años de la serie original. Otra cosa que Byrne hace muy bien es jugar con el conocimiento que tiene (bueno, que tenemos todos) del futuro de los personajes. No abusa de los cameos e incluso se permite añadir un toque interesante a la mitología de la Fuerza Fenix.

En el apartado de “cosas raras” no puedo evitar reseñar los extraños anacronismos que de vez en cuando te encuentras leyendo estos cómics. Varias referencias a Star Wars o el guiño a Freddy Krueger son cosas que en un primer momento se te pueden pasar por alto, hasta que recuerdas que se supone que estos cómics están ambientados a principios de los 70. No molestan, claro, pero es extraño detalles así en un trabajo tan meticuloso a la hora de recrear una época y un tipo de cómics.

En la parte, digamos, negativa del tomo, la peor parte para mi gusto es el ritmo. Yo lo describiría como una narración descomprimida estilo John Byrne. Por un lado, como he resumido más arriba, no dejan de pasar cosas. NUNCA DEJAN DE PASAR COSAS. No hay apenas tiempos muertos, ni descansos. Uno se pregunta si los personajes han desarrollado un nuevo poder mutante: el de no dormir nunca. Parece que Byrne tenía ansiedad por contar todo lo que quería contar, de ahí lo de mezclar hasta 5 tramas distintas en algunos números. Además, el tiempo pasa muuuy lentamente en la serie. En EE.UU. había quien llamaba a la colección «Los Días Perdidos» porque, literalmente, los 22 números parecen presentar solo unos pocos días. Entiendo que haya gente que opine que esta serie es únicamente un fan service para cierto lector nostálgico. El propio Byrne es uno de esos fans. Lo triste es comprobar cómo no hay un plan detrás de estos 22 números, tan solo aventuras non-stop. Como aventuras están bien, son entretenidas y (como hemos dicho) con un buen trabajo de caracterización. Pero no hay nada más. Ni una reflexión sobre problemáticas sociales, la condición de adolescentes de los héroes o algo parecido. El gran problema de estos Años Perdidos es saber que nada de lo ocurra aquí tendrá repercusión en el futuro. Sabemos lo que acabará pasando con los personajes. Es curioso saber el porqué del cambio de traje de Magneto en el lapso de 5 años pero seguiremos hablando de cómics tan entretenidos como insustanciales.

El cierre de la serie fue todo un culebrón. En el año 2000, Joe Quesada se convirtió en Editor en Jefe de Marvel y sus ideas sobre hacia dónde deberían ir las historias y los personajes chocaba frontalmente con la visión de Byrne en general y con una serie como Los Años Perdidos en particular. La colección no se vendía mal, no era ni mucho menos un problema de ventas pero la cuestión es que a la altura del #16, Byrne (y los lectores) ya sabían que la serie tenía fecha de caducidad. Pero la cosa no terminó ahí. Algo pasó que agrió para siempre la relación entre Marvel y Byrne. Los afectados, Byrne y Quesada no han dado detalles. Byrne afirma que la cancelación fue un capricho de Quesada. Quesada, que Los Años Perdidos no tenía sentido en la remodelación de la franquicia mutante dirigida por Grant Morrison que estaba teniendo lugar. Sin embargo, sabemos que hubo una llamada de teléfono entre los dos, una discusión airada y, justo después, la ruptura de cualquier relación profesional entre Byrne y la editorial. En un foro, Dave Cockrum señaló que el problema había derivado a lo personal cuando Byrne hizo una broma sobre la muerte de la madre de Quesada. Sea como fuere, John Byrne sigue “baneado” de Marvel y ni siquiera ha sido invitado a participar en eventos conmemorativos como el Marvel Cómics #1.000.

La Patrulla X: Los Años Perdidos se lee como la reliquia no de una sino de dos eras. Los cómics del fin de la Silver Age pero también los de la Marvel Pre-Quesada. Los lectores jóvenes que se acerquen a este tomo supongo que tendrán algunos problemas con la cantidad de texto y el ritmo casi neurótico. Los más veteranos encontrarán otros motivos para continuar la lectura (pausándola de vez en cuando para poder respirar y procesar todo lo que ocurre). Teniendo en cuenta todo lo reseñado aquí, sí considero esta obra como fallida. El dibujo ya en franca decadencia de Byrne, más cartoon de lo deseable, no acaba de enganchar. Los diálogos funcionan pero sin conseguir hacer avanzar la trama, las historias se acumulan como un castillo de naipes a punto de colapsar. En aquel momento no lo sabíamos pero Byrne nos estaba enseñando una parte fundamental de que sería la cultura popular del siglo XXI: convertir la nostalgia en una herramienta de marketing que lo fagocita todo.



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