Javier Vázquez Delgado recomienda: Pacificador – Perturbar la paz
Edición original: Peacemaker: Disturbing the Peace núm. 1 USA (DC Comics, 2022)
Edición nacional/España: Pacificador: Perturbar la paz (ECC Cómics, 2021)
Guion: Garth Ennis.
Dibujo: Garry Brown.
Color: Lee Loughridge.
Traducción: Felip Tobar Pastor.
Formato: Cartoné, 48 págs. A color. 10,95€
Pacificando al Pacificador.
Llega un nuevo proyecto alrededor de la figura del Pacificador, esta vez bajo el paraguas del equipo creativo liderado por Garth Ennis, en labores de guion, y el lápiz de Garry Brown, dentro de la línea Black Label de DC Comics. Un proyecto que, estando firmado por Ennis, podría despertar la idea de estar ante un cómic en el que el escritor de Demon saca todo su vitriolo para condenar la guerra desde el pedestal que le confiere un personaje como el Pacificador. De Ennis se podría esperar leer una historia trufada de violencia extrema, acciones salvajes, salpimentadas con su característico humor negro… Y sin embargo, de todo lo anterior, solo queda una sutil, pero inteligente crítica global al propio concepto de la guerra como excusa para la paz, focalizado en al figura del Pacificador, mientras se ajusta su origen a conveniencia de la historia.
Para construir la historia Ennis recurre a una sesión o entrevista medica, llevada a cabo por la doctora Sedgewick, para valorar el estado metal de Smith dentro de un proyecto ultrasecreto del que forma parte. Con esta excusa, Ennis, puede adentrarse en la mente de Smith, rescatar recuerdos de su infancia, adolescencia, progreso personal y social, hasta llegar a nuestros días. Un recorrido certero, aunque irregular, que se mueve sin las ataduras de la continuidad, sin perder de vista el ADN del personaje.
La conversación pronto adquiere tintes intensos, cuando Smith comienza a devolver las preguntas a la propia psiquiatra, que lidia como puede con la red de mentiras en la que ambos han acabado atrapados. Una red de la que Smith tiene plena consciencia, pero de la que no parece estar preocupado.
De lo que si prescinde Ennis es de la figura prototípica del personaje, al que despoja de sus señas de identidad más características, como son el uniforme y su peculiar casco de combate, para quedase tan solo con un fondo militar sin guiño alguno a su aspecto más clásico. Se siente, por tanto, la intención del guionista de elaborar un relato más depurado en lo que se refiere a tenerlo entablado dentro del género de superhéroes al uso.
El trabajo que desarrolla Ennis es correcto de principio a fin, con todas sus filias perfectamente reflejadas. Diálogos afilados, escenas potentes, violencia justa, mientras intenta abrir las puertas de un personaje que en sus manos se muestra hermético. Ennis fracasa a la hora de dotar de un trasfondo tridimensional a su historia. Todo resulta demasiado arquetípico, donde apenas hay espacio para leer algo que no se haya podido ver antes.
Juega con la idea de la visión de el Pacificador del mundo. Un concepto distorsionado sobre lo que es la paz, pero que en su mente tiene sentido, el suficiente, como para que prosiga en su cruzada personal. Hay un plan en su interior y describirlo es el hilo conductor de este trabajo.
El ritmo de la historia resulta adecuado, moviéndose con soltura entre el pasado y el presente, jugando con esas imágenes que parece convocar Smith mientras habla con la doctora. Lo esperado de Ennis en un trabajo que se siente como poco trabajado y algo impersonal, como si no hubiera mucha implicación en su planteamiento y desarrollo, pero que aún en piloto automático, logra funcionar contra todo pronóstico.
En los aspectos gráficos, el trabajo de Brown no resulta especialmente relevante. Su estilo, con un trazo algo sucio, lejos de aportar, se pierde en el conjunto y apenas logra tener fuerza visual en lo narrativo. Planos poco atrevidos, excesivo uso de las rayas, rostros muy inexpresivos, hacen del conjunto un trabajo que no llama la atención, hasta el punto de que deja de ser relevante su trabajo. Tan solo hay momentos puntuales en los que su dibujo, con el color de Lee Loughridge, si penetra con garra en las retinas y consigue impactar.
Para ser una obra auto conclusiva, apartada de la continuidad, dentro del sello Black Label, resulta insulsa. No hay donde poder agarrarse. Se lee. Se olvida. Ennis no aporta valor, ni su marca a la obra, dejándola en la peligrosa tierra de nadie, en la que caen muchas obras. Quedarse en ese terreno es caer el olvido absoluto. Si fuera un trabajo fallido, en todos los sentidos, al menos tendría algo de alma, pero al posicionarse de forma tan poco contundente sus virtudes se diluyen como azúcar en un vaso de agua. Estamos ante una oportunidad perdida. El Pacificador podría haber dado mucho más juego en manos de Ennis, si Ennis hubiera estado más motivado y no se hubiera limitado a cumplir y cobrar.
En resumen, un trabajo que no aburre, pero no apasiona. Una obra que no destaca en nada en especial, pero es capaz de mantenerse en el terreno de ser una lectura amena. Pero no es suficiente con eso y por tanto, su valor como obra queda totalmente desvirtuado. No hay nada que permita a la obra sobresalir de alguna forma y queda muy por debajo de lo que se supone debe ser una obra publicada dentro del sello Black Label.
Lo mejor
• Un Ennis que aún en piloto automático mantiene el interés.
• El enfoque que se pone sobre la mesa al rededor de la figura de Smith.
Lo peor
• La sensación de que Ennis no está interesado pro contar nada relevante.
• Lo inexpresivo del dibujo.
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