Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Thor: Love and Thunder. La redacción opina
Dirección: Taika Waititi.
Guion: Taika Waititi y Jennifer Kaytin Robinson.
Música: Michael Giacchino.
Fotografía: Barry Idoine.
Reparto: Chris Hemsworth, Natalie Portman, Christian Bale, Tessa Thompson, Chris Pratt, Jaimie Alexander, Karen Gillan, Dave Bautista, Pom Klementieff, Russell Crowe, Sean Gunn, Akosia Sabet, Simon Russell Beale, Sam Neill, Matt Damon, Luke Hemsworth, Melissa McCarthy, Ben Falcone, Clariza Vicente, Chayla Korewha, Sean Rohani, Mark Casimir Dyniewicz, Jason Jago, Aiden Mckenzie.
Duración: 125 minutos.
Productora: Marvel Studios, Walt Disney Pictures, Fox Studios Australia.
Nacionalidad: Estados Unidos.
Marvel Studios continúa con su prolífica producción. Hace tres semanas se estrenaba en salas de cine Thor: Love and Thunder, cuarta película protagonizada por el Dios del Trueno, octava cinta en la que Chris Hemsworth interpreta al hijo de Odín y segunda entrega de la franquicia con Taika Waititi detrás de las cámaras. Con el precedente de Thor: Ragnarok, la polémica ya estaba servida, incluso, antes de su estreno. Sin embargo, poderoso caballero es don dinero. No se puede decir que le esté yendo mal. Hasta el momento, Kevin Feige y compañía han recaudado más de 600 millones de dólares en la taquilla global convirtiéndose en la séptima cinta más vista en 2022.
Con la etapa de Jason Aaron como referente, Waititi contó con un elenco de auténtico lujo para llevar el proyecto a buen puerto. Al citado Hemsworth le acompañaron Natalie Portman, blandiendo el Mjölnir, Tessa Thompson, Russell Crowe, el propio cineasta neozelandés y un Christian Bale encarnando a Goor, villano de la función. No solo eso, sino que en brevísimas apariciones también se dejaron ver Chris Pratt, Jaimie Alexander, Karen Gillian, Dave Bautista, Kat Dennings, Sam Neill, Matt Damon, Luke Hemsworth, Melissa McCarthy o Idris Elba. Todos ellos al servicio del humor marca de la casa Waititi quien, tras ganar el Oscar al mejor guion adaptado por Jojo Rabbit, cuenta con adaptar otro cómic cósmico, El Incal, en pantalla grande. Jordi T. Pardo fue el primer valiente en realizar la crítica de Thor: Love and Thunder de manera excelente. Ahora le toca el turno a un repóquer de redactores dispuestos a sufrir la ira de los dioses y/o de algún otro lector contrariado como consecuencia de las opiniones vertidas por estos sucedáneos de plumillas asgardianos.
No hay más que echar un vistazo a la reseña que escribí de Thor: Ragnarok en Zona Negativa hace cinco años para comprender que un servidor se sintió bastante decepcionado con la tercera aventura en solitario del Dios del Trueno, suponiendo también la primera incursión del cineasta neozelandés Taika Waititi en Marvel Studios. Yo no pude subirme al carro de aquellos que recibieron con los brazos abiertos el cambio de rumbo que el director de Lo Que Hacemos en las Sombras imprimió en aquella producción de 2017, ya que para mí el viraje excesivamente radical del personaje de Chris Hemsworth hacia la comedia algo infantilizada supuso un obstáculo para disfrutar adecuadamente la película.
Unos meses después, cuando adquirí el largometraje en formato físico, decidí revisarlo y ya sabiendo lo que había supe disfrutarlo mucho más y potenciar sus virtudes audiovisuales, como el acabado técnico de Waititi en los pasajes de acción y la clara influencia del trazo colorido y en ocasiones psicotrónico que Jack Kirby insufló en las aventuras más clásicas del hijo de Odín. Algo pareceido llevé a la práctica cuando fui al cine a ver Thor: Love and Thunder, apelé a la relativización con respecto al material que iba a ofrecerme esta cuarta película al saber ya lo que iba a a encontrarme teniendo en cuenta que el autor de JoJo Rabitt seguía al frente de este nuevo proyecto.
Como era de esperar esta predisposición por mi parte hizo que disfrutara Thor: Love and Thunder mucho más que Thor: Ragnarok, no solo por ser consciente del tipo de propuesta que me iba a encontrar, sino porque objetivamente, y siempre desde mi punto de vista personal e intransferible, la segunda incursión en Asgard de Taika Waititi es superior en no pocos aspectos a la primera. Esta nueva aventura de Thor está inspirada, principalmente, en el arco argumental El Carnicero de Dioses, escrito por el guionista Jason Aaron y dibujado por Esad Ribic, Jackson Guice y Nic Klein y en toda la etapa escrita también por el autor de Scalped e ilustrada por Russell Dauterman en la que Jane Foster portaba Mjölnir para pasar a convertirse en Mighty Thor, la nueva Diosa del Trueno.
Thor: Love and Thunder es, al igual que Thor: Ragnarok, una space opera barroca, exagerada y autoparódica, pero en esta ocasión Taika Waititi ha sabido mezclar con más acierto los elementos narrativos de los que disponía. Es de recibo mencionar que el prólogo del film, que llega en plena desnudez y sin haber aparecido ni siquiera el logo de Marvel Studios en pantalla, asienta las bases de la vertiente más dramática de la obra que irá siempre vinculada a la historia de Gorr, el villano al que da vida Christian Bale. Esos escasos minutos en pantalla sirven para dar una motivación interesante al Carnicero de Dioses haciéndonos incluso llegar a empatizar con su cruzada. De esta manera el guionista y director elude ese mal endémico del UCM a la hora de perfilar enemigos de los superhéroes que, salvo en contadas ocasiones, rara vez están a la altura de los acontecimientos.
Thor: Love and Thunder sabe equilibrar con más acierto la comedia y el drama que su predecesora y eso puede ser debido al fichaje de Jennifer Kaytin Robinson (Ojo de Halcón) para co escribir el guion junto a Waititi. Aunque el tono más solemne lo lleva sobre sus hombros la subtrama de Gorr o la dedicada al cáncer de Jane Foster, la alternancia de estas con la ligereza de las correrías de Thor junto a los Guardianes de la Galaxia primero y sus amigos asgardianos más tarde funciona de manera mucho más orgánica y cohesionada que en Ragnarok, donde solo la muerte de Odin y algún que otro pasaje más grave eran devorados por la sesión continua de chistes y chascarrillos lanzados por el director de Hunt for the Wilderpeople contra el rostro del espectador.
Curiosamente donde Thor: Love and Thunder no supera a su predecesora es en el acabado técnico. Es evidente que Taika Waititi ha vuelto a contar con los holgadísimos medios que Disney y Marvel Studios suelen poner a disposición de sus proyectos para el cine o la plataforma de streaming que acoje el grueso de su producción para la pequeña pantalla y que su acabado visual es impecable en casi todo momento, pero carece esta última entrega del UCM de secuencias de acción épicas como las de Ragnarok. Posiblemente la del arranque, durante la que sonará el primero de los muchos temas de Guns N’Roses que el director ha metido de manera tan agradecida como a martillazos en la película, sea el más reseñable, pero queda lejos de, por poner un solo ejemplo, del flashback de la batalla de las valkirias de la cinta que contaba cono la Hela de la gran Cate Blanchett como villana o toda la escaramuza final con Hulk implicado en el proceso.
Natalie Portman se fue por la puerta de atrás de Marvel Studios y eso era algo que se transmitia al espectador durante el visionado de Thor: El Mundo Oscuro. La marcha de la directora Patty Jenkins en favor de Alan Taylor y el tratamiento paupérrimo de su personaje lógicamente debió enfadár a la actriz se El Profesional (León). Por ello a muchos extrañó que la israelí decidiera volver al Universo Cinematográfico Marvel para dar vida nuevamente a su alter ego en la ficción, pero cuando se confirmó que Thor: Love and Thunder iba a inspirarse en la etapa de Jane Foster como Mighty Thor todo cobró sentido. Portman aprovecha el canto de cisne que Taika Waitti ha regalado a su rol ylo exprime todo lo que permiten enamorando a la cámara con cada una de sus apariciones y destilando una química con una magnífica Tessa Thompson y sobre todo Chris Hemsworth que nunca tuvo en las dos anteriores entregas en solitatio de Thor.
Como era de esperar el actor australiano mantiene el tono cómico que se volvió indivisible a su perfil psicológico desde Ragnarok, pero que los hermanos Anthony y Joe Russo atenuaron en cierta manera durante Infinity War y Endgame. Thor vuelve a ser aquí una máquina imparable de hacer comedia siendo artífice o diana de todas las chaladuras que a Taika Waititi se le pasan por la cabeza. Como sule pasar con el siempre controvertido humor de las películas de Marvel Studios este unas veces funciona y otras no. Para el que suscribe en esta ocasión la chanza y la befa está mejor llevada y si bien nos depara algún pasaje divertido, como por ejemplo todo el relacionado con el Zeus de Russell Crowe y las cabras, también es cierto que en ningún momento se antoja memorable.
En las antípodas del personaje de Chris Hemsworth se encuentra el mejor de toda la película, el Gorr de Christian Bale. No podemos decir que el villano de Thor: Love and Thunder sea destacable por su tratamiento desde el papel, que es muy decente y acertado, pero nada original; sino por la enorme labor que actor galés hace dándole vida. A Bale le importa un carajo que Taika Waititi esté haciendo una comedia superheróica con apuntes de drama, él cree estar haciendo Shakespeare y recurre a toda la intensidad interpretativa que le permite un blockbuster para todos los públicos como este. Una de esas transformaciones físicas que deben estar haciendo millonario a su endocrino y una carecterización brillante hacen de la labor de Bale todo un regalo para Love and Thunder y el espectador que encuentra su culmen en el tercer acto del film.
Thor: Love and Thunder es la muestra quintaesencial de lo que suele ser la maquinaria de Disney y Marvel Studios, puro entretenimiento y escapismo que no aspira a nada más. Queda muy lejos de ser una de las mejores propuestas del Universo Cinematográfico Marvel, pero confirma tanto la buena forma de Thor como de Taika Waititi a la hora de dar su personalísima visión del personaje. Parece ser que no ha sido recibida por el fandom con el entusiasmo de Thor: Ragnarok y puede que en ello haya inlfuido la ausencia del factor sorpresa que sí acompañó a aquella. Sea como fuere un servidor disfrutó enormemente con la película y quedé con ganas de más después de ver las dos escenas post créditos que apuntan a un giro interesante dentro de esta Fase 4 que se encarrilrá dentro de poco en su fase final.
El personaje – El Gorr de Christian Bale y solo un peldaño por debajo la Jane Foster de Natalie Portman
La escena – El prólogo y la despedida de Jane Foster
Lo peor de la película – El exceso de humor hace que muchos chistes no funcionen y no es tan memorable estilísticamente como Thor: Ragnarol
Podium Thor – Thor, Thor: Love and Thunder, Thor: Ragnarok, Thor: El Mundo Oscuro
A estas alturas del partido, con catorce años de producción a sus espaldas, casi treinta películas estrenadas en cines, y más de una decena de productos televisivos, con unos anuncios que hacen ver que el Universo Cinematográfico Marvel está en constante expansión, considero que hablar de parecido o fidelidad a los cómics es tan superfluo como irrelevante.
Precisamente, si algo de bueno tiene que el género superheroico, o si se prefiere, el género de géneros que fue, es y será el cómic de superhéroes, haya sido llevado con tantísima producción masificada al cine y a la televisión, es que hoy en día, podemos hablar de la impronta de cada director o showrunner en un personaje como antes lo hacíamos con los cómics (y seguimos haciendo).
Igual que hablamos del Spiderman de Stan Lee y Steve Ditko, del de Dan Slott y Humberto Ramos o del de Nick Spencer y Ryan Otley, como distintas visiones del mismo personaje marcadamente diferentes y podríamos decir que hasta incompatibles entre sí, hoy, gracias a la evolución del género superheroico en el medio audiovisual podemos hablar del Spiderman de Sam Raimi, del de Marc Webb, del Hulk de Ang Lee o del Iron Man de John Favreau. Y eso en sí mismo, es maravilloso.
Y es que, si estamos ante personajes que décadas después de su creación han demostrado formar parte de la mitología moderna, trascendiendo a nuestras camisetas con las que nos vestimos y marcamos nuestras preferencias ante terceros, a las tazas de nuestro desayuno o incluso a libretas para apuntar lo que sea, o a muebles de salón, tan válida es la visión de un autor concreto sobre dicho personaje, que la de un director de cine.
Hay todavía hoy un sector del fandom que considera que cuando el cine adapta un personaje procedente de otro medio, en este caso, del cómic superheroico, el cine le debe algún tipo de respeto o temor reverencial al medio original, debiendo ajustarse a este al milímetro para no caer en las iras de algunos de los lectores de los cómics en los que se basa la película en cuestión.
Sin embargo, este mismo sector del fandom, aunque también es crítico con muchos cómics modernos y actuales, lleva mejor que por ejemplo Nick Fury sea de raza negra si antes lo dijo Mark Millar en un cómic procedente de un universo alternativo, que si se le ocurre decirlo a un director sin apoyo viñetil, sacando los pies de un tiesto imaginario que, seamos serios, a nadie le ha importado nunca regar con semejante veneración tan innecesaria como dogmática.
Por supuesto, ello no quiere decir que no podamos criticar una visión concreta de un superhéroe, proceda esta de donde proceda, ni que nos tenga que gustar todo lo que vemos o consumimos. Pero sí supone que deberíamos criticar la adaptación o cómic del que se trate por su calidad como producto cultural, no por su parecido o diferencia con otro producto, por original o importante que éste sea. Si no nos gusta lo que vemos, lo tenemos muy sencillo, no lo consumimos y nos quedamos con los cómics que tanto amamos, que al haber sido ya producidos, nunca cambiarán y siempre nos pertenecerán.
Bajo mi punto de vista, cuando hablamos de adaptaciones lo importante es que éstas sean buenas películas o series, no que sean más o menos fieles al producto en el que se basan. Pensar así, nos hará proclives a disfrutar de algo si es buen cine o buena televisión, y pensar lo contrario solo nos llevará a que seamos infelices o a que, en el peor de los casos, se coarte la libertad de creativos audiovisuales de todo tipo (te miro a ti, Star Wars).
Si además, hablamos de cómic superheroico, estamos ante personajes que precisamente, han tenido tantas versiones de sí mismos, casi todas ellas incompatibles entre sí, que hacen aún más bonito y enriquecedor que en la época contemporánea actual dichas visiones no procedan solo de las viñetas, si no de directores de cine que han podido o no leer uno, muchos o ninguno de los cómics del personaje en cuestión.
Esta variedad de visiones y versiones es lo que enriquece al personaje, y esto es lo que consigue Taika Waititi con su segunda incursión en Thor, llamada Love and Thunder, tras la sorpresa que fue Ragnarok, así como la aparición de Thor en las dos últimas películas de Los Vengadores, escritas en parte por Waititi que en este pequeño aspecto colaboró con los hermanos Russo.
Si no gusta el humor facilón y simple de Taika Waititi, la solución es tan sencilla como no ir a ver sus películas, en lugar de vivir enfadado con ellas. Love and Thunder repite lo que Ragnarok ya hizo en 2017 y lo hace porque si aquello sorprendió y funcionó entre el público, lógico es que lo haga su secuela directa. Es curioso que al repetirse esquemas sí podemos hablar de fórmula, la de Taika Waititi con Thor, cuya existencia directamente echa por tierra y demuestra que si hay algo que no existe es la fórmula Marvel, pero eso ya son digresiones para otro debate.
Y el resultado, para mí, es impecable. Sí, es cierto que me he sorprendido menos que con Ragnarok, porque ya sabía a lo que venia y más o menos lo que me iba a encontrar, pero en esta ocasión veo un producto que sin dejar de lado esa identidad humorística, colorida y chabacana que hace grande a Waititi, ahonda en aspectos muy tristes y dramáticos como el cáncer de Jane y su impecable tratamiento sin por ello perder identidad.
No cabe duda de que un actor como Chris Hensworth, físicamente un auténtico dios nórdico, pero interpretativamente, un actor que da mucho más de sí en comedia, encaja mucho mejor con Waititi, que con la épica verborrea fílmica shakesperiana de Kenneth Branagh o con aquel refrito sin sentido, rumbo, concierto o camino que fue El Mundo Oscuro de Alan Taylor, la que para mí es sin duda la peor película del MCU y una de las peores películas de superhéroes que he visto nunca.
Siendo así, lo lógico es adaptar el personaje al actor que lo interpreta y no al revés, porque solo así tendremos buenas películas bien interpretadas, y no extraños monstruos de Frankenstein.
En esta ocasión, tenemos una unión perfecta de esta película con el resto del MCU, explicándosenos muy bien lo que hacía Thor con los Guardianes de la Galaxia y cómo se ha separado de estos (quienes salen en pantalla lo justo y necesario para explicar dónde están y qué tenían que ver con Thor, puesto que si queremos verlos más deberemos de acudir a sus películas y no a la del hijo de Odín), abriendo con una escena de puro rock and roll que hace las delicias de los amantes del cine de Waititi, para más adelante, y sin perder un ápice de humor o mamarrachaeo descacharrante, explicarnos un viaje de personaje que consiste en aprender a sentir o volver a sentir porque hasta el peor de los sentimientos es mejor que la nada misma.
Y es que, bajo sus luces, colores y humor, Waititi esconde mensajes reflexivos y con corazón, como el otorgar los poderes de Thor a unos niños asustados, o rezar a una Eternidad despersonalizada para recuperar al ser querido y hace años perdido.
Sí, claro que el Gorr que vemos en esta película difiere del de los cómics creado por Jason Aaron y Esad Ribic, a pesar de la gran interpretación de Christian Bale, como también lo hace la Diosa del Trueno de Natalie Portman respecto de la que vimos en los tebeos de Jason Aaron y Russell Dauterman, pero es que la película no va de adaptar la célebre etapa del escritor, si no de discurrir por su propio camino y de alimentar al MCU.
Por eso, no creo que estemos ante una trama desaprovechada, si no ante un punto de vista distinto al visto en los cómics que se mantendrá igual que siempre, puesto que no puede ser cambiado por continuidad retroactiva aunque estemos ante una película que juegue con sus personajes.
Mujeres empoderadas, dioses olímpicos tan incels y ridículos como algunos de los fans de cierta película de batallas en coliseos cuyo protagonista se “da un aire” a este Zeus, cabras gritonas y no poca pizca de drama en una película a la que yo solo puedo achacarle que me haya dejado con ganas de más.
El personaje – No puedo decir Rompedientes y Crujedientes, así que me quedo con Jane Foster, pero por poca diferencias con las cabras.
La escena – Los niños asgardianos con el poder de Thor.
Lo peor de la película – Se nota que existen escenas eliminadas y quizás habría ganado un poco más con algo más de duración.
Podium Thor – 1. Thor: Ragnarok. 2. Thor: Love and Thunder. 3. Vengadores: Endgame. 4. Vengadores: Infinity War. 5. Thor. 6. El Juicio de Hulk. 7. Thor, el Mundo Oscuro.
Thor Love and Thunder es una película que trata sobre la pérdida, la añoranza y cómo afrontar el duelo.
Tenemos a Gorr (Christian Bale) que ante la muerte de su hija decide (o más bien se ve empujado a) emprender una cruzada vengativa contra los dioses. Un poco simple, pero pura motivación de la Marvel clásica.
Viendo el inicio de la película nadie puede culpar a Gorr de querer asesinar a ese dios obsceno y arrogante que se burla de la muerte de la niña, de la devoción del padre y que además lo intenta matar. A fin de cuentas, Gorr lo único que hace es defenderse con lo primero que encuentra a mano, una espada matadioses que había por ahí.
¿Quién no haría lo mismo? ¿Quién no deseaba que Gorr le diera una lección a ese dios?
Sin embargo, al estilo del traje del simbiote, del anillo de Gollum y de tantas y tantas poderosas armas de la fantasía, la espada abduce al personaje hasta transformarlo, en este caso en un ser rencoroso y magnicida.
¿Entonces? La película va de aceptar la pérdida, de asumir lo inevitable, de no buscar atajos, de reconducir las emociones en algo positivo. La línea entre la aceptación y el conformismo es muy delicada. ¿Qué nos quieren decir con la actitud de Gorr? ¿No aceptar la muerte de tu pueblo y de tu hija te va a convertir en un villano? ¿Algún padre puede aceptar la muerte de su hijo?
En la película se trata otra pérdida importante. Al inicio, vemos a un Thor nostálgico y desubicado. No ha asimilado su ruptura con Jane. Vaga por planetas y galaxias intentando llenar ese vacío. Pero más adelante, se reencuentran. Resuelven sus diferencias. Vuelven a estar juntos. Jane se transforma en una versión femenina de Thor o en una versión thorica de la Dra Foster gracias a Mjolnir. Ahora son una pareja de thores (hay algo incestuoso allí con Thor besándose con su versión femenina).
En su identidad civil, Jane tiene cáncer. Se está muriendo. Cuando es “Thora”, está sana, es fuerte y poderosa. Pero al volver a su humanidad el cáncer empeora. La eterna maldición Marvel, el poder que sirve para salvar vida va en detrimento de la suya. Ser una heroína la está matando.
Cuando Thor lo sabe, quiere impedir que Jane se transforme. Pero como todos sabemos llagará a un momento en el que nos encontraremos con el dilema. Para detener a Gorr, Jane deberá transformarse y esa será ya la última ocasión. El cuerpo humano está tan debilitado que le causará la muerte. El dilema del sacrificio. Thor no quiere volver a perder a su amada y esta vez de manera definitiva. Pero acepta. No debe ser egoísta.
Es curioso que con tantos dioses como vemos en la película, todo se resuelva de una manera tan cristiana.
La Marvel cinematográfica es excesiva, barroca y asimétrica. Por eso tenemos otra pérdida. En este caso, un poco absurda. Además sirve para subrayar el tema de la película. Waititi hace una parodia de la película dentro de la película. Si te ríes de ti mismo evitarás que otros lo hagan y la verdad es que Thor Love and Thunder da motivos a la burla. Se trata de la añoranza por la pérdida de Mjolnir. Thor siente nostalgia al ver su legendario martillo usado por otra heroína (ante los surrealistas celos del hacha).
La película mezcla el ya inevitable humor Marvel con el drama y la tragedia más profunda, la muerte de los seres queridos. Tenemos dos enfoques ante el duelo, la ira de Gorr y la negación de Thor. Vemos aprendizaje, evolución y redención en ambos personajes.
Thor aprende de Gorr el camino que no debe seguir, el riesgo de no asumir la naturalidad de las pérdidas que suponen, a fin de cuentas, parte de la vida y del camino. No hay atajos, no hay trampas.
Entonces… ¿a qué viene que la hija de Gorr resucite? ¿a qué viene la segunda escena post-crédito? La película a pesar del humor y la típicas chorradas toca un tema serio y lo hace bastante bien ¿porqué al final se lo tiene que cargar todo?
Todos hemos visto la misma película. Todos hemos oído los chistes, visto las escenas de amor, la peleas, sufrido los temas de Guns’n Roses y nos hemos enfrentado a los inevitables anacronismos típicos de estas películas con su chauvinismo y su etnocentrismo (Zeus como dios de los dioses universales, en fin).
Un último detalle. Las películas de Thor supusieron una auténtica paso hacia delante por parte del MCU al apostar por la diversidad con dioses asgardianos de diferentes razas. Toda esa polémica no arredró al estudio que propuso a una valkyria mulata y lesbiana y un compañero gay (Korg). Pero llegados a este punto, ¿hace falta que todas las armas de la película tengan que ser tan indisimuladamente fálicas? Un martillo, un hacha, un rayo y una espada.
“Déjanos en paz” dirán algunos “los duelos de machorros blandiendo penes erectos es nuestro último reducto”.
Vale, pues no he dicho nada.
El personaje – Thor, el personaje Marvel mejor conseguido del MCU (ala, ya tenéis polémica)
La escena – El momento en el los héroes están en el barquito de noche antes de la batalla y la pelea con la guitarra de November Rain.
Lo peor de la película – Ver a Zeus como capo de todos los dioses del universo y la escena post-créditos de Jane.
Podium Thor – 1. Thor: Love and Thunder. 2. Thor. 3. Thor, el Mundo Oscuro. 4. Thor: Ragnarok.
Thor: Love and Thunder, la verdad sea dicha, lo tenía todo para gustarme. El cine de Taika Waititi siempre me ha gustado, desde el desparpajo de Hunt for the Wilderpeople al Hitler imaginario de JoJo Rabbit (en una mezcla que, por cierto, le salía mucho mejor que al pelmazo de Roberto Benigni) pasando por su entrada en la saga del Dios del Trueno cual elefante (o cabra gritona) en cacharrería; y no digamos en la maravillosa Lo que hacemos en las sombras y su desternillante versión televisiva, aunque esta última tiene mucho más de otro talento australiano como es el de Jemaine Clement (cómo echamos de menos a los Conchords, por cierto). Así que, aunque empatizo con los que clamaban por una versión más solemne, dentro de la ridiculez formal de cualquier propuesta en imagen real para un personaje así, del portador del Mjolnir, como buen lector y fan de la etapa Simonson del personaje estoy abierto a cualquier locura de aventura bañada en hidromiel, magia, encantamientos batracios, brujas troll y declamaciones shakesperianas. En serio, estoy el primero en la fila para todas esas cosas. No lo estoy para una mala película, y por eso me duele especialmente lo mucho que me ha desagradado esta Thor: Love and Thunder realizada desde la más absoluta pereza formal y argumental.
Y es que la primera impresión que me asaltó al dejar el cine, y que dejé clara en el podcast en el que tuve el gustazo de participar junto a mis compañeros de Zona Negativa sobre la película, es que Taika Waititi se ha dormido en los laureles (olímpicos, suponemos), porque esta Thor: Love and Thunder es un monumento a la desidia y la falta de ganas; su envoltorio puede parecer muy rompedor y transgresor, repleto de música rompedora, humor absurdo y demás marcas de la casa, pero no deja de ser un maquillaje para ocultar los enormes agujeros que tiene la cinta; un maquillaje que, utilizado además con torpeza y desgana, es más irritante aún si cabe. Vayamos al que es quizás el ejemplo más básico de todo esto para ahorrar palabras: ninguna de las canciones de Guns ‘n Roses insertadas en la película de manera aleatoria, tiene propósito argumental. Sí, visitamos Nueva Asgard al ritmo de Paradise City y si me apuras Sweet Child of Mine puede tener algún sentido de cara a la revelación final, pero todo este despliegue centrado en una misma banda (no me hagas hablar de Axel-Cabeza flotante) no tiene nada que ver en absoluto con, por ejemplo, lo que hace James Gunn con sus Awesome Mix en la saga de Guardianes de la Galaxia, una propuesta en las antípodas de esta Love and Thunder que hace una analogía con aquellas plantas que la doctora Sattler detectaba en el Parque Jurásico primigenio: eran venenosas, pero los que las habían puesto ahí no lo sabían, sólo las habían colocado porque eran bonitas sin pensar en nada más.
Y lo que más rabia me da de todo esto es que tras el ego monumental de su director y sus fuegos de artificio, y en general detrás de esta Love and Thunder, hay una gran película luchando por salir a la superficie. Ese comienzo árido que sólo necesita el buen hacer de un extraordinario Christian Bale enterrando a su hija, apenas un montón de arena y una piedra encima, ese consejo de Star-Lord sobre que es mejor sentirse una mierda que sentirse vacío o ese montaje de la relación entre Thor y Jane y ese silencioso encantamiento al Mjolnir para que la proteja… hay grandes ideas que rondan Love and Thunder, pero sus responsables prefieren seguir pasándoselo bien con sus chanzas, improvisaciones y ocurrencias que, esta vez, no casan en absoluto con lo que nos están intentando contar. La película es un continuo luchar consigo misma hasta el punto de boicotearse y rogar hasta el final por un aprobado justito cuando podía haber sido un sobresaliente. Esa pereza de un Taika Waititi casi narcolépsico en sus rodajes es imperdonable con los mimbres que tenía la historia, la de Thor, la de Jane Foster (más preocupada por su frase superheróica que por la trascendencia del martillo en su mano y la enfermedad en su cuerpo), la de una Valkiria humillantemente apartada de la trama como si fuera un secundario molesto y, en definitiva, la de un Thor que sigue siendo en el fondo un Chris Hemsworth intentando encontrarle el atractivo a un personaje que parece que nunca le llegó a gustar. El único que se salva es un Christian Bale que, al menos, parece importarle cada segundo que aparece en pantalla; no porque su personaje tenga una gravedad o seriedad de la que adolece la cinta, sino sencillamente porque parece que le importa lo que está diciendo.
Cuando esta Thor: Love and Thunder termina, se queda contigo la amarga sensación de que si te hubiera importado un poco más el camino, ese fantástico final te habría emocionado mucho más. Pero cuando Love and Thunder quiere recoger la cosecha se da cuenta de que no ha cuidado el campo lo suficiente como para recoger algo más que indiferencia y olvido a los pocos días. Una intrascendencia que este MCU no puede permitirse en muchas más ocasiones si quiere que nos volvamos a emocionar cuando a lo mejor otros portales se abran para derrotar a Kang y nos importe un pepino quién saga de ellos. No será así, porque Marvel Studios y, sobre todo Kevin Feige, son muy inteligentes y han demostrado que saben hacer bien las cosas a medio y largo plazo, pero con gente con tan pocas ganas como Taika Waititi en esta Love and Thunder lo único que hacen es que muchos nos planteemos esperar a ver el siguiente estreno en la comodidad del salón de nuestras casas, algo que ya me tocó sufrir con propuestas inanes y aburridas como Eternals o Shang-Chi, tan torpes y desganadas como esta decepcionante Love and Thunder indigna de levantar su propio martillo.
El personaje – El Gorr de Christian Bale, impecable en cada una de sus apariciones. El darlo todo al estilo Bale deja en evidencia a sus compañeros de reparto.
La escena – El inicio desolador y el primer encuentro de Gorr con los dioses, un mayor contraste que el blanco y negro frente al color del reino del villano.
Lo peor de la película – La desgana absoluta en empeñarse en chocar la mano con el espectador en vez de dársela.
Podium Thor – Thor – El Thor fracasado de Infinity War y Endgame buscando saber si sigue siendo digno. – Thor: Ragnarok – Thor: El Mundo Oscuro – Thor: Love and Thunder
El mismo año que llegará a salas de cine Los renglones torcidos de Dios, cinta dirigida por Oriol Paulo que adapta la novela escrita por Torcuato Luca de Tena, se estrenó la película número cuatro de Thor como protagonista principal. Un curioso juego de palabras que haría las delicias de un Taika Waititi quien, cual agujero negro, es capaz de absorber todo lo que orbita alrededor de él. Como ya hiciera en Thor: Ragnarok, el cineasta neozelandés deja su impronta en cada escena aún a riesgo de pasarse de frenada constantemente. Waititi viene a ser el gracioso de la clase a quien, una vez le han reído una gracia, se cree tener barra libre para entrar en un carrusel infinito de chistes. No cabe duda de que identificamos el ADN de Waititi en cada trabajo suyo. Desde Lo que hacemos en las sombras, pasando por The Mandalorian o, la sobresaliente, Jojo Rabbit, Waititi se ha mostrado como un autor en mayúsculas con ínfulas de payaso. En su paso por el MCU, trató de revitalizar una franquicia que no acababa de conectar con el público. Ni el tono shakespeariano de Kenneth Branagh, primero, ni la versión oscura de Alan Taylor, después, consiguieron que el Bifrost acercara a la audiencia. Todo lo contrario. Las encuestas que lanzamos en Zona Negativa en los repasos a la Fase 1 y la Fase 2, demostraban que el Dios del Trueno perdía fuelle. Si en el arranque quedó fuera del podio, la segunda fase encendió todas las alarmas. Con mucho, Thor: El mundo oscuro era la entrega que menos gustó hasta ese momento.
Aunque es cierto que el personaje interpretado por Chris Hemsworth lucía lo suyo en las cintas grupales, se necesitaba un cambio de tercio para sus cintas en solitario. La taquilla ha dado la razón a quienes apostaron por Waititi, más allá de la controversia generada. Supeditarlo todo al humor es un arma de doble filo. Quienes entren de lleno en su juego, disfrutarán de lo lindo con los infinitos gags. Aquellos que se definan como serios y les gusten las historias sobrias, tendrán que aguantar carros y carretas hasta que surjan los títulos de crédito tras dos horas de desenfreno. Thor: Love and Thunder apuesta sobre seguro replicando la fórmula utilizada en Ragnarok. La versión más simple (y un tanto estúpida) del hijo de Odín poco tiene que ver con la soberbia estilada en la primera entrega o la taciturnidad de su secuela. El primer superhéroe del MCU en protagonizar cuatro películas ha virado cual veleta en huracán hasta que llegó Waititi para ajustarla.
Sin lugar a duda, el Ragnarok es uno de los grandes eventos de la mitología nórdica. De la misma manera, El Carnicero de los Dioses es uno de los grandes arcos que La Casa de las Ideas tuvo a bien publicar a lo largo de 2013. Si vemos la botella medio vacía, podemos afirmar que Marvel Studios ha gastado dos cartuchos para acabar realizando una sucesión de mamarrachadas que rozan lo autoparódico. Más allá de que Thor: Love and Thunder pueda ser tan divertida como disfrutable, en verdad la comedia es tan arrolladora que cuando la épica o el drama debieran imponerse con fuerza, sencillamente, no lo hacen. Es muy difícil conseguir emocionar al espectador cuando no le has preparado para ello, cuando el camino elegido ha sido más propio de un bufón que de un Dios. Mezclar dulce y salado no siempre queda bien aunque, en el caso de Waititi, diera en la diana en la citada película sobre el holocausto nazi. Si vemos la botella medio llena (además de bebérnosla), llegaremos a la conclusión de que Thor: Love and Thunder es una entretenidísima película de autor que se aleja de lo anodino y, a su manera, consigue tener identidad propia.
En la etapa de Jason Aaron, Gorr se había presentado como un villano temible que a lo largo de los siglos no solo había segado la vida de multitud de divinidades, sino que se había convertido en la némesis perfecta de Thor. Tanto es así, que pasado presente y futuro se tuvieron que unir para poder plantarle cara antes de que el pérfido Carnicero llevara a cabo su plan final hasta las últimas consecuencias. La elección de Christian Bale para encarnar al matarife se antoja acertada a tenor de lo visto en pantalla. Sin embargo, su Gorr no acaba de encajar con el tono general de la película. Tal vez por esto se acabe alejando tanto de lo que vimos en los cómics, humanizando a un personaje de aspecto terrorífico que, como si de Gollum se tratase, ha sido corrompido por la Necroespada. Su círculo se cierra de forma amable.
La muerte está muy presente en Thor: Love and Thunder. Toda una enferma terminal como es Jane Foster está magníficamente interpretada por una Natalie Portman a la que, por fin, le construyen un personaje a su medida. Dignidad, fortaleza y enfermedad son términos que rara vez están alineados pero la actriz nacida en Jerusalén es capaz de dotar a La Poderosa Thor toro todo lo necesario para que sea lo verdaderamente capaz como indica su adjetivo. Lo que pudo haber sido y no fue. Judie Jane Foster acaba entrando en el Valhalla tras haber compartido algo más que el mjollnir con el hermanastro de Loki. Los mejores años de la larga vida de Thor los ha pasado con una científica que se tuvo que marchar demasiado pronto. A pesar de todo, su presencia en una constante en todo el metraje, casi a la altura de Guns N’ Roses y, definitivamente, mucho mayor que la de los Guardianes de la Galaxia o un Zeus interpretado por Russel Crowe, carne (carnaza) de Razzie.
En definitiva, Thor: Love and Thunder consolida la decisión tomada con su predecesora. Con Taika Waititi a los mandos, el público ya sabe lo que se va a encontrar. Desgraciadamente, en otra parte del multiverso, los arcos de las viñetas han sido adaptados fielmente dando como resultado películas tan épicas como El señor de los anillos: El retorno del rey o Gladiator. Pero no seamos negativos. La realidad es que estas últimas adaptaciones podían haber sido peores, generando indiferencia e, incluso, aburrimiento. Pidamos unas jarras de cerveza y que las llenen bien hasta arriba.
El personaje – JANE FOSTER, así, en mayúsculas.
La escena – El momento en que la búsqueda de Gorr finaliza con un cambio en la fotografía a un pulcrísimo blanco y negro.
Lo peor de la película – Que su alta carga humorística lastre momentos épicos y trágicos.
Podium Thor – 1º Thor, 2º Thor: Love and Thunder, 3º Thor: Ragnarok, 4º Thor: El mundo oscuro.
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